GALDOS EN LAS ARTES PLASTICAS: ICONOGRAFIA

Antonio María González Padrón

Licenciado en Filosofía y Letras

Especialista en Historia del Arte

1.0. INTRODUCCIÓN

La figura de Don Benito Pérez Galdós ha sido estudiada por prestigiosos

investigadores de todas las décadas y naciones. Es difícil encontrar, aparentemente,

un tema nuevo para su historiografía, al menos eso creen aquellos que

no conocen a fondo la figura de este escritor universal.

Nosotros pensamos que el Galdós hasta ahora investigado lo ha sido desde

el punto de vista lingüístico-literario e histórico-social, que como es obvio han

tratado unas veces con mayor fortuna que otras mostrar el genio de Don Benito;

pero a nuestro juicio quedaba aún una faceta o parcela virgen en los estudios

galdosianos y esta es la que tratamos de esbozar en el presente trabajo.

Antes de dar comienzo al mismo, permítasenos hacer unas breves aclaraciones

para desarrollar mejor esta ponencia. La razón de elección del título nos

daba un espacio tan amplio, que para ser cubierto con satisfacción debería ser

desarrollado en los siguientes puntos:

1. Galdós como artista plástico:

a) Acuarelista.

b) Pintor al óleo.

c) Caricaturista.

d) Dibujante.

2. Galdós como inspirador de obras artísticas plásticas:

Destacando la influencia del escritor en los pintores y escultores de su

época.

3. Posibles influencias de las artes plásticas en la obra galdosiana.

4. Galdós tema central de la iconografía en las artes plásticas:

163

Pintura.

Escultura.

Pues bien, aunque de cada apartado podría y debería confeccionarse un

estudio somero y exhaustivo de la imagen galdosiana, tuvimos que optar por

uno de ellos, eligiendo el punto cuarto por parecernos más preciso y necesario,

afirmaciones estas no gratuitas, toda vez que hoy por hoy, no existe o al menos

no conocemos, un glosario o inventario general de cuantas esculturas y pinturas

representativas de Galdós se encuentran diseminadas por las diferentes ciudades

del mundo.

1.1. BREVES RESEÑAS HISTORIOGRÁFICAS DE LA ESCULTURA Y PINTURAS

CONMEMORATIVAS

Históricamente es demostrable la aceptación que tuvo desde los momentos

de la protohistoria este tipo de manifestación artística. El recuerdo que a reyes

y gobernantes le debían los suyos, hizo que estos se erigieran monumentos de

toda índole, unos, tal vez, los más suntuosos, eran grandes obras arquitectónicas

como la tumba de Ciro y Darío en Persépolis o las pirámides de Keops,

Kefren y Micerinos en la llanura de Gizet (Egipto). Pero algo, que debíamos

buscar más en conceptos sociológicos o mágico-religiosos que en la noción del

arte por el arte, llevaron a estos pueblos a crear una estatuaria de carácter

laico-religioso. Así surgen esculturas como el Patesi de Gudea (obra sumeria)

o la esfinge de Gizet, amén de cientos de esculturas, tallas y modelados, según

fuera el material elegido.

Otras civilizaciones posteriores siguen esta tradición, pero tal vez fue la

cultura clásica, greco-latina, la que mayor empuje dio a la escultura conmemorativa.

Desde los sencillos y uniformes Kourós de la Grecia Arcaica, pasando por

los retratos que Lisipo hiciera a Alejandro Magno, hasta los magníficos retratos

que tanto en la época republicana como en la imperial llenaron atrios y foros

en Roma.

Ahondando aún más en este último período reseñado, fue en Roma donde

el retrato llegó a popularizarse, no siendo patrimonio de sacerdotes o gobernantes

y extendiéndose a otros estamentos sociales, sobre todo al estatus patricio

que veía en las imágenes de los antepasados el sostén de su influencia

sociopolítica.

Si la Edad Media supuso, si no un retroceso, sí un abandono paulatino de

las artes, esto se reflejó aún más en la estatuaria, reservándose a manifestaciones

funerarias, muestras de las cuales encontramos con generosidad en las principales

catedrales europeas.

Ya en el Renacimiento se redescubre la importancia socio-política de ciertas

esculturas y pinturas que representan a los duces venecianos, señores florentinos

o Papas y Cardenales de la Iglesia Católica.

Los principales artistas plásticos de la época se muestran como verdaderos

especialistas en el mundo del retrato.

164

Leonardo en su Gioconda va más allá de la simple interpretación plástica

de la figura e intenta profundizar en la enigmática psicología del personaje.

Las épocas posteriores, Barroco y Neoclásico no son menos fructíferas en

este tipo de manifestaciones plásticas.

Recordemos, aunque brevemente, los retratos individuales o colectivos salidos

del pincel de Velázquez y la Dama Borguese (magnífico semidesnudo,

realizado por Antonio Cánova de Josefina Bonaparte).

Pero el gran momento de la estatuaria y del retrato en pintura son los años

en que el Romanticismo se hace con Europa. Bellas mujeres de ojos glaucos y

piel aporcelanada, jóvenes caballeros de mirada melancólica llenan las paredes

de los salones del siglo XIX.

Tal vez las necesidades urbanísticas y el concepto de parque-jardín botánico

o lo que se dio en llamar «Jardines Ingleses» fue el motivo para la erección de

monumentos por doquier. Ciudades como París, Roma o Madrid ven surgir en

cada confluencia de calles, en cada espacio retranqueado con respecto a los

edificios circundantes, un monumento que elogiaba a un poeta, a un prócer de

la patria o a una musa inidentificable. Pues cualquier imagen era pretexto suficiente

para «humanizar» la ciudad.

Por todo lo anteriormente citado no debe extrañarnos que a la manera de

Homero en la Epoca Clásica, de Velázquez en el Barroco y de Gaya en el

Neoclásico, bien en pintura o escultura, el propio artista fuera motivo para

realizaciones plásticas.

La iconografía del arte nos muestra sobrados ejemplos de escritores de todas

las épocas que aseguraron su inmortalidad, no sólo por su obra creadora,

sino también por haber sido llevados a la escultura o a la pintura, guardándose

así su imagen para la posteridad. No todos han tenido la suerte de inaugurar

su propio monumento como fue el caso del anciano Benito Pérez Galdós en el

Retiro Madrileño.

1.2. RELACIÓN DE ESCULTURAS Y PINTURAS ICONOGRÁFICAS DE GALDÓS

1.2.0. Esculturas

1.2.0.1. Monumentos conmemorativos

A) Galdós anciano. Concebido por Victoria Macho como estatua que representará

al Galdós de aquellos tiempos. Muestra al escritor sentado y cubiertas

sus piernas por una manta. Le sirve de asiento una mole pétrea cuadrangular

en cuyos lados destacan sendas inscripciones alusivas a su obra literaria. La

obra escultórica en sí se encuentra instalada sobre dos cuerpos poligonales

superpuestos siendo el inferior mayor que el superior. Macho, conocedor y

admirador de Galdós, no sólo intenta una aproximación facial en sus rasgos

más característicos: ojos hendidos, cabellos descuidados, generoso mostacho;

sino que resalta la psicología del personaje por medio de unas manos cansadas

y entrelazadas, y por una s~renidad en el rostro que encierran la compleja

personalidad del escritor.

165

El propio Macho nos relata con las siguientes palabras cómo vio Galdós su

obra:

«No olvidaré, cuando vio el boceto, cómo supo interpretar mi idea; como

comprendió lo que yo quería expresar en esas manos nobles de trabajador

intelectual que se unen ya para el descanso eterno, yen esa cabeza, con mirada

de ciego, del Homero español.

¡Pobre abuelo! ¡Qué alegrón le daremos!. Será un abrazo de despedida de

todos los que le aman y él pasará a la otra orilla con su alma siempre infantil,

rebosante de felicidad»1.

Según el cronista de la época José Francés, que escribía en el Nuevo Mundo

«El monumento a Galdós debía ser distinto - ya no por la diferencia de méritos

que existe entre el artista y los fabricantes de esculturas que han envilecido

plazas, calles y aun cercanías próximas a este monumento a cuantos se han

erigido para bochorno de nuestra época» 2 •

Los costes se sufragaron por suscripción popular admitiéndose donativos

desde 25 céntimos, cubriéndose así el importe de la piedra y los jornales de los

obreros pues el palentino Victorio Macho se negó a cobrar sus honorarios3 por

pensar que no era Galdós el inmortalizado por el escultor sino que este pasaría

a la historia gracias a su modelo.

Fue inaugurado el 19 de enero de 1919 teniendo como marco las cercanías

de la Rosaleda del Retiro Madrileño.

B) Semi desnudo de Galdós. En la antigua morfología urbanística de Las

Palmas de Gran Canaria, existían unos puntos de referencia para los coterráneos

y foráneos. Uno de ellos fue el llamado «Muelle Viejo» o «Muelle de Las

Palmas». Sito en las inmediaciones del actual Parque de San Telmo, tratábase

de un pequeño espigón que ponía a buen resguardo a las playas cercanas.

Durante años se buscó la forma de embellecer el lugar y con tal fin se encargó

un proyecto a Victorio Macho. Este realiza un boceto a carboncillo y una

maqueta del mismo. Tras ser contratado para la ejecución de la obra la concluye

en el año 1926, pero presiones, que algún comentarista ha atribuido al clero

y a los partidos conservadores, impidieron su emplazamiento definitivo hasta

el mes de enero de 1931 (Fig. 1)4.

En un recinto con forma de Agora ateniense o pequeña acrópolis amurallada

se erige un templete con columnas in antis que mantienen un dintel que es

sostén para un basamento pétreo en donde reposa la escultura de Don Benito.

Dista Macho de la interpretación que diera años atrás en su también obra

galdosiana del Retiro Madrileño. En su ciudad natal Galdós se convierte con

su torso al descubierto en un atlante. Es la fuerza arrolladora de su espíritu la

que se muestra por medio de su exhaustivo estudio anatómico. Tal vez Macho

ha buscado una magnificencia algo teatral, puede que influido por el carácter

provinciano de los que encargaron el proyecto. Ni el excesivo clasicismo ni la

sobriedad estilística ni el propio cuerpo de Galdós pertenecen a los años en

que fue concebido el monumento aunque todo ello no le restó importancia,

ocupando uno de los primeros lugares entre las obras públicas de mayor prestancia

en nuestro Archipiélago.

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Dicho monumento fue atacado a lo largo de los años por las brisas marinas

que lo convirtieron en una mole de piedra desde donde surgía la figura fantasmagórica

de aquel que todos decían era Don Benito Pérez Galdós.

La escultura muy erosionada deja entrever las formas más esenciales de su

composición, pudiéndose contemplar en los locales municipales de la ciudad

de Las Palmas, lugar al que fue trasladada después de la remo delación urbanística

a la que fue sometida la zona en la década de los sesenta.

Actualmente todo hace pensar que se llevará a cabo su rescate, instalándose

de forma definitiva en las inmediaciones del Parque de San Telmo. Por lo

menos eso se deduce del proyecto que para la zona se realizara hace unos

años5•

De este importante monumento conmemorativo se llevaron a cabo al menos

dos maquetas, una dedicada a la hija de Don Benito, Doña María Pérez Galdós

y otra que se conserva en una de las salas de la planta baja de la Casa-Museo

Galdós de Las Palmas de Gran Canaria.

Tanto uno como otra fueron realizadas en yeso y más tarde policromadas

para dar una idea más exacta de cómo quería el monumento (Figs. 2, 3, 4 y 5).

Sus dimensiones son: a) Templete: 66 cm. de alto; b) Escultura de Galdós:

41 cm. de largo por 35 cm. de alto.

C) Monumento a Don Benito Pérez Galdós en la Plaza del Ingeniero Juan

de León y Castillo (Plaza de la Feria).

La ciudad natal del escritor estuvo durante unos años sin monumento galdosiano.

La remo delación sufrida por la urbe en la década de los sesenta haría

posible un ensanche a expensas del océano, y como consecuencia de las obras

que se llevaron a cabo en el Parque de San Telmo y Muelle Viejo, el monumento

de Macho fue retirado como dejamos dicho anteriormente (Figs. 6, 7 y 8).

Al cabo de unos años se realizaron todo tipo de gestiones para erigir un

nuevo monumento y he aquí que después de no pocas polémicas se le encarga

a Pablo Serrano, siendo inaugurado de forma solemne el 28 de diciembre de

1969.

Para su instalación definitiva tuvo que ser sometida toda la plaza a una

remodelación general.

Se crearon en su parte central dos brazos semi-elípticos en cuyo centro

sobresalía la imagen galdosiana. Esta, realizada en bronce, material noble e

imperecedero, llama la atención por su concepción en dos estilos que en vez de

chocar se complementan entre sí dando una nueva noción de estética.

El realismo de las elocuentes manos y la cabeza que reposa sobre estas se

mezclan en un devenir de líneas rectas y ángulos de variada graduación, semejando

una piedra cristalina previa a cualquier tallado.

No se descuidan los detalles, aunque estos no parezcan haber recibido la

atención del escultor, por ello no podemos decir que se trate de una escultura

a medio hacer, o si se quiere, y siguiendo la técnica Miguelangelesca «no acabada

».

167

La obra en sí supuso uno de los acicates más elocuentes de la estética en

Canarias y sobre ella se dijo todo lo que desde las diferentes concepciones de

la estética se puede decir. Tal vez ahora, cuando ya forma parte de la ciudad y

los ánimos de defensores y detractores se han calmado, puede hacerse una

crítica más justa y menos desmedida. Sin embargo, es de justicia dejar testimonio

aquí, de un artículo de Enrique Azcoaga en el que de forma exhaustiva

analizaba la mentada obra escultórica, calificándola de «Meditación apasionada

».

Sobrepasando los 4 metros de altura y los 2 de diámetro, esta gran mole

cohíbe a cuantos la contemplan, por ser no solamente una gran escultura sino

también la representación más atrevida de cuantas de Galdós se han realizado.

Se encuentra firmada y fechada en el lado anterior izquierdo: «Pablo Serrano

1969».

Antes de su traslado definitivo a Las Palmas de Gran Canaria, fue expuesta

en los jardines del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid entre los días 17

al 30 de noviembre de 1969.

De este monumento realizó el propio Serrano una réplica más estilizada en

pequeño formato, de 15 cms. de alto por 10 cms. de ancho, también en bronce

(Figs. 9, 10, 11).

Estas esculturas, ya que son varias copias numeradas, fueron ofrecidas por

el autor a diferentes galdosianos de relevancia nacional e internacional. Por

este motivo hemos podido estudiar una de ellas al pertenecer a una colección

particular de Las Palmas de Gran Canaria 6•

D) Monumento a Don Benito Pérez Galdós en Caracas (Estados Unidos

de Venezuela). En esta República sudamericana, lugar predilecto de la emigración

canaria durante el siglo XX, está muy arraigada la imagen del canario

como hombre emprendedor y poseedor de valores espiritual~s de alta estima.

Por ello, al levantar un monumento a Galdós se quiso sintetizar en su figura la

de todos los oriundos de este Archipiélago. Fue inaugurada el 27 de septiembre

de 1975. Una plaza en cuyo centro se erige la estatua galdosiana es su lugar de

ubicación. Alrededor del monumento se colocaron siete bancos de cantería

gris de Arucas y en sus espaldares se reprodujeron los escudos de las Islas

(Fig. 12).

La obra escultórica fue realizada por el escultor Juan Jaén. Las características

más sobresalientes son: la sobriedad del personaje y el hieratismo cuasi

faraónico de las dos figuras que componen el monumento, es decir, Don Benito

y el perro que sentado a sus pies le mira con verdadera devoción.

El bronce hace de nuevo aquí su aparición, para convertirse, una vez más,

en el material noble por excelencia de la escultura conmemorativa.

De esta obra existe, en la Casa-Museo Galdós, una pequeña réplica en yeso

sobrepintado en color verdoso.

Está compuesta por un pedestal de 6 cms. de alto y sobre él la escultura de

49 cms. Se encuentra firmada en la parte posterior del pie derecho: «Juan

Jaén».

168

E) Proyecto para un monumento a Galdós. En la ya varias veces aludida

transformación de la zona del Parque de San Telmo y sus alrededores, concibió

el artista canario Eduardo Gregorio su monumento a los Episodios Nacionales.

Tenemos que confesar la imposibilidad material de ver la maqueta del mismo,

que según parece, se encuentra en las dependencias del Excelentísimo

Ayuntamiento de Las Palmas. Por ello, a la hora de describirlo lo haremos

basándonos en dos fuentes. Una, las líneas que Don Carlos Pérez Reyes le

dedica en su magna obra «Escultura Canaria Contemporánea (1918-1979)>>. Y

la otra, las palabras altamente descriptivas y precisas de Don Alfonso Armas

Ayala.

Pérez Reyes nos dice sobre el particular7

: «En los últimos años, un proyecto

malogrado por circunstancias varias ( ... ), impidió que Las Palmas contara con

la obra definitiva del maestro, su monumento a Pérez Galdós, de extraordinaria

simplicidad y pureza, en el que la sabia utilización de las distintas piedras

de las canteras canarias había convertido al tiempo en exposición.

Por su parte Armas Ayala nos dice: «Tratábase de un monumento conmemorativo

de líneas muy sencillas carente de complicaciones estéticas superfluas.

En su centro un busto de Don Benito Pérez Galdós y a su alrededor paneles

de cantería que a manera de alto relieves representaban los principales «Episodios

Nacionales». Según parece su ubicación debía haber sido el solar colindante

con el Parque de San Telmo, junto al mar»8.

A todo lo anteriormente reseñado sólo nos resta decir que en el capítulo

dedicado a bustos galdosianos describiremos el que debía ser eje central de

este monumento conmemorativo.

F) Monumento a Galdós. El artista cubano-canario Manuel Bethencourt

Santana se encontraba becado en Roma cuando recibe la noticia de que se va

a levantar en Las Palmas de Gran Canaria un monumento a Don Benito Pérez

Galdós. Esto sucedía en el año 1968. Cautivado por la idea comienza a proyectar

ese monumento del cual realizará, en bronce, un boceto de 63 x 35 cms.

Al describirlo corremos el peligro de extendernos en grado sumo, toda vez

que la obra es realmente magistral.

Se nos presenta a un Galdós sentado y tras él, tres personajes: uno central,

varón de edad avanzada y dos jóvenes mujeres que se unen al anciano. ¿Representación

de «El Abuelo»? Creemos que sí, que esa fue la idea germinadora

del monumento. Pero ... ¿Y Galdós? Escuálido y desnudo, impregnado de un

gran hieratismo e inmovilidad es una representación verdaderamente apocalíptica

del escritor. Todo esto se consigue por medio de una cara larga y delgada

recorrida por dos líneas que se encuentran. La primera de arriba hacia abajo

marcada por una nariz long a y enjuta. La segunda por un espeso mostacho que

cae de manera arqueada sobre el labio superior. Pero aunque lo anteriormente

descrito puede ser harto elocuente, el artista dota a la figura de unos ojos

abiertos, de mirada fija hacia un infinito que no puede ver.

y para mayor patetismo, los brazos se alargan excesivamente, entrelazándose

las manos a la altura de las rodillas.

169

Todo el grupo escultórico está lleno de melancolía y cierto intimismo.

Fue expuesto, primero en Roma entre 1973-74 y más tarde en las ciudades

de Las Palmas de Gran Canaria, Telde, Gáldar y Arucas.

Esta obra escultórica tenía como marco un edificio de forma piramidal,

cuyo proyecto fue realizado por el arquitecto Maximilian Fuksas, distribuyéndose

su interior en salas para exposiciones, bibliotecas, auditorio, etc ...

Al no llevarse a cabo tal monumento, el boceto y proyectos quedaron en la

colección privada del autor.

1.2.0.2. Bustos

Mención especial merecen por su profusión los bustos que del egregio escritor

se realizaron; algunos de los cuales se conservan en su Casa-Museo de Las

Palmas de Gran Canaria y que a continuación pasamos a reseñar:

a) Busto de escayola que representa a Don Benito Pérez Galdós a los

sesenta años de vida aproximadamente.

Carece de policromía. Sus dimensiones son bastante dignas para tratarse de

un busto. Es decir, la cabeza y la parte del torso miden 49 cms. conjuntamente.

Carece de peana y se encuentra firmando en la parte anterior izquierda por A.

Carretero (Figs. 13 y 14).

b) Busto de Galdós anciano. Este es sin duda alguna la imagen más tradicional

del escritor ya que ha sido reproducida en diferentes materiales (piedra,

arcilla, yeso, bronce, fibra de vidrio, etc ... ) yen las más variadas dimensiones.

Su autor Victorio Macho le dio 57 cm. al concebirlo. Firmado en la parte

anterior izquierda, se completa con una inscripción que reza: «Galdós» (Figs.

15 y 16).

c) Busto de Galdós en Terracota cocida. El 30 % de la obra estaba afectada

por unas grietas superficiales y otras de menor profundidad en el pecho.

Por este motivo la obra se encuentra en estos momentos en período de restauración.

El autor de este busto, Bañuls, utiliza unas medidas algo superiores al canon

clásico ya que mide 55 cms. desde la parte inferior del mentón a la superior

del cráneo. Representa a Don Benito aún delgado, de cuidado bigote y lazo

amplio sobre la camisa.

Debemos reseñar que a diferencia de los otros bustos éste tiene una factura

mucho más libre. Esto se constata con clara diferencia, en el distinto tratamiento

según sea parte posterior o anterior. Así como en la primera sólo se simula

un poco de espalda, más bien los hombros, dejando ver la huella de los dedos

del escultor en el resto; en la parte anterior hay una recreación y hasta cierto

gusto por el acabado perfecto.

Aparece la firma del autor en la parte anterior izquierda (Figs. 17, 18 Y 19).

d) Cabeza de Galdós. Sobre una peana de 25 cms. de alto, en madera

noble, descansa la obra escultórica de Juan Jaén Díaz, autor también del Monumento

Galdosiano de Caracas.

170

Esta cápita de bronce realizada en 1963, de 42 cms. supone una salvedad

dentro de la producción del escultor grancanario en el período de descorporeización

(1961-1970).

Trata el artista de presentarnos al escritor con sobriedad y cierto hieratismo,

dejando lo anecdótico y concentrando su cincel en los elementos más característicos

del rostro (ojos, nariz y boca).

Se encuentra firmado y fechado en la parte anterior izquierda (Fig. 20).

e) Cabeza de Galdós. Con el mismo título que la precedente denominó el

escultor, Manuel Bethencourt Santana este retrato realmente magistral de Don

Benito.

Realizado en bronce y con proporciones mayores de lo habitual, 65 cms.,

salió de sus manos en 1968.

Fue expuesto dos veces al público en 1973. La primera en Telde y la segunda

en Gáldar. Hoy pertenece a su colección particular.

Debemos destacar, al igual que lo hiciera ya con anterioridad a nosotros D.

Carlos Pérez Reyes: «Los juegos de luz sobre la rugosa superficie del bronce»lO.

Arma que el escultor adapta a ésta, su obra, para darle vida y fuerza.

f) Cabeza de Don Benito. Fue pensada por Eduardo Gregorio, como elemento

central y principal de un monumento galdosianoll a levantar en la ciudad

de Las Palmas de Gran Canaria en las inmediaciones del Parque de San

Telmo.

Al no llevarse a cabo, jamás pasó a material noble quedando solamente en

yeso. Su tamaño es de 50 cms. Fue expuesta en la Sala Cairasco en 1977 y de

ahí pasó al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Con una pureza de líneas realmente sorprendente, el autor nos da una

visión muy subjetiva de Galdós. Don Benito ya anciano sigue siendo un bloque

pétreo en cuanto a sus rasgos faciales: nariz prominente, ojos hendidos, maxilar

inferior robusto, mostacho descuidado, mirada severa, cabello sobre los pabellones

de las orejas. Todo ello da una muy notable dignidad al retrato del

novelista.

g) Busto gigante de Galdós. Fue realizado en unas dimensiones realmente

colosales, 2 m. de altura, utilizándose para ello el yeso, material dúctil y apropiado

para tamaña obra, pero fácilmente deteriorable.

Los gastos de este busto fueron sufragados por la Asociación Cultura-Recreativa

Círculo Mercantil de Las Palmas de Gran Canaria y sería destinada a

presidir los actos que en el teatro de esta ciudad se realizaron en 1931 en honor

de Don Benito Pérez Galdós 12.

Su originalidad le viene dada por sus proporciones, pues era una copia del

busto que Victorio Macho había realizado años atrás. Por no ser fácil su traslado

desde el teatro a la sede del Círculo se destruyó después de los actos anteriormente

aludidos.

Dentro de este apartado en el que nos proponemos resaltar de forma por.

menorizada los diferentes bustos-retratos de Don Benito, no debemos terminar

171

sin hacer mención a tres mascarillas. Estas, fiel reflejo de sus facciones, son

conservadas hoy en la Casa-Museo Galdós de Las Palmas.

1. Mascarilla de yeso carente de policromía. Sólo se realizó la parte frontal

en unas medidas de 16 cm. aproximadamente. Más tarde se montó sobre

terciopelo rojo y se enmarcó en panpartur y marco de pan de oro (Fig. 21).

2. Mascarilla mortuoria de 25 x 26 cm. Sorprende el rictus post mortem

que queda reflejado en ella. Don Benito ya muerto, nos muestra por última

vez sus facciones antes de convertirse en polvo.

Realismo y patetismo pueden ser los dos adjetivos más apropiados para

definir esta obra de Palma, autor que la firma en el lado izquierdo, bajo el

pabellón de la oreja, dejando constancia del momento de su realización: 4 de

enero de 1920.

Como la mayoría de estas máscaras fúnebres se encuentra vacía en su parte

posterior (Fig. 22).

3. Idéntica a la anterior, coincidiendo hasta en las medidas, pero no hueca,

sin fecha de realización y sin firma, se conserva otra obra escultórica que

representa a Don Benito después de muerto.

La similitud con la anterior nos hace suponer que se trata de una copia o

vaciado de la misma. Fue donada por la Diputación y el Ayuntamiento Santanderino

en 197813 (Fig. 23).

1.2.1. Pinturas

1.2.1.1. Oleos

A) Galdós sentado. El genial pintor valenciano Joaquín Sorolla, conocido

por el gran público como el máximo cantor de la luz mediterránea, fue también

un consumado retratista.

Se puede apreciar en el Palacio Real de Oriente de Madrid una pequeña

colección dedicada a los Infantes de España, que hacen las delicias de los admiradores

de este impresionista español.

En la Casa-Museo Galdós se guarda celosamente un retrato de Galdós realizado

al óleo sobre lienzo por el mismo pintor. Obra de incalculable valor

artístico, es, sin duda alguna, de las más conseguidas del pintor.

Trabajado con técnicas muy libres y vanguardistas, podemos observar la

frecuente utilización de la paleta y de la caña del pincel. Airosas y cortas pinceladas

dan a la obra el frescor del impresionismo.

Los colores más frecuentemente utilizados son de la gama de los cálidos. El

castaño, que ocupa gran parte del cuadro, no sólo no rompe la armonía general

del mismo, sino que aporta un remanso de paz a la retina después de ser

violentada por los tonos claros de la cara y las manos, zonas en donde el

maestro ha sido más minucioso a la hora de trazarlas sobre el lienzo.

En unas dimensiones de 100 cms. x 75 cm., sin marco, y algo superiores

con él, 126 X 102 cm.; se presenta a un Don Benito sentado y algo relajado.

172

Sus manos y rostro han sido realizadas con devoción, por ello, las carnaciones

son perfectas y la supuesta piel que las cubre parece palpable al espectador que

la contempla.

El lienzo está montado sobre un bastidor de sistema castellano, siendo auténtico

y de la época, como lo es además el bello marco recubierto de pan de

oro que lo resguarda.

AlIado izquierdo varias inscripciones. La primera de ellas en negro y muy

gruesa: «Benito Pérez Galdós», y debajo de ésta la firma: «Joaquín Sorolla»,

seguida por una inscripción tachada, y en rojo la fecha: «1893».

Reseñaremos que en el lienzo hay un roto de forma vertical de 4 cm. aproximadamente,

a la altura de la solapa izquierda de la chaqueta de Don Benito. Así

mismo es apreciable los restos de la cerda del pincel utilizado, en toda la obra.

Un año más tarde se realizó una copia del mismo por M. Sancho, dándole

unas dimensiones similares.

Dicha réplica llegó a Las Palmas de Gran Canaria junto al original, y hoy

se encuentra en el despacho del Ilustrísimo Sr. Presidente del Excelentísimo

Cabildo Insular de Gran Canaria (Fig. 24).

B) Galdós de pie. Salida del extraordinario pincel de Joaquín Sorolla y

esta vez por encargo de la Spanish Society de Nueva Yorkl 4, que sigue siendo

su propietaria, es esta obra una de las representaciones más originales de Don

Benito. Se trata de un óleo sobre lienzo de 125 x 100 cm., aproximadamente

que muestra la figura de D. Benito en las 3/4 partes de su cuerpo.

Representa a un hombre maduro, en el momento cumbre de su vida. Ante

un fondo oscuro, representación de la noche urbana, se destaca la imagen del

novelista, el cual vestido de manera impecable luce un frack con bufanda al

cuello y regia capa española.

Su mirada al frente es el centro psicológico del cuadro, pues el color que se

refleja en el rostro atrae la vista del espectador sobre el personaje. Las manos

comparten con el rostro y la bufanda las tonalidades más claras. En una de las

manos guante blanco y puro, reposando la otra, introducida en el bolsillo.

Las pinceladas son, al igual que en otras obras del mismo autor, cortas y

volátiles, siendo esa técnica innovadora la característica más destacable.

C) Sesión del Congreso de los Diputados. Como su misma denominación

indica, no se trata de un retrato individualizado de Don Benito, sino por el

contrario de retratos múltiples que tienen como escenario el hemiciclo del Palacio

de la Carrera de San Jerónimo. Este gran lienzo fue realizado por Asterio

Mañanós en 1908, queriendo dejar constancia fidedigna de una de las tantas

sesiones de las Cortes Españolas.

El original se encuentra en las dependencias que ocupa el Excelentísimo

Sr. Presidente del Parlamento Español, pero en forma de litografía hay un

detalle del mismo en la Casa-Museo Galdós.

Al autor del cuadro le ha sido criticada su alineación a modelos ochocentistas

15 , y más concretamente a los cuadros de Historia. En este que nos ocupa

173

debemos decir que se aparta tímidamente de los moldes tradicionales y así se

toma ciertas libertades interpretativas como en el caso del retrato de Don

Benito.

El novelista se nos presenta algo adormilado o apesadumbrado, pero sin el

mínimo interés por la oratoria de los miembros de la Cámara. Amarillos, rojos,

etc ... forman un sin fin de colores que dan vida a esta obra pictórica (Fig. 25).

D) Galdós joven. Desde hace unos meses se encuentra en el Instituto de

Restauración que posee el Excelentísimo Cabildo Insular de Gran Canaria en

la Casa de Colón, un lienzo de unos 55 x 40 cm., aproximadamente, perteneciente

a una colección particular de Las Palmas de Gran Canaria.

Sin firma y sin fecha, poco o casi nada se puede decir de él, pues múltiples

indagaciones sólo nos han llevado a ver en el óleo una pésima factura.

Representa a Don Benito a los treinta años, aproximadamente, delgado,

de ojos pequeños pero inquietos y mostacho. Colores de la gama de los fríos,

sobre todo el negro, están presentes en esta obra.

E) Retrato de Galdós. Según se deduce de la observación de la obra y de

las páginas que le dedica Don Juan Rodríguez Doreste en su biografía del

pintor Juan Carlo16 esta obra pictórica marcó un verdadero hito en la Historia

del Arte en Canarias.

El pintor Juan Carlo, fue contratado por la Sociedad «El Gabinete Literario

» de Las Palmas de Gran Canaria, para realizar un retrato al nacionalista

catalán D. Francisco Cambó y para ello tuvo que viajar a la Península en 1918,

pues bien, después de concluir dicho encargo se queda unos días más en Madrid

y allí entra en contacto con Don Benito Pérez Galdós a través de su

mutuo amigo y paisano Rafael Mesa. El novelista permite que el pintor lo

pinte del natural, es decir, sin recurrir a otras soluciones que no fuesen la

visión cotidiana del modelo.

Muy rápido tuvo que ser el artista, pues a los pocos días ya tenía casi

terminado este magnífico óleo sobre lienzo de notables proporciones. Realizado

en el más puro lenguaje impresionista nos presenta a un Don Benito sujeto

a la marcha imparable de la vida.

Agotado, lleno de melancolía, el joven que otra hora fuera conquistador de

corazones y pródigo en su quehacer literario, siente cómo los años no han

pasado en balde.

La primera noticia que en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, se

tiene de la obra, la ofrece el diario «La Crónica» ellO de septiembre de 1918

y viene firmada por Don Rafael Mesa, dice así:

«Juan Carlo, acaba de terminar un estupendo retrato de Galdós con altos

elogios de los amigos del Maestro ( ... ). El retrato será expuesto en el Círculo

de Bellas Artes».

La siguiente noticia no fue tan agradable. Según se decía, la Asociación

Canaria de Cuba con sede en La Habana quería el lienzo para colgarlo en su

sede social. Rápidamente se gestiona su compra por acuerdos del Cabildo y

174

por suscripción entre personas de relevancia social. Hasta que al final se consigue

para el Gabinete Literario.

Hoyes una de las joyas pictóricas que más celosamente guarda el noble

edificio modernista de la Plaza de Cairasco.

F) Retrato de Don Benito Pérez Galdós. Esta obra realizada en óleo sobre

lienzo y cuyas dimensiones no superan los 75 por 55 cms. se encuentra en

el Ateneo de Madrid.

Firmada por Hispaleto representa a un Don Benito con unos 40 años aproximadamente.

Su factura no logra magnificar la obra. Se trata de uno de los

tantos retratos que cuelgan en la cacharrería o sala de fumadores de la Institución

Madrileña. Sus colores extremadamente oscuros y la distancia que separa

la obra del espectador no dejan apreciar el escaso valor artístico de la misma.

1.2.1.2. Dibujos

Dentro de este capítulo debemos hacer dos apartados, dedicando el primero

de ellos a los proyectos de monumentos galdosianos y retratos del novelista

canario y otro donde recogeremos algunas de las caricaturas realizadas a Don

Benito.

A) Dibujos de Proyectos y Retratos Galdosianos.

a) Proyecto del monumento galdosiano en el puerto viejo de Las Palmas

de Gran Canaria. Realizado por Victorio Macho en 108 x 108 cms. se encuentra

contenido en un marco liso de la época. Se trata de un dibujo a carboncillo

sobre lienzo. Aunque no hay constancia de ello, creemos que fue enviado a

Las Palmas para dar una idea aproximada de lo que iba a ser el varias veces

mentado monumento, a las autoridades locales.

En la parte central izquierda, intentó el artista colorear en añil un velero.

Un roto en el lado derecho en forma de siete invertido, y el deterioro sufrido

por el bastidor a causa de los xilófagos hacen que la visión del mismo estén

cargadas de preocupación por su conservación. A medio centímetro de los

bordes del lienzo existe una línea de color azul.

Al tratarse de un mero boceto no podemos querer ver en él una obra de

suma perfección. Se conserva en uno de los salones de la planta baja del Museo

Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria (Fig. 26).

b) Galdós muerto. No se trata tampoco de una obra acabada, si por tal se

entiende aquella en la que vemos el «acabado perfecto».

Más bien se trata de unos apuntes del rostro de Galdós en su estado postmorten.

Fue realizado por Victorio Macho el 4 de enero de 1920. Su tamaño

no es superior al de un folio.

c) Retrato de Galdós. Facturado en unas dimensiones bastante nobles

101,50 x 75 cms., sin marco y 116 x 85,5 con él; representa a Don Benito

Pérez Galdós con unos 60 años de edad. Está realizado según técnica mixta de

carbón y tinta. Aunque este dibujo está hecho sobre papel, su deterioro sólo

se hace patente en algunos puntos sueltos donde aparecen manchas de color

marrón.

175

Debemos admitir que su autor conocía bien el oficio, pues deja una imagen

bastante exacta del modelo, sin adulaciones o concesiones, siendo fiel reflejo

del escritor entrado ya en años.

Se encuentra firmado por John Gleich y en la parte inferior derecha se

haya una tarjeta firmada por Don Benito Pérez Galdós en el año de 1908 (Fig.

27 Y 28).

B) Caricaturas Galdosianas.

Sin duda alguna es Galdós uno de los personajes más caricaturizados de su

época. En el Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX, se dieron

con profusión estas muestras del mal llamado estilo menor de la pintura. No

debemos entrar en la defensa de la caricatura como una aportación más de las

artes plásticas, pero sí debemos resaltar el valor psicoanalítico que posee para

el estudioso de las artes. •

a) Caricatura múltiple. Como la denominación indica, se trata de unas

caricaturas realizadas a personajes de la época (Linares Rivas, Guimerá, Cristóbal

de Castro, Los Hermanos Alvarez Quintero, Benavente, Ruisiñol y Benito

Pérez Galdós).

Su formato es de 32 x 44 cms. sin marco y 38 x 50 con él. Está firmado

por Bagaría en el año 1913 e intenta representar una tertulia literaria. Fue

hecho a base de tinta sobre papel. El autor Luis Bagaría, experto dibujante del

rotativo madrileño «El Sol», tiene un puesto de honor entre los caricaturistas

españoles. De él se ha dicho «con la precisión gráfica de su trazo, que era tan

incisivo como el bisturí, diseccionando el alma de sus retratados ( ... ) llegó a

adquirir un renombre mundial»17 (Fig. 29).

b) Caricatura individual de Galdós. En un muy subjetivo estilo cubista, el

pintor Eduardo Millares Sall (Cho-Juaá), realizó hace algunos años una espléndida

interpretación psicológica de Don Benito. Usando cartón y a base de

colores planos en la gama de los marrones, interpreta con diversos polígonos

superpuestos la cara del escritor. Esta obra, reproducida varias veces en la

prensa local llegó a tener una notable popularidad a raíz de su presentación

pública ellO de mayo de 1976 en la exposición antológica que este pintor

realizó en las salas del Círculo Mercantil.

El original fue adquirido para una colección particular. Millares Sall realizó

más tarde una serie de reproducciones de la misma pero eligiendo la gama de

los grises. De 75 x 45 cm., aproximadamente, esta caricatura ha sido calificada

por la esposa del autor como el mejor retrato psicológico que haya hecho jamás

Cho-Juaá.

c) En los fondos de la Sociedad Científica «El Museo Canario» de Las

Palmas de Gran Canaria, se conservan al menos dos caricaturas del insigne

escritor. Representan a Don Benito de forma individual.

De parecidas dimensiones no superan las de una cuartilla. Una de ellas fue

realizada por Pérez Gil y la otra, tal vez, superior a la anterior, forma parte de

una carpeta de caricaturas propiedad del periodista local don Francisco González

Díaz.

176

1.3. CONCLUSIÓN

El presente trabajo no deja de ser una aportación a los futuros estudios

sobre la iconografía general de Galdós en las artes plásticas. Somos conscientes

que posteriores investigaciones podrán ir configurando el catálogo de las pinturas

y esculturas galdosianas. Creemos que es necesario que se afronte la clasificación

de estas obras no solamente por el valor que cada una de ellas lleva

intrínseco sino por sumarse allegado que de forma directa o indirecta nos dejó

Don Benito Pérez Galdós.

ANEXO

Después que viera la luz el presente estudio como ponencia en el Congreso

Galdosiano celebrado en Las Palmas de Gran Canaria en el verano de 1985,

hemos seguido investigando en la línea que determinaba el mismo y hemos

podido completarlo con otras obras que toman a Galdós como punto de referencia

inspiratoria.

Así en un magnífico artículo de don José de la Nuez Santana sobre el pintor

José Julio Rodríguez, publicado en la revista Aguayro n.O 158 de marzo-abril

de 1985 hemos podido confirmar algo que sabíamos solamente por alusiones de

terceras personas. Concretamente la existencia de un óleo de 46 cm. x 38 cm.

realizado en 1951 y que lleva por título «Homenaje a Galdós». Este pequeño

cuadro de abstracción total representa una nebulosa en espiral irregular en

donde la gama de los fríos forma un mar de posibilidades estéticas que tiene

como meta la experimentación técnica y el vanguardismo conceptual.

En otra línea radicalmente distinta se mueve la creación pictórica que sobre

el busto de don Benito realizó hace ya algunos años el gran pintor de Arucas

don Santiago Santana. El con la maestría que le es propia y su buen quehacer

tanto con el lápiz o el carbón como con la paleta, realizó para uno de los

primeros encuentros Galdosianos y para ser expuesto en el Palacio del Cabildo

Insular de G. C. un óleo-tierra sobre lienzo con unas medidas que rondan el

metro X 80 cm.

Trazos diestros y decididos, firme el pulso y volátil el esquema, es la base

para recrearse en colores terrazos en donde la tierra, la más esencial de las

materias, se junta con el óleo espeso para llevar el color y la luz a un rostro

perenne. Esfinge en donde no sabemos qué es más digno de mención, si lo

acertado de la técnica o la atracción sico-óptica que ejerce en el espectador el

personaje representado.

Cuenta el artista que él, enamorado de la figura y el genio de don Benito,

trabajó durante meses en múltiples dibujos en donde plasmó las escenas del

Viejo Madrid. Y es en éstos en los que la cuartilla se crece para dar cabida a

escenas y personajes galdosianos. Su admiración por el autor de «Fortunata y

Jacinta» llega a tal extremo que hoy guarda en su casa múltiples reliquias galdo-

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sianas, que sin duda transmitieron ese magnetismo propio del artista-escritor

que ve en otras manos, en este caso en las de Santana, la honestidad y la

humildad que tanto Galdós admiró en las gentes sencillas y en los genios inmortales.

NOTAS Y RESEÑAS DOCUMENTALES

1 J. FRANCÉS, Artículo periodístico publicado en «Nuevo Mundo», Madrid, 24 de enero de

1919.

2 J. FRANCÉS, Art. cit.

3 J. FRANCÉS, Art. cit.

4 Artículo sin firma, periódico «La Provincia», p. 12, Las Palmas de Gran Canaria, 10 de

mayo de 1985.

5 Artículo sin firma, periódico «La Provincia», p. 11, Las Palmas de Gran Canaria, 10 de

mayo de 1985.

6 Colección Particular. A.A.A. Ciudad Jardín, Las Palmas de Gran Canaria.

7 C. PÉREZ REYES, Escultura Canaria Contemporánea (1918-1979), premio Viera y Calvijo

1980, Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, p. 305.

8 Transmitido oralmente en conversación mantenida con el Dr. Armas Ayala, el 13 de junio

de 1985.

9 C. PÉREZ REYES, Op. cit.

10 C. PÉREZ REYEs, Op. cit., p. 579.

11 C. PÉREZ REYES, Op. cit., p. 301.

12 Archivo fotográfico Casa-Museo Galdós, Las Palmas de Gran Canaria.

13 Archivo Casa-Museo Galdós.

14 Agradecemos profundamente los datos gentilmente cedidos por la Spanish Society de Nueva

York (E.E.U.U.)

15 VARIOS AUTORES, Ars Hipaniae, tomo XXII, p. 92, editorial Plus Ultra, Barcelona.

16 J. RODRÍGUEZ DORESTE, El Pintor Juan CarIo, edición de la Caja Insular de Ahorros de

Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Las Palmas de Gran Canaria, 1982.

17 J. RODRÍGUEZ DORESTE, Op. cit., pp. 54 Y 55.

BIBLIOGRAFIA GENERAL

PUOÁN / GAYA NUÑo: Summa Artis (Historia General del Arte) (siglos XIX y XX), Espasa Calpe,

S. A. Madrid, 1967.

VARIOS: Historia del Arte (Tomos IX-X), Salvat, Barcelona, 1972.

VARIOS: Ars Hispaniae, Editorial Plus Ultra, Barcelona.

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