GALDOS y LA LECTURA POSMODERNADEL
TEXTO LITERARIO:
EL AMIGO MANSO COMO EJEMPLO
Germán Gullón
La lectura crítica de la novela en la actualidad
La interpretación literaria suele presentar una característica peculiar: la tendencia a
rebasar el objeto del análisis-homólogos discursos en el ámbito de las humanidades
comparten esta característica. Parece que los críticos compartimos la propensión a acercarnos
al texto con el motor exegético revolucionario por encima de las necesidades críticas, y
que arrastrados por la inercia hermeneútica rodeamos el texto, lo atravesamos, para
finalmente rebasarlo y entrar en otro ámbito, desde donde mirando hacia atrás, generalizamos
la experiencia crítica, cerrándola, con unJortissimo. Casi diría, y la crítica galdosiana
me sirve de paradigma, que desde el new cn·ticism en el mundo anglosajón, la estilísica en
el hispánico (los dos Alonsos), hasta el presente nos esforzamos por alejarnos lo menos
posible del texto y reducir el espectro de las conclusiones obtenidas. La narratología, desde
las teorías del punto de vista a la focalización, suponen un intento por permanecer lo más
próximos al objeto de estudio, de construir túneles que permitan visitar sus entrañas
textuales.
En la última década, los decontruccionistas realizaron unas expediciones espeleológicas
dignas de nota, y tanto forzaron los instrumentos creados por los predecesores (Nietzsche,
Saussure, el estructuralismo y el postestructualismo) para llevar a cabo la empresa, que han
dejado instalado al crítico literario en el área textual, intentando solucionar la dualidad
significante-significado que anula la cualidad interpretativa de su discurso'. Así pues, en un
ayer la crítica rebasaba el objeto de estudio, mientras en el presente tiende a quedarse en el
aquí, en las entrañas del texto mismo, anudado por la aporía deconstruccionista.
El dilema que se le presenta al crítico actual es solucionar esa situación dificil, salir del
pozo seco de la deconstrucción, pero sin volver a prácticas críticas que sobrepasen el texto
a interpretar. Para salir de ese pozo lo más apropiado será crear una maya o red,
confeccionada con las varias posibilidades de estudio del presente, el feminismo, la
antropología, especialmente la etnografía, la teoría de la traducción, y las ciencias culturales
en general. O dicho con una imagen metafórica distinta, debemos cerner el texto por los
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filtros del feminismo y sus innumerables ramificaciones interpretativas, para conseguir
segmentar lo textual. En vez de minarlo pues cribarlo, y desde luego, tratar de no
sobrepasarlo, de hacer afirmaciones ideológicas o intelextuales a base de textos que
quedaron atrás (que no aguantan tales afirmaciones). y el mejor resultado de este propósito
posmoderno será desvelar la cara oscura del discurso, sea lo femenino o los problemas del
vertir lo uno en la lengua extraña de una traducción.
Revisión de la imagen crítica del autor
Hace cien años largos ronda la casa de la ficción galdosiana una plétora de lugares
comunes que la empobrece, amanera, y roba carácter, pues contiene apreciaciones que
rebasan largamente los límites connotativos del texto. Los generan, y me ciño a caracterizaciones
amplias, las perpetuas referencias a la línea de discurso crítico propiciado por
Marcelino Menéndez Pelay02, con la ayuda de José María de Pereda y de otros:>, que
ensalzaron los méritos humanos de Galdós. Canonizaron lo que su obra tenía de tradicional,
desatendiendo las nacientes configuraciones sociales allí presentes. Lepoldo Alas, en
cambio, perfiló un Galdós distinto, al autor valiéndose del naturalismo para reflejar las
encrucijadas socio-culturales del momento. Se quedaba en los aledaños del texto. Este
segundo discurso crítico nunca logró imponerse en la España de la Restauración; fracaso que
sumado al rechazo modernista de los productos culturales del ochocientos, aparcó al escritor
canario en una vía muerta.
En los años cincuenta aparece un nuevo Galdos, el moderno, en el que predominan las
interpretaciones marcadas por una estimativa afín a la de Clarín, y desde entonces el perfil
universal del escritor crece sin cesar, aunque en la mente de algunos quedan reservas. Entre
quienes pasean por las páginas de Galdós con el gusto de (re)conocedores y los que se
deleitan con la habilidad compositiva varía sólo el modo de obtener el goce estético. Los
lectores que niegan ambas posibilidades quizás se avengan a admitir la grandeza artística
del escritor, cuando los abocados a las interpretaciones referencialistas y aquellos que
prefieren los artificios formales entran en un diálogo, que viene forzando la posmodernidad.
La brecha abierta en el romanticismo entre lo mimético y lo compositivo tiende a cerrarse
en el horizonte cultural de hoy4, cuando la realidad social-no la denunciada por el socialismo
o las ideologías políticas-constatada día a día por las ciencias sociales y visualizada a través
de los medios de comunicación, obliga a retomar a diario el problema de la relación del
hombre con su entorno. Cuando José Ortega y Gasset propuso una teoría de la deshumanización
del hombre, lo hizo valiéndose del arte, de la pintura, de la teoría de la perspectiva, al igual
que hacen habitualmente los novelistas, que se acercan al mundo desde unos supuestos
retóricos. Galdós nunca, sólo en El amigo Manso le vemos titubear, al plantear el juego
metaficticio como marco de la narración, pero incluso aquí nunca perdió de vista las
preocupaciones que hoy se imponen. En esta atmósfera la novelística debe alcanzar la cima
que le corresponde.
Lo preocupante, cuando estamos en plena pos modernidad, es que la visión moderna de
Galdós (post-1950) llegó contaminada (y lo sigue estando) por las rémoras de la visión
l
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tradicional-José F. Montesinos fue el mayor forjador de este compromiso críticos. La imagen
actual de Galdós nace, pues, en una oximorónica mezcla de un humanismo tradicionalista
que propugna la estabilidad, las moderaciones de todo tipo, con la visión moderna que exige
que nos abramos a puntos de vista variados6• Y, ninguna de las dos, ni la tradicional ni la
moderna bastan hoy para concertar perspectivas dispares, cuando reconocemos que los
privilegios de ciertas actitudes provienen de una manera prejuiciada de entender lo social.
Así pues, en mi opinión, la crítica galdosiana tiene varias labores esenciales a las que atender;
además de desuncir a don Benito de las estimaciones tradicionalistas, re formular la visión
del Galdós moderno de acuerdo con los presupuestos presentados por la posmodernidad. Y
en las páginas que siguen me propongo bosquejar algunas de las líneas maestras que deben
cimentar un entendimiento posmoderno de Galdós.
Entraré en el tema abordando un lugar común de esos con los que la crítica
menéndezpelayista, y la denomino con un adjetivo taquigráfico, sigue evitando una plena
apreciación actualizada de Galdós, y que emerge en páginas críticas de corte moderno. Sabido
es que don Benito metió la ficción por caminos en los que irremediablemente se iba a
manchar; en La desheredada, por ejemplo, creo a esa quijotina de Isidora que acaba cayendo
en la prostitución. Los bien pensantes denunciaron tales atrevimientos, pero el considerar
(idear) que don Benito lo hacía por compasión respecto a los desafortunados más que por
denunciar situaciones injustas, le ofrecían la redención a la vez que asimilaban a su discurso
una situación social explosiva. Compulsemos nuestras apreciaciones con las de Menéndez
Pelayo, cuando habla de las novelas contemporáneas de Galdós:
La mayor parte de las novelas de este grupo, además de ser españolas, son peculiarmente
madrileñas, y reproducen con pasmosa variedad de situaciones y caracteres la vida
del pueblo bajo y de la clase media de la capital. [ ... ] Tienen estos cuadros valor
sociológico muy grande, que ha de ser apreciado rectamente por los historiadores
futuros; tiene a veces gracejo indisputable en que el novelista no desmiente su prosapia
castellana; tienen, sobre todo, un hondo sentido de caridad humana, una simpatía
universal por los débiles, por los afligidos y menesterosos, por los niños abandonados,
por las víctimas de la ignorancia y del vicio, y hasta por los cesantes y los llamados
cursis. Todo esto, no sólo honra el corazón y el entendimiento de su autor, y da a su
labor una finalidad muy elevada, aun prescindiendo del puro arte, sino que redime de
la tacha de vulgaridad cualquiera creación suya, realza el valor representativo de sus
personajes y ennoblece y purifica con un reflejo de belleza moral hasta lo más abyecto
y ruin; todo lo cual separa profundamente el arte de Galdós de la fiera insensibilidad
y del diletantismo inhumano con que tratan estas cosas los naturalistas de otras partes7•
De ahí nació toda una corriente crítica en la que figura prominentemente la supuesta
bonhomía autoria18
, a esa mano que acaricia y consuela a los pobres de espíritu y a los
desafortunados, como José Izquierdo o Maximiliano Rubín. Don Benito ha quedado pillado
en una pose de beatitud condescendiente que estrecha las posibilidades interpretativas de
su obra.
Al insistir en la bondad restringimos el carácter novedoso del logro autorial referente al
tratamiento de la personalidad humana en sus múltiples manifestaciones, desde los tics,
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como la rosquilla de Torquemada, hasta la germanía de Izquierdo, o las novedades dialectales
de Fortunata, a la mera curiosidad. Figuran en la mayoría de los estudios críticos de poso
folclórico del texto. Sugiero un rumbo distinto, que revisemos la cuestión, partiendo de una
pregunta que plantea una disyuntiva esencial: ¿Incluía Galdós en sus novelas rasgos de los
personajes que se apartan de la norma social predominante (la burguesa) para que el lector
arrellanado en su sillón de gustoso tapizado se sonriera con las ocurrencias, las peculiaridades,
y los solecismos emitidos por los personajes o, por el contrario, los concebía como la
manifestación de los rasgos de personalidad individual caracterizada por ser distinta, otra,
a la burguesa?
La respuesta es crucial. Y dependiendo de ella, la interpretación de la obra galdosiana
oscila entre el considerarla una pieza de museo, el mural de la sociedad española de la
segunda mitad del XIX vista por un agudo y benévolo observador9, o el entenderla abierta,
ofreciendo una visión social que acepta la alteridad, aquellos hábitos y costumbres ajenos
a la conducta de la clase media, pero que los habitat proletarios decimonónicos, la
urbanización de las masas provenientes del campo, y todo tipo de desplazamientos, van
creando. En fin, propongo una lectura de Galdós que acentúa la diferencia en lugar de
ennoblecerla. Durante los pasados veinte años la exégesis moderna, esencialmente formalista,
que descubrió ironía tras la bondad 10, aunque salvó a la obra de convertirse en un mero
objeto de curiosidad, lo que sucedió con las creaciones de los realistas castizos, del tipo de
José María de Pereda, resulta a estas alturas insuficiente. A continuación, y basándome en
El amigo Manso, justificaré mi propuesta examinando la identidad cambiable de lo
tradicional en la obra, y"terminaré haciendo una lectura deconstruccionista del texto, a la
vez que apunto sus limitaciones hermenéuticas.
Cuando Julio Cortázar aprisiona en Rayuela (1963) a los comienzos de Lo prohibido
estaba tomando la novela de Galdós a modo de texto cerrado, de frontón en cuya compacta
pared botaba su vivaz rayuela. Es como si la lengua y los habitantes del mundo galdosiano
estuvieran petrificados en perfiles hieráticos, tipificados. Cortázar leía a Galdós bajo un
prisma distorsionado. Camila, la protagonista femenina, por poner un ejemplo, se resiste a
cualquier tipificación; su fidelidad al esposo, el inculto y cabeza hueca, si bien notable
caballista de Constantino, revela el entendimiento y la aceptación galdosiana de comportamientos
ajenos a los impuestos por el decoro burgués. No es que los acepte con sonrisa
condescendien te (interpretación humanista de Galdós) o irónica (interpretación formalis ta) ,
admite que vivir a lo natural, como lo hacen Camila y Constantino supone una alternativa
al arreglo doméstico de la clase media.¿Y qué decir de una lejana descendiente de Camila,
Fortunata? Por mucho que los sistemas de valores burgueses busquen el colonizarla,
mediante la educación ofrecida por doña Lupe, por Maximiliano Rubín, en las Micaelas, por
Guillermina Pacheco, por Evaristo Feijoo, y por el farmaceútico Samaniego, la mujer del
pueblo sigue respirando naturalidad por los poros. Aquí huelga la condescendencia; Galdós
entendía la sociedad a modo de un tapiz confeccionado con lo diverso. Los realistas castizos,
de Fernán Caballero a José María de Pereda nunca aceptaron tal posibilidad, y cuando la
intuían en los personajes, en la Gaviota o en Sotileza, intentaban ajustarla a las normas
sociales predominantes, domesticarlas. Galdós, por su parte, celebraría la diferencia, de
Fortunata, de Ah:nudena, de Irene, y de tantos otros.
IV CONGRESO GALDOSIANO _
Reitero que si consideramos las peculiaridades y las diferencias de los personajes
inadaptados a la norma social predominante como curiosidades, le escamoteamos a Galdós
la auténtica visión moderna de su obra. En las novelas hallamos indicios inequívocos de un
profundo entendimiento de la multiplicidad de identidades caracterizadoras de nuestra era,
y de que comprendía la importancia de esa diversidad. y me remito de vuelta a Fortunata.
Si la sangre del pueblo servía para vigorizar la postrada vitalidad de la clase media del otro,
una señal de que el autor estaba innovando la tradición social, al reconocer la necesidad de
la mezcla de lo establecido con las formas de conducta naciente en las situaciones vitales del
mundo moderno!!.
Ampliando el contexto interpretativo de la obra
Existe una extendida corriente de opinión que propone que El amigo desentona entre las
novelas contemporáneas precedentes, esencialmente La desheredada, y de las subsiguientes.
Suele hermanarse con la idea de que supone un alto en el camino, un entremés gracioso,
con el que Galdós se entretuvo mientras reponía fuerzas. El mismo Clarín camina sobre
ascuas al reseñar la novela, e inauguró una serie de razonamientos encaminados a alinearla
con el resto de la producción contemporánea, recordando que alberga una cantidad suficiente
de descripciones realistas!2, y que los pinitos o extraños, los denominados hoy rasgos
metaficticios, tampoco empañan las credenciales naturalistas. Lo cual es cierto; un sector
de la crítica ha abundado en la veta metaficticia mostrando cuanto contiene de anticipación
de modos de novelar considerados eminentemente del siglo xx, y que confirma que Galdós
a la hora de componer novelas no era un ingenio lego!3. Con todo, las diferencias entre la
realidad presentada en L{l desheredada y El amigo Manso resultan capitales, precisamente
con respecto a un aspecto fundamental de la narrativa galdosiana, el tratamiento de la
tradición, y suponen un paso hacia adelante.
En La desheredada Galdós había comenzado el dragado de los centros de poder, aunque
la aristocracia (la Marquesa) y sus defensores (Muñoz y Nones) aún los ocupan sin
cuestionamiento alguno. La familia Pez, que ha desempeñado destinos varios, le permite
airear la oquedad de los gobernantes de clase media. Los símbolos tradicionales del poder,
la religión, y el oscurantismo político, aparecen sustituidos por la vacuidad de las palabras
y del progresismo insulso, que entra en El amigo de la mano de José María Manso. De ellos
se valdrá Galdós para mostrar que España caminaba sin guía ni centro. Se gobernaba por
medio de las rutinas establecidas por los políticos y la aquiescencia de la burguesía. Desde
los inicios de su carrera había acusado a los conservadores de ocupar el centro de la vida
nacional (desde LaJontana de oro a Doña Perfecta), pero cuando tras la revolución de
setiembre cambió la situación y se produjo una mudanza de gobierno y una mayor pluralidad,
advirtió de que ese centro vacado por los conceptos tradicionales fue sustituido por la pura
frivolidad e invariables las costumbres políticas de la España de siempre (José María y sus
contertulios)! 4 •
La cuestión a debatir a este nivel es si Galdós en El amigo propone que un pensamiento,
tal y como lo encarna Manso, debería ocupar ese centro, o si en cambio, don Benito preferiría
~ ..
[jf;m BIBLIOTECA GALDOSIANA
uno en que cupiera la diversidad real de la sociedad de su tiempo. En Doña Perfecta Galdós
acusó a los dominadores de la España preindustrial de inadaptabilidad, en La desheredada
comenzó a culpar a los li~erales de adoptar prácticas políticas alternativas igualmente vacías.
de contenidol5.
Aceptando que Máximo Manso ejemplifica un modelo de conducta, krausista para
algunosl6, repasemos cómo ésta se disuelve ante la aceptación, nada irónica por su parte,
de la heterodoxa conducta de Irene.
La argumentación me parece sencilla. Prescindo de revisar los detalles de la educación
de Manolito Peña, encargo recibido por Máximo de parte de doña Javiera, para fijarme en el
deseo de la señora de que su hijo adopte un modelo de conducta próximo al practicado por
el profesor de filosofía. En cierta manera, toda la novela insiste en ese moldeado, funciona
de subtexto; el uso metafórico de la escultura permea el texto l7. Aunque tratado con menor
explicitez el moldeado de Irene viene contado en sus líneas principales. Sabemos que fue a
la EsCuela de Institutrices, fundada por los krausistas, y que se convierte en la maestra de
los niños de José María.
El que Máximo se enamore de Ireme creyéndola una joven hacendosa, sin pretensiones,
la perfecta burguesita, y una maestra ejemplar, ofrece escasa novedad. Tampoco choca el
que cuando se entere de la diferencia siga prendado de Irene, hasta aquí todo es normal. La
confusión le lleva a entender que existen concepciones de la vida que pueden triunfar sobre
la adoptada por uno, y lo nota vívidamente cuando compara los hábitos intelectuales propios
con los de Peña:
Ved en mí al estratégico de gabinete que en su vida ha olido la pólvora y que se consagra
con metódica pachorra a estudiar las paralelas de la plaza que se propone tomar; y ved
en Peñita al soldado raso que jamás ha cogido un libro de arte, y mientras el otro calcula,
se lanza él espada en mano a la plaza, y la asalta y toma a degüello ... Esto es lo más
triste ... (p. 254)
Máximo advierte de que el pensador a secas puede resultar vencido por una persona de
mayor vitalidad, en la que lo visceral, el impulso humano, coadyuva al triunfo de la idea. Peña
de niño nunca se vio cuidado por una madre como la de Máximo, dedicada a proteger la
tranquilidad del hijo para que éste se dedicara a estudiar; la madre de Manuel tenía que
atender a los clientes en la carnicería familiar. El sosiego burgués resulta un valor, quizás
un desideratum, pero la sociedad tiene que reconocer que dadas las desigualdades sociales,
nunca puede suponerse como una base uniforme para todos los ciudadanos.
Lo mismo ocurre con Irene. Máximo se queda de piedra cuando escucha a Irene: "No, yo
no tenía vocación para maestra, aunque otra cosa pareciese" (p. 260). "¡ Error de los errores!
¡Y yo, que juzgándola por su apariencia, la creía dominada por la razón, pobre de fantasía;
yo, que vi en ella la mujer del Norte, igual, equilibrada" (p. 260). Y asicontinúa el texto, Irene
revelándose distinta de lo esperado por Mansol8, y éste asombrándose de su equivocación.
Lo mismo que con Manolito Peña, Máximo medía a dos jóvenes con el mismo rasero que el
resto de la sociedad. cuando por su origen, educación y medio social tenían que ser distintos.
Y aquí surge indirectamente el naturalismo, que nada tiene que ver con escabrosidades o
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fisiologismos, sino con la aceptación de la influencia del medio en los seres
humanos.
El que Máximo se enamore de Irene, la forjada a priori en la imaginación, nada sorprende
al lector, ni tampoco el descubrir que ella posee unos anhelos íntimos dispares a los
expresados en público. "¡Qué amargo!" se titula el capítulo 42, donde Irene le confiesa a
Manso sus deseos. Duro momento, como dice la exclamación para el enamorado, a causa
menos del desamor que por el descubrimiento de que era muy otro de lo pensado. Así el otro
de Irene salta a la página. Manso se queda atónito.
Lo que quiero subrayar es el efecto que todo ello produce en el filósofo. Leámoslo:
Consistía mi nuevo mal en que al representármela despojada de aquellas perfecciones
con que la vistió mi pensamiento, me interesaba mucho más, la quería más, en una
palabra, llegando a sentir por ella ferviente idolatría. ¡Contradicción extraña! Perfecta,
la quise a la moda petrarquista, con fríos alientos sentimentales, que habrían sido
capaces de hacerme escribir sonetos. Imperfecta la adoraba con nuevo y atropellado
afecto, más fuerte que yo y que todas mis filosofías. [ ... ] Hasta su graciosa muletilla,
aquella pobreza de estilo por la cual llamaba tremendas a todas las cosas, me encantaba. (p. 267).
Al despojarse la persona de todos los hábitos colonizadores que la educación y el sentido
de la propiedad burguesa le imponían, la pasión le gana. Le gusta hasta la manera de hablar
que considera impropia. Este me parece un momento culminante en la novelística galdosiana,
cuando una forma de conducta diferente a la del protagonista, prototipo del mejor burgués,
aparece aceptada.
Incluso el personaje lo acepta implícitamente, no por amor, sino como norma:
Sentencia final: era como todas. Los tiempos. la raza. el ambiente. no desmentían en
ella. Como si lo viera ... : desde que se casó no había vuelto a coger un libro.
Pero hagámosle justicia. En su casa desplegaba la que fue maestra cualidades
eminentes. (p. 296)
y para conmemorar la cantidad de tes y saraos que Irene organiza con enorme éxito social
tanto que acaba por conseguir un acta de diputado para su marido. Los caminos que
conducen a los altos puestos divergen de los habituales, pero Máximo reconoce que Manuel
había empezado la lucha por la vida en condiciones muy desventajosas, como el hijo de la
carnicera, y que por tanto la escalera al triunfo social no podía subirse con la cabeza metida
entre las nubes, o la retórica ideológica predominante en la época, sino creando una nueva
tradición. Así Galdós acepta la diferencia, y abre su novela a lo otro. No es que Peñita e Irene
le resulten a Galdós seres curiosos, los reconoce como seres con entidad propia.
La extracción social de Manolito y su mujer debe destacarse junto con el sexo de ella.
Aunque la tendencia sea a rebajar algunos de los logros con respecto a la emancipación de
la mujer, y se encasilla a Irene como discípulo de la Escuela de Institutrices, la máxima
educación a que podía aspirar una mujer en la época, lo cierto es, y no lo debemos olvidar,
que Galdós, a través del protagonista, nos explica su triunfo, y como ella ayuda a que lo
distinto logre un puesto cimero en el escalafón social.
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A la vista de lo expuesto caben dos reflexiones inmediatas. El amigo Manso en ningún
caso cabe leerla como un divertimento de don Benito; sea cual fuere la im portancia en el texto
del juego realidad de ficción con realidad referencial, el otro componente, llamésmole en
rúbrica, el realista es de suma importancia, y abre toda una novedosa perspectiva a la
novelística del escritor canario. Y con la argumentación inicial, afirmo que Galdós acepta a
los personajes distintos a la norma social, lo inscribe en un texto abierto.
Una lectura deconstruccionista
Toda una importante corriente crítica afirmaría que la aceptación de las particularidades
de Irene sólo se entienden desde la ironía. Y la mayor defensa que podrían esgrimir sería
afirmar que el autor escribe en clave irónica, y que Manso nunca acepta la personalidad de
Irene mas que en burlas. Entender la novela como ironía proviene de una lectura formalista
que iría más o menos así: Máximo Manso es el narrador en primera persona, él cuenta el
argumento una vez ocurridos los sucesos, y, sin embargo, lo hace como si las relaciones de
Irene y Manolo fueran una sorpresa para él.
O sea, existe un hueco entre la narración y los sucesos; a posteriori notamos que existe
una preordenación dirigida a producir un determinado efecto, el irónico. El profesor que todo
lo sabe no ve lo que tiene ante sus pestañas, y su ideal de mujer es distinta de como la piensa.
Este tipo de interpretación deja la obra flotando en una indeterminación de sentidos, muy
propia del formalismo, que cuando se encontraba con la ambigüedad argumental, en vez de
definirse por una u otra interpretación, como haría un crítico impresionista, se decide a dejar
el texto cerrado en su indeterminación. Yo pienso que debemos ir algo más allá, y por ello
propongo que una lectura deconstruccionista de la novela puede ayudar a hacer justicia a
su organización.
Una lectura pos moderna del texto permite sustituir la condescendencia o la socarronería
crítica por una auténtica interrogante. Veré a continuación de plantearlo. La teoría literaria
ha establecido dos maneras de ordenar el argumento de una novela, una externa y otra
interna 19. La primera se refiere a la forma habitual de ordenar cualquier narración, al
encadenamiento temporal de los hechos contados en la obra; la segunda, a la que
denominamos, de acuerdo con una especulación intelectual acerca de cuales son las
corrientes en tensión que forman el núcleo o dan vida al texto.
EnEI amigo Manso la estructura profunda, su composición genética emana de un aspecto
mencionado con anterioridad, el componente metaficticio. Cuando analizamos esta novela
resulta imperativo incluir en las deliberaciones la circunstancia de que los hechos narrados,
la historia de Manso, viene arropada por un contexto, evidentísimo en los capítulos primero
y último,y subyacente en el resto de la obra20, que enmarcan el argumento externo, factual,
elevándolo a un nivel de reflexión abstracta sobre si lo contado es realidad o ficción y las
relaciones que existen entre uno y otro. Las palabras iniciales de la obra "Yo no existo ... "
son el indicador de que la narrativa realista se ha desviado de la vía representacional y que
se está contemplando a sí misma hacerse, que participa de la veta cervantina de autoconciencia
compositiva.
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Sin revisar la metaficción en El amigo, tarea realizada ya, quisiera añadir un par de
palabras sobre el origen de la misma, cuestión capital en el desarrollo del género y que nos
atañe de cerca al tratar la novela galdosiana. La literatura existente al respecto parece indicar
que ciertos novelistas (Galdós, Unamuno, Pirandello) decidieron volverse sobre las obras y
empezar a reflexionar sobre la ficcionalidad de su empresa; en realidad, el procedimiento
tiene una congruencia evolutiva que los tratados sobre el asunto orillan.
Pienso que un párrafo al final de la novela presenta claves muy claras respeto hacia los
orígenes del artificio compositivo:
El mismo amigo perverso que me había llevado al mundo sacó me de él, repitiendo el
conjuro de marras y las hechicerías diablescas de la redoma, la gota de tinta y el papel
quemado, que había precedido a mi encarnación. (p. 300)
Las alusiones a la redoma y a los conjuros indican el origen metaficticio galdosiano.
Desde el Quijote, pasando por la literatura folletinesca, hasta la novela de Rosalía de Castro,
existe toda una línea de composiciones en que lo extraño que les ocurre a los personajes se
achaca a sueños, imaginaciones, o conjuros, provocados por algún mago, con lo que se
subraya la ficcionalidad de lo ficticio. Aquí el autor es ese mago, el que da vida de papel al
personaje. La tensión subyacente, lo que estructura todo este elemento metaficticio es
similar al que encontramos en La vida es sueño, de Calderón, y que enunciaré así: ¿qué viene
primero la realidad (la vida) o la idea (el sueño)? ¿Qué viene primero la idea de Manso (el
que vive en sociedad) o el Manso de la novela (el nacido en la redoma)? y por esa vía es por
la que entra en la novela el juego ideación (la novela como ficción) versus realidad (ficción
mimética) que se plantea y subyace a toda la narración.
Parece que Galdós en ese momento de su carrera se plantea la pregunta de si la novela
es una reproducción de la realidad, si ésa debe ser su función primaria, o si lo importante es
insistir en el componente ficticio. y esta tensión vertebra la obra. Todo es de una manera,
y muy distinta es como se idea. Tomemos de nuevo a Irene como punto de referencia. La
García Grande se enorgullece de ser la que la recogió como huérfana, cuando en realidad la
usa para pedir dinero a Manso, y desp.ués la intenta prostituir. José María la contrata de
institutriz, pero la quiere de amante. Lo importante no es la alternancia entre la idea que tiene
de Irene, sino la interrelación entre la realidad y su ficcionalización. Manso, la quiere mujer
del norte, con nervios de acero, mientras que en realidad ella es una hija de su época. Manolito
en cambio la quiere como es, en lugar de figurársela una faro lona como Amalia Vendesol,
la hija del empresario de la plaza de toros. Manso, pues, a diferencia de Manolito pone lo
imaginado por delante de la realidad. Así pues, la estructura profunda de El amigo se basa
en esta disyuntiva enre la realidad y su ideación ficticia.
Las líneas fundamentales de la estructura argumental de superficie se reducen a un par
de núcleos temáticos, entorno a los que se arraciman los restantes. La línea primaria contiene
a Máximo Manso enamorándose de Irene; mientras el profesor pondera los pros y los contras
de una declaración, la institutriz conoce y se enamora de Manolito Peña. Una vez novios
llevan sus relaciones en secreto, por lo que el Manso-narrador se entera de ella bastante
después. Los lectores comprendemos que Manso es un narrador indigno de confianza, pues
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ni se entera de lo que pasa y por su exasperante mansedumbre y pasividad, y que cuenta el
argumento en orden distinto a la marcha de los sucesos.
Los lectores además habíamos observado en la obra una serie de turbaciones de la joven
(pp. 98, 134, 143). Por los altibajos emocionales de la chica nos vamos figurando que tras
lo que Manso cuenta que hay algo más, que el narrador es un filósofo despistado. Entrevemos
un hueco entre lo narrado y los hechos, del hecho crucial en el desarrollo argumental, de que
Irene y Manolito se encuentran en secreto. La interpretación más a mano de esta
circunstancia es la que provee, como antes dije, la crítica formalista. Manolito con su gracia
y frivolidad le ha robado el amor a su maestro, quien con toda su sabiduría ha sido incapaz
de asegurarse lo que más deseaba.
Falta todavía añadir un aspecto crucial a nuestras deliberaciones. Los hechos narrados
sucedieron antes de que fueran contados (p. 10). Es decir, la narración de argumento tiene
lugar a posteriori. El narrador está recreando la historia, haciendola narración porque quiere
que los lectores recibamos un impacto narrativo. O sea que a nivel del argumento, el narrador
no sabe la historia de los amores del futuro matrimonio de los señores de Peña, mientras que
el de la narración sí los sabe, pero se lo calla para conseguir un determinado efecto en los
lectores. Que el hombre enamorado perdió a Irene por su mansedumbre y falta de agresividad
(argumento) y que, en realidad, al ser salido de la novela no importa, pues él es una ficción
de la ficción (narración).
Nos enfrentamos con una doble lógica narrativa, la del argumento enfrentada con la
narrativa. La narración difiere al señalar la ficcionalidad del argumento del significado.
Además, pone a uno delante del otro; atenernos a lo que ocurre en el argumento, en el que
los sucesos ocurren según su orden, sería darle un significado que no poseen en la narración.
Por otro lado, olvidarnos al leer la historia que la narración tergiversa el orden de los sucesos,
y que el narrador lo cuenta a posteriori, buscando un determinado significado, sería taparse
los ojos a una parte de la evidencia. Si colocamos uno delante del otro estamos aplicando los
conceptos de prioridad-posterioridad, con lo cual cerramos el texto. La riqueza del mismo
depende precisamente de ese juego consigo mismo que está inscrito en el texto, una perpetua
diferencia (de diferir).
La interpretación retón·cay el valor de lo novelesco
Esa sería una lectura deconstruccionista de la novela, y la deja, como desearía el filósofo
francés Jacques Derrida suspendida entre muchas posibilidades interpretativas. Lo difícil
para nosotros es conjugar la ampliación del espectro social galdosiano al que dedicamos el
segundo apartado con la relativización retórica que efectuamos con la lectura
deconstruccionista. Digamos de entrada que la primera tiene consecuencias éticas, mientras
la segunda no.
Una parte de la mejor crítica dedicada en los últimos tiempos a la novela de Galdós se ha
valido de conceptos como la metaficción, la autonomía del personaje, etc, para penetrar en
el texto galdosiano, y al hacerlo naturalmente podemos decir que estaban utilizando un
mecanismo de la retórica, de la poética para estudiar el texto. Incluso nosotros mismos en
IV CONGRESO GALDOSIANO __
la lectura recién efectuada hemos tomado la diferencia entre el argumento y la narración,
tal y como se encuentra en una poética moderna, y de ella hemos sacado nuestras
conclusiones. Hemos determinado que el hueco existente entre uno y otro nos permite
proporcionar una interpretación que difiere el sentido del texto. El problema, como ha
señalado Jerome Christensen, es que dejamos sin contestar un tipo de problemas que la obra
de arte plantea, los que se sitúan allende la poética21 •
Cualquier interpretación poetológica de El amigoManso abunda en reflexiones formales,
pero soslaya la cuestión referencial humana. Yo mismo acabo de cohesionar la apertura de
la novela, que proponía al comienzo basándose en la fluidez social, a lo formal. En cierta
manera mi análisis revela que parto de unas ideas de la pos modernidad de base social, y que
sin querer renunciar al tipo de análisis deconstruccionista por su utilidad para el análisis
textual, trato de amaridar ambas tendencias en un principio general de apertura, que viene
a decir, según parece, algo semejante a lo que propusieron los formalistas, dejemos la
cuestión sin resolver, fijándonos en la tensión de opuestos. Mi respuesta a tal dilema es que
el análisis del texto, sea deconstruccionista o lo que fuere, nos permite estar conscientes de
los artificios retóricos, pero que hoy en día, cuando la pluralidad de voces e intereses en la
sociedad se eleva con un clamor universal, tenemos que incluirlo en la educación22• Ni la
bondad tradicional, ni la ironía moderna, ni la diferencia deconstruccionista responden a las
necesidades de una lectura pos moderna.
Curiosamente, la lectura retórica El amigo Manso parece apropiada, pues Galdós mismo
utilizó un recurso retórico, el hacer nacer al personaje de una redoma para cortacircuitar el
texto, la presupuesta presentación referencial de lo humano. Por otro lado, la multiplicidad
de personalidades, de educaciones, de trasfondos, de voces, de habitat, por otra parte exigen
del crítico que establezcamos un contexto amplio para la lectura de Galdós en el presente.
En última instancia parece que Galdós mismo estaba tentado a caer en el abismo de lo formal,
a solucionar los problemas vitales planteados en la novela con un artificio retórico, y con ello
obviar el planteamiento vital de la novela.
El amigo Manso fue, en conclusión, la obra en que Galdós se asomó al abismo creado por
el romanticismo, cuando los procedimientos retóricos aparecen conscientemente utilizados
por los escritores para crear una lectura determinada, aunque al hacerlo retorizaban sus
propios temas, les restaban significación, referencial, poetizándolos (de poética). La crítica
tradicional desantendió esta problemática obsesionada por homogeneizar lo que desentonaba
con el proyecto de encarrilar todo en un proyecto de nacionalización espiritual del arte.
Los críticos modernos sí aprovecharon la veta moderna, el reconocimiento del componente
ficticio en la novela y por ella llegaron a acentuar el elemento irónico. Desde este alto
cronológico, me permito afirmar que don Benito decidió durante los meses de escritura de
la novela hacer una pausa en su proyecto novelístico examinando la función de su arte. En
última instancia, Galdós es un novelista moderno porque supo captar la diversidad de
manifestaciones sociales, no sólo porque practicara un formalismo de origen romántico, lo
que trató fue de ser moderno en cuanto que capta la variedad de voces, de personalidades,
ya todas les dio una igualdad, yen ello era plenamente cervantino.
Si la pos modernidad se va a entender sólo como el elemento en que la aporía crítica
deconstruccionista desenmascaró las contradicciones del texto literario, Galdós seguirá de
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
destacado comparsa en la novelística mundial. Si, variando el rumbo crítico, abundamos,
ayudados por las ciencias sociales, como la antropología, las que saltan las cerradas barreras
de la poética, y nos enfrentamos con la situación novelística, desataremos la gran riqueza
de su mundo.
Notas
t Christopher Norris en las conclusiones finales de su libro Deconstruction: Theory & Practice
(London: Methuen 1982), 130, resume lo que acabo de decir así: "They are driven [the deconstructionists]
into bewilderement and paradox by failing to notice the variaety of possible 'fits' between language,
logic and reality". y la solución que él ofrece, siguiendo a Wittgenstein y otros, es que hay que encontrar
nuevas formas de encajar la realidad y la lengua, fuera de la diferencia entre el significante y el
significado. y desde que se escribieron esas palabras, la idea parece haberse afirmado aún más como
una posible salida al estado actual de la crítica possaussiriana, debido a la energía y a los avances de
varias críticas alternativas, como el feminismo.
2 El texto clásico a este respecto es el discurso de contestación de Marcelino Menéndez Pelayo al
de don Benito en el acto de la recepción pública de éste en la Real Academia Española. Véase en el tomo
Discursos (Madrid: Espasa-Calpe, 1956), del polígrafo santanderino.
3 Consúltese Cartas a Galdós, edición de Soledad Ortega (Madrid: Revista de Occidente, 1964).
4 Paul de Man, Blindness and Insight: Essays in the Rhetoric if Contemporary Cn·ticism (1971)
(Minneapolis: University of Minnesota Press, 1983).
5 Cito de la "Nota preliminar de Galdós, 1 (Madrid: Castalia, 1968), XX: "Un ser humano, por vil
que sea, ofrece complejidades que dificultan las condenaciones absolutas. Galdós ya no puede ver
simplemente en blanco o negro. Este enriquecimiento de su visión pone en la novela un interés nuevo
de infinita variedad. Todo se engrandece de manera sorprendente porque, multiplicados los puntos de
vista, el autor logra descubrimientos insospechados. Los personajes que nunca olvidamos -protagonistas,
figuras secundarias, no importa-que tratan de realizarse en un mundillo menguado y sucumben
en esa empresa por haber cometido un error inicial -los errores en Galdós como en Cervantes son
mortales-, y seguimos el curso de sus vidas con el corazón encogido, pues el error suele estar a la vista
y tenemos una premonición del fracaso, pero ya no provocan el sentimiento a que nos obligan las gestas
de Pepe Rey o de León Roch, porque ahora toda ¡es tan verdad! O merece tanto serlo! Ni Benina ni
Nazarín son seres que encontremos todos los días por esas calles; los han inventado el novelista, pero
al inventarlos ha hecho de ellos la verdad misma".
Hoy en día tenemos dificultades con estigmatizar a los personajes galdosianos con eso de la vileza.
Este tipo de apreciaciones referidas a los personajes desequilibrados (mentalmente, por herencia
familiar, a causa del medio social) pertenece a esa corriente condescendiente de que vengo hablando.
IV CONGRESO GALDOSIANO _
y Montesinos al aceptar el multiperspectivismo galdosiano y la bondad galdosiana hacia los "viles"
supone el cénit de este tipo de interpretación moderna cruzada con lo tradicional, y que ha quedado
monumentalizada en los tres tomos de su libro.
6 Les ofrezco una muestra de Gustavo Correa: "el arte de Galdós presenta una diversidad de
perspectivas que imprimen un sello particular a los supuestos comunes de la escuela realista", en
Realidad,ficcióny símbolo en las novelas de Pérez Galdós: Ensayo de estética realista (Madrid: Gredos,
1977),11.
7 Marcelino Menéndez Pelayo, Discursos, 90-100.
8 Incluso la reciente biografía de Alfonso Armas Ayala, Galdós, lectura de una vida (Santa Cruz
de Tenerife: Caja General de Ahorros de Canarias, 1989), suscribe esta idea como un principio de
conducta vital galdosiano.
9 Joaquín Casalduero dice: "El escritor es siempre discreto, y en toda ocasión muestra la
magnanimidad de su espíritu y la nobleza de su carácter". Cito por (Madrid: Gredos, 1961), 25.
10 Danny J. Anderson, "Deconstruction: Critical Strategy /Strategic Criticism", en Contemporary
Literary Theory, editado por G. Douglas Atkins & Laura Morrow (Amherst: The University of
Massachusetts Press, 1989), 148.
11 Dejo de lado los juicios de quienes (como Antonio Regalado García, Benito Pérez Galdós y la
novela histórica española: 1868-1912 (Madrid: Insula, 1966)) juzgaron endeble la posición social de
Galdós, porque la contemplaban desde un ángulo matizado por una ideología política. Visto desde el
marxismo, Galdós quizá no planteó la lucha de clases como los pensadores ortodoxos hubieran deseado,
pero hoy sabemos cuáles han sido los puntos flacos de tales argumentos.
12 Consúltese John W. Kronik, "La reseña de Clarín sobre El amigo Manso", Anales galdosianos,
15 (1980),63-71.
13 El trabajo seminal a este respecto lo escribió Ricardo Gullón, el capítulo" El amigo Manso, nivola
galdosiana", en Técnicas de Galdós (1970) (Madrid: Taurus, 1980). John W. KronikyHarriet S. Turner
han contribuido a exponer el minado de la obra, según la terminología empleada antes, en los siguientes
artículos de Analesgaldosianos: "El Amigo Manso and the Game ofFictive Autonomy" 12 (1977), 71-
94; "The Control of Confusion and Clarity in El amigo Manso" (1980), 45-61.
14 Cito un párrafo dedicado a José María: Esta" sociedad que despedaza la aristocracia antigua y crea
otra nueva con hombres que han pasado su juventud detrás de un mostrador; estos estados latinos que
respiran a pulmón lleno el aire de la igualdad, llevando este principio no sólo a las leyes, sino a la
información de los ejércitos más formidables q\le ha visto el mundo; estos días que vemos y en los cuales
actuamos, siendo todos víctimas de resabios tiránicos y al mismo tiempo señores de algo, partícipes de
una soberanía que lentamente se nos infiltra, todo, en fin, reclama y quizás anuncia un paso o
transformación, que será la más grande que ha visto la Historia. Mi hermano que había fregado platos,
liado cigarrillos, azotado negros, vendido sombreros y zapatos, racionado tropas y traficado en
estiércoles, iba a entrar en esa acogida falange de próceres que son la imagen del poder histórico
inamovible y como su garantía y permanencia y solidez. Digamos con el otro: "O el Universo se
desquicia, o el Hijo de Dios perece"". (97).
15 Léase la iluminadora introducción de Eric Hobsbawm, "Inventing Traditions", a The lnvention
qfTradition, Eric Hobsbawn & Terence Ranger editores (Cambridge: Cambridge University Press, 1983)
16 Una convincente explicación del krausismo de Manso se encuentra en Juan José Gil Cremades,
Krausistasy liberales (Madrid: Seminarios y ediciones, 1975), 199-213.
17 HaroldL. Boudreau, "MáximoManso:Themoldeandthehechura",Analesgaldosianos,12 (1977),63-70.
18 Esta es una de las apreciaciones de Manso: "Su aplomo [de Irene] declaraba una naturaleza
superior. compuesta de maravillosos equilibrios. Parecía una mujer del Norte. nacida y criada lejos de
nuestro enervante clima y de este dañino ambiente moral". (79)
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
19 Shlomith Rimmon-Kenan presenta los elementos de la poética de la novela tal y como yo los trato
aquí en Narrative Fietion: Contemporary Poeties (London: Methuen. 1983). uno de los textos más
claros y mejor organizados sobre el tema.
20 John Kronik analiza este aspecto de la novela con gran claridad y penetración en el artículo citado.
"El amigo Manso and the Game qf Fietive Autonomy".
21 Hace referencia al asunto se encuentran en el confuso aunque iluminador trabajo "From Rhetoric
to Corporate Populism: A Romantic Critique ofThe Academy in an Age o High Gossip". Critieallnquiry
16. (Winter. 1990).
22 Reconozco con Stanley Fish la imposibilidad de simultanear la actitud reflexiva y la interpretativa.
tal y como la plantea en "Being Interdisciplinary Is So Very Hard to Do". en Prqfession 89. 20: "All it
.ir< eans is that we will never archieve the full self-consciousness that woul allow us at once to inhabit
~:;.; .... nd survey reflectively our categories of thought. but that incapacity only affects our ability to be gods" .
De todas formas. cualesquiera que sean las dificultades. nunca niega que debemos intentarlo. el
reflexionar sobre los métodos críticos a la vez que analizamos el texto.