EL INTERÉS SOVIÉTICO POR LOS «EPISODIOS» Y NOVELAS
DE GALDÓS (1935-40)*
Vernon A. Chamberlín
Las obras de Galdós ya empezaron a despertar interés en Rusia durante la
vida del autor, y aún siguen hoy siendo leídas y estimadas1. Un voluntario
realista apareció en traducción en 1879, Doña Perfecta en 1882 y La desheredada en 1883. Aunque la primera guerra mundial puso fin al proyecto de pu
blicar una edición rusa de las obras completas de Galdós, ya en 1927 el lector
ruso podía leer en su propia lengua catorce novelas y cuentos del gran realista
español2. Bastante temprano también comenzaron a publicarse en Rusia estudios acerca de Galdós. En 1882, por ejemplo, Vestnik Evropy (El Heraldo
Europeo) publicó, como parte de una campaña de la revista para introducir
en Rusia escritores contemporáneos de occidente, un extenso estudio en dos
partes: «Pérez Galdós: Novelista español contemporáneo» («Sovremenny ispanisky
romanist»)3. A partir de dicha fecha, la crítica galdosiana se ha enrique
cido y continúa enriqueciéndose con muchos estudios de la más diversa índole
en el bello idioma de Pushkin y de Tolstói.
Desde 1879 hasta el presente, sin embargo, los años 1935 a 1940 sobre
salen como una de las épocas de mayor entusiasmo por las obras de Galdós. En
efecto, la segunda mitad de la década del 30 fue en Rusia un período de muy
intensa preocupación, tanto oficial como popular, por la República Española
en guerra. A este período le precede (1928-34) y luego le sigue (1941-44) un
silencio casi completo en lo que se refiere a Galdós, permitiéndole así al investigador concentrarse en un conjunto importante de obras representativas, cuya
discusión cabrá dentro del tiempo hoy disponible en este Primer Congreso
Internacional Galdosiano.
Antes de enfocar nuestra atención en dicho período, el de mayor entusias
mo (1935-40), será conveniente echar una mirada a la década anterior. Después
de los años que siguen inmediatamente a la primera guerra mundial (1914-18),
el interés soviético por Galdós parece limitado a dos traducciones, de 1923
y 1927 respectivamente, de El caballero encantado (Ocharovanny kavalyero)
La elección de esta novela en particular parece altamente significativa. Rusia ha
bía sufrido la devastación material y los grandes trastornos sociales producidos
por la guerra mundial y la subsecuente guerra civil. La paz no llegó hasta el
año 1921, y sólo entonces el país pudo iniciar su reconstrucción y aplicarse
a reanimar de nuevo la vida nacional. En este momento histórico, crucial para
la nueva nación soviética, El caballero encantado resultaba obra muy apropiada
a su condición, e indudablemente es éste el motivo que explica que se la haya
traducido dos veces en tan corto tiempo.
Escrita la novela después de la guerra contra los Estados Unidos, y por completo dentro del espíritu de la generación española del 98, El caballero encan
tado (1905) ofrecía un doble mensaje. Por una parte, subrayaba el valor y la
necesidad de la continuidad nacional y enseñaba a respetar lo mejor de la he
rencia histórica. Por otra parte, daba en forma gráfica e interesante, consejos
prácticos como, por ejemplo, el drenaje de pantanos y la construcción de escuelas. La actitud idealista lograda por la experiencia del protagonista galdosiano
(Tarsis-Gil) era exactamente lo que el Gobierno soviético deseaba de sus ciudadanos: dar la espalda a los valores y modo de vida burgueses y aristocráticos en
favor de una vivencia inspirada por el «espíritu de la madre patria». Dicha
experiencia producía, como en la novela de Galdós, un patriota nuevo, lleno
de entusiasmo y deseo de autosacrificio por la reconstrucción de la vida nacional.
El traductor, B. Krzhevsky, habla específicamente de esto en su introducción;
además, la portada del libro lleva como ilustración la alegórica figura galdosiana
de la «Madre Patria», guiando por los aires al protagonista.
En la segunda mitad de la decena de los 30 el interés ruso por las enseñanzas que podían aplicarse dentro de la Unión Soviética se desvió hacia un
enfoque de los eventos revolucionarios de la España del momento. Los rusos
se daban cuenta entonces de que lo que estaba sucediendo en la Península Ibérica podría ejercer una profunda influencia en sus propios destinos. El renovado
militarismo de la Alemania nazi y de la Italia fascista era, sin duda alguna, un
peligro para la Unión Soviética en aquel momento trágico, cuando la pobre
España estaba a punto de lanzarse a la terrible guerra civil, que pronto se convertiría en un campo internacional de experimentos militares y en el preludio
de la Segunda Guerra Mundial. Así, como en los días de Napoleón, los rusos
no sólo volvieron a sentir una intensa identificación con el pueblo español y
su lucha, sino que también se llegó a despertar un interés vivo y sincero en
muchos aspectos de la vida española, incluso la literatura.
Dados los acontecimientos que agitaron la vida española entre los 31 y 34,
no sorprende que el gobierno soviético eligiera traducir Doña Perfecta (1935)
novela anticlerical muy gustada en Rusia, en la que el héroe, progresista y liberal, es asesinado por las fuerzas de la reacción y de la intransigencia. Luego
la editorial del Gobierno ruso seleccionó La Fontana de Oro (Zolotoi Fontan)
para la siguiente traducción 6. Aunque ésta apareció en 1937, podemos suponer
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que dicha traducción se planeó y comenzó antes del inicio de las hostilidades
españolas (en 1936), cuando la lucha en España, tal como está descrita en la novela, fue todavía principalmente política. En apoyo a esta interpretación notamos
que el crítico soviético B. Kuzmin encuentra en la obra un notable paralelo
con la situación de la España contemporánea. Señala cómo en La Fontana de
Oro el movimiento revolucionario contra Fernando VII estaba, al igual que el
de la República Española de entonces, en un crucial estado intermedio. De un
lado, los reaccionarios trataban de revocar las concesiones que habían tenido
que aceptar forzadamente; de otro, los activistas políticos insistían en «hacer
avanzar la revolución»7.
En julio de 1936, cuando la disputa política terminó por reventar en la
guerra civil, el gobierno soviético, como bien se sabe, tomó un papel activo en
el conflicto español. Coincidiendo con este cambio de política, los traductores
rusos dejaron de lado las Novelas Contemporáneas de Galdós para dedicarse
exclusivamente a sus Episodios Nacionales. De éstos eligieron tres de la lucha
antinapoleónica, que eran inconfundiblemente paralelos a los acontecimientos
que entonces estaban teniendo lugar en España. Así, cuando Madrid estaba
sitiada, los rusos tradujeron Zaragoza (1938)8, novela que cuenta la heroica
defensa de la ciudad del Ebro contra las tropas de Napoleón. Un poco más
tarde, cuando se hizo necesario trasladar la sede del Gobierno a Valencia, los
soviéticos tradujeron Cádiz9. También era éste un Episodio apropiado a la
situación, porque en aquella ciudad portuaria (como en Valencia) los españoles
mantuvieron un Gobierno nacional después de haber abandonado Madrid. Fue
allí también donde tenazmente se mantuvieron libres e independientes esperan
do el momento de poder lanzar la contraofensiva y liberar a todo el país. Final
mente, cuando parecía obvio que el régimen republicano estaba a punto de caer,
los soviéticos eligieron traducir Juan Martín el Empecinado (1940)i10. El héroe
de este Episodio Nacional personifica la victoriosa actividad guerrillera antinapoleónica llevada a cabo en España después del colapso del Gobierno oficial.
Esta selección era también muy apropiada. Tal actividad partidista durante la
Guerra de la Independencia no sólo ayudó a disminuir la presión militar francesa en el frente ruso, sino que fue también, en última instancia, uno de los
factores más importantes que llevó a la definitiva expulsión de los invasores.
A la guerra civÜ siguió un período de intensa actividad guerrillera particular
mente en el norte de la Península.
Las introducciones a las versiones rusas de Zaragoza, Cádiz y Juan Martín el
Empecinado constituyen, junto con varias reseñas de las mismas, un material
crítico que ofrece una visión muy particular de estos tres Episodios y de su
autor. Esta interpretación probablemente es desconocida para muchos de los
galdosistas de occidente. Por lo tanto, a continuación nos dedicaremos a estudiar el enfoque de tales introducciones y reseñas, las cuales hemos podido con
seguir gracias a la cooperación de la Publicbnaya Biblioteka imeni Saltykova-Shchedrina de Leningrado ".
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F. Kelyin a, autor de las tres introducciones, establece el formato y tono de
todas ellas en la primera, en su ensayo sobre Zaragoza. Este estudio abarca doce
páginas y se divide en tres secciones numeradas. La primera parte está dedicada
en su totalidad a presentar los antecedentes históricos de la resistencia contra
Napoleón. El énfasis del prologuista se dirige a destacar los esfuerzos de las
masas populares en la lucha contra el invasor francés. Y aquí, como en todo el
texto, se hacen continuas referencias a los acontecimientos de la España de
los 30. Al hablar, por ejemplo, de José Bonaparte, hermano de Napoleón,
Kelyin dice que éste «encontró refugio por un extraño capricho del destino en
la misma ciudad de Burgos, donde en este momento se encuentran el general
Franco y sus jefes fascistas» (pág. 5). A partir del segundo párrafo, Kelyin cita
además en extenso los «brillantes» artículos que Marx escribió sobre España y
que originalmente se publicaron en el New York Times en 1854. Cita también
escritos de Napoleón y de uno de sus generales.
Es sólo en la segunda parte de la introducción (pág. 7) donde Kelyin
empieza a hablar de Galdós, y no ofrece mucho más que un panorama cronológico de la vida y obra de don Benito. Después de dar los acostumbrados datos
biográficos, explica la esencia de los Episodios Nacionales y sitúa a Zaragoza
dentro de la serie. Luego de discutir superficialmente las Novelas Contemporáneas, y para terminar como la mención de las otras obras de Galdós, cita los
títulos de las piezas teatrales, deteniéndose sólo en destacar el drama anticlerical Electra. Cierra, finalmente, esta sección con más referencias a los sucesos
de la España contemporánea en guerra.
La tercera parte de la introducción de Kelyin comienza diciendo «volvamos
ahora al análisis de la novela Zaragoza» (pág. 12). Sin embargo, este prometido
análisis jamás se materializa, porque el prologuista de nuevo enfoca el tema del
sitio de Zaragoza y de la valentía colectiva de sus defensores. A lo más menciona la forma de la novela: Zaragoza, dice, representa una serie de memorias
o notas de un joven oficial. Describe también a algunos de los personajes principales y, como podía esperarse, subraya sus distintas tendencias políticas. Sin
embargo, no puede evitar la tentación de retomar la tesis —expuesta ya en la
primera parte— de que «detrás de estos personajes, el héroe principal de la
novela [como en la guerra civil] es el pueblo español» (pág. 14).
En las otras dos introducciones (a Cádiz y a Juan Martín, el Empecinado)
Kelyin continúa citando a Marx, pero al mismo tiempo tiende a mantener su
enfoque más directamente en la novela discutida, y presta menos atención ,a los
sucesos históricos españoles contemporáneos. Sin embargo, las opiniones rusas
más genuinamente espontáneas no aparecen tan frecuentemente en los prólogos
de Kelyin como en otros textos: especialmente en las reseñas de aquellos que
pudieron leer y comentar los Episodios, cuando éstos, pasados los trámites de la
censura, salieron publicados.
¿Quién era Pérez Galdós? En toda discusión de sus Episodios se hacían
necesarias la presentación y la identificación de don Benito al lector ruso. En
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6-L.A
vísperas de las purgas stalinistas y de la proximidad de la Segunda Guerra Mundial era de suma importancia en la Unión Soviética la correcta orientación polí
tica. Por lo tanto, no sorprende que muchas veces la identificación de Galdós
como luchador liberal en pro de las causas del progreso social preceda a cualquier discusión de Galdós como artista. Para los comentaristas soviéticos lo
común era considerar a Galdós como «un demócrata... sincero y honrado» B,
un patriota progresista, uno «que no se alejó de las convicciones radicales de su
juventud y que siempre se mantuvo ardientemente interesado en la política» 14.
Subrayaron repetidamente que Galdós, de orientación liberal primero y luego
socialista, era amigo y colaborador de uno de los primeros marxistas que hubo
en España, Pablo Iglesias, fundador del Partido Socialista Español15. Además
hacían hincapié en que el novelista combatió enérgicamente la reacción «como
un violento opositor del clericalismo, del antisemitismo y de las injusticias de
clases» 16. Más aún, anotaban que la visión que Galdós tenía de España coincidía
completamente con la de Karl Marx. Así nuestro don Benito tenía credenciales
impecables que lo recomendaban al lector soviético de esa época.
En España, por su parte, Galdós fue evaluado también por el valor político
de su obra. En las ciudades controladas por las fuerzas nacionalistas fueron que
mados públicamente sus libros17, mientras que en la España republicana se
distribuyeron en el frente selecciones de uno de sus Episodios, Gerona, para
inspirar a los defensores de la ciudad de Madrid18. En Valencia, última sede
del Gobierno republicano, se inició una nueva edición de los Episodios Nacionales 19 y, desde la misma ciudad, Rosa Chacel trató de hacer más viva y tenaz
la resistencia republicana con su artículo «Un nombre al frente: Galdós» (Hora
de España, II, 1937, 47-50). Este trabajo, a su vez, lo citaron frecuentemente
los críticos soviético cuando más tarde discutían a Galdós.
Pero ¿qué decían de Galdós el artista, el novelista español más importante
del siglo xix? El era, para los críticos soviéticos de este período, ante todo un
historiador que lograba hacer que los sucesos descritos aparecieran maravillosa
mente vivos. Para ellos era también un maestro pródigo en lecciones sociales
y políticas. Y como Zaragoza, Cádiz y Juan Martín, el Empecinado, habían sido
elegidos específicamente como paralelos de los sucesos españoles de la guerra
civil, fue fácil para los críticos soviéticos incluir un mensaje sobre el presente
para sus lectores rusos. Uno decía: «En nuestros días, cuando los cañones...
bombardean Madrid con horrible crueldad..., es especialmente justo reimprimir
las páginas de Zaragoza. En la novela de Galdós, con extraordinaria fuerza artística y descripción perfecta, se muestra el amor extraordinario de las masas popu
lares por su tierra... [y] su disposición para el sacrificio personal»20. Para otro
crítico, el personaje Manuela Sancho de Zaragoza es, sin duda, la precursora
de las mujeres combatientes tan valerosas como Dolores Ibárruri («La Pasiona
ria»)21. Así, de una manera parecida a lo sucedido en los tiempos de Napoleón,
continúa el crítico ruso, «tal magnífica gente, unida por el Frente Popular y por
el Partido Comunista, expulsará de su país a los fascistas internacionales»22. Según
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él, Galdós enseña además no sólo a «luchar contra la agresión exterior», sino
también, de acuerdo con el frecuente lema comunista, a combatir «la contrarrevolución interna» 23. Por lo demás, la evaluación galdosiana de los ingleses en
Cádiz sirve también a la comparación, porque las ideas del personaje Lord Gray
son tan erradas como las «de Chamberlain y Halifax, que hoy apoyan a Hitler y
a Mussolini [y]... los actos malignos de los alemanes e italiano que intervie
nen en España» 24.
Era tanta la estimación que se tenía por Galdós en Rusia en aquellos años
que sus Episodios se compararon favorablemente con obras claves de la temprana literatura soviética: La inundación de hierro (Zhelezny Poíok, 1924), de
Serafimovich; El pan (Khleb, 1937), de Alejandro Tolstoi, y Chapayev (1918),
de Dimitri Fumanov25. También se hizo notar la semejanza de la técnica de
Galdós en Juan Martín el Empecinado, con la empleada en la popularísima
versión cinematográfica (1934) de la última novela mencionada, Chapayev.
Un crítico llegó al extremo de sugerir que el método de caracterización empleado
por Galdós —evitar las largas descripciones y usar, en cambio, diálogos cortos
y expresivos en dos o tres escenas típicas— podría ser muy «instructivo para
nuestros escritores soviéticos en la descripción de la guerra civil [rusa] o de
los grandes momentos de la construcción socialista» 2?. Trascendiendo toda con
sideración ideológica, los críticos soviéticos encontraron también en estos Episodios mucho de lo que llamaría la atención a cualquier lector. Como «Clarín»
(Leopoldo Alas), contemporáneo de Galdós, y como muchos otros críticos desde
entonces **, casi todos los comentaristas rusos alabaron la destreza en la creación
de personajes interesantes y memorables, «con un pincel de Rembrandt»29 y
con «la fuerza de Balzac»30. Candióla, personaje galdosiano de Zaragoza, por
ejemplo, actúa durante el sitio de esta ciudad como habrían actuado Gobsek y
Félix Grandet (Eugénie Grandet), conocidos personajes de Balzac31. Así las
obras de Galdós, dice otro crítico, «abundan en detalles brillantes y en personalidades profundamente comprendidas y retratadas con maestría»32. Galdós
es, además, un creador de escenas memorables33, un maestro del realismo psicológico y de la dramatización de las pasiones humanas 3*. Es también un verdadero
artista del lenguaje35 y, muy importante (en esos años de ansiedad y sufrimientos terribles en Rusia), un gran humorista36.
En conclusión, uno ve que el interés soviético durante la segunda mitad
de la década del treinta es, en varios aspectos, un testimonio claro de la habilidad de Galdós para atraer y absorber la atención de los hombres de cualquier
país y época: en una palabra, es un tributo a su universalidad. Aunque los
ensayos en ruso que hemos comentado están a veces cargados de propaganda
oficial y con la jerga del partido (características especialmente típicas de esa era
stalinista), Galdós brilla, aun en ellos, como un historiador efectivo, como un
luchador inspirado en la causa de la justicia social y como un maestro que
enseña grandes lecciones. Además se le estima como humanista sincero y como
creador de novelas de gran interés para el lector de cualquier ideología.
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NOTAS
* Después de terminar este estudio, y al llegar a Las Palmas para presentarlo en el
Primer Congreso Internacional Galdosiano, descubrí que la Casa Museo Pérez Galdós posee
las siguientes traducciones rusas mencionadas en esta ponencia: El caballero encantado (1927),
Doña Perfecta (1935), Cádiz (1938), Juan Martín, el Empecinado (1940).
I Agradezco sinceramente a mis colegas Jack Weiner y Sam F. Anderson su ayuda. El
profesor Weiner me inspiró a estudiar ruso, y además me ayudó en la traducción de algunos de los estudios citados. El profesor Anderson me permitió asistir a sus clases de ruso,
y me ayudó también en la transliteración de los nombres y títulos rusos. (Nuestras transliteraciones están de acuerdo con las normas empleadas en el Current Digest of tbe Soviet
Press.) Para otro agradecimiento, véase también nota 11.
1 F. Kelyin, Benito Pérez Galdós entre nosotros, «Literatura Internacional», I (1945),
página 64.
3 17 (1882), nn. 1 y 2, 608-32 y 12042, respectivamente.
4 Tarsis-Gil «después de una áspera lucha por la vida, después de la expiación de su
existencia ociosa y desocupada, deja de ser un parásito social y se convierte en una de
aquellas individualidades que pasando por duras pruebas, con su impulso personal y su
elevado amor a la humanidad, conducen al país a una época de florecimiento». (Ocbarovanny
Kavalyero, traducción e introducción de B. Krzhevsky [Leningrad: «Priboi», 1927],
según Kelyin, Benito Pérez Galdós, p. 65.)
s Donya Perfekta, traducción e introducción de D. Vygodsky (Leningrad: Khud. Lit.,
1935). Para un ejemplo del interés ruso en el siglo diecinueve respecto a Doña Perfecta,
véase Pérez Galdós: Sovremenny ispanisky romanist, «Vestnik Evropy», 17 (marzo de 1882),
páginas 120-23.
6 Traducción de V. V. Rakhmanov (Leningrand: Goslitizdat, 1937).
7 B. Kuzmin, Zolotoi Fontan, «Literaturnoye Obozreniye», 6, n. 21 (1937), 50.
8 Saragosa, traducción y notas de S. S. Ignatov; introducción de F. Kelyin (Moskva:
Goslitizdat, 1938).
9 Kadika, traducción de I. Gladkova y S. Volsky; introducción de F. Kelyin (Moskva:
Goslitizdat, 1938).
10 Kbuan Martín, el empesinado, traducción de M. Gelfand; introducción de F. Kelyin
(Moskva: Goslitizdat, 1940).
II Es un verdadero placer agradecer a L. A. Shur, bibliógrafo principal de la Biblioteca
Soviética Estatal de Literatura Extranjera en Moscú, por su gentileza en mandarme tan rápidamente excelentes sugerencias bibliográficas.
12 Véase Istoria russkoi sovetskoi literatury (Moskva: Izdatelstvo Akademii Nauk SSSR,
1960), II, pág. 479.
13 N. Rikqva, Galdós, Kbuan Marttn, 8-9 (1940), 316.
14 Kelyin, Introducción a Saragosa, pág. 10.
15 Kelyin, Introducción a Saragosa, pág. 10; a Kadika, pág. 4; y R. Aleksandrov, «Ro
mán o geroicheskom proshlom ispanskovo naroda», Literaturny Sovremennik, 8 (1938), 22.
16 Kelyin, Introducción a Saragosa, pág. 10. En Benito Pérez Galdós, el mismo Kelyin
dice también que «en sus mejores novelas sociales..., Galdós luchaba ardientemente por los
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débiles y los oprimidos, contra las atrasadas formas feudales de la vid* social española, contra
la tradicional familia española con su espíritu de extremo fanatismo e intransigencia, contra los
círculos clericales que obstruían en España el desarrollo del progreso, [y] contra los prejuicios de casta y de raza» (pág. 65).
17 Kelyin, Benito Pérez Galdós, pág. 66.
18 L. Borovoi, Saragosa, «Literaturnoye Obozreniye», 6 (1939), 52.
19 Kelyin, Benito Pérez Galdós, pág. 66.
20 Kelyin, Introducción a Saragosa, pág. 14.
21 Aleksandrov, pág. 222.
22 Aleksandrov, pág. 222.
23 Aleksandrov, pág. 221.
24 Kelyin, Introducción a Kadika, pág. 20.
25 Aleksandrov, pág. 222; y Kelyin, Introducción a Khuan Martín, pág. 7.
2« Tan famoso fue el guerrillero ruso Chapayev que en la guerra civil española el coman
dante húngaro (Milhaly Salvai) del batallón Dimitrov (XV Brigada Internacional) escogió
este nombre para su apodo militar. También a Jock Cunningham se le llamaba «el Chapayev
inglés», y dice Hugh Thomas que «en aquella época, era un magnífico cumplido» {La guerra
civil española [Paris: Ruedo Ibérico, 1967], pág. 396). Chapayev, el guerrillero rojo (en
ruso, con subtítulos en español) era una de las películas más populares en la zona republicana,
compitiendo con Los marinos de Kronstadt y Morena Clara.
27 Aleksandrov, pág. 222.
28 Véase William E. Bull and Vernon A. Chamberlin, Clarín: The Critic in Action
(Stillwater, Okla., O.S.U. Humanities Series Núm. 8 [1963], págs. 39-40).
William H. Shoemaker opina que los críticos literarios están de acuerdo, ya desde hace
mucho tiempo, en que el aspecto más importante del arte de Galdós está en su destreza para
crear personajes («Galdós' Literary Creativity: D. José Ido del Sagrario», Hispanic Review,
19 [1951], 204).
29 B. Reikh, «Epopeya narodnoi voiny», Literaturnaya Gazeta, 20 (1940), 2.
30 Borovoi, Saragosa, pág. 52.
31 Borovoi, Saragosa, pág. 52.
32 Reikh, Epopeya, pág. 2.
33 Reikh, pág. 2.
34 Reikh, pág. 2.
35 Reikh, pág. 2.
36 Borovoi, pág. 52.
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