GALDOS ANTE EL TOPICO 11

y LA AFECTACION ESTILISTICA

Isabel Román

A Robert Russell y Rodolfo Cardona

o ueremos tratar aquí lo que nos parece un

~ verdadero subtema en la producción de Galdós: la sátira del lugar común, de los fraseologismos

que hinchan la expresión, de toda manifestación de "discurso repetido", así como de

cualquier modalidad de lenguaje retórico o afectadol

.

De toda la obra galdosiana se desprende un amplísimo censo de personajes -protagonistas,

secundarios, de aparición efímera e incluso meras caricaturas verbales en función de la

sátira- cuyo discurso es un simple encadenamiento de fórmulas, clichés atrapados en

diversas fuentes, etc., que vienen a sustituir el ejercicio del raciocinio propio. Junto a ellos,

otro grupo de personajes está caracterizado como portador de la conciencia del autor ante

la afectación y la escasa creatividad lingüística, según se verá.

No haremos en este lugar sino unas calas dentro del abrumador material que nos ofrecen

las obras, suficientes para corroborar que la sensibilidad lingüística de Galdós es extraordinaria

y consustancial a su carácter. Precisamente, en el prólogo a La Regenta, uno de los

aspectos que llaman su atención como dignos de elogio es "su vena satírica, aquella gracia,

digna de Quevedo, con que persigue los lugares comunes de la conversación de la literatura

ripiosa y del periodismo. En esto es V. iniciador"2.

Tras los estudios de J. Gimeno Casalduero, actualizados por S. Gilman, los críticos han

comprendido que la aparición de los tópicos puede ir más allá del mero realismo oral, de

transcripción. Gilman, siguiendo las propuestas de Gimeno, recuerda que éste intentaba

analizar si los tópicos no contribuirán a "revelar la radical vaciedad de la vida social y política

española a fines del siglo XIX", si no nos estarán descubriendo que, a los ojos de Gc:t1dós, la

sociedad española del siglo XIX vive por entero del tópico y mediante él "siente, piensa y habla"3.

Galdós se servirá -no sólo en la palabra de los personajes, sino en las voces de sus

narradores, tan a menudo paródicas- de muy diversas fuentes de clichés: la oratoria

parlamentaria, el lenguaje de la prensa con sus manierismos, el lenguaje burocrático, los

sermones y libros religiosos, el habla vulgar que a veces reproduce los registros anteriores ...

La sátira de la afectación estilística presente en Galdós tiene ilustres antecedentes en lo

que Bajtin denominaría el "plurilingüismo" de la novela humorística representada por

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Fielding, Smollet, Sterne, Dickens, Tackeray, etc., en Inglaterra, Hippel y Jean Paul en

Alemania. Bien podríamos incluir a Galdós entre los autores citados, en cuanto que sus

novelas vienen a constituir "una enciclopedia de todos los estratos y formas del lenguaje

literario [pues la narración] reproduce paódicamente las formas de la elocuencia parlamentaria,

de la elocuencia judicial, ( ... ) las formas de las noticias periodísticas, ( ... ) la

murmuración de los chismosos, el habla pedante de los sabios, el estilo épico elevado, el estilo

bíblico, el de los hipócritas sermones moralizantes ( ... )"4.En definitiva, podemos hablar de

una estilización paródica de los estratos del lenguaje así como de lo que el citado crítico define

como un "movimiento activo del autor hacia y desde el lenguaje" .

El alcance último de este "plurilingüismo" en cuanto reproducción paródica de lenguajes,

estilemas reconocibles, etc., parece ser en Galdós el siguiente: unos personajes que se

expresan mediante "ideas recibidas" y moldes prefabricados están mostrando "toda una

manera de pensar y una forma de relación humana" que anula la posibilidad de descubrir

"la autenticidad interna del yo" ante uno mismo y los demáss.

Un conocido análisis de Tierno Galván acerca del tópico en general nos advertía también

que el uso sistemático de fórmulas, clichés, etc. crea una "falsa conciencia" en la persona,

superpuesta a su verdadera conciencia. El intelecto, pues, se enajena o vende al renunciar

a su ejercicio libre. En muchos casos los clichés pueden devenir no ya formas de expresión

(cuya imitación puede resultar cómica) sino -lo que es más grave- formas de pensar6.

Como gráficamente dice la aguda Pilar de Loaysa respecto a su viejo marido, existe una

clase de personas que "piensan por papeletas";

"Es de esos que llevan dentro del cerebro una baratija de ideas adquiridas y coleccionadas

en el trato de los hombres más vulgares ( ... ) La tiene en forma y distribución de

papeletas clasificadas. Para cada tema que surge, su papeleta correspondiente. ¿Se

habla de teatros? Papeleta. ¿De moral, de matrimonio, de relig:ón ( ... )? Pues allá va la

cédula ( ... ) Ya comprenderás que quien piensa por papeletas, en las acciones procede

de un modo semejante, y ha de ser formulista, esclavo de la letra de ordenanzas y

reglamentos" (La estqfeta romántica, p. 627).

Aunque tal vez exagerándola y aprovechándola lúdicamente, hipótesis que no se puede

ignorar y que plantearemos también aquí, las novelas de Galdós vienen igualmente a reflejar

una situación de degeneración sociolingüística coetánea, frente a la que muestra particular

percepción7•

Galdós es, como Clarín, un continuo "desautomatizador" de fórmulas previsibles y

manidas: por ejemplo, de la tendencia a la adjetivación tópica tan frecuente en la

conversación, en la mala literatura, en el discurso político, sea liberal o conservador ...

Encontramos desde ejemplos de desautomatización muy elementales, como los siguientes,

hasta el aprovechamiento jocoso de fórmulas próximas a lo que J. 1. Ferreras denominaba

"coordenadas frasísticas"s.

Así, el narrador de Tormento comenta y en consecuencia deshace lo que casi es

"solidaridad léxica", "cena opípara", de este modo burlesco:

"Hubo cena, que por la fuerza rutinaria de la costumbre hemos de llamar opípara ... " (p. 86)

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

y en otro momento se prevé la adjetivación tópica atribuible a Bringas:

"Bringas no autorizaría aquel lujo que, sin duda, le habría de parecer asiático ... " (La de

Bn'ngas, p. 144)

En otra ocasión hallamos al narrador Tito portando la burla de Galdós ante fórmulas

previsibles, en este caso, de subliteratura romántica:

"Pero al llegar a la puerta me sentí detenido por una mano que llamaré invisible y misten·osa. Así

son todas las manos que en casos tales atajan a los personajes de novela, lanzados a veloz carrera por

un fuerte impulso del corazón" (De Cartago a Sagunto, p. 494).

Desde obras tempranas, como Gloria, Galdós puede servirse humorísticamente de esta

adjetivación tópica, jugando con el lector y sus espectativas. Así, al lector le suena a "ya oído"

el convencional inicio en una "mansión encantadora", "linda casa que tiene el inmenso

interés de toda vivienda a cuya ventana se asoma un semblante bello, esta mujer graciosa,

estos negros ojitos que buscan y no hallan ... " En la descripción primera de Gloria también

incurre el narrador en tópicas y almibaradas metáforas del tipo "Sus labios encendidos eran

la más hermosa y dulce fruta que puede ofrecerse en el árbol de la belleza a los hambrientos

antojos del amor". Pero nos sonreíremos cuando este jocoso narrador, tras su serie de

hipérboles, "corrija" implícitamente su inventiva con la protesta "El que no lo quiera creer

que no lo crea" (pp. 516-517).

Los primeros capítulos, en suma, son un juego con un inicio convencional de novela

romántica, que por diversos procedimientos va siendo enmendado y destruido. La misma

intención con que en Un tribunal literario un joven Galdós se burla de las propuestas

manidas que cuatro críticos ofrecen al incipiente escritor.

Por su relación con el aspecto que nos interesa, tenemos que subrayar una evidencia

problemática: la frecuencia en Galdós de lo que son exclusivamente PARODIAS DE ESTILOS.

Y es necesario desde el principio interrogarse sobre los diversos móviles de tan numerosas

parodias, a veces lúdicas y satíricas a un tiempo, en ocasiones pura diversión del autor. En

efecto, Galdós es también un gozoso "pasticheur", capaz de imitar con humor cualquiera de

los muchos estilos que conoce. Como encarece Bravo Villasante, este "poder mimético,

avivado por la ironía, es uno de los mayores encantos para el lector actua1"9. Y Hinterhauser

ha subrayado respecto a los Episodios nacionales, la "gran capacidad de adaptación

estilística", que permite al autor tomar rasgos de la novela popular, de obras románticas, y

también convertir a algunos de sus personajes en verdaderos palabradores que discursean

al modo de sus oradores favoritos, de artículos de Prensa, etc., JO

Galdós puede servirse para sus fines de personajes a los que caracteriza con los mismos

rasgos de sensibilidad lingüística y gusto por la parodia que tiene él mismo, según veremos.

O, simplemente, inventa un ocasional personaje cuyos dichos, referidos, le son útiles para

el cambio de registro. Este último es el caso que citaremos de LaJamilia de León Roch: en

la Parte III de la obra se produce un sorprendente cambio de tono cuando el narrador decide,

lleno de humor, recordar expresamente el estilo de Fray Gerundio en la descripción de la

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

capilla de Suertebella. Para ello se sirve como intermediario de "un chusco que se entretuvo

cierto día en dar una explicación humorística y a todas luces irreverente de las figuras que

hermoseaban la capilla, ( ... ) Los doctores, en número de cuatro y representados en actitud

de escribir gravemente con el aquilífero pincel ( ... ) en el sitio mismo donde estaba pintado

San Lucas, el evangélico toro ... " (pp. 916-917).

Es sorprendente, por otra parte, la uniformidad que pueden mostrar los narradores

galdosianos en sus ocasionales caprichos paródicos. Así, en El Doctor Centeno, la parte 11 se

abre con un buenhumorado "ubi sunt" en la voz del narrador:

.. Aquellos guapos chicos, aquellos señores de diversa condición que allí vimos entrar

( ... ) ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto bullicioso estudiante, qué de tan variada gente?

( ... ) Estos y otros que no nombro, ¿do están?" (p. 1.381).

Frecuentes son también las cervantinas descripciones del amanecer o el atardecer, ya de

por sí parodia de los clásicos grecolatinos!!. No importa quién sea el narrador. En La de

Bringas, el narrador nos ofrece una descripción pseudolírica del atardecer, tal vez acompañando

burlescamente la actitud teatral de Rosalía y Pez: "cuando la luz solar se dilataba en

las alturas y empezaba a clavetear el cielo las pálidas estrellas ... " (p. 149). Veintisiete años

después, en De Cargago a Sagunto, de repente Tito remonta su estilo y describe así un

amanecer: "pues la aurora, mensajera del rubicundo Febo, apenas hendía los horizontes con

sus dedos de rosa ... " (p. 499).

Son los anteriores casos de parodia cuya intención última puede ser en exclusiva la

diversión del autor, y no queremos escamotearlos, aunque tan perplejos nos dejen a veces!2.

Pero como dijimos más arriba, existe también la posibilidad de diseñar personajes cuya

capacidad mimética esté vinculada con su conciencia lingüística y que en la obra se

conviertan en los parodiadores o cronistas de los dichos de otros personajes. Un ejemplo

interesante corresponde a la caracterización de Augusto Miquis en La desheredada, quien,

en llamativo paralelismo con su propio autor, satiriza la pedantería, se divierte imitando

discursos, etc.:

"Se asimilaba prodigiosamente las ideas de los libros y las ideas de los maestros orales,

sus frases, su estilo ( ... ) Tomando un tono hueco, hacía pasar por sus labios todas las

palabras retumbantes, todas las frases obscuras de la fraseología científica ( ... ) en

realidad no hace más que mofarse de lo que es realmente pedantesco" (pp. 1.OO8-1.009).

Este procedimiento lo ensaya Galdós con frecuencia. En Cánovas, último de los

Episodios, escrito en 1912, encontraremos, por ejemplo, tertulias de Segis, Tito y un

estudiante, los tres con idéntico humor, entretenidos en el lúcido intercambio de tiradas

retóricas que parodian el lenguaje parlamentario de utopía política.

Inventa Galdós infinidad de situaciones de impulso idéntico, entre su gusto por el

pastiche y su sincera fobia ante la cursilería y el lugar común. Por ejemplo, es evidente su

especial diversión al imitar el estilo de LOS SERMONES Y LA ORATORIA RELIGIOSA en

general, pero también su antipatía ante las metáforas que apelan a los sentidos, ante los

consuelos propios de sermón, etc.

N CONGRESO GALDOSIANO ,.

Ya en La Fontana de Oro advertimos la afición del autor por "hacer párrafos" , adoptando

el lenguaje de sermón, o de lecturas místicas. Sumamente divertidas son las admoniciones

retóricas y redundantes de Paulita Porreño. Además, el autor introduce aquí y en otros

lugares digresiones metanovelescas y metalingüísticas, que se convertirán en uno de los

cauces del humor en la novela. Por ejemplo, suponiendo nuestra extrañeza ante el exceso

verbalista de Paulita, sugiere, por una parte "la influencia de las lecturas místicas en la

manera de expresarse de aquella señora". Y además, una explicación jocosamente

distanciadora, reclamando como autor su derecho a escribir a su gusto: "Tenemos datos para

creer que la devota no dijo esto con las mismas palabras empleadas en nuestro escrito. Pero

si el lector lo encuentra inverosímil, si no le parece propio de la boca en que lo hemos puesto,

considérelo dicho por el autor, que es lo mismo" (pp. 131-132).

No haremos aquí un inventario de los personajes que sirven a Galdós a un tiempo para

satirizar la florida oratoria religiosa y para recrearse imitándola. Nos limitaremos a recordar

la función de las amplias peroratas místicas de Juan de Dios, (muy parecidas a las de la

ermitaña Marcela de La campaña del Maestrazgo) siempre de efectos jocosos, como cuando

intenta convencer a Gabriel de que piense sólo en el alimento espiritual: "-Por piedad por

todos los santos, por la salvación de su alma, amado hermano mío, modérese usted, refrene

esos livianos apetitos, ponga cien cadenas a la concupiscencia del mascar, pues por la puerta

de la gastronomía entran todos los melindres pecaminosos" (La batalla de losArapiles, p. 127).

De sospechosa semejanza con lo citado son algunas de las parrafadas de Tito, o Proteo

Liviano, quien -como su autor- es particularmente proteico en su gusto por los cambios de

registro lingüístico. A veces, el propio narrador reconoce su propensión al sermón religioso:

"Con un tonillo evangélico que maquinalmente me salía del pensamiento a los labios,

le hablé de este modo:

- Amigo, mejor será decir hermano mío, coge estas ropas y tenIas por tuyas sin reparar

en la mano que te las entrega; corre a tu morada y, una vez que purifiques tus carnes

con santas abluciones ..... (Cánovas, p. 576).

Este tono parece serIe especialmente querido, ya que, tras hablar con el obispo en La

Pn'mera República, reconocerá que lo '¡mita al decir:

"y heme ahora, lectores amados, feligreses píos en estos divinos oficios de la

Historia ... " (p. 367). Y aún varias páginas adelante retoma su latiguillo sermonario:

"Vedme otra vez en el Congreso, amados leyentes míos y hermanos en la comunidad

de la historia ... " (p. 387).

De todas formas, no es éste el único registro que imita este portentoso remedador de

estilos. No hay más que recordar sus requiebros en estilo quijotesco y arcaizante ante la

anticuada dama vizcaína de quien se enamora enDe Cartago a Sagunto, p. 466., subrayando

así su escepticismo en amores, su distanciamiento jocoso de la situación. O su parodia de las

cláusulas trimembres de sinónimos usadas poco antes por Ido del Sagrario: "si viene un

guardia ( ... ) despiértenme en seguida. Me traerá un parte, un despacho, un aviso ... " (La

Pn'mera República, p. 386).

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

El ejemplo máximo de exhibición paródica de este interesantísimo personaje- narrador

lo tenemos en su cínico discurso en Durango, a imitación de Fray Gerundio de Campazas,

(Amadeo /, cap. XVII), aguda burla del papanatismo de sus oyentes. Aquí Tito demuestra

cómo es posible conmover a un auditorio con tópicos encadenados y majaderías arbitristas,

además de analizar finamente la "pragmática" de la situación oratoria, como en tantas

ocasiones hace Galdós.

En este sentido, resulta particularmente interesante el cap. X de La Fontana de Oro,

donde no se transcriben las palabras del fallido discurso de Lázaro en el café, sino la

resonancia de la situación en el interior del orador, y esta "pragmática" de la oratoria que

analiza la psicología del público, el misterio de la conexión orador-oyente, etc.

En la línea de parodia de la forma y contenidos de sermones, plegarias, etc, estaría la

transcripción de los artículos de prensa y las oraciones de falsa devoción del cínico Juan

Bargas en Memorias de un cortesano de 1815, los tópicos discursos sobre" el ateísmo de los

tiempos", a cargo del cura de Ficóbriga y otros aspirantes a oradores domésticos en Gloria, etc.

En LaJamilia de León Roch, el narrador comenta con dureza el estilo melifluo del Padre

Paoletti, y el modo sensual de vivir la religión María, quien "hallaba elocuente y sublime un

escrito en el cual, para celebrar a Cristo en la Hostia, se hablaba de armonía y silencio, de

fuentes selladas, de celestial sonrisa( ... r (pp. 891 Y 952).

Un caso de especial transcendencia lo encontramos en Miau: en la novela, como es de

esperar, Dios no puede ofrecer a Luisito respuestas que el niño no conozca previamente. El

autor se servirá del parlamento de Dios para, sin necesidad de glosa ni comentario explícito,

ridiculizar algunas propuestas religiosas como la del abandono a la voluntad divina. A la

pregunta obsesiva de Cadalsito sobre cuándo colocarían a su abuelo, Dios responde

ensartando tópicos consuelos de sermones, sobre los que el autor ironiza:

"Porque verás: ¿para qué sirven los bienes de este mundo? Para nada absolutamente.

Esto, que tú habrás oído muchas veces en los sermones, te 10 digo yo ahora con mi

boca( ... ) Tu abuelito no encontrará en la tierra la felicidad( ... ) ¿No te acuerdas ya de

10 que dice el Catecismo? Apréndelo bien. El mundo ese es un valle de lágrimas, y

mientras más pronto salís de él, mejor" (p. 1.102).

Siendo los sermones, entre otros factores, la base de la infantil formación religiosa de

Luisito, resultará dramática la sensiblería del buen don Ramón. Villaamil escucha a su nieto

como si de un oráculo inspirado se tratase, incapaz de reconocer el tópico en sus consejos:

" - y anoche me dijo que no te colocarán, y que este mundo es muy malo, y que tú no

tienes nada que hacer en él, y que cuanto más pronto te vayas al Cielo, mejor( ... ) El estupor

de Villaamil fue inmenso. Eran las palabras de su nieto como revelación divina, de

irrefragable autenticidad" (p. 1.107). Lo dramático en esta ocasión estriba en la resonancia

de estas frases en don Ramón, hasta el punto de ser uno de los factores que decidirán su

suicidio.

Por su parte, el cesante tampoco había quedado antes libre de repetir estos conceptos.

En la cita siguiente, el narrador no señala explícitamente ~omo tan a menudo suele hacerque

nos encontremos ante una sarta de tópicos; pero el sospechoso encadenamiento de éstos,

IV CONGRESO GALDOSIANO _

reproducidos en estilo indirecto libre nos sugiere de inmediato la actitud burlesca e irónica

del autor frente a ellos:

"Villaamil entonó al difuntito la oración fúnebre de gloria, declarando que es una dicha

morirse en la infancia para librarse de los sufrimientos de esta perra vida. Los dignos

de compasión son los padres, que se quedan aquí pasando la tremenda crujía, mientras

el niño vuela al cielo a formar en el glorioso batallón de los ángeles" (p. 1.006).

Hay que destacar también la frecuencia con que, desde obras tempranas, Galdós se

entrega a la parodia del LENGUAJE AMOROSO CABALLERESCO O ROMÁNTICO, inventando

situaciones muy semejantes en diversas obras. Así, en La batalla de los Arapiles (p. 134 Y

sig.), un Gabriel gozoso se dirige a Inés, por juego, en estilo caballeresco, tal vez inducido

por el concepto de España y los modos de expresión de miss Fly, viajera romántica.

EnMiau, Víctor Cadalso es el principal acreedor a la ironía del autor. Sus manifestaciones

son un conjunto de ideas tomadas de acá y allá. No representa al usuario de tópicos hasta

cierto punto ingenuo, presuntuosillo a escala menor, sino otro de peor especie y mayor

peligrosidad. No en vano es en Miau el triunfador mediante la palabrería, que con

dosificación inteligente sabe imponerse a interlocutores que parecen estar deseando ser

deslumbrados por el tono teatral y enfático del histrión. El narrador advierte una y otra vez

las fuentes de que se sirve el tipo, lamentablemente ignoradas por sus interlocutores en la

novela. Así, tras una larga perorata ante Abelarda lo desenmascara el narrador: "(estas

filosofías y otras semejantes las tomaba Cadalso de ciertas novelas que había leído)" (p.

1.042).

O, en otro lugar,

"No hables, me atormentarías sin consolarme. Soy un réprobo, un condenado. Estas

frases de relumbrón, espigadas sin criterio en diferentes libros, las traía muy preparaditas

para espetarlas a la primera ocasión" (p. 1.53).

En Miau, la relación de Víctor y Abelarda será una de las líneas argumentales más

rentables para la comicidad. Aparte de su pertinencia en el conjunto de la novela, parece

amplificarse por puro gusto del autor, convirtiéndose en una excrecencia de cierta autonomía.

Galdós se divierte y se deja llevar en la recreación de los diálogos de la pareja, más

extensos de lo que sería estrictamente necesario. La burla de Víctor a la joven parece ir

demasiado lejos, dejándonos con la sospecha de si las amplias parrafadas no se deberán al

espíritu lúdico con que el autor se entretiene en la parodia -cuya finalidad acaba en sí

misma- de un estilo engolado y romántico.

Se trata del mismo impulso que conduce, por ejemplo, la extensión de un diálogo entre

José María Bueno y su prima Mi Juana en Lo prohibido. José María se remonta y, por juego,

finge admiración expresándose en forma grandilocuente, y alternando con los razonamientos

de María al estilo de una heroína de folletín (p. 412). Se produce así otra escena de

organización y fines independientes. Parece que Galdós está azotando y burlándose de este

tipo de expresión tópica e insincera, pero también que se divierte imitándola, con la misma

.~;t., BIBLIOTECA GALDOSIANA

actitud de atracción-repulsión que algunos de nuestros autores barrocos (Quevedo, Quiñones

de Benavente, Polo de Medina ... ) adoptaron frente a las frases hechas o "civilidades".Sólo

esto explica la morosidad, innecesaria estructuralmente, con que se recrean escenas como

los diálogos de Víctor y Abelarda, cuyo efecto cómico llega a difuminar la compasión por la infeliz joven.

M. Nimetz se ha ocupado de estos interrogantes, al advertir cómo buena parte del humor

en las Novelas Contemporáneas proviene de una sátira del romanticismo y del gusto

romántico. Si recordamos que es requisito de la sátira que sea de interés presente,

relacionada con el aquí y el ahora, tendremos que preguntarnos seguidamente con Nimetz

por qué Galdós dedicaría tantas páginas a tal sátira, cuando entre 1881 y 1915 los peores

excesos del romanticismo habían decaído 13 •

Son indiscutibles las consecuencias cómicas del lenguaje de un romanticismo trasnochado

con que finge Víctor ante Abelarda, y tal vez sea ello la causa de la prolongación de las

escenas entre ambos. Sin embargo, esta finalidad humorística no es incompatible con el

sentido crítico con que el autor aborda las expresiones tópicas de los personajes.

No es nuestro propósito trivializar la presentación de las relaciones de Abelarda y Víctor

que, por otro lado, han sido valoradas en su sentido profundo por E. Rodgers, quien las

considera parte de la estrategia de Galdós para revelarnos el conjunto de una sociedad

ocupada en jugar con los sentimientos serios y profundos. En el caso que comentamos, cree

Rodgers que los tópicos románticos parecen proveer a la sociedad de unos medios

prefabricados para entender las relaciones humanas14

Subyace una dimensión profundamente seria que ha sido puesta de relieve por este

crítico: Abelarda, Víctor y don Ramón en especial, forman parte de un "continuum" que en

definitiva, abarca toda la Restauración española. Los clichés con que piensan forman parte

de su herencia cultural global que comparten con sus contemporáneos, y les obliga a

contemplar su propia experiencia en términos de estereotipos.

Galdós reproduce, a lo largo de toda su obra, situaciones idénticas, entre la crítica

evidente y el gusto por inventar en las coordenadas románticas. Por no traer más que un

último ejemplo, en España trágica, de 1909, encontramos: un joven galateando por

diversión en la iglesia, a lo romántico, a una madura beata: "Me callaré -respondió

Segismundo deslizando las sílabas con susurro-, me callaré después de decir a usted, Donata

sublime, que este Donado ama a usted con locura, con frenesí( ... ) ¿Quién hizo esa belleza

dolorida y arrebatadora? .. " (p. 157)

La sátira de la "bétise"y la prensa como moderna "enciclopedia n

Perdónese el uso del galicismo, con el que sólo pretendemos subrayar la semejante

actitud de Flaubert y Galdós ante la "tontería" de su tiempo, entendiendo ésta en el sentido

de los tópicos triviales de la conversación burguesa, la reproducción en bloques anquilosados

de lo leído y también en el sentido de búsqueda de la "preciosité" estilística, que conduce a

la cursilería.

Hay que reconocer, no obstante, la mayor ferocidad del autor francés, quien en una carta

declara "Je sens contre la bétise de mon époque des flots de haine qui m'étouffent" y, en

IV CONGRESO GALDOSIANO l1li

consecuencia, su necesidad de "vomir sa bile" contra la sociedad. La intención del

Dictionnaire des idées refues, proyecto que tenía en la mente desde su juventud, es, según

él mismo declara: que tras haberlo leído, nadie se atreviese ya a usar ninguna de las frases

en él contenidas. Se trata, pues, de combatir la "tontería" mediante un paródico diccionario

de sus manifestaciones, vinculadas al lugar común 15.

Recordemos la irónica advertencia que, respecto a la palabra "original" recoge Flaubert

en su Diccionario, subtitulado "Catalogue des opinions chic": "Rire de tout ce qui est original.

Le ha'ir et meme le bafouer et l'exterminer, si l'on peut".

El Diccionario ofrece un código de opiniones ya formuladas y "frases" útiles para que los

burgueses incultos se comuniquen pomposamente entre ellos, en una rueda de engaños

recíprocos.

Se trata también de ofrecer un repertorio donde el burgués pueda hallar, en cómodas

píldoras, un "resumen" de conocimientos culturales de todo tipo, siempre con la finalidad

de que se sirva de ellos para mantener una conversación distinguida o de buen tono. Al

burgués no le interesaría la originalidad, ni la cultura gratuita y arduamente obtenida, sino

el sentirse "parte de" un círculo de comportamientos y lenguaje uniformes. Como afirma

Herschberg-Pierrot, servirse del cliché es buscar seguridad, es un medio de "se rattacher a

la norme, et de co'incider avec la 10i"16.

Si en la conversación surge la Arquitectura como tema, al receptor de Flaubert le bastaría

con saber: "11 n'y a que quatre ordres d'architecture. -Bien entendu qu'on ne compte pas

l'egyptien, le cyclopeén, l'assyrien, l'indien, le chinois, gothique, roman, etc." Si se habla de

dinero, quedaría bien emitir la fórmula latina" Auri sacra fames". Si se asiste a un funeral,

decir del difunto esta trivialidad: "¡Y pensar que yo' estaba cenando con él hace ocho días!".

Si de religión se trata, hay que exclamar con unción, "La religión de nos peres".

En éste y en otros casos, Flaubert prescribe también el gesto o el tono que debe

acompañar la frase (temblar, suspirar, echar pestes de ... ). Por supuesto, hay también

consejos para fingir sensibilidad:

"OISEAU. Désirer en etre un, et dire en soupirant: "Des ailes! ", marque une ame

poétique".

Y también haría buen efecto aprender frases célebres, con la intención de citarlas luego

en conversación. Por ejemplo, si se habla de Filosofía, al burgués le será suficiente conocer

el "Cogito, ergo sum" a propósito de Descartes, o "Busco un hombre", de Diógenes.

En su obra inacabada Bouvard et Pécuchet, termina de publicar en 1881, los protagonistas

ejemplifican en ciertos aspectos al usuario ideal del Diccionario: emiten opiniones tópicas

sobre las mujeres, denigran todo lo que es convencional denigrar, e incluso se convierten en

almas sentimentales y poéticas cuando es preciso, como cuando esperan la primavera con

las oportunas reflexiones nostálgicas sobre los ciclos de la naturaleza y el paso del tiempo.

Pero, fundamentalmente, representan la caricatura del "dilettante" eterno, incapaz de

profundizar en ningún saber, a la búsqueda del cómodo resumen, de "las frases" condensadas

y netas que supuestamente contienen la verdad y esencia de cada materia, se trate de

Historia, Literatura, Religión, Medicina o Dibujol7.

La "enciclopedia" de saberes abreviados para el cómodo uso tiene, como sabemos,

preceden tes en n ues tra li tera tura. N o hay más que recordar el Libro de todas las cosas y otras

mm BIBLIOTECA GALDOSIANA

muchas más quevedesco, donde se ofrece "a la turbamulta de los habladores", un compendio

de soluciones burlescas, plenas de tautologías, para el contemporáneo interesado en el arte

de la adivinación, así como varias recetas "Para saber todas las ciencias y artes mecánicas

y liberales en un día"; la Agl!ia de navegar cultos, donde el aspirante a culterano puede hallar

un repertorio de términos y metáforas ya establecidas; la culta latiniparla, con un

"disparatario" que cl'lt1tiene diversas fórmulas para "ennoblecer" el lenguaje, etc.

Recordemos tambkn las relaciones con los diversos diccionarios de la "Preciosité" en

Francia, como el de :\nwine B. de Somaize, publicado en 1660 y reeditado con ampliaciones

en el S. XIX (18.56'. Sl'maize declara en él su intención de divertir al lector con la

extravagancia de k,s tt>rminl's recogidos de las tertulias de las "preciosas" de su época. Pero

es sorprendente la semejanza de alguno de los manierismos que recoge con las tendencias

lingüísticas del burgut>s que reneja Galdós: la perífrasis pseudo-elegante ("l 'eau.-L'element

liquide"), la acuñación de metáforas banales ("les oreilles.-Les portes de l'entendement"),

el uso de antonomasias para hiperbolizar las cualidades ("CetteJemme est chaste.-Cette

femme et une vraye Penek'ppe'" etc l::.

Galdós se refiere, por otra pane. a k's antecedentes dieciochescos de algunos de sus

pseudo-cultos, evolución del tipo que habría sido el alumno ideal de los eruditos a la violeta,

donde el profesor ofrece una ü'lh.iensaCÍón de diversos saberes (Retórica, Filosofía,

Derecho ... ), para fingirse refinado en una semana, tal vez como parodia de algunas

enciclopedias de "erudición universal" de su tiempol'l. Yen efecto, en su obra encontramos

varios de estos "pseudo-cultos", que buscan compulsivamente el saber vulgarizado,

ahormado en bloques fácilmente memorizables. con el exclusivo fin de exhibirse en la conversación.

El prototipo de "pedante contemporáneo" parece ser el Zárate de Torquemada en el

Purgatorio, quien "estaba al corriente de lo moderno, espigando todo el saber en periódicos

y revistas, sin profundizar en nada" (p. 1.474), Y cuyas frases son absorbidas durante un

tiempo por el usurero, hasta que éste decide acudir por sí mismo a los diccionarios y

enciclopedias en busca de "la frase".

Galdós no escribió ningún diccionario o enciclopedia paródica, es obvio. Y sin embargo,

de la lectura de sus obras podemos extraer un completo repertorio de lo que para él son

"civilidades", de fórmulas de amplificación sintáctica (frecuentes cláusulas trimembres, de

carácter redundante), sinónimos pedantes en el registro de la conversación, latinismos

usados como ornato, citas célebres -a menudo mal utilizadas y ridículamente

descontextualizadas-, metáforas acuñadas y casi lexicalizadas por el abuso, etc.

Buena parte de la crítica lingüística de Galdós en este sentido, tiene como base inevitable

el LENGUAJE DE LA PRENSA, que se convierte en inspiración del estilo expresivo de tantos

personajes. Tras la invasión periodística del último cuarto del siglo (R. Utt proporciona la

cifra de 490 publicaciones entre 1875 y 1882)2°, Galdós comparte con Clarín la preocupación

por la "corrupción lingüística" que se deriva de la reproducción continua de los discursos

parlamentarios, fundamentalmente. Clarín es muy severo al respecto: "¡Oh, si fuéramos a

prohibir a muchos de nuestros oradores parlamentarios las muletillas, los lugares insignificantes,

los idiotismos necios ... '" Y, como Galdós, atribuye gran culpa a la infinidad de

jovenzuelos petulantes con pujos políticos, todos ellos con "una deplorable facilidad para

decir cien lugares comunes en cinco minutos"21.

IV CONGRESO GALDOSIANO lB

Galdós muestra particular aversión ante lo que podríamos denominar "la frase"

pretendidamente lapidaria e ingeniosa que busca merecer el honor de ser acuñada. Es el caso

de la banalidad que doña Tula emite con pretensiones de sintética sabiduría:

"Esta señora dijo una frase que se quedó grabada en la mente de cuantos la oímos( ... )

"¡Ah, los hijos -dijo doña Tula con tristísimo acento- Son una enfermedad de nueve

meses y una convalecencia de toda la vida" (La de Bn"ngas, p. 137).

Muy semejante es la intención de la particular "phrase a effet" del pedante Casa-Muñoz:

"y si he de hablar ingenuamente, diré a usted que a mí no me asusta la República, lo que me

asusta es el republicanismo.

Miró a todos para ver qué tal había caído esta frase" (Fortunatay Jacinta, p. 515).

Comparte en este punto la aversión de Clarín ante la frase redonda, repetida, que simula

condensar en sí importantes principios. Es el caso de la afirmación de Pepe Ronzal: "Dadme

un pueblo sajón -decía- y seré liberal". Como el sarcástico narrador de La Regenta

comentaba poco antes, "la murmuración variaba poco, los comentarios menos y las frases

de efecto nada." (p. 341,1).

En bastantes ocasiones nos hallamos ante modalidades de "discurso iterativo"22, frases

citadas una sola vez por el narrador, pero cuya continua repetición está implicada. El origen

de esta búsqueda de la frase sintética, repetible, puede radicar en la imitación de lo leído. La

Prensa, es además cultivadora de ciertas metáforas supuestamente ingeniosas, que luego

repetirán los lectores. y así don Gerardo, hombre "que se oía cuando hablaba" dirá de la

instrucción pública que" es el barómetro, ya lo saben ustedes, el barómetro de la civilización

de los pueblos" (Montes de Oca, pp. 825-826).

Baldomero Galán insertará en su conversación, con toda naturalidad fórmulas de

denominación y solidaridades léxicas con adjetivo procedentes de la Prensa:

"Señor, las hordas de Cabrera son dueñas de casi todo el país -replicó Galán, que

hablando de Guerra solía emplear las fórmulas usuales de la Prensa patriótica, de las

proclamas y órdenes generales en campaña-, y mientras no consigamos limpiar de

enemigos fratricidas todo el territorio de esta Comandancia general. no le aconsejo a

nadie que penetre, señor ... , a menos que lleve un salvoconducto en regla, expedido por

el obcecado Pretendiente". La campaña del Maestrazgo, p. 486).

Mediante los discursos no creativos de los personajes obtenemos un divertido repertorio

de las expresiones puestas de moda por la Prensa desde el Romanticismo. A veces un

personaje de especial inteligencia se distancia y las pone en solfa, como hace la aguda Pilar

de Loaysa con las muletillas "el espíritu del siglo", "el justo medio" y "vivimos en el caos",

ésta, al parecer, original de Martínez de la Rosa. (De Oñate a la Grar¡ja, pp. 240-241). O bien

un personaje parodia con ironía los dichos de otro, como hace don Beltrán reproduciendo las

frases del alcalde. "arrancando a Balmaseda de las garras del retroceso ( ... ) Luchana tuvo

que echar el resto( ... ) y al fin las huestes del progreso ... " (Vergara, p. 701).

No importa la ideología del personaje: al defender las ideas a base de bloques estereotipados,

reaccionarios y progresistas merecen por igual la burla del autor. Tan ridícula es la fórmula

&1 BIBLIOTECA GALDOSIANA

"las huestes del progreso" antes citada, como "las exageraciones liberticidas" a que se refiere

el pomposo Marqués de Casa-Muñoz (Fortunatay Jacinta, c. VII).

Ambas se convierten en vehículos de pretendido ingenio, devaluadas por el uso no

sentido ni original.

Otro manierismo de la Prensa que rechaza Galdós, aunque reconoce que ha ido en

descenso desde el Romanticismo, es el de las perífrasis antonomásicas. Es particularmente

explícito al respecto en Bodas Reales: "Hasta la Prensa se veía tocada de esta demencia ñoña,

y prodigaba en sus escritos los tropos más ridículos. Publicistas que pasaron por excelentes

llamaban a Chateaubriand El Cisne del cristianismo, a La Habana La Virgen de los trópicos"

(p. 1.028).

Siglos después, Galdós comparte en este punto la misma burla de Quevedo, que ordenaba

"salga de las comparaciones" el uso de antonomasias del tipo "Es un Alejandro" o "Es una

Catalina de Siena".

No es extraño que en diversos lugares los personajes tengan sus dudas para descifrar

algunas de estas denominaciones, como ocurre al buen don Bruno Carrasco:

"Una palabra que no entiendo trae el periódico: dice que López es el Palladium de las

libertades públicas, y quizás por eso mismo, podemos suponer "sintió vivísimas ganas

de saber lo que era el Palladium para dar el golpe en el café usando esta palabra en una

protesta viril y al propio tiempo erudita" (Bodas Reales, p. 991).

No hay que olvidar que Galdós en estos casos ridiculiza modos de expresión que

alcanzaron su apogeo en la época romántica, (aunque aún podemos observarlos encastillados

en los usos de la prensa). Sin embargo, aún le parece útil denunciarlos ante sus contemporáneos.

No puede pasar desapercibida la frecuencia con que inventa, tanto en los episodios

como en las novelas, fugaces" cronistas de salones" que dejan su huella de cursilería en las

denominaciones y adjetivación tópica. En carta a La Prensa, de mayo de 1884, Galdós,

comentando la actualidad española para los lectores argentinos, reconoce aún vigentes los

prototipos cursis que censura en sus novelas: "Los revisteros de salones, que en todo se

meten y a todas partes llevan su literatura empalagosa, escudriñan también las iglesias en

estos solemnes días"24.

En El Audaz, por ejemplo, Galdós critica (tanto como se divierte parodiándola) una

crónica social, aplicada a un baile de majos y rufianes, en un modelo de "ironía de referencia" invertida25•

"El primero que entró fue Paco Peral ( ... ) Siguió la elegante y simpática verdulera del

Rastro Damiana Mochuelo ... " y siguen otros clichés reconocibles, del tipo" distinguida

y airosa", "interesante castañera", "elegantísima y majestuosa Andrea la Naranjera"

etc. (p. 340).

En La de Bringas, el narrador, figura de especial sensibilidad ante el lenguaje afectado,

se refiere a "un célebre cronista de salones" que "con aquel estilo eunuco que les es peculiar",

ensalza hasta las nubes una cena en casa de la Marquesa de Tellería. En esta ocasión, el

narrador prefiere la reticencia ante las fórmulas usadas, no sea que "leyéndolas, sientan mis

buenos lectores en su estómago efectos parecidos a los del tártaro emético" (p. 168).

IV CONGRESO GALDOSIANO _

También en Miau hallaremos la referencia a un cronista que, años atrás, denominó a

doña Pura "figura arrancada de un cuadro del beato Angelico", fórmula de la que el narrador

se hará cargo jocosamente para referirse en adelante a la mujer. (p. 987).

Los sistemas más interesantes de los que se sirve Galdós para criticar el lenguaje no

creativo de diversos personajes nos parecen de filiación quevedesca, por lo que podríamos

denominarlos: 1) el "disparatario" y 2) "el cuento de cuentos", aunque sea habitual su

aparición combinada.

1) En efecto, es frecuente la aparición de listas de fórmulas de las que se sirve una figura.

En estos casos se hallan enumeradas o referidas, fuera de contexto, por el narrador o bien

por otro personaje de especial sensIbilidad lingüística.

Esto ocurre con quienes pretenden el ascenso en la estima social, para lo cual se empeñan

en un peculiar aprendizaje lingüístico que consiste en la absorción desenfrenada de todo tipo

de clichés y bordoncillos de moda.

Es el caso del indiano enriquecido José María Manso, con pujos de orador político y arbitrista, cuyo

aprendizaje vaUlOS siguiendo a través de las citas que críticamente nos ofrece su hermano:

"Un día me lo encontré muy apurado en su despacho hablando solo, y a mis preguntas

contestó sinceramente que se sentía orador ( ... ) con este síntoma notaba yo en mi

hermano el no menos claro de usar constantemente ciertas formulillas y modos de decir

de los políticos ( ... ) Decía: Estamos a ver venir: los señores que se sientan en aquellos

bancos; esto se va; lo primero es hacer país; hay mar de fondo; las minorías tiran a dar

( ... ) A mi neófito no se le escapaba tampoco ninguno de los profundos apotegmas que

son la única muestra intelectual de muchas celebridades, como por ejemplo "Las cosas

caen dellado a que se inclinan" (pp. 1.208 Y 1.222).

Por supuesto, y como se trata del empleo sistemático de las fórmulas, Máximo se sirve del

presente habitual o discurso iterativo al enumerar otras de las expresiones:

"( ... ) lo verdaderamente inglés. Lo de la sucesiva serie de transaciones no se le cae de

la boca ( ... ) y corta las cuestiónes diciendo: Basta de exclusivismos" (p. 1.229).

A veces, y como es de prever, los personajes comparten las expresiones del disparatario,

yen diversas obras encontramos citadas críticamente las mismas fórmulas. Así ocurre con

las siguientes, aunque en este caso el usuario mezcla los dichos: en La de Bringas no aparece

el coronel Minio como personaje, pero sí sus dichos,

"pasará a la posteridad por los célebres dichos de la espada de Demóstenes, la tela de

Pentecostés y el alma de Garibaldi, ( ... ) con otras cosillas que, coleccionadas por sus

subalternos, forman un delicioso centón de disparates" (p. 136).

El procedimiento se encuentra a lo largo de toda la producción galdosiana; en 1911, en

el episodio Bodas Reales, de nuevo las aspiraciones de ascenso social van unidas a la

provisión de tópicos; éste es el "repertorio" de don Bruno Carrasco:

mm BIBLIOTECA GALDOSIANA

"Ya se verá eso ... ", "Se hará lo que convenga ... ", "Esto no puede seguir así. .. ", "Vamos

al abismo ... ", "Los hombres de arraigo siempre están en sus puestos ... " ... " (p. 1.069).

También la amante de Tito, Leona, pretende escalar socialmente; ella misma nos da

cuenta de sus reflexiones metalingüísticas y su repertorio, y además seguiremos sus

"progresos" posteriores con los comentarios de Tito:

" ... Pongo gran atención en el habla de los señores con quienes una noche y otra noche

tengo algo que ver, y cuantas palabritas o frases les oigo, que a mí me parecen finas,

las atrapo y me las remacho en la memoria para soltarlas cuando vengan a cuento. Ya

sé decir: a tontas y a locas, de lo lindo, en igualdad de circunstancias, partiendo del

principio, permítame usted que le diga, mejorando lo presente, tengo la evidencia,

seamos imparciales, bajo el prisma, bajo la base ... " (p. 443).

Cualquier lector de Quevedo recordará sin dudad, a la vista de estos repertorios, el que

el autor barroco ofrece, por ejemplo, en su Premática que este año de 1600 se ordenó, con

el fin de que se evite el uso de "bordoncillos inútiles, pues se puede andar sin ellos y por

éamino llano en las conversaciones y en el escribir de cartas con que algunos tienen la buena

prosa corrompida y enfadado el mundo", o "el laberinto de las ocho palabras que nunca se

acaban", (si bien, ansí, de buen aire, lo cierto es, no deja de ser, etc). También en esta esfera

de crítica lingüística estaría el Entremés de las civilidades de Quiñones de Benavente, donde

se enumeran fraseologismos, locuciones de un registro vulgar, del tipo" de hoz y coz", "poner

pies en pared", "son habas contadas", "a pie juntillas", "ni aste ni moste", etc.

2) Más útil para la sátira es sin embargo el procedimiento del "cuento de cuentos", por

el cual observamos de forma práctica, como en la obra de Quevedo así titulada, cómo es

posible inventar un texto mediante la simple combinación de lugares comunes. Esta fórmula

la encontramos, además, en el entremés barroco de autor anónimo Entremés de rifranes,

donde los personajes conversan exclusivamente.

En el episodio España sin rey, cuya acción se sitúa en el año 1869 y siguientes, el narrador

se refiere muy explícitamente a la "manía epidémica" de la oratoria que vemos ampliamente

ejemplificada en las Novelas contemporáneas. En esos años, "hombres, mujeres y aun

chiquillos salieron perorando a cántaros ... " (p. 10), dice Galdós, jugando con la expresión

quevedesca que tantas veces utilizará en contextos semejantes ("un orador de los que hablan

a cántaros", "chaparrón oratorio", etc)26.

Con su conocido escepticismo respecto a la oratoria política, Galdós reproduce fragmentos

oratorios de parlamentarios en las diversas etapas constitucionales, a menudo comentados,

transcritos o glosados por los personajes de ficción. Numerosísimas son las observaciones

explícitas de los narradores respecto a la "hojarasca paralamentaria", pero resulta

más sutil la presentación de frases lapidarias o fragmentos de discursos, descontextualizados

y degradados, a través de las citas de vulgares admiradores que las han aprendido de

memoria. Es el caso del barbero Calleja en La Fontana de Oro, quien se provee de una

particular mixtura de frases de Alcalá Galiano, Romero Alpuente, etc., con el fin de

endosarlas a la primera ocasión.

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

Los episodios escritos en torno al fin del siglo son particularmente sarcásticos al respecto;

por ejemplo, en Bodas Reales, además de la referencia explícita a la "vana oratoria" de don

Joaquín López, se nos ofrece una sarta de sus propuestas, referidas por un

admirador don Bruno Carrasco, ansioso de reproducirlas en sus reuniones de café

(p. 990).

En cartas y escritos diversos de carácter no novelesco alude Galdós a las sesiones de

Cortes como espectáculo: "torneo oratorio ( ... ) fiesta de colores, de ruido, de pólvora, de

embriaguez"; " ... " figurándome que estoy en un teatro apreciando como espectador la

destreza y habilidad de los actores ... "27.

En consecuencia, serán muy numerosas las ocasiones en que se nos presenta la vida

parlamentaria mediante la captación que de ella hacen nuestros personajes de ficción,

ocasionales asistentes a las sesiones, como a una diversión más de la vida social.

Cádiz, es, lógicamente, la obra más significativa al respecto, pero también son

interesantes, entre tantos otros, los comentarios que en la carta V de La incógnita se realizan

sobre la asistencia de Augusta al Congreso, atrída "por el cartel parlamentario de aquel día",

y las subsiguientes parodias, reduciendo al absurdo la parola de un orador de segunda fila,

que dijo "aquello de "si se me permite recordar lo que tuve el honor de exponer ante el

Congreso en la tarde de ayer, me será fácil demostrar que al poner de manifiesto en la tarde

de hoy las deficiencias del proyecto que se discute, no dije nada, no expuse nada, ni de cerca

ni de lejos, que no estuviese en perfecto acuerdo, en perfecta consonancia, en perfecta

conformidad, con lo que salió de mis labios en la tarde de anteayer" (p. 1.131).

La imitación que los particulares hacen de la retórica parlamentaria da lugar a una

situación paradigmática, repetida innumerables veces por Galdós, que podríamos resumir

así: orador doméstico, que dispone de uno o dos clichés ideológicos intenta hacer oír su

discurso, generalmente en el café28• Ocasionalmente este orador sirve de diversión a los

interlocutores, que le incitan a perorar, caso del fatuo Marqués en La Corte de Carlos IV.

En la mayoría de los casos los personajes con pujos oratorios -que pueden pertenecer

a cualquier clase social- se hacen eco de la retórica conservadora, temerosa de la ideas

revolucionarias que pueden atacar a los principios de oratoria casera que encontramos en

El equipqje del rey José, a cargo de don Fernando Garrote, del anciano Baraona, etc. (En

particular, caps. IV, XIV Y XXVI), con los discursos de la gala benéfica que con tanto humor

recrea El amigo Manso en el cap. XXVI, con los dichos de don Florencio Morales ante Felipe

y los estudiantes en El Doctor Centeno: "¿Qué nos traen las ideas extranjeras? El ateísmo,

la demagogia ... Pues esas ideas, ese ateísmo, ese desbarajuste es lo que nos quieren meter

aquí. .. " (p. 1.431) Y también, en la misma novela, las fórmulas de expresión de Federico

Ruiz, cuya voz es condenada más de una vez por el narrador a ser oída con dificultad, por

lo que de él nos llegan sus impotentes

""Pues yo sostengo que hoy por hoy ..... y aquello de "Dígase lo que se quiera, la verdad

es ... ". Oyóse más de una vez el "Porque yo soy muy lógico ... "" (p. 1.322).

También intenta hacerse oír, con dificultades, don José del Milagro en Bodas Reales, y

de igual forma recibimos, mostradas así en toda su vaciedad, sus fórmulas fáticas

.~;!;J BIBLIOTECA GALDOSIANA

.. Señores .... óiganme. por favor ... En nombre de la Patria. de la familia. del individuo.

¡ah!. les ruego que me oigan( ... ) Sí. amigos míos. compañeros míos. hermanos

míos( ... )" (p. 1.108).

En bastantes oportunidades, el orador particular es apocalíptico respecto al futuro,

además de arbitrista, convencido de que puede sugerir un proyecto de extarordinaria utilidad

para la nación. Así ocurre con Pez en La de Bringas, cuyas tiradas en tertulia, con sus

manierismos retóricos y cláusulas trimembres, son reproducidos burlescamente por nuestro

narrador:

"La Revolución. con su todo o nada. y los moderados con su non possumus. ponían al

país al borde de la pendiente. al borde del abismo. al borde del precipicio. ( ... ) Tenía Pez

un ideal que acariciaba su mente organizadora; pero. ¿cómo realizarlo? Su ideal era

montar un sistema administrativo perfecto con 80 a 90 direcciones generales( ... )" (p. 177).

No cabe duda de que las parrafadas de Mendizábal en Miau son cómicas en sí, pero no

lo es tanto el origen de su discurso. En este caso, como en otros, Galdós se ocupa de aclarar

el punto de partida, la fuente de las ideas que el personaje se limita a repetir. Incluso hablando

con su esposa, el memorialistaa se comporta como un oradorcillo casero, exhibiendo las

pomposas expresiones conservadoras.

"Va no hay cristiandad en las familias -dijo Mendizábal grave y sentenciosamente-o

Va no hay más que suposición ( ... ) Suposición de suposiciones... Consecuencias

funestas del materialismo -dijo Mendizábal, que solía repetir las frases del periódico al

que estaba suscrito"

Pero malignamente ~n esta y otras muchas situaciones- "castigará" Galdós a su

personajes a no ser capaz de completar su espuria parrafada:

.. ¿Qué se hizo de aquella pobreza honrada. de aquella -no recordando lo demás-. de

aquella pues ... como quien dice ... ? (p. 990).

EL LENGUAJE OFICINESCO O BUROCRATICO aparece menos veces como modelo de

expresión de los personajes, puesto que, aunque la ocupación de tantos sea el funcionariado,

no todos comparten el grado de alienación del cesante Villaamil. Encontramos por ejemplo

al consejero del rey Carlos, don Fructuoso, que aprovecha los formulismos de este registro

con el fm de deslumbrar en sus combates verbales a sus adversarios. (Zumalacá"egui, p. 72)

El caso más llamativo, prueba del efecto alienante, invasor, de este lenguaje como horma

del pensamiento, lo hallamos en don Ramón Villaamil, como hemos dicho. Sus mismas

cartas pidi endo ayuda a los amigos parecen perder autenticidad, incapaz el buen hombre

de librarse en lo privado de la expresión burocrática profesional:

"El desgraciado cesante llegó a adquirir maestría terrible en el arte de escribir cartas

invocando a la amistad. Las redactaba con amplificaciones patéticas. yen un estilo que

IV CONGRESO GALDOSIANO mm

parecía oficial. algo parecido a los preámbulos de las leyes en que se anuncia al país el

aumento de la contribución, verbigracia: "Es muy sensible para el Gobierno tener que

pedir nuevos sacrificios al contribuyente". Tal era el patrón, aunque el texto fuera otro"

(p. 1.024).

y aún más grotescametne, momentos antes de suicidarse, Villaamil se despedirá

mentalmente de su nieto con fórmulas de carta: "Adiós, tengo prisa ... Duérmete, y si eres

muy desgraciado y alguien te quita tu libertad, ¿sabes lo que haces? , pues te largas de aquí. ..

¡hay mil maneras ... Y ya sabes donde me tienes ... Siempre tuyo" (p. 1.115).

Galdós parece escéptico en cuanto a la solución del problema que plantea: el relevo

generacional está preparado, y muchos jóvenes y niños de los que aparecen en sus páginas,

comienzan ya a imitar el lenguaje que oyen a sus mayores, con sus ultracorrecciones ("Mi

mamá las llama las arpidas"), su búsqueda de expresiones pomposas, aunque sean

redundantes ("tienen la fisonomía de las canas, es a saber, como los gatos ... ", Miau, p. 986).

Una niña repite tópicos de los adultos en El Doctor Centeno: "Rosita creyó muy del caso

consolar a su amigo con las frases propias de la ocasión entremezcladas con suspiritos:

- Hijo, es preciso conformarnos con la voluntad de Dios. ¡Ay, Jesús, qué mundo éste! ...

No hay más que penas" (p. 1.462).

y muchos niños y adolescentes petulantes se preparan para la abogacía y la política, y

por tanto para la oratoria vana, como "Federico y Antoñito Pez, que estaban a punto de ser

abogados, y que eran el uno filósofo (muchos filósofos de hoy tienen diez y siete abriles, y

el otro economista( ... ) Federico se había distinguido en esos círculos de sabiduría temprana

donde centenares de ángeles juegan al discurso. Era oradorcito" (La desheredada, p. 1.055)

O en Tormento, donde dos jóvenes, los hijos de Bringas y Pez, aseguran la continuidad

del hombre perorante del siglo:

"Ambos habían principiado la carrera de Leyes y se adiestraban en el pugilato de la

palabra espoleados desde tan temprana edad por la ambicioncilla puramente española

de ser notabilidades en el Foro yen el Parlamento ( ... ) La tal criatura se sentía con bríos

parlamentarios, y como Joaquinito Pez no le iba en zaga, ambos imaginaron ejercitarse

en el arte de los discursos, para lo cual instituyeron infantil academia en el cuarto del

primero, lo mismo que podían establecer un nacimiento un altarito" Los niños pasan

las horas entrenándose, hasta que llega don Francisco y dice satisfecho: "¡Ea,

niños( ... )Se levanta la sesioncita" (p. 28).

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Notas

(Las obras de Galdós son citadas de su reedición en Obras completas, Madrid, Aguilar, 1986; cinco

vols. correspondientes a los Episodios nacionales, dos a las Novelas y uno a "Cuentos, teatro y censo")

1 Nos referimos en un sentido amplio a toda fórmula que haya de reproducirse, o el hablante tienda

a reproducir. en una forma previamente fijada. E. Coseriu entiende por "discurso repetido" las cadenas

léxicas "que no son reemplazables o recombinables según las reglas actuales de la lengua" (Vid

Principios de Semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977, p .. 84-142). Tenemos en cuenta los giros

y modismos, saludos, oraciones, esquemas sintácticos y léxicos propios del lenguaje epistolar, según

sugiere!. Bosque en "Másalládelalexicalización",BRAE, TomoLXIl,CuadernoCCXXV, 1982, p. 104.

Así mismo, las combinaciones estables objeto de estudio de la Fraseología (refranes, proverbios,

aforismos, citas de autores, etc.) Vid, al respecto A. M. Tristá, "La fraseología como disciplina

lingüística", Anuario L-l, Acad. Ciencias Cuba, n°S 7-8, 1975-76, pp. 153-160.

2 Recogido por W. H. Shoemaker, La critica literaria de Galdós, Madrid, Insula, 1979, p. 123.

3 S. Gilman, en Galdósy el arte de la novela europea, Madrid, Taurus, 1985, particularmente en

las pp. 239-246, realiza una útil revisión del sentido profundo que alcanza esta faceta del estilo

galdosiano.

4 M. Bajtin, Teoriayestética de la novela, Madrid, Taurus, 1989, pp. 118-119.

s S. Gilman, "La palabra hablada en Fortunatay Jacinta", en Benito Pérez Galdós, ed. Douglass

M. Rogers, Madrid, Taurus, 1973, p. 300.

6 Galdósyel arte de la novela europea, cit, p. 243.

7 "El tópico como fenómeno sociológico", en Desde el espectáculo a la tn"vialización, Madrid,

Taurus, 1961, pp. 107-132. Nuestra cita corresponde a la p. 116, donde el autor se refiere a la renuncia

al pensamiento propio que implica la expresión mediante tópicos, hasta el punto de que "hay ciertas

vidas que transcurren en la pura enajenación del tópico".

8 Las "coordenadas frasísticas" son para el autor clichés de la novela popular (del tipo "la linda

joven", "el apuesto mancebo", "el buen padre", "el infame consejero", etc.) que sirven de pauta o pie

forzado a la invención: " ... el buen padre es una frase que introduce inmediatamente una conversación

o una acción, en la que el padre demuestra su bondad; el malvado conde es frase que precede un crimen

o una mala acción del conde. Lo mismo ocurre cuando la frase-coordenada y referencial no se refiere

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

a ningún personaje: el lúgubre castillo es frase que sirve de introducción a una acción lúgubre, en

principio, y es frase también que evita al escritor toda suerte de descripción". Introducción a una

sociología de la novela española del S. XIX, Madrid, Edicusa, 1973, p. 249.

9 Galdós visto por si mismo, Madrid, Magisterio Español, 1970, p. 33.

10 Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, Madrid, Gredos, 1963, pp. 351-355.

11 Recuérdese, por ejemplo, el inicio del cap. XIII, 1, de El Quijote: "Mas apenas comenzó a

descubrirse el día por los balcones del oriente ... "

12 L. Romero Tobar, en el cap. "Galdós y la novela popular" , de La novela popularespañola del Siglo

XIX, Barcelona, Ariel, 1976, pp. 171-172, plantea el problema de la aparente contradicción entre el

rechazo que en sus escritos teóricos muestra Galdós hacia la novela de folletín, y los evidentes

intertextos de la misma que incluye en sus novelas. Su explicación dista mucho de ser tan convincente

como la ofrecida por Hinterhauser.

13 Humor in Galdós. A study Q/the Novelas Contemporáneas, London, Yale University Press, 1968,

pp. 15 Y 57.

14 Pérez Galdós Miau, London, Tamesis Books, 1978, p. 48.

15 J. J. Thomas, "Poétique de la "bétise": Le Dictionnaire des idées re~ues" , Nouvelles sur Bouvard

et Pécuchet, Actes du Colloque tenu au College de France, Mars 1980, Paris, CDU, 1981, pp. 129-138.

En pp. 130-131 recoge el crítico las famosas citas de Flaubert tomadas de su Correspondance.

Sobre el "escarnecimiento del burgués" en el S. XIX, puede verse Gonzalo Sobejano "Epater le

bourgeois en la España literaria de 1900", Forma literariay sensibilidad social, Madrid, Gredos, 1967,

pp. 178-223.

16 "Le cliché dans Bouvard et Pécuchet", Nouvelles recherches ... , cit, p. 36.

La autora advierte así mismo la especifidad que los clichés dan a la obra, en cuanto a "la reflexividad

del texto", "dans cette possibilité qu'a le texte de réfléchir son langage, et, en l'occurrence, de

représenter le processus meme de production des clichés ... " (p. 32)

Muy interesante es también el trabajo de Claude Mouchard "La consistance des savoirs dans

BouvardetPécuchet", enAA VV, TravaildeFlaubert, Paris, ÉditionsduSeuil. 1983. pp. 167-179. donde

se refiere al tipo de frases utilizadas por los personajes de Flaubert como "bloques en el aire", lejos de

ser muestra de la actividad creadora de la mente.

Por su parte, Germán Gullón en La novela como acto imaginativo, Madrid, Tauros, 1983, pp. 138-

147, aborda cuestiones semejantes a propósito de La Regenta, explicando "la reflexividad del discurso"

en la novela. Al comentar la escena en que Quintanar ve a Alvaro descender de la habitación de Ana

(" ¡Miserable! ¡debí matarle -gritó don Víctor cuando no era tiempo- ... Quintanar se acercó a la pared y vio

en sus piedras y resquicios la escalera de su deshonra"), ofrece unas perspicaces conclusiones que son

extensibles a nuestro objeto de estudio: "La escena transcrita inyecta un tono folletinesco a la verbalización

del personaje que acaba de describir su deshonra; la expresión muestra lo patético de un carácter en que

sólo puede el honor enunciar sus quejas con la gastada fraseología del drama ( ... )Esta retórica parece

excluir la posibilidad de la expresión subjetiva( ... )La riqueza de La Regenta permanece en cierta medida

sin explotar, por olvidar que es un texto vuelto sobre sí mismo, en el que el autor transmite un mensaje

dual; recreación de una sociedad( ... )y tremenda crítica de los modos expresivos de esa sociedad egoísta y

cursi". Clarín compartiría con Galdós (sobre todo con el ciclo de Torquemada) su crítica del lenguaje "por

entender que su denuncia es necesaria para mostrar la inautenticidad de quienes lo hablan".

No hay que olvidar, por otra parte, que la acumulación de segmentos paródicos en un texto de

creación se incluiría en el peculiar registro lingüístico que Todorov denomina "discurso connotativo".

Vid. AA VV, ¿Qué es el estructuralismo?, Buenos Aires, pp. 116-117.

17 Nos referimos a la edición de ambas obras de Flaubert en Oeuvres completes, n. París. éditions

du Seuil. 1964. con documentadas presentaciones a cargo de Bernard Masson.

,. BIBLIOTECA GALDOSIANA

18 Nos servimos de la edición facsimilar en Georg Olms Verlag, Hildesheim-New York, 1972.

19 Señala Cadalso en su" Advertencia" preliminar: ..... Este exterior de sabios puede alucinar a los

que no saben lo arduo que es poseer una ciencia; lo difícil que es entender varias a un tiempo; lo imposible

que es abrazarlas todas, y lo ridículo que es tratarlas con magisterio, satisfacción propia y deseo de ser

tenido por sabio universal.

N i nuestra era, ni nuestra patria está libre de estos seudoeruditos (si se me permite esta voz). A ellos

va dirigido este papel irónico, con el fin de que los ignorantes no los confundan con los verdaderos

sabios, en desprecio y atraso de las ciencias, atribuyendo a la esencia de una facultad las ridículas ideas

que dan de ella los que pretenden poseerla, cuando apenas han saludado sus principios"

20 Roger L. Utt, Textos y contextos de Clarín, Madrid, Istmo, 1988, p. 143.

21 Del ensayo "Del estilo en la novela" publicado en octubre de 1882 y del artículo "Un libro de

González Serrano", recogidos ambos por Utt, op. cit., pp. 143-144 Y 280.

22 Concepto manejado por C. Boves Naves en Teoría general de la novela. Semiologfa de La

Regenta, Madrid, Gredos, 1985, p. 334.

23 Premática que este año de 1600 se ordenó, en Obras Completas, Vol 1, Madrid, Aguilar, 1988,

pp. 65-68. Muchos de los clichés y palabras altisonantes recogidos por Quevedo, tales como

"maremagnum", "el estado de las cosas" ... serían muy estimadas por los personajes de Galdós a los que

aludimos en el trabajo.

24 W. H. Shoemaker, Las cartas desconocidas de Galdós en La Prensa de Buenos Aires, Madrid,

Cultura Hispánica, 1973, p. 90.

250p. cit., pp. 18 Y 103-105. Se trata de una comparación evidentemente inapropiada de una

materia con otra, para dar burlescamente a la materia original un aire de dignidad, método, razón o

importancia que no le pertenecen. En el caso que comentamos, no es la fiesta de los majos el objeto de

la burla, sino el lenguaje de los cronistas, al degradarlo aplicándolo a un objeto inusual.

26 EnLas cartas desconocidas ... , cit., p. 52, se reproduce una carta de Galdós escrita en 1884 donde

ironiza sobre "la excesiva cosecha de oradores con que la Providencia ha favorecido a nuestro país,

cosecha tal que no tenemos ya trojes en que encerrarla, ni mercado donde darle salida, y que nos ahoga,

obstruye y embaraza de continuo".

27 Las cartas desconocidas ... , cit., p. 44 Y Obras inéditas ordenadas por A. Ghiraldo, Vol. I1I, p. 168.

28 "Quizá nada mejor que la tertulia para estudiar el proceso de aparición, desarrollo, continuidad

e incluso desaparición de los tópicos. Sobre todo la tertulia decimonónica, especialmente vinculada a

la clase burguesa, es el fenómeno social en que el tópico tiene su sede genérica. Tópico y tertulia son

sociológicamente inseparables", E. Tierno Galván, op. cit., p. 122.