GABRIEL ARACELI y LOS TIPOS NOVELESCOS

DE LOS «EPISODIOS NACIONALES»

Ignacio Elizalde

Universidad de Deusto

En su juventud, Pérez Galdós hizo una Introducción para su versión de los

Pickwict Paper, de Dickens. Aquí encontramos un juicio, muy importante y

poco valorado, que nos permite descubrir el origen de la concepción galdosiana

de los protagonistas novelescos de los Episodios Nacionales. El joven escritor,

en busca de su auténtica expresión literaria, había escrito sobre la novela de

Dickens:

Su plan es el mismo de Gil Bias de Santillana y de casi todas las novelas españolas

del siglo XVII, es decir, un personaje estable, protagonista de todos los incidentes

de la obra, un actor que toma parte en una larga serie de escenas, que no

se relacionan unas con otras más que por el héroe que en todas toma parte. Esta

clase de planes son admirables, cuando se quiere pintar una sociedad, una nacionalidad

entera, en una época indeterminada 1 •

Cuatro años más tarde, en el período de creación de los Episodios, esta

convicción crítico-teórica, junto con el descubrimiento, sin duda posterior, de

la reaparición de personajes en Balzac, constituyó el fundamento para la estructuración

de los personajes novelescos en los Episodios Nacionales.

Por consiguiente, Galdós bajo la influencia de Dickens descubrió el principio

estructural de la novela picaresca: el protagonista recorre distintas esferas sociales

y sirve de lazo de unión entre los diferentes episodios de una extensa acción.

En esto, quizá, debemos ver la razón principal por la que el niño Araceli,

con expresa referencia a El Buscón, es introducido al comienzo, como pícaro,

en la acción novelesca2• Sólo después debió ocurrírsele al novelista la idea,

justamente subrayada por Casalduero, de exponer en la evolución personal de

Gabriel «la redención del pícaro», es decir, su paulatino descubrimiento de la

ética burguesa, el honor como honradez3

359

Galdós escoge un período de historia de gran importancia social y política,

en la primera serie de sus Episodios. Al mismo tiempo crea un protagonista

único, excepto en el Episodio de Gerona. Araceli estará presente desde el

comienzo y será introducido como un nuevo narrador.

Personaje antipicaresco

Hemos dicho que los precursores de Araceli son algunos personajes de Dickens

y de la novela picaresca. Araceli se desenvuelve de una manera semejante

a los pícaros, pero con más dinamismo que el Buscón o Lazarillo. Por el tratamiento

comprensivo del autor nos recuerda más a los personajes de Dickens.

Hay una gran semejanza entre la vigorosa moral que guía a Oliver Twist y

a Gabriel Araceli. Pero este último posee un carácter más activo y más directo

en las críticas a la sociedad. Mira más por sí mismo que por los otros y aparece

más fuerte y menos delicado. Esta energía vital es propia también de la novela

picaresca, aunque Gabriel no posee el primitivismo del pícaro y sus elementos

antiheroicos. También es picaresca la movilidad de Araceli, su madurez a través

de los trabajos y sufrimientos de la vida y su autobiografía narrativa.

Pero no podemos dudar que dominan los aspectos antipicarescos del protagonista.

La siguiente cita, al final de la primera Serie, nos lo demuestra:

Dios me ha dado lo que da a todos cuando le piden buscándolo, y lo buscan sin

dejar de pedirlo. Soy hombre práctico en la vida y religioso en mi conciencia. La

vida fue mi escuela, y la desgracia mi maestra. Todo lo aprendí, y todo lo tuve4•

Esto nos dice cómo Araceli, aunque en algunas ocasiones semejantes al

pícaro, es por naturaleza antipicaresco. Gabriel no mira la vida picaresca como

un juego. Refleja una rectitud moral que no concuerda con la astucia, la falta

de escrúpulos y la profunda amoralidad del Lazarillo. Posee ideales, mira más

allá de su situación presente y combina su ingenio con la fe en Dios. Es un

buen cristiano, en la teoría y en la práctica, y su vida es el resultado de su

experiencia y de su aprendizaje.

El niño Araceli había descubierto el sentimiento de la patria, luchando

contra los ingleses de Trafalgar. Casalduero, como hemos dicho, escribe que al

imaginar la figura de Araceli, lo que quiere Galdós es trazar la redención del

pícaro. Esta es la razón de que la base de toda la novela se encuentre en La

Corte de Carlos IV, donde Araceli, que ya había descubierto el sentimiento de

la patria y había indicado su aparente semejanza con Pablos, el Buscón, descubre

el sentimiento del honor.

El Barroco hizo del pícaro la antítesis del caballero. El honor preside todos

los actos del caballero barroco. El pícaro no tiene honor ni puede tenerlo. El

honor barroco es una concreción religioso-social de la Contrarreforma, con su

casuística correspondiente y da al caballero una luz resplandeciente que el pícaro

no se atreve a mirar. El pícaro forma parte de esta sociedad como elemento

antitético, como contraste.

Galdós, ciertamente, no hace que Araceli descubra el honor barroco, sino

el honor burgués, racionalista y kantiano, el imperativo del deber será un ho-

360

nor secularizado, que ya no depende de ese «patrimonio del alma», que a su

vez depende de Dios, de que habla Calderón, sino de un sentimiento moral del

propio valer, según testimonio de la conciencia, en relación con las ideas democráticas

de igualdad y libertad. A toda la podredumbre aristocrática de la corte

de Carlos IV, degeneración de la de Felipe IV, Araceli opone su conciencia y

su voluntad de trabajo. El cumplimiento del deber, su rectitud de conciencia y

el amor le hace triunfar en la vida. Araceli se acerca a la humanidad con amor.

Dickens nos hizo creer en este éxito de la bondad y el bien, pero Galdós lo

proyecta sobre el fondo histórico-social de España. A la astucia y al ingenio

del pícaro, encadenado en lo infra-social, opone la rectitud de corazón y el

amor que le redimen.

Hinterhauser no admite la «redención del pícaro», en el sentido de Casalduero.

Cree que la rectitud de Araceli se halla arraigada ya de antemano en su

personalidad, y en cada episodio aparece con mayor esplendor; piensa que

procede de la trama propia de la novela popular que adopta la primera Serie.

Gabriel no es sólo un sucesor del antiguo pícaro, sino también uno de aquellos

héroes positivos, sometidos a toda clase de pruebas y absolutamente inocentes

que la novela por entregas había adoptado de modelos ingleses y franceses,

literariamente mucho más importantes, y que producía como antagonistas de

personajes absolutamente malvados. Estos dos aspectos se combinan entre sí

completándose con alternancia, como escribe Hinterhauser5

• El uno predomina

más sobre el conjunto estructural, el otro sobre el detalle anecdótico. Actúan

conjuntamente para hacer de Gabriel un personaje nada intelectual y profundamente

«aproblemático».

En un párrafo introductorio nos da el autor una idea del carácter principal

de Araceli. Después de hablar de su humilde origen, Araceli concluye:

Doy principio, pues, a mi historia, como Pablos, el buscón de Segovia; afortunadamente,

Dios ha querido que en esto sólo nos parezcamos6 •

El joven Araceli sabe primeramente su baja extracción social, al comienzo

de la Serie, cuando Rosita Gutiérrez de Cisniega no le conoce. Desde entonces

resultará totalmente distinto al pícaro, ya que se esfuerza continuamente en

mejorar su posición. Gabriel se mantendrá siempre separado de la chusma sin

ideales, mientras él mismo se incluye en el pueblo heroico. Así, nos muestra el

autor su fe en la libertad del individuo para encontrar un puesto en la sociedad.

Personajes como Amaranta y Santorcaz estarán colocados en su camino, a

propósito, para hacer más difícil su vida.

La primera Serie de los Episodios termina con un párrafo, en el que el

autor sintetiza la evolución del carácter de Gabriel y lo pone como modelo

para los jóvenes, los desgraciados y los que encuentran dificultades:

Adios, mis queridos amigos. No me atrevo a deciros que me imitéis, pues sería

inmodestia; pero si sois jóvenes, si os halláis postergados por la fortuna; si encontráis

ante vuestos ojos montañas escarpadas, inaccesibles alturas, y no tenéis

escalas, ni cuerdas, pero sí manos vigorosas; si os halláis imposibilitados para

realizar en el mundo los generosos impulsos del pensamiento y las leyes del

corazón, acordaos de Gabriel Araceli, que nació sin nada y lo tuvo tod07

361

La lección que encierra es que el que ha nacido sin nada puede luchar a

través de su vida y conseguir el éxito. El verdadero pícaro no hubiera seguido

seguramente los mismos derroteros que Araceli, que dió como resultado su

condición social ascendente. Su fin hubiera sido el olvido y la degradación, en

vez del honor y la respetabilidad.

Representante típico de la época

Gabriel Araceli, el héroe de los primeros diez Episodios, procede de una

familia pobre de la Caleta de Cádiz, y por su propio esfuerzo llega a obtener

altos puestos y entroncarse con la nobleza. Y precisamente, por esta evolución,

por este proceso personal, podrá convertirse en representante típico de aquella

clase social que, con la gran transformación sufrida en la época de la Revolución

francesa y de las guerras napoleónicas, había comenzado a presionar por

conseguir el poder. Es decir, representaba el ideal de progreso y de poder de

la clase media española del siglo XIX. Esta ascensión de Gabriel, de criado a

general, no era de ningún modo excepcional en los comienzos del siglo XIX

español, y, por lo tanto, tampoco inverosímil literariamente. En los mismos

Episodios, del duque de San Fernando, nos dice Galdós: «al principio de la

guerra era soldado raso, yen 1818 teniente general, duque, grande de España

y no sé qué más»8. Y del barón Eroles, escribe: «estudiante en 1808, y en 1816

teniente general»9. Es una observación muy exacta históricamente, de Galdós,

el hecho de que hiciera romper las barreras feudales, en primer lugar, por

medio de una ejemplar carrera militar.

Sin embargo, lo propiamente característico de la época, en la figura de

Gabriel Araceli, como dice Hinterhauser1o, queda a veces oscurecido por la

condición de novela popular y, por lo tanto, ahistórica, que adopta la acción

ficticia de la Serie. En los protagonistas de los Episodios posteriores, por el

contrario, resalta mucho más. Así, por ejemplo, en Salvador Monsalud, se

encarna el tipo de conspirador liberal característico de la primera mitad del

siglo. En Pepe Fajardo se realiza paradigmáticamente la feliz ascensión de una

minoría burguesa a las despreocupadas y distinguidas esferas de la nueva nobleza

de propietarios. En el dibujo del turbulento Calpena, arrebatado por la

moda romántica de la época, predominan los rasgos de carácter histórico y

cultural. En la figura de Vicente Halconero representa con su mentalidad y su

actuación la juventud burguesa revolucionaria de 1868. Finalmente, en el neurótico,

veleidoso y quimérico Tito, se refleja el estado político y vital del país

durante el reinado de Amadeo I y la primera República.

Los protagonistas de los Episodios poseen fisonomía intelectual, muestran

capacidad de abstracción histórica de conocerse a sí mismos y de comprender

el sentido de la época en que ellos actúan. Y sólo entonces, según algunos

críticos, justifican propiamente su función en la estructura de la obra 11.

De estas observaciones esquemáticas, referentes sólo a los rasgos esenciales,

se puede deducir que los protagonistas están configurados en múltiples

facetas. Habrá que decir que parecen recargados más que simples y primitivos.

Este reproche ha sido repetido por la crítica. Por ejemplo, Hans Heiss juzga

así la figura de Araceli:

362

No existe por él mismo, no es más que el indispensable espectador y contemporáneo;

nada más ... Uno no se preocupa de él más de lo que se preocuparía del

taquígrafo que recoge un discurso 12 •••

En la novela histórica española anterior a Galdós los héroes pertenecientes

a la aristocracia o a las clases acomodadas eran los protagonistas. En The Castillan

or the Black Prince in Spain (1829), publicada en inglés por un exilado

liberal, Telesforo de Trueba y Cossío, los personajes principales son nobles,

hidalgos y reyes. La conquista de Valencia por el Cid, de Estanislao de Kostka

Bayo, tiene por superhéroe al Campeador. Aún en las novelas que tratan de

tema histórico reciente, como El 2 de mayo, de Juan de Ariza (1845), los

héroes son Daóiz y Velarde, oficiales del ejército. Esta predicción por los héroes

de noble alcurnia aparece clara en el padre de la novela histórica, Walter

Scott.

Los movimientos sociales y políticos hicieron posible que el realismo llegara

a incluir toda la realidad social. Estos movimientos, que se inician en Europa

en el 48 y que dan al traste con la Santa Alianza, facilitan en España la Revolución

del 68 y sus consecuencias, y abren la puerta del poder a la clase burguesa

liberal. Galdós, liberal burgués, es quien, al impulso de tales movimientos,

da entrada en la novela a la masa popular. Gabriel la encarna en un principio,

pero trata de superarla procurando su encubrimiento por la adquisición de

principios sociales que coinciden con los de la clase media, a la que aspira a

pertenecer.

Forma autobiográfica

Araceli nos cuenta, en primera persona, casi todo lo que sucece en la primera

Serie de los Episodios. Veamos lo que opinaba Galdós sobre esta técnica.

Lo dice en el Prólogo, de la edición de 1885:

En la primera serie adopté la forma autobiográfica, que tiene por sí mucho

atractivo y favorece la unidad; pero impone cierta rigidez de procedimiento y

pone mil trabas a las narraciones largas. Difícil es sostenerla en el género novelesco

con base histórica, porque la acción y trama se construyen aquí con multitud

de sucesos que no debe alterar la fantasía, unidos a otros de existencia ideal,

y porque el autor no puede, las más de las veces, escoger a su albedrío ni el

lugar de la escena ni los móviles de la acción. Tales dificultades obligáronme a

preferir en casi todas las novelas de la segunda serie de la narración libre, y

como en ellas la acción pasa de los campos de batalla y de las plazas sitiadas a

los palenques políticos y al gran teatro de la vida común, resulta más movimiento,

más novela y, por tanto, un interés mayor 13 •

Da la impresión que comenzó a escribir la primera Serie, sabiendo las limitaciones

de la narración autobiográfica. Fue también duramente criticado por

su método. Pero cuando Araceli entra en acción, nos olvidamos de los inconvenientes

de Gabriel como personaje narrador.

La primera persona da una fundamental continuidad a la Serie, lo cual

hubiera sido imposible de otro modo. Esta unidad consigue que la unidad histórica

de la Guerra de la Independencia constituya el tema central.

363

La forma autobiográfida posee otra ventaja. El realismo suele darnos la

vida exterior de los personajes. Pero la autobiografía nos da, además, los pensamientos

internos, las creencias y las opiniones del protagonista.

Araceli ha sido criticado, porque está siempre presente en los lugares, en

que suceden los acontecimientos más importantes 14. Sin embargo, no siempre

sucede así, ya que en ocasiones, otros personajes nos describen los sucesos.

Los más significativos son los siguientes: Marijuán, contándonos los incidentes

de Gerona; Sursum Corda, relatándonos el primer sitio de Zaragoza; Cisniega,

describiendo la batalla del Cabo San Vicente; las cartas de Amaranta que nos

cuentan La batalla de los Arapiles.

Hay también importantes acontecimientos de la guerra, en los que Araceli

no está presente. Galdós con gran arte elige los más sobresalientes y manipula

los movimientos de Gabriel para que pueda enterarse de ellos.

Trafalgar le sirve como lógico punto de partida, ya que era el fracaso final de

la lenta decadencia del poder de España en el mar. Al mismo tiempo, nos indica

la locura de la alianza con Francia.Araceli está presente porque está su maestro

y por la natural atracción que la marina ejerce en la juventud. Su deseo de

mejorar su situación y la huida de su primera amarga experiencia en el amor le

conducen a Madrid y a La Corte de Carlos IV. Mientras Gabriel está en la

ciudad, la guerra comienza, El 19 de marzo y el2 de mayo, y el lector permanece

en suspenso hasta el fin de la novela, cuando Araceli es herido. Después de

sanar de sus heridas, el protagonista va en busca de su novia Inés y queda envuelto

en la batalla de Bailén. En compañía de Diego Rumblar, Araceli vuelve'

a Madrid con Napoleón en Chamartín. Es hecho prisionero, pero puede escaparse,

camino de Francia. Cerca de las posiciones españolas encuentra amigos. El

hecho de que aterrice en Zaragoza, en tiempo del segundo sitio, se explica porque

era una de las pocas ciudades que no estaban en manos enemigas. De lo

contrario, hubiera terminado, en Gerona. Por este tiempo, es miembro del ejército

y llega hasta Cádiz, la última fortaleza del Gobierno español. Cuatro de sus

compañeros son enviados a reforzar el ejército del Empecinado. Araceli no combatió

en las guerrillas, como pudiera haberlo hecho con Mina, Lacy, Merino,

Manso o Porlier. Pero el joven protagonista es Mayor, y como tal se encuentra

en el ejército y toma parte en la batalla de Arapiles o de Salamanca. Aquí

concluye la Serie. Como podemos ver esta serie de acontecimientos no es artificial

y el lector va de uno a otro con facilidad.

La principal objección que pudiera hacérsele a Galdós es que muy poca gente

pudo gozar de vida tan activa, en la guerra. Por eso tuvo que hacer con su protagonista

una excepción. Este dinamismo y movilidad de Araceli eran necesarios.

De lo contrario, hubiera resultado una novela monótona y aburrida.

Galdós podía haber escogido otros métodos que hubieran producido la misma

unidad. Así, tomar un personaje histórico, o varios narradores, o la técnica

del autor omnipresente. Con el primero Galdós hubiera perdido su valiosa

libertad de expresión, resultando una biografía histórica. Con el segundo, hubiera

roto la unidad de las Series y la consistencia en las opiniones expresadas.

El autor omnipresente hubiera hecho de los Episodios un texto de historia.

364

Los repetidos encuentros de Araceli con otros personajes no aparecen,

como manipulados y preparados por el autor, a no ser cuando resultan muy

repetidos. El talento de Galdós crea con ellos caracteres bien delineados, al

mismo tiempo que le sirven para introducir al progatonista, en distintas situaciones.

El principal inconveniente de esta forma autobiográfica es que el protagonista

se nos hace demasiado familiar y perdemos su visión como persona. Esto

dificulta el que nos pueda sorprender. No hay duda que las ventajas que este

protagonista-narrador proporciona al autor no repercuten del mismo modo en

el lector.

Independencias del personaje

La independencia del protagonista con respecto al autor está claramente

significada en el uso de la forma autobiográfica. El problema básico es que la

primera persona del narrador se debe distinguir de la del autor. Esto es a veces

muy difícil, pero necesario. De lo contrario, la novela hubiera resultado una

autobiografía. Galdós no hace nada por evitar el peligro de que al empezar los

Episodios, muchos piensen que el autor nos está contando su propia historia 15.

El fracaso de no distinguir al autor de Araceli se olvida a causa de la naturaleza

histórica de las novelas. El «Yo estaba allí» da a las Series un tono de autenticidad

y el mensaje se oye con más atención. Si las historias no estuvieran

localizadas en el tiempo y en el espacio, Galdós pudiera ser más severamente

criticado por esto. La independencia del personaje se salva algún tanto, porque

no se introduce Galdós en sus novelas. Solamente conocemos su presencia

como narrador o intérprete, pero no como manipulador.

Gabriel Araceli no es totalmente independiente de su autor por dos otras

razones. La primera, desde que es él el transmisor de las opiniones del autor,

los dos llegan a estar completamente identificados en nuestra mente, especialmente

por el marcado tono liberal de esas opiniones. En general, aparece esto

en los siguientes episodios: Trafalgar como fracaso final de la decadencia del

poder militar en España; La Corte de Carlos IV muestra del estado de degeneración

de la monarquía; El 19 de marzo y el 2 de mayo, como la violencia de

las masas y lo que esto supone para el futuro; Bailén, ataque al mito de la

invencibilidad francesa; Napoleón en Chamartín, la inconsistencia de los ideales

de España, defendiendo la mayor eficacia de los líderes nacionales; Zaragoza

y Gerona, símbolo de los días más importantes de la nación; Juan Martín el

Empecinado, análisis de las guerrillas, como gloria del individualismo español

y signo de la debilidad del Estado; La batalla de los Arapiles análisis final

demostrando que la autoridad es eventual y que ha fracasado, lejos de hacerse

respetar. Esta sugerencia didáctica de los Episodios hace al autor distanciarse

de lo que está escribiendo.

La última razón por la que vemos que Araceli no es independiente del

autor es el uso continuo que hace de llamadas familiares y personales al lector .

Esto lo hace para evitar el peligro de las 'detalladas y pesadas descripciones,

como «Quien no ha subido más que las escaleras de su casa no comprenderá

365

esto»16. Otras veces, hace que Araceli pida algo al lector: «se me permitirá que

hable un poco de mi persona» 17. Finalmente, aparece la petición para que el

lector dé credibilidad al tema: «¿no debe creerse ciegamente la palabra de un

hombre honrado?»18. En una ocasión Galdós usa una pausa cervantina muy

significativa, como cuando Araceli reflexiona sobre la diferencia entre lo que

sueña y lo que es reaF9. Una vez solamente hace que esta familiaridad con el

lector aparezca sorprendente. Es el caso de Gabriel, describiendo los acontecimmientos,

en la casa de Rumblar, mientras la condesa está fuera. Dice: «seamos

indiscretos y contemos lo que vimos ... »2o.

Evolución del protagonista

La primera Serie de los Episodios está situada en los siete años más formativos

de la vida de Araceli. En 1805, cuando la batalla de Trafalgar, comienza

Gabriel sus catorce años y alcanza los veintiuno, al fin de la Serie. En él observamos

una lenta evolución, realizada por el autor con habilidad y perspicacia,

aunque el lenguaje, a través de ella, permanezca constante sin cambiar. Esto

ha sido criticado.

It is highly improbable that semi-educated vagabons like Araceli or Marijuán

would use the polished language in which the story is told21

•••

Podemos creer que esta crítica no es más que la respuesta del autor a sí

mismo y está basada en una lectura descuidada de la novela.

Tampoco me hubiera expresado así en aquellos tiempos; pero téngase presente

que, en la época en que hablo, cuento algo más de ochenta años, vida suficiente,

a mi juicio, para aprender alguna cosa, adquiriendo asimismo un poco de lustre

en el modo de decir22

No hagamos mucho caso de esa crítica. Sabemos que el protagonista estaba

en íntimo contacto con la clase del pueblo que se esforzaba por mejorar su

lenguaje y su cultura, en general.

Antes de la batalla de Trafalgar, el protagonista es todavía un niño, pero

muy pronto adquiere el concepto burgués de la vida y de la patria. Posee

elementos del Romanticismo y de Rousseau, según escribe Hinterhauser23, con

un patriotismo y un sentimiento de la propiedad burgués. La nación es presentada

como

... el terreno en que ponían sus plantas, el surco regado con su sudor, la casa

donde vivían sus antepasados, el huerto donde jugaban sus hijos, la colonia descubierta

y conquistada por sus ascendientes, el puerto donde amarraba su embarcación

fatigada del largo viaje24 •••

Este concepto envuelve un materialismo menor que en las Series siguientes.

En el sentimiento colectivo del pueblo, luchando por un ideal. Hinterhauser

cree que Galdós vió a esta gente como la «burguesía hogareña» 25 . Como hemos

demostrado anteriormente, esta unidad de España fue hecha por gente más

numerosa y de más bajo nivel que esa burguesía.

Los horrores de la guerra están presentados a través de unos ojos no acostumbrados

a tal visión. Estos acontecimientos sirven para madurar rápidamen-

366

te el carácter de Araceli, llegado a la edad viril. Una vez que Gabriel alcanza

este estado, su personalidad se estabiliza y sirve como vehículo personal de las

opiniones de Galdós. El mayor cambio que observamos en él se debe a las

lecciones recibidas de su medio ambiente.

Amaranda, en La Corte de Carlos IV, enseña a Gabriel a ser cauto en el

amor de una vieja dama. Inés le advierte su presunción, en creer que es amado

por una condesa. Elle dice:

Ya habrás conocido que no quiero ser héroe de novela; si hubiera querido idealizarme,

fácil me habría sido conseguirlo, cuidando de encerrar con cien llaves

todas mis necedades y flaquezas ... Bien sé que a los ojos de muchos mi personalidad

estaría cien codos más alta si yo representarse en mí a un mozuelo desvergonzado,

pendenciero, atrevido, que a los dieciséis años de su edad hubiese

tenido tiempo y fortuna para matar en duelo a dos docenas de semejantes y

quitar la honra a igual número de doncellas, casadas o viudas, esquivando la

persecución de la justicia y la venganza de celosos padres o maridos. Todo esto

sería muy bonito: pero diré con el latino: sed nunc non erat hic locus26 •

Quizá sea este el párrafo más interesante relativo a Araceli, como carácter,

porque aquí aparece el credo del autor y del individuo. Esta es la manifestación

de los propósitos del hombre burgués que necesita oponerse a los caracteres

creados por la generación anterior de escritores. Araceli no es un Don Alvaro,

o Don Juan, ni tiene una naturaleza rebelde, ni una fuerte pasión, ni es el malo

de la novela romántica. Este ataque al héroe romántico se relaciona con la

defensa del realismo con el que Galdós intenta demostramos que la vida de

cada persona es interesante, igual que la del ciudadano burgués, de quien esperaba

Galdós fuera el principal lector de sus novelas.

Cosas hay en mi vida que parecerán de novela, aunque no creo que esto sea

peculiar en mí, pues todo hombre es autor y actor de algo ... 27

Esta declaración es semejante al principio que gobierna las novelas de Dickens

y las de los que le siguieron.

En La Corte de Carlos IV, Araceli comienza a adquirir una moral escrupulosa.

Gabriel descubre el honor burgués, del que se siente orgulloso de sí mismo

y se opone a la fastuosidad de la aristocracia romántica.

Al comienzo de la novela siguiente, El 19 de marzo y el2 de mayo, Araceli

se convierte en un muy juicioso joven:

.. .los contratiempos me habían dado alguna experiencia: conocía yo los rudimentos

de la ciencia del corazón, y el mío principiaba a reunir ese tesoro de desconfianza,

merced a las cuales medimos los pasos peligrosos de la vida28 •

Una objeción podía ser que Araceli ha evolucionado demasiado rápidamente.

Pero esto era importante para la trama, ya que necesitaba apreciar el valor

de su lucha por esos ideales.

En Napoleón en Chamartín vemos claramente que Araceli ha descubierto

el pleno sentido de la vida:

El hombre sin ideal es como el mendigo cojo, que, puesto en mitad del camino,

implora un día y otro la limosna del pasajero29

367

Zaragoza sirve al autor para testificar todas las cualidades que el joven

protagonista ha adquirido con su experiencia.

La escena entre Gabriel y Lord Gray es el triunfo de la clase media burguesa

sobre la alta clase romántica.

Yo amo lo recto, lo justo, lo verdadero, y detesto los locos absurdos e intenciones

soberbias. Allí donde veo un orgulloso, lo humillo; allí donde veo un ladrón,

le mato; allí donde veo un intruso, le arrojo fuera30•

Por matar a Lord Gray, Araceli es recompensado con el último título deseado

por un burgués: caballero. Nos encontramos, por consiguiente, con el hombre

moderno que ha conquistado al héroe romántico.

Aparecen muy raramente las descripciones llamadas en los últimos años

naturalistas. Solamente encontramos dos breves casos. Araceli borracho dice:

Escupí al cielo y le dejé sombrío ... Me metí la mano en el pecho, saqué el

corazón, lo estrujé como una naranja y se lo arrojé a los perros31 •

Otro caso es el análisis de las alucinaciones causadas por la fiebre. Nos

recuerda lo que Emilia Pardo Bazán había escrito los últimos años en Insolación.

Hay también unas vulgares situciones en la evolución del protagonista,

como al salvar a Miss Fly de su descarriado carruaje.

El muchacho que se maravillaba ante los barcos antes de la batalla de Trafalgar

es ahora capaz de realizar para Wellington una misión especial. Es Mayor.

Al retirarse, llega a Brigadier y después a General. Es un positivo héroe

con pasiones puras que no se permiten en una novela psicológica. La forma

autobiográfica unida a una acción dramática ininterrumpida, no le dejan quedar

nunca solo para meditar. Siendo protagonista de un serial novelesco siempre

está actuando y, si encuentra un momento de pausa, el autor nos lleva

inmediatamente a nuevos acontecimientos que le hacen actuar. Nunca se le

permite a Araceli elegir entre dos alternativas, porque siempre se decide por

lo más recto. De lo contrario hubiera dejado de cumplir la misión el autor le

había confiado.

La universalidad de Gabriel Araceli está en su mediocridad. Es una persona

normal, a quien puede emular un lector medio con facilidad. Su vida nos comunica

el mensaje de que el éxito se consigue siguiendo las buenas inclinaciones

de nuestra naturaleza: trabajo intenso, esfuerzo en mejorar nuestra suerte, norma

de alta moral, amor a nuestro prójimo y amor a nuestra nación. Las hazañas

de Gabriel están al alcance de toda persona. El lector desea saber el bien

que Araceli hubiera hecho en tiempo de paz.

La vida del protagonista es suficiente movida, con «suspense» y plausible

para agradar al lector moderno. Pero un análisis más profundo de las causas

que mueven estas acciones le hubieran hecho más atrayente. Y unas emociones

más fuertes le hubieran dado más interés.

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NOTAS

1 La Nación. Diario progresista, 9-111-1868.

2 Obras Completas, Episodios Nacionales, t. 1, introducción, biografía, etc., por Federico

Carlos Sainz de Robles, Madrid, Aguilar, 1941, p. 3. De esta ed. serán las notas.

3 J. CASALDUERO, Vida y obra de Galdós, Madrid, Gredos, 1961, p. 50. No hay duda que es

muy acertada la observación de Casalduero, en contra de la opinión anterior de otros críticos. Así,

por ejemplo, escribe GÓMEZ DE LA SERNA, en su obra España en sus episodios: «La peripecia

personal de Araceli no es el tema galdosiano ... y lo mismo hubiera podido poner a su servicio una

peripecia personal inversa -un aristócrata que degenera en pícaro- sin que el valor ni la sustancia

de su obra se hubieran alterado lo más mínimo» (p. 48).

4 Obras Completas, La batalla de los Arapiles, p. 984. Rafael Alberdi nos dirá que posee «la

chispa y el ángel de la más pura tradición picaresca española», «Un Episodio Nacional: Gerona»

«Cursos y Conferencias», Buenos Aires (1943).

5 H. HINTERHÁUSEN, Los «Episodios Nacionales» de Benito Pérez Galdós, Madrid, Gredos,

1963, p. 294.

6 Obras Completas, Trafalgar, p. 3.

7 Obras Completas, La batalla de los Arapiles, p. 985.

8 Obras Completas, La Corte de Carlos IV, p. 171.

9 Obras Completas, Zaragoza, p. 472.

10 Op. cit., p. 291.

11 Lukács ha defendido este punto de vista. Escribe: «La facultad de la creación poética de

expresar intelectualmente su concepción del mundo constituye un elemento muy importante y

necesario en la reproducción artística de la realidad. Una caracterización, que no abarque la concepción

del mundo del personaje descrito, no puede ser completa ... La concepción del mundo es

una profunda y personal vivencia de cada hombre en particular, una expresión altamente característica

de su ser interior, y refleja, a su vez, de manera significativa los problemas generales de la

época ... » Probleme des Realismus, Berlín, 1955, p. 61.

12 Spanien in den «Episodios Nacionales» von Benito Pérez Galdós, 1919, p. 82.

13 W. SHOEMAKER, Los prólogos de Galdós, México, Studium, 1962, p. 58.

14 L. BANNISTER WALTON, Pérez Galdós and the Spanish Novel of the Nineteenth Century,

London, 1927, p. 59.

15 H. CHONON BERKOWITZ, Pérez Galdós, Spanish Liberal Grusader, Madison, 1948, p. 102.

16 Obras Completas, La batalla de los Arapiles, p. 980.

17 Obras Completas, Bailén, p. 282.

18 Obras Completas, La batalla de los Arapiles, p. 972.

19 Ibid., p. 920.

20 Cádiz, p. 662.

21 WALTON, Op. cit., p. 59.

22 Obras Completas, Gerona, p. 566.

23 Op. cit., p. 167.

24 Obras Completas, Trafalgar, p. 11.

25 Op. cit., p. 169.

26 Obras Completas, La Corte de Carlos IV, p. 102.

27 Ibid., p. 160.

28 Obras Completas, El 19 de marzo ... , p. 185.

29 Obras Completas, Napoleón en Chamartín, p. 451.

30 Obras Completas, Cádiz, p. 682.

31 Ibid., p. 691.

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