CARACTERIZACION LINGUISTICA -
DE LOS PERSONAJES EN EL ABUELO
José Antonio Samper Padilla
Clara Eugenia Hernández Cabrera
Las novelas dialogadas suponen uno de los
campos de la creación del autor canario que mejor puede servir para el estudio de los recursos
que emplea el novelista con el fin de caracterizar a los personajes según el uso que hacen
de la lengua. La abundancia de los diálogos hace que los distintos personajes tengan que
expresarse directamente, sin la intromisión del autor. Es ésta precisamente la finalidad que
persigue D. Benito cuando se decide a adoptar la técnica dialogal:
La palabra del autor, narrando y describiendo, no tiene, en términos generales, tanta
eficacia, ni da tan directamente la impresión de verdad espirituaL.. Con la virtud
misteriosa del diálogo parece que vemos y oímos sin mediación extraña el suceso y sus
actores, y nos olvidamos más fácilmente del artista oculto que nos ofrece una ingeniosa
imitación de la Naturaleza t •
Busca, pues, el novelista que los personajes sean conocidos a través de lo que hacen y,
sobre todo, a través de lo que dicen, y no por las informaciones que aporta el narrador
omnisciente. Este logro, como ha sido señalado por los diversos estudiosos que se han
acercado críticamente a estas creaciones2, no lo alcanza completamente Galdós: la presencia
del autor está patente, especialmente en las acotaciones, en ocasiones de una gran
extensión, que se encuentran a lo largo de la obra.
La pregunta que cabe plantearse puede formularse como sigue: ¿Consigue Galdós dar una
personalidad lingüística diferenciada a los distintos personajes en una obra como El abuelo?
¿Cuáles son esos rasgos lingüísticos distintivos?
S. Gilman3 ha señalado ya la gran habilidad del novelista para dotar de una impronta
personal al habla de cada uno de sus personajes. D. M. Rogers confirma esta apreciación,
estudiando cómo Galdós singulariza a Torquemada precisamente mediante sus peculiaridades
verbales: "Si en sus obras tempranas Galdós pudo contentarse con un lenguaje neutro
y dejar que todos los personajes hablaran más o menos de la misma manera (ejemplo: Doña
Perfecta), en las obras tardías hay un sostenido afán por captar el habla que el novelista oía
en torno suyo, lo llamado por él «la marca de raza»"4.
,. BIBLIOTECA GALDOSIANA
Obviamente la forma de hablar de cada individuo está en relación con una serie de
factores sociales (edad, sexo, nivel sociocultural, raza, procedencia ... ) cuya importancia han
puesto de relieve los estudios de Socio lingüística en múltiples investigaciones empíricas
desde los trabajos pioneros de Labov5• De los condicionantes citados el que más influye en
la variación es el nivel sociocultural, relacionado, por un lado, con el grado de instrucción,
y, por otro, con los ingresos y posición profesional del individuo. Son datos sociales que no
se le escapan a Galdós. Varias muestras podemos aducir en este sentido; por ejemplo, en la
descripción del Alcalde de Jerusa, dice el novelista:
señorón macizo, sanote y jovial que, al contrario de su mujer, pone todo su esmero en
parecer muy bruto, dejando al descubierto, desnudo de toda gala retórica, su natural
llano y la tosca armazón de su ser moral. Entiende que los hombres deben ser claros,
cada cual mostrándose como Dios le ha hecho. De origen humildísimo, empezó a sacar
el pie del lodo con la carretería; trabajó honradamente después en distintas industrias,
hasta que halló su suerte en la fabricación de pastas para sopa. Su laboriosidad le hizo
rico, y la herencia de un tío de América le ascendió a millonario ... (p. 83)
Hemos señalado lo que dice Galdós de uno de sus personajes. Realmente las acotaciones
en que el novelista presenta a los personajes secundarios son pinceladas certeras con las que
quedan definitivamente retratados. Por ello, nuestra aportación en esta comunicación se va
a centrar en la caracterización de la lengua de varios de estos personajes en El abuelo a la
luz de los rasgos con que son definidos por el novelista, o, dicho de otro modo, comprobaremos
si la caracterización social (y lingüística) de los distintos personajes hecha por Galdós
cuando aparece cada uno de ellos encuentra un paralelismo eficaz en la presencia de ciertos
rasgos lingüísticos que corroboren su retrato inicial. Junto a ello, el análisis de las variantes
que se producen en los manuscritos -tanto en los reversos (texto A) como en los anversos
(texto B)-puede ayudarnos a determinar si, en efecto, Galdós tuvo ese propósito caracterizador
a través de la lengua.
Dado que el análisis de todos los personajes secundarios de la obra excedería el propósito
y las posibilidades de una comunicación, nos centraremos en los siguientes: La Marqueza,
el Prior de Zaratán, el Alcalde, la Alcaldesa y Senén, pertenecientes a distintos sociolectos
de la comunidad rural que se describe, si bien dos de ellos han recibido toda o parte de su
formación fuera de Jerusa: en Madrid, Senén; en Roma, el Prior de Zaratán.
1. Es sabido que el rasgo lingüístico más destacado del estrato sociocultural bajo es el
empleo de vulgarismos. Estos se hallan presentes en el habla de la Marqueza y de uno de
sus nietos; Gilillo, como se llama éste, sólo pronuncia una frase, "Sí que son ... madre, ellos ...
Cá vienen" (p. 215), yen ella destaca el vulgarismo cá, con aféresis de la primera vocal,
además del hablar entrecortado, que se refleja gráficamente en los puntos suspensivos, como
una manifestación de la falta de madurez lingüística del niñ06• Centrémonos, por consiguiente,
en algunos rasgos que se observan en la elocución de la corpulenta anciana (J. 111, EE. IX
Y X; J. V, E. XV):
IV CONGRESO GALDOSIANO ,.
a) Incorrecciones fonéticas: Se vale Galdós de cambios en el vocalismo, en palabras como
misma, pronunciada con la forma arcaica mesma, y en la monoptongación del grupo uo
(respetoso), con formación analógica, forma hoy desusada, según el DRAE.
b) Incorrecciones morfosintácticas: uso del artículo ante nombre propio. En un caso, ante
un antropónimo ("mi hija la Carmina", nombre que es eliminado en el texto B y sustituido
por "la Facunda"), reflejo del uso familiar del artículo ante nombres femeninos7
, y, en otro,
ante el topónimo América: aunque sabemos que algunos de estos sustantivos se caracterizan
por llevar un artículo fosilizado (Los Pirineos) y otros admiten indistintamente su aparición
con o sin artículo (elJ0 Perú), en el español moderno se ha fijado América, sin artículo, en
el uso general de la lengua.
También hay en los escasos parlamentos de la Marqueza un vulgarismos en el empleo
del nexo subordinan te: "Mientras más se vive, más cosas malas se ven. " Este uso de mientras
como adverbio de cantidad, equivalente a cuanto, es propio de la lengua familiar y se usa,
según Kany9, más en América que en España, aunque tampoco debemos olvidar que esta
construcción es de uso frecuente en determinados niveles del español canario.
Además del arcaísmo fonético mesma, señalemos otro de carácter morfológico en el uso
del pretérito imperfecto de subjuntivo ("Señor mi Conde ¡Quién pensara verle más!"), con
un valor que le viene dado por su origen histórico, del pluscuamperfecto latino de indicativo.
Este empleo del imperfecto en -ra está atestiguado en el Poema de Mio Cid, pero su uso
decreció en el siglo xv hasta ser hoy prácticamente inusitado (salvo en el paréntesis
romántico, con evidente carácter arcaizante).
c) Un arcaísmo léxico, usado por el autor canario, esta vez, sin duda, buscando ese efecto, porque
es productodeunavariaciónenel paso del manuscritoalaedición, lo hallamos en el siguiente parlame nto:
B; Zacarías traía buenos duros a casa
E; Zacarías traía napoleones a casa
Frente al uso general de duro, que llega hasta nuestra época, el napoleón sirvió para
designar una moneda francesa de plata acuñada en 1803, con la efigie de Napoleón, que tuvo
curso legal en España durante cierto tiempo.
d) Junto a los vulgarismos y arcaísmos reseñados, destaquemos un rasgo lingüístico más
en el habla de la Marqueza: es el único personaje de la obra que hispaniza fonéticamente la
terminación de los diminutivos ingleses de las nietas de Albrit. Los apelativos Dolly y Nell
quedan convertidos, respectivamente, en señon'ta Dola y señon'ta Nela en boca de la Sibila.
Más relevancia adquiere este rasgo cuando observamos que en la primera redacción (A), la
Marqueza usa las denominaciones generales en la obra. Se observa, pues, un decidido
propósito de plasmar la llamada por Galdós "marca de raza".
e) No podían faltar en los parlamentos de un personaje como la Marqueza algunas
expresiones de carácter coloquial y familiar, tan frecuentes en las novelas del autor canario 10:
"la Facunda trabaja en las minas como una mula"
"dudando caemos en el hoyo"
"tan reguapas" (con el uso del prefijo aumentativo re-, además del ponderativo).
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En algunos casos Galdós cambia una expresión neutra por otra más familiar o coloquial,
valiéndose de frases ya acuñadas en la lengua. Muestra de ello son los ejemplos:
B
enviudó el año pasado ...
¡Que si me acuerdo!
sí, un poco se parece ...
E
enviudó por San Roque ...
¡Como si las tuviera delante!
sí, también tiene la pinta ...
f) No podemos pasar por alto otro detalle que adquiere relevancia en los parlamentos
pronunciados por la Marqueza, fundamentalmente porque son cambios que introdujo el
novelista en la primera edición de la obra. Se refieren todos al tratamiento que la vieja Sibila
usa para dirigirse al Conde:
B
Dispénseme, señor Conde .. .
¿Qué tiene, señor, que está .. .
Digo yo, señor ...
el señor Conde ...
dudar, Señor ...
dude, señor. ..
Señor, Conde de Albrit. ..
Señor, no piense ...
E
Dispénseme, señor mi Conde ...
¿Qué tiene, m i señor, que está ...
Digo yo, gran señor ...
mi Conde ...
dudar, gran señor. ..
dude siempre el buen padre ...
Señor, mi Conde ...
Buen señor, no piense ...
A estos ejemplos hay que añadir el saludo inicial (Señor mi Conde) y una corrección en
el texto B (i Qué par de pimpollos tiene aquí [x5 ¿señor? Conde] <el buen Conde> ). Podemos
observar que en cinco ocasiones la Marqueza antepone el posesivo al título nobiliario o al
sustantivo señor; es un uso que no debe extrañar, porque, como ya señaló S. Fernández
Ramírez 11, la relación simbolizada por estos pronombres excede en español lo que comúnmente
se entiende por relación posesiva y puede servir para expresar diversos matices
(ternura, ironía, encarecimiento ... ), especialmente en el registro coloquial y popular, donde
alcanza un extraordinario desarrollo. El ennoblecimiento lingüístico que se consigue con el
empleo de estos pronombres y de los adjetivos ponderativos buen y gran evoca las fórmulas
de tratamiento usadas en la épica medieval castellana, sobre todo si se tiene en cuenta que
el Conde también se llama Rodrigo, como el héroe de Vivar.
g) Los parlamentos de la vieja campesina están impregnados, como toda el habla popular
hispana, de alusiones religiosas. Por ello, las nenas de Albrit, como las llama la Marqueza,
son yaserqfines, ya ángeles, desde su particular visión. Como es sabido, las fórmulas rituales
de saludo y despedida contienen en nuestra lengua 12 constantes referencias a la divinidad;
como éstas no pueden faltar en el habla de la Marqueza, Galdós sustituye en el primer
parlamento la frase "De vuelta por aquí" y la reemplaza por "Dios le guarde" (textoB), más
en consonancia con el "Vayan con Dios ... la Virgen les acompañe" del final y con el
"Bendígalas Dios" -<:on el uso arcaico del pronombre enclítico- de otro parlamento intermedio.
h) Indiquemos, como último rasgo del personaje, que el novelista introduce ciertos cambios en las
elocuciones de la Marqueza con la finalidad de conferirle dignidad y aportar a su habla un matiz poético:
B
para llorarlo ...
que está en gloria ...
IV CONGRESO GALDOSIANO ,.
E
para rociarlo con mis lágrimas ...
que está gozando de Dios ...
Se trata de alteraciones que están en la línea de esa sublimación que hace D. Benito del
personaje, al que eleva a la categoría de Sibila y al que concede un apelativo que guarda gran
semejanza fónica con el título nobiliario. Por ello es explicable que el Conde, para referirse
a las recomendaciones que le da la Marqueza, sustituya el sustantivo consejo porfilosQ/ía.
Galdós, pues, ha sabido singularizar el habla de esta vieja mujer de pueblo: por su
condición social empleará vulgarismos, pero casi todos están contenidos dentro de los límites
de los considerados arcaísmos; y, junto a ello, por su naturaleza profética, la dignificación
lingüística a través de fórmulas de antigua raigambre en nuestra lengua.
2. El segundo personaje que estudiamos pertenece a un estrato sociocultural muy
distanciado del de la Marqueza. Como veremos, Galdós sabe rectificar, a lo largo de sus
correcciones, su primer retrato en aras de conseguir una plasmación más acorde con el papel
que, dentro de la acción narrativa, desempeña el personaje.
Todavía en B el autor presenta a Baldomero Maroto, prior de Zaratán, con una serie de
características que, después de ser tachadas, desaparecen en E:
[Malagueño nato] [Andaluz del Perchel, todavía cecea, a pesar de haber vivido treinta
y cinco años en Roma hablando italiano, que posee con perfección. Era su palabra fácil
y grata, ¿salían? [[¿sazonados]] los italianismos sazonados con un granito de gracia]
¿Qué queda de esto en la edición definitiva? Restan el recuerdo y la huella que dejan en
el personaje los años de estancia en Italia, es decir, el trato, a la vez refinado y firme,
característico de los diplomáticos vaticanos. No es de extrañar, por consiguiente, que los
parlamentos del Prior estén salpicados de un léxico italiano, que Galdós destaca especialmente
en el tratamiento al Conde:
EL PRIOR, que, descuidándose ,a veces, emplea los tratamientos italianos (p. 285)
Baldomero Maroto se dirige a D. Rodrigo empleando Eccellenza en cuatro ocasiones y
Monseñor otras cinco. Sólo dos veces en E se dirige a él como señor Conde, ya en la E. X,
cuando Albrit quiere marcharse del convento y la relación entre ambos ha perdido la
afabilidad inicial. Más importante que este hecho es comprobar que Galdós ha añadido
algunas de estas fórmulas de tratamiento o las ha corregido en el paso de las versiones
manuscritas a E, porque en aquéllas sí aparecen señor y señor Conde, eliminadas, sin duda,
porque el novelista quiere destacar el italianismo del Prior.
Frente a esto, el lector de la edición de 1897 ignorará que nació en el Perchel y que su
acento combina los italianismos con la gracia andaluza del malagueño nato. Conocerá su
procedencia porque lo dice el Cura en una conversación con el Conde (J. 1Il, E. XI) Y porque,
en una acotación, señala el autor que "abre un Málaga superior, que le han enviado de su
tierra para celebrar", además de que Maroto cuenta "chascarrillos andaluces de buena ley"
durante la comida que le ofrece al Conde en el convento.
"41:j BIBLIOTECA GALDOSIANA
Son referencias menos explícitas que la lingüísticamente pertinente "todavía cecea".
El personaje que está llamado a cumplir en la obra el importante papel de revelar la verdad
final al Conde no puede presentar un rasgo cuya consideración social queda explícitamente
definida con las siguientes palabras de T. Navarro Tomás: "El teatro y la novela suelen
utilizar el ceceo como recurso cómico, presentándole con el carácter de un rudo dialectalismo
o como una chocante anormalidad. Basta este dato para formarse idea de la opinión que
del ceceo se tiene y para comprender la conveniencia de corregir y evitar esta forma de
pronunciación" 13.
Corrige, pues, Galdós sus pinceladas iniciales y lo hace con acierto total. Obviamente la
marcada caracterización dialectal, con un rasgo fónico totalmente superfluo puesto que no
aparece reflejado en ninguno de los parlamentos en el manuscrito, hubiera convertido al
Padre Maroto en un personaje diferente. Por otra parte, la aparición de una característica
diatópica diferenciadora hubiera sido extraña en una obra que no se ubica en un lugar
concreto de la geografía española y que no cuenta tampoco con otros personajes marcados
por dialectalismos. Mal se avendrían, además, esos rasgos chispeantes y graciosos con la
elocución de un personaje que usa un estilo bastante retórico y culto. Esta es también la razón
de que Galdós suprima el superlativo y ciertas adjetivaciones en el siguiente parlamento, que
podemos leer en tres versiones:
A: [muy] obsequioso y decidor con gracia el buen Prior [y el Conde y los jerusanos
muy complacidos], que se arrancó a contar algunos saladísimos chascarrillos
andaluces de buena ley.
B: [obsequioso] decidor y jovial el buen Prior, arrancándose a contar [saladísimos]
salados chascarrillos andaluces de buena ley.
E: decidor y jovial el buen Prior, arrancándose a contar salados chascarrillos
andaluces de buena ley. (p. 289)
y de que desaparezcan en E unos parlamentos como estos del texto B:
El Prior. al Conde
Aquí. Sr. Conde. [verá V. siempre] <no verá más que> franqueza llana [y una frat]
<y una fraternidad> sin cumplidos ni etiquetas. Ya observaría V. que al recibirle en el
portalón no le eché discurso ... Supongo que los discursos le afectarán.
El Conde
Seguramente.
El Prior
Como a mi. Me [cont] sometí a saludar [le ] al amigo ilustre y a ofrecerle [lisa y] lisa
y llanamente mis consejos.
El perfil final del personaje no coincide con la llaneza y falta de cumplidos. Por ello el autor
introduce variantes como éstas:
B: ... por el afecto que todos le tenemos.
E: ... por el afecto que todos le profesamos.
IV CONGRESO GALDOSIANO _
B: El Prior
[Somos] [Haría lo que] [No haría más que pasearse] viviría en la más hermosa
[celda] y abrigada celda que tenemos; comería lo que más fuese de su agrado, [y
gustaría] se pasearía de largo a largo por nuestras huertas y prados, y estaría
dispensado de asistir a los oficios, y de ayunos y penitencias.
B: fDebe] [Es nuestra] [La comunidad, monseñor, se ve muy honrada con la visita
del Conde de Albrit] Para nosotros, imperio ha sido la casa de [Laín] <Albrit>, y
las [grandezas] <glorias> de Zaratán se confunden en la historia con la grandeza
de las Potestades.
Su lenguaje retórico se muestra también en las trimembraciones del parlamento siguiente:
B: Por segunda vez, Sr. Conde, le invito a considerar [x4: ¿cuan?] [x4] que es locura
oponerse a esta santa reclusión, [aconsej] dispuesta por la familia, patrocinada
por los amigos, aconsejada por la Facultad ... En ninguna parte tendrá Vd. la paz,
la tranquilidad y los bienes materiales que aquí le prodigaremos sin tasa.
Así como Dolly cambia de registro cuando se enfada al observar la falta de atenciones
con su abuelo y pasa a usar un estilo más cuidado para hablar con el Cura y el Alcalde, y la
modalidad imperativa para dirigirse a los criados (J. IV, E. XV), del mismo modo Maroto
pierde el tono equilibrado en la pelea con el Conde. Ya observamos el cambio en las
acotaciones, desde las referencias a los palmetazos afectuosos en la espalda de Albrit hasta
la amenaza de descargar sus puños contra el anciano. En los parlamentos del Prior se va
mostrando su enfado éreciente: ya no aparecen los tratamientos refinados que hasta ahora
ha dirigido al viejo prócer, alguna frase queda inacabada, y la inminencia del enfrentamiento
hace brotar de sus labios una expresión coloquial que Galdós ha sabido extraer del rico
arsenal cervantino, aprovechando oportunamente el apodo del Conde:
E: Sr. Conde, que ya me va faltando la paciencia.
Le digo a usted que conmigo no se juega. Albrit es un niño y como a tal habrá que
tratarle. A los niños mañosos se les sujeta y se les ...
Ahora lo veremos. ¡Leoncitos a mí! (pp. 297-298)
Y tras el violento lance, cuando Maroto cree que el Conde, que ha huido del convento y
ya no puede oírlo, se dirige al cantil en busca de la muerte, tiene lugar un cambio en el
tratamiento y por primera vez leemos el tuteo en boca del Prior:
E: ¡Pobre demente! Te ofrecemos el descanso y lo rehúsas; te damos el olvido de lo
pasado, y prefieres revolver las escorias inmundas de tu deshonrada familia.
Rechazas nuestra dulce compañía para correr tras un enigma, cuya solución no
has de encontrar ... no, no la encontrarás, porque Dios no lo quiere ... (pp. 298-299)
Como ha dicho Gilman, "Galdós tiene sus mayores logros cuando somete a sus criaturas
estilísticas a situaciones insólitas, situaciones que se ponen de manifiesto y se plasman a
través de ciertos cambios en el modo de hablar de los personajes"14.
ID] BIBLIOTECA GALDOSIANA
3. La acotación en que el autor presenta a José María Monedero -pasemos por alto el
simbolismo del apellido- refleja una psicología sin refinamiento, que justifica la aparición
de dos aumentativos casi inmediatos "Señorón macizo, sanote y jovial" (vid. supra) y el uso
del'- sufijo -ote en boca del personaje para definir su propia esencia en dos ocasiones
(francote), naturalmente con un matiz afectivo que desplaza su valor despectivo general.
No.olvidemos cómo el autor, en absoluto observador objetivo, se permite incluso reírse de
este tosco personaje, jugando con la polisemia del vocablo pasta para provocar el chiste O. V, E. I1I):
... Agradezca que da con un hombre de mi pasta (No se refiere a la de la sopa).
Veamos cómo plasma Galdós la falta de formación del Alcalde, sin tomar en consideración
las múltiples indicaciones que en este sentido siembra a lo largo de las acotaciones.
Hay palabras que se le atraviesan a Monedero. Un ejemplo es el cultismo onomástica,
que el Alcalde pronuncia, por confusión paronomásica, una vez, monástica y, otra,
numismática. A las correcciones que le señala Dª Vicenta, su mujer, José María responde
"Acabaremos por tener que hablar por señas". En A el novelista había asignado al Alcalde
palabras más explícitas: "Cuánto más [sencillo] fácil decir el día de tu santo; pero ahora están
sacando unas palabras que no sé ... " Hay otro vocablo, un anglicismo de incorporación
reciente en la época, que tampoco pronuncia debidamente el Alcalde, interbú. Galdós se vale,
además de la eliminación de la vocal jij, del recurso ortográfico del cambio de v por b para
señalar la deficiente pronunciación de la palabra, que sí escribe en la forma inglesa correcta
en los parlamentos de Lucrecia y de la Alcaldesa. Es el mismo procedimiento que utilizará
Arniches, según señala M. Seco l5•
La adaptación a nuestro sistema fonológico de los hipocorísticos de las niñas de Albrit
ha sido ya mencionada al estudiar el habla de la Marqueza. La hispanización se produce
también en boca del Alcalde, si bien en el plano morfológico de la lengua, adjuntando a los
nombres los diminutivos correspondientes: Nelita, Dolita (J. II, E. II). Hemos de tener en
cuenta, como señala Pérez VidaP6, que en las novelas de Galdós es muy frecuente el uso de
los diminutivos para referirse a los jóvenes con un matiz de afectividad, aun en los casos en
que éstos tengan una posición social elevada; en el ejemplo que nos ocupa, la forma
diminutiva, acompañada del tuteo ("deseáis sentaros"), puede considerarse una manifestación
de la llaneza y falta de sometimiento a las normas sociales de Monedero, porque en otro
momento, de mayor tensión dramática, usa el usted para interpelar a una de las niñas (J. IV,
E. XV): "Haga usted entender a su señor abuelo que soy el Alcalde de Jerusa". En este
apartado de extranjerismos adaptados a nuestra lengua podemos señalar también la
formación del plural de los patronímicos del Conde de forma regular, en boca del Alcalde:
Albritesy Laínes, con la hispanización del primer vocablo, que, por su origen y terminación,
no se ajusta a los cánones de consonantes finales en nuestro idiomal7
•
La incultura de Monedero la pone también en evidencia el autor a través de alguna frase
con función metalingüística que refleja su ignorancia léxica: cuando un fraile de Zaratán le
habla al Alcalde del grano turco, éste responde: "¿Qué es eso? ... ¡Ah!. .. el maíz" (p. 285).
El deseo de marcar la llaneza y poco cuidado del personaje hace que Galdós sustituya
algunos términos en los parlamentos del Alcalde. Así en E desaparece gresca para dar paso
N CONGRESO GALDOSIANO _
al vocablo de origen gitano y más familiar jollín 18, y los arcaicos y cultos allende y
aquende del texto A son sustituidos por la expresión coloquial del tiempo de Man·castaña.
Asimismo se elimina el gerundio metiendo y se reemplaza por enchiquerándole en B; en el
mismo texto, en la frase "le dábamos más de lo que merece la ... " ,grandeza y nobleza son
tachados sucesivamente y se convierten en la simple polilla (de sus pergaminos). Del
mismo modo, el cabal/erismo andante de todos los Albrites y Laínes (texto A) se transforma
en la caballería andante o cargante.
Las últimas correcciones señaladas, referidas a la familia Albrit, nos indican otro rasgo
que cabe destacar en la elocución de Monedero: es el uso constante de fórmulas vulgares o
poco respetuosas, que pueden alcanzar cierto valor despectivo, para aludir a otros personajes;
así lo observamos en el empleo del demostrativo para referirse a su esposa ("lo que digo
a ésta: menudo jollín") o a las mujeres como Lucrecia ("¡Trómpolis! lo que hacen éstas"), en
la aparición de tábano para aludir al periodista, deJantasmón o vejete para referirse al Conde
o de mocosa, loca, chicuela referidos a Dolly. En ese mismo camino no es raro que para
referirse a los monjes de Zaratán, que en B se lee: "con estos caballeros", se produzca la
sustitución, dada la campechanía del Alcalde, por" con estos compadres", de acuerdo con la
primera frase que pronuncia el personaje al llegar al convento: "¡Compadres, vaya una vida
que se dan ustedes! (p. 284).
Señalemos asimismo que el autor singulariza también a este personaje por la utilización
repetida de una exclamación popular, ¡Trómpolis!, que se convierte en su muletilla particular
en aquellos momentos en que expresa contrariedad o desagrado. Como ha señalado
Chamberlin19 , Galdós sabe utilizar la muletilla para dotar de verosimilitud externa y
psicológica a los personajes que crea.
Esta modalidad lingüística coloquial, propia del espíritu campechano de este personaje,
alterna con aquella otra que ha de presentárnoslo en su faceta de alcalde. En esos momentos
el lenguaje se impregna de retoricismo:
.. .la entidad pueblo es lo mismo que la entidad persona ... Jerusa verá siempre en la
ilustre Condesa de Laín una individualidad digna de todos nuestros respetos. (p. 86)
De ahí también la sustitución de "yo, el Alcalde" por "yo, el Presidente del Ayuntamiento"
en el texto B.
4. En cuanto a la esposa del Alcalde, ya nos advierte el autor desde el principio:
'" no tiene en aquel momento más preocupación que parecer fina, y este singular estado
de su espíritu, con la tirantez consiguiente, se revela en todos sus actos, en sus palabras
melosas ... (p. 83)
Este personaje, representación en la novela de lo cursi, cumple la función de corregir a su
marido y a Senén la mala pronunciación del término onomástica, que ella se esmera en usar.
De acuerdo con la definición del comienzo, el adjetivo fino se convierte en una palabra-clave
en boca de la Alcaldesa cada vez que desea expresar un elogio. Así leemos, en sus escasos
parlamentos, que sonJinísimas las monjas dominicas, que es "muchachofi'no" el periodista
Cea y que también sonJinísimos el Prior y los padres jerónimos 0.11, EE. II, III Y IV).
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El deseo de ponerse al nivel de Lucrecia supone un cambio a lo largo de sus intervenciones,
desde el inicial "Dispense usted, Condesa" hasta los tratamientos de más confianza en
la J. V,E. VIII: "Hija mía, no he podido evitarlo" yen la E. IX: "¿Otra vez mal, amiga mía?"
Galdós no reprime su afán de resaltar la cursilería de Dª Vicenta y por ello no duda en
intervenir con alguna aclaración: "No extrañe usted, Condesa, las vehemencias de mi
marido. Desde que es edil (marcando bien la palabra) .. " (p. 86). Junto a ello, términos y
contrucciones que llaman la atención por su pedantería:
Es un adminículo extranjero (p. 88)
Quiere colarse por aquí para celebrar con usted una interview (p. 93)
Abrigo la esperanza de ser afortunada en la misión que usted me confía ... (p. 366)
Debemos suponer, y aun afirmar. que vendrán ... (p. 368)
... cuando su centro. su atmósfera. como quien dice. es la buena sociedad ... (p. 326)
a los que debe añadirse el galicismo sintáctico "bordan a maravilla".
No es extraño, por consiguiente, que las variantes que se encuentran en los parlamentos
de la señora del Alcalde tiendan a mejorar el estilo, como se observa en el ejemplo siguiente
del texto A: ..... voy [a x4 decirle] [de embajadora] <allá, oficiando de introductora de
embajadores>. En el campo de los "dicendi" el autor selecciona hasta hallar el que le parece
más adecuado; pasa de mandar, que encierra un serna de subordinación, a encargar. Entre
las dos opciones se halla la excesivamente neutra decir: "La Condesa me ha [mandado]
[dicho] <encargado> que la mande venir" (texto E, J. V. E. IV).
Son parlamentos dirigidos, en su mayor parte, al Conde o a su nuera. El autor acierta al
señalar la variación diafásica del personaje cuando habla con la chismosa Consuelito, en
presencia del Cura y de su marido. En esos casos salen de la boca de Dª Vicenta expresiones
como: "Pues suelta la sinhueso", "Abre la espita" y, en S, "Chitón, Consuelo". Son
construcciones coloquiales que, indudablemente, no llegan a ser tan vulgares como las de
su marido. Por ello Galdós elimina algunas expresiones que, en principio, había puesto en
boca de Dª Vicenta y se las aplica al Alcalde:
B: ... una conspiración para enchiquerar a su abuelo ...
E: ... una conspiración para enjaular a su abuelo ...
B: .. .la planchadora de [x6] [que no se descuida. larga un] (los Donesteve).
E: El Alcalde
y que no se descuida. Larga unas cartas de seis pliegos. llenos de garabatos ...
5. Veamos, por último, el caso de Senén, que es, en cierto modo, ejemplar, porque hay
un propósito evidente del autor por caracterizarlo a través de la lengua, como ejemplo del
uso afectado y poco natural de la misma. Senén es la representación del funcionario que,
como bien señaló P. Faus Sevilla20, se ocupa de dos actividades fundamentales para lograr
un puesto estable en la administración: el cuidado de su atuendo personal, por la importancia
de las apariencias, y el cultivo de amistades que, por uno u otro motivo, puedan ayudarle
en su ascenso burocrático. La larga acotación en que se presenta al personaje es una prueba
IV CONGRESO GALDOSIANO 1&
evidente de que Galdós no renuncia a su omnisciencia, especialmente cuando se trata de
actores secundarios de la trama, y nos da un perfil definitivo del pobre hombre que es
Senén:
... SENEN, de veintiocho años, más bien más que menos, vestido a la moda, con afectada
elegancia de plebeyo que ha querido cambiar rápidamente y sin estudio la grosería por
las buenas formas. Su estatura es corta: sus facciones aniñadas, bonitas en detalle, pero
formando un conjunto ferozmente antipático. Pelito rizado; chapas carminosas en las
mejillas; bigote rubio retorcido en sortijilla. Lucha por su existencia en el terreno de la
intriga, olfateando las ocasiones ventajosas y utilizando la protección y gratitud de las
personas a quienes ha prestado servicios de ínfima calidad, sobre los cuales guarda
cuidadoso secreto. Ya no se acuerda de cuando andaba descalzo y harapiento por las
mal empedradas calles de Jerusa ... Su vicio es la buena ropa, y su pasión las alhajas;
lleva constantemente tres sortijas de piedras finas en el meñique de la mano izquierda,
y al llegar a Jerusa ha sacado a relucir un alfiler de corbata ... (pp. 13-14)
Destacamos una serie de rasgos que serán confirmados lingüísticamente: a) la falta de
naturalidad ("viste con afectada elegancia de plebeyo ... ; su egoísmo toma más bien formas
solapadas que brutales ... "); b) cultura mínima, adquirida en las tertulias de café ("ha querido
cambiar rápidamente y sin estudio la grosería por las buenas formas" ;" compensa la cortedad
de su inteligencia"); y c) moralmente es un personaje vil ("olfateando las ocasiones
ventajosas ... prestando servicios de ínfima calidad .. constancia y sagacidad en la
adulación ... arte para el pordioseo de recomendaciones").
La naturaleza rastrera y antipática de Senén hace que Galdós no parezca tomarlo en serio
desde el principio: "tenía 28 años, más bien más que menos". Su estrechez de miras e
insignificancia moral las realza el novelista mediante una serie de recursos: léxicos (estatura
corta, facciones aniñadas) y, sobre todo, morfológicos, con la utilización de diminutivos
(pelito, sortijilla, des tinillo de Hacienda). Son diminutivos que pierden aquí todo su valor
de cariño, predominante en español, para adquirir un sentido totalmente peyorativo. Este
uso del diminutivo para referirse a Senén lo vemos repetido a lo largo de la novela en boca
de otros personajes. Así Venancio y Gregoria lo llaman (pp. 17 Y 19) Senenillo, con la
utilización del -illo sin el infijo -e-, como es frecuente en el español canari021; aunque
normalmente los diminutivos referidos a personas están cargados de afectividad, diversas
circunstancias, como señala Pérez VidaP2, hacen que tomen un matiz despectivo. En otro
momento Gregoria le dice: "vistes tan elegantito" (p. 22); el Conde le hace el siguiente
comentario: "Ya sabes tú, picaruelo, a qué aldabones te agar~as"; y Consuelito se dirige a él
de esta manera: "Todo se sabe, amiguito". En relación con esa pequeñez también encontramos
el apóstrofe que le dirige Venancio al principio de la novela "tú, rey de las hormigas" (p. 11).
Para reforzar el desprecio hacia Senén no faltan las metáforas que toman como base de
la comparación a animales que despiertan sentimientos de repugnancia; así Lucrecia lo
llamará tábano (p. 92) o usará los despectivos animalejo (p. 112) Y animalucho siniestro
(p. 373) para aludir al personaje; el Conde lo insultará llamándolo serpiente (p. 400) Y lo
definirá con gran exactitud: "Eres joven; tienes estómago de buitre, epidermis de cocodn"lo,
tentáculos de pulpo: llegarás, llegarás ... " (p. 255).
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
Para señalar la indiferencia que suscita este personaje, el escritor recurre al uso del
nombre propio. En esta ocasión, no es el simbolismo el que opera, sino que el Conde muestra
ese desprecio mediante el olvido del nombre de ese ser insignificante en dos
ocasiones (J. 1, E. V): "y tú, Séneca, Cenón, o como quiera que te llames .. ",
"Séneca, digo, Senén ... "
El novelista ridiculiza a un personaje que, como ya hemos visto desde la acotación inicial,
resulta absolutamente antipático. Los errores lingüísticos que comete Senén no son los
vulgarismos usados popularmente, sino aquellos característicos de las personas de escasa
cultura que desean aparentar más de lo que son y emplean términos mal asimilados: de esta
forma, dirá reasumiendo cuando quiere expresar resumiendo (p. 25), el mismo vocablo que
Galdós pone en boca de Torquemada, otro personaje cautivado por el valor ornamental de
las palabras23 • En lugar de onomástica, Senén dice fiesta monocrástica (p. 325) y, tras ser
corregido por la Alcaldesa, tiene la siguiente respuesta: "En Madrid decimos también fiesta
morganática." Observamos una diferencia con relación al error cometido por el Alcalde en
el mismo término: Monedero confunde la palabra con otras que quizás ha podido escuchar
en algún momento y que tienen una semejanza fónica indudable con aquélla; Senén inventa
un vocablo o, mejor dicho, dos, dada la improbabilidad de que alguna vez hubiera escuchado
morganática. Estos parlamentos de Senén corresponden a la escena XIV de la J. IV. Es curioso
observar cómo Galdós tiene, desde el principio, prevista esta ridiculización del personaje,
puesto que en las sucesivas redacciones se mantiene la equivocación, a pesar de los cambios
que afectan a los personajes y a la situación espacial de la escena. En el texto A es D. Pío el
encargado de corregir la expresión defectuosa y la respuesta de Senén es ligeramente
diferente, ya que la palabra que, según él, se emplea en Madrid es morganástica, que
confirma nuestra afirmación anterior sobre la invención del término. Sí ha suprimido Galdós
otras manifestaciones de la ignorancia de Senén en el paso del texto A al B:
... Vea vd. qué precioso efecto hacen los colorines sobre el verde ... Eso se llama a la
veneciana, porque en Venecia alumbran así los jardines.
D. Pío
Pero, tonto, si en Venecia no hay jardines sino lagunas.
Senén
Lagunas, ya lo sé, y en medio de ellas pensiles, vulgo pasterres, hombre se llama
parterres ...
Los fallos lingüísticos que Galdós pone en boca de Senén son, por consiguiente, producto
de ese" querer y no poder" verbal característico del personaje pedante. Porque el primer rasgo
que destaca en el idiolecto de Senén es su falta de naturalidad, que observamos tanto en la
redacción final como en el análisis de las redacciones manuscritas de El abuelo. Las
manifestaciones de su pedantería pueden clasificarse del siguiente modo:
a) El uso de frases ampulosas mediante la formulación de sintagmas no progresivos, que
dan lugar a estructuras bimembres y, en algún caso, trimembres, en un prurito de exornación
retórica que desemboca, en ocasiones, en rectificaciones y aclaraciones innecesarias. La
IV CONGRESO GALDOSIANO _
artificiosidad de la expresión, que en Senén se convierte en reflejo de su deseo de demostrar
ante sus coterráneos su ascenso social en Madrid, resulta frecuentemente inadecuada a la
situación de habla. Galdós, novelista omnisciente, lo recalca en varias acotaciones, a pesar
de la obvie dad del hecho:
Se cuida mucho de emplear un lenguaje muy fino. (p. 15)
dándose aires de madrileño (p. 20)
endilgando sabidurías que aprendió en los cafés (p. 20)
estropeando el francés (p. 25)
Senén, enfáticamente (p. 52)
Senén, con malicia indiscreta, que resulta más antipática por lo pedantesco de la expresión (p. 53)
Senén, enfáticamente (p. 107)
Senén, con afectada gravedad y adulación (p. 208)
En los diálogos, también a través de las palabras de otros personajes, Galdós insiste en
la inadecuada utilización del lenguaje por parte del afectado Senén:
Venancio: Vaya que eres parlanchín y entiendes la aguja de marear (p. 21)
Venancio: Su ... ¿qué has dicho? ¡Vaya unas palabras finas que te traes! (p. 25)
Dolly: ... que también se ha hecho ilustrado Senén.
Nell: Sí, a cada instante, sacaba la Edad Media y qué sé yo qué ... (p. 33)
Conde: Veo que eres un cursi tremendo. (p. 51)
Algunos ejemplos de la falta de naturalidad lingüística de Senén, con parlamentos que
recogen fórmulas retóricas propias de un discurso, son las siguientes:
¡Estaría bueno que no se hicieran los honores debidos a la ilustre señora, por cuya
influencia ha obtenido Jerusa la estación telegráfica, la carretera de Jorbes, amén de las
dos condonaciones! (p. 15)
... De modo que no me explico .. digo que no me explico, mi querido Venancio, que no
le tengas ya en casa. (p. 16) .
Me permitiréis, queridos amigos, que no hable mal de mi bienhechora. Os diré tan sólo
que es un corazón tierno y una voluntad generosa y franca hasta dejárselo de sobra.
No le pidáis gazmoñerías, eso no. Es mujer de muchísimo desahogo. (p. 20)
... La honradez y la no honradez, señores míos, son cosas tan elásticas, que cada país
y cada civilización ... cada civilización, digo, las aprecia de distinto modo. Pretendéis que
la moralidad sea la misma en los pueblos patriarcales, digamos,primitivos, como esta
pobre Jerusa, y en los grandes centros ... (pp. 20-21)
La retórica trivial del personaje conduce a una altisonante suma de sintagmas no
progresivos desde el punto de vista sintáctico, dando lugar a bimembraciones, trimembraciones
o plurimembraciones como las que siguen:
Quiero adelantar, salir de esta miseria de la nómina, del triste jornal que el Gobierno nos
da por aburrirnos y aburrir al país que paga. (p. 19)
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
Pues en los grandes centros veríais otro mundo, otras ideas, otra moralidad. La
Condesa Lucrecia no es una mujer; es una dama, una gran señora. ¿Qué? ¿Que le
gusta divertirse? Cierto que sí; se divierte por la noche, por la mañana y por la tarde ...
(p. 21)
... Como soy tan caballero, me he perjudicado por guardarle la consecuencia, por
poner arrimos a su decoro, por custodiarle los secretos, por tapar la boca de todos los
que hablaban de ella ... lo que la señora no debiera oír ... (p. 373)
b) Junto a la sintaxis recargada, el personaje se caracteriza por el empleo de palabras
prestigiosas. Igual que Torquemada24, Senén no busca mejorar la calidad de la comunicación
con el uso de un léxico cuidado; para él esos vocablos suponen únicamente la expresión
externa de su nuevo esta tus social. Galdós destaca gráficamente estos términos, inapropiados
en la situación de habla y que, por tanto, provocan la burla de otros personajes, por medio
de la cursiva:grandes centros, repetido hasta cuatro veces en dos parlamentos consecutivos,
por ende, mis tendencias, tiendo a (ganar mucho dinero), me inclino a creer, dejarían
indotado, su obsesión, su elemento, etc.
No faltan tampoco en el léxico del pedante ciertos neologismos como los galicismos hotel,
'casa', comilfot, apré muá, le diluch, escritos estos últimos tal como se pronuncian y no con
las grafias francesas, y también el anglicismo lunch. Algunos de estos extranjerismos son
producto de un cambio desde la versión manuscrita:
B: ... se atreven a medirse con las personas distinguidas ...
E: ... se atreven a medirse con las personas comiffot (J. IV, E.m)
En otro caso, se vale Galdós de una asociación de palabras (líquido y diluvio), en laJínea
de las señaladas por 1. Román25, para destacar, por medio de una aproximación fonética, la
pésima pronunciación francesa del arribista:
No habrá más que pagarés vencidos, cuentas no liquidadas y el diluvio ... Ya lo dijo Luis
XV (estropeando el francés): Apré muá, le diluch. (p. 25)
c) La muletilla con la que el novelista caracteriza a Senén es y lo pruebo, repetida
inoportunamente por el personaje. Como en otras novelas, según ha señalado Chamberlin26
,
Galdós no destaca gráficamente la frase favorita del personaje para que sea el propio lector,
como ocurre en la vida real, el que la perciba por su repetición. Aunque en algunos casos el
uso de Senén puede ajustarse a la corrección hispánica, no escasean los ejemplos en que su
emisión es completamente injustificada:
Yo os lo digo, y lo pruebo, que es cosa esencial en las sociedades que las damas se
diviertan ... (p. 21)
Pues os digo, y lo pruebo, que el lujo es lo que sostiene la industria ... la
industria de los grandes centros, por la cual y con la cual, lo pruebo, come
todo el mundo. (p. 21)
... Pues no he pensado en casarme, y lo pruebo" (p. 22)
IV CONGRESO GALDOSIANO ID
Esta muletilla adquiere todo su significado cuando en la J. v, E. XII es Senén el que posee
la prueba que el Conde busca para descubrir a su verdadera heredera, aunque la confesión
de Lucrecia le resta todo su valor. La expresión que ha venido repitiéndose a lo largo de la
acción narrativa se convierte, pues, en premonición de esa prueba final: "Tengo pruebas"
(p. 400). En el texto A había sido más explícito Galdós, al incluir también en ese momento
la muletilla: "Tengo pruebas, Señor... que lo pruebo, ahora mismo lo pruebo".
Con relación a la muletilla, digamos por último que su empleo no sólo sirve como rasgo
distintivo de un determinado personaje. También puede dar pie a la ridiculización del
hablante cuando otros personajes perciben la muletilla y hacen un uso irónico de la misma,
según ha mostrado con diversos ejemplos de otras novelas Chamberlin27 • Es lo que vemos
en los siguientes parlamentos de Gregaria y Lucrecia:
Gregoria: ... digo que no salen ... y lo pruebo también. (p. 26)
Lucrecia: Lo que estás probando tú es mi paciencia. (p. 372)
Las correcciones que realizó el autor en las versiones manuscritas (correspondientes a
las JJ.lVy V, ya que desgraciadamente no se encuentran las cuartillas de la J. 1, precisamente
donde más interviene Senén) yen el paso a la edición permiten comprobar el propósito
decidido de Gáldós por extremar los rasgos lingüísticos de este personaje, bien mediante la
sustitución de un término por otro de estilo más cuidado, bien por el cambio de un vocablo
por una forma analítica o giro, muestra de la amplificación sintáctica que singulariza al
arribista:
B: Los deseos de la Condesa son que guarden al señor ...
E: Los deseos de la Condesa son que se prodiguen al señor ...
B: ... traigo [ encargo] <instrucciones precisas> de la Condesa ...
B: ... es [necesario] <urgente> que hable dos palabras con usía.
E: ... es de todo punto indispensable que hable dos palabras con usía.
B: Yo le suplico a mi simpática patrona ...
E: Me atrevo a suplicar a mi simpática patrona ...
B: ... en el tiempo en que yo [la servía] tenía el honor de servirla.
E: ... en el tiempo en que tuve el honor de servirla.
B: ... [Usía reconocerá] Pues bien, yo, sin faltar al respeto que debo a usía, tengo el
sentimiento de manifestarle ...
A: Sr. D. Rodrigo, por [lo que usía más ·quiera] <todos los gloriosos antepasados de
usía> ...
A. ... [x4 informes que] <Pero según mis noticias> pronto ...
B-E: ... Pero, según mis informes autorizados, pronto ...
"'i;) BIBLIOTECA GALDOSIANA
A: ... el aburrimiento [de esta x9 ¿población?] <y la sosería de este> destierro de Jerusa.
B: ... no dejará a sus hijas en este [pueblo] poblacho.
E: ... no dejará a sus hijas en esta villa provinciana.
A: [Lo único que puedo] <Por hoy me limito> a decir ...
B: Por esta noche me limito a decir ...
E: Por esta noche me limito a consignar ...
Hay que destacar también que en paso del texto A al B desaparece acertadamente un
fragmento en que interviene Senén. Está recogido en una escena, la XIV, que Galdós desecha
con posterioridad. Se trata de un diálogo entre Senén y D. Pío, donde el primero muestra su
verdadera faz. La forma directa de manifestarse no concuerda con el definitivo retrato del
funcionario; por otro lado, aparecen en su habla expresiones coloquiales poco acordes con
su caracterización lingüística posterior. Véanse algunos ejemplos:
Esa no cuela, D. Pío. [x2 ¿Le? x4 ¿digo?] Creeré que [x2 ¿le? x2 ¿da?] <la rana se casa
con el buitre>, pero no que se han hecho íntimos amigos Coronado y el Conde de Albrit.
( ... )
Estos nobles de viejo cuño tienen siete vidas, como los gatos. A lo mejor cuando están
[x3] más [decaídos le] <tronados>, les salta una herencia que les devuelve todo su
poderío ...
( ... ) [un medio] y lo pruebo ... un [medio] <ardid para> desorientar a los incautos.
Conque dígame, ¿qué es lo que Vd. espera de D. Rodrigo? ( ... )
[Pero reservas conmigo. Dígame ... ] [Reservas] que le parta un rayo a usted y a sus
reservas. ( ... )
Cualquier día le digo yo <eso a> D. José María. Si [el Conde] <D. Rodrigo> quiere tomarle
el pelo, que venga él a tomárselo.
El análisis de los rasgos lingüísticos de cinco personajes secundarios de El abuelo,
realizado tanto en los manuscritos de la obra como en la edición de 1897, confirma las
noticias previas sobre la preocupación galdosiana por dotar a los entes ficticios que crea de
una personalidad lingüística propia. Como dice A. Smith, "el hecho es que Galdós ... parece
tener plena conciencia de las estrategias necesarias para obtener un diálogo convincente, en
el cual las variadas voces de los personajes se pudieran distinguir entre sí... Efectivamente,
el habla del personaje es para Galdós un factor importante en su caracterización"28.
IV CONGRESO GALDOSIANO _
Notas
1 B. Pérez Galdós, El abuelo (novela en cincojornadas), Madrid:Est. Tip. de la Viuda e Hijos de
Tello, 1897, p. VI. Las citas se referirán siempre a las páginas de esta edición. Los signos utilizados en
la transcripción están explicados en el artículo "El manuscrito de El abuelo", de Clara Eugenia
Hemández Cabrera, que aparece en estas Actas.
2 Vid., por ejemplo, Clara E. Hemández Cabrera, "Consideraciones en tomo aEI abuelo", enActas
del Segundo Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, II, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. del
Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1980, pp. 233-256.
3 "La palabra hablada en FortunatayJacinta" en Benito PérezGaldós, ed. de D. M. Rogers, Madrid:
Taurus, 1973, pp. 293-315.
4 "Lenguaje y personaje en Galdós (Un estudio de Torquemada) ~ Cuadernos Hispanoamericanos,
206 (febrero, 1967), pp. 243-273. La cita corresponde a la p. 265.
5 Vid. Modelos sociolingiiísticos, Madrid: Cátedra, 1983. Véase también el libro de H. López
Morales, Sociolingiiística, Madrid: Gredos, 1989.
6 Vid. E. Martinell Gifré, "Relación entre pensamiento y lenguaje en los personajes de Galdós", en
Galdós. Centenario de "Fortunatay Jacinta" (1887-1897). Actas, Madrid: Facultad de Ciencias de la
Información. Universidad Complutense de Madrid, 1989, pp. 51-59.
7 Vid. J. Alcina Franch y José M. Blecua, Gramática española, Barcelona: Ariel, 1975, p. 563.
8 Así lo califica María Moliner, Diccionario de uso del español, 2 tomos, Madrid: Gredos, 1975.
9 Sintaxis hispanoamericana, Madrid: Gredos, 1976, p. 74.
10 Vid. G. A. Alfieri y J. J. Alfieri, "El lenguaje familiar de Galdós y de sus contemporáneos",
Hispanifila, XXVIII (1966), pp. 17-25.
11 Gramática española. Los sonidos. El nombre y el pronombre, Madrid: Revista de Occidente,
1951, pp. 230-235.
12 Vid. W. Beinhauer, El español coloquial, 3i ed., Madrid: Gredos, 1978, pp. 429-430.
13 Manual de pronunciación española, 141 ed., Madrid: C.S.I.C., 1968, p. 109.
14 Art. cit., p. 303.
15 Arnichesy el habla de Madn'd, Madrid: Alfaguara, 1970, pp. 74-77.
16 Canan'asen Galdós, Las Palmas de Gran Canaria: Ed. del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria,
1979, p. 111.
17 Vid. Real Academia Española, Esbozo de una nueva Gramática de la Lengua Española, Madrid:
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
Espasa-Calpe, 1973, pp. 188-189.
18 Vid. Manuel C. Lassaletta, Aportaciones al estudio dellenguqje coloquial galdosiano, Madrid:
Insula, 1974, p. 44.
19 uThe muletilla: an important facet of Galdos' characterization technique", Hispanic Review,
XXIX (1961), pp. 296-309.
20 La sociedad española del siglo XIX en la obra de Pérez Galdós, Valencia: Impr. Nacher, 1972,
pp. 185-187.
21 J. Pérez Vidal ha señalado el empleo de diminutivos como altarito,jardinito, qjuarito, Pi/arita,
etc. en otras obras de Galdós. Vid. Canarias en Galdós, op. cit., pp. 108-109. En la edición de Aguilar,
Sainz de Robles cambia esta forma del diminutivo por la general en la lengua, Senencillo.
22 Op. cit, p. 111
23 Vid Douglas Rogers, "Lenguaje y personaje en Galdós ... ", art cit., p. 263.
24 Ibid, pp. 251-253.
2S "Juego lingüístico y endogénesis en las Novelas Contemporáneas", en Galdós. Centenan'o de
"Fortunatay Jacinta" ... , op. cit, 1989, pp. 87-98.
26 Art cit
27 Ibid., pp. 302-304.
28 Benito Pérez Galdós, Rosalía. ed. de A. Smith, Madrid: Cátedra, 1983, p. 395.