FRACASO LINGÜISTICO/EXITO SOCIAL 11
EN TO.RQUEMADA
Paula Shirley
U no de los placeres de la lectura de la obra
de Pérez Galdós deriva del juego entre las varias formas y voces lingüísticas que el autor logró
comunicar a través del discurso novelístico. Son mUy conocidas la variedad y representación
fiel del lenguaje en la novela galdosiana que dan textura a la narración y verosimilitud al
personaje novelesco. Mi ponencia hoy va a concentrarse en una novela -trataré la serie
Torquemada aquí como una entidad-y tiene como propósito demostrar la relación entre el
desarrollo verbal y social del usurero y las normas de la sociedad madrileña de su tiempo.
Las novelas de Torquemada son más que nada una jornada lingüística. La ascendencia
ininterrumpida de Torquemada, de un hombre del pueblo a un aristócrata burgués,
constituye un aprendizaje lingüístico por el cual aprende a usar las referencias verbales de
su nueva clase. El poder manejar este juego de significaciones (frases en latín, nombres
mitológicos y filosóficos, y frases del Quijote) es un sine qua non de su ascendencia a la clase
media madrileña. En la crítica de esta novela se ha comentado mucho sobre la retórica
bombástica, la ironía verbal, y las frases estereotipadas. En esta ponencia pienso extender
el comentario al proponer y demostrar que el lenguaje oficialmente aceptado de esta obra
. de ficción fracasa en cuanto a la significación lingüística, pero sí logra comunicar las normas
de una sociedad corrupta. Torquemada aprende suficientes referencias léxicas para poder
participar en el contexto cultural de la burguesía, pero el entusiasmo con el cual su manejo
inepto se recibe, establece la decadencia del código social/lingüístico. En Torquemada la
apariencia de r.pmunicación verbal importa más que la substancia.
En el primer tomo de la serie novelística, don Francisco de Torquemada, el usurero, se
empeña en esta aventura verbal como estrategia para sondear el significado trascendente
de la grave enfermedad de su hijo. Esto representa un paso más allá para el avaro. De ahí
que intente usar un nuevo lenguaje que le ha enseñado el ex-cura Bailón. Con él quiere
significar el nuevo estado moral en el que está ansioso de entrar para salvar a su querido
primogénito.
-Torquemada en la hoguera sirve como preámbulo al tema del lenguaje en la novela que
,co,ns,ta de cuatro volúmenes. Aquí el prestamista revela su encanto con el habla melíflua y
su éredulidad para con el lenguaje, dos caracte~ísticas que florecen y le llevan a nuevas
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alturas dentro de la clase media. Este preámbulo también establece un modelo de estudiantemaestro
que se repetirá a través de toda la serie novelística. Torquemada considera al excura
Bailón, el "embustero y farsante" como le llama el narrador, como una" sibila" . El avaro
está encantado con la habilidad de Bailón de contar su historia, "tan variadita y dramática,
y sabía contarla con mucho aquel, adornándola con mentiras". Torquemada recibe y acepta
el discurso del ex-cura entusiasmadamente, y aún más "Todo esto le parecía de perlas a don
Francisco, hombre de escasa lectura" (23). Esto sugiere la recepción que le dará la alta
sociedad a Torquemada, especialmente representada más tarde en la novela en la escena del
banquete. La ignorancia del protagonista de las posibilidades engañosas del juego lingüístico
le lleva a creer que la palabrería de su amigo significa algo.
Bailón representa el uso totalmente burlesco del lenguaje, pero el deseo ingenuo de
Torquemada de abrazar un lenguaje acicalado encaja con el humor de la pos-restauración y
la forma del avaro vestirse mejor. Pero, le resulta dificil a don Francisco internarse en la
nueva lengua, y en momentos de mucha frustración, su manera natural y vulgar de
expresarse prorrumpe. Por ejemplo, cuando Bailón intenta explicar lo desamparados que se
encuentran los seres humanos cara a cara con la calamidad, diciendo, "Ante la Naturaleza,
ante el sublime Conjunto, somos unos pedazos de átomos que no sabemos de la misa la
media" (44), Torquemada, fastidiado, le responde, "Váyase usted al rábano con sus
conjuntos y sus papas!" (45). Esta vacilación entre dos lenguajes se repite frecuentemente
en la novela.
El problema lingüístico se plantea inmediatamente en el segundo tomo, Torquemada en
la cruz. El avaro se encuentra con Cruz del Aguila y, no sabiendo su identidad, se refiere a
las hermanas del Aguila como "pobres porfiadas". Encuentros subsiguientes provocan
torpezas y errores que le humillan y exponen su falta de educación. Torquemada se da cuenta
de que estos lapsos le relegan a un nivel inferior en la escala social que sólo se tolera a causa
de las necesidades económicas de los del Aguila.
En un pasaje que marca su decisión de conciliar su riqueza y su apariencia, Torquemada
se critica severamente: "Pero ello es que no tengo política, no la tengo; en viéndome delante
de una persona principal, ya estoy hecho un zángano y no sé qué decir, ... Pues hay que
aprenderlo, ¡ñales! ... (87) Como sigue ponderando su situación social y económica, concluye
que "Los ricos deben dar el ejemplo, ¡cuidado!, así de las buenas costumbres como de los
buenos modos, para que ande derecha la sociedad y todo lleve el compás debido ... Que sean
torpes y mamarrachos los que no tienen sobre que caerse muertos, me parece bien. Ahí hay
equidad; eso es lo que llaman equilibrio. Pero que los acaudalados tiren coces, que los
terratenientes y los que pagamos contribución seamos unos ... , unos asnos, eso no, no y no".
(89)
El deseo del usurero de transformarse se basa en su aspiración de ser lo que no es -refinado.
La decisión de hacerse "otro" es una violación de su carácter, y el emblema de este "ser otro"
es el lenguaje fino de la clase media. Es impotente al encararse con este lenguaje, un territorio
que puede invadir pero que todavía no puede gobernar. En la ocasión de su primera visita
a la casa de los del Aguila Torquemada es lingüísticamente torpe, después queda mudo
porque "la elocuencia de la noble señora le fascinaba, y la fascinación le volvía tonto,
dispersando sus ideas por espacios desconocidos, e inutilizando para la expresión las
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poquitas que quedaban". (99) Cruz no dice nada substancial; como Bailón, simplemente
tiene una manera de hablar que parece elocuente. A diferencia de Bailón, su habla no es
burlesca, pero todavía es el estilo que conquista a Torquemada, no el significado. Esta
dicotomía entre la forma y la substancia se hace eco por toda la novela de Torquemada y
evoca el tema del materialismo versus el idealismo.
La torpeza del avaro empieza a enmendarse un poco cuando conoce al amigo íntimo de
la familia del Aguila, don José Ruiz Donoso. Este llega a ser el modelo lingüístico y guía social
de Torquemada. Donoso seduce al prestamista inmediatamente: "El estilo, o lo que don
Francisco llamaba "la explicadera", le cautivaba aún más que la ropa, y apenas se atrevía
el hombre a dar una opinión tímida ... " (119) Don José pierde poco tiempo en exhortar a
Torquemada a conformarse con su obligación social y a transformar la apariencia de su vida
para convenir más con su estado económico. Esta conversación repite el previo monólogo
interior de Torquemada sobre la obligación de los ricos de dar buen ejemplo a toda la sociedad.
Los del Aguila escuchan atentamente este discurso y por poco rompen en aplausos al final
de la peroración de Donoso sobre las clases sociales, la obligación social, y las apariencias.
Ellos representan el gran sector de la sociedad motivado por las apariencias, tanto verbales
como materiales. La declaración de Donoso de que "Conozco bien la sociedad" (125)
persuade al lector a aceptar la opinión aquí propuesta como típica.
A pesar de la elocuencia del discurso donosiano y la acogida locamente entusiasmada de
los del Aguila, Torquemada protesta que no puede aceptar la idea de él mismo como parte
de la "clase directoria", una frase que repite Donoso muchas veces. Torquemada añade que
la afectación no es para él. La respuesta que sigue este titubeo del prestamista es una serie
rápida de comentarios expresados por la familia del Aguila:
Si no es echar facha, por Dios:
Si más afectación, y por consiguiente más facha, hay en aparentar pobreza siendo rico.
Sólo se trata de dar a la verdad su natural semblante.
Se trata de representar lo que se es.
Otra cosa es engaño.
Mentira, farsa.
No basta ser rico. sino parecerlo.
Justo.
cabal. (125)
El mensaje seductor de este pasaje viene de la repetición concreta de una idea que ya ha
tenido Torquemada. Para el lector el mensaje es más irónico y depende de las palabras
principales usadas y su orden: facha, apariencia, semblante, representar, engaño, mentira,
farsa. Está claro en el contexto entero que la virtud más importante en la sociedad madrileña
es la apariencia, y que ésta es un engaño.
En este momento en la serie de Torquemada lingüísticamente el avaro es sumamente
inestable. Le cuesta trabajo participar en la conversación con sus nuevos amigos y tiene que
proceder paulatinamente por el laberinto verbal de la sociedad burguesa. Poco a poco
Torquemada aprende de Donoso palabras y frases que se pone como si fueran una levita
nueva. Comienza a imitar a su mentor, diciendo "plantear la cuestión" y "hasta cierto punto
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ya grandes rasgos", pero alguna de las adiciones más significativas son las referencias a
varios grupos sociales encajados en las frases "elementos conservadores, el elemento
militar, el eclesiástico" etc., porque últimamente todos los sacerdotes más poderosos de la
sociedad le aceptarán a Torquemada. Ahora estas frases son meramente humo que les
permite a las clases altas exponer opiniones en términos que suenan como si tuvieran
significado.
Torquemada no sólo se empeña en aprender un léxico amplio que pueda usar para
impresionar, sino también aprende a ser prudente y guardar silencio. Su no-hablar se hace
parte de la farsa social; el narrador comenta, "Pero así y todo, a quien no le conociera le daba
el gran chasco, porque, advertido por su sagacidad de los peligros de hablar mucho, se
concretaba a lo más preciso, y el laconismo y tal cual dicharacho pescado en la boca de
Donoso le hacían pasar por hombre profundo y reflexivo". (135)
El lenguaje y el poder son aliados inseparables. Cuando flaquea la negociación del
matrimonio entre la familia del Aguila y Torquemada, el avaro expresa disgusto en su lengua
original y vulgar, luego cambia a frases recién adquiridas para suavizar su comunicación.
Con esto, Donoso el negociante, sabe que ha ganado el partido: "Al ver que se ponía otra vez
la máscara de finura, Donoso le tuvo por vencido, y le encadenó más ... " (156) Obviamente
la "máscara de finura" es una trampa que le hace a Torquemada víctima de sí mismo y de
aquéllos que manipulan mejor "la máscara".
Torquemada va aprendiendo. Al principio del próximo volumen, Torquemada en el
purgaton·o, el narrador en un pasaje muy irónico describe a los cronistas de Madrid que
vigilan y apuntan las actividades de la familia del Aguila-Torquemada. Estos cronistas tienen
curiosidad por saber qué sirven en una cena elegante y el tipo de encajes usados por Fidela.
Un cronista está interesado especialmente en el habla de Torquemada y lleva "un centón en
que apuntando iba todas las frases y modos de hablar que oía a don Francisco Torquemada ... "
(256) El narrador, no obstante, declara que algunas de las frases son "absolutamente
corrientes". Este cronista hasta pone fecha al progreso en la conversación del protagonista.
Describiendo lo bien que se defiende Torquemada en la tertulia, dice "la falta de principios ...
l.e hacía meter la pata cuando mejor iba discurriendo ... [pero] su aplicación y el cuidado que
ponía al apropiarse las formas locutorias le llevaron en poco tiempo a realizar verdaderas
maravillas gramaticales, ya no hacer mal papel en tertulia de personas finas ... " (257)
La educación y cultura que Torquemada parece poseer son el resultado en parte de su
aprendizaje bajo Zárate, a quien llama "la enciclopedia viva" . Aunque Cruz del Aguila todavía
está instruyendo a Torquemada qué dice en público, el prestamista está adquiriendo una
cantidad de alusiones culturales de Zárate. Torquemada se ha dado cuenta de que el
vocabulario sólo no es suficiente, e intenta incluir referencias que añadirán brillo a su habla,
como "la espada de Damocles", "ser o no ser", etc. También lee el Quijote y "se apropió
infinidad de ejemplos y dichos, como "las monteras de Sancho, peor es meneallo, la razón
de la sinrazón" y otros que el indino aplicaba muy bien, con castellana socarronería, en la
conversación". (362) Mientras su ascenso lingüístico continúa, también su ascenso social
continúa. En este momento su éxito parece más que extraordinario; es casi milagroso.
El apogeo de esta subida sin duda ocurre cuando los leoneses festejan a su nuevo senador
en la escena famosa del banquete. Esta escena es puro teatro, desde la acción y lenguaje hasta
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el método narrativo. Juan de Madrid, el cronista mencionado a menudo por el narrador, está
presente con su centón en la mano para anotar los errores y disparates del usurero festejado.
Aún los maestros de Torquemada que lo han preparado y alabado hipócritamente, Serrano
Morentín y Zarate, "se relamían de gusto, esperando el divertidísimo sainete que a la hora
de los brindis se preparaba". (438) Cuando le toca a Torquemada hablar, él reza que "no se
me atraviese el vocablo". (429) En efecto, para casi todos los que están presentes, la
actuación del senador de Bierzo es un éxito fenomenal. El discurso se concentra en dos
conceptos, el de la acción y el de la practicalidad. Aunque estas ideas poco concretas están
enterradas bajo un montón de palabrería ridícula, atraen a los invitados que parecen
vincularlas a algo concreto y de mucho significado. Torquemada emplea muchas de sus
frases estereotipadas como "partiendo del principio" y la muletilla "cuidado". Recibe una
acogida tan viva y entusiasta que hasta empieza a improvisar un poco. Impresiona al público
usando tales frases como "ser o no ser" que transforma a "comer o no comer", y "la espada
de Damocles" que primero llama "de Aristóteles" y después corrige. Irónicamente, exhorta
a la asamblea así: "Atendamos más a la acción que a la palabra; obremos, obremos mucho
y hablemos poco". (440) Aunque su pequeño grupo de amigos-críticos tiene que sofocar la
risa, el público se emociona más y más por su discurso y lo recibe con apasionado
fervor.
En esta sección abundan las descripciones cómicas y referencias teatrales como" sainete"
y "vis cómica", las cuales subrayan el papel de actor que hace Torquemada y el del público
como testigos ingenuos de la representación que presencian. Las reacciones de los amigos
hipócritas del avaro son interesantes, puesto que ayudan a realizar el concepto teatral.
Morentín alaba a Torquemada con "fingido cariño" y Zárate le abraza, llorando, "pero
llorando de verdad, porque además de pedante, era un consumido histrión ... " (445) No es
de sorprenderse que surja la cuestión de la sinceridad, tanto en el discursante como en los
oyentes. Durante un momento de su brindis Zárate se pregunta si el avaro les está tomando
el pelo a todos los que están ahí, y después Torquemada se pregunta si todos los encomios
son sinceros y si se habrán burlado de él.
Rafael del Aguila, el cuñado ciego de Torquemada, es la única persona que ve la verdad
de la situación del festejado usurero y quiere declararle esto con franqueza a su antagonista.
Por primera vez los dos hombres están totalmente de acuerdo en algo: que Cruz del Aguila
ha inventado al nuevo Torquemada, y que la sociedad lo ha tragado. Rafael admite que nunca
creía que la sociedad aceptara al advenedizo y que cada paso que diera le pondría más en
ridículo. Es exactamente lo opuesto que ha acontecido y la descripción siguiente de Rafael
es una paráfrasis de la novela: " ... nada agradece tanto como él que le lleven dinero, no ve
en usted el hombre ordinario que asalta las alturas, sino un ser superior, dotado de gran
inteligencia ... le mima la aristocracia, y le aclama la clase media, y le sostiene el Estado, y
le bendice la Iglesia, y cada paso que usted da en el mundo es un éxito ... " (456) La sociedad,
no Rafael, es ciega. Torquemada admite que "Mi discurso no fue más que "una serie no
interrumpida" de vaciedades, cuatro frases que recogí de los periódicos, alguna que otra
expresioncilla que se me pegó en el Senado y otras tantas migajas del buen decir de nuestro
amigo Donoso. Con todo ello hice una ensalada". (457) Los dos hombres concuerdan en la
opinión que casi todos los que oyeron el discurso son más tontos que Torquemada. Rafael
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remata la metáfora empezada en el banquete cuando dice, "sus éxitos y su valía ante el
mundo son efectos de pura visualidad, como las decoraciones de teatro". (457)
Queda claro que la sociedad madrileña es corrupta, tanto lingüísticamente como
moralmente. Sus valores más altos son las apariencias y el dinero. El ascenso de Torquemada
se ve facilitado por estos valores y los representa. El lenguaje oficialmente aceptado de las
clases poderosas fracasa al querer comunicar un contenido substancial-tendría que quitarse
la máscara para hacer esto- pero acierta maravillosamente en comunicar las normas
corruptas de la sociedad que lo emplea. La entrada de Torquemada en esta arena desestabiliza
el lenguaje aún más porque sus errores frecuentes llaman la atención a su vaciedad.
Torquemaday San Pedro, el último volumen de la serie, examina el duelo entre el usurero
con el padre Gamborena sobre el alma de aquél. El papel que hace Gamborena en el desarrollo
lingüístico de Torquemada es el de persuadir al avaro marqués de San Eloy, a aceptar
plenamente la idea de redención y a renunciar su amor por el dinero. Por supuesto,
Gamborena quiere cambiar el lenguaje que representa estas actitudes. Dice, "¡Cuánto más
le valdría olvidar sus hábitos y hasta su lenguaje de negociante!" (612) Al final de la novela,
cuando Torquemada está grave y delirando, su lenguaje es una mezcolanza de frases
religiosas y frases de negocio que ilustran su ser fragmentado.
Muchos críticos han comentado sobre el significado de la última palabra del protagonista,
"Conversión". ¿Se refiere a la conversión de la deuda nacional, el proyecto favorito del avaro,
o a su conversión espiritual? Yo propongo que, mientras.su significado confuso apoya el
tema del ser inauténtico y también las cuestiones morales que la novela enfrenta, su
significado esencial y principal reside en el contexto lingüístico de la novela entera, es decir,
que su significado depende del significado del lenguaje en toda la obra, y que este significado
es la inestabilidad. Las personas cerca del lecho de Torquemada interpretan la palabra
"conversión" según sus propios intereses por la muerte del avaro, pero para el lector,
privilegiado por el texto, la palabra se refiere a la inestabilidad lingüística que es el tema
predominante de la novela.
Madrid después de la Restauración es una sociedad en transición. Las clases directoras
tienen que aceptar a advenedizos como Torquemada que pueden comprar la posición, la
influencia, y aún títulos de nobleza. Como dice el narrador, "la riqueza inmueble de las
familias históricas va pasando a una segunda aristocracia, cuyos pergaminos se pierden en
la oscuridad de una tienda o en los repliegues de la industria usuraria". (489) Como enseña
la novela, el lenguaje, tanto como el dinero, es el poder. El desliz y la proliferación de
significados lingüísticos ilustra la descentralización del lenguaje oficial, "hecho posible con
una desintegración de sistemas verbal-ideológicos estables ... ". La inestabilidad del lenguaje
en el discurso social refleja una inestabilidad más profunda en la sociedad. En las novelas
de Torquemada Galdós ha fabricado un texto coherente, constante, y estable a través del uso
de la materia prima, la inestabilidad.