UNIVOCIDAD DE DOS
PERSONAJES GALDOSIANOS:
NAZARÍN y BENINA
Enrique Avilés Arroyo
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D os años separan ambas novelas,
Nazarin (1895) y Misericordia (1897). Entre medias se publica /talma (segunda
parte de Nazarín), también de 1895.
En estas dos novelas Galdós lleva a sus últimas consecuencias la práctica
cristiana de la caridad, ejercida por dos personas que carecen de recursos económicos
propios: en la primera a cargo de don Nazario Zaharín o Zajarín,
un sacerdote a quien se le retiran las licencias, que no posee más
medios de subsistencia que lo que le producen las escasas misas que
dice en la iglesia de San Cayetano o en el oratorio del Olivar, y que acepta
limosnas; en la segunda, a cargo de la señá Benina (Benigna de Casia),
una mendiga que pide limosna a la puerta de las iglesias y los cafés
para poder mantenerse ella y su señora, doña Paca Juárez, venida a
menos.
Vemos, pues, que ambos personajes practican la mendicidad, pero
por motivos diferentes: Nazarín por su completa renuncia a los bienes
materiales en su afán por imitar a Cristo que rechazó la riqueza, Beni
na porque ha caído al fondo de la escala social y no dispone de
otro medio para subsistir. Sin embargo, a pesar de la distinta motivación,
coinciden los dos personajes en no pedir exclusivamente para
ellos sino para socorrer a los demás y remediar, en la medida de sus
escasas fuerzas, las apremiantes necesidades que surgen a su alrededor.
Es muy probable que la figura de la señá Benina haya surgido en el
pensamiento del autor como una continuación de la ejemplaridad que
representa don Nazario Zaharín, como una especie de complemento incluso
más humano, más próximo al lector.
Conviene, no obstante, matizar un poco el sentido de la caridad en
ambos personajes.
Según los teólogos hay dos tipos de caridad: la increada, que se encuentra
únicamente en Dios, y la virtud de la caridad, que es la practicada
por los hombres, por algunos hombres. El P. Royo Marín la define
como «virtud teologal única, difundida por Dios en la voluntad, por la
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cual el justo ama a Dios por sí mismo con amor de amistad sobre todas
las cosas y a sí mismo y al prójimo por Dios» l.
En tal sentido sólo se puede hablar de caridad al referirnos a Nazarín,
que profesa "la fe de Cristo en toda su pureza» 2. Su desprendimiento es
tan absoluto que llega a afirmar: "el no poseer es mi suprema aspiración
» .3. Su entrega a los demás es también absoluta, quiere seguir a Cristo
al pie de la letra, lo que se traduce en un conflicto permanente con la
realidad. Lo mismo que le ocurría a don Quijote, que quiere revivir el
espíritu caballeresco en una epoca que ya no cree en él. Galdós parece
querer demostrar la imposibilidad de seguir el Evangelio a rajatabla en
el mundo moderno.
Pero el caso de Benina no es exactamente igual, aunque su comportamiento
sea semejante. En Benina la caridad es algo que brota espontáneamente
del fondo de su alma, no obedece a razón teológica alguna,
que con toda certeza desconoce. Es cristiana, pero obraría igual si profesara
una fe diferente o si no profesara ninguna. Simplemente no puede
ver sin lástima infinita a un ser desgraciado y sin sentir la necesidad
de socorrerlo al instante.
El espiritualismo que impregna una buena parte de la producción
novelesca de Galdós, a partir de 1890, pero que tiene su antecedente
más inmediato en la propia Fortunata y Jacinta (1886-1887), se manifiesta
en un sentimiento de solidaridad, de ayuda al prójimo, de comprensión
y tolerancia, de perdón de las injurias y de amor infinito a sus
semejantes, en especial a los que sufren o padecen indigencia. Espiritualismo
que tampoco tiene una raíz católica en un autor como Galdós,
dejémoslo más bien en un vago cristianismo o socialismo utópico, que,
por otra parte, nada tiene que ver con el socialismo científico de su
época.
En el caso de Nazarín, Galdós ha buscado conscientemente el paralelismo
con la vida de Cristo. Este aspecto ha sido censurado por algunos
ilustres galdosianos, como Joaquín Casalduero, al afirmar: "Este buscado
paralelismo puede parecer innecesario e ingenuo en extremo. No sólo
la novela no lo exige, sino que hubiera ganado sin él» 4, y a continuación
lo justifica. Yo no sé si en efecto la novela habría ganado o no de suprimirse,
a mí me parece, al menos, muy conveniente, ya que explica el fracaso
del personaje al situarnos en un contexto completamente diferente,
en una época de claro predominio de una sociedad burguesa con
todo su entramado de intereses y de lucha por mantenerlos, y se justifica
por el otro paralelismo que establece Galdós entre Nazarín y don
Quijote. Hay una evidente desproporción entre los medios que poseen
1 Royo Marín, Antonio, O.P.: Teología de la caridad. B.A.C. Madrid, 1960, p. 27.
2 Pérez Galdós, Benito: Nazarin. Obras Completas. Tomo V, 2. a edición. Madrid,
Aguilar, 1950, p. 1685. (Siempre que se citan ediciones del autor se refieren a ésta).
:3 Pérez Galdós, Benito: Nazarin, ed. cit., p. 1687.
0\ Casalduero, Joaquín: Vida y obra de Oaldós. 2.a ed. ampliada. Bibl.a Rom.a Hisp.a.
Ed. Gredos. Madrid, 1961, p. 126.
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ambos personajes literarios y la realidad, que acaba por imponerse. Ni
Cervantes ni Galdós han pretendido destruir ningún ideal, simplemente
se han limitado a someter a sus personajes a la prueba de la verdad.
La semejanza de conducta entre Nazarín y Benina permite a Galdós
censurar lo que podríamos calificar de "cristianismo oficial .. , es decir, un
cristianismo convencional e incluso egoísta, un procedimiento elegante
para ganarse el cielo sin esfuerzo, o al menos sin renunciar a una serie
de comodidades y privilegios acumulados a lo largo del tiempo por las
clases más favorecidas de la sociedad, de una sociedad que considera
"de buen tono" repartir limosnas, confeccionar roperos y visitar enfermos,
aunque luego vuelva a sus hogares asustada de lo que ha visto,
como Jacinta Arnáiz y Guillermina Pacheco de su visita al cuarto estado
(en la calle de Mira el Río Alta).
El ejemplo más claro de lo que digo lo tenemos en don Carlos Moreno
Trujillo, cristiano rutinario, que todos los días 24 de cada mes, y en
recuerdo de su difunta esposa, acude a la iglesia de San Sebastián, para
hacer el mismo recorrido: capilla de Nuestra Señora de la Blanca, altar
de los Dolores, imagen de San Lesmes, capilla del Cristo de la Fe o de
los alabarderos y sacristía, amén de oírse dos misas, "siempre dos, ni una
más ni menos", como ironiza Galdós 5. A la salida del templo reparte la
misma limosna entre la pobretería apiñada junto a la puerta Norte de
dicha iglesia. Su cuñada, doña Paca Juárez, se encarga de enjuiciarlo:
"Cree que repartiendo limosnas de ochavo y proporcionándose por poco
precio las oraciones de los humildes, podrá engañar al de arriba y estafar
la gloria eterna, o colarse en el cielo de contrabando, haciéndose
pasar por lo que no es .. 6. Por si pudiéramos pensar que estas palabras
de doña Paca se deben a un rencor envidioso, don Benito se encarga de
retratar al personaje en un capítulo magistral de la novela, el XI, donde
don Carlos hace entrega a Benina de un Libro Mayor para que lleve sus
gastos e ingresos (es decir, el importe de las limosnas que recibe) y de
un lápiz "que ya está afilado .. ; menos mal que le asigna a su cuñada doce
duros, pero no de golpe, sino a razón de dos duros mensuales por espacio
de medio año ... La ironía, el sarcasmo más bien, es evidente. Como
contraste, Frasquito Ponte, quizás el único personaje junto con Almudena
que conoce el alma de Benina, afirma: "La Nina no es de este mundo
... , la Nina pertenece al cielo ... " 7.
En IYazarín, don Pedro de Belmonte es también un cristiano acomodaticio,
después de elogiar la conducta del sacerdote no se determina a
seguir su ejemplo: "La pobreza ... ¡qué hermosura!. .. , pero yo no puedo,
no puedo... iQué delicia!... Hambre, desnudez, limosna... Hermosísimo
... ; no puedo, no puedo» 8.
5 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1879.
6 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1903.
7 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1989.
B Pérez Galdós, Benito: Nazarin. Ed. cit., p. 1727.
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Benina posee mayor hondura humana, en mi opinión, que el bueno
de Nazarín. Si en éste hay algo de alucinación mística, Benina, con su
pragmatismo, es un personaje real, de carne y hueso, al que sentimos
próximo. Su conducta destaca ventajosamente y adquiere, al final de la
novela, un tinte heroico por contraste con la sordidez y miseria moral de
su antigua señora. Su sentido de la fraternidad humana llega a ser conmovedor:
"Si hubo misericordia con el otro, ¿por qué no ha de haberla
con éste? ¿O es que la caridad es una para el caballero de levita y otra
para el pobre desnudo? Yo no lo entiendo así, yo no distingo ... » 9.
Las reflexiones de Nazarín lo convierten a veces en un enojoso moralista
donde no faltan diatribas contra la propiedad que podríamos encontrar
en el mismísimo Prudhon. Por ejemplo, en el capítulo III de la parte
primera, donde llega a afirmar: «¡La propiedad! Para mí no es más que
un nombre vano, inventado por el egoísmo. Nada es de nadie. Todo es
del primero que lo necesita» 10.
A pesar de estas diferencias entre el P. Nazarín y Benina, explicables
por razones de pura lógica al tratarse de un sacerdote ilustrado y de una
pobre mendiga, hay un comportamiento muy similar de los dos personajes
ante situaciones concretas.
Los dos se desenvuelven en ambientes de extremada pobreza y de
miseria física y moral, que concurren al Sur de Madrid, zonas tradicionalmente
olvidadas por los diversos gobiernos, que han volcado su esfuerzo
en el Norte y Centro de la capital. La calle de las Amazonas con cuya
descripción se abre J"fazarín, está relativamente próxima, por una parte a
las antiguas Rondas y al paseo de las Acacias, por otra a las calles Imperial,
de la Cabeza, San Pedro Mártir y Mediodía Chica, donde Benina ejercita
su caridad. Es el mismo viaje al Infierno.
Si Nazarín amplía sus andanzas por los pueblos con aire manchego
que se extienden por la meseta al Sudoeste de Madrid, Benina llega a la
periferia madrileña, marcada por las riberas del Manzanares (las Cambroneras
y el paseo Imperial junto a la estación de las Pulgas, hasta el puente
de Segovia, uno de los puntos de acceso a la capital desde los pueblos
limítrofes).
En ambas novelas se describe la misma pobreza estremecedora. Los
dos personajes se privan hasta de lo imprescindible para dárselo a los
demás. ¿Qué importa que la motivación no sea rigurosamente la misma?
Ambos corren riesgos. Si Nazarín va a parar a la cárcel de Navalcarnero,
Benina va a parar al asilo de mendicidad de San Bernardino. Los dos
se ven privados de libertad durante cierto tiempo.
Nazarín y Benina arrostran la incomprensión, el desprecio, incluso los
malos tratos y reciben como pago a su conducta la más negra ingratitud.
Si Benina es rechazada por su antigua señora, una vez que ésta sale de
su penosa situación, Ana de Ara (<<Andara», una tarasca a la que ha ocul-
9 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1982.
\O Pérez Galdós, Benito: Nazarín. Ed. cit., p. 1685.
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tado el cura para protegerla de la acción de la Justicia, pega fuego a la
vivienda de su protector con el fin de no ser descubierta, lo que pone a
Nazarín en una situación muy comprometida.
Nazarín afirma: "Nunca hay dos días seguidos rematadamente malos"
11. Benina, "Yo siempre creo que cuando menos lo pensemos nos
vendrá el golpe de suerte)) 12. Ninguno de los dos pierde del todo la esperanza
en el futuro.
Andara califica a Nazarín de "beato". De "ángel)) califican Ponte y Almudena
a Benina.
Si a Nazarín lo confunde don Pedro de Belmonte, rico y noble de Sevilla
la Nueva, con un reverendísimo obispo armenio "que hace dos años
recorre la Europa en santa peregrinación)) 1.3, sometido a la autoridad del
papa León XIII; a Benina, el octogenario Silverio la confunde con una
"dama disfrazada)) que socorría a los pobres, "poniéndose todos de rodillas
ante ella para adorarla)) 14. En realidad la confunden con Guillermina Pacheco,
de la que se dice que ya no vivía. Y el novelista dice de ella: "Parecia
una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia)) 15.
Si Nazarín es calumniado, ,,¿Sabe usted de qué le acusan los que llevaron
el cuento al juez? Pues de que usted sostenía relaciones escandalosas,
vitandas y deshonestas con ésa y otras "ejusdem furfuris")) 16. Beni
na no corre mejor suerte en la valoración de sus actos. Un curita joven
que acompaña a don Romualdo (que no es producto exclusivo de la
imaginación de la anciana), le aconseja que entre en la "Misericordia",
"No está bien que ande tras el moro, como la soga tras el caldero)) 17,
apostilla. Su antigua señora la calumnia suponiendo que tiene relaciones
con Ponte, "que es un viejo verde)) 18, Y la vuelve a calumniar suponiendo
que ha olvidado las buenas costumbres largándose "por esos mundos
en compañía de un morazo" 19.
Dos hombres de muy mala traza apedrean a Nazarín y le infieren una
herida en la cabeza; a Benina y a Almudena los apedrean también, en un
vertedero, gitanos, maleantes, lisiados y dos o tres viejas furibundas. En
este caso el descalabrado es el ciego.
Nazarín no duda en entrar en Sevilla la Nueva en medio de una epidemia
de viruela, sin miedo al contagio, dispuesto a atender a los enfermos;
cuando Almudena contrae una repugnante enfermedad en la piel
(se insinúa que es sarna, y también contagiosa), la única persona que lo
cuida es Benina.
11 Pérez Galdós, Benito: Nazarin. Ed. cit., p. 1686.
12 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1892.
13 Pérez Galdós, Benito: Nazarin. Ed. cit., p. 1727.
14 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1955.
15 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1882.
16 Pérez Galdós, Benito: Nazarin. Ed. cit., p. 1703.
17 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1960.
18 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1927.
19 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1982.
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Se piensa que Nazarín posee poderes milagrosos y que puede sanar a
los enfermos, la curación de un tabardillo de la niña de Beatriz confirma
la creencia popular en sus cualidades taumatúrgicas. En Misericordia
Benina obra el milagro de la curación espiritual de Juliana, y afirma:
,,-Yo no soy santa. Pero tus niños están buenos y no padecen ningún
mal... No llores ... ", y se cierra la novela con la cita bíblica: " ... y ahora
vete a tu casa, y no vuelvas a pecar» 20.
Todas estas semejanzas no son mera coincidencia, responden probablemente
a la intención consciente del autor de completar al personaje
un tanto simbólico de Nazarín, con otro más a ras de tierra y profundamente
humano, Benina. Su entorno, sus actos, ofrecen, por lo tanto, una
notable semejanza.
Por el paralelismo conscientemente buscado con Cristo, el personaje
Nazarín se hace conocido, se habla de él, se interesan por él, desde distintas
esferas sociales, políticos como don Antonio Cánovas del Castillo,
pintores como Sorolla y Moreno Carbonero (se dice en lfalma, segunda
parte de la novela), aunque curiosamente el personaje no aparece hasta
el capítulo II de la parte IV y ya habla en el III de la misma. Crea incluso
discipulos femeninos; a las mujeres que lo acompañan atraídas por su
doctrina y por su ejemplo de vida las llaman las "nazaristas". Los discipulas
de Cristo fueron llamados "nazarenos". Benina, despojada de trascendencia
histórica, permanece en el anonimato, sólo se la conoce en
su entorno. Y es suficiente. El lector se siente más próximo a ella, sus
reacciones son más "naturales". No nos sorprendería encontrarla pidiendo
limosna a las puertas de las igleisas de San Sebastián o San Justo,
junto a un café en la calle de San Millán o en Conde de Romanones. Es
la mujer fuerte que hace frente a las adversidades de la vida, ¡y qué vida
la suya! con optimismo, sin desanimarse. Su vitalidad es tal que llega a
proclamar: ,,¡Bendito sea el Señor, que nos da el bien más grande de
nuestros cuerpos: el hambre santísima" 21.
Como conclusión añadiré a lo ya dicho que el tema de la desigualdad
y de la injusta distribución de la riqueza sigue obsesionando a Galdós
hasta sus últimos años. Si lfalma enlaza con Nazarín, Celia en los infiernos,
comedia en cuatro actos, data de 1913. Se sitúa en su misma línea
al presentar a dos mujeres filantrópicas, la condesa de Lautenberg y la
marquesa de Monte-Montara, que quieren reformar una sociedad injusta,
a la luz del Evangelio, pero que no consiguen despojarse de cierto
acartonamiento al convertirse en soportes ideológicos, alejándose de
Nazarín y sobre todo de la señá Benina.
Los dos personajes que hemos comentado en el presente trabajo se
complementan: un hombre y una mujer, un sacerdote y una mendiga,
animados por el mismo sentimiento: un amor sin límites a Cristo, que se
refleja en las criaturas creadas por Él, y un amor a sus semejantes, mo-
20 Pérez GaJdós, Benito: Misericordia. Ed. cit, p. 1992.
21 Pérez Galdós, Benito: Misericordia. Ed. cit., p. 1893.
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tivado por una conmiseración sin límites, Benina no puede ver una necesidad
sin acudir de inmediato a socorrerla. ¿Caridad, pura y simplemente?
¿Amor al prójimo? ¿Rechazo del respeto humano? Igual da. En
todo caso, sean cuales fueren las motivaciones que los impulsan a obrar,
sus reacciones son similares, y el pago que reciben a cambio es el que
normalmente da el mundo: incomprensión, calumnias, desprecio y hasta
malos tratos. Dos perspectivas diferentes pero que convergen en un
mismo punto, que es el fundamental, y que permiten a Galdós salir por
los fueros del espíritu para dar un mentís a quienes sólo han visto en él
a un realista más (quizás el mejor) o a un asimilador de los procedimientos
naturalistas del vecino país, o algo peor, al progresista y anticlerical,
demoledor de dogmas. En medio del anticlericalismo que afectó a la
sociedad española finisecular, quedan a salvo, por obra y gracia del escritor,
una serie de principios morales de valor universal, y se alza su voz
para exaltar a personajes como Nazarín y la señá Benina que defienden
virtudes de siempre, con independencia de credos religiosos u opiniones
políticas.