LA REALIDAD COMO INCOGNITA •

UN ESTUDIO SOBRE LA INCOGNITA

y REALIDAD

Juan Ignacio Ferreras

e reo que es una gran descortesía, empezar

por citarse a uno mismo, pero no me queda más remedio si quiero situar el problema que

intento resolver aquí.

Para mi y supongo que para la mayoría de los estudiosos, Galdós es ante todo un escritor

realista, es más, el fundador o uno de los fundadores del realismo novelesco español a partir

de los años revolucionarios de 1868. Sin embargo, como sabemos ya a medida que pasan

las lecturas y las críticas, el realismo no es un concepto tan fácilmente reductible, y Galdós,

como escritor realista, se nos va desvelando y al mismo tiempo, creo, alejándose del tipo muy

idealizado de novelista realista que poseíamos todos.

En la década de los setenta y ante la necesidad de totalizar la obra galdosiana para su

estudio, me encontré, casi choqué, con un título La Incógnita, novela que aunque escrita casi

a continuación de la biblia del realismo Fortunatay Jacinta, no había manera o yo no la veía,

de calificar como realista, ni tampoco como naturalista o espiritualista. La Incógnita, novela,

estaba allí, para desmentir en cierta manera todo un itinerario artístico, todo un caminar

realista del mejor y más completo de nuestros novelistas.

Más tarde, hace sólo dos años, presenté un trabajo titulado Galdós y el fracaso del

realismo, donde un poco provocativarnente, subrayaba la quiebra de una línea novelesca,

y no, como alguien equivocadamente interpretó, y no como el fracaso de Galdós. Como

veremos más adelante, Galdós no fracasa nunca, se limita a dar testimonio de un fracaso.

No es fácil llegar a una definición del realismo en Literatura, pero podemos partir del

clásico libro titulado Mimesis, de Auerbach, para intentarlo. Para este crítico del discurso

realista se caracteriza, resumiendo, por las siguientes notas:

- denotación contra connotación

- monosemia contra polisemia

- claridad contra ambigüedad

- seriedad contra juego

- discurso único contra discurso vario

- ausencia de autor contra presencia del mismo

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

de una manera general, me parece muy aceptable esta posición que aunque basada en una

serie de fáciles dualismos, logra delimitar lo que todos entendemos por discurso realista,

prosa realista, o realismo simplemente.

En la obra de Galdós, al menos hasta la aparición de La Incógnita, seguida de Realidad,

en 1889, podríamos encontrar todas las notas que van transcritas más arriba, y también ese

"maximumm de información y minumun de informador" que quiere Genette. La realidad,

la más objetiva y también la más objetivamente contemplada, pasa a la obra literaria, al

parecer, sin ningún obstáculo visible. Nos hallamos también en esta posibilidad de

transcripción, ante un mundo de pensar y de hacer que juzga a la realidad, a la más objetiva,

como reductible. Todo es razonable, todo obedece a las reglas no explícitas de una razón

discursiva que explican el mundo, que lo delimitan también, y que permiten por último, su

transcripción literaria, o novelesca en nuestro caso.

Galdós con ser siempre el primero en el tiempo, no es el único; sociológicamente, su modo

de hacer realista es común a la que podemos llamar generación del 68, Alarcón, Pereda,

Valera, Pardo Bazán, Clarín, Palacio Val dé s y otros de menos fama, todos ellos inauguran

la novela realista española y para todos ellos la realidad se presenta sin fisuras, es decir, la

realidad sigue siendo reductible y por lo tanto transcribible.

Me interesa subrayar, siempre sociológicamente, la visión del mundo compartida por

todos los novelistas de esta generación del 68, porque a pesar de sus diferencias personales

y aun personalísimas, coinciden todos (incluso Pereda) en un racionalismo que tendremos

que llamar racionalismo o reductivismo realista. Sin duda el sexenio revolucionario que

empezó en el 68, ayudó y mucho a los novelistas de esta generación a entender el mundo

como una totalidad significativa que tanto económica como políticamente, y no digamos

novelescamente, podía ser explicada.

Galdós siempre en cabeza, había liquidado ya los extremismos, llamémosles revolucionarios,

con dos títulos La Fontana de Oro de 1970, y El Audaz (1971), el camino parecía

abierto para la reducción realista, significativa, totalizadora, pero este camino no era un

camino de rosas, ya que nuestro autor explora también soluciones naturalistas, esto es

deterministas, con títulos como La desheredada (1881), Tormento (1884) Y quizás también

Lo prohibido (1884). Superadas, suponemos, estas soluciones o exploraciones naturalistas,

Galdós llega al cenit de su novelar realista con Fortunata y Jacinta (1886-1887).

Yun año después, en 1889, surge la ruptura, es decir, aparece La Incógnita, seguida de

Realidad. Con estos títulos y de alguna manera, Galdós liquida el realismo que él mismo

había ayudado y en muy gran manera, a fundar y constituir.

No les voy a recordar el argumento de La Incógnita, pero sí quisiera transcribirles, como

ya hice en otra ocasión, una página de la novela, minitexto o minimodelo, en la que creo se

levanta lo que ya podemos llamar acta de defunción del realismo novelesco. En la novela,

como sabemos, un Manuel Infante escribe desde Madrid, 41 cartas dirigidas a un ignorado

Equis que vive en la ya tradicional Orbajosa. Nuestro Manuel Infante describe siempre al

modo realista, las relaciones de Federico Viera con Augusta, casada con Orozco; nos

hallamos de alguna manera, ante el relato tradicional del XIX, pero de pronto llega el

desenlace: aparece muerto Federico Viera y el esforzado y siempre realista Manuel Infante

plantea las preguntas que todo Madrid se hace: ¿cómo ha muerto? ¿le mató Orozco para lavar

IV CONGRESO GALDOSIANO mm

su honor? ¿lo mató Augusta?, etc. Estamos si seguimos literalmente al título de la novela,

ante una incógnita pero no, como veremos enseguida, ante un vulgar enigma policiaco.

Hasta aquí, carta 39, estamos en plena novela realista, pero en esta misma carta, Manuel

Infante pide ayuda al siempre misterioso Equis:

... y tú no me dices nada; tú ni me aconsejas ya, ni me das siquiera una opinión. Parece

que te has vuelto tonto, o que miras con indiferencia lo que me atañe. Pues para eso,

maldita la falta que me hace tu amistad ni ese saber onmímodo que dicen que tienes ...

Situémonos al nivel del lector de la época, o metámonos en la piel de un lector de novelas

realistas ¿quién pide ayuda a quien? ¿quién es el sujeto de ese dicen? ¿qué clase de narrador

es este Manuel Infante, que rompe precisamente con las reglas de todo narrador realista?

Porque bien mirado, e incluso para un lector no típicamente realista, el llamado Equis hasta

esta carta 39, sólo ha sido un corresponsal imaginario, un doble del lector que recibe la

información del narrador pero que de ninguna manera, puede intervenir en la narración.

y la ayuda solicitada por Manuel Infante viene hasta Madrid, y nuestro narrador levanta

ese acta de defunción del realismo novelesco a que hacía mención:

... tú, Equisillo diabólico has sacaso esta Realidad de los elementos indiciarios que yo

te di, y ahora completas con la descripción interior del asunto la que yo te hice de la

superficie del mismo. De modo que mis cartas no eran mas que la mitad, o si quieres,

el cuerpo destinado a ser continente, pero aun vació, de ser para cuya creación me

faltaban fuerzas. Mas vienes tú con la otra mitad, o sea, con el alma; a la verdad

aparente que a secas te referí, añades la verdad profunda, extraída del seno de las

conciencias, y ya tenemos al ser completo y vivo.

Recordemos por último que el siempre misterioso Equis, ha enviado a Manuel Infante

una novela titulada Realidad, novela que ha sido obtenida según escribe Equis en la carta

42, metiendo las cartas de Manuel Orbajosa; después ha sacado las cartas y éstas han

adquirido ya la realidad que les faltaba, es decir, La Incógnita novela, se ha transmutado en

Realidad, novela también.

Minitexto quizás el ya transcrito, quizás programa de un nuevo quehacer novelesco, pero

de ninguna manera realismo, prosa realista o estructura realista. Mas bien nos encontramos

ante un pequeño modelo de metanovela, en el que el autor confiesa que la descripción

realista, la que el mismo Galdós ha practicado nada menos que en Fortunatay Jacinta, es

solo la superficie de la realidad, la mitad vacía y a secas (son sus mismas palabras) de esa

verdad que buscamos. Pero, podemos preguntarnos, ¿desde cuándo el novelista realista,

sostiene que la realidad se encuentra escindida? ¿cómo un novelista realista puede confesar

que toda su labor descriptiva, no alcanza la significación? Para un realista no hay cuerpo

y alma, no hay una superficie exterior y otra interior, hay simplemente una realidad total

y siempre significativa a la que se puede llegar a través de una técnica narrativa determinada.

Si recordamos ahora las notas con la que Auerbach caracterizaba la estructura narrativa

realista, podremos comprobar que Galdós conculca y muy conscientemente, todas las reglas:

ha multiplicado las connotaciones, ha introducido la polisemia, la ambigüedad y el juego; no

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

se ha atenido a un solo discurso y se ha introducido dentro de lo narrado al encarnarse en

un Equis que hasta ahora creíamos un doble del lector (y resulta que no, que es un doble de

Galdós),

No se trataba pues de una incógnita, en el sentido de enigma, se trataba de algo mucho

mas grave, puesto que un enigma puede ser resuelto, y resuelto sin salirse de la estructura

realista, pero la incógnita no era un enigma ni un problema, la incógnita era la misma

realidad, El tema, es decir ¿quién mató a Federico Viera? no tiene ninguna importancia, no

tiene significación, lo significativo es que Manuel Infante no puede llegar nunca a esa

realidad porque, al parecer, su método realista de descripción y narración, sólo alcanza a la

superficie de la verdad, Falta la otra mitad, la interior, la que va a buscar Galdós después de

haber firmado el acta de defunción del realismo,

Todos sabemos en qué consiste la segunda novela o la segunda parte de La Incógnita,

titulada Realidad, nos encontramos ante una novela en cincojomadas donde se nos cuenta

la muerte de Federico Viera: se ha suicidado ante la generosidad del ofendido Orozco, de

alguna manera Federico Viera también ha defendido su honor hasta la muerte,

Galdós, sin embargo, es decir Equis desde Orbajosa, no se va a contentar con resolver el

enigma, o dar una solución al problema planteado, va a explorar las conciencias, según el

programa avazado en la minimetanovela transcrita, y por eso en un momento dado,

aparecen en escena, estamos ya en plena dramatización de la estructura novelesca, los

espectros de Orozco y de Federico Viera,

¿Podremos hablar a partir de estos dos títulos, de Galdós como escritor realista?

Todo su quehacer posterior, demuestra que nuestro autor se ha despedido para siempre

del realismo narrativo, aunque, de alguna manera, intente salvar la estructura novelesca que

ha practicado desde 1870; títulos como Angel Guerra (1890-1) Nazarín (1895) Halma

(1895) y Misen'cordia (1897) son sin duda maravillosas novelas, pero ya no son novelas

tradicionalmente realistas, las podremos llamar espiritualistas, o; según mi manera de

pensar, Naturalistas-espiritualistas, pero de cualquier forma muestran ya el agotamiento y

hasta la liquidación de la forma realista novelesca,

Aun hay mas en estas cruciales novelas de la ruptura realista, llamasdas La Incógnita

y Realidad, y hay más porque Galdós no se contenta con cambiar lo que podríamos llamar

"fondo" sino que también va a cambiar de "forma", demuestra así no sólo lo profundo de

la ruptura sino también su aguda conciencia artística, o de otra manera, más abstracta,

demuestra así las íntimas relaciones entre contenido y forma, entre significado y significante

de toda obra artística, Y la nueva forma adoptada por Galdós en Realidad es la dramática,

es decir, también esta aparente segunda parte de La Incógnita, es un modelo galdosiano o

un texto explicativo de una buena parte de su quehacer posterior.

La Incógnita está descrita en forma epistolar, y el estilo epistolar ya lo había practicado

Galdós en alguno de sus episodios, pero en Realidad ensaya por primera vez y de una manera

total, la dramatización narrativa, y el ensayo tiene tanta fuerza que cuando Galdós se

transforme en hombre de teatro, escogerá este título para iniciar su carrera dramática,

Efectivamente, en 1892 estrena Realidad, el día de gracia del15 de marzo del mismo año,

podemos preguntarnos ¿qué significaba para Galdós esta obra? ¿por qué escogió precisamente

esta no\'ela para inaugurar su carrera de hombre de teatro?

IV CONGRESO GALDOSIANO _

Habría que hacer un estudio crítico y comparativo de la novela y de la pieza teatral, para

comprender qué es lo que entiende Galdós como novela y como drama, es decir, dónde sitúa

las diferencias si es que hay diferencias y fronteras. Estudio, creo, que es algo así como

urgente, si queremos comprender una evolución literaria y quizás estilística.

Pero aunque no entendemos aun (o al menos, el que esto escribe no lo entiende aún) en

qué consistió este cambio y esta ruptura, sí podemos afirmar que el cambio se dio y que

también se dio la ruptura entre un modo de hacer y de ver.

Ruptura que significa un cambio en la visión del mundo de Galdós, y naturalmente, es

decir, sociológicamente, también en la generación del 68, aunque como siempre oscurece,

los componentes de esta generación de escritores realistas del 68, cambian o rompen con el

realismo narrativo, después, siempre después, de Galdós porque, como vamos comprobando,

Galdós no es solamente el primero de fila, sino algo que podemos considerar, como

catalizador de las tendencias narrativas de su tiempo.

y volviendo a su producción, Galdós va abandonando paulatinamente el género novela

para centrarse en el teatro, este abandono o este cambio de género, produce títulos como El

Abuelo (1897), y La razón de la sinrazón (1915) que están a mitad del camino entre la

narrativa novelesca y la obra dramática; también de esta época de transformación es El

Caballero encantado, de 1909 subtitulado Cuento real inverosímil, donde lo menos que se

puede decir, es que la narrativa realista ha sido liquidada.

En paralelo, podemos observar también la evolución y el cambio que sufren los episodios

nacionales. Galdós y según tuve el honor de comunicar en el Segundo Congreso Galdosiano

de 1978, había inventado una nueva estructura narrativa de novela histórica. Galdós y

estamos en los años que van de 1873 a 1879, se encuentra en posesión de su mejor técnica

realista y escribe las dos primeras series de episodios, y ya desde el titulado La corte de Carlos

IV (segundo título de la Primera Serie) cultiva una técnica de novela histórica que me parece

nueva. No hay sin embargo ninguna ruptura apreciable. Y lo mismo ocurre en la Tercera Serie

que empieza a escribir en 1898, serie en la que nuestro escritor parece intentar prolongar

la técnica realista, combinada con la nueva estructura narrativa de novela histórica por él

inventada o descubierta.

Asistimos así, si se quiere, a una prolongación del realismo pero que de ninguna manera

del realismo de las novelas publicadas con anterioridad a La Incógnita, sino, y como vengo

sosteniendo, al que se refiere o encarna en una formalización narrativa que respeta el

"realismo" de la Historia con mayúscula. Podríamos decir así, que la Hístoria objetiva,

salvaguarda el realismo narrativo. Pero esta salvaguardia, que está por estudiar, se rompe

o desaparece en la Quinta Serie o Serie Final, que, tengámoslo en cuenta, tenía que poseer

diez títulos y solo consta de seis. La Quinta Serie, escrita de 1910 a 1912, se debe ya a un

autor que cultiva el teatro y ha abandonado, casi por completo el género novelesco. La

tensión es extrema y no solo por la materia histórica contada (la revolución del 68 y todo

lo que le siguió) sino también por las formulaciones artísticas galdosianas, que ya no se

encuentran seguras ni firmes en cuanto a la estructura narrativa se refiere,

Por eso no puede ser una casualidad la aparición en 1910, del episodio titulado Amadeo

/, episodio con características propias, nuevas y hasta espectaculares. Este episodio y los tres

siguientes La Primera República. De Cartago a Sagllluo y Cálllwas. tm'ieron en su mamen tl'

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

que "romper los esquemas" como se dice ahora, del lector educado en la lectura siempre

apasionante de los episodios nacionales.

Ocurre con estos títulos, lo mismo que ocurrió con La Incógnita, años atrás, Galdós

conculca dos de las convenciones mas sagradas del realismo narrativo: el tiempo y el espacio.

El nuevo protagonista, Tito, Tito Liviano o Proteo Liviano, comienza por hablar en primera

persona en un estilo, digamos, conversacional, que se aleja y mucho de otros protagonistas

de los episodios que también hablaban en primera persona. Tito, siempre en primera

persona, es más sencillo que Gabriel Araceli, más familiar que Fajardo, más verborreico,

cuando llega la ocasión, que el mismísimo Confusio. Dice, y sirva como ejemplo, cosas como

estas: "El hombre tenía los riñones bien puestos y un cuajo formidable" expresión familiar,

casi vulgar, pero sorprendente si recordamos que estas palabras están dirigidas nada menos,

que a describir la serena majestad de Amadeo I de Saboya, rey de España.

Estilo nuevo pues, pero un estilo no tiene por qué cambiar una estructura realista, para

ello se necesita algo más, y este algo, como queda señalado, es la negación del tiempo y del

espacio, conceptos, líneas de apoyo o trascendentales kantianos, que ningún realista puede

dejar de respetar so pena de derrumbar todo su andamiaje narrativo.

Tito, el nuevo protagonista, sostiene en diversas ocasiones que se encuentra muy

preocupado por orden cronológico, pero es lo cierto, que el lector pierde pie enseguida y nunca

sabe cuánto tiempo transcurre entre los acontecimientos personales del protagonista; sin

duda, este lector, puede seguir la cronología de los acontecimientos históricos, pero esto no

basta, es decir, no ha bastado nunca en la estructura especialísima de los episodios

nacionales. Hay, resumiendo, una gran imprecisión temporal cuando toma la palabra Tito.

Lo mismo ocurre con el espacio: llegará un momento en el que al mismo Tito dirá que no

sabe dónde está, o que no sabe por donde entra ni por donde sale, sin que esta imaginación,

por otra parte, parezca afectar la marcha de la narración.

Incertidumbre temporal, imprecisión espacial, dos maneras de narrar que dan a traste

con la narrativa realista, y denuncian aunque aquí no podamos probarlo, la nueva visión del

mundo de un escritor que se llama Galdós.

Como se podrá comprender fácilmente, en esta comunicación trato simplemente de

señalar rupturas y cambios, pero no puedo, o quizás sea imposible, sujetar estos cambios y

rupturas a un orden cronológico estricto. Un creador no crea siguiendo una línea recta,

avanza y retrocede, se niega y se afirma, por eso podríamos inmediatamente aducir que antes

de La Incógnita, en 1882, Galdós publicó la novela titulada El amigo Manso, en la que de

alguna manera, se empieza a distanciar el realismo narrativo. De la misma manera y también

después de La Incógnita, es algún título, realista a todas luces, de su ciclo Torquemada. Y

como queda apuntado, Galdós defiende la estructura realista narrativa a lo largo de sus

episodios durante 42 títulos, pero esta vez, apoyándose en su particular estructura de novela histórica.

No hay pues un orden cronológico estricto, pero sí hay momentos de ruptura o momentos

de tensión insostenible, que anuncian nuevos rumbos, rumbos por otra parte, que puedan

ser comprobados con toda la facilidad del mundo, siguiendo la producción artística de

nuestro autor.

y estas rupturas, cambios de tendencia, de visión del mundo, etc. se dan por primera vez

en los años de La Incógnita y Realidad, porque por primera vez, Galdós concibe la realidad,

IV CONGRESO GALDOSIANO DI

la más objetiva, como incógnita, es decir, como incognoscible, problemática, opaca, no

reductible a límites de estructura artística que llamamos realista.

Si el realismo era de alguna manera, un equilibrio entre el autor y el mundo, entre el

escritor y la sociedad; si el realismo era también una comunicación entre la realidad y el

realita que la lista, sino voluntarista, espiritualista o como se la quiera llamar, todo menos

realista. La diferencia entre cualquiera de los personajes de Fortunatay Jacinta y Nazarín,

por ejemplo, es abismal porque el procedimiento narrativo es radicalmente diferente, o

porque la visión del mundo del autor y por lo tanto, también su visión novelesca, es muy otra.

Galdós y a partir de esta ruptura que significó la creación de las dos novelas que sirven

de título a esta comunicación, va a descubrir nuevos derroteros novelescos y hasta, con los

años, va a abandonar la novela para dedicarse al teatro, y en esta nueva andadura, como

señalamos, no puede ser una casualidad que escogiera la novela Realidad para convertirla

en su primera obra que subió a los escenarios.

No se trata aquí de describir o tratar de definir el teatro galdosiano (ese tardío

descubrimiento de la crítica) como realista o no realista, sino de señalar que la carrera

dramática de nuestro autor, empieza en el mismo punto en el que rompe con la estructura

realista de novela.

Galdós, como todos sabemos, abandona el realismo pero de ninguna manera se aleja de

la realidad objetiva, de la sociedad española que le ha tocado vivir, por eso ahora, en sus

últimos años y en sus últimas obras, ya no trata de describir, transcribir, plasmar, la realidad

sino de transformarla. El Galdós revolucionario o que se quiere revolucionario, de los últimos

episodios nacionales y de tantas otras razones porque ha perdido la paz o la equilibrada,

razonable, reductible y significativo.

Se puede suponer que la visión del mundo realista no permite la transformación de la

realdiad, sino su comprensión y explicitación; para transformarla, para llegar a esa

revolución que sueña Galdós, la estructura realista, y sobre todo la estructura narrativa

realista. se ha quedado corta. O de otra manera, el Galdós que celebraba el triunfo de la

revolución del 68, no se conforma con sus resultados, y con la perspectiva que le dan los años,

intenta un nuevo camino.

Galdós es sin duda nuestro mejor novelista del siglo XIX, pero a partir de La Incógnita,

Galdós comienza a ser un escritor del siglo xx.

Galdós, por otra parte, es siempre el mismo Galdós, y sus relaciones con el mundo

objetivo, con la realidad objetiva, explican sin duda la razón de ser o el significado, de su obra

entera, pero ocurre, que nos encontramos también ante un autor consciente, capaz por ello

de cambiar de camino y hasta de manera de pensar y de hacer. Galdós será siempre Galdós,

aunque podamos ya distinguir entre el Galdós realista del XIX, y el Galdós, no realista, del siglo xx.

y todo surgió en 1889, al plantearse la realidad como incógnita, al llegar de esta manera,

más allá del realismo, puesto que dejó de aceptar los presupuestos teóricos del mismo

sospechando primero y demostrando después, que la realidad era más compleja y significativa

en su incógnita opacidad, que lo sospechaba el realismo novelesco.

Creo, finalmente, que aunque Galdós nunca quiso ser un teórico de la literatura y menos

aún, un teórico de la novela (a pesar de un cierto discurso académico) trató de literatura y

de teoría literaria, en sus dos novelas rupturales tituladas La Incógnita y Realidad.