LAS PRUEBAS CORREGIDAS DE FORTUNATA Y JACINTA

James Whiston

El autor de Fortunata y Jacinta debía de ser hombre de una sensibilidad

estética tanto activa como inquieta. El más somero examen de las cuartillas

de galeradas de dicha novela en la Casa Museo Galdós demuestra bien a las

claras que Galdós revisaba mucho, a veces llegando hasta media página, antes

de devolver aquella porción de galeradas a la imprenta para ir formando el

volumen. La preocupación de Galdós para asegurar que ese producto final

reflejara fielmente sus intenciones asoma en más de una página de estas gale

radas, donde vemos frases como muchísimo cuidado con esta galerada escri

tas en la letra de Galdós a la cabeza de una cuartilla. Dos veces Galdós le

pone una queja al impresor por no haberle dado espacio suficiente para sus

numerosas correcciones. A juzgar por la evidencia de las galeradas de Fortu

nata Galdós fue bien servido por aquella imprenta porque el número de erro

res tipográficos no es grande. (Es interesante hacer la comparación con la fe

de erratas (más de cien) que se señala en el primer tomo de la primera edi

ción de La Regenta por el desafortunado Alas). Así pues, la gran proporción

de las llamadas 'correcciones' que hizo Galdós no son de índole tipográfica,

sino más bien cambios hechos por razones de tema o de estilo.

Quizás los cambios más frecuentes que hiciera Galdós en las galeradas de

Fortunata y Jacinta son cambios en los nombres de pila de sus personajes;

es decir, cambiaba el nombre por un mote. En el manuscrito empleaba las

más de las veces el nombre correcto. Después, con las galeradas en la mano,

empieza a componer-una serie de variaciones sobre ese nombre. Con tales

variaciones Galdós puede evitar el tener que repetir hasta el cansancio el

nombre de un personaje: se ve que nuestro autor sabía muy bien la impor-

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tancia de la variedad en una historia tan larga como Fortunata y Jacinta. Así,

por ejemplo, al leer las galeradas cambia el nombre de Fortunata en 'la novia',

'la señora de Rubín', 'la de Rubín', etc. (Las correcciones se darán en bastar

dilla en este ensayo).

Todavía hay otra ganancia importante para el autor con estos cambios:

porque con ellos Galdós puede dar a su mundo novelesco un viso de actua

lidad y así lograr que el impacto de la ficción sobre el lector sea más inme

diato \ Otra vez, para tomar el ejemplo de Fortunata: en las variaciones que

escribió Galdós en las galeradas en vez del nombre tachado de 'Fortunata'

se puede trazar la historia de la joven: 'la novia-, 'la señora de Rubín', 'la

prójima', 'la anarquista1, 'la moribunda'. A Bárbara, madre de Juanito, se le

refiere muchas veces por su diminutivo 'Barbarita y 'otras veces se llama 'la

mamá'. En una ocasión Galdós tacha la palabra 'Barbarita' y pone 'la señora",

porque está describiendo aquí la preocupación de Estupiñá de no 'disgustar

a la señora' (I, 4, 108)2 y aquél, naturalmente, no llamaría 'Barbarita' a su

patrona. Galdós utiliza tales cambios para hacer más inmediato el mundo

ficticio que crea y para ayudar a que el lector se inmerja con facilidad dentro

de ese mundo. Para tomar otra vez el ejemplo de Fortunata: cuando ésta

viene a ser la querida de Feijóo, Galdós en una ocasión cambia el nombre

'Fortunata' a 'la prójima'; otra vez tachará su nombre correcto para llamarla

'su dama'. Cuando terminan las relaciones entre los dos, Galdós reemplaza

el nombre de Feijóo en la galerada por las frases 'el simpático viejo' y 'el sim

pático amigo'. A veces estos cambios llevan su tanto de ironía: Galdós tacha

el nombre del amigo de Juanito, Jacinto Villalonga, y pone 'el compinche',

ejemplo de variación nada más; pero también en la galerada le pone el mote

'el representante del país' precisamente en el momento en que está tentando

a Juanito para que vuelva a ver a Fortunata, valiéndose de sus noticias sobre

el golpe de estado del General Pavía (Villalonga es diputado en Cortes) para

despistar a Jacinta.

Hay un ejemplo notable del efecto de un cambio tan sencillo como este

en uno de los motes que Galdós le pone a Maxi en la galerada. Esto ocurre

a principios de las relaciones entre Fortunata y Maxi cuando éste quiere sal

var a aquélla de una vida de promiscuidad después de sus primeros amores

con Juanito. Ella, por su parte, sigue apegada al señorito. Un día, cuando

Fortunata se está escudriñando en el espejo y pensando en Juanito (' ¡ Si me

viera ahora...!') oye el campanillazo y se va a abrir la puerta. Aquí el manus

crito decía 'era Maximiliano', que Galdós en la galerada cambia para leer 'era

el redentor1 (II, 2, 99) realzando, con el simple cambio de una palabra, y con

una ironía devastadora, la distancia imposible que mide entre el pobre Maxi

y su infeliz protegida.

Los cambios onomásticos de las galeradas pueden también encerrar consi

deraciones de importancia para el enfoque del tema. A nadie extrañará, dado

el tono congenial de gran parte de la narrativa, que la madre de Juanito,

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Bárbara, a veces se llame 'Barbarita'. Pero hay tres ocasiones cuando Galdós

tacha el nombre 'Bárbara' o 'Barbarita' y le pone como nombre 'la mamá', es

decir, la madre del ya muy crecido Juanito, reforzando así la impresión que

viene recibiendo el lector de la crianza del hijo: que sigue siendo hijo mi

mado aun después de casado. Del mismo modo el mote 'el Delfín', que se

añade tres veces más en las galeradas, subraya el mismo hecho: que Juanito

está mimado por sus padres y a juicio de ellos no puede pecar.

Las variaciones, pues, de nombres y motes tienen el papel de evitar las

repeticiones con el consiguiente peligro de la monotonía en una narrativa tan

larga como Fortunata y Jacinta. También las variaciones ayudan para actua

lizar las descripciones, ya que muchas reflejan el punto de vista del narrador

u otra persona en ese momento particular. Los motes, además, son útiles en

la comunicación entre autor y lector para ayudar a que éste se enfoque en

cuestiones temáticas.

Hay otras maneras de que se vale Galdós para evitar que el lenguaje del

manuscrito salga desabrido y monótono. En esta revisión de las galeradas de

su novela, por unos cambios juiciosos, Galdós sigue intentando disfrazar el

hecho de que todos los personajes a fin de cuentas son él mismo, para dar a

su mundo novelesco una propia vida espontánea. En algunas correcciones se

ven los esfuerzos de Galdós para conseguir mayor naturalidad en el texto por

la adición de frases coloquiales como '¡vaya!' o '¡narices!'. Cuando Fortunata

está atacando a Aurora Samaniego, Galdós escribe en la galerada una excla

mación gráfica que pone en boca de la agresora: '¡Lástima de agua del bau

tismo la que te echaron!' (IV, 6, 338), frase muy apropiada a este momento

dramático de la novela. Otro ejemplo del buen instinto estético de Galdós

para el uso de frases exclamatorias se da cuando vuelve a leer la escena donde

Maxi rompe la hucha: aquí el autor tacha dos frases en las que Maxi pon

deraba, ya sin remedio, la diferencia que ve entre la lucha sustituta y la que

está hecha pedazos en el suelo: las frases algo pálidas ('Será que a mí me

parece, porque sé... Tal vez mi tía no conozca la diferencia') se quitan para

llegar a ser una sola palabra tanto más económica como dramática: '¡Fata

lidad!' (II, 1, 49). De otra intervención del autor en las galeradas hay igual

resultado feliz y estético. Se trata de una observación del narrador sobre el

afán de Fortunata de parecerse a Jacinta, cosa que le hace pensar por un

momento en adoptar a un huerfanito: la frase que da una explicación intrusa

del fuente de esta idea ('Fácil es colegir de dónde procedía aquel tema, y por

qué echó tantas raíces en su espíritu') se tacha en la galerada para ser reempla

zada por tres simples palabras, a la vez más expresivas y simpáticas: '¡manía

de imitación!' (III, 6, 331). En este contexto una de las adiciones más cortas

se incluye hacia el final de la novela cuando Jacinta se está imaginando un

amor ideal que quizás tendría la figura de Juanito, pero con el corazón de

Moreno Isla. Con esta adición tan breve Galdós capta la nostalgia de Jacinta

en tanto que ella trae a su recuerdo los graves acontecimientos del reciente

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pasado (la muerte de Moreno y de Fortunata, la ruptura con Juanito). He

aquí las dos versiones, la del manuscrito, primero:

Porque bien podría Moreno haber sido su marido y no estar como

estaba, gastado y enfermo y tener la misma cara que tenía el Delfín,

ese tunante, mala persona y el mundo entonces sería como debía ser.

Y la versión de galerada:

Porque bien podría Moreno haber sido su marido vivir todavía y no

estar gastado ni enfermo, tener la misma cara que tenía el Delfín, ese

falso, mala persona y aunque no la tuviera, vamos, aunque no la

tuviera \Ah\ el mundo entonces sería como debía ser. (IV, 6, 428).

La adición de 'y aunque no la tuviera...' sirve para humanizar un poco

al pensamiento de Jacinta, pero sobre todo es la inclusión de la palabra nos

tálgica '¡ahí' la que da una nota trágica pero a la vez distante al sentimiento,

y está muy de acuerdo con el ambiente tranquilo que Galdós quiere crear en

estas páginas finales de la novela.

La afición de Galdós a los diminutivos está bien conocida. En gran parte

de las novelas de los años ochenta parece que Galdós quiere adoptar un tono

congenial, a veces irónico, a veces compasivo, empleando un lenguaje natural

y cariñoso que remede en lo posible la gracia del habla coloquial. Vuelto a

leer el manuscrito de Fortunata ya hecho galeradas Galdós se muestra muy

pronto a añadir una palabra o frase diminutiva que, llevado a cabo con fre

cuencia, contribuye de una manera importante al efecto natural y realista

que se logra. Por ejemplo, una frase del colega de Maxi, Olmedo, para des

cribir las andanzas nocturnas de Fortunata en la versión del manuscrito leía

'va a citas' y en la galerada se cambia para leer 'hace sus saUditas9 (II, 1, 29).

Otro ejemplo de la preocupación de Galdós para humanizar el manuscrito

puede verse cuando se describen las reacciones de Jacinta durante la luna de

miel después de oír contar a Juanito sus amores con Fortunata y las conse

cuencias tan desafortunadas para ésta. El manuscrito leía:

Quizás la víctima [Fortunata] merecía serlo; pero ella [Jacinta] la

vencedora, no tenía nada que ver con que lo mereciera o no, y en un

rincón de su alma consagraba a la tal víctima una ofrenda de lástima

y pena.

En la galerada la segunda parte de esta frase viene a ser:

y en el altar de su alma le ponía a la tal víctima una lucecita de com

pasión. (I, 5, 174).

donde el diminutivo hace más personal al pensamiento y da un perfil más

humano a Jacinta y a estos principios de intimidad entre Jacinta y Fortunata.

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La atención que daba Galdós a los cambios de galerada se ve muy bien en

uno de los consejos que Feijóo ofrece a Fortunata cuando están juntos. La

versión del manuscrito leía:

Yo sé bien que lo mejor es que uno sea un santo; pero no siéndolo,

hay que parecerlo.

En la galerada 'no siéndolo' está alterado para leer 'como esto no puede ser',

quizás para evitar el tintineo de la frase 'no siéndolo hay que parecerlo'. La

segunda versión, sin embargo, cede a una tercera: 'como esto es dificillo'

(III, 4, 139), la cual, con el uso del diminutivo, es más expresiva e irónica que

las versiones anteriores, así haciendo resaltar más el personaje de Feijóo.

A veces un cambio como este va más allá del deseo del autor de añadir

un sabor expresivo al lenguaje novelesco, aunque esto último es casi siempre

el motivo principal de dichos cambios. Tomando otro ejemplo del período de

las relaciones entre Fortunata y Feijóo, veremos que Galdós ensancha bas

tante en la versión de galerada otro consejo del viejo amante. Este le está

diciendo que a ella le conviniera encontrar un término medio entre las exi

gencias de sus impulsos naturales y las de la sociedad. La versión del manus

crito era como sigue:

Hay que dar al corazón lo que le pertenece; pero con medida dando

también a los respetos del mundo la parte que les corresponde.

Esta frase está cambiada para leer:

Hay que dar al corazón sus miajitas de carne', es fiera y las hambres

largas le ponen furioso; pero también hay que dar a la fiera de la

sociedad la parte que le corresponde, para que no alborote. (III, 4, 164).

Aparte de la ganancia expresiva por el uso del diminutivo 'miajitas' y por el

cambio desde las abstracciones incoloras de la versión primera hasta la metá

fora gráfica de la segunda versión, la alteración sirve también para reforzar

el ambiente de naturalismo y animalidad que yace debajo de las convenciones

sociales en Fortunata y Jacinta.

Además de usar frases exclamatorias y palabras diminutivas, hay otra

técnica empleada por Galdós en esta fase final de la creación de Fortunata y

Jacinta, y es la sustitución de verbos más expresivos para avivar la caracte

rización. En el encuentro entre la tímida Jacinta y aquel diamante en bruto,

José Izquierdo, Galdós tacha en la galerada la frase 'murmuró Jacinta' y es

cribe 'balbució la dama', y la contestación de Izquierdo también sufre un

cambio: de 'dijo' a 'gruñó' (I, 9, 345). Otros ejemplos de esta técnica: al des

cribir los esfuerzos de Juan Pablo Rubín para ganarse un puesto cómodo en

algún ministerio, Galdós tacha el verbo en la frase 'ojear al protector en las

esquinas' y pone el más expresivo 'acechar al protector...' (II, 1, 11). En otra

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ocasión el verbo 'suceder' es reemplazado por el más gráfico 'tronar' (III, 4,

164). Y cuando Estupiñá corre a avisar a Guillermina antes de que se muera

Fortunata, Galdós tacha el verbo que le describe, que es 'salió', pone 'mar

chó' pero no satisfecho con éste vuelve a tachar y escribe 'escabulló'.

Las correcciones de las galeradas demuestran la preocupación de Galdós

por conseguir que el personaje de Fortunata sea más atractivo, moralmente,

y a la vez más expresivo. En las galeradas Galdós quita las referencias a las

ventajas materiales de sus relaciones con Maxi y Feijóo: éstas son la refe

rencia que describe a Fortunata 'saboreando [las] ventajas' de la unión con

Maxi, y la noticia de que Feijóo le da dinero cada mes. También se tachan

dos observaciones del narrador en torno a ella: cuando aquél la describe como

'aquella mujer seductora' (descripción que pondría una distancia entre el lec

tor y Fortunata); y cuando la heroína pondera la diferencia entre Maxi y

Juanito, Galdós tacha una referencia al 'amor propio' de Fortunata.

Después de entregarse Fortunata por segunda vez a Juanito, uno de los

cambios que hace Galdós en la galerada demuestra otra vez el deseo del autor

de presentar a su heroína desde un punto de vista más positivo. El cambio es

también una buena ilustración de que estas alteraciones en el texto eran mu

cho más que mera ocurrencia o pequeña enmienda. El contexto de la cita

que sigue es cuando Fortunata está con Juanito y está tratando de explicarle

sus ideas sobre el amor. El manuscrito leía (habla Fortunata):

digo que queriendo se arreglan todas las cosas que una tiene para

entre sí.

Galdós, no satisfecho con esto, empieza otra vez con las palabras 'el querer

bien'. Estas se dejan sin terminar y vuelto a intentarlo con el resultado si

guiente :

me hago este cargo: con el bien querer se arreglan al fin todas las

cosas.

Tampoco satisfecho, Galdós ensaya lo que será la versión final 'querer a

quien se quiere no puede ser cosa mala' (II, 7, 404) (en bastardilla también

en el texto). Así que las versiones muestran un progreso desde 'queriendo'

hasta 'bien querer', llegando por fin a 'querer a quien se quiere': esta última

versión es una penetración mucho más precisa en el pensamiento de Fortu

nata, y más positiva y precisa que las palabras 'queriendo' o 'bien querer'.

Cuando llega la crisis en la vida de Fortunata, con su descubrimiento de

que Aurora se ha hecho la querida de Juanito, Galdós escribe una frase en la

galerada que da una énfasis positiva a las relaciones contradictorias de su

heroína con Jacinta. Cuando aquélla oye por Maxi que Aurora quiere impli

car a Ballester en la paternidad del hijo de Fortunata, Galdós hace recordar

a su heroína los rumores que Aurora le había dicho sobre Jacinta y Moreno

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Isla. El autor, entonces, pone en boca de Fortunata las siguientes palabras,

escribiéndolas en la margen de la galerada para ser incluidas en el texto final:

'Antes calumnió a Jacinta y ahora me calumnia a mí' (IV, 6, 395). También

en esta etapa de la vida de Fortunata Galdós emplea las galeradas para hacer

más vivo el lenguaje de su heroína, y de un modo especial cuando su encuen

tro dramático con Aurora en la tienda de ésta. Por ejemplo, la acusación de

Fortunata de que Aurora había intentado 'quitarnos la nuestra' se reemplaza

por la frase mucho más gráfica 'meter tus dedos en el plato ajeno' (IV, 6, 338).

Quizás el cambio más importante que hiciera Galdós en todas las gale

radas es la inclusión de un juicio moral en torno al carácter de Fortunata

(cosa muy rara en la novela) cuando el narrador comenta la decisión de la

heroína de regalar al nene a Jacinta. Leía el manuscrito como sigue:

En aquella idea se sintetizaba todo lo que ella podía pensar y sentir

y en semejante ocasión, en aquella idea vaciaba toda su historia, y

estampaba con sencilla fórmula su carácter.

Y la versión final:

En aquella idea vaciaba, como en un molde, todo lo bueno que ella

podía pensar y sentir; en aquella idea estampaba con sencilla fómula

el perfil más hermoso y quizás menos humano de su carácter (IV, 6, 403).

Se ve muy bien que fue cuando Galdós volvió a leer esta sección de su novela

en forma de galeradas, que hizo un cambio radical en la frase original por la

adición de los dos adjetivos 'bueno' y 'hermoso'.

Las palabras finales de Fortunata también fueron insertadas en la galerada

correspondiente, cuando Galdós escribió en la margen 'yo también... mona

del Cielo' (IV, 6, 417). (Las tres últimas palabras están en bastardilla en el

texto). Si comparamos la versión del manuscrito con la versión de la gale

rada, fácilmente veremos la ganancia en el poder expresivo en la delincación

de la heroína. La versión original leía (Fortunata, a punto de morirse, está

hablando con el Padre Nones): '¿Pero no sabe que soy ángel?' y la segunda

versión lee: '¿No lo sabe?... soy ángel... yo también... mona del Cielo'. Esta

frase coloquial, 'mona del Cielo', capta muy bien la nota de tragicomedia tan

cara a Galdós, y hay el valor expresivo en el uso de los puntos suspensivos

para indicar visiblemente que la vida se desliza sin remedio. Pero también la

adición de las tres últimas palabras, 'mona del Cielo', por referirse tanto a

Jacinta como a Fortunata, destaca un punto importante en la temática de la

novela: la convicción inquebrantable de Fortunata de que, a pesar de todos

los vaivenes de la vida, ella vale tanto como Jacinta.

La adición de galerada como la que acabamos de comentar es un buen

ejemplo de la importancia estilística y temática de algunos de los cambios

efectuados por Galdós cuando se puso a corregir las pruebas de su novela.

Para resumir: al estudiar estos cambios somos testigos de una técnica cons-

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cíente por parte de Galdós para dar a su manuscrito una mayor ilusión de

vida, consiguiendo que su lenguaje sea más natural, más humano y más ex

presivo. Tampoco se pasan por alto oportunidades para enfocar con más

claridad sobre cuestiones temáticas: el personaje de Fortunata, por ejemplo,

además de salir más vivo y expresivo a través de los cambios de galerada

también llega a ser más positivo por las intervenciones del autor en las ga

leradas. Por lo visto Galdós tuvo excelentes relaciones con los señores im

presores que le hacían sus novelas, lo cual le permitió no sólo corregir faltas

de imprenta sino ir mucho más allá y dar tanto una viveza mayor como un

sentido más sutil a su obra, cosa probablemente imposible para la mayoría

de los autores que han escrito desde aquel tiempo.

NOTAS

1 Véase Geoffrey Ribbans, Fortunata y Jacinta (Londres, 1977): "The reiterated

use of such expressions as el Delfín, la mona del cielo shows Galdós's dehght in playing

with clichés in order to achieve a remarkable degree of integration between the narrator

and his fictional world" (49).

2 Las citas son de las galeradas. En casi todos los casos la cita es idéntica a la

primera edición (Madrid, 1887) de la que damos el número del volumen, capítulo y

página en paréntesis después de la cita.

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