GALDOS N OVELISTA. A PROPOSITO

DE EL CABALLERO ENCANTADO

José Luis Mora García

1. A modo de presentación

-

Veinte años hace más o menos que inicié mi larga y profunda relación con la obra de

Benito Pérez Galdós. Lo hice con los ojos de Buñuel tras ver y comentar su Tristana, Nazarin

y Viridiana en la búsqueda de los textos que habían alimentado aquellas películas. Más tarde

pude comprender que la distancia que separaba al escritor canario del director aragonés era

consecuencia lógica de la propia distancia cronológica pero que si Galdós hubiera vivido casi

un siglo después o Buñuel uno antes habrían coincidido en su talante y valoraciones. En

realidad ambos se nutrieron del mismo núcleo moral institucionista.

Esta experiencia personal coincidió con la gran revisión e impulso que significó para la

obra de Galdós la celebración del cincuentenario de su muerte (1920-1970). Tras una

trayectoria hecha de fervores y distancias como le sucedió ya en vida y particularmente en

los últimos años hasta su entierro como cuenta Luis Fernández Cifuentes!, se iniciaba

entonces un esfuerzo de análisis e interpretación de los miles de páginas escritas por Galdós

cuyo esfuerzo produce realmente un respeto continuado en la no menor cantidad de ellas

escritas por galdosianos y "galdosistas".

Estudiaba yo Filosofía por entonces en Salamanca cuya Universidad palpitaba en las

convulsiones de las viejas y nuevas ideas que pugnaban al calor de la fuerza que

proporcionaba el ansia de no morir o el deseo de nacer. En esos vaivenes buscábamos los

estudiantes y algunos profesores ampliar horizontes a nuestros fervores filosóficos cuando

alguien propuso un seminario que consistiera en rastrear pensamiento filosófico a través de

autores no profesionales de la filosofía.

De aquella idea nacieron algunas primeras páginas hasta constituir a finales de los años

setenta la tesis doctoral que posteriormente propició el libro coeditado por la Universidad y

el Cabildo Grancanario.

Estas líneas autobiográficas poca importancia tendrían sino fuera por dos motivos:

primero, explicar cuál ha sido y es aún la óptica de mis lecturas galdosianas que dejan al

descubierto limitaciones en el campo de la filología o de la crítica literaria. Se trata de una

,. BIBLIOTECA GALDOSIANA

aproximación oblicua, arriesgada por supuestamente heterodoxa pues no en vano Galdós

desde bien pronto había ironizado sobre la filosofía, por ejemplo, en su fantasía titulada La

mzger delfilósqfo (1871) Y desplegado su máxima ironía en El amigo Maf1.so (1882). Sin

embargo poco después comprendí que era una línea merecedora de seguirse y, en verdad,

gran parte de la investigación realizada por galdosianos de todos los lugares ha ratificado

algunas cosas que ya Clarín dijera a Galdós a propósito de la filosofía y la literatura en

diversas cartas y en su comentario a la novela Gloria, donde tras reconocer el descrédito en

que se hallaban los libros de filosofía en aquella fecha, concluye diciendo que "cuando la

filosofía se llama Pepita Jiménez, no se olvida jamás".

Creo que el propio Galdós no lo hizo y por eso escribió tantas novelas donde la ironía se

convierte en una fuente pluriforme de conocimiento.

Las relaciones filosofía-literatura se convirtieron, poco depués, en el debate central de

las dos primeras sesiones del Seminario de la Filosofía Española, nacido en Salamanca en

1978 con participación de hispanistas de varios paises europeos y americanos y que el

presente año 1990 celebrará ya su séptima edición. Fueron largas horas discutiendo sobre

el tema mencionado y del que derivan consecuencias recíprocas que hoy se contemplan con

mayor serenidad pero no así desde aquella óptica neoescolástica o positivista vigente en la

Academia donde las tendencias predominantes en literatura y filosofía hacían volverse la

espalda a una y otra.

Si yo me había acercado a Galdós desde la filosofía, él, como suele suceder con los grandes

escritores, se vengó imponiéndome su ley y obligándome a comprender el interés y la

importancia de la novela y el novelista. Sobre ello volveré después.

Con la segunda razón pasa lo mismo que con las cerezas. Sale tirando de la primera. Las

relaciones entre literatura y filosofía remiten al debate llevado a cabo durante las dos últimas

décadas por historiadores, filósofos, literatos y científicos acerca del pensamiento español.

Larga ha sido la polémica y algún rescoldo aún se aviva de vez en cuand02• Sin embargo, esa

labor desarrollada por investigadores y ensayistas al hilo del descubrimiento del siglo XIX,

de la propia Generación de 1868, de los estudios sobre el grupo del 98, etc. presenta a

comienzos de la actual década un bagaje que nos permite afirmar la existencia de un

pensamiento español con características propias y otras compartidas con otras culturas

como es lógico.

De esas notas, la existencia de una zona porosa entre literatura y filosofía que produce,

a veces, esa indiferenciación, irritante para algunos, o continuos trasvases que descolocan

los esquemas de análisis rígidos, es de las más notables. Sobre esto ofrece Abellán en el

primer volumen de su Historia crítica del pensamiento español una interesante aportación.

Dedica, asimismo a Galdós un epígrafe completo en el volumen quinto de esa misma obra3•

En este sentido, no es causal que se ofrezcan en las Secciones de Filosofía cursos de doctorado

basados en análisis de textos literarios o que se encuentre más información filosófica sobre

el siglo XIX español en un texto de literatura de c.o. U. que en otro de Historia de la Filosofía

del mismo curso.

Así pues, esta notable perspectiva anima mi lectura de Galdós, un autor que podría haber

parecido inicialmente poco apto para estas preocupaciones frente a otros más "filosóficos"

y que, sin embargo, se me ha revelado completamente adecuado. Sin duda, la gran cantidad

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

de investigaciones de los últimos años sobre el krausismo ha descubierto muchas claves que

nos han permitido ver en la obra de Galdós aspectos y dimensiones que no pudieron alcanzar

ni la generación que le siguió ni otros muchos hasta después.

La inmensa labor de recopilación de su obra literaria y periodística, tan interesante para

entender aquella, ha supuesto una aportación imprescindible. Así, es posible analizar su obra

y conocer mejor a través de ella la España del XIX, pero también identificarse con sus

propósitos o irritarse con sus temores porque, como decía Unamuno, el conocimiento -la

Verdad- importa en cuanto permite vivir. La literatura y la filosofía son fuentes de ese

conocimiento. .

2. Galdós: un proyecto literan·oJOljado en el ambiente krausista

No es mi propósito desarrollar aquí una teoría de la novela ni siquiera recordar los textos

donde Galdós expuso sus intenciones y motivaciones. El primero sería un intento excesivamente

pretencioso; el segundo, supondría caer en la reiteración. Muchos analistas han

comentado con acierto sus Observaciones sobre la novela ( 1870) Y la Sociedad presente como

maten·a novelable (1897) que fue su discurso de ingreso en la Academia, ya en plena

madurez. Sin embargo, sí tomo en cuenta dos aspectos de ambos asuntos: del primero la

revitalización de la novela en estos finales del siglo xx donde, como un bucle, se tiene

conciencia de crisis de forma análoga a como la tuvieron los intelectuales de la pasada

centuria. Esta coincidencia donde situación de crisis y auge de la novela se repiten desde El

Quijote cervantino se desarrolló durante los cuarenta años que van desde 1870 a 1910

aproximadamente de manera manifiesta. y difícilmente se puede entender todo ese periodo

sin mencionar a Galdós, cualquiera sea el método elegido.

Cuando a mediados de la segunda década del presente siglo Ortega y Baraja polemizan

acerca de la función de la novela y el novelista, lo hacen con la perspectiva que les daba ese

casi medio siglo de novela española. En definitiva, quiere decir que la función de la novela

sobrepasa el puro ámbito literario para situarse en el plano más amplio que coincide con la

necesidad que el hombre, individual y social, tiene de hallar conocimiento y sentido a sus

acciones. Es precisamente en las épocas de crisis cuando se agudiza esa falta de sentido y

cuando la filosofía y la ciencia se muestran más incapaces de lograrlo.

El segundo aspecto se refiere más directamente al propio Galdós. Setenta años después

de su muerte, la obra galdosiana y su propia persona han sido analizadas desde todos los

ángulos: estilístico-formales, como fuente histórica, de manera temática, etc. Las críticas

son, asimismo, variadas y aun opuestas. como señalaba anteriomente, aún vivo ya estuvo

rodeado de polémica y la diversidad de opiniones4 sobre su lenguaje y estilo, sobre la

extensión y la supuesta falta de intensidad de su obra, sobre el exceso de cotidianidad y falta

de trascendencia y universalidad en su obra ... pueden leerse en todo tipo de críticas. Incluso

pueden sumarse a estas, las realizadas a sus compromisos políticos que, como se sabe,

apenas le trajeron otra cosa que disgustos.

Pero la pregunta fundamental sigue en pie: ¿Sobre qué pilares se asienta la vigencia de

la obra galdosiana? ¿Por qué, si aparentemente sólo utilizaba personajes y acontecimientos

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

de su época, sus novelas han prendido el interés de personas tan lejanas a esas situaciones

hasta convertirse en seña de identidad de un grupo humano casi universal?

A estas preguntas apenas pudo responder la generación siguiente a Galdós con las

excepciones de Pérez de Ayala, Marañón y algún otro. Esta generación mantuvo una relación

ambivalente con quienes habían sido lectura durante su adolescencia yeso les produjo los

típicos sentimientos de admiración pero también de rechazo hacia quienes representaban

una época que necesitaban olvidar.

Sin embargo, la respuesta hoyes posible y coincidente con la que debe darse a los clásicos:

Galdós supo captar lo perenne de la naturaleza humana en su observación de las cosas

cotidianas y fugitivas. Es decir, la obra galdosiana no contiene solamente observaciones de

la realidad y descripciones de pesonajes y situaciones por detalladas y sutiles que puedan

ser. Con esto Pérez Galdós sería autor-periodista que, como es sabido, también lo fue y cuyo

interés documental es muy preciado, pero no pertenecería a los clásicos de la cultura

española.

La obra de Benito Pérez Galdós ha sobrevivido a su tiempo porque está construída desde

un proyecto, desde una concepción de las cosas que se diría en filosofía, consistente en una

visión moral y esperanzada de la realidad española basada en una confianza ciega en los

hombres pero sobre todo en aquellos que mejor expresaban, desde su punto de vista, la

catadura moral. Sus miles de páginas se convierten así en una búsqueda incesante por plazas

y rincones, en las clases medias, las altas y las bajas de esos personajes capaces de superar

la crisis que pronto él sintió tras el fracaso de la Revolución del 68, que acentuó la

Restauración y agudizó el cambio de siglo.

Las etapas de su producción, muy bien señaladas por Casalduero, no suponen rupturas

sino eslabones de un círculo que tiende a cerrarse a medida que su final se acerca. Aun cuando

los temas varíen y las preocupaciones también, aunque en realidad lo que cambie más sea

el tono de las prioridades y la sensibilidad que va desde la juventud a la vejez, cualquier lector

atento de Galdós observa el mantenimiento del mismo esquema y de los mismos supuestos

de su concepción del hombre y de la sociedad. Si en una novela el tema queda abierto, lo

retoma y lo reelabora en las siguientes, ofreciendo perspectivas diferentes del asunto.

Mostraré esto después a propósito de El caballero encantado.

Sinceramente creo que aquí reside el mayor atractivo de sus páginas que pone a los

lectores en la obligación de completarlas con sus propias esperanzas y angustias. Como ha

indicado Jauss, "una obra literaria no es un objeto que se mantenga por sí sólo y que ofrezca

siempre la misma cara a todos los lectores de todas las épocas. No es un monumento que

revele con un monólogo su esencia eterna"5. Pero esto sólo es posible cuando la obra literaria

no se cierra en localismos que le hacen perder su capacidad simbólica sino que utiliza esos

mismos elementos espacio-temporales para abrirse a una perspectiva más trascendente

aunque igualmente incompleta.

No muchos de sus contemporáneos tuvieron sensibilidad para penetrar en la difícil

sencillez de sus largos párrafos y eternas descripciones y darse de bruces con la paradoja

humana que allí se mostraba. Algunos sí lo hicieron, entre ellos Clarín y Giner, pero sobre

todo me parece que fue un hombre distante de Galdós ideológicamente quien ofreció ya estas

claves de su obra que hoy siguen vigentes. Me refiero a Menéndez Pelayo cuyo discurso de

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

respuesta al ingreso de Galdós en la Academia no ha sido excesivamente citado a pesar de

un penetrante análisis del mejor significado que Galdós tiene en las letras y la cultura

españolas. Basten estas dos citas. Una muy aguda al situar a Galdós en la órbita de Lope y

Cervantes en los siguientes términos:

"Cervantes, que pertenece quizá a otra categoría superior de ingenios (si es que puede

imaginarse otra más alta), no deja de ser profundamente nacional, puesto que España

está íntegra en sus libros, cuya interpretación y comentarios, rectamente hechos,

pudieran equivaler a una filosofía de nuestra historia y a una psicología de nuestro

carácter en lo que tiene de más ideal y en lo que tiene de más positivo; pero es al mismo

tiempo, elevándonos ya sobre esta consideración histórica y relativa, ingenio universal,

ciudadano del mundo; y lo es por su intuición serena, profunda y total de la realidad;

por su optimismo generoso, que todo lo redime, purifica y ennoblece"6.

La otra viene a propósito de su comparación con Balzac:

..... indican que el autor procura remedar el oleaje de la vida individual y social, y aspira,

temerariamente quizá, pero con temeridad heróica, solo permitida a tan grandes

ingenios como el suyo y el de Balzac, a la integnaad de la representación humana, y

por ella la creación de un 'microcosmos' poético, de un mundo de representaciones

enteramente suyo, en que cada novela no puede ser más que unJragmento de la novela

total, por lo mismo que en el mundo nada empieza ni acaba en un momento dado, sino

que toda acción es contigua y simultánea con otras"7.

Han sido, no obstante, personas mucho más próximas a nosotros quienes han resaltado

esta virtualidad en el fondo de la obra de Galdós. Quizá una de las mujeres con mayor

sensibilidad, como es María Zambrano, ha dado en el "quid" cuando afirma que es

precisamente en el análisis de 10 humano donde radica el más hondo valor de la novela

galdosiana:

"Y aún, de ese laberinto de las historias que Galdós nos transcribe más que nos cuenta,

aparecen criaturas que trascienden, no sólo esa historia común en la que van envueltas

-lo sepan o no-, sino lo que resulta aún más revelador, de la verdad última de la

persona humana: aparecen transcendiendo su propia y «personal» historia, dejándola

atrás y como borrada, más allá de la memoria y del olvido. Criaturas así, tan novelescas

de otra parte, trasciende, como le pasa a Don Quijote, la ambigüedad del personaje, su

congénita <<novelería»"8.

No es casual que ambos escritores pongan a Cervantes en el horizonte de su reflexión

sobre Galdós. Por el contrario es muy esclarecedor. Si Cervantes es el creador de la novela

moderna, Pérez Galdós debe ser situado en la tradición abierta por el autor de Don Quijote

con la misma altura de miras éticas y estéticas. Muchas veces ha sido reconocida esta relación

que es preciso reiterar porque Galdós alcanza sus mejores momentos cuando más se

aproxima a los paradigmas cervantinos de ficción y realidad, de relación entre la conciencia

y el mundo exterior que tan bien han analizado Goldman y Lukacs. Ahí reside justamente

,. BIBLIOTECA GALDOSIANA

la mayor fuerza y lo que diferencia a la novela como reguladora pero, sobre todo, correctora

de los excesos y limitaciones que presentan la ciencia y la filosofía. Por eso ambas no deben

olvidar a la novela.

Desde esta perspectiva me parece del mayor interés para leer a Galdós la antología de

textos y comentarios a los mismos que forman el editorial del número mongráfico que la

revista" Anthropos" dedicó el pasado año a Cervantes9• Este "corpus" constituye un marco

teórico tan preciso como rico en sugerencias para situar al novelista canario de quien se

puede decir prácticamente lo mismo acerca de la ambigüedad humana (Milan Kundera), la

exploración de las raíces de la subjetividad (Riley), la enorme riqueza humana difícilmente

reducible a medias estadísticas, el juego del pasado y el presente o la dualidad de la apariencia

y la verdad (C. Fuentes) para concluir que

"cuando ciencia, moral política y filosofia descubren sus limitaciones, acuden a la gracia

y la desgracia de la literatura para que resuelva sus insuficiencias. Y sólo descubren,

junto con la literatura el divorcio permanente entre las palabras y las cosas, la

separación entre el «uso» representativo del lenguaje y la «experiencia» del ser del

lenguaje. La literatura es la utopía que quisiera reducir esa separación"lo.

"La realidad profunda --concluye el editorialista- habita el núcleo de la imaginación,

del sueño, de la ficción" ( ... ) "La novela es el mejor análisis de la producción social de

la realidad y sus nuevas posibilidades de determinación, la ruptura de la facticidad y la

definitiva apertura a horizontes de aurora, de alba siempre en camino" 11.

¿Cómo es posible leer El amigo Manso, Nazarín, Misen'cordia o El Caballero encantado

sin remitirse a ese diálogo que citaba el texto anterior con las resonancias de la filosfoía

krausista y el positivismo con los cuales Galdós confronta a sus "héroes"? ¿Cómo entender

esas y otras obras de Galdós donde la estética se origina en una matriz ética cuyo impulso

por la búsqueda de sentido hace imposible el arte por el arte12 pero donde este, a su vez,

suaviza el riesgo del exceso de moralización que empapaba los escritos de filósofos, de

pedagogos y educadores de la época, tanto conservadores como liberales. Por ser novela hay

un sentido educativo pero las reglas del arte frenen la caída en el precipicio del didactismo.

Desde sus mejores novelas esto es muy claro en comparación con algunas de su primera

época.

Cuando a principios del siglo xx se suscitó la polémica entre intelectualistas y humanistas

a propósito del arte, Galdós pertenecía a este grupo, alineado con Tolstoi y con Unamuno para

quien la novela era lenguaje más un mensaje problemático, expresión del conflicto entre la

verdad interna y la realidad externa; y con Pérez de Ayala, quien veía en la novela el género

de confrontación entre lo individual y lo colectivo y cuya máxima expresión, la óptica del

narrador, es la ironía frente a la dialéctica filosófica.

Así pues, Pérez Galdós fue, en el sentido cervantino y de la mejor tradición española, un

novelista. Por eso su obra no es una suma de libros sino, como decía Menéndez Pelayo, un

"sistema" que busca aproximarse al ideal universal de novela lo que, aun siendo imposible

de conseguir por las propias limitaciones espacio-temporales, convierte en clásicos y

universales a quienes lo intentan desde supuestos éticos y estéticos adecuados. y este,

pienso, que es el Galdós que perdura hoy.

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

Pero, ¿qué condiciones o qué atmósfera envolvió la mente de Galdós para que consiguiera

dar forma primero y realizar después, este proyecto literario?

Sin lugar a dudas ese contexto lo constituyó el que GilbertAzam denomina "Premodernismo

filosófico" 13, es decir, el krausismo que formó a la generación liberal del 68 y en gran parte

a modernistas y noventayochistas.

Por supuesto que Galdós leyó otros autores y era buen conocedor de la literatura inglesa,

francesa y la estética alemana a través de Goethe como bien ha estudiado J. Blanquat. Pero

la fuerza del krausismo que estaba en plena efervescencia cuando Galdós llega a Madrid

precisamente en los círculos universitarios y ateneistas que frecuentaba, sedimentó en él esa

clase de unidad, el esfuerzo por superar las contradicciones que se resuelven finalmente en

un cierto ideal armónico y toda la carga de humanismo ético que conlleva el krausismo en

cuanto a preocupaciones, centros de interés, etc.

Todo ello se condensa para crear un ansia reformadora y regeneradora basada en el

sentido de lo espiritual y humano que el oscurantismo había fustigado y rechazado. Es

precisamente este sentido moral y de sistema lo que valora desde joven en Fernando Castro,

uno de los krausistas más significados en la Universidad de Madrid por los años 60:

"D. Fernando Castro tiende en su bellísimo libro a infundir en las inteligencias poco

robustecidas aun por la edad y la experiencia, los hábitos de la crítica y de la

observación, ofreciéndoles un procedimiento filosófico que, no por ser claro y de fácil

aplicación, deja de ser muy razonado y exacto en extremo.

Les presenta los hechos, no en un vulgar hacinamiento de incidentes sin relación, ni ley,

ni generalidad, sino en series racionales, en grupos ordenados cuyo eslabonamiento

portentoso despierta la especulación del joven, le induce a meditar en las causas, le

revela al fin el escondido pn'ncipio de la historia que radica en la condición inmutable

de lasJacultades del hombre, actor libre de aquel vasto teatro "14.

Esto confirma al igual que su correspondencia con Pereda1s a propósito de la novela

Gloria que tuvo desde bastante pronto un pensamiento conformado con el cual confronta

la sociedad española, apasionada y combativamente al principio, con más sosiego pero no

menor firmeza después; con fuerte inquietud finalmente, sobre todo desde los últimos años

del final de siglo.

Coincido, pues en la conclusión a que llega Elena Jongh-Rossel cuando afirma que Galdós,

como novelista y como dramaturgo, cumple el fin bello y útil que el arte le conceden los

teorizantes krausistas" ( ... ) "Tanto en su liberalismo religioso y político, en su reformismo

social, en su pedagogismo, en las soluciones propuestas para la regeneración de España,

como en su concepto del arte literario, es la obra de Galdós modelo del cambio que produce

el krausismo en la literatura finisecular"16.

Pero, por si queda alguna duda al respecto, mi opinión es que no solamente recibe

influencia ideológica de los krausistas ni se limita a compartir la creencia sobre la capacidad

pedagógica de la novela tal como Giner parecía concebirla, lo cual es cierto, sino que, como

indica la propia Jongh-Rossell, Galdós lo que comparte es la concepción del mundo.

Podríamos decir, a continuación, que difiere de los filósofos en cuanto al lenguaje empleado.

Dicho de otro modo y con palabras de un viejo artículo de Max Wund:

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

"En realidad. en todo arte auténtico existe una unidad completa entre el contenido y la

forma. Por eso es la misma concepción del mundo que a través del contenido determina

la forma y por medio de esta el contenido. El contenido hace que la concepción del

mundo del artista se trasluzca con tal claridad que llega uno a pensar que habría sido

imposible no echarla de ver"!7.

Es en este sentido en el que mantengo la sustantividad del Galdós novelista que puede

experimentar se leyendo simultáneamente sus artículos periodísticos y su obra literaria.

Siguiendo las orientaciones de Dilthey en su Vivenciay poesfa y su Teorfa de la concepción

del mundo puede afirmarse que esta consiste en la lucha del hombre contra el destino que

entablan siempre los héroes galdosianos y que camina por embrollos exteriores durante

parte de la novela hasta que se resuelve en un equilibrio entre lo subjetivo y lo objetivo, lo

que es igual, en la reconciliación de la personalidad y el medio donde se descubre la verdadera

ley de la estructura tanto en uno como en otro.

Radica aquí la diferencia sustantiva de la novela frente a la epopeya y la lírica según la

tradicional división del propio Dilthey. Por eso no existe en Galdós ni la entrega pura a lo

objetivo-real (recuérdese la polémica sobre el naturalismo español) ni la reducción psicologista

e interiorista de la lírica.

Nadie podrá negar a Galdós capacidad para observar la ciudad -¿cuántas veces se

recuerda el Toledo de Angel Guerra?- y el deambular por ella de una tipología infinita de

personajes de todas las clases incluyendo el cinturón de marginados, como diríamos hoy. Tal

era la abundancia de material que, como él confiesa, con la información acumulada para

Fortunatay Jacinta escribió buena parte de las novelas hasta Misericordia. Al propio tiempo

cuántas disecciones de la conciencia en los monólogos, los estudios psicológicos de

caracteres, de personalidades puestas del envés y el revés ... pero cuando todo eso se sitúa

en la trama literaria adquiere una dimensión nueva y queda sometido a una lógica distinta

que responde a su concepción de individuo y sociedad que son fruto de un desarrollo histórico

y no algo objetivo y preestablecido.

Sin este presupuesto no hubiera escrito los Episodios Nacionales ni probablemente otras

novelas donde deja claramente manifestado que una nación -España-va asentándose sobre

una serie de condicionantes: desde el Estado y la lengua hasta los intereses económicos, el

Derecho, los usos y costumbres, etc. pero, sobre todo, y en palabras de Span, "la nación es

una modalidad espiritual, una manera determinada de sentir y de pensar, de recibir y plasmar. .. 18•

Se comprende bien así el tratamiento que recibe el fenómeno religioso en su obral9 con

un calado mucho más profundo del que quisieron ver sus detractores y que ha sido posible

estudiar con detenimiento en estos últimos años. Si le preocupó tanto es precisamente

porque comprendió que la religión era un factor importantísimo en la cohesión y realización

de la sociedad española20 • Cuando en sus años finales deriva hacia un humanismo:

sustentado en el amor y la voluntad, su preocupación sigue siendo la misma: la realización

individual y social que son, en definitiva, lo mismo.

Pero este ideal encuentra la resistencia de la pedestre y dura realidad cotidiana española,

reflejada en sus propias obras, y necesita atenerse a ella, trascenderla y asumirla para poder

realizarse. Sobraban la teoría y la conceptualización huecas; sobraban el intelectualismo

distante tal como lo practicaba la filosofía académica y surge, para lograrlo, la novela como

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

expresión de la mente que "que desciende hasta los fondos últimos de la vida española,

aquellos que más celosamente esconde un pueblo, hasta lo más reacio a ser desvelado, hasta

la esquiva verdad que apenas tolera la palabra "21.

La realidad es, pues, la que condiciona la perspectiva, el género y el modo de pensar, como

decía Ortega. Y cuando el desarraigo entre la conciencia y la realidad, entre el deseo y la

realización, entre las palabras y las cosas se hace más evidente; cuando, en definitiva, la falta

de sentido es patente y el mundo se nos va de las manos, la literatura y más concretamente

la novela ha mostrado ser un instrumento de deconstrucción y restauración. Por eso Galdós

la sacó de sus cenizas literarias, porque hay realidades y situaciones que no pueden ser

conceptualizadas a secas, ni siquiera analizadas metódicamente porque sólo pueden ser

conocidas a fuerza de ser vividas y viceversa. Y la novela es el único género capaz de asumir

este doble camino.

El esfuerzo gigantesco por lograrlo constituye hoy la mejor vigencia y actualidad de Pérez

Galdós, precursor en varios de estos aspectos, de Unamuno y Ortega. Como dice Gilbert

Azam, "la realidad se muestra a quien la mira desde un horizonte bien determinado. La

realidad en sí y para sí no existe, y, ya que cada vida es un punto sobre el universo, cada

individuo, cada pueblo, cada generación es un órgano imprescindible para la conquista de

la verdad"22.

3. El caballero encantado

3.1. El problema

Cuando se van leyendo las novelas de Galdós una tras otra, principalmente desde Angel

Gueffa donde ya se observa configurada una visión de conjunto sobre el problema de España

y donde asimismo se perfila un "héroe" capaz de infundir espíritu en esa sociedad española

que se le rompe, nos encontramos con sucesivas variaciones sobre el mismo tema.

Eslabones de este proceso son Nazarín, Benina y Casandra, a quienes el autor confronta

con una realidad dotada de una lógica que se modifica a pesar de que frente a ella,

aparentemente los puros ideales se estrellan. Todas estas novelas -por decirlo con palabras

de Carlos Gurméndez- "examinan y constatan las diferencias entre su ideal humano y la

realidad presente, que ven o viven como partícipes sensibles o doloridos"23. Responden,

pues, a esa confrontación entre el hombre ideal y la realidad social que configura la base de

la novelística galdosiana, como decíamos en el epígrafe anterior.

Esa confrontación, sin embargo, no concluye en una cerrada conciencia de alienación,

precisamente porque no distancia la conciencia de la realidad como hacen los revolucionarios

ni la confunde sin más con la realidad como hacen los mediocres sino que, de acuerdo con

los principios krausistas, busca una aproximación armonizadora, consciente de que la lógica

de la realidad es dura pero la virtud de la conciencia es potente.

El caballero encantado, novela de 1909, debe ser situada en ese proceso como cierre y

culminación de una larga meditación24 sobre la crisis finisecular y la forma de superar sus

males.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Como dice Gustavo Correa, "la novela constituye un llamamiento a la conciencia de la

nación para superar los males del momento y representaría la inmersión más profunda del

arte de Galdós en esta inquietud fundamental"25.

Todos los historiadores coinciden en que España vivió una fuerte crisis en las dos décadas

a uno y otro lado del cambio de siglo. Así Gilbert Azam en el capítulo "España e Hispanidad"

de su libro ya citado anteriormente habla de que "Espafta conoce una situación de crisis: el

marasmo es profundo y se extiende a todos los sectores, político, económi'co, social y

cultural"26. Crisis, pues, que no sólo afecta al plano económico e industrial sino también al

clima social y moral.

Benito Pérez Galdós, como manifiestan todos los títulos de esta etapa, viviencia esa crisis

y lo hace apasionadamente. Su esfuerzo por hallar soluciones es la principal prueba. Como

he escrito en otro lugar, "la crisis finisecular fue percibida por Galdós como global,

principalmente porque sintió que el sujeto histórico en quien había confiado, las clases

medias, no había cumplido su función y ahora estaba a punto de verse desbordado por unos

movimientos obreros que podían subvertir el orden liberal en que siempre había confiado"27.

Sus análisis desde un punto de vista político y social los hallamos en los artículos que

enviaba a "La Prensa" de Buenos Aires y ahí encontramos la raíz de su preocupación: el

problema de las clases sociales y el riesgo de ruptura, es decir, de conflagración nacional.

Hasta tal punto esto atormentaba a Galdós que su aproximación a Pablo Iglesias es un

ejemplo práctico de la idea armonizadora desarrollada en las novelas.

Doctrinalmente, lo que podía dar de sí un hombre del 68 que ya había vivido en su

juventud la decepción, está expuesto en diversos artículos de comienzos de siglo: Rura

(1901), Soñemos, alma, soñemos ( 1 903) Y ¿Más paciencia ... ? ( 1904)28. De 1901 es también

la última carta de las recogidas por Shoemaker y que incluye como primer epígrafe el titulado

"un pueblo enfermo"29. En ellos encontramos su diagnóstico y la terapia:

"Seamos -dice en Rura- un poco "destripaterrones" y conciliemos la vida urbana con

la vida agrícola, aspirando a la suprema síntesis, que ha de alegrar nuestra existencia,

restaurando la higiene cerebral, atenuando nuestro neurosismo, y haciendo más

fuertes y al propio tiempo más religiosos, más dueños de la Naturaleza y menos

accesibles a la duda y al escepticismo"30.

Soñemos, alma, soñemos, el artículo que Galdós escribiera para el primer número de

"Alma española", la revista promovida por intelectuales del 98, es el esbozo de lo que más

tarde será la novela. El propio autor en ese afán didáctico que le caracteriza, concluye uno

de los capítulos centrales de la novela poniendo en los labios y la mente de su héroe, la frase

"Soñemos ...

En el siguiente decálogo sintetizo las ideas más importantes de su programa, y de su

visión del problema:

a) Respeto a lo mejor que tenga la tradición pero sin ánimo necrófilo; debe apostarse

sobre todo por el futuro, "adquirir vida robusta y crecer con todo el vigor y salud que

podamos".

IV CONGRESO GALDOSIANO fiII

b) Rechazo de la pobreza como valor. No hay en Galdós, por supuesto, ninguna

aproximación ni análisis parecido al hecho por M. Weber en 1901 sobre las relaciones entre

moral y economía pero sí una cierta superación de la pobreza y la resignación propias de la

moral católica como él mismo había proclamado en algunos textos de esta época. Quizá no

resulte una evolución espectacular en el pensamiento galdosiano pero sí es significativo.

c) Confianza en la que denomina "raza" que podemos interpretar como cultura y

progreso de la nación española expresada en algunos hechos pertenecientes a la época más

juvenil de Galdós, la Revolución del 68, principalmente.

d) Superación del pesimismo que predica la España caduca. Es como si Galdós sacara

fuerza de flaqueza para superar la situación de parálisis social o de marasmo colectivo que

había atacado a esa España. Es una enfermedad mental y espiritual más aún que física y por

tanto necesitada de un remedio adecuado. Por esto muestra Galdós su apuesta por un cambio

moral y no sólo técnico. Pertenece, como hemos indicado con anterioridad, a una generación

más preocupada por los fines -la existencia, la vida y la moral- que por los medios técnicos

cuya necesidad no se desprecia pero no es la cuestión central.

e) Rechazo de la burocracia. Esboza aquí Galdós la teoría sobre las relaciones EstadoSociedad

que venía "rumiando" desde mucho antes, concretamente desde Miau, La

incógnita, Realidady los Torquemadas. Pensaba que el aparato estatal impedía o frenaba

el desarrollo social y debía ser reducido o reconducido pero no eliminado porque era garantía

de orden. La función del Estado consiste en facilitar que la sociedad sea un organismo con

vida propia, la cual propiciaría la emergencia de individuos singulares, capaces de impulsar

e innovar. Lo contrario justamente de la nobleza del expediente como llama a los burócratas.

Es preciso, dice, evitar que el Estado sea un principio vital y convertirlo simplemente en

regulador de las relaciones.

f) No le gustaban nada realmente las ideas del socialismo. Desde 1890 hay muchos

testimonios que nos muestran a un Galdós agazapado y temeroso ante el movimiento

socialista obrero que se convierte en pavor cuando habla del anarquista. Por eso su posterior

militancia alIado de Pablo Iglesias se debe más, como antes decíamos, a sus ideas morales

que al convencimiento de que debiera producirse un cambio en el orden social o a un sentido

revolucionario que nunca tuvo. En realidad pensaba que una igualación de las clases, surgida

de la imposición popular pero que no trajera un cambio de convicciones, tanto en las clases

ilustradas como en las populares, produciría un marasmo aún mayor.

g) Deben recuperarse la capacidad de esfuerzo en las colectividades y la perseverancia

y la agudeza en el individuo. Para Galdós, sin individuos cuya personalidad anticipe el futuro

y sirva de guía al conjunto de la sociedad no hay progreso. No hay, por supuesto, una teoría

del experto ni un diseño de líderes en el sentido más moderno pero sí algunas ideas que son

menos viejas de lo que parecen. Como hemos dicho con anterioridad, Galdós había

emprendido una búsqueda ansiosa de laque llama "capa viva, en ignición, creciente" de esas

personalidades valiosas. El protagonista de El caballero encantado es una de sus últimas

propuestas.

h) No olvida Galdós la necesidad de renovar la agricultura y la industria para que

superaran sus formas arcaicas pero este asunto constituye el telón de fondo de su obra. Se

nota que los personajes reciben el eco de los problemas que vienen de la actividad económica

,. BIBLIOTECA GALDOSIANA

pero sus obsesiones le devuelven rápidamente el recuerdo de la importancia de la libre

conciencia, el respeto, la disciplina, el orden mismo ... como valores de equilibrio frente al

ritmo vertiginoso de las innovaciones.

i) Progresivamente, la influencia institucionista nos muestra la confianza de Galdós en

la educación. En este sentido los krausistas heredaban la fe ilustrada en el valor del

conocimiento como instrumento de reforma moral, política y económica. Como ha dicho

Pedro Cerezo, "más educación supopía, por tanto, más ciencia, más técnica, mayor desarrollo

económico y, de consumo, mayor afirmación de la libre personalidad. El progreso técnico/

intelectual era, pues, solidario de la reforma moral "31. Ni Galdós ni tampoco los institucionistas

podían aún anticipar algunas de las contradicciones que esta propuesta ha traído consigo.

Ellos confiaban ciegamente en el valor regeneracionista de la educación en la medida que

piensan que la reforma interior, moral y actitudinal, traería consigo la exterior,

técnica, económica y política, con lo cual se consumaría la reforma total a la que

aspiraban.

j) Concluye Galdós su "programa" recordando los desequilibrios que se siguen de que

cada uno pretenda ir más allá de sus capacidades. El orden natural y social son coincidentes

para él. Las metafísicas del equilibrio desde Platón a los ilustrados, Hegel o Krause sostienen

lo mismo. La única diferencia radica en que la conciencia histórica de los hechos, de estos

últimos, lleva a la necesidad de recomponer el equilibrio amenazado o roto, como Galdós lo

vivencia, y no simplemente a repetirlo, tal como en la Gracia platónica aún era posible

expresarlo.

Es la metafísica del optimismo que resurge cuando se ha experimentado que la

restauración es posible:

"Cada cual en su puesto, cada cual en su obligación, con el propósito de cumplirla

estrictamente, será la redención única y posible, poniendo sobre todo el anhelo, la

convicción firme de un vivir honrado y dichoso, en perfecta concordancia con el

bienestar y la honradez de los demás"32.

k) Claro que recomponer el orden de las cosas exige un gran esfuerzo y no olvidar ni las

causas del fracaso ni los intentos fallidos de recuperación. Galdós aquí no confía en la

filosofía ni en la ciencia porque manifiestan una inteligencia distante mientras que él sólo

confía en la vida imaginada y soñada que provoca el sentimiento y la emoción y se erige en

norma anticipatoria de la realidad.

Esta postura de Galdós está menos distante de lo que parece de ciertas actitudes

unamunianas sobre la inteligencia o de propuestas orteguianas sobre la unidad perdida entre

razón, vida e historia como expresión de lo que Azam llama filosofía militante frente a la

filosofía triunfante. Pues, cuando la razón no es capaz de proporcionar al hombre un

fundamento inquebrantable, y ello se traduce en ausencia de orientación práctica; cuando

el objetivismo es ilusorio, no la razón a secas sino la razón soñadora e imaginativa es

imprescindib le.

N CONGRESO GALDOSIANO ,.

3.2. El género literario

Esta perspectiva exige su propio género literario, su propio lenguaje. De ahí la

importancia del ensayo en los primeros años del siglo (en realidad de todo el siglo); por eso

el gran debate sobre la novela entre intelectuales y humanistas, la renovación y el impulso

poético del modernismo y por eso también Galdós "ensaya" este género ecléctico entre la

novela cuyo máximo jugo para el tema que se traía entre manos ya se lo había sacado en

Misericordia y, el cuento, más dúctil para mostrar la "realidad" que hayal otro lado de la

realidad.

Galdós no fue muy lejos para encontrar lo que necesitaba. En realidad el modernismo,

"denodado esfuerzo por la particular libertad expresiva sin limitaciones previsibles ni

impuestas"33, como le define Victorino Polo, era ya expresión de una mentalidad cuya

valoración del "espíritu del tiempo" era coincidente para atender desde lo íntimo personal,

es decir, la conciencia, la visión que ofrecen la historia y el paisaje. Por eso ni aquella es la

historia de los hechos verificables ni este, objeto de análisis cartográfico.

Galdós asume formalmente ese arte aristocrático y exquisito "donde la fantasía

encuentra campo y aliciente para sus vuelos". Como dice el propio V. Polo,

"La crisis de fin de siglo la supera el Modernismo mediante la imaginación y el sueño.

Sienten claro desdén por la observación rigurosa de la realidad entorno, revierten la

mirada a su propio interior, se ensimisman y encuentran en la subjetividad lo que

desean, de manera que intentan lo insólito de que la naturaleza imite al arte que ellos

son capaces de crear"34.

El propio Galdós que nos da algunas pistas sobre sus fuentes de inspiración35 también

marca las distancias en forma igualmente de clave36 respecto de las contradicciones

ideológicas que acompañaron a los modernistas y las distancias que con ellos mantuvo.

Como ya hemos dicho, Galdós se formó en una ideología optimista, preparada para sentir

una angustia que no cierra de manera determinista sino que constituye un elemento

dialéctico de superación. Por eso nunca,deriva hacia el pesimismo ciego. Podía coincidir en

el diagnóstico con los modernistas, utilizar su mismo lenguaje y sus mismos símbolos pero

la terapia propuesta es diferente. Por eso Galdós no convierte la historia en leyenda aunque

a primera vista lo parezca.

Algo semejante ocurre respecto de Unamuno y otros autores del 98 a propósito del paisaje

castellano donde el protagonista de la novela purga su anacronismo. Galdós utiliza ese marco

pero el paisaje no se resuelve en un mito que exprese una realidad primordial legitimadora

de la nostalgia. Por eso la influencia de En torno al casticismo es simplemente aparente: en

Galdós no hay apología estética de la vida campesina.

Utiliza, pues, elementos de la literatura noventayochista pero el lenguaje y la estructura

de la novela tal como la concebía le imponían otra forma de pensar. El subjetivismo

unamuniano no era trasplantable al realista del XIX, Galdós, que se salva paradójicamente

mejor del riesgo de esencialización de la realidad, en el sentido de conseguir solamente un

final esteticista.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Como ya se ha estudiado, Galdós fue un innovador del género novelístico y también del teatro

y era un hombre atento a los cambios literarios que asumía con presteza tanto por razones artísticas

como por raznes también prácticas. Este cuento real ... inverosímil con reminiscencias de novela

caballeresca y resonancias quijotescas que incorpora el simbolismo de la literatura universal: el espejo,

el agua, el paisaje, el tiempo ... y la atmósfera de los círculos esotérico-teosóficos, críticos con el

positivismo y creyentes de métodos y formas de vida dotados de poderes no conocidos37, dificilmente

puede uno imaginárselo escrito de otra manera. En la medida que pensamiento y lenguaje se

condicionan, Galdós ha acertado con un ritmo descriptivo que provoca la atmósfera mágica que

envuelve al lector y le hace creible -verosímil-la fábula que responde a lo que Cela, en su discurso

ya citado, señalaba como lo verdaderamente útil de la fábula

"el hecho en sí de la búsqueda de compromisos humanos, de experiencias trágicas y de

situaciones capaces de sacar a la luz de la siempre ambigua necesidad de optar

ciegamente ante las solicitaciones del mundo que nos rodea o puede rodearnos, lo que

compone el fresco de la literatura como laboratorio experimental"38.

3.3. El Tema

Pérez Galdós, como ya hemos anticipado, retoma el mismo tema de las clases sociales,

es decir, de la sociedad española tal como lo había dejado en Misen'cordia y lo reelabora desde

otra perspectiva, utilizando igualmente el sueño, es decir, la conciencia en el sentido ya

explicado, para ofrecer una solución diferente del mismo problema39•

Si en Misericordia la figura de Benina -pobre mendiga- es inicial remedio salvador de

los males de esa burguesía que por sus propios desatinos había caído en la más absoluta

miseria, pronto se muestra insuficiente por sus hábitos poco ortodoxos y al final otra

administradora ocupa su puesto. Benina "legitima" moralmente, al final de la novela, el cambio.

Quedaba la otra solución: ensayar un proceso de cambio que ocurriera no tanto por la

vía de las relaciones entre clases cuanto por la acción de la propia conciencia de quien aún

Galdós creía que era el sujeto de la historia y la sociedad: la burguesía. El pueblo no es en

esta novela el principio activo y catalizador del cambio, de la auténtica metanoia moral; es

sólo el principio de una realidad cuyas insuficiencias, a ojos del liberal Galdós, le impiden

asumir comportamientos de liderazgo. Aplica aquí la particular visión de los lugares

naturales, de cada uno en su sitio, tal como ya hemos visto, con una sola variación: los

"suprahispanos" debían conocer y tener en cuenta la existencia de los "infrahispanos" e

incorporar mayor capacidad de entrega amprosa y de sacrificio para conseguir una mejor

armonía social evitando los desajustes más fuertes.

El protagonista

¿Por qué Tarsis es el protagonista? ¿Por qué lo elige Galdós para su "penitencia" particular? ¿Qué

virtudes hacen amable al personaje a pesar de su desorden y falta de administración?

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

Es verdad que otros personajes, herederos igualmente de ese pasado" glorioso" aparecen

en la descripción inicial pero pronto se van difuminando. No tienen ya salvación, salvo como

administradores, como ciudadanos medios. Tal es el destino de Becerro. Pero nunca podrán

ser ya protagonistas de una sociedad nueva. En realidad el propio autor nos desvela la clave

al final de la novela:

"Los perversos y los tontos rematados no son susceptibles de encantamiento. La Madre

impone su corrección a los hijos bien dotados de inteligencia y que sufren de pereza

mental o de relajación de la voluntad. En la naturaleza corregida de estos elementos

útiles espera cimentar la paz y el bienestar de sus reinos futuros"4o.

Primero, Galdós nos presenta a un Tarsis bien criado e instruido en la tolerancia que le

proporcionan sus muchos viajes; lector de "ávidas lecturas" y olvidadizo de "las ínsipidas

enseñanzas de su primer maestro", su vitalidad le impide caer en la pereza y rechaza por igual

las apariencias y las conveniencias. No acepta las propuestas de sus mentores para que acate

las soluciones más convencionales a su situación de bancarrota: la pertenencia a una orden

caballeresca, el matrimonio de conveniencias, el refugio en lecturas de la rancia tradición que

le recordasen su pasado glorioso y mítico, o bien, las propuestas de la moral tradicional. En

verdad todas eran inútiles sin dinero y hacienda.

Podríamos decir que su inconformismo le hace ser atractivo a pesar de dilapidar su

hacienda, de carecer del sentido de la justicia social de la propiedad y de no valorar el sentido

del trabajo ni de la renovación agrícola y tener, en cambio, un sentido muy claro de la

diferencia entre las clases sociales.

"Trabajar! -dice Tarsis- ¿Para qué? Los chispazos, los resplandores de fuegos fatuos

que vemos en la literatura, en artes gráficas y en algún otro orden de la vida intelectual

no nos invitan a que trabajemos. Todo nos llama al descanso, a la pasividad, a dejar

correr los días sin intentar cosa alguna que parezca lucha con la incercia hispánica. Si

me pusieran en el dilema de trabajar o perecer, yo escogería la muerte. ( ... ) Mi único

mérito está en la brutal sinceridad de mi pensamiento"41.

Pues esa sinceridad pesimista es con seguridad, la cualidad que le distingue de sus amigos

porque es síntoma de que la conciencia no está agotada, que mantiene inteligencia y vitalidad

y que tan sólo flojea la voluntad. No pertenece, pues, a esa pequeña burguesía que se limita

a coleccionar títulos nobiliarios pero que no contribuye a mejorar en absoluto la organización

de la economía; ni tampoco a la aristocracia rural que representan los Gaitines quienes a

pesar de observar el trabajo de los jornaleros mantienen una distribución de la tierra

completamente injusta; ni a la burocracia de los Gaitones, exponente de una justicia corrupta

que favorece a los poderosos. Tampoco, finalmente, pertenece al pueblo cuya miseria le

hubiera impedido salir de su situación.

No había mucho donde elegir, ciertamente, y Galdós opta por el último reducto de la

conciencia: la sinceridad inteligente que si atenazada por el pesimismo mantiene a la

voluntad inerme, puede convertirse en virtud renovadora si es fermentada por el optimismo

que surja ante la posibilidad de conseguir una mayor igualdad basada en el amor.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

La prueba

Para lograr esto es preciso volver la conciencia del revés, ponerla frente a la dura realidad,

sacarla de su modorra urbana y oxigenarla con el viento del campo para después volverla

a la ciudad, para Galdós centro de decisión. El encantamiento como truco literario tiene así

una doble interpretación: si de alguna forma y en sentido negativo estaba ya encantado por

sus fantasías y fantasmas, por su sentido anacrónico de las cosas, se trata, en verdad, de

encantarle, es decir, ilusionarle con una realidad que desconoce y que si al principio será su

purgatorio luego podrá ser su lugar porque él contribuirá a modificarla.

Utiliza para ello Galdós el espejo como símbolo de una conciencia capaz de recuperar la

mejor tradición española -yen ese contexto sucede el encantamiento-y de una ensoñación

creadora que permite "pasar" al otro lado de la realidad, tal como lo utilizó Lewis Carroll. El

espejo contribuye con sus reflejos a pensar que todos somos un poco todo, que toda la

realidad efectiva no es otra cosa que la conciencia misma, como decía Hegel, y por

consiguiente que amo y siervo son dos caras de una misma realidad dialéctica. Sólo falta que

el espejo muestre su mutua dependencia.

Esa es la prueba: convertir al amo en criado, colocarle en el lugar, paisaje natural y social

de los siervos, ponerle en contacto con el pueblo, la rudeza de su ambiente y las injusticias

cotidianas. Se convierte así en un trabajador aunque se note que proviene de otra clase: "A

mi no me la da nadie -dice Bartolo, uno de los personajes- Soy perro viejo, que ha visto

mucho mundo ... Debajo del sayal, hayal... y punto ... "42. Esta diferencia le permitirá salir

finalmente de su precaria situación y convertirse en símbolo del hombre nuevo. Antes deberá

pasar también por el rito del agua en la redoma de los peces -el Tajo como símbolo de la

España imperial- y frente al espejo superar los rencores, cierto sentido vetusto del honor

y reconciliarse con la ley. Así, como sumergido en en bautismo laico, empapado en la moral

del amor, se convierte él mismo en símbolo de la España que Galdós soñaba. No hay

revolución social, pero sí un cambio de valores.

El paisqje y el campesinado

La penitencia, el sacrificio y el calvario acaecen siempre fuera de la ciudad. El campo

vivido significa la dependencia de la tierra y su aridez, expresa la fuerza de la Naturaleza sin

mediaciones y se convierte en horizonte abierto para sus habitantes:

"No es lo mismo admirar la Naturaleza desde la ventanilla de un tren o desde la terraza

de un hotel que contemplar un trozo de laderas y monte con absoluta libertad de

espíritu, sintiéndose el espectador tan bravío y salvaje como lo que contempla, y siendo,

en verdad, parte o complemento del paisaje, ser de su ser, pincelada de su pintura, rima

y cadencia de su poesía "43.

En este sentido el paisaje castellano, visto sin el rigor de las distancias ni la precisión del

topógrafo, se convierte en un espacio simbólico, continente apropiado de la cultura

IV CONGRESO GALDOSIANO _

campesina que Sancho (no es casual la coincidencia) al caballero encantado de esta manera

describe:

"Este oficio -le dijo- es el más holgado y menos enfermizo que conocen los hombres,

con ser tan antiguo como el roncar, no se ha encontrado cosa más arrimada a lo natural

que esta vida nuestra. Pobres "semos" hogaño, tan "probes" como cuando adoramos

al Niño Dios en el Portal de Belén. Pero la pobreza es nuestra honra y nuestra paz. La

"mesma" sopa y las "mesmas" migas que comiamos entonces comemos ahora, y la

"mesmísima" licencia de los amos tenemos para comernos la oveja perniquebrada, y

alguna sobrera que en días de recio queramos matar ... "44.

Sin embargo, ese ámbito donde se nos manifiestan las ruinas de la historia -La Historia,

que nos traen al recuerdo las luchas de moros y cristianos en Calatañazor y las penitencias

de San Saturio en Soria no está esencializado ni mitificado en la novela galdosiana. No remite

a ninguna situación originaria que sirva para legitimar el futuro, ni su desnudez o

perennidad, que llaman a la inmovilidad, son la alternativa. Cierto que el simbolismo impide

una descripción objetiva y sociológica pero tampoco hay una descripción de bellezas

imperecederas en tierras y hombres.

En general, la mayoría de los labriegos que aparecen en la novela son gente mediana,

dedicada a su trabajo pero sin especiales cualidades. No podía ser de ora manera dado su

aislamiento secular. Ofrece interés en este sentido el personaje de "Usebia" (respetuosa con

los parientes y cumplidora del deber según la etimología de su nombre) que habría podido

ser la esposa de Gil pero no de Tarsis, por su falta de modales y su exceso de primitivismo.

Es el personaje antagónico de Pascuala-Cintia, maestra y delicada mujer cuyo amor por GilTarsis

representa el mito de Dulcinea y será al final, la mujer de promisión.

Calatañazor, por su parte, es visto como un pueblo "horrible y pobre", y sus gentes como

odiosas: "¿has visto pueblo más horrible? ... Me ha traído a una cárcel -dice Cintia-. Soy

prisionera y mártir, Gil; me rodean y acorralan personas que el primer día me fueron

antipáticas y hoy me son odiosas ... "45. De Boñices se dice que es el lugar donde "los males

de toda la tierra se agravan con el abandono en que nos tienen los mandarines"; de estas

tierras "los días de gloria se fueron para no volver"46.

Tierra dura, endurecida aún más por la injusta distribución de las propiedades: "el campo

es siempre campo, asolación, esclavitud; abajo, la Tierra que le dice: "Lo que te doy no es para

ti." Arriba, el Cielo que le dice: "No me mires: te mandaré agua ... Pero lo que agua y tierra

te den no es para ti. .. "47. Por ser lugar de injusticias es también potencial foco revolucionario,

en opinión de Galdós, por culpa del egoísmo de los propios terratenientes que viviendo en

las ciudades son ciegas para ver las condiciones miserables de vida de los campesinos. El

futuro exige la muerte de los anacronismos míticos tanto de los injustos como de los caducos.

Solamente los niños son vistos como anticipo de ese futuro. Así los niños de Calatañazor

y Boñices que aprenden sus primeras letras en las viejas escuelas con viejos métodos

aparecen como la razón de ser que mantiene a sus maestros en el pueblo (frente al resto que,

como decíamos, es presentado como horrible) y sobre todo el niño que nace del amor de Gil

y Pascual a que expresa finalmente el mito de Cristo como Salvador. Retoma aquí Galdós una

,. BIBLIOTECA GALDOSIANA

técnica utilizada ya en Gloria para justificar un futuro que se levanta sobre contradicciones

del pasado, superándolas. Ese niño, concebido en plena meseta, es, en mi opinión, símbolo

de la España futura que Galdós opone a las mitificaciones de la España eterna. "En los

tiempos que corremos -le dice la Madre-los niños mandan. Son la generación que ha de

venir; son mi salud futura; son mi fuerza de mañana. Les he visto agarrados a su

maestra ... "48.

La Historia

En este duro paisaje habita, aunque en ruinas, la Historia. Era, pues, lógico que se

apareciera ahí, ya que le hubiera sido imposible hacerlo en el marco de la política

parlamentaria construída sobre el vacío de una palabrería sin sentido.

Pero sólo la ve quien siente necesidad de su existencia, porque su vida, su posición social

encuentra su razón de ser en la propia Historia. Gil, antes Tarsis, necesista un ajuste de

cuentas con ella antes de construir un futuro distinto. Galdós, novelista-historiador de tantas

historias, no tenía más remedio que llamar a la Historia para que pusiera orden en el desorden

y diera por terminado lo caduco. Sólo sobre esa base, ella misma podrá hacer que nazca la

nueva España. Pero sólo se hace figura visible a los ojos de la conciencia que sea capaz de

deducir la necesidad de su existencia pero permanece invisible, opaca y mortal para

burócratas y agentes del orden, que sólo atienden a lo pequeño e inmediato.

Así, Borrego sólo ve en ella una historia parcial, verificable, positiva pero carece de su

sentido auténtico; los Guardias Civiles, por su parte, se limitan a esposar a la mendiga que

tiempo atrás fue noble y ahora es un estorbo social que será llevada a la cárcel o al manicomio

(este calvario recuerda mucho a Nazarín como expresión del mito de Cristo preso).

Es Tarsis-Gil quien ve en ella a la Madre-Historia, Madre de la Humanidad y Humanidad

ella misma donde vive como las madres viven en los hijos que no reniegan de ellas. Con esa

madre comprueba que quien se olvida de su origen pierde el sentido de la vida. Es la HistoriaProvidencia,

Historia-Razón e Historia normativa que da forma a la vida de los hombres; es

cauce y orientación del vivir correcto y conciencia crítica de los desatinos. Es, en definitiva,

la legitimación de lo natural y de lo social que sanciona inevitablemente los descarríos.

A través de los encuentros que mantiene en la mente del protagonista podemos ir viendo

cuáles son los pensamientos y las quejas que configuran una cierta filosofía de la historia

que responde a las creencias y convicciones del propio Galdós.

Su papel en la novela, por consiguiente, tiene dos partes: En la primera critica el egoísmo

de los terratenientes que conducía a fuertes desajustes sociales y también a quienes desean

"volver la tortilla". Eso sería, dice, "trocar los términos de la desigualdad, agravando la

injusticia y aumentando la confusión"49. Entre ambos extremos, opta por dar una lección

moral a los ricos avaros y a los retóricos.

Rechaza la erudición, "la investigación infecunda", los rituales pomposos, la forma de

hacer política, el desajuste entre el lenguaje emblemático, las ideas vacías y las acciones

carentes de nombres que las expliquen ... la ignorancia de las verdades fundamentales y la

retórica sin fin de la vida urbana. Pero considera igualmente impotente la situación del

IV CONGRESO GALDOSIANO _

campesinado, por eso la lección moral que antes mencionaba debe concluir con la

vuelta de quienes están llamados a ser dirigentes a sus puestos. Y ese puesto está

en la ciudad.

Podemos resumir su visión de la realidad con las palabras del protagonista:

"Aquí vivimos de mentiras. Decimos que ya no hay esclavitud. Mentira: hay

esclavitud. Decimos que no hay Inquisición. Mentira: hay Inquisición. Decimos que

ha venido la Libertad. Mentira: la Libertad no ha venido, y se está por allá muerta

de risa ... "50.

La segunda parte ofrece la terapia: frente a las mitificaciones huecas que provocan

parálisis, o la revolución, la utopía posible:

"Me verás rozagante y alegre cuando la muchedumbre de mis criaturas se muestre

enmendada de sus delirios y con inclinaciones al bien y a la paz. Me verás triste y caduca

cuando la grey que lleva mi nomb're se desmanda y quiere precipitarme por senderos

abruptos"51.

Esa utopía posible comienza con un cambio del nombre interior: "Véngate ahora con ira y

rabia de tu fiero enemigo, que eres tu mismo" 5'2 , le dice la·Madre.Y concluye con la convicción

del propio protagonista: "Ya entiendo que he de ser vencedor de mi mismo"53.

Es una propuesta de carácter moral y pedagógico. Por eso no hace falta mencionar

nuevamente la influencia que Giner ejerció sobre Galdós para comprender la sintonía que

mantuvo con el profesor rondeño y su ideal del hombre nuevo en perfecta consonancia con

la nueva España que ambos anhelaban54.

En definitiva, esta es la lección fundamental de la historia: el valor del conocimiento base

de la libertad de pensamiento y la sintonía de "voluntades, de corazón y de oficio" que

consolidan una sociedad distinta.

Pascuala55, amor de Gil, ejerce el magisterio llevada de su cariño por la infancia y,

entregándose a los niños, los protege frente a su medio hostil. En ella es más grande el amor

que los conocimientos, de acuerdo con el propio ideal gineriano:

"Lo que España necesita y debe pedir a la escuela no es precisamente que sepan leer y

escribir: lo que necesita son "hombres" yel formarlos requiere educar el cuerpo tanto

como el espíritu, y tanto más que el entendimiento, la voluntad"56.

Su estilo, sensibilidad, cualidades personales, origen social y conocimientos, la hacen

figura digna de redimir a Tarsis y redimir a España. Frente a ella nos presenta Galdós la figura

de D. Quiborontifosio, entrañable pero inservible. Su rústica procedencia y su formación

popular -los refranes continuamente recitadós- le convierten en un representante del

pasado que no volverá; un pasado donde la educación escolar no era reconocida. El mismo

lo señala: "pertenezco a la última fermentación de la podredumbre del Reino ... Ya ve

usted ... "57. No es suficiente la bondad de D. Quiboro para sustentar el futuro. Por eso muere

al igual que les sucede a quienes ya no es preciso que vivan.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

La muerte y la resurrección

Si hay alguna realidad en las novelas de Galdós que permita conocer el valor que su autor

da a la existencia de los distintos personajes, esa es la muerte. Por eso nos encontramos con

un amplio abanico de significaciones en cada muerte o en las resurrecciones, como es el caso

de esta novela. Incluso desde las muertes podemos valorar la vida de quienes permanecen.

Siguiendo aproximadamente el esquema de José Luis Aranguren58 que ya utilicé en mi

monografía sobre la novelística de Galdós (1981) nos encontramos, en primer lugar, con la

muerte de Gaitín a manos de Gil-Tarsis. Es la muerte necesaria del pasado que no ha

com prendido la evolución de la historia. "Bien muerto está: Bien vale mi Cintia la muerte de

un imbécil"59, dice para sí el protagonista quien considera que sólo eliminando a quienes

sostenían la situación de injusticia y la propiedad de la tierra podía hacerse posible el ideal

igualitario, proclamado por los Primeros Padres de la Iglesia cuyos testimonios han sido

expuestos ardorosamente poco antes del homicidio.

Esta interpretación nos llevaría a ver en Galdós un revolucionario, lo que bien es sabido

que no es cierto, pues con posterioridad el propio homicida es aprehendido por la Justicia y

muerto al intentar huir. Aun siendo, pues, necesaria la muerte de los Gaitines, la violencia

no es apropiada como instrumento dialéctico de acceso a la nueva situación.

En segundo lugar, asistimos al final de D. Quiboro, el entrañable maestro cuya muerte

es el acabamiento de otro pasado ya viejo pero sustentador del presente. Con él finaliza un

etapa, el hombre viejo, que "solícita abeja dio su miel a las generaciones ingratas"60 y se abre

la posibilidad del hombre nuevo, nacido de la educación y el amor de Pascuala.

Finalmente mueren Tarsis y la Madre. El primero desobediente de la Justicia y alterador

del orden debe pagar su pecado. Ha ido demasiado lejos en su actuación al matar a un

hombre, como le recuerda Regino, el Guardia Civil.

La Madre muere porque no deja de representar una actitud anarquizante, "no ha hecho

más que ocultar la rapiña de los leñadores furtivos ... " y, además, el comportamiento de

muchos españoles, políticos, burócratas, etc. la han precipitado al sinsentido. Su muerte es,

pues, "el acto de policía impuesto por duro reglamento"62, inevitable en una sociedad

burocrática para quien no acata la ley. Simboliza, además, la necesaria finalización de un

modo de vida. Mueren en su muerte los estúpidos, para que resuciten los hombres nuevos

con el impulso de la raza, de la Humanidad inmortal. Es la resurrección de la esperanza y

la vida, una vez superado en la muerte el fantasma de los tiempos pretéritos. Con este vigor,

la propia Raza hace de Gil un hombre bien distitnio de quien fue, con firme voluntad y "todo

el esplendor y frescura de nuestro optimismo, que podrá tener, como dicen algunos filósofos

regañones, su poquito de ridiculez, pero que es, creeme a mi, el único ritmo, pulsación o

compás que nos queda para seguir viviendo"63.

Un personaje no muere. Es Becerro, el burócrata, símbolo del ciudadano medio que a

pesar de ser juzgado por robar, le salvan su experiencia y su conocimiento de lo útil. Al fin,

su pecado no ponía en peligro el orden social. Es necesario para la sociedad pero su

mediocridad le impide ser sujeto del nuevo orden de cosas. Los protagonistas le asignan un

puesto secundario: "y al gran Becerro nombraremos archivero mayor de todos los reinos

descoronados ... , con un sueldo que asegure su existencia estudiosa ... "64.

IV CONGRESO GALDOSIANO fiD

El hombre nuevo

Terminado el tiempo de la prueba, como ya indicábamos, se deshace el encantamiento

y aparece la vida nueva, compendio de las diversas aportaciones realizadas en NazannHalma,

Misen'cordia y Casandra,

Al otro lado del espejo espera la mujer amada con la que ha tenido un hijo, símbolo de

la libertad que Tarsis ganó frente al cautiverio de los Gaitines. Si el niño es símbolo del amor

humano, compendia en sí el amor como tolerancia y expresa la presencia del Dios universal

que aparece en la conciencia sin necesidad de ningún ritual. El Dios de Benina y Rosaura,

superador del Dios burócrata, es ahora el Dios de Tarsis y Cintia que eleva la salvación

individual a la categoría de salvación social: ambas forman una sola realidad. Una propuesta

moral donde la verdad, el amor y la caridad constituyen el sentido que construirá el futuro

de paz y bienestar para todos: desde Boñices a España entera.

Galdós muestra así más claro aún su mensaje con el fondo de España cuya atmósfera se

siente. En realidad puede decirse que constituye una especie de resumen casi final, síntesis

donde sus elementos más accesorios no son ya necesarios. Galdós no quiere que nada nos

distraiga cuando llegue el final de la novela para que los aspectos fundamentales sobresalgan.

Una vez corregida la naturaleza, asentada cada cosa en su sitio y recuperado el espacio

urbano, la conciencia, facultad de la razón y el amor, de la libertad y el orden, constituye ese

hombre interior donde cabe España toda.

Es el hombre nuevo. Bien lejos del intelectualismo distante, de la pasión desordenada,

de las propuestas burocráticas, de la política profesionalizada y huera y de la acción social

revolucionaria. Sólo el amor es fecundo: "Siento la presencia invisible de nuestra Madre, que

nos manda repoblar sus estados", concluye el protagonista.

4. Virtualidad del proyecto galdosiano: desalienación española

desde el rflformismo conciliador

¿ Qué valoración merece este proyecto ético-estético de Benito Pérez Galdós, setenta años

después de su muerte?

No cabe duda que este mundo galdosiano coincidente en tantas cosas con la 1. L. E. ofrece

interés hoy, como testimonio de la burguesía liberal y progresista forjada en la ideología del

krausismo que "desencadenó --como dice Gurméndez- una ansia de reformas que se llevó

solamente a cabo en la educación "65. Porque de educación se habla y didáctica es esta novela

frente al tradicionalismo arcaico representado por los Gaitines pero también frente a los

grupos que pretendían establecer otro orden social y defender el protagonismo social de

grupos alternativos. Galdós pertenece a esa burguesía liberal de la cual Carlos Gurméndez

dice" que, si bien era opuesta a la sociedad petrificada, también combatía toda transformación

revolucionaria"66. Así pues, nos hallamos, según el esquema que ofrece este autor, en

la España reformista de talante conciliador, diferenciada de los reformistas más radicales y

enfrentada a la España conservadora tanto como a la revolucionaria.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Ahora bien, aunque este análisis me parece básicamente correcto, creo igualmente que

el mensaje galdosiano ha resistido el paso del tiempo mejor que otros. Prueba de ello fue el

homenaje popular frente a la frialdad de los intelectuales en el momento de su muerte, las

críticas durante muchos años de la España tradicional y su recuperación en los últimos veinte

años. A pesar de las limitaciones del planteamiento intelectual del krausismo cuya influencia

es notabilísima en Galdós como indicamos en el punto segundo, no es menos cierto que el

krauso-positivismo institucionista corrigió en buena parte la posición inicial. Galdós creo que

se dio cuenta de ello bastante pronto (hacia 1885 hay ya testimonios de ello) y optó por esta

vía que, primero, desmitifica gran parte de la historia de España, factor importante de

cambio; segundo, ejerce, a través de la novela, una influencia práctica en la conciencia

colectiva y, tercero, ofrece un futuro prometedor. La desalienación no se produce sin la oferta

de la esperanza y esta surge en la novela como consecuencia de la crítica a su realidad

contemporánea. El optimismo aparece cuando las razones del pesimismo pueden ser

superadas. No antes.

A la generación del cambio de siglo le perjudicó, sobre todo, la inexistencia de una

reflexión teórico-filosófica capaz de explicar en su raíz los cambios sociales y económicos y

eso les obligó a seguir utilizando presupuestos elaborados con anterioridad. Ahí está la razón

de sus limitaciones que sólo algunos autores mucho más jóvenes pudieron superar.

Galdós apuesta por la acción ético-educativa en El caballero encantado pero como única

forma de modificar la acción política no como su alternativa. Ante la quiebra de la sociedad

sólo le queda el hombre interior, el cambio de conciencia como punto de partida de la

desalienación nacional. Si no conoció la filosofía marxista y su aportación sobre el

funcionamiento de las estructuras económicas que le hubiera llevado a defender una acción

social más contundente como estrategia regeneradora, no por ello dejó sin defensa buena

parte de este cuadro de valores indicadores de la desalienadón, tal como lo configura carlos Gurméndez:

.. Así, frente a la superstición aldeana, la fe auténtica; frente a la creencia, la reflexión

crítica; frente a la inmovilidad, la innovación continua; frente a la masendumbre, la

inquietud; al desasosiego, la angustia ciudadana; a la repetición indefinida, el progreso

ilimitado; al aislamiento, el compañerismo; al individualismo, el sindicalismo; al interés

propio, el universal; al prejuicio ciego, el juicio lúcido; a la represión sexual, la libertad

moral; a la mujer sierva, la compañera del hombre ... "67.

Claro que el propio Gurméndez señala que estos valores, para ser eficaces, "deben

realizarse humanamente en cada hombre", es decir, que deben superar su puro nivel formal

y materializarse, o sea, realizarse. Justamente la Revolución del 68 y la Restauración creo

que habían servido a Galdós para creer poco en las apariencias y sí en las realizaciones.

En este sentido la recuperación de la obra institucionista y la de Galdós es exponente del

valor que conservan como desalienación. A pesar de que vistas desde hoy no superan el

reformismo. Pero, ¿qué otra cosa cabe? La España del último cuarto del siglo xx ha repetido

el modelo, de nuevo, frente al tradicionalismo y la revolución. Por eso ahora igualmente se

abren interrogantes acerca de la desalienación frente a los valores de la sociedad industrial,

etc. y por eso la novela desempeña una función similar a la realizada por Benito Pérez Galdós, novelista.

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

Notas

1 L. Femández Cifuentes, Teoríay mercado de la novela en España, Madrid, Gredos, 1982, pp. 179-92.

2 Así, por ejemplo, Jacobo Muñoz e~ su Introducción al libro de Lyotard, ¿Por quéfilosifaT'?,

Barcelona, Paidós, 1989. Comienza diciendo que "Por un conjunto de razones obvias, las tradiciones

filosóficas tienen un carácter mucho menos definitoriamente "nacional" que las literarias. y podría

incluso defenderse sin excesiva arbitrariedad que en esta coyuntura de "planetarización" carece ya de

todo sentido el recurso, a propósito del pensamiento, filosófico no, a tales señas de identidad." p. 11.

3 J. L. Abellán, Histon·a crítica del pensamiento español, v. V, t. 1, Madrid, Espasa Calpe, 1989, pp.

412-20.

4 El propio Fernández Cifuentes resume así la situación: "Durante muchos años la obra de Galdós

había suscitado tres tipos de opinión. Para los intelectuales, Galdós, a pesar de su liberalismo e incluso

su socialismo, representaba aquel siglo XIX español que, con toda su mediocridad y su falta de

perspectiva, se empeñaba en sobrevivirse. Para la Iglesia Católica y la extrema derecha, Galdós -diputado

republicano- encarnaba al enemigo liberal y la lectura de sus obras se consideraba nociva o peligrosa.

Para el pueblo, Galdós era un ídolo entrañable en cuya obra encontraba la verdad.", p. 179-80.

5 H. R. Jauss, cit. por R. Selden, La teoría literan·a contemporánea, Barcelona, Ariel, 1987, p. 137.

6 M. Menéndez Pelayo, Don Benito PérezGaldósen D. Rogers (Ed.), "Benito Pérez Galdós" ,Madrid,

Taurus, 1973, p. 53-4.

7 lb. 70. Los subrayados son míos.

8 M. Zambrano, La España de Galdós, Madrid, Endymion, 1989, p. 14. El subrayado es mío.

9 M. Miguel de Cervantes. La novela, investigación de la condición moderna del hombre: la

realidad como imaginación y peregn·nación, nº 98/99, Barcelona, 1989, pp. 2-24.

lO C. Fuentes, Cervantes o la crítica de la lectura, cit. "Anthropos" (Edit.), p. 11.

11 Editorialista, ib. p. 24.

12 "Pero el arte por el arte es, en sí mismo, un dificilísimo ejercicio, siempre amenazado de usos

espurios capaces de tergiversar su real significado.

Creo que el presupuesto ético es el elemento que convierte la obra literaria en algo verdaderametne

digno del papel excelso de la fabulación." C. J. Cela, Elogio de laJábula. Discurso de ingreso en la

Academia sueca. "El País", 9-12-89, p. 39.

I~ G. Azam, El modernismo desde dentro, Barcelona, Anthropos, 1989, p. 25.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

14 B. Pérez Galdós, Castro en "La Nación". Ed. Shoemaker, Madrid, Insula, 1972, p. 427. El

subrayado es mío.

15 Carmen Bravo Villasante ha realizado una magnífica labor de recuperación del epistolario de

Galdós y Pereda en torno a la novela Gloria. Galdós visto por si mismo, Madrid, Novelas y Cuentos,

1970. Galdós, Madrid, Mondadori, 1988.

16 E. Jong-Rossell, El krausismo y la Generación de 1898, Valencia, Albatros Hispanofilia, 1985,

p.84.

C. Gurméndez a quien más adelante volveremos a referirnos dice al respecto lo siguiente: "Los

verdaderos creadores no se limitan a describir una esquelética o concepual imagen de la alienación, sino

que miden el abismo que separa la situación presente del hombre y su posibilidad futura. Sienten, en

sí mismos, la fe en los valores externos del hombre, quien sobrevive a todas sus deformaciones;

examinan o constatan las diferencias entre su ideal humano y la realidad presente, que ven o viven como

partícipes doloridos". El secreto de la alienación y la desalienación humana, Barcelona, Anthropos,

1989.

17 M. Wund, Ciencia literan'ay Teoria de la concepción del mundo en Ermatinger y otros, Filosofia

de la ciencia literaria, Tr. C. Silva, Madrid, F.C.E., 1984, p. 449.

18 Spann, cit. por Gumbel, Poesiay pueblo en Ermantiger, o. c., p. 54.

19 Es a este respecto su artículo-carta de 1885 de las enviadas a "La Prensa" de Buenos Aires.

Shoemaker, "Las cartas desconocidas de Galdós en "La Prensa" de Buenos Aires, Madrid, Ediciones de

Cultura Hispánica, 1973, pp. 145-53.

20 "De todos los problemas ~ice María Zambrano en su comentario a Misericordia- que a un

español le acongojan. ninguno tan grave como este de la cohesión. de la unidad del pueblo español" Y

cuando un poco más adelante se refiere a la dualidad española que presentan los Episodios se pregunta

la propia María Zambrano: "Esa dualidad. ¿afecta tan sólo al Estado español. o acaso por debajo de él

se produce en la misma coriente de la tradición, en las entrañas de la vida de España?". o. c. p. 123 Y 124.

21 lb. 118.

22 G. Azam. o. C., p. 148.

23 C. Gurméndez. o. C., p. 115.

24 Podría incluirse también La razón de la sinrazón pero creo que esta obra confirma la síntesis ya

propuesta con anterioridad.

25 G. Correa. El sentido de lo hispánico en El Caballero encantado de Pérez Galdósy lageneración

del 98 en "Thesaurus". 18. 1963. p. 15.

26 G. Azam. o. c. p. 71. Podrían ser citados otros muchos testimonios. Valga el de J. L. Abellán quien

comienza el último tomo de su Historia ... con el capítulo dedicado al análisis de la crisis de "fin de siglo"

y las distintas posturas: modernistas. regeneracionistas. noventayochistas. v. V. t. lI. Madrid. Espasa

Calpe. 1989. p. 13-35.

27 J. L. Mora. Elfin de siglo visto por Galdós. "Ulula". 5-6 AThens. 1989. p.

28 B. Pérez Galdós. o. c. Ed. Sainz de Robles. t. VI, Madrid, Aguilar, 1968 (Si! ed.), p. 1.494-1.500.

29 B. Pérez Galdós. Ed. Shoemaker, o. c. p. 535.

30 Rura, o.c., p. 1.497.

31 P. Cerezo, Escuelay Democracia en "Los valores éticos en la Nueva sociedad democrática".

Instituto Fe y Secularidad. Madrid, 1985, p. 150. V. A. Jiménez, El krausismo y la Instftución Libre de

Enseñanza, Madrid. Cincel. 1986 y L. Palacios, El mundo de los valores en la Institución Libre de

Enseñanza en "Sentido de la vida y valores". Bilbao. Universidad de Deusto, 1989. p. 199-212.

32 B. P. G., Soñemos, alma, soñemos, o. c., p. 1.497.

33 V. Polo, El modernfsmo l. Barcelona. Montesinos. 1987. p. 28.

34 lb. 39.

IV CONGRESO GALDOSIANO ,.

35 B. Pérez Galdós, El caballero encantado, o. c., t. VI, p. 237. Para referirme a esta obra a partir

de aquí utilizaré la abreviatura ECE.

36 lb. p. 256. "y yo te digo, Gil, que cuando las palabras, o sean las féminas, no están bien fecundas

por la voluntad, no son más que un ocioso ruido".

37 J. L. Abellán, o. c., V. 1, p. 1.930.

38 C. J. Cela, O.C., p. 39.

39 "Yo hago caso -dice Benina- de los sueños, porque bien podría suceder, una comparanza, que

los que andan por allá vinieran aquí y nos trajeran el remedio a nuestros males" ( ... ) "No sé si me

explico ... , que no hay justicia, y para que la "haiga", soñaremos todo lo que nos de la gana, y soñando,

un suponer, traeremos acá la justicia." t. V, p. 1.930.

40 ECE, p. 342. El subrayado es mío.

41 lb. 233.

42 lb. 270.

43 lb., 247.

44 lb. 249.

45 lb. 287-8.

46 lb. 289.

47 lb. 300.

48 lb. 293.

49 lb. 252.

50 lb. 273.

51 lb. 293.

52 lb. 255.

53 lb. 293.

54 A. Jiménez, o. c., p. 149.

55 Resulta curioso que el último amor de Galdós fuera una maestra. C. Bravo, Galdós, p. 182 ss.

56 F. Giner de los Ríos, Educacióny Enseñanza. El problema de la educación nacionaly las clases

productoras (1900), o. C., XII, p. 243.

57 ECE, 318.

58 J. L. Aranguren, Enea, Madrid, Revista de Occidente, 1958, p. 477 ss.

59 ECE, 304.

60 lb. 327.

61 lb., 328.

62 lb. 329.

63 lb. 322. El subrayado es mío.

64 lb. 343.

65 C. Gurméndez, O. C., 262.

66 lb., 264.

67 lb., 269.