RELEVANCIA

E INTERPRETACION METAFORICA

EN MIAU DE GALDOS

Joaquín Garrido Medina

1. La met4fora como parte del proceso lingüístico de la interpretación

Las explicaciones de la metáfora se centran en la existencia de una comparación implíci ta

o en la atribución de propiedades de un objeto a otro en virtud de cierta semejanza entre ellos

(véase la introducción de Ortony 1979). Según una tercera explicación (Lakoff y Johnson

1981, Chamizo 1989), se lleva a cabo el análisis de un concepto mediante la estructura de

propiedades de otro.

En la metáfora, se emplea una expresión que aparentemente no es adecuada para el

objeto aludido. Según Grice (1975), ante la metáfora el oyente tendría que pensar que el

hablante no quiere cooperar con él, ya que le engaña, atribuyendo falsamente una categoría

a un objeto; pero el oyente soluciona la aparente ruptura del principio de cooperación

suponiendo que el hablante está atribuyendo al objeto algún rasgo en que éste se parece a

la categoría falsamente atribuida. La comprensión de una metáfora puede concebirse (Miller

1979) como un proceso de reconstrucción del motivo para realizar una comparación

implícita, es decir, la reconstrucción de la relación de semejanza; además de reconstruir esta

estructura de semejanza con motivo del hablante, el oyente introduce el elemento de la

comparación que falta, es decir, interpreta la metáfora, averiguando el rasgo del objeto

aludido que da lugar al parecido (Garrido 1989).

Se puede integrar la explicación de la metáfora basada en la falsedad categorial (y, por

consiguiente, bien eliminación de un rasgo, bien comparación implícita) en la explicación de

la estructuración de un concepto mediante otro aplicando esta última concepción, en general,

a la construcción del significado en el texto. Efectivamente, podemos suponer que, al usarse,

todo significado se encaja en una unidad de significado más amplia, y para ello sufre un

proceso de ajuste; la metáfora sería entonces un caso particular de este proceso (Garrido, en

prensa).

Encajamos el significado de "viejo" en el de "Su abuelo es un viejo" destacando la

propiedad del envejecimiento físico; en "Este niño es un viejo", necesitamos tener en cuenta

la propiedad del envejecimiento de mentalidad (a no ser que tengamos el dato del contexto

mE BIBLIOTECA GALDOSIANA

de que se trata, efectivamente de una persona envejecida fisicamente". Empleamos el

significado de "viejo" de modo que obtengamos el máximo rendimiento de sus posibilidades

en el contexto (o información disponible) en que aparece; en otros términos, interpretamos

la expresión de modo que sea relevante en su contexto. La interpretación es, por consiguiente,

el proceso de empleo de cualquier unidad de significado para integrarla en otra unidad

de la que pasa a formar parte.

En términos generales, el oyente se ve obligado a emplear, entre la información que el

enunciado hace accesible, aquella que hace relevante en el contexto existente la interpretación

a la que da lugar; este proceso general tiene lugar tanto en el ámbito de la interpretación

del significado léxico (y oracional) como en el de la interpretación del significado enunciativo

(véase una concepción diferente de la relevancia en Sperber y Wilson 1986, yen Espinal

1988). En el caso de la metáfora, la expresión empleada hace accesible cierta información

que sólo es relevante si se pone en relación con cierta información que o bien forma parte

del contexto o bien es necesario introducir en él. La metáfora consiste precisamente en que

el ajuste entre significado de la expresión y significado construido para el texto en que se

integra la expresión es en parte contradictorio (falsedad categorial). Por ejemplo, en "su cara

gatesca" (dicho de una persona), entre ser gato y ser persona hay una contradicción; pero

no la hay entre ciertos rasgos de los gatos y ciertos rasgos de las personas. La contradicción

se resuelve, en general, concediendo menor importancia a la propiedad contradictoria de la

unidad que se integra en la unidad más amplia que a la propiedad de esta última (se sigue

pensando que se trata de una persona, y no de un gato). Además, se considera más

importante la otra propiedad, o propiedades, presentes en el significado de la expresión

metafórica (en el ejemplo, los rasgos de gato). Según el género de texto que se trate, se dará

mayor o menor importancia a la propiedad contradictoria, reorganizando así en la interpretación

el significado de la unidad léxica; la metáfora se fosilizará cuando no haya, por no ser

ya necesario, proceso de reorganización de las propiedades, y se acceda directamente a la otra

propiedad sin especial énfasis (por ejemplo, "gato" dicho de un madrileño, o

"lince" en la expresión "ser un lince", dicha de personas, y no de animales ni

menos de linces).

Resumiendo, en la metáfora hay una contradicción, que se resuelve con el resultado de

atribuir mediante el término metafórico propiedades a las que se confiere cierto énfasis. La

metáfora permite transmitir (mediante su interpretación) más información por menos coste

(enunciación de menos expresiones lingüísticas); en segundo lugar, puede emplearse en

casos en que no se dispone de una expresión lingüística que sirva para transmitir una

determinada información. En lo que sigue vamos a ver, en primer lugar, que estas

características de la metáfora son propiedades generales de la interpretación de las unidades

lingüísticas; en segundo lugar, que el resultado de la metáfora -el supuesto énfasis-es parte

del proceso general de interpretación mencionado. Para ello examinaremos algunos casos

presentes en la novela publicada por Benito Pérez Galdós en 1888, Miau. De ello resultará,

por último, una posible explicación de la estrategia de estilo empleada por Galdós en dicho

texto.

IV CONGRESO GALDOSIANO mE

2. La met4fora del gato: relevancia e interpretación

Entre los diversos efectos que se logran con la metáfora, hay dos que nos interesan ahora:

primero, el término metafórico permite emplear conocimientos disponibles para aplicar al

objeto de la metáfora, cuando sea menos conocido; segundo, el hecho de emplear el término

metafórico permite destacar ciertas propiedades en el objeto de la metáfora, que se obtienen

a partir del significado del término metafórico. Estos dos efectos se pueden explicar como

resultado del proceso de interpretación analizando éste como fenómeno regido por el

principio de relevancia.

Volvamos al ejemplo anterior. Se trata en realidad de una metáfora extraída de la novela:

"aparece Milagros con su cara gatesca muy lavada" (cap. 6, pág. 102 de la edición de Robert

J. Weber, Labor, Barcelona 1973; 2ª ed. Guadarrama, Barcelona 1978; Weber es, por otra.

parte; autor de una edición crítica de la novela, publicada en 1964). Vamos a limitarnos al

componente del significado del ejemplo que constituye la metáfora, es decir, a la proposición

expresada mediante la enunciación de "La cara de Milagros es gatesca" .

Se puede proponer como proceso general de interpretación de la proposición P la

siguiente implicación: P & Co & CI -> Q: se deduce Q a partir de las informaciones contextuales

Co y CI que hacen relevante a P. Esta manera de concebir el proceso de deducción está basada

en la máxima de relación de Grice (1975: "Haz que tu contribución sea relevante) y de la

contextualización propuesta por Sperber y Wilson (1986, &2.6). P es la proposición

expresada. Co es la información contextual explícita (por haber sido obtenida del texto

precedente o por estar disponible perceptualmente) que el hablante cree que está disponible

para el oyente. CI es información enciclopédica que se extrae a partir de las entradas

enciclopédicas de las unidades léxicas empleadas en el enunciado. Q es la proposición

implicada contextualmente (en el sentido de Sperber y Wilson, es decir, no trivial, ni

deducible de P o de Co o de CI por separado), y que hace relevante a P.

En el ejemplo, P es la proposición expresada. Supongamos provisionalmente que no hay

ninguna información Co previa, obtenida del texto precedente, que permita sacar mayor

provecho de P. ¿Cómo puede tener una persona cara de gato? Ante la dificultad de la falsedad

categorial, la contradicción entre ser persona y tener cara de gato, se emplea la información

general CI de que las caras de las personas se pueden parecer a las caras de los gatos; el grado

de semejanza, según el tipo -género- de texto, va desde el parecido hasta la identidad. Esta

misma información permite acceder a los rasgos gatunos que, de este modo, aplicamos a la

persona descrita:

P: Milagros tiene cara de gato y no es un gato.

el: La cara de una persona puede parecerse a la de un gato en XI' X2, ... , Xn•

Q: Milagros tiene en su cara los rasgos XI' X2, ••• , Xn propios de los gatos.

La información CI es en realidad un caso particular del ajuste mencionado anteriomente:

encajamos el significado de "gato" (a partir de "gatesco") en el de "persona" (a partir de

"Milagros"). (Por cierto, la elección de "gatesco" mejor que "gatuno" oque "de gato" apunta

una orientación irónica al emplear el sufijo derivativo: compárese con otros derivados

111] BIBLIOTECA GALDOSIANA

análogos, como "dantesco", "quevedesco".) En el caso menos problemático, se produce la

especificación (por ejemplo, cuando hablando de un "abuelo" le añadimos la información de

que es "viejo"). En el caso más problemático, nos vemos obligados a reorganizar la unidad

superior ("persona") para que adquiera propiedades que sin la reorganización serían

incompatibles (propiedades de "gato"). El caso intermedio consiste en aplicar la lógica de los

parecidos de familia, borrosa, según la cual una persona puede ser un poco un gato. Si el

modo de interpretación de la metáfora se reduce a la expresión de semejanza, se plantea el

problema, que veremos más adelante, de cuál sea el rendimiento o la utilidad de la expresión

metafórica.

Podemos añadir las siguientes precisiones sobre el proceso de interpretación (a partir de

las máximas de relación, cantidad y modo de .Grice (1975, 45-46) Y de la presunción de

relevancia óptima y el principio de relevancia de Sperber y Wilson (1986, &3.7), pero sin

pretender dar cuenta de dichos análisis):

(a) Hay un único el que relaciona P y eo'

(b) Hay un único tal que P & eo & el -> Q.

(c) P es suficiente para obtener el dado eo'

(d) Todo P es necesario para obtener el dado eo'

Las condiciones (c) y (d) suponen que el enunciado está construido de manera que ni

sobre ni falte nada en la proposición expresada para que tenga interés para el oyente. Se trata

.de condiciones graduales sobre el éxito comunicativo: si hay más información de la

necesaria, no se dará el proceso de deducción, sino que aparecerá la información relevante

Q como parte de P. Si P no es suficiente, no se obtendrá el' o se obtendrán varios: o no será

relevante el enunciado, o será relevante, pero ambiguo en su interpretación, es decir, no

habrá una única implicación con textual Q.

Las condiciones (a) y (b) especifican que el proceso de razonamiento de hablante y

oyente en la interpretación de enunciados es semejante. Hacen posible los dos efectos de la

metáfora mencionados antes: permiten transmitir (como implicación contextual) más

información por menos coste (de enunciación). Hablando de una persona, decir "su cara

gatesca" requiere asignar a la cara de la persona las propiedades prominentes (Searle 1979)

de la cara de los gatos. El oyente deduce que la cara de Milagros tiene ciertos rasgos de gato

(por ejemplo bigote, o forma de la boca, o de las orejas), sin que sea necesario enumerarlos.

Por otra parte, el enumerar estos rasgos puede ser problemático; la metáfora permite

transmitir su existencia sin necesidad de aludirlos explícitamente.

Volvamos a la condición (d): Todo P es necesario para obtener el dado eo' Por ahora,

hemos supuesto que no hay información previa del texto, es decir, que no hay eo' ¿Es

necesario todo P? ¿No se ahorraría esfuerzo y se diría lo mismo si directamente se afirmase,

por ejemplo, que la persona en cuestión tiene tal y tal rasgo? En este caso, puede ocurrir que

falten los medios lingüísticos concisos y apropiados, y que se acabe antes empleando la

metáfora. Supongamos que no es ese el caso. Si hay un medio de expresar concisamente lo

implicado contextualmente, metafóricamente, ¿qué interés tiene la metáfora frente a la

expresión no metafórica?

IV CONGRESO GALDOSIANO mm

¿Qué se consigue con la metáfora? Según Wilson y Sperber 1988, decir en inglés algo

traducible por "Es un oficial y un caballero" (recuérdese el título de la película; en español

bastaría con "Es un caballero" o "Es todo un caballero") como respuesta a la duda de si el

sujeto en cuestión devolverá el dinero prestado en el plazo prometido, es satisfactoria en

cuanto al efecto (responde a la duda) yen cuanto al esfuerzo (ninguna otra observación

conseguiría de manera más económica el efecto perseguido). Sin embargo, una observación

como "Es de fiar" permitiría las mismas inferencias que señalan estos autores para "Es un

oficial y un caballero": que es de fiar, que pagará la deuda en el plazo acordado, que no

discutirá la cantidad debida, que su cheque tendrá fondos, que no hay que preocuparse acerca

de la devolución del préstamo, etc. Además, será más económico el proceso de interpretación,

puesto que la primera de las inferencias, que es de fiar, pasa a ser inmediata como significado

oracional del enunciado.

Más bien parece que el hablante consigue transmitir al oyente algo así como "Si algo es

esta persona, es que es de fiar"; o "Es completamente de fiar"; o "Pagará su deuda en el plazo

convenido y sin rechistar"; en otros términos, todas las deducciones mencionadas llevan de

unas a las otras en el contexto del ejemplo, y la metáfora sirve para reforzar cualquiera de

ellas, y, así, todas ellas. ¿Cómo? El hablante fuerza al oyente a encontrar en la información

enciclopédica correspondiente a "oficial y caballero" el dato que ajuste en el contexto de

manera que el enunciado sea apropiado. Volviendo al ejemplo, la implicación contextual no

es sólo que la persona en cuestión tiene los rasgos XI' X2, ... , Xn, sino que esos rasgos son

propios de los gatos. En otros términos, además de transmitir rasgos, se transmite la

información de que los rasgos de esa persona son propios de los gatos. En el caso de "Es un

caballero", además de responder a la duda se indica el carácter general del deudor, con lo que

se reafirma su fiabilidad: esta virtud se apoya en otras, y, al mismo tiempo, es necesario

reanalizar el concepto de caballero (la información enciclopédica acerca del estereotipo de

caballero) para que la honorabilidad se entienda como puntualidad en la satisfacción de las

deudas. La conclusión, por consiguiente, es que la metáfora dice algo de la actitud del

hablante ante la propiedad descrita, algo que no quedaría claro sin la metáfora. Es

"interpretativa" en el sentido de Lüdtke (1984, cap.2). En el ejemplo de Galdós, ¿qué añade

la metáfora? Es necesario pasar ahora a su examen en el conjunto del texto, con lo que

volveremos a la condición (c), en que interviene Co' la información obtenida del texto

precedente.

3. Mote y met4fora en "Miau"

3.1. El motey su explicación en la novela

En el título de la novela de Galdós, Miau, figura el mote empleado a lo largo de la obra

para nombrar a los personajes de la familia protagonista. En el primer capítulo de la novela,

el mote aparece como insulto, seguido inmediatamente de la explicación, que da al niño

insultado un compañero de escuela: sus dos tías y su abuela han recibido el mote en el Teatro

Real por su parecido físico con los gatos ("porque tienen la fisionomía de las caras, es a saber,

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

como las de los gatos"; pág. 62 de la edición citada). En el mismo capítulo primero (pág. 67),

el niño encuentra justificado el mote: "comparando la fisionomía de las tres con las del micho

[ ... ], halló perfecta semejanza entre ellas"; "el mote [ ... ] era la cosa más acertada y razonable

del mundo n. En el capítulo segundo, el niño, Luis Cadalso, vuelve a recibir de otro personaje

(Dios, con quien dialoga cuando se desvanece) la explicación del mote (pág. 83): "Ese

nombre de Miau se lo encajaron a tu abuela y tías en el paraíso del Real, es a saber, porque

parecen propiamente tres gatitos. Es que ellas son muy relamidas".

Galdós recoge el mote para mencionarlas ("las tres Miaus" ; cap. 5, pág. 98; "las Miaus" ;

cap. 6, pág. 108; ya lo largo de toda la novela), introduciéndose así como narrador que

participa en el hábito de motejadas que tienen otros personajes. Tras estudiar explícitamente

el posible acierto del mote, lo corrobora describiendo las facciones de las tres mujeres cuando

retrata una de ellas, la hija y sobrina, Abelarda (cap. 7, pág. 112):

Quiero decir que si, considerada aisladamente, la similitud del cariz de la joven con el

morro de un gato no era muy marcada, al juntarse con las otras dos parecía tomar de

ellas ciertos rasgos fisiognómicos, que venían a ser como un sello de raza o familia, y

entonces resultaban en el grupo las tres bocas chiquitas y relamidas, la unión entre el

pico de la nariz y la boca por una raya indefinible, los ojos redondos y vivos, y la efusión

característica del cabello, que era como si las tres hubieran estado rodando por el suelo

en persecución de una bola de papel o de un ovillo.

En el pasaje están explicitados los componentes del proceso de interpretación metafórica

en su versión de la semejanza. En primer lugar, queda mencionada la "similitud", marcada

como aire de familia. En segundo lugar, se enumeran los rasgos: "bocas chiquitas y

relamidas", "rayan entre nariz y boca, "ojos redondos y vivos", "efusión del cabello", de ellos,

uno aparece descrito como "indefinible", el otro como "característica", de modo que remiten

al saber enciclopédico acerca de los gatos. En tercer lugar, se plantea la reestructuración

extrema, pero de manera contrafáctica ("era como si" más verbo en pluscuamperfecto de

subjuntivo): las personas tenían el aspecto correspondiente a actuar según el estereotipo del

gato, según el cual los gatos suelen rodar por el suelo jugando con un ovillo o una bola de

papel. Al explicar el mote, el narrador, como antes los personajes, analiza la metáfora en

que está basado, también metonímicamente (la denominación del maullido, "miau", forma

parte de la información estereotipada acerca del significado de "gato"). En el caso del

narrador, el estudio del mote y del proceso metafórico correspondiente le permite introducir

de manera explícita la información que hubiera sido implicada contextualmente en la

metáfora. El autor, en los otros personajes pero sobre todo en el narrador, explicita el proceso

metafórico de manera que invierte su rendimiento: parte del resultado, Q, para obtener Cl

,

la descripción de la semejanza, de modo que el mote, es decir, la metáfora P queda insertada

coherentemente en el texto.

IV CONGRESO GALDOSIANO _

3.2. Mote y met4fora del gato

Además de emplear el mote a menudo para mencionarlas y presentarse así como

personaje narrador que comparte la costumbre de usarlo, Galdós a lo largo de la obra

fundamenta en la analogía expuesta por el mote varias metáforas con que describe a las

Miaus. Así, emplea una metáfora basada en el mote al describir a una de las tías (la analizada

más arriba: "aparece Milagros con su cara gatesca muy lavada"; cap. 6, pág. 102). En las

acotaciones que introduce entre paréntesis en las intervenciones de la abuela del niño, Pura,

indica que mientras habla coge un billete "echando la zarpa al billete, como si éste fuera un

ratón" (cap. 12, pág. 148); oque habla "volviendo al comedor con rapidez gatuna" (cap. 18,

pág. 192).

La hija de Pura, Abelarda, se explica a sí misma el mote, pero en la dimensión de la

cursilería, al entender que el parecido se da con los gatos de procelana (cap. 18, pág. 190):

[ ... ] nos llaman las de Miau o las Miaus, porque dicen que parecemos tres gatitos, si,

gatitos de porcelana, de esos con que se adornan ahora las rinconeras. [ ... ] ¿Parecemos

gatos? ¿Sí? Mejor. [ ... ] Somos unas pobres cursis. [ ... ] Seré mujer de otro cursi y tendré

hijos cursis, a quienes el mundo llamará los michitos ... [ ... ] y tienen razón; el parecido

con la cara de un gato salta a la vista ...

El mote se aplica al personaje central, el abuelo de la familia, Ramón Villaamil, cesante

amargado y empobrecido (por ejemplo: "¿Han colocado a ese pobre Miau, el padre de sus

amigos de usted?"; cap. 27, pág. 262). Da lugar a unas aleluyas en las que es ridiculizado,

por ejemplo como gato que caza ratones cuando se queda sin dinero (cap. 34). El mismo se

lo aplica y lo acepta (al echar de casa a su yerno, se refiere a sí mismo diciendo: "El señor

de Miau quiere perderte de vista"; cap. 38, pág. 346). Se lo aplica a su mujer, cuñada e hija

(cap. 43 y 44), al culpar a su familia de su desgracia. Lo acepta "como el/nn'" (cap. 35),

cuando se entera que el mote, transformado en acrónimo, sirve para que se rían en el

ministerio de sus ideas de reforma de la Hacienda, basadas en la normalidad, impuesto sobre

la renta (income tax), aduanas, y unificación de la deuda (es decir, MIAU; cap. 22). Y lo

traduce a "Morimos ... Inmolados ... Al... Ultraje" (cap. 38), cuando se ve despojado de su

nieto por su yerno, y a "Muerte ... Infamante ... Al... Universo" (cap. 43), cuando va a

suicidarse.

El mote, por consiguiente, se convierte a partir de la burla inicial en consigna de protesta

del propio personaje. Como en su uso metafórico, el mote es up. instrumento de los propios

personajes, de modo que mediante él expresan sus actitudes ante los sucesos en que

participan. Como en la metáfora, el uso como acrónimo tiene un efecto de humor y de ironía:

directamente en caso de la ridiculización en la oficina del ministerio, indirectamente como

consigna desproporciona ("inmolados al ultraje" cuando les quitan al nieto, "muerte al

universo" cuando es sólo él quien va a morir).

Como veíamos al examinar la explicación del mote, Galdós invierte el proceso metafórico

con fines de aprovechamiento narrativo de los elementos componentes. Cuando aparece una

verdadera metáfora, se cuenta entonces con un elemento contextual, Co en la explicación

mm BIBLIOTECA GALDOSIANA

anterior: el lector sabe que los personajes reciben el mote por su parecido con los gatos. Se

plantea entonces la cuestión de la condición (c): P es suficiente para obtener CI dado Co' En

realidad, como información anterior disponemos ya del resultado del proceso entero, Q (los

personajes tienen rasgos de gato), y, por tanto, de la información CI (la cara de una persona

puede parecerse a la de un gato en XI' x2' ... , xn.) Aquí también se produce la inversión del

proceso: al presentar de nuevo P, Galdós obliga al lector a recordar Q y CI

, y el efecto es el

de emplear nuevamente una metáfora, y al mismo tiempo remitir (función de coherencia)

a los hechos narrados anteriormente.

El efecto de la metáfora, como hemos visto, consiste en expresar la actitud del hablante

ante los rasgos o propiedades comunicadas: la metáfora es interpretativa. En las metáforas

basadas en el mote, Galdós describe a los personajes y a la vez recuerda que se trata de rasgos

propios de los gatos: con ello sitúa humorísticamente la descripción de sus personajes en el

mismo plano que la del animal doméstico. El resultado es, algo característico en Galdós, la

interpretación irónica. En la novela aparece este procedimiento irónico de equiparación

aplicado en varias ocasiones a Luisito Cadalso, el niño, y Canelo, el perro que le suele

acompañar. Ejemplos son el episodio del entierro y la vuelta a casa (cap. 28, págs. 272 y

273), Y la espera del perro mientras el niño hace un recado en el Congreso (cap. 29, págs.

280-281):

Buscó [Luis Cadalso] a Canelo con la mirada; pero el sabio perro de Mendizábal, en

cuanto entendió que se trataba de enterrar, cosa poco divertida y que sugiere ideas

misantrópicas, dio media vuelta y tomo otra dirección, pensando que le tenía más

cuenta ver si se parecía alguna perra elegante y sensible por aquellos barrios. [ ... ] Ya

estaba allí Canelo de vuelta de sus depravadas excursiones, y subieron juntos a

almorzar, pues el can no ignoraba que había repuesto de víveres arriba.

Canelo, a todas éstas, había matado el tiempo en la Carrera de San Jerónimo, calle

arriba, calle abajo, viendo las muchachas bonitas que pasaban, algunas en coche, con

sus collares de lujo; y cuando Luis salió del Congreso, ya estaba de vuelta de su correría,

esperando al amigo.

El perro se convierte en el amigo, y su conducta aparece metafóricamente narrada como

la de un ser humano, que piensa y se comporta como tal: cuando el niño se lo quiere llevar

a la calle (cap. 7, pág. 111), el narrador observa, como si se tratase de un ser humano

gobernado por el qué dirán: "Canelo salió de mala gana, por cumplir un deber social y porque

no dijeran". En la novela es frecuente la ironía, simple ("escogida sociedad", "elegante

mansión"; cap. 24, pág. 238), Y combinada con la metáfora: como ejemplos de esto último,

la presentación de Dios como magistrado que concede el pasaporte al paraíso o al infierno,

puesta en boca de un personaje (cap. 27, pág. 266); o la descripción de Pantoja (cap. 21) como

perro de presa cazador del contribuyente, defraudador en potencia, y cuyos rasgos físicos

se prestaban en términos de sus propiedades de burócrata ("Su frente era ancha, lisa, y tan

sin sentido como el lomo de uno de esos libros rayados para cuentas, donde no se lee rótulo

alguno"; pág. 216).

IV CONGRESO GALDOSIANO _

3.3 Met4fora del tigre

En lugar de la figura de gato, Galdós emplea la del tigre para describir los rasgos del

cesante Villaamil (cap. 1, págs. 68-69):

[ ... ] era un hombre alto y seco, los ojos grandes y terroríficos, la piel amarilla, toda ella

surcada por pliegues enormes en los cuales las rayas de sombra parecían manchas; las

orejas transparentes, largas y pegadas al cráneo, la barba corta, rala y cerdosa, con las

canas distribuidas caprichosamente, formando ráfagas blancas entre lo negro; el

cráneo liso y de color de hueso desenterrado, como si acabara de recogerlo de un osario

para taparse con él los sesos. La robustez de la mandíbula, el grandor de la boca, la

combinación de los tres colores: negro, blanco y amarillo, dispuestos en rayas, la

ferocidad de los ojos negros, inducían a comparar tal cara con la de un tigre viejo y tísico

que, después de haberse lucido en las exhibiciones ambulantes de fieras, no conserva

ya de su antigua belleza más que la pintorreada piel.

Como en el caso anterior, la figura del tigre sirve para describir el aspecto físico, y,

además, la semejanza se presenta como comparación, no como metáfora. Por consiguiente,

no permite (ni obliga a) deducir el componente llamado antes interpretativo .. En la

conclusión "Milagros tiene en su cara los rasgos XI' x2' ••• , xn' propios de los gatos", que

encontrábamos en la anterior metáfora, figura cierta equiparación de la persona con los

gatos; en la comparación la relación es menor, sólo hay parecido: los rasgos de Villaamil

(explicitados por el narrador como rayas, barba cerdosa, y colores blanco, amarillo y negro)

inducen a la comparación.

A continuación (cap. 1, pág. 71) el narrador se referirá a él como "El tigre inválido"; al

narrar cómo le desquició la demencia de su hija Luisa (cap. 13, pág. 161), Galdós cuenta que

"se le secó el cuerpo hasta momificarse, y fue tomando su cara aquel aspecto de ferocidad

famélica que le asemejaba a un tigre anciano e inútil".

La comparación con el tigre sirve a Galdós (tanto a su narrador como a sus personajes)

para describirle como fiera avejentada y hambrienta, y para plantear irónicamente su

carácter bondadoso e inofensivo. Efectivamente, un personaje femenino (cap. 2, pág. 75)

comenta de él que "Con aquellas miradas que echa parece que se va a comer a la gente, ¡pobre

señor!, y se la comería a una, no por maldad, sino por puras hambres [ ... ]. Da miedo verle" .

El narrador también emplea la comparación irónica (cap. 3, pág. 85):

Su cara tomaba expresión de ferocidad sanguinaria en las ocasiones aflictivas, y aquel

bendito, incapaz de matar una mosca, cuando le amargaba una pesadumbre parecía

tener entre los dientes carne humana cruda, sazonada con acíbar en vez de sal. [ ... ] Su

cuñada y su hija le miraban también, leyendo en su cara de tigre caduco y veterano la

pena que interiormente le devoraba.

(Nótese, por cierto, que la pena "devora" al "tigre", y que la pesadumbre resulta

equivalente a carne humana amarga). En el capítulo 6 (pág. 102), cuando Villaamil se

levanta y sale de su alcoba "después de haberse refregado el hocico", se pone a buscar algo

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

de comer; al no encontrar sino mendrugos y restos de comida, continúa el narrador: "El tigre

dio un suspiro y pasó al comedor para registrar el cajón del aparador, en el cual, entre los

cuchillos y las servilletas, había también pedazos de pan duro". Aquí también el tigre resulta

muy humano, ya que llega a suspirar ante el desorden y la miseria de los alimentos. En otra

ocasión (cap. 7, pág. 117), el narrador se refiere a su cara como "el ferocísimo semblante

tigresco", que sin embargo "tenía cierto matiz de complacencia" ante la posibilidad de su

colocación. Emplea el mismo recurso, ampliándolo, para describir la ira de Villaamil ante su

yerno (cap. 10, pág. 131): "el rostro tigresco de don Ramón se volvió espantoso, y le

temblaba la mandíbula carnicera, indicando como un prurito de ejercitarla contra la primera

res que se le pusiera por delante". Al mismo tiempo, aprovecha para hacer referencia al

devorar (una res), y con ello, al hambre. Cuando el cesante se enfada, vuelve la mención a

la mandíbula ya la ferocidad engañosa (cap. 12, pág. 150): "empezó a mover la madíbula

con saña, soltando de su feroz boca algunos vocablos que asustarían a quien no le conociera".

Cuando pasea nervios, da "pasos de fiera enjaulada" (cap. 17, pág. 183); si busca chismes

acerca de nuevos cargos, va al ministerio para" olfatear nombramientos" (cap. 21, pág. 211).

En consecuencia, aparece la metáfora del tigre, tras la inicial comparación ("inducían a

comparar tal cara con la de un tigre viejo y tísico"), pero también la comparación ("le

asemejaba a un tigre"; "parecía tener entre los dientes carne humana cruda"), en que está

fundamentada. Además, tanto la metáfora como la comparación surgen combinadas con la

ironía, ya que las menciones al tigre aparecen adjetivadas de modo que se le atribuyan

propiedades opuestas a las del prototipo de tigre: "viejo y tísico", "inválido", "anciano e

inútil", "caduco y veterano" (en los ejemplos ya citados).

3.4. La met4fora como instrumento de construcción textual

La comparación con el gato o con el tigre le sirve a Galdós para dar consistencia a los

personajes de la familia, tanto en palabras del narrador como de los otros personajes. Por

ejemplo, Víctor Cadalso, padre del niño, al enfrentarse a ellas llevándose a su hijo, sólo se

arriesga a "pasar un mal rato en casa de las Miaus, a recibir algún arañazo de Pura y otro

de Milagros, y una dentellada quizás de Villaamil" (cap. 39, págs. 350-351). Con ello se

confirma el respectivo parecido con gatos y tigres, pero sobre todo se remite a pasajes

anteriores. Así se afianza el efecto conseguido anteriormente: el parecido ha servido para

configurar la fisionomía de los protagonistas, y para distanciarse de los aspectos trágicos

(como en general en la novela: Román 1989, pág. 341) mediante el componente interpretativo

de la metáfora: el narrador confirma que sus protagonistas son un poco animales domésticos,

gatos, o, en el caso de Villaamil, un tigre de feria, que se ha lucido en mejores tiempos

(como Villaamil en su trayectoria funcionarial), y ahora es, "caduco y veterano", el

hazmerreír de todos. Aunque la novela no llega a ser una metáfora prolongada (en términos

de Henry James, que R. Gullón (1989, 505) propone aplicar a otra novela galdosiana), sí que

está construida mediante las metáforas centradas en el mote de su título.

El componente interpretativo de la metáfora, por consiguiente, da lugar a la ironía: así

confirma el narrador que las protagonistas no son lo que pretenden ser, miembros elegantes

IV CONGRESO GALDOSIANO DII

de la buena sociedad, como tampoco el protagonista es la figura genial de la administración

que sufre la injusticia de la cesantía. Este enfoque irónico de la narración se configura además

a partir de otros recursos irónicos frecuentes en el texto, de modo que, como el otro efecto

de las metáforas mencionadas, contribuye a dar consistencia al universo de la narración. La

ironía, como la metáfora, exige la complicidad del lector; la ironía en una dimensión

diferente, ya que narrador y lector se enfrentan juntos a las afirmaciones o pretensiones que

uno y otro niegan, respectivamente, al producir y al entender las expresiones irónicas.

4. Conclusión

La metáfora se puede explicar como componente del proceso general de interpretación

que ocurre cuando se contextualizan los enunciados, según el principio de relevancia. Es

posible comprobar los resultados de este enfoque en el texto de Galdós, y, sobre dicha base,

examinar el empleo de la metáfora como procedimiento de construcción textual de la novela.

En la novela, más que como sistema de metáforas del autor, la metáfora se produce

primeramente por parte de los personajes, que explican el mote (metonímico) por la

semejanza que explicitan. En segundo lugar se produce el desarrollo metafórico de la

comparación por parte del narrador, que interviene configurándose así como personaje

testigo.

La metáfora es la base de construcción de la novela: sirve para que los personajes creen

el mote, que describe irónicamente a los protagonistas y les permite ridiculizarlos (compañeros

de Luisito, colegas burócratas de Villaamil); a su vez, el mote sirve para que los

protagonistas se expliquen a sí mismos (Abelarda, Villaamil). Para el narrador, el mote sirve

de base a un conjunto de metáforas que le permiten describir a los protagonistas y dar

coherencia al texto narrativo a lo largo de la novela. Para todo ello es básico el componente

de interpretación o evaluación que comparte la metáfora.

D BIBLIOTECA GALDOSIANA

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