FICCION E HISTORIA EN LA NARRATIVA GALDOSIANA, 1897-99

Gilbert Smith

North Carolina State University

Sin duda alguna, el momento más conocido de Misericordia es el instante

en que Benina se da cuenta de que Don Rumualdo, el personaje fingido que

ella ha inventado, existe de veras en su propia realidad socio-histórica, hecho

que ha sido señalado por varios críticos como un ejemplo del proceso creativonovelesco

dentro del texto de la novela 1

El autor implícito va creando a Benina por el texto y Benina también va

creando a su personaje contándole a Doña Paca la historia ficticia de Don

Romualdo. La siguiente aparición de Don Romualdo de carne y hueso, o sea,

la transformación del personaje ficticio en persona socio-histórica (para Benina),

ejemplifica, como ha mostrado cabalmente el profesor Kronik, el tipo de

ficción que se ha llegado a llamar metanovela. Dentro del texto novelesco, se

expone el proceso creativo de novelar2

El problema con el que quiero enfrentarme es otro - el de la relación entre

lo que llamamos «novela» y lo que llamamos «historia» en el sentido de un

texto que cuenta un hecho de nuestra realidad socio-histórica. Me interesa

explorar esta relación para llegar a la parecida cuestión de la relación de la

novela llamada «histórica» y la novela llamada «imaginaria o «no-histórica».

En la obra de Galdós, como sabemos, esta distinción se hace por la clasificación

que nos ha dado Galdós mismo, la distinción de episodio nacional y novela

contemporánea. Quedo convencido de que esta cuestión de novela e historia

tiene mucho que ver con ciertos conceptos semióticos del referido y con la

teoría metanovelística explicada en los estudios galdosianos por el profesor

Kronik y por otros galdosistas eminentes.

Quisiera decir primero que mis comentarios sobre la cuestión de novela e

hi~toria tienen su origen remoto en las palabras de un profesor que hace años

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me hizo por primera vez el conocimiento de la obra extraordinaria de Galdós,

Juan López Morillas, que comenzó su curso sobre Galdós con estas palabras:

«En las novelas contemporáneas de Galdós encontramos la historia de la gente

que no tiene historia». Años después, sigo preguntándome qué significa historia

y qué significa novela.

Ya he hablado de esta cuestión en otras ocasiones, y cada vez he citado a

Ortega3

• A mi parecer, en la obra ortegueana tenemos un texto de la crítica

literaria que sigue siendo fundamental, aunque el señor Ortega lo ha inventado

años antes de la postulación de las teorías estructuralistas, semióticas, y metanovelísticas.

La cita es de las Ideas sobre la novela, del momento en que Ortega

habla de la novela imaginaria y la llamada novela histórica:

Hace falta que el autor sepa primero atraemos al ámbito que es su novela y

luego cortamos toda retirada, mantenemos en perfecto aislamiento del espacio

real que hemos dejado ... Es menester que el autor construya un recinto hermético,

sin agujero ni rendija por los cuales, desde dentro de la novela, entreveamos

el horizonte de la realidad4•

Según Ortega, como sabemos, el mundo novelesco es hermético, intrascendente,

cerrado y suficiente. Por eso, a Ortega le parece que la llamada novela

histórica, por la gran cantidad de representación de lo socio-histórico, tiene

pocas posibilidades de éxito.

Para seguir la exploración de la cuestión de novela y novela histórica, voy

a referirme principalmente a un episodio nacional de 1899, La estafeta romántica,

ya esta novela del mismo período de composición galdosiana, Misericordia,

novela que tiene lo mínimo de referencias historiográficas.

Dos novelas extremas, pudiéramos decir. La estafeta romántica lleva muchas

referencias a personas socio-históricas -Larra, Zorrilla, García Gutiérrez-

y: a hechos históricos -el suicidio y los funerales de Larra, la victoria de

Espartero en Zomoza, y el ensayo de Don Carlos contra la corte de Madrid-.

Todo se presenta en una forma de auténtica documentación histórica, en forma

de cartas. En Misericordia se encuentra muy poco de eso, como ha confirmado

el profesor Peter Bly en su libro sobre la novela galdosiana de la imaginación

histórica 5

En la teoría de Ortega, la novela histórica y la novela no-histórica se distinguen

por el plano en que existe lo representado -el imaginario o el socio-histórico-,

y el éxito de la una y el poco éxito de la otra depende de la conservación

de la hermeticidad de la creación artística. A mi parecer, la misma cuestión

de la hermeticidad de la representación de lo representado es una consideración

fpndamental de la teoría de la metaficción.

Como ya he dicho en mi ponencia de Venecia, hay momentos en las obras

tempra,eras de Galdós -Gloria, por ejemplo- en que ocurre esta ruptura de

la hermeticidad del mundo novelesco, momentos en que el lector se da perfecta

cuenta de que no existe dentro del mundo ficticio, sino en el mundo socio-histórico.

Pero eso no quiere decir, como parecía pensar Ortega, que cierta cantidad

de materia socio-histórica tenga que resultar en tal ruptura.

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En un libro reciente sobre la metaficción, el profesor norteamericano Robert

Spires propone una distinción muy importante de los diversos sentidos de

«lector», distinción que ya han hecho en otros términos John Kronik y Harriet

Turner en sus estudios recientes sobre Fortunata y Jacinta 6. Ya estamos acostumbrados

a la distinción entre el lector actual, socio-histórico -como yo al

leer una novela galdosiana- y el lector implícito, o lector ideal a quien se

dirige el narrador de la novela. Spires hace otra distinción, la del «lector textual

» -text reader en inglés- y del «lector del acto textual» -text-act readerque

es lo que llamamos generalmente el lector implícito o ideal. El «lector

textual» es el lector que existe dentro del texto mismo -el recipiente o lector

de una carta dentro del texto novelesco, por ejemplo -, o el receptor de las

palabras habladas de un personaje. De la misma manera, existen un narrador

del acto textual y tantos narradores textuales como voces que hablan en el

texto.

En I La estafeta romántica se ve claramente la importancia de tal distinción,

porque este episodio nacional es una novela totalmente epistolar. Cada carta,

por supuesto, tiene su narrador, y cada carta tiene su lector dentro del texto

novelesco. Es obvio que el lector textual, el lector de cualquier carta, no es el

lector de toda la novela epistolar. Este, el lector ideal que puede leer todas las

cartas; y que puede sacar de ellas la historia ficticia de estos personajes, es el

lector del acto textual, y existe también un narrador del acto textual que no se

oye, pero que sí existe en las circunstancias físicas, las selecciones, y las ordenaciones'

de las cartas.

Nosotros, mientras tanto, los lectores actuales socio-históricos de La estafeta

romántica, al leer la novela, somos cómplices del acto textual en que tratamos

db hacer el papel de lector ideal. Ahora bien, armados de esta terminología

de la narratología metanovelística, podemos decir que Ortega propone que

la ruptura de hermeticidad consiste en sacarnos de ese «aislamiento del espacio

real» que experimentamos si logramos hacer el papel de lector del acto textual.

Lo curioso del caso es que esta ruptura de hermeticidad a la ortegueana es

precisamente lo que ocurre en Misericordia, pero las víctimas de la ruptura no

somos nosotros los lectores socio-históricos convertidos en lectores del acto

textual, sino los personajes ficticios de la novela galdosiana, Benina y, sin saberlo,

Doña Paca. El cura es una invención ficticia, pero cuando se presenta

en la realidad socio-histórica de Benina, se ve que desde el punto de vista socio

histórico de Benina, se ha roto una de las convenciones de la ficción.

La ruptura consiste en esto: Benina, la autora/narradora de la historia ficticia

de Don Romualdo, y Doña Paca, que es la lectora de la «novela» de Benina

se encuentran convertidos en autora socio-histórica y lectora socio-histórica,

porque la novela se hace narrativa socio-histórica cuando se presenta el Don

Romualdo de carne y hueso. Este proceso de la ruptura de las convenciones de

la ficción es un fenómeno de los que hemos llegado a llamar la técnica metanovelista,

porque el resultado de este proceso es un examen de nuestros conceptos

de lo que es la ficción y lo que es la historia.

Aquí hay que clarificar lo que pasa. En efecto, la novela imaginaria de

Benioa se ha convertido en novela histórica, porque el personaje protagonista,

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Don Romualdo, ha resultado ser también persona del mundo extratextual. La

ironía de este complejo de relaciones ficticio-históricas es importantísima: Benina

cree que está narrando una novela ficticia, pero después salta la verdad

metanovelística del caso: ha estado narrando una novela histórica.

De nuevo, entonces, tenemos el problema de novela e historia, aquí en el

nivel ficticio de la representación. Félix Martínez-Bonati ha discutido el problema

de la distinción de novela e historia, o de la ficción y la historiografía en un

estudio sobre representación y ficción. «La diferencia reside en que, cuando se

trata efectivamente de individuos reales, sabemos que ellos pueden o pudieron

presentarse en el medio y el modo de la percepción externa, mientras que el

individuo ficticio es concebido por el lector, para poder entrar en el mundo de

la ficción, como jamás existente en el modo y medio de la percepción externa» 7

Martínez Bonati habla no de la novela histórica, sino de la historiografía,

pero me parece que podemos extender su análisis a la ficción de tipo episodio

nacional. Es precisamente lo que ocurre en el instante inolvidable de Misericordia.

Benina sabe que Don Romualdo no puede presentarse en el medio y el

modo de su percepción externa, y Doña Paca sabe que sí puede presentarse de

carne y hueso.

Un problema que encontramos al extender esta interpretación teorética de

Martínez Bonati a la novela histórica queda en la distinción de ente ficticio y

ente histórico a base del conocimiento empírico del lector . Yo me pregunto

qué podemos decir del lector socio-histórico que lee los episodios nacionales

sin saber nada de la historia de España del siglo XIX. En efecto, es el caso de

Doña Paca, como receptora de la «novela» que inventa Benina. Doña Paca no

sabe que el Don Romualdo de Benina es ente ficticio, y por eso no puede ser

lectora implícita o lectora ideal de la novela. Siempre sigue lectora de una

narrativa socio-histórica, y precisamente por eso, no le parece extraña ni metanovelística

la presencia de la persona Don Romualdo.

Una posible resolución del conflicto de la ficcionalidad y la historicidad de

lo representado se puede encontrar en las ideas de Hayden White sobre la

metahistoria, en las que se basa la obra de Diane Urey sobre los episodios

nacionales. El profesor White opina que el proceso de escribir la obra historiográfica

es un acto retórico igual al acto retórico de escribir un texto ficticio. El

texto histórico es una transformación de un registro histórico no procesado en

una narrativa inteligible y accesible al lector proyectado, narrativa que se efectúa

por una serie de selecciones y ordenaciones. El acto de crear una narración

ficticia es igual, ya que el texto de la obra ficticia es resultado de una selección

y ordenación de un registro ficticio no procesado, proceso que hace inteligible

y accesible al lector proyectado ese registro ficticio 8 •

Una diferencia que existe entre el proceso historiográfico y el proceso de

novelar es de suma importancia: el «registro ficticio» no procesado no existe

antes del texto mismo, porque como ya hemos visto, es el texto mismo lo que

crea el mundo ficticio. El autor implícito va creando a Benina por las palabras

del texto, y Benina va creando a Don Romualdo también por su propio texto

ficticio. John Kronik ha hablado con razón del «pre-texto» de Misericordia, en

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que se han presentado por primera vez los datos sobre Don Romualdo fuera

de la presencia del lector9

• Es importante precisar que el «pre-texto» es una

ilusión ficticia, porque no puede concebirse sin la existencia del texto mismo.

Sin embargo, gran parte de lo que se representa en la obra ficticia sí existe

antes, como un registro no procesado, porque es, en efecto, socio-histórico.

Aquí no estoy hablando de personas históricas, sino del mundo real físico que se

representa en la ficción mimética. La existencia de la iglesia de San Sebastián,

por ejemplo, es un dato histórico, y un elemento del pre-texto de Misericordia.

Es importante precisar lo que quiero decir en cuanto a la historicidad de la

narrativa ficticia. Lo que digo queda influido por las teorías semióticas, según las

cuales la representación narrativa no refiere una realidad ficticia ya formulada,

aunque sea sólo en la imaginación del autor creador, sino que va creando la

realidad en el mismo proceso de narrar. El referido de una palabra textual -libro,

por ejemplo- no es el «libro» del mundo representado, sino que el referido

de la palabra textual existe en un plano intermedio de conceptos lingüísticos. El

libro del texto se refiere a una unidad lingüística que tiene el significado para mí

de esta cosa o de una cosa como ésta. Tiene ese significado por las experiencias

socio-históricas del lector, incluso la experienica de leer el texto mismo.

Por ejemplo, la primera vez que la palabra Benina se encuentra en el texto

de Misericordia, no tiene más sentido, o digo, no tiene más referido que un

concepto poco definido de «nombre de mujer, probablemente». La experiencia

del lector con el texto va cambiando ese concepto, y la palabra llega a referirse

a un concepto mejor definido - «pobre mujer mendiga, personaje de Misericordia

». De este modo, se puede declarar que en cualquier texto ficticio, el narrador

va creando a los personajes y también al mundo ficticio por recursos puramente

lingüísticos, y la creación de ese mundo depende hasta gran punto de la

experiencia del lector.

De la misma manera, las estructuras lingüísticas «Espartero», «Don Carlos

», «Zorrilla», y «Larra» que se encuentran en el texto de La estafeta romántica

tienen sus referidos ni en el mundo socio-histórico en que vivimos nosotros,

ni en el mundo en que vivieron los lectores actuales de 1899, sino en las unidades

lingüísticas que para nosotros tienen significados formados por datos sobre

la historia y literatura española que hemos recibido de diversas fuentes lingüísticas,

incluso la fuente lingüística del texto mismo de La estafeta romántica.

A mi parecer, podemos aclarar el problema de la misteriosa incorporación

de la realidad socio-histórica dentro de la realidad ficticia por una teoría ecléctica

que abarca todos estos conceptos de crítica literaria. En efecto, si lo que

importa de veras es la experiencia de entrar en el aislamiento ortegueano, la

experiencia de hacernos . lectores cabales del acto textual, la cuestión de la

ficcionalidad o historicidad de lo representado no existe, porque el lector del

acto textual existe en un plano tan ficticio como la representación novelesca.

De este modo, el término episodio nacional no define ellocus de lo representado.

A fin de cuentas, no tiene más significado que el de sub-título descriptivo

de la representación narrativa, igual al subtítulo descriptivo de Fortunata y

Jacinta -dos historias de casadas-.

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NOTAS

1 Véase, por ejemplo, N. MALARET, Misericordia, una reflexión sobre la creación novelesca,

«Anales galdosianos», 17 (1982), 89-95.

2 Misericordia as Metafiction, en «Homenaje a Antonio Sánchez Barbudo: Ensayos de literatura

española Moderna» (Madison: University of Wisconsin Press, 1981), pp. 37-50.

3 Los narradores de Galdós y la hermeticidad de la novela, en «Actas del séptimo congreso

de la Asociación Internacional de Hispanistas» (Roma: Bulzoni Editore, 1982), pp. 1.031-35; La

historia y la novela hermética: los Episodios Nacionales de Galdós, ponencia dada en el Georgia

Symposium on Literature and Social Criticism, abril de 1981; «Hermeticism and Historical Fiction:

Galdós La estafeta romántica», ponencia dada en el Southeastern Conference on Romance Languages

and Literatures, Rollins College, febrero de 1983.

4 J. ORTEGA y GASSET, Meditaciones del Quijote e Ideas sobre la novela (Madrid: Revista de

Occidente, 1963), p. 179.

5 P. A. BLY, Galdo's Novel of the Historical Imagination (Liverpool: Francis Cairns [Liverpool

Monographs in Hispanic Studies, 2] 1983).

6 Véase la introducción del excelente libro de R. C. SPIRES, Beyond the Metafictional Mode:

Directions en the Modern Spanis Novel (Lexington: University Press of Kentucky, 1984), que expone

las teorías y la historia del concepto de metaficción, y el estudio de «La novela en tranvía» (pp.

25-32). También, véanse los estudios de J. KRONIK citado por Spires, El amigo Manso and the

Game of Fictive Authority, «Anales galdosianos», 12 (1977): 71-94; en cuanto a la cuestión de

varios narradores, véanse dos estudios del «Homenaje a Juan López-Morillas», de CADALSO A

ALEIXANDRE, Estudios sobre literatura e historia intelectual española, ed. José Amor y Vázquez y

A. David Kossoff (Madrid: Castalia, 1982), el de KRONIK, Narraciones interiores en Fortunata y

Jacinta (pp. 275-291), Y el de H. S. TuRNER, Strategies in Narrative Point of View: On Meaning and

Morality in the Galdós Novel (pp. 61-77).

7 F. MARTÍNEZ-BoNATI, Representación y ficción, «Revista Canadiense de Estudios Hispánicos,

6 (1981-82), 82.

8 D. F. UREY, Linguistic Mediation in the Episodios Nacionales of Galdós: Vergara, «Philological

Quarterly», 62 (1983): 263-271, e Isabel II and Historical Truth in the Fourth Series of Galdós

Episodios Nacionales, «Modern Language Notes», 98 (1983): 189-207, y H. WHlTE, Metahistory:

The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe (Baltimore: Johns Hopkins University

Press, 1975).

9 En Misericordia as Metafiction ... También habla Kronik del concepto de pre-texto en Galdosian

Reflections: Feijoo and the Fabrication of Fortunata, «Modern Language Notes» 97 (1982):

1-40.

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