EL GAS EN LA OBRA DE GALDOS 11

M. ª del Carmen Simón palmer

Ya escritores ilustrados españoles, como

Viera y Clavijo, se interesan en el siglo XVlIl por una de las primeras aplicaciones del gas, la

de impulsador de los que" globos aerostátitcos". Con carácter literario y en Madrid, es Larra

el primero que le dedica dos artículos titulados "Ascensión Aerostática" y "El hombre-globo" .

En esos años se intenta tímidamente en la capiatal dar los primeros pasos en la mejora de

su alumbrado, aún de petróleo y aceite.

Las autoridades parecen entusiasmadas por el progreso en sus informes:

"La capital de una nación que entra con ardor en la senda de la prosperidad y una capital

que, como Madrid quiera rivalizar con las ciudades e imperios más ricos de la Europa

por las demostraciones de su cultura y aún por el refinamiento de sus comodidades, y

además ha de ser el modelo de España, ha de abrazar con gusto y entrar con actividad

en una mejora que aumenta las comodidades y goces, que da elegancia al aspecto

público, y que sin contar el aseo, proporciona al vecindario mercantil, a los Teatros, a

los bazares y a las casas de contratación y concurrencia, la facilidad de una iluminación

viva y hermosa, lujosa y desp~és de todo limpia yeconómica"l. .

La del gas ha sido una de las industrias con mayor eco literario en Madrid desde el primer

momento e incluso antes de ponerse en marcha. Se da el caso sorprendente de que hombres

de letras son atraídos por este adelanto técnico de forma tal, que pocos son los que dejan de

mencionarlo de una u otra manera que en sus obras, desde el ya citado Larra a Max Aub o

Gómez de la Serna. Su instalación coincide con la del primer ferrocarril, que brinda a los

autores la posibilidad de acercarse a paisajes nuevos y experimentar sensaciones desconocidas

que plasmarán en versos entusiastas. Además esas empresas contribuyen a una

industrialización de la capital y sirven de fondo a una nueva literatura en la que el tema social

juega un papel importante.

La aplicación del gas al alumbrado se cuida de forma especial y sus quinqués, farolas y

apliques tienen una estética que es pronto apreciada por los creadores, que ambientan con

ellos escenas de gran fuerza emocional.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

La obra de don Benito Pérez Galdós nos resulta inapreciable para completar la historia

de la industria del gas, como portavoz del pueblo de Madrid, puesto que sus frases no son

las de los empresarios o las autoridades municipales, que conocemos a través de los archivos

y la prensa periódica, sino la de los madrileños de a pie. De su mano podemos aquí seguir

la marcha de esta empresa desde sus principios, conocer quienes son sus accionistas, la

construcción de la fábrica, sus obreros, etc. Desde tres vertientes aparece el gas en su obra:

primero como producto industrial, ya en uso en otros países cuando llega a la capital

impulsado por un accionariado mixto; luego como factor importante en la mejora de la

calidad de vida de algunos madrileños de alto poder adquisitivo. Por último, Galdós utiliza

el gas para ambientar sentimientos unas veces, escenas urbanas otras y llega a convertirlo

en una figura literaria, como después haría Gómez de la Serna.

La preocupación española por estar a nivel europeo no es de hoy. En 1832 Madrid, según

las autoridades municipales, lo ha conseguido gracias a Fernando VII, y tan sólo queda por

mejorar el ramo del alumbrado. Se le ocurre al Corregidor celebrar el próximo alumbramiento

de la Reina con una prueba del gas en las principales calles del centro y a la vez convocar

un concurso público en el que se presenten ideas.

Tras el nacimiento de la infanta María Luisa Fernanda, el viernes 2 de marzo de 1832

acude la Reina a la basílica de Atocha para oir la tradicional misa de parida, y por la noche

al teatro del Príncipe. La capital recibe entusiasmada la iluminación del trayecto que va desde

el arco del Palacio hasta el teatro, pero a pesar del éxito, Madrid va a continuar aún años

haciendo funcionar sus faroles con aceite. Por eso el teatro romántico no pudo disponer de

una luz que hubiera sido tan apropiada para escenificar escenas tenebrosas y ambientar las

frustraciones de los protagonistas de sus dramas, aunque siendo primer ministro Martínez

de la Rosa se firmó el primer contrato para su instalación. La iniciativa privada chocó con

los intereses de Palacio en la plaza de Oriente, y con las dificultades lógicas de su instalación

que retrasaron su puesta en marcha. Tras varios cambios de propietario, en 1846, compra

la empresa un grupo de capitalistas ingleses, franceses y españoles, presididos por los

ingleses Manby y Partington y se inicia ya la construcción del gasómetro.

Galdós nos traslada los comentarios de los madrileños:

.. -y usted no ha oído decir que van a poner en Madrid una cosa que se llama e/gas para

alumbrar toditas las calles?

-Sí, sÍ; y también se habla de caminos de hierro para ir de aqui a Aranjuez en dos o tres horas"2.

En efecto, los nombres de los accionistas de la nueva sociedad venían colaborando desde

años atrás en varios proyectos. Por ejemplo José de Salamanca y Buschental, habían iniciado

el negocio de las barlinas de alquiler y el Banco de Castilla, luego de Isabel II, junto a otros

amigos. No se equivoca Galdós al unir los dos grandes avances técnicos de esos años puesto

que desde la inauguración en 1844 del Banco mencionado, el mismo grupo de empresarios

se va a interesar también en los ferrocarriles.

La influencia de estos hombres de la banca en la sociedad madrileña fue enorme de tal

manera que, ya hace un siglo, también marcaban la moda en el vestir y todo aquel que

quisiera ser considerado debía imitarles:

IV CONGRESO GALDOSIANO _

"Pero no habría llegado don Bruno a esta preponderancia si a los artificios de la palabra

y del silencio no agregara otro muy eficaz para el realce de su persona. Dio en gastar

unos sombreros de extraordinaria magnitud, con el ala más larga que los de la moda

corriente, y un poquito encorvada formando teja. Era el modelo que usaba don

Alejandro Mon, Buschental, un francés que había venido de París a lo del gas, y otras

personas de viso muy contadas":!.

El desempeño por Salamanca de la cartera de Hacienda en 1847, facilitó la puesta en

marcha de la industria del gas, que en cambio, después de su caída y especialmente a partir

de la revolución de 1854, padeció los mismos sobresaltos que sus accionistas.

Tras la crisis económica de 18481a empresa cambia de gestores y se nombra un ingeniero

español, aunque formado en Inglaterra. Melitón Martín, como director, Redacta un librito

propagandístico en el que anima a los particulares a instalarlo en sus casas porque reconoce

que a pesar de tratarse de una "invención grande, portentosa y de incalculables resultados

benéficos" necesita que se la defienda en Madrid. Los nuevos empleados, si hemos de creer

a don Melitón, fueron muy insultados por los obreros, mercaderes y, en fin, aquellos a quien

beneficiaba, y lo menos duro que oían era: "¡Maldito el gas y quien le trae!"

Parece que los criados están en contra para que sus amos no vean si han limpiado o no,

lo que demuestra que el público a quien se dirige dispone de los medios suficientes para

mantener servicio. Los pequeños comerciantes pronto lo adoptan, como prueban los

expedientes conservados en el Ayuntamiento con las quejas sobre su funcionamiento.

"En este interesante periodo de la crianza del heredero, desde el45 para acá, sufrió la

casa de Santa Cruz la transformación impuesta por los tiempos y que fue puramente externa,

continuando inalterada en lo esencial. En el escritorio y en el almacén aparecieron los

primeros mecheros de gas hacia el año 49, Y el famoso velón de cuatro luces recibió tan

tremenda bofetada de la dura mano del progreso, que no se le volvió a ver más por ninguna

parte"4.

Los primeros años son muy duros por la empresa, que en 1848 se encuentra en quiebra,

y los accionistas igleses han fracasado en sus negocios de construcción. La parte española

se reune y decide confiar en un hombre que se presenta dispuesto a salvarla con su capital,

Gregorio López Mollinedo, quien pronto se convierte en Director General y acabará siendo

el principal acreedor. Los rumores sobre que el carbón lo hace traer de sus minas, o que

compra a una tienda familiar las cañerías, las lámparas de los teatros, del Palacio de

Congresos, etc., se extienden y se sospecha que intenta provocar la quiebra para que la

empresa salga a subasta. Pérez Galdós nos dejó un retrato de alguien muy similar a Mollinedo

pero con mezcla de señorito andaluz, según modelo Marqués de Salamanca. Pensemos que

el común de los madrileños no estaba al tanto de las jugadas financieras y tan sólo circulaban

rumores, lo que explica la confusión. Emilio Terry es dueño de un buen capital, especulador

en Bolsa e integrante del gran mecanismo de las asociaciones mineras:

.. -También te las ha dado Terry. ¿Eran de su familia?

- No; las ha comprado. Ya sabes que está riquísimo. El mes pasado ganó medio millón

de reales, y ahora, si traspasan lo del gas a la compañía francesa, no se puede calcular

los dinerales que ganarán entre Emilio, Gándara y Safón ... "5

al BIBLIOTECA GALDOSIANA

Las leyes financieras dictadas el año 1856 permiten el establecimiento en España de las

grandes sociedades extranjeras. Los hermanos Pereire habían entrado en los ferrocarriles

franceses ya en 1835. Su idea era la de unir el de Paris-Burdeos con el español y por eso crean

la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, al no conseguir la concesión del

de Levante. Puede imaginarse su interés en hacerse con la fábrica del gas madrileño a la que

suministrarían el carbón desde las minas del Norte que también eran de su propiedad.

López Mollinedo, director general de la "Sociedad Madrileña para el alumbrado del gas"

y parte importante de la Unión Liberal tras la revolución del 54, prepara una gran jugada

financiera con la que provoca la quiebra de la fábrica, y la posterior subasta a su favor el25

de diciembre de 1856. Ya antes de la subasta se ha comprometido a cederla al "Crédito

Mobiliario" de los hermanos Pereire. Recordemos aquí que estos banqueros eran rivales de

los Rothschild, asociados con Salamanca en la línea de ferrocarriles de Levante.

Así describía Galdós a Isaac Brizard uno de aquellos franceses:

"Un francés de mediana edad ... que había venido a Madrid al establecimiento del

Crédito Franco-Español, núcleo de capitalistas extranjeros que debía emprender en

España negocios colosales, como los Caminos de Hierro del Norte, el monopolio del gas

de las principales poblaciones, la explotación de Río Tinto"6.

La entrega de la empresa a manos francesas hizo que los accionistas españoles perdiera

su control sobre ella ya que en adelante la gestión central se llevará desde París, pero hay

que reconocer que gracias a esta dependencia la fábrica permaneció ajena a las crisis políticas

y financieras españolas durante sesenta años7

El segundo punto que la obra de Galdós aborda es el de la repercusión del gas en la vida

de los madrileños. La población en la segunda mitad del siglo pasado se duplica y de 281.1 70

habitantes en 1857 pasa a 539.835. La facilidad de acceso desde los pueblos que proporciona

el ferrocarril, y la incipiente industria en la capital, favorece el que obreros sin especialización

busquen aquí un medio de sobrevivir.

La Fábrica del gas se construye en el barrio de las Rondas, extramuros, en el lugar más

"bajo", topográficamente hablando de Madrid, junto a la Puerta de Toledo y frente al Rastro.

El desinterés del Ayuntamiento por aquella zona le llevó a negarla incluso la iluminación por

gas en la misma calle del Gasómetro, algo que se consideró una venganza por la participación

de los vecinos en los disturbios políticos.

Situada en las afueras de Madrid, en un paisaje al que "los guiñapos y el salle daban su

colorido picante, y debía su majeza al desperdicio de las alegrías de Madrid, que caían todas

hacia esa parte"8. Allí puede desahogarse Maximiliano:

"Maximiliano había comprado un revolver. .. Salió escapado de la casa, y al poco rato

los del herrero del bajo vinieron diciendo que le habían visto en la Ronda pegando tiros

contra la tapia de la Fábrica del Gas. como para ejercitarse ... "<J.

Mesonero había descrito al habitante de este barrio como "madrileño arrogante y leal,

temerario e indolente, sarcástico y hasta agresivo con el poder". Y en efecto los vecinos de

la ronda de Toledo no tll\'ieron nunca inconveniente en lanzarse a la calle en las revoluciones

IV CONGRESO GALDOSIANO _

populares tanto en el pasado siglo como en este. Sus chavales fueron los más temidos por

los alcaldes de Villa por las pedreas que disputaban con los de Ministriles. Don Benito al

trazar lagenalogía de un niño en Fortunatay Jacinta da a entender la viveza de los empleados

del gas:

"Tiene que ser un gran pillete. Tiene a quien salir. Su padre fue primero empleado en

el gas; después, punto figurado en la casa de juego del Pulpitillo" 10.

Algunos trabajos de la Fábrica, como los relacionados con el carbón, eran especialmente

duros. Su transporte y picado o la tarea en las calderas debía dejar las gargantas de los

obreros completamente secas igual que sucedía a los vecinos del Matadero:

"Toda la calle de Toledo es roja, y no precisamente por el Matadero, ni por la sangre

revolucionaria vertida en ella, sino por la pintura exterior de las ochenta y ocho tabernas

(¡las he contado!) que existen desde la plaza de la Cebada hasta la Puerta de Toledo"!!.

En los primeros años de funcionamiento, el gas va a alumbrar tan sólo los lugares

céntricos y los edificios importantes, de manera que la distancia entre los faroles es menor

cuando la calle lo requiere o vive cerca un personaje; mientras, el resto de Madrid continúa

con aceite. Se sigue un criterio elitista que al principio podía justificarse por el alto precio,

la dificultad de extracción y la lejanía de las cuencas carboníferas, que aún no disponían del

ferrocarril para enviar la hulla lo que encarecía el producto. Con los años se interna en los

palacetes y en los salones de la aristocracia y al trasladarse la burguesía a los nuevos barrios

como los de Salamanca o Pozas, allí llega el gas.

Pronto, en sus folletos de propaganda, la empresa habla de que en Europa está ya

instalado en las casas para calentar el agua y como calefacción, pero pocos madrileños

llegaron a disfrutar de este adelanto.

Mediado el pasado siglo, cuando ya la Compañía del Gas funciona con normalidad,

reclama al Ayuntamiento que los faroleros pasen a depender de ella. Se separan entonces

las funciones, hasta entonces unidas de sereno y farolero, si bien los primeros continúan

encargados de vigilar la integridad de los faroles durante la noche. El Ayuntamiento conocía

el itinerario de estos empleados de la Fábrica con seis meses de antelación y podía pedir su

despido en el caso de falta grave a sus obligaciones. Eran éstas la limpieza diaria y el lavado

de los candelabros los últimos días de cada mes, para lo que el Ayuntamiento fijaba una

cantidad por elemento que abonaba al mes y de la que descontaba las multas por

infracciones. También el Municipio entregaba a la Compañía los faroles, candelabros,

pescantes o palomillas y ésta los pintaba y colocaba el número correspondiente.

Los faroles del gas, que con tanto cuidado escogieron las autoridades municipales desde

el principio tomando como modelo los parisinos, fueron y siguen siendo uno de los objetos

más queridos de los madrileños. Pérez Galdós los convierte en testigos de los momentos

claves de la historia de España.

Era tradición en la Corte celebrar desde siglos atrás, los acontecimientos con corridas de

toros, fuegos artificiales y adornar las casas con crespones y luces en las fachadas. Es curioso

observar cómo ya en el alzamiento liberal de los sargentos de caballería del cuartel de San

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Gil, el año 1866, el pueblo utiliza los tubos de hierro preparados para instalar el gas, para

levantar barricadas "admirables, pero expuestísimas", según comentaba Rodríguez SOlíS I2•

Tras la caída de Isabel Ii en 1868, las nuevas Cortes elaboran una nueva Constitución y para

celebrarla se dispone que esa noche la fuente de la Cibeles y las demás del Salón del Prado

estén iluminadas y en las cercanías se sitúen bandas de música para recreo del público. Se

invita además al vencindario de Madrid a que ilumine los balcones y fachadas de las casas.

Desde este año hasta la Restauración, en 1875, se suceden gobiernos de todo tipo. El jefe

de uno de ellos, Prim, convence a Amadeo de Saboya, duque de Aosta, para que acepte la

corona pero antes de su llegada Prim es asesinado. Amadeo de Saboya vive durante dos años

y dos meses en Madrid. Galdós nos dejó retratos del palacio en los años en que lo habilitó,

en los que se alude de forma negativa a las secuelas dejadas por el gas en el edificio. La familia

real, gran entusiasta desde que Fernando VII vió su aplicación en un viaje a Barcelona, había

instalado una fábrica en Palacio con otro sistema de producción. No faltaron durante años

los problemas con el Municipio y también entre los directores de la Compañía madrileña y

de la Fábrica real.

"Charlando con voluble intercadencia de veras y bromas, llegamos a Palacio y entramos

en la Intendencia, que está, como sabeis, en la planta baja. Plaza de la Armería. En una

antesala nos detuvimos ... Quedeme solo en aquel aposento, donde no veía mas que

estantes llenos de legajos, y algunos cuadrotes deslucidos del tiempo del humo del gas,

y que representaban edificios o campiñas de los y Sitios Reales"13.

El protagonista, invisible, que estaba en la vivienda de una antigua novia a la que

acompaña un alabardero, decide marcharse:

"Salí de estampía, y conmigo salió el gato de la casa, que por efecto de la picante escena

iba en busca de lo suyo. El ligero paso del morrongo guió los pasos míos, y tras él seguí

escaleras abajo, no sé si por la de Cáceres o por otra de las muchas que allí hay. Ya era

de noche y el gas alumbraba todos los pasajes, con y rincones del inmenso caserón

real" \4.

Tras la marcha de Amadeo I y la proclamación de la Primera República hay varios

presidentes. El último, Castelar, logró imponer el orden, pero se ganó la oposición de sus

compañeros de partido. Este era el ambiente de la sesión de Cortes en que se trató de la

cuestión religiosa y pronunció su famoso discurso: "Grande es Dios en el Sinaí. .. ". De nuevo

Galdós se sirve de la luz del gas para ambientar aquel momento:

"Descendían sobre el salón las sombras de la tarde. Apenas distinguía don Wifredo la

faz de la señora enamorada y pobre ... Poco tardó en verla con claridad ... Hablaba ya

Castelar cuando se encendieron las luces. En las cristalinas bombas que encerraban los

mecheros, detonaba el gas con el alegre bum-hum al contacto de 1 fuego. Cada bocanada

aumentaba una luz. y la suma de ellas, difundiendo intensa claridad. ponía el color y

la vida en los rostros de los constituyentes y en el pintoresco semicírculo de las tribunas.

Todo renacía; todo se llenaba de matices y resplandores, con los cuales poco a poco se

fundía el resplandor mágico del verbo castelarino ... "15.

IV CONGRESO GALDOSIANO _

El 2 de enero las Cortes le obligan a dimitir. Horas más tarde en la madrugada del 3 de

enero, a las cinco o seis de la mañana, comienza el escrutinio para elegir nuevo presidente

de la República. Se produce entonces la amenaza del Capitán general de Madrid, a través de

sus ayudantes para que los diputados desalojen el local en un término perentorio:

"El rayo corrió por toda la sala en menos de un segundo, levantando a muchos de sus

asientos, y oyéronse estas voces:

-¡Nunca. ¡Nunca.

Pareciome que en aquella fracción de segundo los pupitres, los divanes, los candelabros,

las luces del gas, las pinturas y los adornos, los nombres grabados en las lápidas

conmemorativas y hasta los mudos maceros gritaban también:

-¡Nunca!"16

Tras el conocido incidente del general Pavía, la regencia de Serrano sirve de intermedio

hasta la llegada de Alfonso XII. La Restauración se celebra en Madrid con luminarias en los

principales edificios, en las calles y en las casas, estrenándose el alumbrado eléctrico en la

Puerta del Sol. La ciudad continúa alumbrándose de manera especial en los acontecimientos.

Así, años más tarde, cuando el rey regresa con el ejército del Norte, al terminar la guerra civil,

la capital es una fiesta:

"Vestían los balcones abigarradas percalinas, las más de ellas de respetable ancianidad,

pues ya figuraron en el regocijo de 1860, cuando entraron las tropas vencedoras en

Africa, y en el regocijo del 68, entrada de Serrano. vencedor en Alcolea. De noche

fulguraban las hileras de gas en los edificios públicos. y en el camino lucían de trecho

en trecho los farolitos de aceite con parpadeo mustio y lastimoso. La iluminación

pública era la misma que esmaltó las noches en diferentes ocasiones de júbilo, como en

nacimiento del Príncipe y las Infantas o la traída de aguas del Lozoya"17.

En aquel Madrid aún hay tiempo para pasear por el Prado al atardecer, acudir a las

tertulias o ir de tiendas. El gas es uno de los grandes reclamos comerciales cuando luce en

los escaparates y actúa como un auténtico imán de paseantes, aunque protesten los

propietarios por su calidad. La calle de Carretas y los alrededores de Sol, centro del comercio

de lujo y de toda clase de industrias, constituyen aquellos años "el encanto del viajero

desocupado". Los madrileños se extasían ante aquel derroche de luz, de ahí que Galdós

comente la actitud indiferente ante ellos de Fortunata como muestra de su estado anímico:

"Recorrió el espacio desde la calle de las Hileras a la de Pontejos extraordinariamente

excitada, sin ver a nadie. Llovía un poco, y ni siquiera se acordó de abrir su paraguas.

El gas de los escaparates estaba encendido, pero Jacinta que acostumbraba pararse a

ver las novedades, no se detuvo en ninguna parte"18.

El pueblo no acude para divertirse a los grandes teatros, se contentan con los bailes "de

criadas y de horteras" como se autodefine el de "La Gran Vía", con los espectáculos caseros

o callejeros de "física recreativa", exhibición de atletas, artistas improvisados por la

necesidad, seres deformes, etc. A la infancia se le ofrece los números más extraños: niños

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

monstruosos, cabezas parlantes, la mujer partida por la mitad o el tragaespadas. Se busca

atraerla haciéndole pasar miedo, a lo que el gas ayuda:

MLas luces rojizas del gas daban a aquel recinto, donde hervían ardientes apetitos de

emociones y tanta bulliciosa y febril impaciencia no se qué graciosa similitud con

calderas infernales o con un infiernito de fuego y miniatura, improvisado en el Limbo

en una tarde de Carnaval"19.

Pues bien, mucha de esa gente humilde ha llegado en la segunda mitad del siglo a Madrid

en busca de trabajo y al duplicar su población crea un problema de alojamiento. La polémica

entre los partidarios de construir barrios especiales para los obreros y los que se inclinan por

mantenerles cerca pero en un espacio determinado dentro del mismo edificio estalla. En la

zona sur, la falta de higiene, la acumulación de personas en las casas donde viven hacinados,

y la dureza del clima provocan una elevada mortalidad tal y como refleja la Comisión de

Reformas Sociales en su informe sobre los barrios populares.

La clase media sufre también el problema de los altísimos alquileres, incluso tras la

construcción de los nuevos barrios. El gas en el portal marca la diferencia social. Por eso, en

Fortunatay Jacinta, la casa de Jacinta lo tiene:

"Fortunta vio el portal de la casa de Santa Cruz, y sus miradas se internaron por aquella

cavidad ancha, de estucadas paredes, y alumbrada por mecheros de gas"20.

Dentro del edificio, la altura también muestra la importancia de la familia. El principal

se llama así por serlo, y según se asciende baja por el contrario la categoría social hasta llegar

a la buhardilla, lugar inhóspito e inhabitable. La casa ideal tiene un pasillo larguísimo con

habitaciones a los lados, chimeneas para combatir el frío y todas las paredes empapeladas.

Lo más importante es que la sala y el gabinete sean lujosos, ya que es el lugar donde se recibe

a las amistades y dan la idea de la categoría de los inquilinos. Así describe Galdós la vivienda

de un indiano que se instala en Madrid:

"Había comprado una casa nueva, hermosísima, en la calle del Arenal, cuyo primer piso

ocupaba por entero. Parte de ella estaba amueblada ya, atendiendo más a la disposición

cómoda, según el uso inglés, que a ese lujo de la gente latina, que sacrifica su propio

bienestar a vanas apariencias. Allí, sin que faltara lo que recrea la vista, prevalecia todo

lo necesario para vivir bien holgadamente ... Se asustaron de ver el gas en los pasillos,

cocina, baño, billar y comedor ... "21.

Este gusto por lo inglés muestra también el protagonista de La sirena negra de Emilia

Pardo Bazán que tiene en su casa agua caliente en el baño.

En una de sus cartas a Teodosia Gandarias escrita en 1907 Galdós opina sobre la casa

que aquella está poniendo:

..... Comedor y gabinete dices. A esto te digo que nosotros no necesitamos gabinete, es

el centro del lugar para visitas. El gabinete, que has visto se compondrá de so/ases y

IV CONGRESO GALDOSIANO _

sillones de tapicería. que no nos hace falta para nada. Lo que nosotros tenemos que

disponer es una habitación de trabqjo. práctica y elegante. mesayestantería. y aparato

de calefacción .. "22.

En la vida real muy pocas familias llevaron el gas más allá del salón de la casa y durante

años fue privilegio de los palacetes aristocráticos, como el del marqués de Cerralbo que aún

hoy podemos contemplar. Hay en las grandes casas una combinación de los tres sistemas

de alumbrado: gas en el vestíbulo y comedor. los salones de bailes con bujías; las salas de

conversación y juego con chimeneas y luz eléctrica al igual que la escalinata.

Un último tratamiento de esta industria en la obra de Galdós es el puramente literario.

Así en La desheredada la luz del gas, que otras veces era amarilla se transforma en rojiza

como la pasión de la pareja y su oscilación acompaña a las dudas de la protagonista:

..... Miquis la miraba pestañeando. Sobre ambos. un farol de gas alumbraba con rojiza

luz aquella escena indefinible en que la necesidad desesperada. de un lado. y la

integridad vacilante. de otro. se debatían con furor".

Sirve también como reloj, para poner fin a la cita amorosa:

"Isidora. Ahora sí que es tarde. Me voy. me voy.

Joaquín. Todavía ...

Isidora. Sí. ya han encendido el gas (Mira el techo). Mira los dibujos que hacen en el

techo la sombra de los árboles de la calle y el resplandor de los faroles"23.

Como elemento purificador:

"Limpiando súbitamente de toda idea de independencia. como se limpia de sombras un

farol cuando aparece dentro de él la llama de gas"24.

y llega incluso a identificarlo con el personaje:

"La puerta estaba abierta y un operario arreglaba la entrada del gas ... Parecía como que

yo me introducía invisible. como el gas. pasando por escondidos. angostos y callados

tubos"25.

Hasta aquí un rápido esbozo de la amplitud con que Galdós abordó temas en apariencia

tan alejados de la creación literaria como pueden ser los industriales y de su capacidad para

convertirlos en algo bello y poético. Su admiración por el progreso la personificó en Pepe Rey,

el ingeniero de su novela Doña Perfecta, al que describía como:

"Hombre de elevadas ideas y de inmenso amor a la Ciencia. hallaba su más puro goce

en la observación y estudio de los prodigios con que el genio del siglo sabe cooperar a

la cultura y bienestar físico y perfeccionamiento moral del hombre"26.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Notas

1 Madrid. Archivo de Villa. Secretaría. 4-89-4.

2 Pérez Galdós, Benito: Montes de Oca, en Obras Completas, Episodios Nacionales, Tomo n. 10·

ed. Madrid. Aguilar. 1968, pág. 1.150.

3 [dem. Bodas Reales. en OC, Episodios Nacionales. Tomo n, pág. 1.389.

4 [dem id. Fortunata y Jacinta. en Obras Completas. Novelas. Tomo n, pág. 462.

5 [dem id. Bodas Reales. pág. 1.383.

6 [dem id. O'Donnell en OC, Episodios Nacionales. T. III, pág. 169.

7 Simón Palmero Carmen: Elgasy los madrileños. (J 832-1936). Madrid. Espasa Calpe. 1989. 302 págs.

8 [dem id. España trágica. en OC. Episodios Nacionales, T. IV, pág. 974.

9 [dem id. Fortunatay Jacinta, pág. 965.

10 [dem id. Fortuntay Jacinta, pág. 580.

11 [dem id. CoTJferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid eI28-1I[-1915. en OC. Novelas. T. III.

12 Rodríguez Sotis, F: Memorias de un revolucionario. Madrid. Edic. Plutarco. 1930, pág. 37.

13 Pérez Galdós: Amadei 1, en OC, Episodios Nacionales. pág. 1.057.

\4 [dem id. pág. 1.085.

15 [dem id. España sin rey. en OC, Episodios Nacionales. T. m, pág. 8.156.

16 [dem id, De Cartago a Sagunto, pág. 1.246.

17 [dem id. Cánovas. en OC, Episodios Nacionales, T. m, pág. 1.359.

18 [dem id. Fortunatay Jacinta. pág. 505.

19 [dem id. El amigo Manso. en OC, Novelas. T. 1, Pág. 1.217.

20 [dem id. Fortuntay Jacinta. pág. 758.

21 [dem id. Tormento, en OC, Novelas. pág. 68.

22 (Carta de Galdós a Teodosia Gandarias. Santander 11 Octubre. 1907). Recogida por Nuez,

Sebastián de la, Las últimas novelas de Galdós a través de un epistolario amoroso. en Centenario de

"Fortunatay Jacinta. Actas ... Madrid, Universidad Complutense. 1989.

23 Pérez Galdós, B. La desheredada, en OC, novelas. T. 1. pág. 1.136.

24 [dem id. Fortuntay Jacinta. pág. 619.

25 [dem id. Lo prohibido, en OC. Novelas, T. 11. pág. 266.

2ó [dem id. Doña Perfecta, en OC. Novelas. T. 1. pág. 423.