CARTAS DE MUJERES

Y LA MEDIACION EPISTOLAR

EN TRISTANA

Hazel Gold

11

E n la conclusión de Tristana (1892), la

heroína ha naufragado en las orillas de un futuro desesperanzado, extinguidos sus sueños

de amor, belleza sublime y renombre artístico. En lugar de las alas con las que pretendía volar

inspiradamente hacia el reinado de la imaginación, ahora sólo le quedan sus muletas. Ha

cambiado su independencia por un marido medio chocho, el mismo seductor a quien poco

antes había vilipendiado. Y para colmo de paradojas, le ha nacido un interés desbordado en

la repostería, no obstante las previas confesiones de su inadecuación en materia de artes

femeninas. Parece condenada a pasar su vida en un estado de dependencia seudoinfantil,

reducida a ser una más de aquellas "medianías llenas de ideal y sin energía, ni vocación seria,

constante, definida" que según Clarín típicamente habitan la novela realista del desencantol .

Como ejemplo del Bildungsroman galdosiano, esta inscripción de la experiencia y el destino

femeninos está vertebrada sobre un argumento característico del texto" disfórico" : la euforia

incial de la heroína, tan ruidosamente expresada en sus cartas y discusiones, se trueca al final

en una resignación queda2•

Partiendo de las primeras reseñas de novelistas, revisteros y críticos decimonónicos, la

historia de la recepción de Tnstana ha consistido mayormente en un catálogo de apologéticas

y palinodias ofrecidas por sus lectores perplejos o disgustados, los más de los cuales señalan

como raíz de su descontento el fracaso de la protagonista de emanciparse de las restrictivas

normas de conducta impuestas sobre las mujeres. El análisis de este esfuerzo malogrado de

Tristana por liberarse de semejantes trabas sociales e intelectuales generalmente se ha

efectuado a base de lecturas miméticas que se limitan a estudiar la novela dentro del marco

de la sociedad burguesa de la Restauración y la hostilidad que ésta profesaba ante las metas

de las feministas españolas tempranas. Algunos arguyeron con Pardo Bazán que el vuelo

de Tristana hácia su anhelado mundo de la "libertad honrada" había sido abortado por las

omnímodas fuerzas políticas, económicas y sociales que regían la España decimonónica, las

cuales no permitían a la mujer un espacio legal o discursivo en que podría moverse:;. Otros

iban insistiendo, al contrario, en el papel jugado por el carácter voluble y ensoñador de la

misma heroína quien, al desperdiciar las oportunidades que le prodiga su talento. asegura

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

que terminará sumida en un triste conformismo sexual y espiritual4• Dondequiera que

hicieran recaer la responsabilidad, en factores exteriores o interiores a la protagonista

desengañada, estos estudios raras veces se salían del ámbito del referente histórico. Aun en

el siglo presente, no es dificil comprobar la pervivencia de esta tradición de tratar la obra

principalmente como documento social o alegato galdosiano sobre los derechos femeninos,

en menoscabo de la autonomía verbal e imaginativa que caracteriza esta novela -toda

novela- en cuanto texto literarios.

La publicación de un estudio pionero por Germán Gullón sobre la "literaturización de la

vida" auguró una nueva manera de enfocar y revalorar Tnstanaó. En los últimos años, varios

críticos han seguido la trayectoria señalada por Gullón, dirigiendo su atención de tal modo

que ahora recalcan las funciones de la literatura, la intertextualidad y la escritura en el

desenlace irónico de la novela. Semejante orientación nos permite mirar bien de cerca los

procesos formales de la estructuración del texto sin perder de vista la orientación histórica

y cultural que busca evitar la novela según su contexto generador.

Por literaturización designamos el caso de personajes que se empeñan en emular modelos

literarios cuya misma presencia preside la construcción y composición de la novela; el

proceso imitativo se asocia sobre todo con la actividad de la lectura. Por un lado, testimonia

la penetración, en un nivel colectivo, de la cultura y el pensamiento españoles por un

conjunto de títulos, temas y tipos literarios en el momento histórico finisecular. Este

fenómeno, que se presta admirablemente a la documentación, pertenece al campo de la

sociología del gusto y la historia de la recepción literaria. Proporciona un índice de las obras

leídas y asimiladas por los personajes, el narrador, y últimamente, por el mismo autor

Galdós. Al mismo tiempo, nos informa sobre 10 que debería haber leído el público español

para poder captar en toda su medida los matices irónicos y críticos de la novela. De ahí, nos

permite teorizar acerca del perfil de lo que desde el libro de Wayne Booth se ha ido llamando

el "lector implícito" ideado por Galdós 7

Por otro lado, la literaturización es también simbólica de la psicología aberrante de

quienes sustituyen las punzadas de un deseo imitativo y postizo por los duros golpes de la

realidad empírica. Los personajes de Tristana toman equivocadamente a los seres y tramas

de la ficción por modelos relevantes de la conducta humana. La influencia ambivalente e

invasora de las letras sobre la vida en Tristana está refractada a través de las predilecciones

literarias de don Lope, Horacio, Josefina Reluz y su hija. Sus varias lecturas de Leopardi,

Dante, Calderón, Shakespeare, Dumas y Leibniz, entre otras, funcionan simultáneamente

como índices de cohesión y aislamiento, de normalización social y patología individual. Es

decir, que mientras en sus preferencias literarias estos personajes muestran su dependencia

en patrones compartidos de cultura y clase, sus hábitos interpretativos cuentan otra historia

de idiosincracias personales y desequilibrio mental. Al leer lo que sus congéneres españoles

podían haber leído, los personajes en Tristana exhiben de hecho cierto grado de conformidad

social. Al esforzarse por representar en vida lo que han leído, se encuentran enajenados de

la sociedad, ocupando en su lugar un mundo privado de ilusiones que pronto se derrumba

bajo el peso de lo real. Es la suya una enfermedad exegética, de curación difícil o imposible,

que lleva a su ruina.

N CONGRESO GALDOSIANO _

El hecho de que el tratamiento de los peligros de la lectura y los abusos de la literatura

en esta novela ofrezca fuertes paralelismos con el Quijote no resulta nada gratuito. La

presencia de otros autores, obras y géneros que sirven de estructuras mediatizadoras ha sido

reconocida desde hace mucho tiempo como una parte integrante de la economía de la

narrativa en Tristana. Estos ejemplos de lo que se ha llamado diversamente alusión, cita,

parodia, pastiche, préstamo literario o intertextualidad8 se derivan a veces de una herencia

literaria autóctona; otras veces, pertenecen a los dominios de la literatura y el mito

universales. Entre los tópicos y textos cuyo eco puede discernirse en Tristana figuran: el

donjuanismo degradado encarnado en el verrugoso don Lope y el timbre cervantino que

caracteriza tanto el lenguaje como el espíritu de su código caballeresco; el drama calderoniano

que tanto deleitaba a la madre de Tristana; el romance medieval del amor cortés, sugerido

por el nombre de la protagonista; el topos moratiniano de "el viejo y la niña" ; la novela gótica

y el folletín, con sus abundantes escenas centradas en el escándalo sexual; hasta los

paradigmas del cuento de hadas9• Todos estos hilos, además de refundiciones de elementos

procedentes de novelas galdosianas anteriores, están enlazados en la complicada y tupida

red de significaciones que actualizan la novela.

Sin embargo, queda incompleto este catálogo tan trabajado de motivos temáticos,

principios estructurados y calcos estilísticos provenientes tanto de la literatura culta como

del campo de la literatura popular. Hace caso omiso de la deuda de Tristana para con las

funciones y convenciones de la literatura epistolar, quizás debido al hecho de que ésta

representa un género cuyo propio desarrollo en España hasta la fecha no ha sido objeto de

un examen detenido. Así que en esta ocasión sugeriré que volvamos la mirada desde otros

ejemplos intertextuales al de las cartas y la literatura epistolar; asimismo, que examinemos

su impacto sobre la escritura en vez de la lectura, teniendo en cuenta la condición singular

de la protagonista como autora. Aunque abundan en la novelística galdosiana las lectoras

voraces, desde Isidora Rufete hasta la misma Josefina Reluz, apenas asoman la cara mujeres

que como Tristana hacen uso de la pluma para redactar testimonios literarios de su

experiencia vital.

Bien es conocido que Galdós ya había empleado la técnica de intercalar cartas sueltas en

Doña Perfecta, LaJamilia de León Roch, El doctor Centeno, etc., que había ensayado

exclusivamente el formato de la carta enLa incógnita (1889) Y que continuó experimentando

con el método epistolar en la tercera serie de sus Episodios nacionales (1898-1900). En

todas estas obras la carta contribuye a fundamentar la ilusión de la verosimilitud (la cartadocumento)

y fortalecer la impresión del relativismo epistemológico (la carta-testimonio de

la subjetividad). Pero lo más exacto es reconocer que en Tristana las cartas, sin dejar de

incidir en estos rasgos, se distinguen también por su abstracción anecdótica, por la falta de

pormenorización referente a los particulares sociales e históricos que normalmente

circunscriben la vida del individuo. Las misivas que cambian entre sí los amantes contienen

sólo alusiones muy vagas a su condición de madrileños de clase media a finales del siglo XIX 10.

A diferencia de otros ejemplos de la técnica epistolar galdosiana, las cartas en Tn'stana

invocan sólo en grado muy reducido la enciclopedia del saber social al que necesita acudir

el lector real para descifrar ese código cultural barthesiano que cobra tanto relieve en la

novela realistall

. No el conocimiento del mundo, sino el autoconocimiento. aunque la

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

revelación del mismo sea vacilante, fragmentada: esta es la función principal cumplida por

las cartas de la heroína.

"Toda ella parecía de papel", metaforiza la descripción inicial de la mujer pálida y

sobremanera limpia para quien la hoja de papel en blanco a la que se parece tanto se

transformará en la escena de su esfuerzo por definir una identidad por medio de la escritura 12.

Al comienzo de la novela, la huérfana Tristana se encuentra en una situación archiconsabida

para la literatura epistolar. A la luz de la vigilancia celosa de don Lope y la necesaria brevedad

de sus encuentros callejeros con Horacio, la heroína empieza a escribir breves mensajes a

diario al joven artista a quien considera su mentor y redentor, en una suerte de intensificación

masturbatoria de su pasión. "Te quise desde que nací", escribe en su segunda carta, y en la

tercera, "Te estoy queriendo, te estoy buscando desde antes de nacer" (363). Más tarde,

después de que ha pasado un intervalo temporal de duración imprecisa mientras se

desarrollan sus relaciones amorosas, Tristana ve a Horacio partir abruptamente para el

campo de Villajoyosa en compañía de su tía, y esta separación ocasiona la necesidad de

continuar por escrito el diálogo con su amante ausente: el ejemplo de la carta como

absentium mutuas sermo, o conversación sustituta, como la definían siempre los tratados

de retórica y poética 13.

Se ha afirmado que la primera etapa en las relaciones entre Tristana y Horacio se

caracteriza por lo físico, mientras que la segunda etapa es denominada por la palabra 14. Pero

a diferencia de sus incursiones esporádicas y tardías en el mundo de la pintura, la música

y la enseñanza de idiomas, es evidente que el ejercicio de la palabra por Tristana, es decir,

de su prerrogativa autorial, entra en juego casi desde el comienzo de la novela y le ofrece la

mejor oportunidad para forjarse una identidad concretal5• Tristana llega a los pinceles y al

carboncillo, al órgano y a la cartilla de lenguas sólo como mujer adulta; y ésas son habilidades

que exigen cierto talento innato, una práctica intensiva y los estímulos animadores de un

profesor. Son también en muchos casos, como comenta Saturna, ocupaciones que una mujer

puede cultivar yen las que puede lograr fama sólo con dificultad, dada la resistencia que la

sociedad opone a la noción de la mujer profesional o la mujer artista. Escribir cartas, al

contrario, representa una ocupación aceptable, hasta elogiable, para las mujeres de la

España decimonónica. No parece disparatado conjeturar que como elemento de la "educación

insubstancial de las niñas que aprenden para llevar un buen yerno a casa, a saber: un

poco de piano, elindispensablebarnizyquéséyo ... , tonterías" (p. 377), Tristanadebíahaber

aprendido las reglas elementales que gobiernan el arte del epistológrafo.

En su Epistolario manual para las señoritas (1877), Pilar Pascual de Sanjuán ve la

habilidad de componer una carta como una parte integrante de la instrucción que debe recibir

el sexo femenino, esto es, una educación que está equidistante de "la supina ignorancia en

que espíritus apocados la quisieran estancar" y "la deslumbradora ilustración y vertiginoso

movimiento a que otros quisieran empujarla, en las de modernas cuanto falsas teorías"16.

Quejándose de que en los formularios de cartas existentes "se trata Gasi exclusivamente de

los hombres", Sanjuán ofrece modelos alternativos que se adaptan mejor a las preocupaciones

y circunstancias mujeriles. Esto es de suma importancia, razona la autora; los hombres

por lo general han sido beneficiarios de un nivel de instrucción más elevado, han gozado más

oportunidades para expresarse por escrito: "Es verdad que éstos [los hombres] escriben más,

IV CONGRESO GALDOSIANO _

pero por lo mismo necesitan menos de la guía o epistolario, porque ... la misma práctica les

enseña". En contraste, las cartas muchas veces simbolizan el único contacto de las mujeres

con la escritura: "La inmensa mayoría de las señoras y señoritas, y con más razón, la de las

mujeres del pueblo, no escribe más que cartas y pocas ... "17.

Aunque la obra aleccionadora de Sanjuán, gran parte de ella vertida en forma narrativa

episotolar, testimonia su deseo de armonizar los derechos y sobre todo los deberes de la mujer

dentro de la armazón de la familia cristiana, este programa conservador no da pie

necesariamente a la imagen de la mujer indefensa y poco aplicada. Al contrario, la autora

aconseja que ella adquiera cierto nivel de competencia. Así, justifica la razón de ser de su

manual epistolario: "Llega, sin embargo, una ocasión en que una persona de nuestro sexo

tiene imprescindible necesidad de escribir; entonces la falta de práctica, le embaraza ... Para

todos esos casos, que por desgracia abundan, y para las que por desconfianza en sí mismas

piden a su padre, hermano o esposo que les haga un borrador, vamos a escribir unas

advertencias, seguidas de unos cuantos modelos para los casos más frecuentes en que hay

necesidad de correspondencia por escrito" 18.

Indudablemente, leyendo nada más algunas de las rúbricas que introducen las misivas

formulaicas -"Una niña a su madre, participándole el resultado de los exámenes en el

colegio"; "De una joven anunciando a una prima que ha perdido a su padre"; "A una madre

política en sus días";" A un marido militaren tiempo de guerra"; "A una nodriza" -, se puede

colegir que semejantes epístolas, descriptivas de los altibajos en la vida de una mujer que es

sucesivamente hija obediente, fiel esposa y abnegada madre nada tendrán que ver con la vida

de Tristana, vida excéntrica y de equívoca categorización. Tan equívoca que tanto el narrador

como Horacio vacilan a la hora de consignarle un lugar en la estructura social y familiar.

Informa aquél que "en opinión del vulgo circunvecino, no era hija, ni sobrina, ni esposa, ni

nada del gran Lope; no era nada y lo era todo" (350) j y Tristana misma se enreda confesando

que "La verdad se me sale. No estoy casada con mi marido ... ; digo, con mi papá ... j digo, con

ese hombre ... soy una mujer deshonrada, pero soy libre" (371). Más aún, las cartas

relativamente insípidas confeccionadas por el 'angel del hogar' encomiado por Sanjuán

escasamente pueden dar cabida al deseo unívoco, abrumador que Tristana busca expresar.

De modo que tendrá que contar con otros modelos, descendidos de la tradición del discurso

amoroso femenino y encarnado en los escritos epistolares de las heroínas literarias l9•

Como es imposible hacer revista aquí de todo los textos literarios contaminadores e

inspiradores de las cartas de Tristana, me limitaré a observar la sombra de dos monumentos

del discurso femenino epistolar que planea sobre esta novela: las Lettres portugaises de

Guilleragues (1669) Y la correspondencia entre Eloísa y Abelardo (s. XII, publicada en 1616).

Son textos conocidos en España, sobre todo este último, el cual goza de múltiples

refundiciones en prosa y verso durante el siglo XIX20• En la debilitación de la imagen que

guarda Tristana de Horacio y la transformación de su diálogo epistolar en monodiálogo

vemos la pertinencia de la historia de la monja portuguesa, enamorada de un sujeto inferior

y luego abandonada por él, y quien termina escribiéndose únicamente para sí. La movilidad

de la una es impedida por su estado enclaustrado; la de la otra, por la amputación de una

pierna. Como en las cartas de la religiosa el tema de su victimización (signo negativo, pasivo)

cede al de su deseo (signo afirmativo, activo), también Tristana acaba escribiendo al

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"pedacito más selecto de la divinidad" (399), a "la suprema belleza" (400) que no es sino

creación suya. Una pasión "única, suprema, devoradora como la llama, incapaz de

transacción, resuelta a llenarlo todo hasta que rebosase, indignada desde el primer momento

contra la galantería y sublevada contra las costumbres que disputaban al ser querido un

mínimo fragmento de alma. Todo o nada, es la divisa de esta clase de afectos: "aunque ésta

bien pudiera ser la descripción de la pasión de Tristana, es en realidad la que hace Pardo Bazán

de Mariana de Alcoforado, la monja epistológrafa cuyas huellas quedan impresas en el

personaje galdosian021

No menos significativo es el intertexto proporcionado por las cartas de Eloísa y Abelardo,

otro caso de pasión femenina rechazada pero no del todo enterrada. Si en las epístolas

medievales presenciamos la metamorfosis del célebre tutor escolástico en seductor, en

Tnstana acudimos al desdoblamiento de semejante escenario: la transformación de Horacio,

primero maestro de pintura y lengua italiana y luego amante de la protagonista, ha sido

precedida por la transformación más heterodoxa todavía de don Lope, de padre adoptivo en

querido cuasi-incestuoso. Tanto Tristana como Eloísa empiezan rechazando vigorosamente

la oferta de matrimonio, bien que capitulan luego; y el tono argumentativo de las cartas de

la heroína galdosiana recuerda las disputas con las que Eloísa pretendía rebatir las arengas

retóricas de su Abelardo. Este quiere efectuar en su consorte una conversión de su deseo

erótico en amor de Dios. Horacio, ese Abelardo aburguesado, de igual forma y con la misma

falta de éxito, buscará suprimir la pasión desmesurada de su amada, no porque valora el

amor místico sobre el amor terrenal, sino porque, al sentir del artista, Tristana lo imagina

como un pequeño dios cuando él reconoce que es la encarnación del aurea mediocritas.

Si el proyecto de autoafirmación de Tristana se inicia con su correspondencia, el fracaso

del mismo viene anunciado por el colapso de su empresa epistolar. En este contexto, el

problema de la autoridad narrativa resulta de primera importancia en Tnstana. La crisis que

sufre la protagonista, síntoma del malogro de su búsqueda de amor e independencia, se

relaciona directamente con el escape de las cartas de su control. En esto, Tristana lleva gran

parte de la culpa; en su pasividad entrega sus derechos de autor a don Lope. Mientras sigue

creciendo el cáncer en la pierna de la joven mujer y se ensancha la distancia entre el Horacio

"aldeanote y cirador de pollos" (391) yel "maestro y señor" resplandeciente pero ilusorio

en el centro de su correspondencia, Tristana permite que continúe el intercambio de cartas

pero se desentiende del proceso activo de redactarlas. En los capítulos inciales ella trata la

carta como habían hecho anteriormente las heroínas epistolares: como un mensaje, dirigido

a un destinatario específico, cuya naturaleza privada y confesional debe protegerse a toda

costa. Pero si en las obras de Richardson, Laclos o Rousseau, por ejemplo, los personajes

temen las consecuencias de la intercepción de cartas y la substitución de epístolas apócrifas

por las verdaderas, en la novela galdosiana, al contrario, la heroína inválida se transforma

en un espectador aquiescente mientras se hace público aquello que en un principio era para

ella un acto clandestino rodeado de subterfugios.

Cuando don Lope, en un acceso de sentimiento paternal, le otorga permiso para seguir

carteándose con Horacio, empieza a escribir en su presencia (396). Poco después, los agudos

dolores que sufre y el desinterés que siente ante el encaprichamiento de su amante con la

vida campestre la vuelven indiferente a la confidencialidad de sus masivas: "Quiso romper

IV CONGRESO GALDOSIANO _

la carta, arrepintióse de ella, y por fin la entregó a don Lope abierta, para que le pusiese el

sobre y la enviase a su destino. Era la primera vez que no se cuidaba de defender ni poco ni

mucho el secreto epistolar. Llevóse Garrido a su cuarto el papel, y lo leyó despacio" (403).

Don Lope se transforma en una caricaturización del mensajero de Cupido, llegando a

reemplazar a la criada Saturna en su función actancial de ayudante de los amantes. Echa las

cartas al correo, sirve de secretario y, después del matrimonio de Horacio, se responsabiliza

por la continuación de una correspondencia cuya existencia ahora es en todo caso superflua:

"aunque el pintor no cortó las relaciones con ella, y alguna que otra vez escribía cartas

amistosas, Garrido era el encargado de leerlas y contestarlas" (416).

Aunque en la segunda mitad de la novela Tristana abdica voluntariamente su poder

autorial, es esencial indicar que sus epístolas ya escritas están sujetas a circunstancias y

agentes externos que ella se halla impotente para modificar. Tristana no escribe ni poesía

ni cuentos sino cartas, una clase de escritos en que se le roba sistemáticamente al autor

algunos de sus privilegios de creador autónomo. A diferencia del diarista o el novelista, el

epistológrafo no puede dotar sus cartas de una organización inteligible. Necesariamente

tiene que escribir para adelante, orientado hacia el futuro, sin poder prever el final de la

historia que está viviendo y recontand022• Luego, una vez mandadas por el éter, la posesión

interpretativa de las cartas revierte al destinatario y subsiguientemente a todo editor que

intervenga en el proceso de su recolección y publicación.

Si el redactor de una correspondencia debe atenerse a los criterios de la precisión, la

objetividad y la fidelidad histórica cuando presenta su objeto de estudio al público, es

necesario admitir que el editor-narrador de Tristana falla notablemente. Claro está que este

narrador no es nunca un mero coleccionista de los billetes de amor; al contrario, interfiere

en su transmisión a los lectores. El narrador-transcriptor de la ficción epistolar temprana,

preocupado por el canon de la verosimilitud, ofrecía siempre unas explicaciones detalladas

sobre la manera en que las cartas habían llegado a sus manos (un legado, un hallazgo

fortuito, una valija de correo pillada). El narrador de Tristana no ofrece estos esclarecimientos

acostumbrados. En vez de presentar la serie completa, publica cartas selectas (tres de

Horacio, veinte de Tristana), y ni siquiera éstas se reproducen intactas. Como un fotógrafo

puede cercenar una imagen al revelarla e imprimirla, el narrador abrevia las cartas que

reproduce, enmarcando así su contenido dentro de contextos semánticos que difieren del

original. Al fragmentar la correspondencia de la pareja, al omitir aparentemente el

encabezamiento y la fecha de muchas cartas, pone en duda su cronología y nos hace

especular sobre todo lo que falta.

Las ambigüedades textuales que surgen a raíz de semejante transcripción defectuosa

sugieren la manipulación que ejerce el narrador sobre las cartas y, por extensión, sobre los

lectores. Asumiendo el mismo control dictatorial antes esgrimido por el despótico don Lope,

ostenta un tono pedante y sentencioso. Resume, aclara (cf. su "Nota del colector", 386),

generaliza ("véase la clase", 386; "he aquí la muestra"; 387) y critica abiertamente. Echa

una luz desfavorable sobre "la estafeta del ensueño" de Tristana y Horacio por des familiarizar

su discurso amoroso epistolar, subrayando tipográficamente la enajenación de su idiolecto

del lenguaje de habla cotidiana. Demarca formalmente cada carta o fragmento con el signo

de las comillas, y pone en letra bastardilla sus palabras más personales: neologismos,

(lji"J BIBLIOTECA GALDOSIANA

apodos, expresiones de cariño, préstamos lingüísticos extranjeros, violaciones gramaticales

intencionadas, infantilismos23• Repite el uso de letra bastardilla cuando emplea en sus

propios comentarios estas palabras procedentes del léxico de los amantes. Luego, por si fuera

poco todo esto, echa agua fría sobre la aventura epistolar, neutralizando las citas apasionadas

con observaciones cínicas sobre la efectividad nula de todo lo escrito: "y después de

escribir estas cosas, no se venía el mundo abajo. Al contrario, todo seguía lo mismo en la

tierra yen el cielo" (364). En otra ocasión, yuxtapone a una epístola ardiente el siguiente

escarnio: "¡y cuando el tren traía y llevaba todo este cargamento de sentimentalismo, no se

inflamaban los ejes del coche-correo ni se disparaba la locomotora, como corcel en cuyos

ijares aplicaran espuelas calentadas al rojo! Tantos ardores permanecían latentes en el

papelito en que estaban escritos" (387). Dada esta postura censoria, no es sorprendente que

el narrador no cite más que breves trozos de las cartas; relativas a su propia narración, son

textos meramente suplementarios.

La novela concluye elípticamente, a modo de una dialéctica todavía por resolver24 • Para

Tristana, el proyecto vislumbrado en la escritura epistolar -la consolidación de su identidades,

en fin de cuentas, descentrada, contrarrestada por la pérdida voluntaria e involuntaria

de control sobre lo escrito. Parece que quien tiene la última palabra es el narrador, cuyo

propósito es parodiar el discurso romántico hiperbólico al que recurre la protagonista, criticar

las divagaciones de su personalidad inestable, denigrar su pasión indecorosa por desmedida.

Pero como todavía persiste un dolor fantasmático aun después de amputada su pierna,

también sobrevive el residuo de su deseo en las cartas, no menos mutiladas en el proceso

editorial. El narrador parece burlarse de las epístolas con motivo de su temple exageradamente

libresco, literaturizado; pero su acción de divulgarlas a un amplio público de lectores tiene

el resultado contradictorio de extender la fama de la correspondencia de la heroína e

inscribirla bajo el rótulo de 'literatura'25 O sea, que en TristanaGaldós, repostero novelístico

por excelencia, ha leudado el serio cuestionamiento de la política y la poética del espacio

discursivo femenino, echando esa fina ironía que sabe incorporar siempre en su ficción.

IV CONGRESO GALDOSIANO _

Notas

1 Leopoldo Alas, Galdós, Obras completas (Madrid: Renacimiento, 1912),1: 252.

2 Nancy Miller, The Heroine's Text (New York: Columbia University, 1980), xi. Miller traza la

trama del destino de la mujer en la ficción epistolar o de memorias autobiográficas, distinguiendo entre

textos "disfóricos" y "eufóricos". En éstos, la heroína sigue una trayectoria ascendente hasta terminar

integrándose a la sociedad; en aquéllos, su trayectoria inversa acaba en la muerte o el destierro.

3 Emilia Pardo Bazán, "Tnstana, "Nuevo Teatro Critico XVII (mayo de 1892), recogido en Obras

completas (Madrid: Aguilar, 1973), III: 1.119-1.123. Muchas de las opiniones de la condesa coinciden

con las de Ramón D. Perés, "Tnstana, por Benito Pérez Galdós", La Vanguardia (Barcelona), 23 de

marzo de 1892.

4 Entre los críticos que rechazan la primacía en Tnstana de una tesis social y la clasifican más bien

corno novela psicológica que examina los trastornos de un alma hipersensible figura Francisco

Fernández Villegas (pseudónimo, Zeda) con un par de estudios relevantes: Zeda, "Autores y libros.

Tristana por Benito Pérez Galdós", La Epoca (Madrid), 27 de marzo de 1892; y Francisco F[ernández]

Villegas, "Impresiones literarias," La España Moderna, XL (abril 1892): 193-200.

5 Esta línea de argumentación se destaca sobre todo en: Carlos Feal Deibe, "Tristana de Galdós:

capítulo en la historia de la liberación femenina", Sin Nombre 7 (1976): 116-29; Emilio Miró, "Tnstana

o la imposibilidad de ser", Cuadernos Hispanoamericanos 250-52 (1970-1971): 505-22; Ruth A.

Schmidt, "Tristana and the Importance of Opportunity" , Anales Galdosianos 9 (1974): 135-44; Leon

Livingstone, "The Law of Nature and Women's Liberation in Tnstana" , Anales Galdosianos 7 (1972):

93-100; John H. Sinnigen, "Resistance and Rebellion in Tristana" , MLN91 (1976): 277-91 y Joaquín

Casalduero, Viday obra degaldós (1843-1920), 4.i!ed. (Madrid: Gredos, 1974), 104-108. Aunque llegan

a conclusiones de índole muy diversa y hasta contradictoria, todos estos estudios comparten una visión

determinista de la caída de Tristana -consecuencia de ineluctables fuerzas sociales y naturales - y

pretenden interpretar su derrota corno evidencia de la disposición ideológica de Galdós respecto a "la

cuestión femenina".

6 Germán Gullón, "Tristana: literaturización y estructura novelesca", Hipanic Review45 (1977):

13-27.

7 El concepto del lector implícito recibe discusiones interesantes en: Wayne Booth, The Rheton'c

q[ Fiction, 2a ed. (Chicago: University of Chicago Press, 1983); Gerad Genette, Nouveau Dlscours du

récit (Paris: Seuil, 1983); y Wolfgang Iser, The Implied Reader: Patterns q[Communication in Prose

JictionJrom to Beckett (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1974).

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

8 Como se verá, la terminología varía según la manera en que se incorpora el texto precursor y los

métodos de acercamiento hermeneútico del crítico. Es imposible detallar aquí toda la bibliografía

extensa sobre la intertextualidad. Además de los trabajos fundamentales de Michael Riffaterre, Julia

Kristeva y Roland Barthes, habría que mencionar los siguientes estudios útiles: Ziva Ben-Porat, "The

Poetics of Literary Allusion," PTL: fournalJor Descriptive Poetics and Theory if Literature 1 (1976):

105-28; Gustavo Pérez Firmat, "Apuntes para un modelo de intertextualidad en literatura", Romanic

Review69 (1978): 1-14; y Peter J. Rabinowitx, "What's Hecuba to Us?': The Audience's Experience of

Literary Borrowing", en Susan R. Suleiman e Inge Crosman, eds., The Reader in the Text (Princeton:

Princeton University Press, 1980),241-63. Como Ben-Porat indica (p. 127), el empleo de la alusión

literaria puede servir múltiples fines ("to enhance and clarify thematic patterns, to provide the ironic

regulating pattern, to establish an analogy or to supply a fictional world") y puede aparecer bajo guisa

de un número de formas casi ilimitado ("veiled or overt, concentrated or dispersed, local or allinclusive")

.

9 Sobre los modelos intertextuales absorbidos, prolongados o reformulados en Tristana, véase

Gullón, art. cit.; Roberto G. Sánchez. "Galdós' Tnstana, Anatomy of a 'Disappointment'", Anales

Galdosianos 12 (1977): 112-27; Francisco Ayala, "Galdós entre el lector y los personajes," Anales

Galdosianos 5 (1970): 5-13; y Suzanne Raphael, prefacio a Tristana (París: Aubier Flammarion, 1972):

13-26.

10 La índole ahistórica de las cartas ha sido notada por Peter A. Bly, Galdó 's Novel qf the Histon'cal

lmagination (Liverpool: Francis Cairns. 1983). 165-66 Y por Sánchez. arto cit., 124.

11 Roland Barthes. S/Z (París: Seuil. 1970).24-28.

12 Benito Pérez Galdós. Tristana, Obras completas. ed. Federico Sainz de Robles (Madrid: Aguilar.

1973), VI: 350. Las demás referencias proceden todas de esta edición y van incorporadas al texto.

13 Por ejemplo: "Las Cartas son unas conversaciones por escrito; en ellas se aconseja. se disuade.

se alaba. se reprende. se enseña. se satiriza. se dan noticias importantes y de poco momento, &c. En

fin, su objeto se extiende tanto como el de las conversaciones". Francisco Sánchez. Principios de

retón'cay poética (Madrid: Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia. 1805). 123.

14 Kay Engler. "The Ghostly Lover: The Portrayal of the Animus in Tristana". Anales Galdosianos

12 (1977): 105.

15 Es de notar que un día después de que Tristana y Horacio se conocen (cap. VII). ella ya está

pensando en iniciar una correspondencia: "Yo no sé lo que es esto; sólo sé que necesito que me hable.

aunque sea por telégrafo. como los sordomudos. o que me escriba. No me espanta la idea de escribirle

yo" (361). Para el cuarto día, ya ha ganado los servicios de Saturna, quien recogerá en una esquina la

carta que le entrega el pintor. En el próximo capítulo (VIII). el lector ya puede leer fragmentos de sus

cartas (363-64). O sea, que desde el primer momento sus amores toman un cariz fuertemente verbal

y gráfico.

16 Pilar Pascual de Sanjuán, Epistolario moral para las señoritas. Modelo de cartas propias para

la niña, lajoveny la mqjer (Barcelona: Librería de Juan y Antonio Bastinos, 1877),6.

17 Epistolan'o manual para las señoritas, 10.

lB Epistolan'o manual para las señon'tas, 10.

19 Para un penetrante estudio del género de la carta amorosa literaria se recomienda la consulta de:

Linda S. Kauffman, Discourses if Desire: Gender, Genre, and Epistolary Fictions (Ithaca: Comell

University Press, 1986).

20 Entre las ediciones más notables figuran: Francisco de Tóxar, Cartas de Abe/ardo y Helolsa en

verso castellano (Salamanca: Por el Editor, 1796). que alcanza por lo menos cinco ediciones;

Correspondencia deAbelardoy Eloisa, por M. de B. (Madrid: Impr. de Ibarra, 1813). Y una nueva edición

de esta misma traducción (París: Impr. de Gaultier-Lagnionie, 1826); D. Juan María Maury, Cartas de

IV CONGRESO GALDOSIANO _

Abelardo y Heloísa en verso. Con la epístola heroica de Alf!iandro Pope (Tolosa: Impr. de la Viuda de

Alzá. 1821); y una edición bilingüe latín-castellano (Barcelona: Impr. de A. Bergnes, 1839). La historia

de los amantes medievales también llegó a ser pasto de novelas de escritores populares corno Pedro

Mata, Ramón Ortega y Frías, y F. Luis Obiols.

2\ Emilia Pardo Bazán, "La Eloísa portuguesa" ,La España Moderna VI (junio de 1889): 68. A falta

de pruebas conclusivas, Pardo Bazán creía con muchos literatos de su siglo en la autenticidad histórica

de las cartas de la monja, hoy reconocidas corno fictivas.

22 Compárese con lo siguiente: "A correspondence is thus a strange genre, in which one of the

central prerogatives of the author, that of conceiving and implementing a coherent organization is

denied". English Showalter, Jr., "Authorial Self-Consciousness in the Familiar Letter: The Case of

Madame de Graffigny", Yale French Studies 71 (1986): 129.

23 El mejor estudio de este lenguaje íntimo compartido por los personajes se encuentra en Gonzalo

Sobejano, "Galdós y el vocabulario de los amantes", Anales Galdosianos 1 (1966): 85-100.

24 Véase las observaciones muy importantes de Farris Anderson, "Ellipsis and Space in Tristana,"

Anales Galdosianos 20.2 (1985): 61-76. Anderson afirma que la coherencia que rige esta novela es en

realidad una coherencia negativa, la que nace de la busca inacabada de la heroína por una" congruencia"

o centro que definiera su pensamiento. Lejos de ser un defecto composicional, la irresolución resulta

ser un signo de la modernidad de Tnstana.

25 Tanto A. F. Lambert ("Galdós and Concha-Ruth Morell", Anales Galdosianos 8 [1973]: 33-49)

corno Gilbert Smith ("Galdós, Tristana, and Letters from Concha-Ruth Morell", Anales Galdosianos 10

[1975]: 91-120) arguyen que en las cartas inventadas de Tristana a Horacio. Galdós incorporó

fragmentos y paráfrasis de las cartas reales de una amante suya. Caso asombroso de la representación

en la vida del autor de lo ocurrido en su novela: la voz de una mujer, negada su propia soberanía, es

suprimida o usurpada por un narrador masculino; mas éste, al incorporar en su relato las cartas

portadoras de la voz femenina, contribuye paradójicamente a ensalzarlas y conservarlas -es decir, a

introducirlas en la obra literaria.

Quiero hacer constar mi profundo agradecimiento al American Council of Learned Societies cuyo

generoso apoyo ha hecho posible mi asistencia a este IV Congreso.