REALIDAD DE GALDOS 11

y EXTRAÑO INTERMEDIO DE O'NEILL:

MODERNISMO y VEROSIMILITUD

Stephen Miller

Según las bibliografías. incluyendo las de

Sackett, Woodbrige y Percival, nadie se ha ocupado de estudiar juntos a Benito Pérez Galdós

y al dramaturgo norteamericano Eugene O'Neill (1888-1953). Eso no es sorprendente. A

pesar de ser autor Galdós de un teatro de indiscutible importancia histórica, él es siempre

el novelista máximo del realismo/naturalismo español. Y O'Neill, que nunca escribió

novelas, es siempre el primer dramaturgo estadounidense, ganador del Premio Nobel de

1936, y, que se sepa, un perfecto indiferente respecto a la literatura y teatro españoles. Se

entiende de esta manera que nadie se haya puesto a estudiar a los dos juntos. ¿Por qué, pues,

se introduce ahora el tema?

A mi parecer parte del problema de inscribir repetidamente a Galdós en el realismo/

naturalismo, especialmente el Galdós de la década de los 1890 en el .. realismo trascendental"

(Sobejano, 35), o el "naturalismo espiritualista" (Casalduero y muchos otros), es la hipótesis

implícita de un Galdós estancado durante toda su producción en una estética literaria y sus

variantes, y, sin decirlo, hacer caso omiso de sus veintiuna comedias, dando a entender que

son la mera extensión escénica de su más conocida estética novelística. En otro lugar [un

manuscrito largo titulado Del realismo/naturalismo al modernismo: Galdós, Zola, Revilla

y Clarín (1870-1901)] he intentado demostrar la necesidad de cambiar un tanto nuestro

enfoque acostumbrado sobre Galdós y Clarín. Sostengo que ellos y otros miembros de las

generaciones de 1868 y de la Restauración viven tempranamente la crisis modernista y que

su literatura revela formasy contenido propiamente modernistas. Sin repetir los razonamientos

allí expresados o su base en las cuatro fases de la evolución galdosiana que explico

en mi El mundo de Galdós ( 1983), quisiera recordar que la pareja creativa galdosiana de La

incógnita (1888), única novela epistolar del autor, y Realidad, novela en cincojornadas

(1889), significan el fin del predominio del arte socio-mimético del realismo/naturalismo de

don Benito. El sorprendente y total cambio de formas novelescas señala la transición a lo

que denomino su "estética humana", un término que procede de su discurso de ingreso a la

Real Academia en 1897; representa su primera alternativa al arte socio-mimético con el cual

normalmente se le asocia. En esta fase de su producción el arte de Galdós es mucho más

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

psicológico que social por centrarse en personajes excepcionales que han dado la espalda a

la comedia/farsa social y que buscan la autenticidad. Es decir, los personajes exigen de sí

mismos que sus actos, pensamientos y palabras estén de acuerdo y no sean hipócritamente

dispares. y lo hacen en estructuras de acción en las cuales Galdós deja de poner tanto énfasis

en el aspecto costumbrista de su literatura, dado que ello equivaldría a estudiar la superficie

de la sociedad, a aceptar que lo que se ve de la sociedad sea buen indicio del carácter de la

misma. Pero durante las décadas de los años sesenta y ochenta, Galdós observa una sociedad

cada vez más practicada en crear una superficie falsa, en mantener ciertas apariencias

socialmente recomendables como cobertura de acciones hipócritas. O sea, acciones que

contradicen los principios reconocidos de la sociedad, al mismo tiempo que corresponden a

las necesidades y anhelos más íntimos de los individuos. Aunque con diferencias de matiz

otro tanto se puede decir del Clarín de Su único hijo (1890) cuando se contrasta con el de

La Regenta (1884-1885), y más a propósito de nuestro trabajo aquí, de Extraño intermedio

de O'Neill, estrenado a los treinta y seis años del de Realidad.

La fase socio-política de la crisis modernista es vivida plenamente por Galdós y los

miembros de su generación, la de la Revolución de 1868. Experimentan de primera mano

las grandes esperanzas del liberalismo y progresismo de la clase media, pero llegan a ver

deshacerse las bases sociales de dichas esperanzas. Como seres públicos su vida es una crisis

de confianza en la estructura social creada por la burguesía que, como naciente clase media

liberal, prometía un mundo mejor organizado y más justo, pero que como clase media

enriquecida -aburguesada- se constituyó en una nueva aristocracia, ahora capitalista. La

generación de Clarín -la de la Restauración- llega a la madurez cuando han quedado

defraudadas las esperanzas liberales de 1868 y cuando la burguesía adinerada se ha quedado

con el poder. Por su parte O'Neill, por vivir en el mundo anglo-sajón donde la crisis se hizo

sentir sólo en vísperas de la primera guerra mundial y por tener cuarenta y cinco años menos

que Galdós, es más bien heredero que partícipe de la crisis que, claro está, culmina en la

primera guerra mundial y la revolución socialista en Rusia. Lo que comparten el Galdós y

el O'Neill que nos interesan aquí es, pues, un arte que ha perdido su razón de ser social para,

en su lugar, centrarse en el estudio psicológico del individuo. Del individuo que no cabe o que

no quiere funcionar ya en una estructura social desacreditada. Las dos versiones de Realidad

y Extraño intermedio coinciden al estudiar las problemáticas psicológicas de individuos de

la alta burguesía que se cuestionan porque no encuentran la satisfacción personal necesaria

que se deriva de pertenecer a una estructura social en que se cree. Es decir: como parte de

la crisis de su mundo, estos individuos cuestionan sus motivaciones, principios y acciones,

y descubren las contradicciones -muchas veces hipócritas- de sus acciones y sus palabras,

pero que son la norma en su sociedad. No es mera casualidad que las contradicciones mas

íntimas de esta clase se revelan en el hogar, y que en Galdós y O'Neill el adulterio tenga un

papel principal en el desarrollo de las obras. La burguesía hizo traición a los principios

liberales en cuyo nombre se rebeló en contra del antiguo régimen. Su castigo es que la traición

termina infiltrando y estropeando sus relaciones personales más íntimas. En Galdós y

O'Neilllos terceros del triángulo no son extraños; son amigos muy particulares de la familia.

La crisis del modernismo ampliamente cultural empieza en la sociedad para después dejar

a sus miembros como individuos solos y aislados.

IV CONGRESO GALDOSIANO _

Otro punto en común entre Realidad en sus dos versiones y Extraño intermedio es que

ocupan posiciones equívocas dentro de la producción de cada escritor. Aunque algunos

críticos las juzgan obras maestras, y aunque las obras teatrales encuentran de vez en cuando

quien las ponga en escena, otros hablan de serios defectos de forma y contenido. Valgan

ejemplos de literatos contemporáneos de O'Neill y Galdós. El conocido crítico de teatro Eric

Bentley escribió en 1952 que "Cien novelistas han tratado más sutilmente las motivaciones

escondidas que como lo hizo O'Neill en su famoso ensayo de sutileza psicológica, Extraño

intermedio, una obra igualmente inferior como estudio de norteamericanos de la clase alta"

(231). Pero el conocido manual de literatura norteamericana editado por Quinn afirmó ~n

1951- que "la obra se logra por su manera de tejer y contrastar la vida exterior e interior

de varios personajes" (933). Consta además que la publicación del texto -muy trabajado y

corregido por O'Neill- de Extraño intermedio en 1928 convirtió a la obra en uno los libros

mejor vendidos del año en Estados Unidos (Gelb, 651, 742). Sobre Realidad, novela en anca

jornadas, Clarín declaró, en carta a Galdós, que la versión novelesca de Realidad era" como

sonda de las más largas de Vd. En otros respectos, no es de lo mejor, con ser bueno" (Ortega,

256). Se explica largamente en este sentido en los artículos que pueden representar lo más

sofisticado de sus muchas críticas sobre don Benito: los de marzo y abril de 1890 en la revista

La España Moderna. De la versión teatral comentó el 2 de abril de 1992: Realidad ha

"producido menos entusiasmo del que podía esperarse, por culpa de la inexperiencia del

autor en achaques de medir del tiempo y en otros pormenores" (Alas, 1893, 5).

Desde la perspectiva de 1990 los juicios sobre Realidad y Extraño intermedio siguen

siendo mixtos. Ni Galdós como autor ni la versión escénica de Realidad forman parte, obvia

aunque quizás incorrectamente, del canon del teatro español. A pesar de la muy elogiada

producción de Francisco Nieva de la comedia galdosiana Casandra en 1983, no se puede decir

que el teatro de Galdós se haya actualizado. Y dada la gran reputación de O'Neill como

dramaturgo, la suerte de Extraño intermedio no ha sido mucho más halagüeña que todo el

teatro de don Benito. Incluyendo el estreno en 1928, la muy larga comedia (un mínimo de

cuatro horas y media de representación) ha sido puesta en escena de manera significativa

sólo tres veces en Estados Unidos, y la última vez, en 1985, era la vuelta a la escena de la

producción hecha poco antes en Inglaterra por el grupo de la actriz británica Glenda Jackson

(Taitz).

A continuación quisiera sugerir por qué las versiones de Realidad y Extraño intermedio

no son leídas, comentadas o representadas con la frecuencia que otras producciones de sus

autores, incluso obras de menos pretensiones en todos los sentidos. Si no me equivoco la

razón de la recepción mixta y tibia de estas obras a lo largo de cien años y sesenta y dos años

respectivamente es más o menos la misma. Entre sí, pues, las creaciones de Galdós y O'Neill

comparten dos características básicas: la temática de la crisis modernista del individuo

desligado de la significaión social; y, la manera literaria de formular la crisis, es decir, técnicas

de presentación que han sido rechazadas por la gran mayoría de los críticos y, en la práctica,

por otros dramaturgos.

Se trata, principalmente, del intento de Galdós y O'Neill de crear largos textos de análisis

psicológico en los que no hay narración o narrador. Se sabe de los personajes sólo por sus

propias palabras: o dialogadas, o en largos y frecuentes apartes y monólogos interiores.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Según Galdós el valor del procedimiento es que los personajes "se hacen, se componen,

imitan más fácilmente ... a los seres vivos, cuando manifiestan su contextura moral con su

propia palabra y con ella, como en la vida, nos dan el relieve más o menos hondo y firme de

sus acciones" (205). La voz de un "autor, narrando y describiendo, no tiene, en términos

generales, tanta eficacia ni da tan directamente la impresión de la verdad espiritual" (205).

Más específicamente, el diálogo, los apartes y monólogos interiores, de acuerdo con lo que

se dijo de la temática de las obras, revelan y ponen énfasis en el contlicto entre: primero, lo

que los personajes dicen y, luego, lo que piensan y hacen a escondidas; Como consecuencia

estas creaciones de Galdós y O'Neill se escapan de las categorías normales de los géneros

literarios porque sus autores sienten la necesidad de un realismo para el individuo más

esencial que la comedia/farsa de la vida social normal permite o quiere presenciar. Hablando

de otra obra suya anterior a Extraño intermedio (Welded de 1923), O'Neill explicó sus

propósitos de una manera muy clara para entender lo que él y Galdós buscaban por medio

del uso tan extensivo de la palabra hablada, directa o indirectamente, de sus personajes en

Realidad y Extraño intermedio. Cuando el famoso ensayista H. L. Mencken aseveró que la

obra era poco realista, O'Neill rechazó la necesidad de ser realista en el sentido normal de

la palabra, en el sentido que las novelas galdosianas y las comedias ibsenianas más asociadas

con sus autores son realistas. O'Neill creyó que su comedia era "realmente realista ... en el

sentido de ser espiritualmente verdadero, no meticulosamente como la vida" (A. Miller, 12),

o sea no verosímil, no como las apariencias tantas veces falsas de la vida social. "Quisiera",

afirmó O'Neill, "escribir una comedia que es verdaderamente realista ... Se usa vagamente

ese término en el teatro donde la mayoría de las llamadas comedias realistas sólo tratan de

las apariencias de las cosas" (Gelb, 520). Para él, en cambio, "una comedia verdaderamente

realista trata de lo que se puede llamar el alma del personaje. Trata de algo que hace que el

personaje sea quien es y nadie más" (520).

El problema que ofrecen Realidad en sus dos versiones y Extraño intermedio es desde

el principio, pues, el de si Galdós y O'Neill excedieron los límites propios de la palabra hablada

por el personaje en obras teatrales o en novelas totalmente dia- y mono-logadas. Gonzalo

Torrente Ballester, hablando de Extraño intermedio al morir O'Neill en 1953, y Leopoldo

Alas, escribiendo de Realidad, novela en cinco jornadas, comparten el mismo criterio al

respecto. Conocido mejor entonces como crítico de teatro que como el dramaturgo y novelista

que también era, Torrente no se acordaba de Galdós, pero si deLa Celestina como precedente

de O'Neill cuando condenó Extraño intermedio. Sin dar razones, afirmó simplemente que

O'Neill "se atreve a mostrarnos lo que el teatro nunca debe mostrar: la vida interior de los

personajes como tal interior" (370). El juicio de Leopoldo Alas sobre el mismo aspecto de las

dos versiones de Realidad se podría expresar con esas palabras de Torrente. Pero en los ya

mencionados artículos de La España Moderna se explicó de manera fundamental para

nuestros propósitos aquí.

Usando la palabra "soliloquio" donde nosotros "aparte" y "monólogo", Clarín, como

Torrente con Extraño intermedio, afirma que "Lo más interesante, lo principal, lo más hondo

de Realidad, está en los soliloquios, en lo que se dicen a sí mismos, a veces sin querer

decírselo, los principales personajes" (154). Procede entonces a explicar por qué no funciona

la técnica de presentación: • "esto resulta un esfuerzo casi humorístico, una forma convenIV

CONGRESO GALDOSIANO _

cional excesiva, que quita ilusión al drama, y, por consiguiente, fuerza patética, y hasta algo

de la verosimilitudJormal, al claudicar la cual peligra también el fondo mismo del estudio

psicológico" (154). Para Alas, por lo visto, la ilusión dramática depende de que la acción sea

verosímil en el sentido exacto de la palabra, que se vean a los personajes actuar y hablar como

en la vida. Entre mas in-verosímil, menos convincente, menos lograda la obra.

Para nosotros urge considerar hasta que punto compartimos hoy esta visión del arte

dramático. Entre los otros factores comunes a Galdós y O'Neill, hay que citar a Ibsen y

Strindberg. Pero para nosotros nombres como Beckett y Brecht son los equivalentes. Quiero

decir que Brecht y Beckett son los gigantes de nuestro teatro hoy como lo eran Ibsen y

Strindberg en tiempos del Galdós maduro y el O'Neill joven. Como resultado, a través de

Beckett y Brecht tenemos una idea más amplia que Clarín en 1890 y, quizás, que Torrente

en 1953 de las posibilidades del teatro. Mientras nuestros dos críticos piden verosimilitud

para ayudar a crear la ilusión dramática, y de esa manera nuestra disposición de aceptar la

obra, Brecht y Beckett la rechazan. En otras palabras, se está volviendo a la cuestión del

realismo sociomimético comparado con el realismo "verdadero" de que hablaba O'Neill en

contra de Mencken en 1923. Volver a Clarín puede esclarecer más el tema.

A continuación de la parte de su razonamiento citado arriba, Clarín reconoce lo atractivo

que para él era la idea galdosiana del" contraste significativo de lo que se dice y lo que se calla"

(155). Sin embargo, según su observación de cómo funciona el arte en la práctica, esa

manera de estudiar la psicología de los personajes no funciona. Comprendiendo de hecho,

si no de intención en 1890, las dos versiones de Realidad y Extraño intermedio, Alas explica

que "La psicología en el drama ... tiene que ser sumaria" pOfiJue "para el teatro, y aun para

el drama en general, no sirve el análisis, el estudio detenido, con su serie de petitsJaits que

nos dan la vida de un espíritu humano" (155). Como Eric Bentley en el caso de Extraño

intermedio Clarín compara lo intentado por Galdós con las posibilidades más propias de la

narración extensa: "Cuando el teatro, el moderno principalmente, aspira a entrar en estos

dominios de la novela, -ante todo suele salir mal librado-, y en lo que acierta, acierta

mediante no muy legítimos expedientes, como v. gr., los monólogos excesivos, las escenas

casi iguales repetidas, las trasmutaciones violentas, el tiempo atropellado, etc., etc. " (155).

Desde la perspectiva de Clarín (y de Bentley y Torrente) el uso ilegítimo de estos

procedimientos termina, como se indicó anteriormente, arrebatando "la ilusión de realidad

mediante el absurdo plástico de presentarnos el anverso y el reverso de la realidad enun solo

plano: el de la escena" (156). Pero esto es un atentado en contra del drama que, para Clarín

se limita a operar en el área creada por su génesis. "El drama", afirma, "nace justamente de

necesitar el espíritu comunicar con sus semejantes mediante el cuerpo, mediante la palabra,

y en esta siempre es cosa distinta el alma que la expresa, y guarda otras, y el verbo

comunicado" (156). A renglón seguido, sin embargo, Clarín toca el punto -para nosotrosprincipal,

aunque sin darse cuenta. Es el momento en que nuestro interés por la temática

de la crisis ampliamente cultural del modernismo necesita considerar la forma y procedimientos

de presentación seleccionados por Galdós y O'Neill. Lo cual merece párrafo aparte.

Clarín entiende que el propósito de Galdós, y de cualquier otro autor que siga su práctica,

es de revelar la hipocresía que tan gran papel tiene en la sociedad burguesa de la

Restauración. Afirma, pues, "Así como la hipocresía es un privilegio humano, así el silencio,

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

que es un velo del alma, es otra hipocresía privilegiada, y con ella se cuenta en la vida; y por

saber esto los hombres, que una cosa es hablar y otra pensar y sen tir, son sus relaciones como

son" (156). i Exacto! Y son esas relaciones, elevadas por la práctica al rango de ser la

estructura social dominante, las que han dejado totalmente desilusionados a Galdós, O 'Neill

y otros modernistas. Recuérdese la corta narración "El rey burgués" con que Dario principia

Azul en 1888. Por su parte Clarín concluye que esas relaciones" como son" son lo que "han

dado la forma que tiene al elemento real que lo dramático imita" (156).

Dado los límites de tiempo que tenemos que respetar en este IV Congreso Internacional

Galdosiano, hay que terminar. A mi parecer Extraño intermedio y Realidad, sobre todo en

su versión teatral, son grandes obras de exploración humana. Jamás como lector o

esptctador he experimentado la inverosimilitud de que han hablado Clarín, Mencken,

Bentley, Torrente y bastantes otros críticos muy autorizados. Además he admirado a lo largo

de más de veinte años precisamente como Galdós y O'Neill nos presentan "el anverso y el

reverso de la realidad en un solo plano" por medio de los apartes, monólogos y soliloquios

de sus personajes. Hacer el tipo de crítica de nuestros autores que se ha hecho me deja

perplejo porque aprecio precisamente lo que aquel grupo distinguido de críticos no solo

rechaza, sino que cree antidramático. O que John J. O'Connor, crítico para elNew York Times,

hablando de la producción para la televisión de Extraño intermedio de Glenda Jackson,

denomina un "truco" '''gimmick").

Creo, pues, necesario llegar a las obras de Galdós y O'Neill que nos han ocupado de

manera diferente a los críticos con los cuales hemos "dialogado" hoy. Sugiero primero la

necesidad de tomar más en serio la razón temática de la experimentación técnica de Galdós

y O'Neill: la contra-hipocresía, la pro-autenticidad de algunos burgueses desengañados con

la sociedad que su clase ha formado. Segundo, por lo menos como experimento, me parece

obligatorio, en nuestros tiempos pos-Brecht-y-Beckett, ver, leer y considerar Realidad y

Extraño intermedio independientes de los conceptos y criterios de teatro clásico y realista

invocados por los críticos citados; si no me equivoco, el hecho de que su experiencia de las

obras sea tan diferente de la de Glenda Jackson y tantas otras personas de teatro justifica

tal experimento. Finalmente, precisa investigar más el teatro entre el gran período realista

de Ibsen durante la década de los 1880 y el de Brecht y Beckett; es un período de transición

socio-estético que, según nuestra investigación de Realidad y Extraño intermedio, parece

necesitar el ser mejor comprendido.

IV CONGRESO GALDOSIANO _

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