ASPECTOS BIOGRAFICOS DE GALDOS: 11
GENTE NUEVA
Alfonso Armas Ayala
U n grupo de escritores que ya la crítica
reciente ha sabido agrupar con bastante exactitud, ha sido calificado como el de los forjadores
del grupo generacional de fin de siglo. Se llamará "Modernismo" o "Noventaiocho". Dejando
a un lado el juego de terminologías, que recientes libros como los de Díaz-Plaja, Ferreras y
otros han sabido deslindar y aclarar convenientemente, sí resulta necesario precisar que los
escritores amigos de Galdós que están agrupados bajo el presente epígrafe, pertenecieron a
eseJin de siglo en el que tantas y tan revolucionarias ideas iban a darse a la luz.
Rafael Pérez de la Dehesa 1 ha sido tal vez uno de los historiadores que con más propiedad
y detenimiento ha sabido estudiar a los escritores deJin de siglo para analizar en ellos todo
cuanto tenían de carga ideológica. Sus discípulos y sus amigos, cuando en memoria suya
editaron La Crisis de Fin de Siglo?-, tenían una conciencia clara de que la ideología que Pérez
de la Dehesa había venido recogiendo en su amplia bibliografía, tenía necesidad de ser
ampliada. Por eso Antonio Ramos Gascón, ha sabido valorar con toda exactitud lo que
significó la revista Germinal y lo que dentro y fuera de ella hicieron los escritores jóvenes,
la "Gente Nueva".
La revista Germinal presentaba así a la nueva generación:
Hay en España. contra lo que algunos afirman, una juventud pensadora y fuerte,
revolucionaria y honrada, con ideales propios, con sangre suya, con energías que deben
ser grandes cuando subsisten y a veces triunfan del odio y la repulsión sistemática en
que ... se inspiran los hombres que lo mangonean todo en política. en filosofía. en
ciencias, en artes. en las ideas o manifestaciones del humano saber y de la humana
inteligencia" . ~
Ahí, en este texto bastante significativo está expresado el sentir de los jóvenes frente al
de los viejos. El sentir de quienes veían en la "Gente Vieja" el paredón que impedía cualquier
publicación, cualquier manifestación pública, cualquier signo de libertad. En esta protesta
de los jóvenes que, como dice acertadamente Ramos Gascón, no era precisamente pesimista.
estaba el germen de una nueva sociedad por la que aspiraba esta juventud que desembocaría
después en caminos muy diversos.
mm BIBLIOTECA GALDOSIANA
Revistas como Germinal o Vida Nueva fueron publicaciones en las que las firmas de
Maetzu, Valle-Inclán, Ricardo Fuentes, Eduardo Zamacois, Blasco-Ibáñez, Ganivet, el joven
Juan Ramón Jiménez y José Ortega y Gasset, expresaban, empezaban a expresar estas nuevas
ideas: "Irreconciliable oposición", "permanente protesta", "absoluta rebeldía contra el
régimen actual". Ese régimen en el que sólo "la explotación y la servidumbre engendran las
sustituciones económicas y la vil cobardía que ha producido la criminal indiferencia y el
menguado egoismo". Con estas palabras, Germinal daba a conocer cuál iba a ser la
trayectoria de sus páginas.
Como había dicho Clarín, "con este calificativo se denominaba a cierto sector de las letras
en la que figuraban todos aquellos que, guiados por un ansia de renovación o por una
conciencia revolucionaria, intentaban romper con los antiguos cánones literarios o pretendían
subvertir el orden social establecido".
A Pérez Galdós, por razones no muy claras, no se le veía con buenos ojos por una mayor
parte de estos jóvenes. En el manifiesto de Germinal, (24 de Mayo de 1897) se había dicho
lo siguiente: "A Pérez Galdós no podemos perdonarle el haber sido diputado monárquico y
empleado de la Trasatlántica; no transigimos con su misticismo de última hora". Parecidas
palabras, aunque con distintos términos, las dirán Azorín, Baroja y aun el propio Unamuno
se supone que se refieren a las relaciones amistosas que Galdós tuvo con los directivos de
la compañía Trasatlántica en Santander, cosa que le permitió en alguna ocasión disfrutar de
ventajas económicas en los viajes que hacía desde Santander a Inglaterra.
A pesar de estas actitudes violentas, radicales, algunos de estos escritores mantuvieron
con Galdós una relación amistosa y deferente. Seguían considerándolo "el maestro" y no
podían olvidar cuánto le debían y cuánto necesitaban aún de él. Por eso, las cartas de algunos
de estos escritores no sólo podrán dar fe de una parte de esta nueva ideología, sino que
también expresarán la otra cara de la moneda, el acercamiento, el respeto, el reconocimiento,
en fin, del escritor, del novelista, del dramaturgo, al que se acercaban estos jóvenes escri tores
por verdadera necesidad. En otras ocasiones por sincero afecto. Alguna vez, por simpatías
políticas y por unas devociones que la mayoría de las veces parecían responder a una
manifiesta sinceridad.
Manuel Linares Rivas, Eduardo Zamacois, Luis Tapia, José María Carretero ("El caballero
audaz"), Luis Morote y Rodrigo Soriano son algunos de estos jóvenes periodistas, incipientes
novelistas, novedosos dramaturgos, que escriben a Galdós. Que le escriben con asiduidad,
con apasionamiento, con aparente cariño y con respeto. Las diferencias ideológicas que de
algún modo se manifiestan en algunas de las cartas, prueban precisamente esta diferencia
notable de edades y de distintas generaciones. Criterios dispares que, sobre todo en
problemas de índole política y aun personal, se ponían de manifiesto, cuando el corresponsal
expresaba con demasiado calor y vehemencia sus sinceras opiniones.
España Nueva, Vida Nueva, Germinal y algún periódico como El País, El Radical con
algunas de las publicaciones de carácter republicano o de tendencia socialista en las cuales
se encuentran firmas de los corresponsales galdosianos que figuran en este apartado. Fueron
periódicos caracterizados por el tono violento, áspero; por la pluma no demasiado prudente
y conservadora, y, sobre todo. movidos casi todos por el afán de explotar la noticia de turno,
el escándalo político o la crisis interna suscitada dentro del gobierno o de algunos de Sll~
IV CONGRESO GALDOSIANO _
miembros. Los nombres de Canalejas, Maura, Dato y de algunos otros ministros fueron los
que sirvieron especialmente para que estos periódicos se enriquecieran con noticias y
comentarios que favorecían grandemente a la ideología de los propios comentaristas.
Galdós, como se verá, participaba en algunas ocasiones de este estado de ánimo reflejado
en crónicas, en comentarios o en entrevistas. Un estado de ánimo que en muchas ocasiones
se expresaba con apasionamiento y que convertía las páginas de los periódicos en pequeñas
batallas que muchas veces terminaban con enfrentamientos personales o con planteamientos
de índole judicial. Los periódicos en estos años, los correspondientes a fin de siglo hasta
aproximadamente un poco después de la Semana Trágica de Barcelona, fueron el fiel reflejo,
en ocasiones el apasionado reflejo, de los sucesos y de los acontecimientos que sacudieron
tan trágicamente a la nación.
Luis Bello, E. Zamacois y Rodrigo Son'ano
La figura de Luis Bello está íntimamente relacionada no tan sólo con el periodismo sino
también con las preocupaciones pedagógicas que tuvieron bastantes españoles, deseosos de
transformar y de reformar los procedimientos de enseñanza y de romper de una vez con la
dolorosa costra del analfabetismo.
Nacido en 1872 y muerto en 1935, Bello perteneció a un grupo generacional en el que
la tertulia de café y las colaboraciones en las páginas periodísticas se entremezclaban. Con
Manuel Bueno, con Valle-Inclán, con Azorín vivió en el Café Madrid una tertulia de la que
salieron hombres y firmas importantes de la literatura española. Colaborador de Almay
Vida, revista del año 1903 en la que Galdós publica uno de sus artículos más significativos
("Soñemos, alma, soñemos"), Luis Bello fue una pluma de gran calidad literaria y, como
decía Azorín, un verdadero maestro en la corresponsalía extranjera, ya que desde París,
adonde fue como corresponsal, Bello enviaría crónicas sabrosísimas que hoy forman parte
de la antología periodística española contemporánea.
El 24 de Junio de 1906, Azorín publicaba una crónica en la que evocaba la redacción de España:
"Cuando la tarea terminaba y las cuartillas eran entregadas a la imprenta Don Manuel
Troyano salía un momento de su despacho, lento, suave. frotándose las manos ... y allí
estaba Maeztu, el maravilloso cronista lanzando truculentas paradojas. paseando a
grandes zancadas. manoteando ... y allí estaba Grandmontagne. fino. nervioso. acerado,
impetuoso ... y allí estaba Luis Bello. este querido amigo que luego. desde la capital
de Francia, nos enviaba tan deliciosas. mundanas crónicas y que más tarde en El
Imparcial ha confirmado plenamente sus dotes de periodista". 4
Está claro que fue Bello un periodista de firma muy destacada. Recorrió, como casi todos
los periodistas de su tiempo, distintas redacciones y no fue la menos importante la de El
Imparcial, uno de los periódicos más solicitados y de mayor prestigio de aquellos años.
En 1901, desde París. Luis Bello. en el "Hotel Cite Bergere número 4. Bergere". le escribe
una carta a Galdós para justificarse por no haberse podido despedir de él en .\1adrid'.
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
Le pide una carta de presentación para el embajador León y Castillo: "Valdrá mucho más
que toda recomendación oficial y servirá para que su paisano de usted se entere de que no
vengo a París escapado, como es uso y costumbre, sino que tengo en Madrid algún nombre
y sobre todo amigos que me consideran". Conocía Bello muy bien la amistad entre el
embajador y el novelista, y quería tener una presentación válida, puesto que en esos años
la Embajada de España estaba bastante preocupada por la actividad de los republicanos y
anarquistas españoles que vivían en París; y que conspiraban, con ayuda francesa, muchas
veces, contra la monarquía española.
En Marzo de 1905, Bello además de participar a Galdós, como era frecuente en estas
cartas amistosas, que tenía "un trancazo de primavera", también le comunica "que no he
podido leer el admirable libro de Navarro al que pienso dedicar un artículo en La República
de las Letras. Aunque el artículo no sea un estudio, sino solamente una impresión, no quiero
hacerla a escape corriendo y con dolor de cabeza, y queda ya para el número cuatro" . Navarro
Ledesma, porque de él se trata, había publicado en 1905 su biografía y estudio titulado El
ingenioso hidalgo don Miguel de Cervantes. Fue una de las aportaciones más importantes
de las que se publicaron en el año del centenario cervantino. Navarro fue íntimo amigo de
Galdós. Le proporcionó valiosas informaciones bibliográficas, y, en compensación, solicitó
repetidas veces de Galdós su valioso patrocinio para "las malditas Oposiciones -Navarro fue
profesor de instituto-o para que escribiese algún artículo sobre su libro". Galdós, por unas
razones u otras, encomendó a amigos periodistas que hicieran estas críticas y uno de ellos
fue Luis Bello. El libro, según la carta de Navarro Ledesma a Galdós, necesitaba bastante
propaganda, "puesto que no se había vendido más allá de mil ejemplares". En este año,
inesperadamente, Navarro falleció, y la crítica del libro quedó un tanto oscurecida. El que
Bello se decidiese a hacer este breve artículo en una revista literaria, es síntoma bastante
esclarecedor de las relaciones que existían entre Navarro y Galdós, y entre Bello y nuestro
novelista.
Bello fue director de Europa, "revista de cultura popular". Tenía su sede en "Alberto
Aguilera 21; muy cerca de la casa de Galdós. La revista había nacido en 1910 bajo el impulso
de Ortega y Gasset, al igual que Helios en 1903, o Faro en 1908. Fueron revistas que tuvieron
existencia muy corta, pero en las que el joven Ortega practicó sus primeros ensayos de
periodista. Sobre todo en Europa, que aparece en el año que Ortega gana su cátedra de
Metafísica en la universidad de Madrid. Bello se hace cargo de la dirección de la revista en
unas condiciones económicas muy precarias. En una de las cartas le dice a Galdós: "he
apurado todos los recursos y si no resuelvo pronto lo de Europa tendré que volver aEIMundo,
cosa que repugna a mis sentimientos. Hoy no tengo en mi casa ni un céntimo. Le agradeceré
-usted que ha sido muy bondadoso, me dispensará- que me envíe unas pesetas, cinco duros
para salvar este cabo de las tormentas".
Además de la dramática llamada de Bello -"cinco duros" -, conviene recordar la
trayectoria que el periodista tuvo en las páginas de EIMundo, periódico de la esfera maurista.
Su condición de publicación conservadora, le originó bastante polémicas, aun con periódicos
tan conservadores como El Debate; por un afán excesivamente minoritario de defender a
ultranza los criterios gubernamentales. A esta política y a estos criterios era a los que no se
amoldaba Bello, y por eso había decidido dirigir esta revista para independizarse del periódico
IV CONGRESO GALDOSIANO _
y para, en lo posible, tener amplia libertad de expresión. En una carta, posiblemente de un
día después, Bello vuelve a solicitar dinero de Galdós: "no puedo echar hoy el periódico a la
calle por falta de dinero. Para mañana estoy arbitrando recursos. Acudo a usted. Cien
pesetas, cien pesetas, cincuenta, lo que sea, me ayudará a salir de apuro. Hasta ahora me
he podido defender yo solo, pero hoyes imposible y le agradeceré mucho que no me
abandone". Bello, con la soga al cuello, pidiendo auxilio a Galdós, y las cien pesetas de Galdós
o las cincuenta, ayudando a salir a la calle a una revista, nacida bajo los impulsos de Ortega
y próxima a morir por falta de medios económicos. Como tantas publicaciones de su
tiemp06.
Bello fue un galdosiano fervoso. Lo demostró en varias entrevistas en las que Galdós dijo
cosas interesantes; en las que el entrevistador, Bello, consiguió que el entrevistado confesase
y dijese lo que hasta ahora era muy poco conocido de la intimidad galdosiana. El Galdós
presente, publicado en La Lectura, el año mismo de la muerte de Galdós, es una de las más
acertadas semblanzas, entre las muchas que se escribieron en el mismo año de su
fallecimient0 7
•
Entre la novela de fin de siglo el nombre de EDUARDO ZAMACOIS ocupa un lugar
preferente. Junto a Felipe Trigo, Pedro Mata, López de Haro, Antonio Hoyos, y bastantes
nombres más, algunos perdidos en las portadas de ediciones casi fantasmales, en las
bibliotecas. Zamacois fue un autor que tuvo buen número de lectores, porque su novela había
encontrado el lenguaje adecuado para una época y para ese tipo de lectores. La novela corta,
la erótica, la naturalista, la aparentemente intrascendente, llegó a ser un fenómeno no sólo
cultural sino social. Los cuatrocientos mil ejemplares de la novela corta son cifras,
verdaderamente, que hoy pueden impresionar, porque prueban, un número de lectores que
no era fácil de conseguir en una España atosigada por graves problemas económicos, por
dramáticos problemas políticos y por el dogal del analfabetismo que aún era una lacra
nacional. Esa novela corta, con nombres muy diversos (la novela de bolsillo, la novela de
hoy, la novela popular, el cuento galante) fue un antecedente de los seriales radiofónicos y
una consecuencia del poder que el folletín alcanzó desde mediados del siglo XIX y que alcanza
tal vez su mayor difusión precisamente en los primeros veinte años del siglo xx. Estos
escritores, como Zamacois, a los que se unieron nombres tan ilustres como Pérez de Ayala,
Concha Espina o Pedro Mata, fueron los más populares y los más conocidos. Se diría que
sustituyeron a los grandes y que lucharon inclusive con ellos, con su poder editorial,
superándolos. Frente a Baroja, frente a las ediciones de los Episodios de Galdós, frente al
propio Blasco-Ibáñez, cualquiera de los novelistas de esta novela corta alcanzó una difusión
y una popularidad que solamente podían disputárselas otras figuras del folklore o de las artes
menores que tanto abundaron en los comienzos de siglo.
Eduardo Zamacois fue, con otros compañeros, también corresponsal de Galdós; un
escritor que alcanzó nombre propio, especialmente en sus últimos libros, cuando desde el
erotismo más evidente, pasó a ocupar unos escalones en los que una psicología más o menos
elemental sustituía a la prosa descarnada y que tanto había gustado a miles de lectores.
Las primeras cartas de Zamacois tienen el membrete del Cuento Semanal. La sede de esta
editorial, en la calle de Fuencarral. El director, Zamacois. Una primera carta es una previa
invitación para poder incluir en la colección una novela y una obra de teatro de Galdós:
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
"dos palabras para recordarle que existo.- Piense usted en los dos temas de que
hablamos: uno de novela y otro de teatro.-Mañana jueves, según convinimos, a las tres
me tiene usted en el Españo1"8.
Casi un mes después, Zamacois a insistir con Galdós:
"Maestro queridísimo: ¿Y el cuento prometido? .. Estamos a doce de noviembre: si
pudiese usted concluirlo a fines del corriente, me daría usted una alegría enorme.
Además: Deseo un buen retrato de usted y su autógrafo para un número extraordinario
(Número- Almanaque) que estoy preparando. Procure usted enviarmelo esta misma
semana".
Galdós, siempre requerido, siempre solicitado. Galdós, olvidadizo, cuando le convenía.
Este Galdós que, con toda seguridad, no llegó a enviar el prometido original a Zamacois.
Posiblemente, por estas mismas fechas, en 1903, Zamacois recoge en la librería Fe un
ejemplar de Doña Perfecta traducido al francés. El propósito consistía en enviar este original
a un editor francés y estudiar la posibilidad de "estrenar este invierno Electra en el teatro
Antoine". Ya Electra había conocido en Francia propósitos de estreno, y este del teatro
Antoine, sería uno de los intentos más serios que llegarían a cuajar poco tiempo después.
Haber intervenido Zamacois en este propósito, dice mucho a su favor acerca de sus relaciones
con los hispanistas o traductores franceses de Galdós.
En 1914 yen 1915, Zamacois vuelve a escribir a Galdós. La carta del nueve de Marzo de
1914, le dice a Galdós:
"Un editor de Barcelona ~l señor Don Juan Bosch Durán, calle Aribau 131- desea
publicar como por entregas, Los Episodios Nacionales y me lo dice para que yo, a mi
vez se lo diga a usted.- Si el asunto le conviene, puede escribir fijándole condiciones".
El propósito de Zamacois no se cumplió; el editor Bosch no consiguió hacer las "entregas"
de los Episodios Nacionales. Galdós hizo mutis por el foro, como tantas veces. En aquellas
fechas, eran otras las preocupaciones que tenía nuestro novelista. Unas de índole económica,
otras bastante personales (su salud) y también preocupaciones domésticas y familiares.
Todos estos factores, además de que sus compromisos con la casa editorial, la Casa
Hernando, le impedían tomar acuerdo alguno sin contar con las obligaciones legales que le
tenían atado al entonces eqitor de los Episodios.
E129 de diciembre de 1915, Zamacois cae en cama con "un enfriamiento terrible" que
le impide tener una entrevista con Galdós. "Esta es la causa de que hoy no haya ido a visitarle
a usted con el operador, según habíamos convenido. Espere usted noticias mías". Zamacois
tuvo, entre otras actividades, unos incipientes tanteos cinematográficos; es posible que este
"operador" perteneciese a alguna empresa cinematográfica con la que Zamacois hubiese
contratado la toma de algunas imágenes, gracias a las cuales hoy hubiésemos podido
contemplar a un Galdós cinematográfico, en 1915.
La tarea editorial de Zamacois se centró Fundamentalmente en la edición de la novela
corta, escrita aproximadamente por los años 1906-7. Habiendo intentado sustituir aquella
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colección por otra, los efectos económicos se dejaron sentir. Fracasaron las dos. Zamacois,
entonces, se dedicó casi fundamentalmente a escribir sus novelas, primordialmente las
nuevas novelas en las que se mezclaban las memorias o los apuntes psicológicos. El escritor,
conforme iba adquiriendo una mayor madurez, también adquiría una mayor solidez en su
prosa. El último Zamacois, es sin duda el mejor de todos y el que hoy puede ofrecer
páginas que son leídas con gran avidez sobre todo por el carácter documental que
encierran.
1868-1944
Rodrigo Soriano fue uno de los corresponsales asiduos de Galdós. En su correspondencia
hay un total de sesenta cartas de contenido muy variado, ya que tratan de materia política,
literaria, personal y aún bastante íntima. Soriano fue, por lo que se deduce, un amigo
próximo de Galdós, y con toda seguridad, el pertenecer los dos al partido republicano fue uno
de los factores para sostener esta continuada correspondencia que abarca bastantes años.
Director y fundador de España Nueva, Soriano supo aprovechar la fragmentación de la
Unión Republicana, división aislada del espíritu demasiado radical de Alejandro Lerroux que
se había enfrentado con Blasco-Ibáñez y que originaría el caos dentro del propio partido
republicano. Soriano, al fundar este nuevo periódico, consiguió la colaboración de redactores
como Cristóbal de Castro, Luis de Tapia, Eduardo Marquina, Julio Camba, García Sanchíz,
Tomás Elorrieta, Ramiro de Maeztu. Un grupo bastante escogido formado con plumas de
gran calidad y con firmas que ya habían alcanzado un cierto prestigio. Desde las páginas de
España Nueva, Soriano lanzó ataques, críticas, como la que le originó un duelo con el general
Arsenio Linares, lance en el que Soriano, no por primera vez, disparó la pistola al aire e hizo
protestas de no poder terminar el duelo por la intervención de los jueces que dirimían el
enfrentamiento de honor.
España Nueva se caracterizó por ser un periódico profunda, rabiosamente polémico.
Sobre todo, las polémicas con El Radical forman hoy parte de la historia del periodismo
español. Contra Lerroux lanzó Soriano acusaciones graves, muy graves, y originaron
réplicas por parte del periódico El Radical. Las discusiones de uno y otro, las acusaciones
mutuas, el solventar la moralidad que cada uno de ellos discutía, sólq produjo el
resquebrajamiento de la unidad republicana. El propio Galdós, presidente de la Conjunción
Republicana Socialista, tuvo que intervenir a ruegos de Azcárate, para conseguir paliar en
cierto modo las intemperancias de Lerroux y las acusaciones que sobre sus actos morales le
habían llevado a que se constituyese un tribunal de honor para expulsarlo de la propia
Conjunción Republicana.
Los desafíos, los enfrentamientos de España Nueva no fueron tan sólo dirigidos contra
el periódico de Lerroux, sino también contra periódicos comoABC, de tendencia francamente
monárquica. Las acusaciones que entre Luca de Tena y Soriano se hicieron a cuenta de un
artículo publicado por ABC censurando la construcción de un balneario en San Sebastián.
desencadenaría casi un enfrentamiento personal entre redactores de uno y de otro periódico.
Como cuenta Pedro Gómez Aparicio. los sables se blandieron en el aire en el salón de billares
mm BIBLIOTECA GALDOSIANA
de la calle de Madrazo y los contendientes resultaron "levemente heridos en un brazo". La
noticia de este duelo quedó consignado así:
"Ha quedado honrosamente la cuestión pendiente entre la redacción de ABC y la de
España Nueva, suscitada por una polémica periodística. De ello se encargaron los
señores Rodríguez-Santamaría por la redacción de ABC y Pablo Nougés por la de España
Nueva. Ambos señores demostraron una exquisita corrección y cumplieron dignamente
el delicado cometido que sus compañeros le habían asignado"9.
Como se ve, el honor entre los periodistas y las discusiones entre las redacciones de los
periódicos necesitaban un puntillo de honor, y unas, gotas de sangre. y para ello, Rodrigo
Soriano era un consumado espadachín, y un no mal tirador de pistola.
Este es el corresponsal con el que Galdós sostuvo una dilatada correspondencia. y con
este carácter no precisamente apacible, Galdós tuvo en alguna ocasión que domar, sostener
o no escuchar las impertinencias de su corresponsal. Para seguir conservando su amistad
o para seguir disfrutando de su correspondencia. Antes de figurar en España Nueva, Soriano
perteneció al periódico La Epoca. Publicación de contenido conservador, perteneciente al
Marqués de Valdeiglesias, La Epoca fue un periódico que desde 1849 hasta más allá de 1920
tuvo un contenido altamente conservador. Casi siempre fue la voz oficial del presidente del
gobierno conservador de turno. En más de una ocasión, su director, Escobar, jugó papeles
importantes en los acontecimientos políticos españoles; como ocurrió en las vísperas de la
Restauración Borbónica, al servir de correo oficial entre los conspiradores españoles y la
propia Casa Real de Alfonso XII junto con Cánovas del Castillo. En este periódico, Soriano
fue redactor durante bastante tiempo hasta que, por diversas circunstancias, terminaría
como fundador y director de un periódico que no tenía precisamente un signo conservador.
En 1895, la primera carta que escribe Soriano a Galdós trata de la buena noticia de que
La Epoca va a recibir colaboración del novelista. "Creo innecesario decirlo pero me ruega se
lo manifieste a usted el Marqués de Valdeiglesias que para la Epoca será un día de fiesta la
publicación de cuanto con usted se refiera. y la firma de Pérez Galdós será gratísima para
esta Redacción y para los lectores del periódico".
Es una carta fechada en el mes de enero de 1895. Galdós colaboraría esporádicamente
en este periódico.
En marzo de 1895, (desde la casa de Soriano, "Goya 15 principal"), el futuro periodista
republicano le pregunta a Galdós, que se encontraba en Santander, si deseaba que La Epoca
publicase un artículo "acerca de Torquemaday San Pedro, pues el libro me ha gustado mucho
y deseo hacerlo constar". También, en la misma carta, le pide a Galdós que transmita su
agradecimiento a Pereda por haberle enviado uno de sus libros y por haber comentado en
una carta de manera cordial la recepción del último libro de Soriano. La última noticia que
le da trata de "La Exposición de Bellas Artes" que "no ha rayado a grande altura por más
que hay en ella cuadros de exquisitaJactura". Por este año, posiblemente ya Soriano no
figuraba en la redacción de La Epoca. En una carta del mes de septiembre de 1895, Soriano
da noticias a Galdós de su próximo viaje a París y de que en La Ilustración Ibérica se
publicaría "mi artículo sobre Nazarín". También se hace eco del próximo estreno de
IV CONGRESO GALDOSIANO ,.
Voluntad, "y espero que caiga sobre los consabidos imbéciles como lluvia de fuego", comenta
Soriano. Pero la noticia más curiosa es la de unos príncipes rusos con los que Soriano coincide
en San Sebastián, alguno de los cuales eran periodistas y estaban dispuestos a traducir La
de San Quintín y Realidad. "También está en Biarritz la viuda de Dostoyevsky, el famoso
autor de Los Desterrados en Siben"a. Su marido murió en la miseria, pero ella es ahora
millonaria porque las obras del difunto están de moda". Tal vez sea esta mención de
escritores rusos, la única que aparezca en la correspondencia galdosiana; y resulta curioso
que un periodista como Soriano haya tenido la fortuna de encontrarse con estos personajes
rusos dispuestos, que, entre copas de champagnes ("con ellos va un príncipe cosaco más
amigo del champagne que de la literatura") intentaban hacer literatura o traducir escritores
extranjeros para los lectores rusos. Soriano continuaba en San Sebastián, ciudad en la que
había nacido y en la que tenía una vivienda en Villa-Aldamar. Galdós le había enviado
Nazarin, novela recientemente editada por el año 1895. "Es para mi gusto de lo mejor que
ha escrito usted como intención y como estilo". Galdós había prometido marchar de
Santander a San Sebastián para reunirse con su amigo y este ya le tenía preparada habitación
en su propia casa. También en carta muy próxima en fechas, le comunica que en la
Ilustración Ibén"ca y en El Imparcial estaban previstos artículos dedicados a la novela
Nazarin. "El gran Peña convertido en bicicletista o ciclista sin detrimento de su original
pureza. Que yo sepa aún conserva brazos y piernas y sólo por favorecer la industria nacional
se rompe cada día un pantalón. La ciclomanía ha sucedido al cólera ya la fiebre amarilla".
Que en 1895, un hombre de mediana edad como el periodista Peña, crítico de toros, montara
en bicicleta por las calles de San Sebastián, prueba que en aquellos tiempos, "la ciclomania"
afectaba a mucha gente.
En el año 1896, hay varias cartas de Soriano a Galdós. De todas ellas, tiene un especial
interés la que en el mes de Julio le dirige para darle noticias de su próximo viaje a "Suiza y
Munich, a Bayreuth, meca de los wagneríanos. Después de oír la tetralogía wagneríana
recorreré las orillas del Rhin para terminar mi canto del Graal en Francia". Soriano era un
melómano, un profundo melómano como Galdós. Y, además, un hombre volcado totalmente
hacia el teatro. En la misma carta le pide su opinión acerca de el "Teatro libre", tema que en
aquel año preocupaba grandemente a la opinión pública. "Mucho hay que luchar en este
desventurado país en donde el arte es una Doña Perfecta hipócrita y rematadamente mala
pero tampoco conviene que los que pueden contribuir a la restauración del buen gusto y al
Covadonga del sentido común, aparezcan como vencidos por el general desaliento". Soriano,
decidido a que Galdós opinase sobre el nuevo teatro; Galdós, cauteloso, sin dar respuesta,
como no se la había dado tampoco a otros periodistas que se la habían pedido. Soriano
intentando sonsacarle su opinión y Galdós callándola.
En este año de 1896, fue el el estreno de Doña Perfecta y de La Fiera. La primera
obra se estrenó en el mes de Julio y la segunda, en el mes de diciembre. Al día siguiente
del estreno, el 24 de diciembre del 96, hay una carta dramática de Soriano. Dice así:
"Usted me conoce lo bastante. usted tiene suficiente pruebas de la admiración. el
respeto y el cariño que le profeso y le profesaré para comprender cuanto habré sufrido
al escribir la critica de La Fiera. De estos contlictos entre el deber y los sentimientos más
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
verdaderos y respetables del corazón nada tiene que saber el público, pero usted sabe
lo bastante. Creo sin embargo que a personas del entendimiento de usted y de su
grandeza de alma se les debe la sinceridad siempre. En este sentido creo haber cumplido
con mi deber y estoy tranquilo. Si no es por mi el periódico se hubiera quedado sin crítica
o esta hubiese sido de las de veinte lineas".
La crítica de Soriano no debió haber sido totalmente satisfectoria para Galdós. El propio
Soriano tampoco lo estaba. Razones o de premura, o de obligación con el periódico -posiblemente
La Epoca-le obligaron a decir lo que no sentía o a escribir lo que no creía. En esto Soriano
daría, en más de una ocasión, pruebas de falta de sinceridad. Y a pesar de los lamentos con
Galdós, que el propio novelista admitiría, la verdad es que la ideología de Soriano no fue
precisamente modélica, por las distintas redacciones que pasó y por las distintas ideologías
a las que tuvo que adaptarse.
En los años 1897-8, prosigue la correspondencia de Soriano. De todas las cartas, una,
la del mes de Enero, es particularmente interesante, porque en ella se hace eco del comentario
de La Fiera, que no gustaría a Galdós. Y además, de haberse abonado a los conciertos para
acompañar a Galdós en uno de los palcos. También comenta la noticia de la próxima
recepción de Galdós en la Academia, noticia que le da Menéndez y Pelayo: "El domingo será
el gran katipunan académico para dar a usted posesión. Espero que me guarde una papeleta.
Menéndez Pelayo me dijo también que no descuidase usted la impresión de los discursos de
modo que hubiera cantidad suficiente de ellos. Veré si mañana puedo ver a usted" . Dos cartas
más tratan del mismo tema, y una de ellas escrita a las siete y media de la mañana, "desde
los infiernos de El Imparciaf' , en donde ultimaba todos los detalles de poder publicar los
textos de los discursos de Menéndez Pelayo y Galdós que habían sido pronunciados el día
anterior.
También en este año 97, durante los meses de Julio y Agosto, Galdós se ve mezclado en
unas discusiones periodísticas promovidas al parecer por Soriano, a cuenta de alguna noticia
que Galdós le dio y que el comentó en una crónica. La mencionada noticia tenía relación con
Cámara, el editor de Galdós que se sintió ofendido. Galdós intenta calmar los ánimos de
Soriano, porque el periódico Imparcial no había publicado su carta. Y hay un momento en
el que los tonos y la crispación de ánimos del periodista, deben de preocupar grandemente
a Galdós. Entre Galdós, Cámara y el propio sobrino de Galdós, al que Soriano se dirige, hay
un cruce de cartas que, por suerte, debió haber terminado en aplacamiento de las ínfulas de
lances" de honor" que siempre acompañaron a Soriano. En un momento determinado, en
una carta le dice a Galdós: "Prefiero que me dé una estocada a que me edite un libro". Siempre
el florete, siempre el duelo; siempre el honor periodístico, tal y como entonces se concebía.
En el año 98, hay una carta de Soriano desde San Sebastián. Pide la gestión de Galdós
para que un amigo común, el "señor Don Luis de Ar'enzána" pudiera hacerse cargo del
servicio de periódicos en "la estación de dicho pueblo (Irún)". Galdós, mediando para
conseguir prebendas pequeñas y grandes. y esperando de él "artículos para Vida Nueva".
A Soriano ya incrustado en la dirección de la nueva revista, le hacía falta la firma de Galdós.
y la pedía con insistencia. Insistía una y otra vez en que Galdós le enviase colaboración.
Solicita unas páginas adelantadas de Mendizába/, libro que estaba terminando de editarse
IV CONGRESO GALDOSIANO ,.
en aquellos días. y páginas que seguramente nunca pudieron salir en la revista de Soriano,
a pesar de que una y otra vez reitera la petición. Desde Agosto hasta noviembre, Soriano
escribe una y otra vez para conseguir que en Vida Nueva pueda adelantarse algo de algún
texto de este Episodio Nacional. Ahora comenzaría la batalla de Soriano como director de la
revista, que tantos disgustos proporcionó y que tantos lances originó.
Una última noticia, en una apresurada carta dirigida a Santander. En el mes de
septiembre, volvían los soldados repatriados de Cuba, habían desembarcado en Santander.
Vida Nueva, deseaba unas líneas, un comentario de Galdós sobre este acontecimiento. Con
toda seguridad, la revista se quedó una vez más con un propósito incumplido. Galdós,
seguramente, ni siquiera fue al muelle para presenciar tan doloroso suceso.
Proseguía la publicación de Vida Nueva, proseguía el entusiasmo de Soriano con esta
nueva revista. En una carta del mes de junio de 1899, Soriano se queja del olvido en que le
tiene Galdós. Según él, se había ocupado de Mendizábal en la revista, lo había defendido
"contra los ataques de Burell y de otros bureles y no se dignó usted a darnos su opinión" .
En resumen, Soriano deseaba que Galdós se integrase en la redacción de Vida Nueva: "Bueno
o malo, equivocado o feliz responde a desinteresadas y generosas ideas y en esto se funda
su fuerza. Nadie podrá echarnos en cara cobardía para decir verdades y emprender campañas
justas ahora, cuando se atormenta en Montjuich a los inocentes y se empapa de religión y
latín a la juventud florida. Díganos que le parece el periódico". Soriano, preocupado por el
silencio de Galdós, preocupado por el olvido del que el novelista hacía gala, preocupado, en
fin, por no disponer de cuartillas galdosianas para publicar en su nueva revista. Soriano,
deseoso de reanudar la vieja amistad que le unía con el ya notable escritor. Menos mal que
pocos días después recibiría contestación de Galdós. En la carta galdosiana, a lo que parece,
se hacían comentarios sobre la situación de España en aquellos momentos: "Dice usted muy
bien que los dos enemigos de España son los clérigos y los jesuitas, amen de dos o tres mil
gruesas de frailes. Usted vive lejos de Madrid hace un año y no puede imaginarse el pavoroso
desenvolvimiento que ha logrado esa gentuza aquí. Llegado pues el momento de que formen
a un lado los amigos de la civilización y al otro los brutos e incultos. Con muchísimo menos
motivo se ha hecho en Francia una revolución del 93 de bolsillo. Eso quiere hacer Vida Nueva
yeso hace, pese a la gentuza reaccionaria que asoma en todas partes, desde El Imparcial,
dominado por clérigos castrados, hasta el Rosario de la Aurora de Valencia. Le demandará
Vida Nueva ¡Yo creía que la recibía usted!".
Los comentarios de Soriano y los de Galdós parcen coincidir en esta clerofobia que tanto
caracterizó a los republicanos de aquellos años; y de la que Galdós no se recató de expresarla,
sobre todo, en sus años de periodista hasta 1874-5. Con los amgios íntimos, como Soriano,
repetiría seguramente estas expresiones, porque iban de acuerdo con la situación por la que
pasaba el país por aquel momento. Siempre, según Galdós y Soriano, la obsesión del dominio
de la clerecía, según la frase tan repetida en la prosa periodística de Galdós. La alusión a los
"clérigos castrados" de El Imparcial periódico en el que había colaborado Soriano, denota
claramente el nuevo signo, el nuevo derrotero por el que encaminaba sus nuevos ideales el
periodista vasco.
Entre 1901-4, la correspondencia de Soriano trata primordialmente de Electra. En
Valencia. en donde se había estrenado la obra. estalló también el enfrentamiento entre las
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dos facciones: la conservadora y la revolucionaria. Los republicanos valencianos, capitaneados
por Blasco-Ibáñez y por Soriano -aún no se habían separado- pedían a Galdós que
influyese en el director de lacompañía para que continuase representando la obra. Por
razones obvias, Fuentes, el primer actor y director de la compañía, no se encontraba con
ánimos de llevar a la escena una obra que tantos problemas planteaba y que tantas
alteraciones causaba. y sobre todo, como apuntaba Soriano, tantas subvenciones escondidas
podían recibirse, por representar o no la obra. Soriano insiste y reitera a Galdós para que
intervenga a fin de que pueda volverse a reponer Electra en el teatro valenciano. Por estas
mismas fechas, también Blasco, se hacía eco en otras cartas a Galdós de estos problemas que
habían surgido con motivo de la representación. Los mismos o parecidos que había habido
en el resto de España.
En 1903, Soriano le escribe a Hermenegildo, el sobrino de Galdós. Le comenta una
recomendación que le había solicitado y le pregunta: .. ¿ y Don Benito? Estoy muy disgustado
con él. Fui a verle, le escribí, le busqué en Madrid, le pedí contestación a una carta y ni señales
de vida ha dado. ¡Todo sea por Dios! Dígale que le quiero siempre a pesar de sus actuales
indiferencias". Galdós, una vez más, indiferente, no atendiendo a los requerimientos del
corresponsal y amigo; tal vez enfrascado en otros problemas, y Soriano deseoso de que en
ningún momento se rompiese la relación epistolar. La perdurable amistad que siempre hubo
entre los dos.
En 1906, Soriano da una sensacional noticia a Galdós; está fechada la carta el 17 de
agosto:
"Creo proporcionarle a usted una gran satisfacción anunciándole lo siguiente: Hace
días, por conductos secretos y misteriosos que la misteriosa política proporciona, he
podido conseguir el tener en mis manos ¡el archivo completo del General Narvaezl. Lo
tengo en mi casa guardado en tres enormes cajones y se compone de más de ¡ocho mil!
documentos ¡toda la historia de España del siglo XIX! Decirle a usted lo que hay allí
guardado es ponerle en antesala de las minas de California y de los veneros del Potosí
o del Transvaal. Baste decir a usted que en el primer cajón encuentro cartas originales
y estupendas de Godoy, O'Donnell, el duque de Rivas, Cortina, Montpensier, Sor
Patrocinio (lasde esta revelan cosas monstruosas). ¡En fin Don Benito! ¡Erdelin'oICreo
sinceramente que hemos descubierto una nueva fuente de nuestra historia. Ahora bien
creo un deber anunciárselo a usted ya que con tanta gloria y fortuna saca usted del polvo
la historia de nuestros abuelos".
y más adelante añade Soriano: .. ¿No podría servir para su Reina de los tristes destinos?
Dígame usted lo que crea de esto que sólo usted y yo conocemos". El contenido de este
archivo, que seguramente Galdós no sólo conoció sino que consultó, pudo haber servido para
una parte de su nuevo Episodio (La de los tnstes destinos, y no la Reina de los tristes destinos
como la titulaba Soriano). En este Episodio, terminado, en mayo de 1907, es bastante
probable que volcase Galdós alguna parte de esta documentación que consultaría gracias a
la amistad con Soriano. Como refiere éste, la riqueza documental era muy grande y muy
variada. No podía desaprovecharla Galdós, tan amigo siempre de la documentación histórica
para convertirla en materia de novela.
IV CONGRESO GALDOSIANO _
Hay dos cartas, posiblemente de fechas muy próximas, que tratan de asuntos relacionados
con la política republicana. En una de ellas, Soriano se queja de que "yo voy figurando
entre los enemigos de usted", le dice a Galdós. Acusa a éste de continuar la amistad con
"ciertos tipejos (Nougués, Fuente, etc.) a quienes yo no puedo ni quiero tratar por buen gusto
y hasta por seguridad de mi reloj". Se trata del problema Lerroux-Soriano; y también de la
enemistad Blasco-Soriano. Fue éste un problema muy espinoso, muy desagradable y que
repercutió gravemente en la unidad republicana. Galdós intervino activamente a fin de que
no se rompiese lo que en aquellos momentos era tan importante: "la unidad de todos los
republicanos". En una carta, posiblemente posterior, la declaración de Soriano es bastante
explícita:
"Con el mayor gusto respondo a su noble, elevada, magnífica carta. Tratándose de la
República y de la Patria todo sacríficio personal me parecería pequeño. Mucho más
teniendo por árbitro del enojoso y ya olvidado asunto a quien paternalmente respeto
y quiero. Acepto, pues, y doy por bien hecho cuanto usted tan noblemente escribió y
decidió en su carta. Quedan pues, terminadas definitivamente por mi parte "las
disensiones entre Lerroux y yo" y retiradas y anuladas las amargas expresiones fruto
deplorable de la efervecencia pasional que envenenó nuestras luchas políticas". De
usted a esta carta la publicidad que tan hermoso acto merece y sepan todos los
republicanos de España que a usted se debe una solución que deseábamos ha largo
tiempo los que amamos el ideal y despreciamos las luchas personales".
Al parecer, la gestión de Galdós dio resultado; y los dos contendientes republicanos
llegaron a un acuerdo tácito para no proseguir dando el bochornoso espectáculo que desde
las páginas de El Radical y desde Vida Nueva habían estado dando con insultos personales,
en alguna ocasión convertidos en pretexto para lances de honor.
En el año 1912, Soriano recomienda a Galdós el nombre del doctor García Duarte,
"especialista en la enfermedad de la vista que usted padece"; Soriano estaba preocupado con
la operación de los ojos de Galdós y desea que este médico pudiese visitarlo. Otras cartas de
los años 12, 13 Y 14 no tienen otro contenido sino simples recomendaciones en favor de
amigos comunes o de alguna artista que deseaba ingresar en la compañía del Teatro Español.
Galdós y Soriano, junto con otros amigos, asistían a los conciertos del Teatro Real. Por
eso, en más de una carta Soriano se hace eco de que una enfermedad le había impedido "oir
a nuestros amigos Beethoven, Haydn y Gluck. Si mañana miércoles puedo, iré sin falta".
Debieron de reunirse en la calle de Jardines, porque en otra carta se queja Soriano de que en
"determinada noche del martes" no había acudido Galdós para hacer los "paseos
rocambolescos". Eran estos paseos, mencionados en otras cartas, las salidas nocturnas que
Galdós hacía en compañía de estos amigos, unas veces solo y exclusivamente para callejear,
y otras para asistir algún concierto nocturno. La muerte de la hermana de Galdós y de la
madre de Soriano se reflejan en las cartas cruzadas entre ambos en las que se ratifican los
sentimientos más sinceros de amistad. "Estamos en igual trance, comprendemos nuestra
mutua pena -y he pasado los quince días aislado del mundo-o Por eso no le escribí.
Perdóneme. Recibí su telegrama sobre lo de el Español que ya mandé a Madrid; en el periódico
se hizo la campaña". Según parece, la madre de Soriano era una fervorosa lectora de Galdós,
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
ya que "el Diputado a Cortes por Madrid", según reza el membrete de las cartas, se expresaba
de esta manera: "Mi adorada madre admiraba al Galdós de los Episodios, las grandes y nob les
ideas que salvaron a la humanidad. Su recuerdo y el nombre de usted consuelan mis dolores
y mis tristezas ante tantas penas, decepciones, desilusiones, desmayos del espíritu como
aparecen en la triste vida ... ".
Las relaciones de Soriano y Galdós, como ya se ha dicho, fueron muy variadas. Fruto de
la estrecha e íntima amistad que las unieron, desde las cartas políticas, algunas de las cuales
ya se han visto, hasta las recomendaciones de índole literaria. En el plano político, conviene
destacar una carta firmada conjuntamente con Joaquín Dicenta y Soriano en la que adjuntan
una carta" que se nos ha dirigido por conducto de El Liberal y nuestra contestación". Estaba
relacionada con uno de los mítines de Galdós de los años 1906-7, y tanto Dicenta como
Soriano felicitaban a Galdós por los textos publicados en EIL iberal y por su actividad política.
En otras ocasiones, el almuerzo era el medio para poder cambiar impresiones. Una carta de
Soriano, casi un billete por lo breve, se excusa por no haber podido asistir a una de esas
comidas; y en la otra invita a Galdós y a Machaquito, el torero, para que pasen por la redacción
de España Nueva con objeto de poder almorzar juntos. El teatro es también motivo de varias
cartas. En una ocasión, Soriano le remite a Galdós el recorte de un comentario de La Voz de
Guipúzcua acerca del estreno de Doña Perfecta en San Sebastián. El periódico se hace eco
de la prohibición que el obispo de Segovia había comunicado a sus feligreses en el sentido
de que cuantos "vean a Doña Perfecta de Galdós que califica de obra inmoral, no podrán
recibir la comunión. "La Lectura Dominical, órgano del Apostolado de Prensa, dice lo
siguiente ocupándose de estas obrillas [se refiere a Doña Perfecta y el Libre Cambio, de Mario
(hijo)]": hablando sin reparos y con el lenguaje de la verdad, el drama de Galdós denominado
Doña Perfecta, es un verdadero mamarracho, ridículo más que dramático, merecedor de
todas las patatas que ha producido España de cien años a esta parte. Si el personaje de Doña
Perfecta es tan inmoral, monstruoso y profundamente repulsivo en las tablas como en el
libro, la obra dramática no vale un pitoche, está mal hecha. Es de las obras dramáticas peores
de Galdós (las cuales todas son peores) ". Como se ve, los criterios transcritos por el periódico
guipuzcoano no eran precisamente favorecedores de la obra; porque, una vez más, se
entrecruzaban los cables de la política y de la falsa religiosidad.
Otro tema vuelve a ser el del Teatro libre: "¿Será usted tan amable que me envíe mañana
si le es posible, cinco o seis líneas sobre lo del teatro libre?". En este tema, Soriano insistió
varias veces, pero sin resultado. Galdós no quería tomar partido en un asunto que en aquel
momento resultaba bastante vidrioso, porque rozaba con los intereses materiales de los
teatros tradicionales; de los cuales él vivía. La petición de "dos butacas de las filas más
próximas" es una demanda de Soriano; la lectura de "una obra dramática en un acto que creo
muy original y deseo su favor cerca de Díaz de Mendoza" , es otra de las peticiones de Soriano.
Siempre Galdós convertido en gestor, en mediador, en recomendante de las obras de los
autores teatrales neófitos. Atosigado por las peticiones amistosas.
Soriano, ya se ha visto, colaboraba en el Imparcial y era director de España Nueva. Las
colaboraciones en el primero debían estar bastante mediatizadas, porque el periódico tenía
un plantel fijo y cada vez de más ilustres colaboradores. En una de las cartas, se queja a
Galdós de que la crítica teatral, que al parecer la había hecho Soriano, había sido
IV CONGRESO GALDOSIANO mi
encomendada a Mariano de Cavia. "Ruego a usted -le dice a Galdós-, pues, no diga nada
de mi y que conste que le agradezco en el alma sus amables propósitos. Como no he recibido
aviso de ustedes y Ortega me ha dicho que no puede comer hoy con nosotros, supongo que
la reunión quedará aplazada". Ortega Munilla, como director de El Imparcial, por razones
ideológicas o compromisos del periódico, había colocado a Cavia, ya conocido periodista,
para hacer las crónicas teatrales, con lo que los propósitos de Soriano quedaron interrumpidos;
y también los de Galdós. Esto no era obstáculo para que Soriano insistiese en la
colaboración para El Imparcial, sobre todo, con textos de los Episodios que estuviesen
próximos a publicarse; "porque si apareciera el de El Liberalles molestaría mucho a los mios.
Ya sabe usted lo que son las rivalidades de empresa". La insistencia de Soriano para que
colaborara Galdós en El Imparcial, en el lunes del Imparcial, es reiterativa. "Puesto que me
ha prometido tantas veces escribir algo, ¿por qué no ha de esta la definitiva? Escoja usted
el asunto que más le guste sin que sea de Nochebuena y si puede estar dentro de seis u ocho
días se lo agradecerá muchísimo su amigo y admirador". Con una postdata: "Si no quiere
usted nada nuevo, ¿porque no nos envía algunas páginas inéditas de cualquier obra que
tenga entre manos? En el número colaborarán Selles, Picón, Campoamor, etc."
La dilatada correspondencia sostenida por Soriano con Galdós abarcó temas muy
dispares: política, literatura, temas muy personales, peticiones, recomendaciones, crítica de
libros, etc. Soriano quiso en todo momento estar cerca de Galdós. Necesitaba no solo su
aliento y protección, sino su amistad. Hay cartas en las que se demuestra claramente la
rabiosa necesidad con que Soriano desea la amistad, la franca amistad de Galdós. Aún en sus
protestas, manifestadas en más de una ocasión, por el desvío, por el olvido del novelista,
Soriano da fe del afecto, del profundo cariño que siente por Galdós. La muerte bastante
próxima de la hermana de Galdós y de la madre de Soriano dan fe de las cartas llenas de
sinceridad y de dolor por parte del periodista. Pero sobre todo, El Imparcial y Vida Nueva
fueron las dos publicaciones periódicas que persiguieron continuamente a Galdós; Soriano,
director de una y redactor de la otra, se las veía y se las deseaba para conseguir cuartillas
de Galdós. Para conseguir la colaboración de Galdós. Cosa que en muy contadísimas
ocasiones consiguió. Y, la política, porque Soriano fue fundamentalmente un político, un
republicano rabioso. Un encorajinado republicano que se enfrentó con Blasco-Ibáñez, con
Lerroux, con Nougués y con tantos más; de la misma manera que se había enfrentado, alguna
vez en el campo del honor, con periodistas o con directores de periódicos, según la moda de
la época (en vez de la pluma, el florete).
Soriano, profesional de vida nómada -Madrid, Valencia, San Sebastián, Barcelona,
París-, fue sin duda uno de esos periodistas que dejaron huella; tanto por la actitud de su
pluma como por la amplia perspectiva de sus informaciones. Recuérdese, pasados los años,
\coincidiría con Unamuno en París, durante el destierro de este último, y los recuerdos que
Unamuno tiene de Soriano no son precisamente muy gratos., Cuando desterrados Soriano
y Unamuno en la isla de Fuerteventura, tienen en cierto modo que soportarse y convivir,
tampoco fueron demasiado agradables los días que estuvieron juntos en el pequeño
pueblecito de Puerto de Cabras. Sin embargo, como confesaba el propio Unamuno en una
carta a su amigo Castañeira, años después, el comportamiento noble y elevado de Soriano
como embajador de España en Chile, en los años de la Segunda República Española. hicieron
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
rectificar noble y espontáneamente los juicios que Unamuno había formado del periodista
político republicano.
Una última faceta en la amistad de Soriano y Galdós convendría destacar: Soriano
consiguió para Galdós, en más de una ocasión, información o documentación valiosa que el
novelista utilizaría para algunos de sus Episodios. En una de las cartas le da la noticia de que
el hijo del "infante Don Enrique" es "poseedor de sus secretos y que le citará uno de estos
días y tendrá sumo gusto en comunicarle las noticias que desea para su libro. Vive el general
en el Paseo de Rosales 14". En otra ocasión, según se ha señalado ya, es el archivo del general
Narváez el que resulta un filón de gran valor como fuente documental e histórica. Para Galdós
est03 hallazgos tenían un inconmensurable valor, puesto que siempre tuvo el novelista el
criterio de apoyarse en fuentes documentales para redactar sus novelas históricas, los
Episodios Nacionales. Y en este caso, la información y la documentación ofrecida por
Soriano eran de una calidad inigualable.
Rodrigo Soriano, republicano, periodista, personaje importante en la historia de la
España contemporánea, fue uno de esos amigos de Galdós sin los que hoy no sería posible
completar la lectura de esta correspondencia, heterogénea, pero riquísima en aspectos muy
poco conocidos de la vida galdosiana.
IV CONGRESO GALDOSIANO lB
Notas
t Rafael Pérez de la Dehesa: El grupo "Germinar: una clave del 98. Madrid, Taurus, 1970; 116
págs.
2 J. Abellán, D. Basdekig ... : La cn'sis deJin de siglo: /deologiay iteratura. (Estudios en memoria
de Rqfael Pérez de la Dehesa); Barcelona, Ariel [1974].
3 Antonio Ramos Gascón: "La revista «Germinal» y los planteamientos de la «Gente Nueva»". vid.
N. 2; p. 60 Y sigs.
4 Pedro Gómez Aparicio: Historia del periodismo español... Ed. Nacional, 1974; p. 190.
5 Cartas de Luis Bello a Galdós; Arch. Casa Museo Pérez Galdós. Año 1904.
6 Vid. N. 5.
7 Luis Bello: "Galdós, presente". (La Lectura, T. 1; págs. 66-67).
8 Cartas de E. Zamacis. Años 1903-1914-1915. (Arch. Casa M. P. Galdós).
9 Vid. N. 4; pág. 308.