JOSE IZQUIERDO Y EL «CUARTO ESTADO»

Francisco Caudet

Universidad Autónoma de Madrid

Es sabido que Galdós había preparado, antes de publicar el texto definitivo

de Fortunata y Jacinta, dos manuscritos. El primero, llamado Alfa!, contenía

un esbozo de la novela; el segundo, llamado Beta, la versión que entregó a la

imprenta y en la que, al corregir las galeradas, todavía introdujo sustanciales

modificaciones 2 • El personaje José Izquierdo, al igual que el conjunto del capítulo

IX, «Una visita al cuarto estado», experimentaron toda una serie de cambios

durante este proceso de composición y corrección 3• Quisiera detenerme

en un análisis -que ha de ser, debido a los límites impuestos por la presente

ocasión, necesariamente somero - de este proceso de creación para, a continuación,

intentar sacar algunas conclusiones.

La práctica totalidad del manuscrito Alfa es un estudio del comercio matritense,

grande y pequeño, a través de la saga de los Santa Cruz y de los Rubín4 •

En este estudio, de todos modos, los Santa Cruz ocupan un espacio mayor que

los Rubín. Debía de ser así porque Galdós estaba más familiarizado en el

mundo de la burguesía pero, además, porque ésta era la clase con protagonismo.

En consecuencia, cuando empezó a reunir los materiales para la novela, y

a componer con ellos el manuscrito Alfa, era de esperar que prestara más

atención a la clase que representaba Juanito que a la que representaba Maxi.

También parece lógico que, en ese primer esbozo, José Izquierdo y el «cuarto

estado», como Fortunata, fueran simplemente referencias a una trama, más o

menos folletinesca, que le permitieran introducir cierto movimiento en el cuadro

de costumbres.

Algunos críticos se sienten agobiados, o a veces hasta molestos, por las

pormenorizadas descripciones del mundo comercial, sobre todo de la parte

primera, consolándose, desde luego con deleite, de descubrir en las dos últimas

partes el genio fabulador de Galdós. Creo que, además de tener estos críticos

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un problema que calificaré de lectura, cometen un adicional doble error. Porque

olvidan que en la parte primera introdujo Galdós una información que no

es en absoluto gratuita y que en esa parte primera había intercalado ya la

acción de la novela.

En el manuscrito Alfa, en lo que a la acción se refiere, había apuntado

Galdós el encuentro de Juanito con Fortunata; el viaje de novios durante el

cual confesó Juanito las anteriores relaciones amorosas con Fortunata de las

que había nacido un hijo; la visita de Ido a casa de los Santa Cruz cuando

Juanito se hallaba en cama resfriado; la revelación de Ido a Jacinta de que el

hijo de su marido vivía; la decisión de ésta de conocerlo y adoptarlo. Quedaba

así esbozada la trama que llevaría a la situación descrita en el capítulo IX,

«Una visita al cuarto estado» -y continuada en el capítulo X, «Más escenas de

la vida íntima» -. Pero todavía no había dado título al capítulo IX - ni al X - ;

se trataba de episodios que no pasaban de ser meras excusas para seguir desarrollando

el drama matrimonial de Jacinta y su frustración de no tener hijos.

José Ido y José Pilatos -así llamaba a José Izquierdo en el manuscrito

Alfa- son presentados como una pareja de locos obsesionados, respectivamente,

por el honor y la política. José Pilatos hace el papel, parodiando el

Evangelio, de un Poncio-Judas (en la versión final Galdós le llega a llamar

Iscariote) que entrega por unas monedas al hijo de Juanito, el Mesías (falso

esta vez) que esperan tanto Jacinta como sus suegros. La acción, también paródicamente,

transcurre durante las Navidades.

En este esquema, folletinesco, introdujo Galdós, al escribir el manuscrito

Beta, una serie importante de cambios (el texto folletinesco alcanza pronto

trascendencia y, al mismo tiempo, se la confiere al cuadro de costumbres, al

«vistazo histórico sobre el comercio matritense». Tener esto en cuenta abre el

camino que ha de permitir, de un lado, corregir el problema de lectura que

señalaba antes y, de otro lado, valorar la relación dialéctica que Galdós había

establecido, en «Observaciones sobre la novela contemporánea en España»

[1870], entre cuadro de costumbres y acción, relación dialéctica que le sirvió

para definir lo que entendía por novela realista).

La primera variante a destacar en el manuscrito Beta es que, a partir de las

notas del anterior manuscrito, Galdós creó ficción en torno al «cuarto estado».

En un principio a José Pilatos le correspondía actuar como un bruto y zafio

borrachín, condenado en la vida al papel de comparsa. Pero el título del capítulo

IX y el que cambiara el apellido del tío de Fortunata de Pilatos a Izquierdo,

invita a establecer paralelos con el contenido del capítulo 11, «Santa Cruz y

Amaix. Vistazo histórico sobre el comercio matritense». De la misma manera,

el discurso político de la burguesía, que se había podido expresar a sus anchas

en los ocho capítulos precedentes, tiene como contrapunto el discurso político

que ahora hace, en el manuscrito Beta, José Izquierdo. Porque lo que éste dice

de la I República, y de la Restauración que se preparaba en 1873, es otra

versión de la Historia: la de una clase que había sido instrumentalizada y se

hallaba desprovista de protagonismo, pero que había empezado a negarse a

seguir desempeñando ese papel. El discurso de José Izquierdo, como el que

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acabará siendo modelo -menuda ironía- de la clase contra la que se agitaba,

tiene algunas incongruencias, pero hay en él el despertar de una concienciación

y un fondo de verdad que no se deben pasar por alto.

Galdós, en el manuscrito Alfa, se había limitado a hacerle decir a José

Izquierdo que era hombre honrado pero desgraciado, que no quería más asuntos

con la I República, que había estado en las barricadas del 54 y en Cartagena,

en donde había sido ministro de la gobernación, y que esperaba una colocación.

En cuanto al episodio de la compra (es más justo hablar de compra que

de venta; en este caso nuestro no es lo mismo) de Pitusín I sólo se menciona

lacónicamente: « ... Jacinta y Guillermina cerraron el trato con el bestia de Pilatos

»5.

En el manuscrito Beta, este episodio es presentado de manera muy diferente.

Lo mismo cabe decir del discurso político de José Izquierdo. En lo tocante

al «trato con el bestia de Pilatos», aun aceptando que Pilatos fuera una «bestia

», ¿qué eran Jacinta y Guillermina? Porque fueron ellas las que indujeron a

la operación de compra de un niño, acción delictiva, yen cuanto a Guillermina

hay, además, el agravante de que había cobrado -a cargo de José Izquierdoun

corretaje. Los juicios de José Izquierdo sobre una elaborada relación de

acontecimientos, todos ellos de relevancia en la Historia de España, precisan

de una lectura también cuidadosa. Que participara o no en ellos es secundario.

José Izquierdo, en el manuscrito Beta, está contra lo que ahora llama «la

República en esta judía tierra» y contra los políticos republicanos: Figueras,

Pi, Castelar, Salmerón, etc. Pero con su denuncia -no se trata de un exabrupto-

se erige en portavoz del despertar de la conciencia del pueblo al hecho

histórico de que había vuelto a ser utilizado y traicionado. ¿Qué otro sentido

tiene la retahíla de fechas: 1854, 1856, 1866, 1868 -a las que añade unos

comentarios-, sino dejar constancia de que el pueblo había acumulado una

experiencia y que la I República se había convertido simplemente en otra decepción

más? Porque en 1854, en el pronunciamiento de Vicálvaro, las masas

populares tomaron parte activa y decisiva. José Izquierdo cuando dice que se

batió entonces «en las barricadas como persona decente», más que de él habla

del pueblo. La burguesía liberal-progresista se limitó a instrumentalizar convenientemente

a las masas en provecho propio: conseguir el poder. ¿Qué provecho

-de ahí el énfasis de José Izquierdo en repetir que nunca le habían dado

ningún empleo- sacó el pueblo? A quien sí le dieron una recompensa fue a

Pucheta -personaje recordado por José Izquierdo-. Raymond Carr, que ha

explicado los motivos de esta excepción, hace el siguiente análisis -no muy

alejado del de José Izquierdo- de la revolución de 1854:

Los revolucionarios experimentados que sabían cómo encauzar la protesta primitiva

para sus propios fines eran militares y políticos progresistas, decididos a

vedar toda amenaza a la propiedad, una vez encumbrados por la jornada popular.

Bajo la presidencia del general San Miguel, hombre valiente al que no asustaban

las barricadas, crearon una junta para obligar a la corte a pactar y para

contener una revolución que, según palabras de San Miguel amenazaba con «ruinas,

sangre y anarquía». La junta «respetable» absorbió a la junta popular de los

barrios obreros del sur de Madrid, convirtiendo a su figura principal, Pucheta,

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en «instrumento ciego de los reaccionarios»; sus rufianes pronto dieron en apalear

a los vendedores de panfletos republicanos6•

En el 56 habla José Izquierdo como un miliciano, denunciando a O'Donell

por haber disuelto la Milicia Nacional y por haber lanzado a las tropas del

Ejército contra las barricadas populares. En el 66 se hace artillero y habla

contra la represión sangrienta de los rebeldes del Cuartel de San Gil. En el 68

participó igualmente en los acontecimientos de la Gloriosa pero no le llegó

tampoco -como al pueblo- recompensa alguna. La descripción de sus actividades

en Alcoy y Callosa de Ensarriá como cantonalista están en la misma

línea revolucionario-popular. Cuanto dice José Izquierdo sobre estos diversos

acontecimientos históricos es una versión de la Historia desde la perspectiva

del «cuarto estado», continuamente marginado tras ser instrumentalizado. Por

eso, tiene una específica significación el que, con gran sarcasmo y amargura, le

comente a José Ido:

Dicen que les van a traer a Alifonso ... ¡Pa chasco! Por mí que lo traigan. A

cuenta que es como si verídicamente trajeran al Terso 7•

Galdós, que en Fortunata y Jacinta -como en otras de sus novelas- mantiene

consigo mismo un diálogo sobre la creación novelesca, sobre las relaciones

de la novela con la realidad y los sucesos históricos, había enfrentado en

este capítulo a Ido y a Izquierdo, dando a cada uno un papel y una función que

tiene que ver con este tema. En el capítulo IX que nos ocupa, tras interrumpir

Ido a Izquierdo interesado por si había o no recogido «a ese precioso niño»,

Galdós toma decididamente partido por el personaje que era menos novelero

y hace este comentario, con el que muestra, además de la dialéctica cuadro de

costumbres-acción, que se había decidido a dar a la «grave historia» primacía

sobre la novela pitusina, con el objeto de equilibrar el peso de la narración

favorable en el manuscrito Alfa, en lo que a este pasaje concierne, al folletín

de Ido:

Buscaba Ido la novela dentro de aquella gárrula página contemporánea; pero

Izquierdo, como hombre de más seso, despreciaba la novela para volver a la

grave historia8•

Entiendo, pues, el discurso de José Izquierdo como una respuesta a la interpretación

de la Historia que la burguesía había tenido la oportunidad de expresar

durante los ocho primeros capítulos. La burguesía, durante el siglo XIX,

fue consolidando su protagonismo económico y político. Fue la clase hegemónica.

Pero esta situación tuvo como contrapartida dialéctica la aparición de una

nueva clase: el proletariado urbano, el «cuarto estado». A Galdós no le quedaba

más remedio que presentar, en una novela sobre la burguesía comercial

madrileña, esa naciente contrapartida dialéctica y permitir que hablara también.

Mas como algo naciente, como algo que no estaba todavía determinado.

De ahí que la palabra de José Izquierdo, en general lúcida y coherente, presente

a veces, insisto, junto a la aspereza contradicciones.

Antes del Sexenio Revolucionario, las luchas populares - el motín y las

barricadas - eran formas violentas de manifestarse contra las condiciones de

vida: falta de trabajo, subempleo, carestía de los alimentos básicos ... Pero en

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estas protestas no había todavía objetivos propios de clase. Se trataba sobre

todo de respuestas violentas a insufribles coyunturas de hambre y de degradación

social. A partir de 1868, el proletariado urbano empezó a comprender que

cuantas veces se había embarcado con la burguesía había cometido un grave

error. Cuando se llegó, en 1873, al colapso de la opción monárquico-amadeísta

y se ensayó la opción republicana, el temor a las masas obreras explica que una

vez fracasada la alternativa republicano-conservadora de Castelar, la burguesía

se aprestara a refugiarse «en los cómodos brazos de la Restauración»9. Durante

la Restauración se pretendió apartar al pueblo de la política. Mas la concienciación

obrera y la conflictividad social aumentaron. Quedaba abierto «el ciclo

revolucionario de la época contemporánea» 10.

Ese ciclo quedaba anunciado, casi proféticamente, cuando José Izquierdo,

portavoz de la nueva conciencia del «cuarto estado», le confesaba a José Ido,

en un texto que he citado más arriba, que poco le importaba ya que sucediera

a la I República la monarquía de «Alifonso o la del Terso»l1.

En el marco general de la novela, el reconocimiento objetivo de la coyuntural

impotencia y frustración de José Izquierdo y del «cuarto estado» no implica, en

modo alguno, que se les niegue protagonismo y futuro histórico. Es más bien, en

ese marco, una anticipación del proceso de aprendizaje de Fortunata y, a la vez,

del propio Galdós, cuya conciencia implícita corre parejas, en Fortunata y Jacinta,

con la que se va fraguando a través de la conducta, sin duda problemática, de

sus personajes populares, de sus antihéroes del «cuarto estado».

NOTAS

1 Cfr. D. HYMAN, «The Fortunata y Jacinta Manuscript of Benito Pérez Galdós», tesis doctoral,

Universidad de Harvard, 1972.

2 El manuscrito Beta, como el Alfa, fue adquirido por la Universidad de Harvard. Las pruebas

corregidas por Galdós se hallan en la Casa-Museo Pérez Galdós, Las Palmas de Gran Canaria.

3 Cfr. J. WHISTON, «Las pruebas corregidas de Fortunata y Jacinta», Actas del Segundo Congreso

Internacional de Estudios Galdosianos, 1, Las Palmas de Gran Canaria, 1979, pp. 258-265.

Un tema por estudiar -no me puedo ocupar aquí de ello- es el de los numerosos cambios que

introdujo, al corregir las pruebas, en el lenguaje de José Izquierdo, haciéndole hablar la jerga que

aparece en la versión final.

4 De las 832 hojas del manuscrito Alfa, 688 pertenecen a las dos primeras partes. Cfr. D.

HYMAN, Op. cit., pp. V-VI.

s Cfr. D. HYMAN, Op. cit., p. 253.

6 R. CARR, España, 1808-1939, Barcelona, Ariel, 1978, p. 247.

7 B. PÉREZ GALDÓS, Fortunata y Jacinta, vol. 1, Madrid, Cátedra, 1983, p. 343.

8 [bid., p. 343.

9 J. VICENS VIVES, Historia social y económica de España y América, vol. V, Barcelona,

Teide, 1982, p. 130.

10 C. SECO SERRANO, «La toma de conciencia de la clase obrera y los partidos de la era

isabelina», en C. Lida e 1. Zavala, La revolución de 1868, Nueva York, Las Américas, p. 43.

11 Cfr. supra, nota 7.

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