MIAU: EL LENGUAJE COLOQUIAL _

(HUMANO) EN GALDOS

Ana M. ª Vigara Tauste

En sentido estricto, el lenguaje coloquial no

es sino el producto de una determinada modalidad de realización lingüística oralconversacional,

que se define por su inmediatez (fugacidad, espontaneidad), y por la

interdependencia dinámica de todos los elementos que intervienen en el proceso de

actualización comunicativa (emisor, etc.). Se entiende, pues, que cuando empleamos la

denominación de "lenguaje coloquial" en el estudio de una obra literaria, nos estamos

refiriendo, en realidad, a la imitación que del lenguaje conversacional pone el autor en boca

de sus personajes.

y es que las limitaciones, convenciones y condicionamientos que la comunicación escrita

impone al texto son muy diferentes de los que impone la comunicación oral. En efecto, el

coloquio presenta una estructura abierta que se basa en la alternancia comunicativa y en el

puntual compartir por parte de los interlocutores, es efímero y está condicinado por la

inmediatez: todo ello favorece la improvisaciónJormal. La comunicación escn'ta literaria,

por su parte, unilateral (receptor-mensaje) y destinada por su autor a perdurar, debe

proporcionar un determinado contexto de sentido ("elaborándolo", desde una dimensión

más o menos imaginaria, para ellectorl ), supedita todo elemento al plan general de conjunto

y crea unas determinadas expectativas en el lector: todo ello favorece, por un lado, la

Jormulación lingüística riflexiva (como parte de la "voluntad de estilo" de su autor) y, por

otro, el re-uso (relectura, comprobación, memorización) por parte del receptor.

Por eso, a diferencia de los coloquiales, los textos literarios dialogados no son sino

elaboraciones (creación, re-creación) de la lengua hablada, que responden a una actitud

singular y previa del escritor (subrayado: del escritor). Galdós, abanderado de la naturalidad

en el lenguaje literario, fue maestro en asignar a cada uno de sus personajes un lenguaje

propio, que los caracteriza fuertemente como individuos. Y en este sentido, sin duda, sus

novelas sí concuerdan con el tópico del "espejo en el camino" que refleja con fidelidad la

realidad: lo que dicen sus personajes parece, en general, lo propio de ellos, nos suena tan

natural como si los escucháramos en una de nuestras salidas diarias: no percibimos la

distancia que hay entre sus palabras y su recreador, ni entre sus mensajes y nuestra

recepción, porque Galdós (mediador en el proceso comunicativo) consigue recorrerla con

lB] BIBLIOTECA GALDOSIANA

pasos imperceptibles, adecuando perfectamente el uso que del lenguaje hablado hacen sus

personajes a sus planteamientos novelescos de autor que persigue reflejar con verosimilitud

todo el mundo de ficción. y éste es, sin duda, un mérito que no podemos negarle a nuestro autor.

Pero cosa bien distinta es -por más que no suele tenerse en cuenta- que a una perfecta

adecuación de lo coloquial a lo literario (como la que hemos descrito) corresponda,

complementariamente, una perfecta adecuación literaria a lo coloquial. Porque Galdós

utiliza el lenguaje coloquial (en su registro popular casi siempre) como recurso estético, y

no hace -ni pretende hacer-en sus novelas una reproducción fiel de la realidad del lenguaje

conversacional corriente, con sus titubeos, sus rupturas, sus interrupciones, sus

abundantísimos elementos de carácter fático, sus imprecisiones, sus errores espontáneos e

inevitables ... y tantas otras características que, sin duda, trasladadas al papel, dificultarían

la adecuada fluidez del texto y aburrirían al lector. Ello no es, como puede comprenderse,

demérito de Galdós, sino todo lo contrario: probablemente lo único sensato que un autor con

voluntad de permanencia para su obra puede hacer. En las páginas que siguen intentaremos

mostrar, por una parte, de qué estrategias se vale el autor de Miau para convertir el lenguaje

en el rasgo caracterizador esencial de sus personajes; y, por otra, qué recursos ha

seleccionado del lenguaje coloquial para que, incorporado éste al texto sin menoscabo de su

valor estético, no estorbe su comprensión (sino la facilite) ni traicione la expectativa

"realista" del lector. Naturalmente, hacer un estudio detenido de todos ellos requeriría

mucho más tiempo y espacio de los que en esta ocasión disponemos; por eso, más allá de

los más representativos (los de expresividad), nos limitaremos a poco más que presentar un

mero índice de fenómenos.

1. Ellenguqje, caractenzador de los personqjes en Miau

Cuando escribe Miau, Galdós está seguramente en su mejor momento creativo. Cada vez

más, y cada vez de una forma más clara, se permite una mayor interiorización en sus

personajes, los "muestra" más que "contárnoslos", de manera que el lector puede llegar a

conocerlos por ellos mismos. Poco a poco, el autor va cediéndoles en su obra el uso de la

palabra y limitando sus propias intervenciones como narrador, hasta quedar reducidas en

ocasiones a poco más que la mera acotación2•

y decimos que les cede "el uso de la palabra" y no "la palabra" porque, en Miau, los

personajes dialogan poco entre sí, y casi, más que de comunicación, podría hablarse de

incomunicación entre ellos. Pero, tal vez por aquello de que -como se decía en una vieja

película- "nadie habla de uno tan bien como uno mismo", el autor nos hace continuamente

testigos privilegiados de lo que sus personajes callan (de lo que piensan y sienten): unas

veces mediante la reproducción en estilo directo (ED) de largos monólogos nunca pronunciados

en voz alta; otras, mediante el llamado estilo indirecto libre (EIL), que alterna y mezcla

continuamente con sus observaciones y comentarios de narrador omnisciente3• Y ésta se

convierte para nosotros, a lo largo de la novela, en la mejor manera de concocerlos, porque

además de sus actos y sus palabras (hechos objetivos, objetivables), su "voz interior" nos

revela su más íntima verdad personal.

IV CONGRESO GALDOSIANO BI

De este modo sabemos, por ejemplo, que Víctor Cadalso es un consumado mentiroso, algo

que otros personajes de la novela sospechan, pero que ninguno podría demostrar

fehacientemente; conocemos el ciego amor de Abelarda por su cuñado cuando ningún otro

miembro de su familia puede sospecharlo todavía; o asistimos al milagro de escuchar al

mismísimo Dios hablando con Luisito Cadalso ... En todos los casos, aunque en unos de forma

más evidente que en otros (Víctor, doña Pura, Murillito), Galdós ha seleccionado sobre todo,

del lenguaje coloquial (y del popular), aquello que (dentro de unas exigencias mínimas de

verosimilitud) mejor le servía para caracterizar individualmente a sus personajes. Veámoslo

...

Víctor es un personaje esencialmente activo; el único, en toda la novela, que tiene un

cierto control sobre la realidad y sobre su propio destino. Acorde con su personalidad, Galdós

le dota de un peculiar comportamiento comunicativo: confía en sí mismo y en el poder de

su palabra; toma la iniciativa en la comunicación y reclama la atención y respuesta de sus

interlocutores, imponiéndoseles personalmente y actuando sobre ellos. En esto coincide con

doña Pura, su suegra. De hecho, los dos presentan dentro de la novela el grado mayor de

agresividad verbal: la una, desde su pragmatismo inapelable; el otro, desde su conciencia de

superioridad y dominio del arte de la oratoria. Su lenguaje, sin embargo, aparece individualmente

diferenciado.

A Víctor corresponden, por ej., en la novela, el mayor número de inteffogaciones

retóricas (pese a su nombre, uno de los recursos de interación más frecuentemente usados

en la conversación); su hablar está plagado de ellas; le sirven para dar un aire de obejtividadsinceridad

a sus argumentaciones y así "engatusar" mejor a sus interlocutores, a quienes

miente y manipula hasta extremos que sonrojan al lector. Sus intervenciones tienen con

frecuencia un cierto tono ensayístico; y aparecen estructuradas y formalizadas con tal

perfección y corrección, que, si no nos sonaran a Víctor Cadalso, diríamos que este personaje

habla "como un libro abierto", y no como común mortal. Veámoslo en un fragmento:

- No sé qué responderte (afectando una confusión bonita y muy del caso). Si te digo

que sí, miento; y si te digo que no, miento también. Y, habiéndote asegurado que te

quiero a ti, ¿en qué juicio cabe la posibilidad de interesarme por otra? Todo ello se

explicará distinguiendo entre un amor y otro amor. Hay un cariño santo, puro y

tranquilo, que nace del corazón, que se apodera del alma y llega a ser el alma misma.

No confundamos este sentimiento con las ebulliciones enfermizas de la imaginación,

culto pagano de la belleza, anhelo de los sentidos, en el cual entra también por mucho

la vanidad, fundada en la jerarquía de quien nos ama. ¿Qué tiene que ver esta desazón,

accidente y pasatiempo de la vida[,] con aquella ternura inefable que inspira al alma

el deseo de fundirse con otra alma, ya la voluntad el ansia de sacrificio ... ? (pág. 178)4.

Prácticamente todas las características de esta intervención hablada apuntan hacia una clara

actitud intelectual (no exenta de arrogancia) en el personaje: desde el predominio absoluto

de sustantivos abstractos (no hay, en todo el fragmento, ninguno que no lo sea) hasta la

abundancia de verbos (o locuciones verbales) de estado y sullfetivos (saber, asegurar, caber

la posibilidad, interesarse, explicar, distinguir ... ); desde la trabazón del período y la

progresión lógica de la iTJformación (que se apoya en el procedimiento de pregunta_

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respuesta y utiliza nexos de relación coordinantes y subordinantes) hasta el empleo de léxico

pocoJamiliar (en quéjuicio cabe -en vez de "en qué cabeza ... " -, culto pagano, anhelo,

jerarquía, inifable ... ); desde las an4foras, paralelismos (Si te digo que sí, miento;y si te digo

que no, miento también) y sinonimias (cariño santo, puro y tranquilo; ebulliciones ... ,

culto ... , anhelo ... ; desazón, accidentey pasatiempo de la vida), figuras todas de repetición

(léxica, sintáctica y semántica, respectivamente) con las que precisa y subraya su idea con

cierta complacencia, hasta el perfecto empleo de la paradoja (un amor y otro amor; si te digo

que ... ); desde los epítetos valorativos (santo, puro, tranquilo, eTJfermizas, inifable ... ) hasta

las intencionadas gradaciones (que nace del corazón, que se apodera del almay llega a ser

el alma misma) ... Todo, en fin, incluido el n'tmo lento, armonioso y progresivo, marcado por

la sintaxis y las pausas, nos habla de un estilo oraton'o al que el lenguaje espontáneo es muy

poco propicio si no se mantiene "la cabeza fría" y se domina el arte de la palabra. Para

cualquiera más avisado (o menos enamorado) que Abelarda, con quien habla en este

fragmento, su estilo y su lenguaje traicionarían su verdadero estado de ánimo y sus

auténticas intenciones (pero Víctor es como un camaleón: llegado el momento, o viendo en

peligro sus intereses, es capaz de cambiar y adaptar su registro a las nuevas circunstancias,

y lo hace, además, con buen instinto).

Doña Pura, en cambio, no tiene dobleces; con ser, como el de su yerno, impositivo y

agresivo su lenguaje, tiene un repertorio de recursos más limitado y actúa exclusivamente

en la esfera (muy reducida también) de su cotidianeidad. Es mujer de genio vivo, palabra alta

y juicios despiadados y rotundos. Sus preguntas, mucho menos retóricas que las de Víctor,

se convierten con frecuencia en órdenes o reproches a su interlocutor:

- ¿Por qué no comes? ¿Qué tienes? ¿Qué cara es esa de carnero a medio morir? ¿Por

qué no quieres venir al Real? No me tientes la paciencia. Vístete, que nos 'vamos

enseguida (pág. 204);

para sus comparaciones, echa mano de la evidencia empírica más cercana:

- Pues sí (alzando el grito), tú debías ser ya Director, como esa luz [ ... ];

llama a las cosas por su nombre:

- [ ... ], y no lo eres por mandria, por apocado, porque no sirves para nada, vamos, y

no sabes vivir [ ... ];

y su lenguaje, que huye de las abstracciones, tiene tal fuerza plástica, que no puede por

menos que calar hondo en el ánimo de sus interlocutores:

- [ ... ] Las credenciales, señor mío, son para los que se las ganan enseñando los

colmillos. Eres inofensivo, no muerdes, ni siquiera ladras, y todos se ríen de ti5

Baste, como demostración de la adecuada selección lingüística que hace Galdós para sus

personajes, con estos ejemplos y unas pocas notas de urgencia añadidas ...

IV CONGRESO GALDOSIANO _

En el extremo contrario a Víctor y doña Pura se encuentran los personajes que tienen

menos fe en sí mismos, los más inseguros, frágiles y, por añadidura, infelices; los que no

suelen hablar por propia iniciativa, sino, generalmente, por requerimientos de otro(s) ya

modo de defensa inevitable de su intimidad o de su persona. Este es el caso de don Ramón

Villaamil (al menos mientras está cuerdo), de su hija Abelarda y del nieto, Luisito Cadals06,

personajes volcados en sí mismos, con intensísima vida interior que contrasta con la

insipidez de su realidad cotidiana: en ellos centra Galdós la mayor parte de sus largos

fragmentos monologados y las intervenciones más frecuentes en EIL. A ellos, que sufren

las mayores discordancias entre la realidad y sus deseos, corresponde el mayor número de

contradicciones y de suspensiones involuntarias de la frase; a ellos, el lenguaje más afectivo

de toda la novela. Además, Villaamil y su nieto aparecen caracterizados también por sus

muletillas: el niño exclama continuamente: ¡control; y al abuelo se le escuchan con

frecuencia dos:y ole morena (irónico, enfadado),y digo más.

Para conseguir la identificación rápida y segura de otros personajes (secundarios y con

pocas intervenciones habladas). Galdós recurre a la caracterización convencional, mediante

recursos muy visibles y fáciles de reconocer. Lo hace con Silvestre Murillo, que es "el chico

más aplicado de la escuela y el mejor amigo que Cadalso tenía en ella" (p. 62), a quien su

padre había destinado a abogado (o quién sabe si ministro); en su boca pone el autor una

cierta retórica adulta y alguna fórmula del lenguaje administrativo:

- Como tú eres así tan poquita cosa, es a saber, que no achuchas cuando te dicen algo,

vele ahí por qué no te guarda el rispeto (p. 63),

la deformación de palabras que no conoce o no entiende:

- Viven de chuparle la sangre al pobre [ ... ]. Mi mamá las llama las arpidas (p. 63)

[epéntesis] ,

y sobre todo numerosos vulgarismos fonéticos que solemos disculpar en los niños: maera

(síncopa), Caarso (por "Cadalso": síncopa y cambio de 1 por r), tié, mu (apócope), presonas

(metátesis), el rispeto, sacabaron las quistiones (cambio y pérdida de vocales), un

disinfficante (adición y sustracción de sonidos), dos (adaptación fónica de downs) ... Lo

hace con el señor Mendizábal, a quien encontramos, lacónico y sentencioso, intentando

reproducir como juicio propio lo que en la prensa ha leído y perdiendo el hilo (y la palabra)

en el intento; con doña Pura, señora de Mendizábal, a quien nos presenta en verborrea

afectiva e intranscendente; con Pantoja, probo funcionario que sabe guardar las precauciones

de palabra que su cargo exige ... y hasta con DiOS7.

2. Uso literan'o dellenguqje coloquial en Miau

Como ya hemos explicado, dadas las limitaciones del texto escrito-literario, el autor no

intenta reproducir con exactitud el lenguaje oral-coloquial, sino que ha de conformarse con

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imitarlo con verosimilitud prescindiendo de muchos de sus fenómenos más característicos;

justamente esos que están más directamente vinculados a la oralidad y sería inadecuado

trasladar al texto. Lo que hace, entonces, el autor es plasmar del lenguaje coloquial (de entre

aquellos que pueden ser incorporados sin dificultad al texto literario) unos pocos mecanismos

que aparecen sistemáticamente en él, los suficientemente representativos como para

permitir la identificación inmediata, por parte del lector, del registro imitado pasándole

inadvertida la técnica selectiva empleada. EnMiau, Galdós se vale particularmente de uno,

seguramente --<:omo se ha dicho- el más representativo (y colorista) del lenguaje

conversacional espontáneo: la expresividad en sus más diversas manifestaciones.

2. a. Expresividad

Podemos definir la expresividad como la huella que queda en la comunicación lingüística

de la afectividad del hablante, por la cual éste se convierte a su vez, para su interlocutor, en

"referente" de la comunicación. Como, en sentido estricto, todo acto de habla comporta

siempre una cierta (o incierta) actitud del emisor, podemos afirmar que la afectividad actúa

como un auténtico principio de organización discursiva en el coloquio; tal vez --<:omo se ha

dicho- el principal. Su resultado, lo que llamamos expresividad, puede apreciarse, sobre

todo, en tres aspectos:

a) en la modalidad oracional,

b) en la construcción sintáctica del mensaje y

c) en el énfasis semántico.

2.a.l. De los tres, el primero, que experimenta una notable ampliación en el coloquio,

depende muy directamente de los fenómenos prosódicos de la oralidad y no alcanza buen

reflejo en el texto escrito. Galdós utiliza continuamente como índice de expresividad la

modalidad exclamativa; y maneja con soltura la más versátil de todas, la modalidad

interrogativa, que tiene la ventaja de funcionar como deíxis enunciativa de los interlocutores

y permitir variadísimos matices de sentido vinculados a su contexto general de comunicación:

ya hemos visto algunos ejemplos entre las llamadas interrogaciones retóricas que nos

han servido para caracterizar el lenguaje de Víctor Cadalso y de doña Pura. Añadidos a

cualquier frase de cualquier modalidad, los puntos suspensivos ayudan a Galdós a sugerir

al lector una cierta actividad emocional en las palabras de sus personajes: es éste, sin duda,

un recurso-comodín para el autor, que lo utiliza continuamente en Miau (y, en general, en

sus novelas).

2.a.2. Galdós imita con acierto (y con restricciones, pues no llega al anacoluto, por

ejemplo) la organización sintáctica sullfetiva característica del mensaje coloquial, que se

refleja particularmente en la construcción (y la amplitud) de la frase, que tiende a la

dislocación, a la condensación expresiva y a la liberación sintáctica de sus partes.

IV CONGRESO GALDOSIANO _

a) Sus personajes -como se suele hacer en la lengua coloquial-organizan su enunciado

en torno a aquello que les intert:sa destacar del conjunto cara a sus interlocutores (mediante

procedimientos convencionales de tematización):

-Pues también Posturitas es un buen mico (p. 63, ibem)

- Sí, sí, lo que es a descarado no te gana nadie (141)

- No, lo que es el niño no sale de aquí (346, doña Pura)

-Es un ratón lo que Posturas echa por la boca (p. 247, Cadalsito);

y alteran el orden lógico de los elementos de la oración (hipérbaton), dando relieve al

elemento desplazado:

- Quién podrá ser, no lo sé; pero el traidor existe, no lo dudes (p. 259, Villaamil)

[anticipación del 00]

- Si no te distrajeras tanto con el álbum de sellos, más aprovecharías (278, Dios)

- No, papá, malo no es (con mucho calor), malo ~o (289, Abelarda)

- ¡Qué mujeres, Dios santo! Prendarse de un zascandil porque tiene la cara bonita, sin

reparar ... y que él la desprecia, no hay duda (384, Villaamil)

- Oe esto, ni una palabra a Víctor, que es muy perro y me puede parar el golpe (p. 268,

Villaamil);

b) Muestran con frecuente tendencia (espontánea y generalizada en la lengua

conversacional) a reducir su expresión a lo afectiva e informativamente imprescindible, lo

cual explica, con ayuda del contexto, las voluntarias e involuntarias elipsis en sus palabras:

- No le gustan más que las doncellitas tiernas.

Pues de broma ha dicho usted la verdad Dequince aveinte. Lodemás parabobos (330, Argiielles)

-Lo que esyo ... ¿Allá? ... Estás túJresco.(352, Milagros)

"¡Contro! -pensó muyasustadcr, me va a dar aquello ... , me va a dar, me da ... " (80, cadalsito)

¡Contro, si yo le cojo ... ! (83, Cadalsito)

y, sobre todo, la abundancia de oraciones condensadas o reducidas a lo esencial. Lo esencial

suele ser una simple interjección o un elemento nominal (sustantivo, pronombre, forma

verbal no personal), la que el personaje confiere independencia de enunciado completo

(desde el punto de vista de la comunicación) y un mayor relieve. El procedimiento permite

la expresión de una gran variedad de matices emotivos, desde la alegría incontenida de doña

Pura ante la perspectiva de una herencia indirecta con la muerte del tío de Ponce:

a la ira:

Corrió doña Pura al despacho, donde estaba Villaamil.

-El Viático ... , ¿no te enteras? (193)

- Vamos, la que le coloco yo a usted si me atufo?

- ¡Tú ... , tú! ¡Deberte yo a ti .. .! (142, Villaamil)

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¿De dónde sacas, majadero, que yo me forje ni la milésima parte de una condenada

ilusión? ¡Colocarme a mí! (139, Villaamil),

pasando por la incredulidad:

¿ Usted Dios, usted ... ? Ya quisiera ... (81, Cadalsito),

el desdén:

- Mira qué sílfide está doña Pura. Se ha traído toda la caja de polvos.

- Pues ¿y la hermana con su cinta de terciopelo al cuello? Si las tres traen cinta negra,

no les faltará el cascabelito para estar en carácter (262, espectadores del Real)

la turbación:

- Ya sé, ya sé que ha hecho usted unos estúpidos versos y unos mamarrachos

ridiculizándome [ ... ]

-¿Yo? .. Don Ramón. .. ¡qué cosas tiene! (317, Guillén),

el estupor, la conmoción:

Por fin. murmuró: "¿Víctor .... tú?"(131, doña Pura)

"Víctor aquí... Víctor otra vez en casa! Este hombre nos trae alguna calamidad" (131,

Villaamil).

¡Ascenderte! ¿Qué dices? (141, Villaamil),

el asombro hiperbólico:

- A Guillén le encajamos en Guerra

- ¡Madre de Díos! ¡Un cqjo en Guerra! Mejor es en Marina (256, Villaamil),

el horror, el lamento, el reproche:

- Y basta que sea yerno tuyo y que viva bajo tu techo, para que algunos crean que vas

a la parte con él.

- ¡Yo ... con él! (horrorizado). Ventura, no me digas tal cosa. (222, Villaamil),

Abelarda tendió un brazo, que parecía de hierro, y de la primera manotada le cogió de

lleno a Luis toda la cara [ ... ]

- ¡Ay, hijo de mi alma! ... ¡Mqjer!(343, doña Pura),

etcétera, y Galdós lo utiliza tanto más cuanto más al límite se encuentran sus personajes.

Reducidas a la expresión de lo esencial, tiene lugar en este tipo de expresiones una

condensación de énfasis en la que la ausencia de precisiones de tiempo, modo y persona

confiere un cierto valor de carácter general a lo expresado.

N CONGRESO GALDOSIANO _

c) Aunque, en la conciencia de los hablantes, la imagen verbal gira en torno a una

intención de comunicación bien definida, la necesidad de progresar de forma lineal en la

transmisión oral les fuerza, paradójicamente, a expresarse como "a golpes de subjetividad"

y con menos precisión lógica que en el lenguaje "formal". Galdós refleja también esta

característica coloquial, valiéndose de dos de sus procedimientos más usuales: de los

llamados conectores no especfficos: nexos de relación (descritos habitualmente como

coordinantes o subordinantes) cuya función primordial es la de enlazar (oscuramente a

veces) lo que se dice con lo que se viene diciendo, aun cuando no siempre se puede precisar

una relación "lógica" entre las partes:

No puede usted figurarse, Federico, lo mal que le sienta a mi marido la ociosidad ... ;

vamos, que no vive. ¡Ya se ve, acostumbrado a trabajar desde mozo! ... Y que le conviene

también colocarse para los derechos pasivos. Figúrese usted, [ ... ] (115, doña Pura)

¡Dios mío! ¡Que viva yo para ver estas cosas! (141, Villaamil)

¡Ah, qué hombre! Era una pólvora. Pues también el amigo Madoz las gastaba buenas

( 31 O, Villaamil)

- No tiene más sino que bracea demasiado, y, francamente, la ópera es para cantar bien,

no para haeer gestos.

- Pero no nos descuidemos -dijo Pura-o En noches así, el que se descuida se queda en

la escalera.

- ¡QuiáL .. ¿Pero no creéis que Guillén o los chicos de Medicina nos guardarán los

asientos? (86, Milagros)

y de la imitación de sintaxis parcelada del coloquio, por la que se presenta de forma

fragmentaria, "impresionista" (mediante la segmentación o la yuxtaposición) esa unidad de

sentido que está en la base de las intervenciones de sus personajes:

Luisín, bobillo, estoy aquí. [ ... ] ¡Qué tontín! Pasas sin decirme nada. Aquí te tengo la

merienda. Mendizábal fue a las diligencias. Estoy sola, cuidando de la qficina por si

viene alguien. ¿Me harás compañía?

¿Le lleva recados ... ? ¿Cartas ... ? ¿Ya quién? ¿No sabes? (203, Abelarda)

¿Y el Ministro ... ? ¿Le has visto? (117, doña Pura).

d) El hablante, que progresa en su enunciación a partir de una base conceptual subjetiva,

puede encontrarse que, a medida que fluyen sus palabras, una o varias ideas nuevas,

recuerdos, sinestesias o emociones, por ej., interfieren el contenido de su comunicación;

cuando esto ocurre, el núcleo comunicativo se amplía o se reduce, de acuerdo con las

necesidades subjetivas del hablante. Para Galdós es particularmente útil la suspensión de la

Jrase, recurso que emplea continuamente en Miau, pues es también muy versátil en la

expresión de matices emotivos. A veces, la suspensión refleja simplemente los titubeos

propios de una turbación no deseada:

y siyo te dijera ... vamos a ver (palideciendo), ¿si yo te dijera que no quiero a Ponee? .. [ ... ]

- Ahí tienes tú una cosa ... Vamos (balbuciendo), una cosa que me produce el efecto de

un porrazo en la cabeza... [ ... ] Porque cuando se aborrece a un hombre, como me

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aborreces tú a mí. .. (confuso y sin saber a qué santo encomendarse), no se le dice nada

que pueda extraviarle respecto a ... , quiero decir, respecto a los sentimientos de la

persona que le aborrece, porque podría suceder que el aborrecido ... No, no atino a

explicarle 10 que siento (Abelarda y Víctor, 206).

La suspensión es a veces sólo momentánea, y el hablante acaba completando su expresión

(aunque sea de forma inesperada o con aquello que hubiera preferido no decir):

Sí, hijo mío, bienaventurados los brutos, porque de ellos es el reino ... de la Administración.

(93, Villaamil)

u Parece mentira que detrás de esas pupilas hqya ... lo que hqy" (190, Abelarda)

Te amo, te amo, y te amaré siempre, sin esperanza, porque no puedo aspirar a poseer

tan ... n'cajoya. Insultaría a Dios si tal aspiración tuviese ... (299, Víctor, que miente

descaradamente)

¿Qué personaje de campanillas entrará en el despacho del Ministro con caraJeroce

diciendo: "De aquí no me muevo hasta que me den ... eso "7" (210, Villaamil)

¿Que dónde les encierro? .. Todo 10 que quieres saber. Pues les encie"o ... donde me da

la gana. ¿A ti qué te importa? (359, Dios);

pero en su mayoría, los ejemplos presentan la sintaxis y (con ella) la información

bruscamente interrumpidas, como reflejo unas veces de la exaltación emocional en que se

encuentran los personajes:

Tonto, y me desprecias a mí por ella; a mí, que me dejaría matar por ... Mamá, mamá,

yo quiero ser monja (247, Abelarda)

¡Qué mujeres, Dios santo! Prendarse de un zascandil porque tiene la cara bonita, sin

reparar ... y que él la desprecia, no hay duda (384, Villaamil),

otras, de aquello que, compartido y consabido, no precisa de más palabras para el

interlocutor-cómplice:

¡Ah! ... Noticia fresca ... Pero dime, ¿crees tú que Víctor, por ese lado ... ? (254, V illaa mil) ,

de temor a decir lo que se desearía no pensar siquiera, o de desinterés:

- Estamos como queremos, sí... Tenemos cerrado el horizonte por todas partes,

Mañana ...

- Dios no nos abandonará [ ... ]. Estoy tan acostumbrada a la escasez, que la abundancia

me sorprendería y hasta me asustaría ... Mañana ...

No acabó la frase ni aun con el pensamiento. (89, Villaamil y doña Pura)

del especial efecto que se desea causar en el/los interlocutor/es:

- Usted estará cortado para quien guste; no me meto en eso. Pero lo que es Abelarda,

lo que es Abe/arda ...

etcétera.

IV CONGRESO GALDOSIANO _

Ponce le miró serio también, esperando el final de la frase, y la insignificante bajó la

vista hacia su labor de costura.

-Digo que lo que es ella no está cortada para usted. y lo sostendré contra el que opine

todo lo contrario (199, Víctor)

Otros ejemplos nos muestran la intercalación de paréntesis subjetivos o asociaciones

nuevas, rompiendo la linealidad de la expresión y ampliándola:

Me ha dado la corazonada ... ,ya sabes tú que rara vez me equivoco ... , la corazonada

de que en lo que resta de mes te colocan (72, doña Pura)

¿No sabe? A Cañizares, ¿se acuerda usted?, el que estaba en Propiedades, aquel a quien

llamábamos don Simplicio, le han dado las doce mil. ¿Ha visto usted polacada mayor?

(215, ?)

Porque ... verás, me alegro de tener esta ocasión de decírtelo; eso te perjudica (222,

Pantoja)

"Este sitio sí que es de primera ... Pero no, me verían los guardas de Consumos, que están

en esos cajones, y quizás ... son tan brutos... me estorbarían lo que quiero y debo

hacer. .. " (381, Villaamil)

2.a.3. Pero en lo que Galdós se muestra realmente maestro es en la reproducción de los

recursos de realce y éTJfasis, con los que el hablante, obedeciendo a su personal impulso,

destaca cara a su interlocutor una parte de su enunciado o su propia actitud de comunicación.

Es éste un rasgo de expresividad que ofrece en el lenguaje coloquial la máxima diversificación

y que aparece en prácticamente todos los personajes galdosianos (y no sólo de Miau); sin

duda, uno de los favoritos del autor, junto con el recurso al cliché. La razón radica

seguramente en que tales procedimientos (más léxicos que sintácticos) "colorean" siempre

de forma adecuada el lenguaje, permitiendo al lector identificar con facilidad el registro usado

por los personajes (casi siempre el popular) e instalarse en él.

a) Como ocurre continuamente en la vida real, los personajes galdosianos hacen especial

hincapié en destacar cara a su interlocutor su participación subjetiva en eljuicio emitido,

lo cual no es, a su vez, más que un modo de mejor imponerse personalmente a él; de ahí el

énfasis en la expresión del pronombre personal sujeto:

No hay tal; no señor [ ... ]. Porque, mediador entre el contribuyente y el Estado, debo

impedir que ambos se devoren, y no quedarían más que los rabos siyo no los pusiera

en paz,. Yo formo parte de la entidad contribuyente, que es la Nación;yo formo parte

del Estado, como funcionario. Con esta doble naturaleza, yo, mediador, tengo que

asegurar mi vida para seguir impidiendo el choque mortal entre el contribuyente y el

Estado ... (140, Víctor),

la presencia del pronombre (dativo) afectivo:

¡Pobre hijo!, me le traen todo el santo día hecho un carterito (74, Sra. de Mendizábal)

Mlt., BIBLIOTECA GALDOSIANA

y las numerosas expresiones de autoqfirmación personal que salpican su conversación

superponiéndose a la modalidad expresiva del enunciado: desde las más claras, asumidas en

primera persona:

Lo queyo le digo a usted: mientras no venga la escoba grande ... (128, Mendizábal),

a otras mucho más sutiles, en que la autoafirmación se encubre a veces bajo supuestas

necesidades, órdenes, o preguntas que, obviamente, no esperan respuesta:

Yo, si he de decir la verdad, deseo que le coloquen porque esté ocupado, nada más que

porque esté ocupado. No puede ustedJigurarse, Federico, lo mal que le sienta a mi

marido la ociosidad (115, doña Pura)

Lo primero es la fe, ¿sí o no? (129, Mendizábal)

Merezco, ¿sabes qué?, pues que el Ministro me llame, me haga arrodillar en su despacho

y [ ... ] (336, Villaamil)

Ya lo creo que es importante. ¡Figúrese usted! (116, doña Pura);

bajo argumentos de tipo general, mediante la expresión de lo consabido:

Es que también él se calza a una momia ... sí. .. ¿no sabía usted? [ ... ] Eso lo saben hasta

los perros ... y ella le protege, le regala cada dos años su ascensito (330, Argüelles)

Mírate en el espejo de Cucúrbitas; él será todo lo melón que se quiera, pero verás cómo

llega a director, quizás a Ministro (187, doña Pura),

e incluso en auténticas atribuciones (gratuitas) al interlocutor, que le hacen cómplice en la

ponderación del juicio (como no podía ser menos, Víctor es un maestro en el empleo de este

recurso "retórico" de autoafirmación):

Con licencia no ... ; es decir ... , he tenido un disgusto con el jefe. Salí sin dar cuenta a

nadie. Ya conoce usted mi carácter. No me gusta que nadie juegue conmigo ... Ya le

contaré. (132, Víctor)

Yo seré todo lo malo que usted quiera,. pero, en medio de mi perversidad, tengo una

manía, vea usted (149, Víctor)

Soy muy desgraciado ... No lo sabes tú muy bien. Aquí me tienes arrastrado por un

vértigo de pasiones insanas (205, Víctor)

Además, la negación eTJ!ática, de la que se pueden recoger numerosísimos ejemplos en

Miau, es otro de los recursos de realce favoritos de Galdós. Veamos alguna:

De seguro ha hecho alguna pillada y viene a que tú se la tapes.

- ¡Yo! ¡Como no se la tape el moro Muza! A buena parte viene ... (134, Villaamil)

Las cédulas personales no se cobraban ni a tiros (140, Víctor)

No quiero oírte, no quiero verte ni en pintura (142, Villaamil)

Pero estoy deseando que se largue de mi casa. De su mano ni la hostia (222, Villaamil)

¡Qué se ha de morir, hombre! No pienses en eso (248, Abelarda)

IV CONGRESO GALDOSIANO _

-Si usted va allá y lo manda pegando un bastonazo fuerte con ese palo en la mesa del Ministro ...

- ¡Quiá! No hacen caso (356, Dios)

c) Pero el recurso expresivo mejor y más abundantemente representado en Miau es, con

mucho, la intensfficación qfectiva de la cantidad o de la cualidad, mediante procedimientos

que van desde la modificación o la derivación morfológica al aprovechamiento del llamado

.. discurso repetido" (clichés, locuciones ... ), pasando por recursos más propiamente sintácticosemánticos

y por el empleo de ciertas figuras de pensamiento (gradación, hipérbole,

metáfora y comparación principalmente).

Entre los morfológicos, además de ciertas modificaciones expresivas en laJorma de las

palabras (pasmarotas, p. 86; cojitranco, p. 317 ... ) Y de lapriffjación ("requema", p. 323;

recondenadas, p. 335; requetebien, p. 340 ... ), el más utilizado por los personajes galdosianos

es el de la szif{jación; peculiar y clásica en el caso de los superlativos, aumentativos y

despectivos:

Sea mil y mil veces enhorabuena, queridísimo ... (340, Villaamil)

"¡Ah, Villaamil, qué honradísimo es!" (88, doña Pura)

-¿Es de oposición?

- No; ministerialísimo, pero disidente, ahí está el chiste (268, Villaamil)

Nada de casorios (279, Dios)

¡Valiente bicharraco! ... (324, Villaamil)

Pues si esas muñeconas supieran arreglarse y pusieran todos los días, si a mano viene,

una cazuela de patatas ... (75, Sra. de Mendizábal)

Si, después de todo, su yerno de ustedes un cursi... así como suena, un cursilón (328, Argüelles)

Total, que saqué una millonada para el Tesoro (140, Víctor)

¡Vaya con el Señorón aquel...[ ... ]! ¡Si sería el anciano ciego que le quería dar un

bromazo ... ! (84, Luisito),

y siempre rentable en el uso del dimim~tivo afectivo, abundantísimo en Miau (yen general

en Galdós). Prácticamente todos los personajes lo usan, como es corriente en el habla

cotidiana con los niños, para hablar con Luisito Cadalso o para referirse a él:

Luisín, bobillo, estoy aquí, [ ... ] ¡Qué tontín! Pasas sin decirme nada (64,

doña Pura)

"No estudies, corazón, que lo que quieren es secarte los sesitos. No hagas caso; tiempo

tienes de echar talento" (165, tía Quintina)

Tú vas a ser curita (279, Dios)

A ver: saque usted toda la ropita de mi hijo para juntarla con la mía (346, Víctor)

... sólo que ... por lo que pueda suceder, me encomiendo a Dios y a san Luisito Cadalso,

mi adorado santín ... (390, Villaamil)

(en correspondencia, también el niño los emplea con cierta frecuencia: tiíta, abuelito ... );

aparece, además, el diminutivo" de autocomplacencia":

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Rico, no ... Ahorrillos (149, Víctor)

y cuánto gozo yo viéndoles tan afanados, y considerando a las Miaus tan aturdiditas ...

(382, Villaamil),

el intensificador:

"Eso es, lo mejorcito que tienes; estropéalo donde no le puedes lucir" (302. doña Pura)

Parece que es [Dios], porque lo sabe todito ... (128);

¿Es que te da ahora el antojillo de seguir viviendo, cobarde? (367, Villaamil)

el despectivo:

¿Pero es de veras que te casas con ese pajarito frito de Ponce? (172, Víctor),

y, sobre todo, el diminutivo irónico, salpicado con sabiduría por todo el texto y en boca de

prácticamente todos los personajes:

¡Patatas ellas; pobrecitas! (75, Sra. de Mendizábal)

No te lo puedo decir; pero me consta que ha venido a recomendárselo un diputado de

la provincia en que servía la alahajita de su yerno. [ ... ] El Jefe le enseñó las vacantes

de provincias. y tu yernito se dejó decir con arrogancia que a provincias no iba ni atado

(223. Pantoja)

¡Vamos; tengo entre la familia una reputacioncita ... ! (295, Víctor)

¿Quién recomendó a Víctor Cadalso para que echaran tierra al expediente y encimita

le encajaran un ascenso? (327, Sevillano)

-Yo te aconsejo que lo mires despacio, que lo estudies, pues para eso te da el Gobierno

un sueldo, sin ir a la oficina más que un ratito por la tarde, yeso no todos los días ...

Y que tus hermanitos lo estudien también con el biberón de la nómina en los labios (337,

Villaamil).

Entre los más propiamente sintácticos, Galdós recurre continuamente al superlativo

iterativo (o de reiteración léxica, en sentido amplio), a veces reforzado (con partículas,

sufijos o fórmulas fijadas), y muy útil en ocasiones -<omo afirma Lamíquiz8- para

superlativizar expresiones semánticamente completas y lógicamente absolutas (que no

pueden, en rigor, ser "superlativizadas"):

"Pero aunque estoy convencido de que no consigo nada, convencidísimo, sí, [ ... ]" (100,

Villaamil)

"Jamás hice ni consentí un chanchullo,jamás, Señor,jamás" (284, Villaamil)

Me pasan cosas muy gordas, pero muy gordas. [ ... ] Mi tío está muy malo, pero muy

malo. [ ... ] ... Muy malo, muy matito ... (192, Ponce)

Sea mily mi/veces enhorabuena, queridísimo ... (340, Villaamil)

Que tengo que ser cura ... ¿ves? lo mismo, lo mismito (369, Luisito)

Yo me alegraré mucho y hasta las aplaudiré desde allá; vaya si las aplaudiré" (379.

Villaamil).

IV CONGRESO GALDOSIANO _

Es corriente también el empleo de la expresiónJigurada, generalmente fosilizada, y de

locuciones intensjficadoras:

y de seguro que esta noche las tres lambionas se irán también de pindongueo al teatro.

[ ... ] El día que les cae algo, aunque sea de limosna, ya las tienes dándose la gran vida

y echando la casa por la ventana (74-75, Sra. de Mendizábal)

Pero la Pellegrini con tantos humos no es ninguna cosa del otro jueves (86, doña Pura)

Vivenahoradelsable. El buen señor da unas estocadas ... de maestro (262, Sra. de Mendizábal)

Vean ustedes lo que saca uno de quemarse las ajas por estudiar algo que sirve de

remedio a esta Hacienda moribunda ... (309, Villaamil)

También él se calza a una momia [se acuesta con una vieja] (330, Sevillano)

Siempre te descuelgas por aquí cuando estamos con el agua al cuello (47, doña Pura)

y que las hay de buten (256, un subalterno)

Es que ... [ ... ] quiero darle un parabién bien dado ... una enhorabuena de padre y muy

señor mío (341, Villaamil)

... y la mar de cirios ... (365, Villaamil)

¡Cuidado que sopotar esto treinta años! ... (377, Villaamil)

"Este sitio sí que es de pn·mera ... " (381, Villaamil)

Además de todas estas expresiones estereotipadas, la proposición consecutiva está

también fijada con valor ponderativo y es procedimiento muy corriente, que permite una

cierta libertad de elección por parte de los hablantes/personajes:

Mia tú, Caarso, si a mí me dieran esas chanzas, de la galleta que les pegaba les ponía

la cara verde (62, Murillo)

Se da una importancia, que ni el Ministro ...

Era tan asno, que le ocupábamos en traer leña para la estuJa (215, Argüelles).

y fijados están también el empleo irónico de ciertos ac[jetivos valorativos, precediendo

siempre al sustantivos (o al verbo):

-Lo que tiene usted que hacer (con cierta fatuidad) es aprender de mí.

-¡Bonito modelo! (142, Villaamil)

"Valiente mico nos han dado" (182, doña Pura)

Pues, ¿qué querías tú, que le mantenga yo el pico? Bonitos estamos para eso (151, doña Pura)

y el de afijetivos y sustantivos caljficadores de carácter despectivo, uso en el que es un

experto Villaamil: ese badulaque de Rubín (70), ese vigardón de Montes (70), cqjitranco de

los demonios 8-), un escuerzo sietemesino (324) ...

En los momentos de mayor excitación emocional de sus personajes, Galdós recurre a la

insistencia mediante la enumeración de sinónimos aproximados, que provocan generalmente

una gradación en la expresión de lo ponderado:

Nada de melindres de esperanza; nada de si será o no será; nada de debilidades

optimistas (101, Villaamil)

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

[ ... ] y que no se me ocurre que me puedan colocar ahora, ni mañana, ni el siglo que

viene ... (142, Villaamil)

"y ese estúpidojife, ese animal, ese bandido ... " (144, Víctor)

"Farsante, pinturero, monigote, me las pagarás ... " (306, Abelarda)

" Al otro le daría yo el hachazo del siglo; pero no basta un hachazo, ni dos, ni ciento ...

ni mil. Estaría toda la noche dándole golpes y no le acabaría de matar" (307, Abelarda)

Y, siempre atento a los hallazgos expresivos del lenguaje hablado popular, aprovecha con

acierto el empleo de ciertasJzguras de pensamiento que permiten la creatividad del hablante

y propician la imaginación del interlocutor-lector. Por ej., la hipérbole:

[ ... ], porque mañana supongo que saldrá a repartir dos arrobas de cartas (89, doña

Pura)

[El] Había tantas, tantísimas cartas, que no bajaban, según Cadalsito, de un par de

cuatrillones (96)

¡renlo por cierto. No me colocan hasta el día deljuicio por la tarde! (117, Villaamil)

Ya ves cuán abatido está el pobre señor, [ ... ]. Se le puede ahogar con un cabello (127,

Dios)

[ ... ] el sombrero del año del hambre (151, doña Pura)

Eso sí, en arreglar los trapitos para suponer no hay quien las gane (75, doña Pura)

Alma más negra no echó Dios al mundo (351, Abelarda)

Antes veremos salir el sol por occidente que a mí entrar en la eficina (170, -)

Pero pronto le calé, y ahora me pongo en guardia, porque es el hombre más malo que

Dios ha echado al mundo (134, Villaamil) (más adelante, pág. 237: el más malo y más

traicionero que hay bqjo la capa del sol)

Como le asciendan antes que a mí, crea usted que todo el Colegio de Sordomudos me

tendrá que oír (326, Sevillano),

la metáfora:

No, señor mío,yo no voy al trapo rqjo, sino al bulto (141, Víctor)

Eres inofensivo, no muerdes, ni siquiera ladras, y todos se ríen de ti (88, doña Pura),

(sobre todo, del tipo "A es B": "el expediente es música", 254, Pantoja; "¡Ah, qué hombre!

Era unajoya", 310, Villaamil; "Eres un ángel, no soy digno de tr, 180, Víctor), y muy

particularmente, la comparación, procedimiento muy popular, que puede sorprender, en sus

diversas modalidades (igualdad, superioridad, inferioridad) con las más curiosas o disparatadas

asociaciones):

[ ... ]y ser tan delicado y tan de ley que estás siempre montado al aire como los brillantes

(88, doña Pura)

Yo estoy tan convencido de ello como de que ahora es de noche (101, Villaamil)

Ya ves cuán abatido está el pobre señor, esperando como pan bendito su credencial

(127, Dios)

Y dormiré como un canónigo (134, Víctor)

IV CONGRESO GALDOSIANO 111

Son másJeas que un túmulo (63, Murillo)

Te digo que estos Villaamiles son peores que la filoxera (74, Sra. de Mendizábal)

Dice que Ponce es más tonto que quiere (203, Luisito)

¡Cuánto más guapo es que Cucúrbitasy el propio Pantoja! (372, Villaamil)

Tiene peor ortogrqfía que un perro (71, Villaamil).

2.b. Otros

Pero nuestro trabajo no estaría completo si limitáramos este breve comentario sólo a los

fenómenos de expresividad coloquial que refleja Galdós en su(s) novela(s) y no aludiéramos

al menos a otros muchos recursos del lenguaje coloquial que, aunque utilizados con mucho

menor profusión por su vinculación más directa con los mecanismos de la oralidad, aparecen

en Miau, salpicados acá y allá, contribuyendo con su presencia a la verosimilitud del

conjunto.

2.b.l. Gran parte de ellos responden a la tendencia espontánea del hablante al menor

eifuerzo para alcanzar la comunicación, que actúa (como la afectividad) como un auténtico

principio de organización discursiva en el coloquio. Esta tendencia, que no coincide

exactamente con la de economía del discurso, se refleja sobre todo en el uso (relajado,

peculiar y fluido) del canal de comunicación y en la expresión (poco precisa) del sentido

global del mensaje.

2.b.l.a. Los vocativos, lasJórmulas de saludo y despedida, e incluso las de cortesía,

destinados en la actualización oral a facilitar el uso (apertura o cierre) del canal de

comunicación, cuidadosamente seleccionados por Galdós, se convierten en recursos fundamentales

de interacción en la novela y orientan con bastante precisión al lector acerca del

carácter de los personajes: Víctor, oportunista y mentiroso, llama a doña Pura (que le

desprecia) mamá (p. 134, por ej.) ya "la insignificante" Abelarda (a quien él desprecia} alma

mía y vida mía (p. 291); la tía Quintina, que quiere hacerse cargo de Luisito, le llama corazón

(p. 165), Y la Sra. de Mendizábal, que le adora, cielo, bobillo (pp. 64 Y 65); Villaamil y doña

Pura llaman hijo al nieto, y cuando éstá se enfada con su marido le llama señor mío (p. 88);

Milagros, que dependía de su cuñado, le hablaba con gran consideración:

El huevo ése es para mi hermana, si te parece. Voy a encender lumbre. Hazeifavorde

partirme unas astillas mientras yo voy a ver si encuentro fósforos (103),

etcétera. Como los vocativos, los que llamo nexos temáticos orientan a los interlocutores y

al lector acerca del uso que del canal comunicativo hace el hablante (uno de ellos, "y digo

más", es una de las muletillas de Villaamil):

Pero, enfin, dejemos a un lado estas miserias. Como te decía, he determinado acudir

otra vez al amigo Cucúrbitas (71, Villaamil)

Salí sin dar cuenta a nadie. Ya conoce usted mi carácter. No me gusta que nadie juegue

conmigo ... Ya le contaré. Ahora vamos a otra cosa. Llegué [ ... ] (132, Víctor)

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Y, aunque fuera del registro oral no son frecuentes y suelen requerir explicación, Galdós pone

también en boca de sus personajes expresiones retardatarias que les sirven para evitar

posibles vacíos discursivos:

-Pero, en resumidas cuentas, ¿sigues o no en tu destino en Valencia?

-Le diré a usted ... (mascando las primeras palabras; pero discurriendo, al fin, una

respuesta que disimulase su perplejidad). Aquel Jefe Económico es un trapionda ... (132,

Víctor).

2. b.l. b. Aunque la precisión, normalmen te, no forma parte de los intereses comunicativos

del hablante en la modalidad coloquial, el texto literario tiene como receptor al lector y debe,

incluso cuando imita el registro coloquial, informarle con precisión acerca de lo que ocurre

en la ficción. Por eso, en sus novelas, Galdós se limita a unos pocos recursos que permiten

siempre reconocer sin vacilación la intención del hablante, aun cuando se realice por medios

indirectos, poco explícitos desde el punto de vista semántico. Por ejemplo, mediante el

eqfemismo, que sus personajes utilizan en maldiciones, juramentos e insultos y para

referirse a conceptos como la vejez, la pobreza, la maldad o la muerte:

Verás, verás ... ¡recontro!... me caso con la biblia ... (123, Luisito)

MeJutro en tu absolutismo y en tu inquisición (386, Villaamil)9

La condenada administración es una hi de mala hembra con la que no se puede tener

trata sin deshonrarse (329, Villaamil)

Vamos, Víctor, no te burles de estas canas (139, Villaamil) [metonimia eufemística]

Se me ocurre que podría usted tomar hasta dos mil reales, porque no serán una ni dos

las cosas que se han ido a Peñaranda (149, Víctor) [llevadas a la casa de Empeños]

-Dígame, ¿es malo mi papá?

-No es muy católico que digamos (278, Dios)

Pues el pobre don Ramón, cuando cie"e el qjo, se irá derecho al Cielo (75, Sra. de

Mendizábal)

¿ y quién nos la va a pedir [cuenta]? ¿Los gusanitos? Cuando llega la de vámonos nos

recibe en sus brazos la señora Maten'a, persona muy decente (266, Víctor);

por medio de la creación léxica popular

El tal mocoso era [ ... ] un mátalas-callando (303, Abelarda)

Crean ustedes que la perdición del país es laJaldamenta (310, Villaamil) [influencia de

las mujeres en la Administración]

o por medio de laJórmula inespecfficativa, con la que el hablante enfatiza y remata su

enunciado sin precisar su significado:

Como usted lo oye. Mi papá le dijo una noche que estaba enamoradísimo de ella, por

lo fatal. .. ¿sabe? Y que él era un condenado,y qué séyo qué ... (356, Luisito);

IV CONGRESO GALDOSIANO 1mB

o por el recurso al cliché, procedimiento favorito de Galdós, abundantísimo en toda su obra

y, sin duda, uno de los más atendidos, considerado tradicionalmnete como" el medio de que

se sirvió Galdós para devolver al lenguaje literario el aliento vital de la palabra hablada" 10;

aunque se pueden documentar en Miau muchas de estas expresiones fijas, doblemente

cómodas en la comunicación (para el emisor, en cuya mente brotan de una sola vez; y para

el receptor, que las interpreta "en bloque"), citaremos solamente algunas de las que

denuncian un tratamiento peculiar (no sabemos si coloquial o literario; es decir, si de los

personajes o de Galdós) del cliché o expresión estereotipada (ruptura, deformación-eco,

in tertextualidad) :

Sí, hijo mío, bienaventurados los brutos, porque de ellos es el reino ... de laAdministración

(93, Villaamil)

En resolución, ya no tengo que mantener el pico a nadie, ya soy libre, feliz,

independiente,y me abro al cartaginés incautamente. ¡Qué dicha! (372, Villaamil)

Por eso, al llegar la colocación ya debíamos el sueldo de todo un año. De modo que

perpetuamente estábamos lo mismo a ti suspiramos, y mirando para las estrellas ...

(376, Villaamil)

"Van a tener que ponerte camisa ... o corsé deJuerza" (301, Víctor).

Pondré en juego todas las influencias y haré que hasta el lucero del alba le hable al

Ministro (101, Villaamil) [cp. "cantarle las 40 al lucero del alba"]

Pero ¿a qué me sacas ahora la Administración (exaltada), ni qué tiene que ver el bu"o

con las témporas? (349, doña Pura)

[ ... ] me cogieron el mundo, ¿sabes?, [ ... ], y cuando quise enterarme, se había caído al

mar. Costó Diosy qyuda sacarlo (359, Dios).

y aunque, dadas las condiciones de urgencia en que se actualiza el lenguaje coloquial,

el hablante tiene pocas posibilidades de interrumpir su emisión antes de darla por terminada

y se ve poco inclinado a la autocorrección, en Miau encontramos un ejemplo muy

representativo de interrupción-autocorrección: cuando Ponce anuncia en casa de su novia

la agonía de su tío (del que es presunto heredero), doña Pura no puede contener su alegría,

y su lenguaje la traiciona por dos veces, al decirle a Ponce:

-[ ... ] Pero dígame usted, Ponce (volviendo al comedor con rapidez gatuna), ¿va de

veras? Estará usted muy contento, muy ... triste, quiero decir. (pág. 192),

¡Pobreseñor!. .. ¿V qué hace usted que no se planta en casa del difunto ... , digo, del

enfermo? (pág. 193).

2.b.2. Generalmente, los recursos coloquiales que más dificultades ofrecen al autor para

su incorporación a la obra literaria son aquellos que reflejan la espontánea adaptación de los

interlocutores y de su lenguaje a las condiciones variables de la situación de comunicación

vivida y compartida en el coloquio. En sentido amplio, se podría hablar de recursos de

incorporación contextual al enunciado con valor deíctico (de la situación de comunicación

y de la perspectiva ocasional de los hablantes). Galdós ha utilizado en Miau algunos (pocos,

y con precauciones) de los más representantivos:

mm BIBLIOTECA GALDOSIANA

a) El cambio de punto de vista del hablante (frecuente en Villaamil, que aparece en sus

monólogos hablando solo, incluyéndose en un plural sociativo, invocando a Dios y

hablándose a sí mismo en segunda persona: véanse, por ej., las pags. 95, 100, Y todas las

del soliloquio que precede a su suicidio).

b) Lo consabido, implícito, que refleja el común conocimiento que tienen los comunicantes

de la situación previa de discurso:

-¿Y los guantes? -preguntó doña Pura a su nieto cuando le vio entrar con las manos desnudas.

-Aquí están ... No los he perdido (273, Luisito)

c) Señales de localización espacio-temporal, directamente relacionadas con el aquíahora

vivido por los personajes (particularmente, el presente de indicativo con proyección

al futuro o con valor de imperativo, y el infinitivo generalizador por el imperativo):

y ahora estamos esperando cálices chiquititos [ ... ], santos de este tamaño, así, mira

(270, la tía Quintina)

Mira, Luisín, en cuanto acabes te vas abajo y le dices al amigo Mendizábal [ ... ] (107,

Villaamil)

Se 10 voy a decir a mi abuelo -[ ... ] - y no vengo más a esta escuela.

Pues, si se te ocurre algo, llamas ... (150, doña Pura)

No, si yo no he de volver. Mañana estaré muy lejos, amigo mío. Señores (volviéndose

a los chicos y saludándoles sombrero en mano), conservarse. Gracias; que les

aproveche ... Y no olviden 10 que les he dicho ... ser libres, ser independientes ... como

el aire (374, Villaamil)

d) Indicios de la interacción y de la alternancia comunicativa. Muestra en algunos

ejemplos la cooperación interlocutiva (el interlocutor completa el mensaje y el sentido del

compañero) :

- y basta y sobra. Ojalá no me hubira ocupado de escribirlas.Bienaventurados los

brutos ...

- Porque de ellos es la nómina de los cielos ... Bien dicho, señor don Ramón (226,

Villaamil, Argüelles);

en otros, la activa influencia del interlocutor sobre el mensaje del hablante, que le hace

numerosas apelaciones y "concesiones" (menos por cortesía que por la necesidad de ser aceptado):

Miren ustedes; a mí me pasa esto por decente, pues si yo hubiera querido desembuchar

ciertas cosas que sé referentes a pájaros gordos, ¿me entienden ustedes? .. digo que si

yo hubiera sido como otros [ ... ] (311, Villaamil)

Sus ideas son distintas de las mías ... ¿Qué es lo que usted quiere? ¿Más religión? Pues

venga religión, venga,. pero no oscurantismo ... (128, Villaamil)

-Lo primero es la fe, ¿sí o no?

-Corn·ente,. pero ... No, amigo Mendizábal; no exageremos (129, Villaamil);

IV CONGRESO GALDOSIANO MI'

en otros, la interrupción inoportuna:

-No niego que me entró tentación de enseñárselos a mi papá, y se los enseñé ...

-Pero si yo no te pido explicaciones, hijo de mi alma.

-Déjeme acabar ... y mi papá se puso furioso y a poco me pega ... (336, Villaamil y

Urbanito Cucúrbitas);

e incluso se puede encontrar en algún ejemplo ese "andar cada uno a lo suyo" que aparece

con frecuencia en la charla intrascendente, en la que (por irrelevante o conocido de

antemano) no interesa realmente lo que el otro dice:

-Ya no hay modestia, ya no hay sencillez de costumbres. ¿Qué se hizo de aquella

pobreza honrada de nuestros padres, de aquella ... (no recordando lo demás) de aquella,

pues ... como quien dice ... ?

-Pues el pobre don Ramón, cuando cierre el ojo, se irá derecho al cielo (75, Mendizábal

y su esposa)

3. Este rápido repaso (sin pretensiones de exhaustividad) por los procedimientos de

imitación coloquial empleados en Miau nos ha permitido presentar como una cuestión

"técnica" lo que, con toda probabilidad, fue para Galdós simplemente una cuestión de sentido

común y de buen instinto lingüístico. Y éste es quizá el principal mérito de nuestro autor;

porque no hay recetas mágicas que nos indiquen qué fenómenos, una vez seleccionados, nos

permitirían, convenientemente dosificados y aliñados, obtener un buen (convincente)

resultado. No es fácil, aunque en las novelas de Galdós pueda parecerlo, conseguir que un

personaje hable, por ejemplo, con la grandilocuencia con que habla Víctor Cadalso en Miau

y que esto no sólo resulte verosímil como lenguaje hablado cotidiano, sino que se sienta como

una característica consubstancial en él (en vez de como una interferencia "literaria" del

autor). Yen este sentido, Galdós es mucho más que un buen observador y un buen imitador;

es, ante todo, un creador excepcional. Pprque, destinado a ser oído y desaparecer, et lenguaje

coloquial sólo raramente alcanza adecuado reflejo literario; y aun en esas ocasiones, como

suele ocurrir, casi nunca la ficción supera a la (abigarrada) realidad.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Notas

I Cp. Eugenio Coseriu, "Determinación y entorno", Teoría dellenguqje y lingüística general,

Gredos , Madrid, 1978, pág. 322: "El lenguaje no dice las condiciones contextuales porque no es

necesario que las diga, pero las utiliza y, por tanto, la expresión real las implica y las contiene".

2 Véase Roberto G. Sánchez, "El sistema dialogal" en algunas novelas de Galdós", Cuadernos

Hispanoamen'canos, 235, 1969, pp. 155-167.

3 Véase, al respecto, A. Sánchez Balurdo, "Vulgaridad y genio en Galdós (El estilo y la técnica de

Miau)", Archivum (Oviedo), 7, 1957, pp. 48-75: "es típico de él [de Galdós] que al observar y comentar

lo haga desde el plano mismo en que ese personaje se encuentra; que nos transmita Galdós sus

impresiones de autor, para no desentonar, con lenguaje análogo al que el personaje usaba en sus

monólogos" (p. 55); "al decir, en síntesis, lo que éstos en un determinado momento han pensado o

hablado, Galdós a menudo trata de darnos no sólo el contenido de esas ideas o sentimientos, sino

también su tono" (p. 64); "lo externo que él describe, suele ser muy común y estar pintado en gran parte

con los ojos con que todos lo ven, con el lenguaje de todos" (p. 68).

4 Haré todas las citas de Miau por la edición de Robert J. Weber, Guadarrama/Punto Omega, 1979.

Aparecerán entrecomillados los fragmentos que tomo de monólogos o reproducciones en estilo directo

(e incluso, quizá, alguno de estilo indirecto libre), que aparecen así también en el texto galdosiano que

manejo.

s Todo esto (y algo más) asestó de corrido doña Pura a su marido: las tres citas son de la pág. 88.

6 En realidad, durante muchas páginas, el niño sólo monologa: con Canelo, el perro de su vecina;

con Dios, a quien ve "en sueños" (en sus ataques tal vez epilépticos); e incluso, dormido, con su tía, que

está también, más que dormida, fuera de sí y de lo que le rodea (pp. 246-247).

7 Pero Dios, personaje que nace de la imaginación enfermiza de Luisito Cadalso y que tiene por ello,

en la novela, un comportamiento lingüístico muy peculiar e interesante desde el punto de vista técnico,

merece -nos parece-mención aparte. Como personaje, Dios habla "como Dios"; es decir, (más o menos)

como lo que es: se somete, pues, al mismo principio de adecuación que el resto de los personajes de la

novela. La diferencia está, en este caso, en que mientras que todos los demás son creación del autor

(y a las exigencias literarias del autor adaptan .su comportamiento lingüístico), éste lo es del niño; y

aunque le dice lo que el crío quiere o necesita oir, se comporta y habla como un adulto (en registro

familiar, eso sí), con un dominio del lenguaje que en modo alguno corresponde a Luisito Cadalso: con

IV CONGRESO GALDOSIANO 111

empleo correcto del imperativo de plural. por ej.: "Largo, idos de aquí y dejadme en paz" (p. 279). El

lector no puede dejar de pensar que Dios no es, al fin y al cabo, sino el propio niño hablándose a sí mismo,

y en un lenguaje que no le corresponde.

8 "El superlativo iterativo", Boletín de Fllología Española, 38 y 39, 1971, pp. 15-22.

9 Durante el coloquio que siguió a esta comunicación, el profesor Antonio Cabrera señaló "me

futro" como un canarismo de Lanzarote: no aparece, sin embargo en El español en Canarias, (Manuel

Almeida y Carmen Diaz Alayón. Sta. Cruz de Tenerife. 1988); el profesor Joaquín Garrido, por su parte,

se inclinaba por considerarlo galicismo (trad. "me cachis"), Corominas, en su Diccionario crítico

etimológico señala: "Nota Román (autor chileno) que es palabra muy peyorativa para la gente, pero

no para las clases altas"; se emplea i futrol (dellatínfutuere) como interjección de enfado en Asturias,

y ¡foutrel en francés; en Argentina, el verbo significa "fastidiar"; y el origen que me parece más probable

es el gallego, idioma en el que existe el verbofutrarse, con el significado de "ensuciarse", que cuadra

perfectamente al sentido de nuestro ejemplo: recuérdese que -de acuerdo con el profesor Julián Avila,

en la época en que escribe Miau, Galdós mantenía ya relaciones íntimas (aunque esporádicas, y al

parecer no muy intensas) con doña Emilia Pardo Bazán, posible fuente oral de la exprexión. Si esta

explicación, verosímil, se ajusta a la realidad, la apreciación de mefutro como eufemismo, hecha a

posteriori e intuitivamente, debería ser revisada.

10 Manuel C. Lassaletta, Aportaciones al estudio dellenguqje coloquial galdosiano, Insula, Madrid,

1974, p. 11. Véase además el trabajo de Graciela Andrade Alfieri y J.J. Alfieri, "El lenguaje familiar de

Pérez Galdós", HispanQ/ila, 22, 1964, pp. 27-73.