"EL PESIMISMO DE GALDOS 11
EN FORTUNATA y JACINTA:
NATURALISMO VERSUS REALISMO
EN LA CONFIGURACION SIMBOLICA
DE MAXIMILIANO RUBIN"
Enrique Jesús Rodríguez Baltanás
En los útlimos años. Fortunatay Jacinta es.
sin duda, la novela de Galdós que más ha gozado del favor de los lectores y del interés
de la crítica. De hecho, Fortunata y Jacinta parece haberse convertido en la obra más
representativa y magistral de la novelística del autor canario. Bien es verdad que ya Don
Marcelino Menéndez y Pelayo, en la temprana fecha de 1897, había sentenciado que, con
respecto a otras novelas de Galdós, era esta "cual majestuosa encina entre árboles, árboles
menores" y que "Fortunatay Jacinta es uno de los grandes esfuerzos del ingenio español
en nuestros días" 1. Pero no menos cierto es que ya desde temprano se apuntaron defectos,
como su excesiva extension o su prolijo detallism02 y que hasta hace no mucho han
prevalecido juicios mucho menos favorables e incluso francamente negativos. Así, por
ejemplo, en 1956, crítico tan solvente por otro lado como José Mª Valverde aventuraba la
siguiente hipótesis: "El argumento de Fortunatay Jacinta nos da la sensación de haber sido
improvisado a medida que el libro se escribía "3. Y otro no menos respetable crítico y profesor,
Donald L. Shaw, siente que Fortunatay Jacinta divaga mucho, achacándole, entre otras
cosas, que los capítulos "tienden a convertirse en episodios independientes"4.
Pero hace tiempo que estos reparos han cedido el paso a los abiertos elogios, y ello es fruto
del esfuerzo de comprensión crítica de que se ha beneficiado la obra en estos últimos años.
No es extraño así que al afirmar la vigencia y el porvenir de Fortunata .... Pedro Ortiz
Armengol, excepcional conocedor de la novela, pueda sintetizar en estas pocas líneas lo que
es un amplio consenso de la crítica galdosiana actual:
"Ninguna novela tan compleja salió de la pluma de su autor, que fue capaz de levantar
un poderoso escenario en cuyo primer plano se despliega una panorámica de los amores
humanos de una densidad difícilmente igualable. Yen cuyo segundo término se percibe
un fondo social de excepcional precisión, referido a aquella época, y con proyección
sobre las que siguen. Detrás de cuyo telón se ve un tercero con un fondo histórico que
se refiere a un excepcional momento de crisis de la sociedad española. Y, detrás aún,
otros telones entre lo que no hemos de olvidar el paisaje urbano y costumbrista de la
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ciudad donde Fortunatay Jacinta tienen su asiento. Y todo ello envuelto en saberes y
menesteres de toda condición, bien ciertos y representativos"5.
Se comprenderá, pues, que tras las lecturas, interpretaciones y análisis que ilustres
críticos le han dedicado, resulte dificil y arriesgado volver de nuevo sobre la intención y
sentido de la novela. Empero la complejidad de significados que toda obra maestra encierra
nos impele a realizar, a partir del examen cuidadoso y detenido de las conclusiones de los
estudios anteriores, una nueva aproximación a la entraña de la significación ideológica,
histórica y literaria de esta crucial novela.
Nuestra aproximación parte de la constatación del simbolismo de la acción y de los
personajes en la novelística de Galdós, en general, y en Fortunatay Jacinta en particular,
hecho reconocido por la mayoría de los estudiosos de la obra galdosiana. Dicho simbolismo
es relativamente claro y hasta simple en aquellas novelas en las que se establece un único
triángulo, con una mujer que simboliza España disputada por dos hombres que representan
respectivamente, la Reacción y el Progreso, lo Viejo y lo Nuevo. Así sucede ya en una novela
tan temprana como La Fontana de Oro (1867-1868), tal como ha sido agudamente
observado por Joaquín Casalduero: ..... las luchas de personas consanguíneas representan las
luchas entre españoles, el amor de Lázaro por Clara, el de los liberales por España, la cual
está aherrojada por la educación, los reaccionarios, errores, hipocresía, fanatismo -las tres
Porreño-... "6. Así sucede también, por ejemplo, en Doña Perfecta ( 1876), donde el triángulo
queda establecido entre los personajes de Doña Perfecta (en cuyo bando milita el pretendiente
reaccionario, Jacinto), Rosario y Pepe Rey: "Al memorismo de Jacinto y a su retórica se
opone el espíritu crítico y observador de Pepe Rey. Son los dos tipos de ciencia, los dos
conceptos del mundo -el medieval y el moderno- que tratan de conquistar a Rosario: la
España actual, en manos de la Intransigencia y el Fanatismo: Doña Perfecta"7. Y, por citar
un último ejemplo, en la Segunda Serie de los Episodios Nacionales, como escribe también
J. Casalduero, "dos hermanastros, uno de ellos ilegítimo, simbolizan la dualidad de España
a partir de la vuelta al trono de Fernando VII. Salvador Monsalud, el hijo ilegítimo, representa
el espíritu liberal; Gabriel Navarro, de apodo Garrote, el espíritu absolutista. Jenara -bella,
apasionada, fanática, intransigente, estéril-, la España tradicional. Soledad -dulce, callada,
atenta, activa, caritativa- es el símbolo de la España futura"8.
Idéntico simbolismo de la acción y de los personajes podemos apreciar en Fortunatay
Jacinta. Así lo pone de relieve Pedro Ortiz de Armengol en su magistral ensayo "Vigencia de
Fortunata": "Su hermosura, [la de Fortunata], su sinceridad innata, su ausencia de
reflexión, le hacen víctima de sí misma y de la estructura social entonces vigente y constituye
un ejemplo más -y sin duda la imagen más lograda-de un símbolo nacional claro y evidente,
que Galdós gustó de tratar, en su fórmula tan repetida de una Mujer-España, alrededor de
la cual unos Hombres-Idea viven y se agitan "9. Fortunata es, pues la mujer pueblo, la MujerEspaña.
Los hombres idea son, fundamentalmente, dos: Juan Santa Cruz y Maximiliano
Rubín. Ambos son burgueses, pero mientras Santa Cruz representa la alta burguesía, y se
constituye en "símbolo de la burguesía madrileña presta a traicionar al pueblo en nombre
del orden y de la moderación"IO, Maxi Rubín encarna en la novela a la pequeña burguesía
intelectual que abrazó los ideales pedagógicos del krausismo y del institucionismo: "El eje
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novelístico recae durante la segunda parte en la pequeña burguesía, en la familia Rubín" 11 .
Son estas dos fuerzas las que se disputan a Fortunata, cada una de ellas con diferente
intención y distintos procedimientos.
Ya el conflicto no está entre la España feudal, oscurantista, abiertamente reaccionaria
y tradicionalista y la burguesía liberal-como en Doña Perfecta, o como en la Segunda Serie
de los Episodios- sino entre dos alas de la propia burguesía, diferentes entre sí, pero en el
fondo no tanto, pues ambas tratan al pueblo -a Fortunata- como objeto, sin llegar jamás
a considerarlo sujeto, dotado de libre capacidad volitiva y de autonomía axiológica. Y el
conflicto que los personajes viven es un conflicto indisolublemente unido a la Historia. Como
ha puesto de relieve Francisco Caudet, "a la estructura profunda de Fortunatay jacinta no
es posible llegar quitándole Historia, sino estudiando y analizando la Historia que Galdós
-por algo será- ha puesto en su novela"12.
Efectivamente, la novela traza el arco que va desde las esperanzas despertadas por la
Gloria al aterrizaje en la realidad desengañada que representa la Restauración. La constatación
y la conciencia de este fracaso es, quizá, en Fortunatay jacinta más aguda y explícita que
en otras novelas del autor; la recusación e invalidación del sistema político de la Restauración,
más dura. Como muy certeramente 10 señaló el profesor Jover Zamora: "No extraña,
pues, que el más profundo y desgarrador ataque de Galdós a cuanto en la Restauración hubo
de hipocresía institucionalizada, de menosprecio de un pueblo marginado por unas clases
dirigentes que valían menos que él, no se encuentra en Cánovas, obra evidente de un hombre
de partido, sino en Fortunatay jacinta ... "13.
El balance, a este propósito, que la historiografia actual hace de la Revolución del 68
puede resumirse tal y como lo hacia Francisco Caudet:
"La Revolución de Septiembre de 1868, la Gloriosa, fue la culminación de un proceso
histórico que se remontaba al siglo XVIII. Este proceso tenía que ver con la dificil
modernización de España. Pero esta revolución de 1868 pudo haber sido, en el ámbito
político y cultural, la esperada oportunidad de incorporación a la modernidad [ ... ]. Más,
en lo que concierne a la política, los hombres que llegaron al poder en 1868 no
entendieron la realidad del país, no estuvieron a la altura de la responsabilidad histórica
que les correspondió asumir. Los políticos progresistas que sustituyeron en el poder, en
1868, a los moderados y a la Unión Liberal, los valedores de la monarquía isabelina
durante casi treinta años, se mostraron incapaces de encontrar las soluciones a los
problemas que habían heredado del régimen contra el que se habían pronunciado"14.
Galdós, por su parte, ante la Revolución de 1868, mantuvo siempre una dualidad
irreductible en cuanto a su valoración y significación histórica, dualidad que ha hecho notar
el profesor Jover Zamora: « ••• nosotros advertimos en las novelas galdosianas forjadas por
los años en torno a 1890 la fijación de dos elementos, aparentemente contradictorios, que
significarán para siempre la actitud de Galdós hacia el 68. Por una parte, una no traicionada
identificación con su aliento idealista, humanitario, liberal y democrático, popular; una
repulsa ética de la Restauración desde el contraste de un humanismo popular espontáneo
con cuyos motivos se manifesta Galdós identificado vital y efectivamente. Por otra parte, el
escepticismo racional que brota de la conciencia de un fracaso; de que lo que se hizo no fue,
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realmente, una revolución, y de que la revolución verdadera, tenaz e inciertamente
profetizada para un futuro lejano, estaba por hacer" 15. Esta "revolución verdadera, tenaz e
inciertamente profetizada para un futuro" es precisamente a lo que alude con nostalgia y
melancolía Maximiliano Rubín -a quien, con todo derecho, consideró Sherman Eoff
siguiente en importancia como personaje tras el de la propia Fortunatal6- cuando, en el
párrafo último de la novela, toma el infeliz conciencia de su amarga derrota:
.. -¡Si creerán estos tontos que me engañan! Esto es Leganés. Lo acepto, lo acepto y me
callo, en prueba de la sumisión absoluta de mi voluntad a lo que el mundo 4 'iera hacer
de mi persona. No encerrarán entre murallas mi pensamiento. Resido en las estrellas.
Pongan al llamado Maximiliano Rubín en un palacio o en un muladar ... lo mismo da" .
(11, pp. 541-542)
Pero Maxi no es un personaje sin culpa. Los principales causantes de su derrota en el
intento de enamorar a Fortunata han sido el autoengaño y la impotencia. El autoengaño
tiene que ver con que el afán redentor de Maxi es absolutamente gratuito, ignora las reales
necesidades y apetencias de Fortunata: su amor por ella es unilateral. no correspondido y,
por consiguiente, inviable. Pero Maximiliano es incapaz de percibir rectamente la realidad
de los sentimientos de la joven: "Dos Fortunatas existían entonces, una la de carne y hueso,
otra la que Maximiliano llevaba estampada en su mente". (J, p. 481)
Por el contrario, Fortunata tiene muy claros sus sentimientos hacia Maxi, que no pasan
de una mera atracción por lo novedoso del comportamiento del galán, el primero "decente"
que ella conoce: "Maximiliano le era poco simpático; pero en sus palabras y en sus acciones
había visto desde el primer momento la persona decente, novedad grande para ella. Vivir con
una persona decente despertaba un poco su curiosidad".(J, p. 480)
Pero, incluso, cabe dudar de la autenticidad del sentimiento amoroso de Maxi; más que
amar a Fortunata por tal cual ella es, lo que el boticario en ciernes pretende es regenerarla,
nevar a cabo en ella un transformación pedagógica. Y, ciertamente, aunque tal empresa
implique un sentimiento amoroso, no es una relación amorosa normal entre un hombre y
una mujer. He aquí, pues, una sintética y ajustada descripción de lo que Maxi sentía por
Fortunata: "Su naturaleza pobre no tenía exigencias; su espíritu las tenía grandes, y éstas
eran las que más le apremiaban [ ... ] Soñaba con redenciones y regeneraciones, con
lavaduras de manchas y con sacar del pasado negro de su amada una vida de méritos [ ... ]
Porque su loco entusiasmo le impulsaba a la salvación social y moral de su ídolo, y a poner
en esta obra grandiosa todas las energías que alborotaban su alma. Las peripecias
vergonzosas de la vida de ella no le descontaban, y hasta medía con g~zo la hondura del
abismo del cual iba a sacar a su amiga; y la había de sacar pura o purificada". (J, p. 481)
Así, pues, no es extraño que la contradicción entre los propósitos regeneracionistas del
joven y la realidad de los deseos de Fortunata salte a cada momento con una evidencia que
sólo Maxi se empeña en callarse a sí mismo, aunque sólo a duras penas lo consiga: "Repetidas
veces sacó Maximiliano a relucir el caso de la deshonra de ella, por ser muy importante este
punto en el plan de regeneración. El inspirado y entusiasta mancebo hacía hincapié en lo
malos que son los señoritos y en la necesidad de una ley a la inglesa que proteja a las
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muchachas inocentes contra los seductores. Lo único que sostenía era que el tal Juanito Santa
Cruz era el único hombre a quien había querido de verdad, y que le amaba siempre. ¿Por qué
decir otra cosa? Reconociendo el otro con caballeresca lealtad que esta consecuencia era
laudable, sentía en su alma punzada de celos, que trastornaba por un instante sus planes
de redención". (1, p. 483)
Esta ceguera, esta falsa conciencia sólo llega a disiparse y a esclarecerse cuando, al final
del libro, en el cementerio en donde se encuentra enterrada Fortunata, Maxi confiesa a
Ballester, que era quien lo había conducido ante la sepultura de la desgraciada: "la quise con
toda mi alma. Hice de ella el objeto capital de mi vida, y ella no respondió a mis deseos. No
me quería ... Miremos las cosas desde lo alto: no me podía querer. Yo me equivoqué, y ella
también se equivocó. No fui yo solo el engañado, ella también lo fue. Los dos nos estafamos
recíprocamente. No contamos con la Naturaleza, que es la gran madre y maestra que rectifica
los errores de sus hijos extraviados. Nosotros hacemos mil disparates, y la Naturaleza nos
los corrige. Protestamos contra sus lecciones admirables que no entendemos, y cuando
queremos que nos obedezca, nos coge y nos estrella, como el mar estrella a los que pretenden
gobernarlo". (11, pp. 539-540)
Observemos que en est.e párrafo de Rubín hay dos declaraciones, dos proposiciones de
carácter bien distinto. Una es "No me quería". La otra es "no me podía querer" pues "No
contamos con la Naturaleza ... " Es en este punto donde nos parece que el carácter literario
de Maxi se torna problemático. Maxi es un idealista, empapado además de ideas filosóficas
espiritualistas (que nos llevan a pensar en la filiación krausista de Rubín), que se equivoca
al querer enamorar a una mujer que no le corresponde, que se equivoca al no acertar a
encontrar el gusto y deseo de ella, que se dirige a ella para cambiarla, para transformarla en
algo que no es ni tal vez quiera ser. "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo" podría haber
sido la empresa de Maxi. Pero todo esto, que bastaría para hacer de Maxi un personaje
importantísimo queda sensiblemente condicionado por el hecho de que Galdós añada a su
personaje un dato a nuestro juicio completamente innecesario e incluso perturbador, como
es la impotencia sexual del joven.
De este modo, la deformidad física y la impotencia sexual del personaje transforman lo
que hubiera podido ser ~ quizá fue- una tragedia en un caso de manual de patología.
Recordamos las taras de Maxi, según nos las enumera Geoffrey Ribbans: "Está mal
desarrollado, su fuerza física es insignificante; padece de constantes jaquecas, congestión
nasal y granos. Es enormemente feo, de pelo muy ralo con tendencia a la calvicie prematura,
dientes sumamente desiguales y una nariz anormalmente aplastada" 17. y por si esto fuera
poco, queda lo más destacable en la enfermiza fisiología del muchacho, su impotencia sexual,
que algún crítico ha negado -por ejemplo, Montesinosl8- pero que la mayoría de la crítica
acepta sin reservas: "Fortunata [ ... ] rechaza claramente desde el principio de su relación
cualquier posibilidad de que engendre un hijo. Además, un primer borrador del manuscrito
habla inequívocamente de su impotencia"19. Por su parte, J. C. Ullman y G. H. Allison, que
han llevado a cabo un estudio médico psiquiátrico de MaxPo, coinciden plenamente en
afirmar la impotencia sexual de Maxi.
Como a menudo se ha subrayado la concordancia de la práctica narrativa de Galdós con
la teorías acerca de la novela realista de Lukács21, conviene notar la discrepancia que en torno
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a la conformación del personaje de Maximiliano Rubín se produce. En un momento de su
Estética, Lukács, polemizando con el naturalismo zolesco principalmente, advertía "de que
precisamente el gran poema cuya duradera eficacia se debe sin duda en primer término a su
modo de hacer sensible la vida interior humana, puede renunciar pura y simplemente a dar
forma al modo de aparición externo de sus figuras, incluso en caso en los cuales, como ocurre
con Helena, la belleza es el factor decisivo del destino encarnado en la acción "22. El siglo XIX,
hace notar Luckács, fue particularmente brillante a la hora de alcanzar la perfección técnica
para reproducir la apariencia externa tanto mensual como lingüística. Pero esta perfección
técnica no conduce más que, en la gran mayoría de los casos, a lo que Luckács denomina una
"hiperdeterminación superflua". y esta hipermotivación o hiperdeterminación obstruyen la
plasmación de la realización artística de la obra: "Lo que para la obra de arte no es necesario
~n un sentido desde luego muy ancho de "necesario" -, suele ser no sólo simplemente
superfluo, sino gravoso y hasta perturbador"23. Lukács pone varios ejemplos. Recuerda
cómo en el Hamlet de Shakespeare, en el último acto, la reina dice de él que es "gordo y sin
aliento", de lo cual deduce Luckács que en el teatro de Shakespeare y, en general, de los
grandes autores del realismo, "en los pocos casos en que el diálogo indica el aspecto externo
de los personajes, esas indicaciones no han podido imponerse nunca contra la imagen que
se desprendía de la acción misma "24. Y es evidente que no nos imaginamos a Hamlet gordo
y jadeante. Lukács cita otro caso en el que .contrapone el arte realista de Shakespeare y el
naturalista, que cae en la hiperdeterminación, de Hebbel: "Romeo ve a Julieta, y empieza la
tragedia; a nadie se le ocurre preguntarse por qué se ha enamorado precisamente de ella. Pero
un dramaturgo tan considerable como Hebbel plantea en cambio ya esa pregunta en una
ocasión parecida. Y desperdicia un acto entero de su Agnes Bemauer para "motivar" la
irresistible belleza de su heroína, sin darse cuenta de que -dramáticamente consideradoel
simple hecho de que el duque bávaro Albert se enamore de la hermosa muchacha burguesa
y se case con ella habría bastado perfectamente como base del conflicto"25.
La impotencia sexual de Maxi es la hiperdeterminación naturalista que impide al
personaje tomar dimensiones de grandeza literaria. Hubiera bastado con que Fortunata no
le amase, hubiera bastado con que la frustración de su relación con Fortunata se debiese al
no amor de la joven mezclado con el impulso "reformador" pequeño burgués, lleno de
prejuicios morales, del farmaceútico. El añadido de la deformidad física y, sobre todo, de la
incapacidad sexual, conducen a una visión determinista negadora de la libertad humana,
restan humanidad al personaje, que se convierte en pelele de un mecanismo o en víctima de
una enfermedad biológica (y no moral, social o cultural).
Lo curioso, y no quisiéramos que pudiese pasarse por alto, es que al personaje de Maxi
no le hacía ninguna falta esta hipermotivación. Es el exceso de idealismo -como el exceso
de radicalismo lo había sido para los liberales de La Fontana de Oro- el causante de la
tragedia de Maximiliano. El contraste 'entre su ambición y sus fuerzas, el idealismo
quijotesco, el afán regeneracionista que no cuenta con la voluntad del sujeto por
regenerar... todo ello constituyen los perfiles de la auténtica dialéctica del personaje, que se
ve estorbada por la hiperdeterminación naturalista de la fealdad, la canijez y la impotencia.
Hay párrafos en los que Galdós ha acertado de lleno en la plasmación de esa auténtica
dialéctica del personaje. Así, por ejemplo, nos parece un momento decisivo cuando Maxi, ya
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enterrada Fortunata, en diálogo con Ballester, confiesa preferir el mundo de la idealidad al
de la realidad:
"El mundo acabó para mí. He sido un mártir y un loco. Que mi locura, de la que con
ayuda de Dios he sanado, se me cuente como martirio, pues mis extravíos, ¿qué han
sido más que la expresión exterior de las horribles agonías de mi alma? Y para que no
quede a nadie ni el menor escrúpulo respecto a mi estado de perfecta cordura, declaro
que quiero a mi mujer lo mismo que el día en que la conoCÍ; adoro en ella lo ideal, lo
etemo,y la veo, no como era, sino taly como yo la soñabay la veía en mi alma; la veo
adornada de los atributos más hermosos de la divinidad, reflejándose en ella como en
un espejo; la adoro, porque no tendríamos medio de sentir el amor de Dios, si dios no
nos diera a conocer figurando que sus atributos se transmiten a un ser de nuestra raza.
Ahora que no vive, la contemplo libre de las transformaciones que el mundo y el
contacto del malle imprimían; ahora no temo la infidelidad, que es un rozamiento con
las fuerzas de la Naturaleza que pasan junto a nosotros; ahora no temo las traiciones,
que son proyección de sombra por cuerpos opacos que se acercan; ahora todo es
libertad, luz; desaparecieron las asquerosidades de la realidad, y vivo con mi ídolo en
mi idea, y nos adoramos con pureza y santidad sublimes en el tálamo incorruptible de
mi pensamiento". (II, p. 540, los subrayados son nuestros).
Es en estos momentos, y no en aquellos en los que se hace referencia a sus taras
fisiológicas, cuando Maxi alcanza como personaje literario la talla de un Don Quijote. Pero
esas taras fisicas están explícitamente señaladas en la novela y no podemos ignorarlas a la
hora de valorar el significado y el alcance estético de la obra. El naturalismo, en cuanto
determinismo, se da la mano, en la novela con el pesimismo de Galdós en cuanto a las
perspectivas de realización de los ideales del 68. Una cuestión en la que no podemos entrar
ahora es la de si fue este pesimismo el que facilitó la adopción de procedimientos naturalistas
en la narrativa de Galdós o si, a la inversa, el naturalismo condicionó y agravó la desilusión
y el pesimismo que ya sentía el novelista. En todo caso, no creemos que la novela quede
arruinada por esta hiperdeterminación a que nos referimos y, por consiguiente, por este
pesimismo determinista y sin esperanza que parece esbozar. Gracias a que, a pesar de todo,
el novelista ha sabido expresar la auténtica dialéctica del proceso histórico y de los
personajes que lo encarnan, y sin vaciar demasiado de carne a los personajes hasta dejarlos
en meros arquetipos o alegorías, Fortunatay Jacinta puede contarse "entre las obras más
hermosas y profundas que a Galdós se deben" (Emilia Pardo Bazán).
lB] BIBLIOTECA GALDOSIANA
Notas
I M. Menéndez Pelayo, "Don Benito Pérez Galdós", Contestación al discurso de entrada de Galdós
a la Real Academia Española de la Lengua: tomo la cita de Germán Gullón (ed.), "Fortunatay ¡acinta"
de Benito Pérez Galdós, Madrid, Taurus, 1986, col. "El escritor y la crítica" núm. 169, p. 24.
2 Véase lo que irónicamente dice a este respecto Doña Emilia Pardo Bazán en Germán Gullón (ed. ),
"Fortunatay Jacinta ~ .. , cit., p. 26: "Largo, muy largo. No hay paciencia para tanta lectura. ¡Cuatro
tomos! Pero ¿a quién se le ocurre escribir cuatro tomos (o tres, o dos) de a cuatrocientas páginas? Sí;
desde la admirable epopeya de Maximiliano Rubín, los juicios sobre Galdós no son apreciaciones
literarias, son medidas y cálculos de longitud".
3 Tomo la cita de Hans Hinterh:1user, Los "Episodios nacionales" de Benito Pérez Galdós, Madrid,
Gredos, 1963, p. 246.
4 D. L. Shaw, Historia de la literatura española. El siglo XIX, Barcelona, Ariel, 1973, p. 209.
5 P. Ortiz Armengol, "Vigencia de Fortunata", en Germán Gullón (ed.), op. cit., pp. 42-43.
6 Joaquín Casalduero, Vida y obra de Galdós (1843-1920) , Madrid, Gredos, 1974 (4ª ed.
ampliada), p. 46.
7 Ibid., p. 55.
8 Ibid., pp. 52-53.
9 P. Ortiz Armengol, loco cit., p. 31.
10 José María Jover Zamora, "Benito Pérez Galdós: La de los tristes destinos (epas. I y Il), en El
comentan'o de textos, 2. De Galdós a García Márquez, Madrid, Castalia, 1974, p. 63.
II John. H. Sinnigen, "Individual, Class and Society in Fortunatay ¡acinta", en Galdós Studies, II,
editado por Robert, J. Weber, Londres, Tamesis Books Limited, 1974, p. 49-68. Cito por la traducción
española de Germán Gullón en su compilación de estudios sobre Fortunatay Jacinta, citada, p. 81.
12 Francisco Caudet, Introducción a su edición de Fortunatay Jacinta, Madrid, Cátedra, 1983,2
vols., 1, p. 62. Todas las citas de la novela se harán aquí por esta edición.
13 José María Jover Zamora, loco cit., p. 63.
14 Francisco Caudet, loco cit., p. 31.
15 José María Jover Zamora, loco cit., pp. 52-53.
16 cfr. Sherman Eoff, "The Treatment ofIndividual Personality in Fortunatay ¡acinta" , en Hispanic
Review, XVII (1949), p. 1.262-1.289.
IV CONGRESO GALDOSIANO _
17 G. Ribbans y J. E. Varey, Dos novelas de Galdós: "Doña Peifecta"y "Fortunatay Jacinta n. Guia
de lectura, Madrid, Castalia, 1988, p. 191.
18 J. F. Montesinos, Galdós, 3 vols., Madrid, Castalia, 1968-72, lI, p. 257.
19 G. Ribbans, loe. cit., p. 193.
20 J. C. Ullman y G. H. Allison, "Galdós as Psychiatrist in Fortunata y Jacinta", en Anales
Galdosianos, IX (1974), pp. 7-36.
21 Así, por ejemplo, cfr. Francisco Caudet, a propósito de Fortunata ... en la Introducción a su
edición, citada, p. 53. Y, más extensamente, C. Blanco Aguinaga, en su ensayo "Entrar por el aro:
restauración del orden y educación de Fortunata", en La historiay el texto literario. Tres novelas de
Galdós, Madrid, Nuestra Cultura, 1978, pp. 51-94.
22 G. Lukács, Estética, l. Los problemas de la mimesis, Barcelona, Grijalbo, 1972, vol. 2, p. 409.
23 Ibid., p. 410-411.
24 Ibid., p. 409.
25 Ibid., pp. 412-413.