BIOTIPOLOGIA y LENGUAJE GESTUAL -
EN DOÑA PERFECTA
Benito Madariaga de la Campa
E S Doña Peifecta, dentro de la obra de Pérez
Galdós, una novela en la que a partir de un conflicto ideológico se origina una desavenencia
familiar que termina de forma violenta. Es, por tanto, una obra rica en acción, sugerente y
de las llamadas de tesis, como fue ya definida en su época por Menéndez y Pelayol.
En Doña Perfecta se presenta la situación de un grupo humano con relación de
interdependencia, desiguales numéricamente en su enfrentamiento, con desventaja para el
protagonista, grupo en el que teóricamente debiera existir una atracción originada por lazos
familiares y el nivel cultural y social de los principales participantes. Sin embargo, no ocurre
así debido al distanciamiento ideológico que conduce, como decimos, a una situación de
conflicto. En Doña Perfecta se produce un drama, o tragedia en opinión de Rodolfo Cardona
y Stephen Gilman2, a partir de una provocación desdeñosa de los personajes dogmáticos
contra el protagonista que representa al poder central y al gobierno liberal, en contraposición
a la ideología que ostenta el grupo neocatólico simpatizante o partidario de los insurrectos
carlistas. Lo que comienza siendo un juego dialéctico va creciendo en tensión con el ataque
verbal originado por el lenguaje insidiaso del Penitenciario y la sincera ingenuidad de Pepe
Rey. Ello lleva al extremo de que Doña Perfecta llame blasfemo a su sobrino, lo que unido
a la sospecha de la huida de éste con su prima, provoca un desenlace trágico con la muerte
del protagonista.
Téngase en cuenta que los mismos títulos de los capítulos señalan ya la existencia de una
discordia o desavenencia en la obra, en la que el narrador se comporta como un observador
fisonómico que analiza las expresiones de los diversos personajes y su estado emocional.
Esta comunicación no verbal (posturas, gestos, expresiones faciales, etc.) nos indica y
señala la existencia de fuertes emociones que provocan transformaciones orgánicas y
estados de tensión. Pero, además, gran parte de la acción de esta novela se desarrolla en
interiores, prácticamente en el mismo lugar, la casa y la huerta de doña Perfecta, lo que
favorece a causa de los frecuentes encuentros, en un ambiente cerrado y extrañamente
familiar, una mayor conflictividad. Fernández Montesinos alude, con razón, a "una especie
de electrización de unos personajes por otros"3.
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Los tipos humanos que aparecen, en la obra están sometidos a un comportamiento
dependiente, en parte, de su constitución y de su temperamento, que les hace reaccionar ante
un estado de tensión psíquica. Pero aparte de la biotipología y de la fisognomía, a la que se
refiere Pérez Galdós aquí, y presente en otras obras suyas, existe también un lenguaje
corporal detectable en la mirada, la utilización de las manos, el cambio de color del rostro,
e, incluso, en actitudes nerviosas y descompuestas4•
A mitad de la novela, el narrador refiere la causa oculta de aquel conflicto y su interés
en averiguarlo, con estas palabras: "Nada más entretenido que buscar el origen de los
sucesos interesantes que nos asombran o perturban, ni nada más grato que encontrarlo".
y añade: "Cuando vemos arrebatadas pasiones en lucha encubierta o manifiesta, y llevados
del natural impulso inductivo que acompaña siempre a la observación humana, logramos
descubrir la oculta fuente de donde aquel revuelto río ha traído sus aguas"s.
Este es el motivo, precisamente, de que hayamos analizado estas expresiones corporales,
preferentemente del rostro, con que los diferentes personajes acompañan generalmente sus
palabras.
El autor-narrador utiliza la descripción fisiognómica como la parte más esclarecedora del
retrato de sus personajes, en los que señala su diferente tipología según Hipócrates y la
doctrina de los humores de Galeno.
En su época, la Fisognomía, término que aparece varias veces en el libro, 6 era una ciencia
que tenía plena vigencia entonces, ya que se creía que permitía conocer a las personas por
el rostro. Con anterioridad el P. Benito J. Feijoo había tratado ya el tema de la Fisonomía y
también estaba por entonces ampliamente difundida, en nuestro país, la doctrina de la
Frenología del Dr. Franz Joseph Gall. Por su parte, el Semanario Pintoresco Español había
publicado artículos referentes al tema7, que indudablemente debió de conocer Pérez Galdós.
En medicina, Hipócrates fue el primero en estudiar el carácter y la fisonomía, así como la
relación entre constitución y temperamento, lo que Galeno desarrolló, más tarde, con su
teoría de los humores8•
En literatura Honorato de Balzac, al que tomó en un principio de modelo Galdós, emplea
también en sus obras el término fisonomía9• Véase al respecto, Eugenia Grandet (1833)
donde se sirve, igual que nuestro novelista, de la comparación con personajes mitológicos.
Balzac realiza en esta novela, por ejemplo, una completísima descripción fisica de Grandet
donde nos proporciona datos de su altura, forma del cuerpo, rodillas y pantorrillas, de los
hombros y de la cara, especificando la barbilla, los labios, dientes, ojos y nariz. Luego nos
informa de la frente e, incluso del tono de su voz. A continuación, nos cuenta el carácter,
costumbres y maneras de ser del viejo Grandet, para terminar refiriéndonos a su forma de
vestir. Se puede asegurar que es una de las descripciones de personajes más completa de la
literatura realista del siglo XIXIO•
Pérez Galdós, siguiendo esta misma norma de descripción de los personajes, cuando trata
a don Pío Coronado, en la novela de El Abuelo ( 1887), nos informa de su estatura, del busto
y cuello, de las piernas y de la expresión de su rostro, del que destaca el bigote y los ojos. ,
Por último nos dice cómo viste. También da cuenta de su carácter y defectos. En el caso de
Benina, en Misericordia (1897), describe el color del rostro, la dentadura, el tono de su voz,
los ojos, la nariz, frente, dedos y manos, la expresión de su rostro y, fmalmente, la vestimenta.
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Igual que hace también Balzac, el novelista canario utiliza, con frecuencia, la comparación
humano-mitológica en sus personajes. Así, enDoñaPerfecta, el Marqués de Manzanedo
es Mercurio, Marte el Conde de Moltke, Orfeo es Verdi (pp. 105-106) Y doña Nicanora, en El
doctor Centeno, aparece irónicamente como una Venus de Médicis. De Augusta Cisneros dice
que tenía "la boca chiquita de las Venus griegas"!!.
Otras veces, se sirve para sus comparaciones de personajes históricos y de representaciones
artísticas o clásicas!2. Por ejemplo, de Carlos María Cisneros escribe que su perfil se
parecía al del Cardenal Cisneros y de Francisco Bringas que" era la imagen exacta de Thiers" .
En El amigo Manso, doña Cándida de perfil asegura que tenía algo de figura romana,
semejante a un busto de Marco Aurelio. A la señora Cruz, de Torquemada, la
compara en su grandeza con el Moisés y Pablo Penáguilas es un Antinoo, en
Marianela.
Concretándonos al caso de Doña Perfecta, Galdós utiliza el término complexión como
sinónimo de constitución y, en otras ocasiones, se refiere a la fisonomía de los personajes.
En La Fontana de Oro al hablar de D. Antonio Alcalá Galiano, dice que "en el conjunto de
la fisonomía había una clara expresión de noble atrevimiento". El retrato de D. Juan
Crisóstomo en Rosalia (obra inédita publicada en 1983) tiene unas resonancias quijotescas
al afirmar que era de carnes enjutas, cuerpo largo, de recia complexión, etc. De Caballuco dirá
también Galdós que era de "complexión recia".
En 1872 cuando escribe Un tribunal literario se refiere a la frenología al describir al
Duque de Cantarranas del que apunta que sus narices "llamaron siempre la atención de los
frenólogos por una especial configuración". Lo mismo ocurre en Gloria, donde emplea con
frecuencia el término fisonomía. Así de don Juan de Lantigua anota que era de "fisonomía
harto inteligente". A Gloria la describe como una fisonomía "parlante y expresiva" y de Rafael
del Horro asegura que tenía también una "fisonomía inteligente"!3.
Es posiblemente, en Doña Perfecta donde Galdós estudia de una forma clara los tipos
constitucionales clásicos según la teoría humoral. Fernández Montesinos intuyó esta
observación, si bien sólo alude a la abundancia de retratos y dice que en la obra "solo vemos
tipos"14. Más bien lo que hace Galdós es trazar estereotipos al encarnar en una textura
humana determinadas ideas, o arquetipos, según opina Gilman 1s• En este caso, serían tipos
en una construcción modélica. "A la mención de cada personaje -escribe Montesinos- sigue
indefectiblemente su pormenorizado retrato"!6. Pero además de los retratos, el novelista
canario introduce en Doña Perfecta la comparación o semejanza de personas y animales,
teoría establecida ya por Juan Bautista della Porta (1538-1615). Así, doña Perfecta es
identificada con la raza felina (p. 287), a Remedios la compara con un basilisco (p. 287),
"Caballuco" en el sueño es un dragón (p. 241) Y le ve también como un centauro y al
Penitenciario, en dicho sueño, su nariz le crece desfigurada hasta asemejarse "al pico de un
ave inverosímil" (p. 241).
mil BIBLIOTECA GALDOSIANA
Tipología de los personqjes
l.-Pepe Rey
En el Capítulo m, el autor presenta al protagonista masculino y los motivos que le
llevaron a Orbajosa. Con este pretexto refiere su ascendencia al informarnos de que era hijo
de un burgués que ejercía la abogacía en Sevilla, ciudad en la que cursó sus primeros estudios
en un colegio. Después se hizo ingeniero y realizó diversos viajes por el extranjero. Pero lo
que nos interesa, en este caso, es la descripción o retrato que hace de él en términos con
resonancias cervantinas: "Frisaba la edad de este excelente joven en los treinta y cuatro. Era
de complexión fuerte y un tanto hercúlea, con rara perfección formado, y tan arrogante, que
si llevara uniforme militar ofrecería el más guerrero aspecto y talle que puede imaginarse.
Rubios el cabello y la barba, no tenía en su rostro la flemática imperturbabilidad de los
sajones, sino por el contrario, una viveza tal que sus ojos parecían negros sin serlo. Su
persona bien podía pasar por un hermoso y acabado símbolo, y si fuera estatua, el escultor
habría grabado en el pedestal estas palabras: Inteligencia,fuerza (pp. 89-90).
Su complexión fuerte y hercúlea, unido a su inteligencia le incluirían actualmente en el
tipo atlético. Galdós nos describe a Pepe Rey como un arquetipo ("un hermoso y acabado
símbolo", en palabras del narrador, p. 90), al representar la belleza griega al estilo del Apolo
de Belvedere o el Apolo de Fidías. El novelista quiso poner su ideología liberal al tipo más
perfecto, mezcla de intelectual y de belleza física, en el que encarna la perfección humana.
Desde el punto de vista racial, puso especial interés en identificarlo por el color del pelo con
la raza anglosajona, aunque sus ojos fueran de tipo meridional.
Respecto a su carácter, se dice en la novela que era hombre atractivo y simpático, "sobrio
de palabras en las disputas", si bien "de hablar ingenioso", a juicio de su prima Rosario,
aunque su mayor defecto era "emplear, a veces, no siempre con comedimiento, las armas
de la burla" (p. 90). Pepe Reyes hombre que no disimula, dotado de un "profundo sentido
moral" (p. 90), retador y enérgico.
El Penitenciario le califica de "hombre del siglo" y su tía le acusa de ideas "antirreligiosas"
y más tarde de ateo (p. 209) Y blasfemo (p. 207).
2. - Doña Perfecta
Todavía más acabada es la descripción física, el carácter y la personalidad de la
protagonista femenina de esta novela. Algunos críticos de la obra literaria de Pérez Galdós,
entre ellos Francisco Giner de los Ríos, destacaron la maestría y fuerza con que el escritor
trataba a sus personajes femeninos. Doña Perfecta, en este sentido, obscurece a Pepe Rey,
que resulta demasiado normal.
Es casi al final de la novela cuando Galdós nos describe y descubre al personaje, del que
primero nos ha contado brevemente su vida. Dice que era, a la sazón, viuda después de
haberse casado con un rico propietario de Orbajosa, Manuel María José de Polen tinos, tipo
derrochador y mujeriego, que la deja en la ruina y con deudas. Es entonces cuando acude a
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su hermano, quien la ayuda a descargar "la casa del enorme fardo de sus deudas"
(p. 80).
Al describirla nos dice que era todavía hermosa y nos traza así los rasgos de su fisonomía:
"Negros y rasgados los ojos, fina y delicada la nariz, ancha y despejada la frente, todo
observador la consideraba como acabado tipo de la humana figura" (pp. 281-82). Sin
embargo, advierte la dureza de sus facciones y la soberbia de su carácter como los dos
elementos que le hacían ser "causa de antipatía".
Galdós nos indica claramente su tipo constitucional cuando escribe que "la desmejoraba
la intensa amarillez de su rostro, indicando una fuerte constitución biliosa (p. 281). Es decir,
doña Perfecta corresponde al tipo bilioso de Hipócrates y gracias a ello podemos reconstruir
el resto de su descripción morfológica. A este tipo correspondería una persona delgada, con
abundante cabello, de rasgos faciales duros y marcados y mirada expresiva. Los biliosos son
coléricos, enérgicos y autoritarios. El narrador corrobora este temperamento al decir que era
maestra en dominar y en hablar un lenguaje oportunista y adecuado a cada caso (p. 282).
Insistirá, sobre todo, en dos aspectos: en su "hechura biliosa" y su exaltación religiosa. En
efecto, los tipos biliosos suelen ser dogmáticos e incluso violentos l7• Don Cayetano
Polen tinos cuenta al final de la obra cómo se fue volviendo doña Perfecta cada vez más
amarilla, tal vez por "un principio de ictericia" (p. 294), lo que concuerda con la literatura
clásica de la constitución, según la cual el bilioso o colérico tenía su punto débil en el hígado l8•
En su caso, son los ojos, los cambios de color de su rostro y el temblor de los labios y de
la voz los que denotan los estados emocionales intensos de su persona. Si nos fijamos, por
ejemplo, en la mirada vemos con cuanta frecuencia doña Perfecta palidece en la novela (p.
250) cuando no está su rostro amarillo o se pone rojo como la grana (p. 203). En ocasiones
se aludirá a su rostro marmóreo (p. 200), es decir, a un semblante sin expresión y frío como
el de una estatua o se dirá que estaba pálida y ceñuda (p. 245). En este caso a la palidez
característica de un cambio de color por un estado emocional se unirá el fruncimiento de la
frente y cejas en señal de enojo.
La palidez, dice Morris 19, es parte del sistema de acción preparatorio de un enfrentamiento.
En cambio, cuando existe irritación enrojece indicando que ha rebasado la primera fase. En
doña Perfecta ocurre al revés ya que "se puso primero encendida, pálida después" (p. 175).
En este caso, pues, termina con una palidez peligrosa, como signo de huida o ataque. Es,
entonces, un retorno al primer estado indicador de que no había terminado el momento
emotivo causante de la palidez y del enrojecimiento facial.
Tan expresivo como el rostro y sus cambios en el sistema sanguineo, es la mirada que,
en el caso de doña Perfecta, denota su fuerte personalidad, que el narrador advierte cuando
al referirse a los ojos de la protagonista, por los que dice "asomaba la febril impaciencia de
su alma" (p. 172), advierte que tienen en aquella ocasión de conflicto una "luz singular" (p.
172).
El caso no es solo en ella y abundan en la novela miradas escrutadoras, de modestia y
dulzura, de reto o de superioridad.
Después del rostro es, posiblemente, la mano quien denota la expresión junto con la voz.
En la novela que comentamos doña Perfecta pone la mano en el hombro como signo de
confianza (p. 149) o se cubre el rostro con las manos, corte con el que bloquea la tensión que
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la hace sollozar (p. 203). Resulta más expresiva cuando le da una fuerte palmada en el
hombro al centauro como signo de confianza y de dominio o cuando cruza las manos
clavándose los dedos de la una en la otra hasta hacerse sangre en un ademán de agresión
autodirigida (p. 239), que en otras ocasiones se contiene al arrojarse en el sillón y apretar
los dedos contra la madera de los brazos del mueble (p. 250). El narrador nos indica el
significado barrera de este otro gesto de actitud defensiva cuando la protagonista le dice al
Penitenciario: "Yo me defenderé como pueda -dijo con resignación y cruzando las manos
doña Perfecta" (p. 224).
El temperamento colérico del bilioso se acusa también en el temblor de sus labios (p. 203)
o el r lOrder del pañuelo (p. 210) Y en el tono de su voz cuando al ordenar la muerte de su
sobrino "su voz vibraba con acento terrible" (p. 287).
En este lenguaje del cuerpo aparece en doña Perfecta también el pie que, en momentos
de contrariedad y enfado, golpea el suelo con fuerza y le hace, incluso, dar pasos semejantes
a saltos (p. 286).
3.- Don Inocencio Tinieblas
El Penitenciario constituye el tercer personaje principal de la novela del que el narrador
nos traza su retrato físico y temperamental. De esta manera nos dice que era sacerdote, hijo
de un sacristán de la localidad quien desempeñaba a la sazón su cargo de Penitenciario en
la catedral y es profesor de latín en el Instituto.
Destaca como rasgo de su carácter que era "hombre muy experto en el disimulo" (p. 172),
sagaz y diestro en el manejo del lenguaje irónico. Antes de conocer a Pepe Rey ya estaba
predispuesto contra él y al percatarse de su llegada, su único juicio es despectivo: "-Vamos,
ya está ahí ese prodigio" (p. 91). Su capacidad para el disimulo le hace mantener, bajo su
expresión de modestia y dulzura, un carácter mordaz. No es abundante ni completa, por el
contrario, la descripción física y únicamente nos dice que pasaba de sexagenario, que
utilizaba anteojos, tenía el labio inferior saliente y húmedo y las cejas fruncidas y
blanquinegras.
Sus actitudes corporales parecen las propias del tipo flemático. Los únicos indicios están
en el labio inferior y en el hecho de que el narrador nos dice que se expresaba flemáticamente
(p. 258)2°.
Su semblante serio e inmutable, en el que esboza en ocasiones una son risilla, hace que
doña Perfecta le compare con el de una máscara. Su costumbre de sostener el manteo con
ambas manos sobre el abdomen o de cruzarlas sobre el pecho, las dos típicamente clericales,
se van a dar también en el Magistral de La Regenta, quien cruzaba también las manos sobre
el vientre21 • Los flemáticos, según Heymans22 mantienen una conducta religiosa basada,
preferentemente, en la moral, lo que unido a su sentido del humor favorece, en este caso,
su identificación biotipológica.
A raíz de la muerte de Pepe Rey, don Inocencia se convierte en un personaje acongojado,
melancólico y taciturno que se aisla. Curiosamente el semblante de máscara, tal como le ve
doña Perfecta, es típico en la melancolía o en la depresión.
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La insidia de este personaje se advierte a través de sus ojos de los que asegura el narrador
que tenían la expresión de modestia y dulzura (p. 130) Y la costumbre de mirar por encima
de los espejuelos.
En el momento de la fuerte discusión con su sobrina Inocencio cruza las manos (p. 264)
Y después rendido se deja caer en un sillón inclinando la cabeza sobre el pecho. Adviértase,
al principio, el signo barrera, que al continuar la agresión verbal de la sobrina le hace temblar
y sudar (p. 265) para resignarse y pedir el favor divino en tan comprometida situación. Es
únicamente ante el grave conflicto familiar cuando este personaje se descompone en la
intimidad y no guarda su habitual compostura inalterable, tal es el caso de cólera en que al
hablar se delató, ya "que se le trababan las palabras en la boca" (p. 216).
En otro trabajo nuestro sobre esta misma obra23, señalábamos cómo los principales
personajes de la novela pudieron haber sido tomados de la vida real. A este respecto
puntualiza F. Montesinos: " .. .las figuras centrales, aunque poco estudiadas y explicadas son
demasiado verdaderas para no haber sido observadas en alguna realidad rural castellana o
cantábrica"24.
A nuestro juicio, la figura del Penitenciario pudiera estar sacada del que fue profesor de
latín de Menéndez Pelayo en el Instituto de Enseñanza Media de Santander, don Francisco
María Ganuza, excelente latinista y buen conocedor de Horacio. En la novela que comentamos
se dice que "era maestro de Latinidad y Retórica en el Instituto, cuya noble profesión
dióle gran caudal de citas Horacianas" (p. ??7).
Cuando Pérez Galdós adapta Doña Perfecta al teatro en 1896, le confirma a su amigo
Tolosa Latour su deseo de hacer a Don Inocencio seglar (profesor de latín), si bien le añade
que no resultaba tan bien como siendo clérigo, por lo que al fin le presenta como canónigo
y humanista25.
Don Inocencio es uno de los personajes más logrados de la novela, junto al tipo femenino
de doña Perfecta, de la que era amigo y confesor.
En realidad, la confrontación del Penitenciario con Pepe Rey, hombres ambos de carácter
diametralmente opuesto, dará origen al conflicto en el grupo amistoso-familiar. Don
Inocencio sabe disimular y aparentemente no se altera, a la vez que conserva su flema y el
semblante serio e inmutable. Apenas hay alteraciones en su rostro, excepto la f,onrisa, unas
veces irónica y otras benevolente y solo ríe con expresión de triunfo cuando c':e;! coger a Pepe
Rey en un supuesto fallo. El Penitenciario, como él mismo dice, tiene el fuego dentro, pero
no se muestra al exterior, como en caso de su contrincante dialéctico, que no sabe disimular.
Pepe Rey, por el contrario, tiene la risa franca, se pone pálido con facilidad (pp. 140-170),
frunce el ceño (pp. 132-133) Y sus ojos lanzan una mirada de reto e, incluso, ante lo que
considera una arbitrariedad da un puñetazo en la mesa (p. 177), forma de agresión desviada
que no se produce nunca en el Penitenciario, lo mismo que el levantar el brazo señalando
el cielo (p. 207), gestos dramáticos ajenos al carácter del anciano sacerdote, quien se limita,
como Pilatos, a lavarse las manos.
El contacto como medio de comunicación no verbal aparece, igualmente, en este
personaje con un significado de aparente benevolencia, cuando después de una de las
discusiones con Pepe Rey se mostró tan lisonjero con él que se dignó "agraciarte al salir con
una palmadita en el hombro" (p. 112).
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4.-Jacinto
Quizás sea este uno de los retratos más conseguidos de la novela y también más fáciles
de catalogar desde el punto de vista de su biotipo constitucional.
Hijo de María Remedios Tinieblas, sobrina del Penitenciario, debió de heredar con mayor
intesidad las características de su tío, ya que el narrador realiza esta cabal descripción del
precoz personaje, joven de veinte años: "Tenía Jacinto semblante agraciado y carilleno, con
mejillas de rosa como una muchacha, y era rechoncho de cuerpo, de estatura pequeña,
tirando un poco a pequeñísima, y sin más pelo de barba que el suave bozo que lo anunciaba"
(p. 120).
Abogado de profesión, con un expediente brillante, su gran amor al estudio y su "moral
severa" le hacían prometer un seguro triunfo en la carrera de la abogacía en la que se había
doctorado. Sin embargo, el narrador alude a su "vanidad pueril" y "pedantería fastidiosa"
(p. 122) como únicos defectos de aquel joven modelo. Según la clasificación de Hipócrates
le podemos incluir en el tipo linfático o flemático, individuo, en este caso, con pubertad
retrasada e insuficiente desarrollo endocrino sexual, en los que se da con frecuencia la
dedicación política o religiosa y cuyo futuro se atreve a vaticinar el narrador como el de "un
distinguido patricio, o un eminente hombre público" (p. 121).
El deseo de su madre de casarle con Rosario Polen tinos, la hija de doña Perfecta, será
uno de los motivos de la solapada trama de su madre y de su tío contra Pepe Rey.
5. - Rosan"o Polentinos y Rey
Bien distinto al de su madre es el temperamento de la hija de doña Perfecta, en la que
retrató Pérez Galdós el tipo melancólico, carente de energía y vitalidad. De Rosario nos dice,
en la presentación de la novela, que era "una muchacha de apariencia delicada y débil, que
anunciaba inclinaciones a lo que los portugueses llaman saudades", es decir, a la nostalgia.
y continúa describiéndola en su físico y en el carácter, al decir que tenía un "rostro fino y
puro", con expresión "de dulzura y modestia", mujer dotada, por otro lado, de una
transparencia espiritual parecida a la de su rostro26• Galdós la retrata como una persona
frágil, vergonzosa, pusilánime e insegura que llora, tiembla, sufre pesadillas y se desmaya
con frecuencia. El narrador la ve triste y melancólica (p. 136), debido, según confiesa su
madre, a que le daban accesos de melancolía que, a lo que parece, tenían un origen familiar,
ya que su tío alude en un momento de la novela al "delicado sistema nervioso de Rosarito"
(p. 177). Ella misma se refiere a "las manías congénitas" de la familia (p. 185).
A raíz de la muerte de su primo termina en un manicomio "perdida la cabeza" con
síntomas de incoherencia psíquica y delirio que se presentan como un caso de locura.
Las expresiones no verbales de este personaje están en consonancia con su temperamento
y personalidad. Se caracteriza por situaciones que denotan ansiedad ("se retorcía los
brazos", p. 285, "con los ojos fijos en la puerta" p. 135), vergüenza o pudor ("Rosario se puso
muy encendida" p. 124), etc. Pero las más frecuentes se refieren a la mirada que es amistosa
cuando se dirige a su primo (p. 132), de ansiedad, como hemos referido, o de depresión
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cuando cierra los ojos y apoya la frente en la palma de la mano (p. 118). También son
frecuentes en ella los contactos amorosos de las manos con su primo (p. 181), estrechada
y llevada en sus brazos (p. 183) o besada por él (p. 182); manos frías y húmedas, propias
de este personaje inseguro que busca amor y protección en su novio, en cuyo pecho apoya
la frente (p. 185).
Este sensible personaje femenino, que tiembla y se desmaya, dice en un momento estar
acobardada y fascinada. Su inseguridad la hace oscilar entre los dos amores sentidos a su
madre y a su primo, buscando solución al conflicto de la oposición entre ellos en la fe
religiosa.
6.- Cristóbal Ramos, alias "Caballuco"
En el catálogo de personajes masculinos que aparecen en la obra, "Caballuco" es descrito
por Galdós como cabecilla de la facción y "una de las figuras más caracterizadas de la rebeldía
histórica de Orbajosa" (p. 218). Al describirle nos indica claramente el narrador su
temperamento, derivado de su complexión sanguínea, cuando dice: "Volviose nuestro
viajero y vio un hombre, mejor dicho, un centauro, pues no podía concebirse más perfecta
armonía enre caballo y jinete, el cual era de complexión recia y sanguínea, ojos grandes,
ardientes, cabeza ruda, negros bigotes, mediana edad, y el aspecto en general brusco y
provocativo, con indicios de fuerza en toda su persona" (p. 79). En consonancia con el tipo
sanguíneo, Cristóbal Ramos es apasionado, enérgico, decidido y violento. Galdós le compara
con un centauro, mitad hombre y mitad animal, excelente jinete dotado de una gran fuerza fisica.
La primera impresión que saca de él Pepe Rey cuando le conoce, es que "vió a un hombre,
mejor dicho un centauro". El tío Licurgo lo confirma cuando le define como "un hombre muy
bravo, gran jinete, y el primer caballista de todas estas tierras a la redonda" (p. 80) yel
Canónigo le llama "rudo caballista". Por otra parte, es un hombre de semblante hermoso
("hermosamente salvaje", p. 173), con un cuerpo hercúleo, capaz de romper una mesa con
un golpe de su puño. Galdós alude a su brutalidad (p. 236) y, aunque no lo diga claramente,
insinúa que era jefe de una partida carlista, como él mismo se lo confirma a doña Perfecta
cuando le dice: "pero tengo mucha gente honrada, sí, señora, y buena, sí, señora, y valiente,
sí, señora, que está desperdigada por los caseríos y las aldeas, por arrabales y montes, cada
uno en su casa, ¿eh? Y cuando yo les diga la mitad de media palabra, ¿eh?, ya están todos
descolgando las escopetas, ¿eh? y echando a correr a caballo o a pie para ir a donde yo les
mande ... " (p. 227).
En el lenguaje corporal "Caballudo" aparece con actitudes de fuerza, pálido, serio y
cecijunto y cuya mano representa la violencia. Sus ojos verdes tienen un extraño resplandor
felino y Rosario, en su sueño, le ve como un dragón, con el simbolismo del poder destructor,
monstruo contra el que lucha el caballero.
Este personaje, al menos en nombre, tuvo una correspondencia real en el cabecilla
"Caballuco", cuya área de incursión estuvo en la zona de Valmaseda (Vizcaya) y cuyo
nombre adoptó Galdós en el libro 27. "Caballuco" nos recuerda un tanto, al Antón Caballero
de La Fontana de Oro, "de formas colosales y bastas", gallardo, audaz y violento.
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7.- Maria de los Remedios Tinieblas, alias "Suspin'tos"
El papel de María de los Remedios, pese a ser secundario en la novela es, posiblemente,
uno de los más decisivos en el desenlace de la obra que estudiamos ahora. Sobrina del
Penitenciario y madre de Jacintito era, según nos informa el narrador, una mujer viuda,
todavía lozana, servicial y piadosa, gobernante de la casa de su tío. En el aspecto relig~oso
practicaba caridad, si bien resultaba piadosa con mojigatería.
La costumbre de llorar y suspirar constituía en ella un hábito frecuente, de donde provino
el apodo que le dieron las niñas de Troya. Las alternancias de su carácter la convertían, muy
de tarde en tarde, en una persona irascible y agresiva.
Lavandera, en otra época, en casa de doña Perfecta, su máxima aspiración era casar a
su hijo con la hija de su antigua señora. El narrador nos cuenta que, en este sentido, tenía
un comportamiento moralmente esquizoide, ya que para conseguirlo era buena y mala,
religiosa y humilde o terrible y osada (p. 257). Ella sugiere la agresión que lleva a la muerte
al contrincante de su hijo y para ello somete a un estado de presión a don Inocencio, con el
que tiene un duro enfrentamiento familiar, que logra descomponer el carácter habitualmente
afable y comedido de su tío, al que hace, incluso, temblar y sudar y provocar, a la larga, un
conflicto en cadena que termina con la muerte de Pepe Rey.
María Remedios es, según la descripción de Galdós, una persona ambiciosa, socialmente
resentida y capaz de cualquier determinación cuando se trata, como en este caso, de
conseguir su propósito.
8.- Don Cayetano Palentinos
Don Cayetano Polen tinos , cuñado de doña Perfecta, representa en la novela al sabio
estudioso y bibliómano. Físicamente era alto, flaco y de mediana edad y, como Anselmo, el
protagonista de La sombra, "comía poco, bebía menos" (p. 102). Buen rebuscador en las
bibliotecas y hombre culto, se sugiere también una pedantería en el modo de expresarse "con
una corrección alambicada" (p. 101). El narrador subraya su manía libresca que le había
llevado a formar una de las principales bibliotecas de España y a practicar sus aficiones de
arqueólogo. Don Cayetano es también un cronista de Orbajosa, dedicado a la investigación
de los personajes, ilustre y enamorado "de esta noble tierra", como él dice, en la que puede
apreciarse "el carácter nacional en toda su pureza" (p. 179).
Galdós utiliza con este personaje su fina ironía, posiblemente inspirado en Santander,
donde tanto abundaban los estudiosos de noblezas e hidalguías.
9.- Pedro Lucas, alias "Licurgo"
Cuando el narrador nos presenta este personaje, vemos cómo en la descripción física
destaca el color de la piel y del rostro que nos indica su procedencia campesina y luego se
fija en su estatura que compara con un chopo, si bien apunta su aspecto desgarbado y los
IV CONGRESO GALDOSIANO _
ojos de los que dice eran sagaces en un rostro astuto. "Volvióse y vió una obscura masa de
paño pardo sobre sí misma revuelta, y por cuyo principal pliegue asomaba el avellanado
rostro astuto de un labriego castellano. Fijase en su desgarbada estatura, que recordaba el
chopo entre los vegetales; vió los sagaces ojos que bajo el ala del ancho sombrero de
terciopelo raído resplandecían; vió la mano morena y acerada que empuñaba una vara, y el
ancho pie que, al moverse, hacía sonajear el hierro de la espuela" (p. 70).
Pablo Lucas representa en la novela al aldeano astuto y pleitista, tan común en tierras
de Cantabria, y al que se había referido ya en otros escritos suyos.
10. - Otros personqjes
El novelista presenta también en la obra, en un papel más secundario, algunos tipos del
mundo de Orbajosa de los que realiza Galdós el retrato en pocas palabras. Así, el Dean de la
catedral de Orbajosa es un caso patológico de obesidad que nos recuerda, un tanto, a don
Silvestre Entrambasaguas en lo físico y a Nicolás Rubín en lo encendido de su cara.
No menos magistral es la semblanza 'de don Juan Tafetán, tipo Tenorio semejante al de
Cayetano Guayaquil de Rosalía, del que destaca su afición a las mujeres, a pesar de su aspecto
ridículo con "su carilla bermellonada, su bigote teñido de negro, sus ojuelos vivarachos, su
estatura mezquina, su pelo con gran estudio peinado para ocultar la calvicie" (p. 154). Las
maneras afables y simpáticas y el gracejo en su conversación cuenta el narrador que le
habían hecho ser, en otra época, "un Tenorio formidable", si bien en esos momentos no era
sino un viejo verde.
El juez de Orbajosa es otro de los tipos que desfilan por la obra, ejemplo, en este caso,
de funcionario ambicioso, inexperto y presuntuoso "mozalbete despabilado, de estos que
todos los días aparecen en los criaderos de eminencias, aspirando, recién empollados, a los
primeros puestos de la administración y de la política" (p. 137).
Tienen también un papel destacado en la novela las tres hermanas, llamadas las niñas
de Troya, María Juana, Pepa y Florentina, hijas de un Coronel de Estado Mayor de la plaza
que al morir se llevó la llave de la despensa. Pese a parecer honradas y trabajar, el hecho de
ser "chismosas, enredadoras, traviesas y despreocupadas" (p. 157) les había dado mala
fama en Orbajosa. El narrador da pie para suponer si era su libertad, incluso amorosa, lo que
motivó que estuvieran proscritas, si bien apunta la existencia de algún posible motivo de
escándalo. Galdós al referir sus ocupaciones de la costura apunta subrepticiamente que entre
la ropa que arreglaban había una sotana (p. 159).
Conclusiones
1 Q) En Doña Perfecta, novela rica en la descripción de caracteres, Pérez Galdós se sirve
de la tipología de Hipócrates y traza unos estereotipos de acuerdo con el papel de cada
personaje en la obra. Así, Cristóbal Ramos corresponde al tipo sanguíneo, Doña Perfecta al
bilioso, Pepe Rey al atlético, al flemático el Penitenciario y al melancólico Rosarito.
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
22) En su mayor parte la novela se desarrolla en interiores (casa de doña Perfecta,
domicilio de don Inocencio, Casino del pueblo, casa de las niñas de Troya, etc.), lo que
favorece el choque conflictivo del protagonista con doña Perfecta y el círculo de amigos sobre
los que ejerce su influencia.
32 ) Las discrepancias contra Pepe Rey de matiz cultural e ideológico, se refuerzan al ser
considerado un enemigo político y religioso.
4Q
) Pérez Galdós se sirve para la descripción de los personajes, principales y secundarios,
de modelos realistas típicos en la novela decimonónica, si bien utiliZa. préstamos de otros
personajes anteriores a los que modifica lige.ramente. Otras veces emplea comparaciones
mitológicas o de personajes históricos, lo que puede sugerir la posible utilización para sus
descripciones de libros con ilustraciones, aparte de su costumbre de dibujar los personajes
creados.
5Q
) La abundancia de situaciones conflictivas provocan estados de una gran tensión
emocional en los personajes, lo que se refleja, aparte de en los diálogos, en actitudes
corporales y un lenguaje gestual en consonancia con el desenlace trágico.
6Q
) Al actuar con estereotipos, utiliza símbolos llevado por su pretensión pedagógica
propia de las novelas de tesis, por lo que al hacer una clasificación galénica se aparta del
realismo de la vida donde los personajes suelen ser ambiguos y equívocos.
IV CONGRESO GALDOSIANO 1m
Notas
1 Discursos leidos ante la Real Academia Española (Madrid, 1897). Ver el de contestación de M.
Menéndez Pelayo, p. 71.
2 R. Cardona, Introducción a Doña Perfecta (Madrid: Cátedra, 1982) 43. Para S. Gilman, Galdós
yel arte de la novela europea, 1867-1887) (Madrid: Taurus, 1985). Ver apéndice 1I, p. 372.
3 Galdós, 2i ed. (Madrid: Castalia, 1980) 182.
4 En este sentido, es Rosalia una de las novelas con un abundante lenguaje gestual y corporal.
5 Doña Perfecta, edición de Rodolfo Cardona (Madrid: 1982) 254. Todas las referencias de la obra
se harán por esta edición.
6 Por ejemplo, el narrador alude a "la marrullera fisonomía del tío Licurgo (p. 95) ya los síntomas
fisiognómicos de doña Perfecta (p. 172).
7 Fray Benito J. Feijoo, "Fisionomía", en Obras escogidas (Barcelona: Biblioteca Clásica Española,
1884) 159-187, "El Doctor Gael" , SemanarioPintorescoEspañoln2 26 del 25 sept. 1836, pp. 211-212
Y "Fisonomía. La nariz" ,Semanan·o Pintoresco Esp. , nQ 20, 14 agosto 1836, pp. 163-165. El tema había
sido tratado por Giovanni Battista delta Porta, De humana phisiognomia (Sorrento, 1586). Respecto
a la Frenología en la literatura, ver el artículo de Marta G. Krow-Lucal, "Balzac, Galdós and Fhrenology",
Anales Galdosianos, XVIII (1983) 7-14.
8 Oeuvres completes d'Hippocrate, t. V (París: Bailliere, 1846). Ver Physionomie pp. 129-133 Y
Physiognomonique pp. 133-139.
9 "Fisionomías burguesas" (p. 11), "su fisionomía morena" (p. 44), "esta fisionomía tranquila"
(p. 79) Eugenia Grandet (Barcelona: Ed. Orbis y Origen, 1982).
10 ¡bid. pp. 21-23.
11 Para el índice de personajes mitológicos en Fortunata y Jacinta puede verse de Pedro Ortiz
Armengol, Apuntaciones para "Fortunatay Jacinta (Madrid: Ed. Universo Complutense, 1987) 553.
12 Véase, sobre este particular, "Referencias clásicas en Doña Perfecta de Stephen Gilman, o. c., pp.
363-377. Es muy posible que Galdós se sirviera para la descripción de sus personajes de los retratos de
los personajes históricos que ilustraban algunas publicaciones. De hecho necesitaba tener presentes
modelos reales y solía realizar un dibujo del personaje.
13 Gloria (Primera Parte) Madrid: Hernando, 1920, pp. 12, 14 Y 53.
14 Galdós, 1, p. 185.
PIEl BIBLIOTECA GALDOSIANA
15 O.C., p. 277. Francisco Pérez Gutiérrez dice también que "toda Orbajosa adquiere dimensión de
arquetipo" (El problema religioso en lageneración de 1868, p. 221).
16 O.c., p. 191.
17 C. Rqdríguez-Marín Reimat, Los tipos humanos. Caracterología y temperamento (Madrid:
Quorum, 1986) 28.
18 Leo Talamonti, Guía del carácter (Barcelona: Martínez Roca, 1969) 275
19 Desmond Morris, El hombre desnudo. Un estudio objetivo del comportamiento humano
(Barcelona: Círculo de Lectores, 1984) 168.
20 El tipo linfático se caracteriza según S. Bandet, M. Ch. Pean y F. Gauquelin por tener la boca" con
el labio superior inflamado y el inferior blando y ligeramente caído". La expresión beatífica, común en
ellos, coincide COD la habitual benevolencia y trato afable, fino y comedido que el narrador atribuye al
Penitenciario. (Conocer a los demás por el cuerpo. Lo que revela: la personalidad y el carácter (Madrid:
Mensajero, 1979) 15.
21 Don Juan de la Puerta, sacerdote católico que aparece en Rosalía nos recuerda también en sus
actitudes a don Inocencio: "cruza las manos y entornó los ojos un breve momento" (p. 60). Don
Inocencio tiene, como hemos visto, el hábito de cruzar las manos sobre el pecho, y bajar la vista al
inclinar la cabeza. Otro sacerdote, don Remigio Diaz de la Robla (Halma) , bajaba la cabeza para mirar
por encima de los vidrios, costumbre habitual, como se ha dicho, en don Inocencio.
22 Citado por Carmen Rodríguez-Marín Reimat, o.c., p. 49.
23 "Resonancias santanderinas en Doña Perfecta, de Galdós", Bol de la Biblioteca de Menéndez
Pelayo, enero-diciembre 1985: 217-236.
24 Ob. cit., p. 188.
25 Ruth Schmidt, Cartas entre dos amigos del teatro: Manuel rolosa Latour y Benito Pérez Galdós
(Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1969, 96 Y 99.
26 El P. Feijoo alude a la teoría fisionómica que supone a los muy blancos, débiles y tímidos. En la
novela el narrador dice que el Rostro de Rosario era transparente comparable al nácar o al marfil.
Resultaría interesante ver las coincidencias fisionómicas entre Rosario Polentinos, Rosalía y Lucrecia
Richmond de El Abuelo.
27 El Globo, 23 de febrero de 1876.