NAZARlN Y ffALMA: •
NOVELAS COMPLEMENTARIAS
M. a del Prado Escobar Bonilla
En 1895 publicó Galdós tres importantes
novelas: Torquemada y San Pedro, Nazarín y ffalma. El primero
de estos títulos presenta la conclusión de las andanzas del avaro protagonista
de la célebre tetralogía. Los otros dos relatos, fechados ambos en
Santander, el uno en mayo y el otro en octubre, integran uno de esos ciclos
novelescos tan característicos del autor que, como es sabido, tenía una
concepción eminentemente orgánica de su mundo funcional.
Son pues Nazarín y ffalma dos narraciones complementarias en varios
de sus aspectos, según iremos explicando, porque no parece demasiado
preciso limitarse a constatar que la segunda supone la continuación de
la primera, dado que, al emplear sin más el término «continuación», se
suele pensar en una dependencia argumental de la historia posterior respecto
de la que inicia el ciclo, lo cual en esta ocasión no se ajusta del
todo a la verdad.
* * *
Las dos últimas décadas del siglo XIX vieron surgir la parte más lograda
y madura de la producción galdosiana: veinte ficciones que otorgan
a su autor el rango indiscutible de gran novelista parangonable a
los creadores de la mejor narrativa europea del momento. Y, por supuesto,
un corpus tan extenso como el aludido presenta tal variedad
temática y de técnicas que se hace necesario distinguir en él diversos
apartados.
Recuérdese, a propósito de cuanto acabamos de exponer, cómo
Galdós, que en sus novelas de los primeros años ochenta había tomado
del naturalismo tanto planteamientos ideológicos como procedimientos
narrativos, hacia el final del decenio se había ido apartando
bastante de tal «obediencia». Por ello, Fortunata y Jacinta, cuyo segundo
volumen apareció en 1887, supone ya una clara desviación de la
ortodoxia naturalista. Más adelante, en las obras de la siguiente década,
la huella de Zola se presentará ya muy difuminada, casi del todo
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borrada, en virtud de lo cual, es posible agruparlas como quiere Casalduero
1 bajo el epígrafe de novelas del periodo espiritualista:
Así Galdós en el año 1892 entra en la quinta etapa de su producción, en
la cual estudia la vida y la muerte, (. .. ). Después de habernos presentado
al héroe de la libertad política -Salvador Monsalud, Pepe Rey- y al héroe
naturalista -Teodoro Golfín, Isidora, Manso, etc.- nos presenta al
héroe espiritualista y su acción. Galdós no reniega del naturalismo, lo supera.
Los aires del tiempo no resultaban demasiado propicios para aquella
tendencia que había dominado en los años del más inmediato pasado y
que poco a poco se iba viendo relegada en las preferencias de los escritores
finiseculares.
Otras modas literarias irán sustituyendo al naturalismo en el favor de
novelistas, críticos y lectores. Entre ellas resulta obligado mencionar la
influencia de los autores rusos cuyas obras se dieron a conocer por entonces
en España. Precisamente en las páginas de lfalma podemos leer
un curioso pasaje de alcance metaficcional en el que varios personajes
discuten la posibilidad de que Nazarín - que está detenido y convalece
de una grave enfermedad - haya actuado movido por tal influjo 2:
-Pues ayer ( ... ) le interrogué yo sobre eso del "rusismo». Se mostró sorprendido
y me dijo ( ... ) que no conoce la líteratura rusa más que de
oídas.
Situadas, pues, estas dos ficciones en el lugar que les corresponde en
el conjunto de las novelas galdosianas, reflexionaremos brevemente
acerca de alguno de sus aspectos. Ya indicábamos más arriba que resulta
impreciso hablar sin más de lfalma como la continuación de Nazarín;
más vale que apuntemos algunos puntos concretos en los que se apoye
la relación indudable entre ambas novelas.
El protagonista del primer relato es una figura secundaria en el acontecer
del segundo y no comparece ante el lector hasta la mitad de la
penúltima de las cinco partes en que se divide lfalma. A pesar de ello
los demás personajes le mencionan frecuentemente antes de que se produzca
su presentación y, al final de la novela, será Nazarín quien proponga
a la heroína la solución que salve el impasse al que la situación parecía
abocada. A la vista estos datos podría parecer que nos encontramos
sencillamente ante uno de esos personajes recurrentes que, con tanta
1 CASALDUERO, J. Vida y obra de Oaldós Madrid, Gredos, 1961, p.186
2 PEREZ GALDÓS, B. Halma. Obras completas, Novelas * * * Madrid, Aguilar, 1982,
pág.619.
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frecuencia atraviesan la producción galdosiana, los cuales, según apunta
Ricardo Gullón 3:
... reaparecen de un libro a otro para producir impresión de mundo propio
y autosuficiente, de un mundo en donde el personaje no vive limitado
a un círculo reducido, sino que en determinadas circunstancias, participa
de los acontecimientos como comparsa y figura subalterna, para en
otra novela adelantarse al primer plano y ser parte importante de la narración.
Sin embargo, el paso de Nazarín a la historia protagonizada por la condesa
Catalina de Halma supone algo más, ya que vincula ambas novelas
muy firmemente y las convierte en una microserie narrativa constituida
en torno a la dialéctica entre dos diferentes maneras de entender la santidad.
En efecto, si la primera ficción presenta el misticismo oriental,
individualista y nómada encarnado en el curita manchego, la segunda
ofrece otro modelo en la búsqueda de la perfección cristiana: el que representa
Halma con sus anhelos de fundadora, empeñada en establecer
una comunidad organizada y sedentaria, por muy libres que sean quienes
en ella profesen y por mucho que tal fundación pretenda desarrollarse
al margen de toda institución oficial.
* * *
Los trabajos dedicados a estas dos novelas se han ocupado sobre
todo de destacar ciertos aspectos de sus respectivos contenidos: la psicología
de sus protagonistas, la sociedad en ellas representada, etc ... ,
con la finalidad de mostrar la pertinencia de la adscripción de las mismas
al periodo espiritualista de la obra galdosiana. No se insiste tanto,
creemos, en la evidente relación observable entre ambos relatos en los
que respecta a las estrategias narrativas en ellos empleadas. Por lo cual
aquí nos vamos a detener principalmente en el análisis de alguna de
ellas.
La semejanza entre las dos novelas comienza por la que se advierte
en su disposición externa. En efecto, tanto Nazarín como lfalma constan
de cinco partes, cada una de las cuales contiene varios capítulos (nunca
menos de cinco ni más de nueve), bastante breves casi siempre. Las dos
son ficciones de mediana extensión; algo más larga la segunda que la
primera. Tal similitud en la apariencia de ambas se corresponde con una
serie de analogías profundas en los aspectos que mencionaremos a continuación.
3 GULLóN, R. Oaldós novelista moderno. Madrid, Taurus, 1973, pág. 38.
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l. Presentación de la materia narrativa
Se inicia NazarÍn como el relato que cierto narrador innominado asume
en primera persona, explicando al narratario los incidentes que le
ocurrieron cuando -acompañado por un periodista amigo suyo también
sin nombre- intenta localizar en los barrios más miserables de Madrid
al cura don Nazario Zaharín.
Es por tanto la novela del novelista lo que ocupa casi por completo
los cinco capítulos de que consta la Primera Parte de la obra. Dejemos a
un lado las interesantes implicaciones metanovelescas de clara filiación
cervantina que tal procedimiento aporta 4 y atendamos a la comparación
entre las dos obras de la serie. El arranque de tIa/ma no ha suscitado
tanto interés y sin embargo también en él se recurre a procedimientos
de la misma estirpa para presentar la materia narrativa.
Ahora bien, si en la historia de Nazarín el narrador acompañaba a un
periodista deseoso de elaborar un buen reportaje, en la segunda novela
del ciclo, ese alguien que asume en primera persona el relato se presenta
como un investigador que rebusca sus noticias en antiguos archivos y
pretende divulgarlas convenientemente aligeradas del peso de la excesiva
erudición 5:
Doy a mis lectores la mejor prueba de estimación sacrificándoles mi amor
propio de erudito investigador de genealogías (oo.) omitiendo aquí el larguísimo
y enfadoso estudio de linajes por donde he podido comprobar
que D!! Catalina de Artal (oo.) pertenece a la más empingorotada nobleza
de Aragón y de Castilla ...
Buena parte del primer capítulo dedica el supuesto genealogista a
establecer el abolengo de la heroina y a resumir sus andanzas hasta el
momento en que, viuda reciente, vuelve a Madrid después de haber sufrido
innumerables contratiempos.
Es este mismo narrador quien inicia el relato del siguiente capítulo sin
molestarse en recatar su presencia 6:
Refieran en buena hora los sufrimientos de Catalina de Artal en aquellos
tristes días y en los que siguieron a la muerte de su adorado esposo los
que posean mística inspiración y estén avezados a relatar vidas y muertes
de mártires gloriosos. Yo no sé hacerlo, y (oo.) no hago más que apuntar
los hechos capitales como antecedente o fundamento de lo que me propongo
referir.
4 Véase acerca de este punto .. El narrador en Nazarínn de GARCÍA GALlANO, A., en Actas
del Cuarto Congreso Internacional de Bstudíos Oaldosíanos l. págs. 159-171. Excmo.
Cabildo de Las Palmas de Gran Canaria. 199.3.
5 PtREZ GALOÓS, B., lfalma. ed. cit. pág. 576
6 Op. cit., pág. 580
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Las dos historias del ciclo inician pues su andadura de modo semejante
y, aunque el procedimiento se desarrolle con más prolijidad y extensión
en Nazarín, resulta evidente la voluntad de reforzar en el lector
la impresión de un parentesco entre ambas, propiciada por la analogía
suficiente en la perspectiva del narrador que presenta la materia novelesca.
Si en la primera de las dos obras se subraya el interés periodístico
de las pesquisas emprendidas por el narrador y el reporter, el relato de
los sucesos que a la protagonista de lfalma acontecen hasta su vuelta a
Madrid, remiten al ambiente y escenarios propios de las novelas bizantinas
del siglo XVI, sin que falte para hacer más patente tal analogía, la
escena de la anagnórisis con que se termina el capítulo segundo 7:
'" y cinco días después los señores marqueses de reramor vieron entrar
en su casa a una mujer que más bien parecia espectro ( ... ) y como el
señor marqués, poseído de espanto, la mirase ceñudo y dijese
-¿ Quién es usted ?
Nubo de contestarle Catalina:
-Pero, ¿no me reconoces? Soy tu hermana.
Aunque es en los dos capítulos iniciales en los que el narrador se incorpora
más directamente y sin disimulos a lo narrado, no faltan después
pasajes en los que esta figura interviene en el relato llamando directamente
la atención del lector con referencias como 8 :
Aunque es persona muy conocida en Madrid, quiero decir algo ahora del
carácter del señor marqués de reramor.
o con interpelaciones del orden de: .. Ved aquí.. ... , o bien avisos que anuncian
lo que va a ocurrir... etc. Es decir, que también en Halma aunque
no exponga sus propósitos tan dilatada y ostensiblemente como en Nazarín,
el narrador extradiegético anuncia a sus narratarios que va a referir
una historia de la que le han llegado noticias fidedignas.
2. Dos modelos de santidad
Al comenzar el trabajo ya se indicó que la manera de complementarse
perceptible en estas narraciones incluye el contraste que deliberadamente
se establece entre sus dos protagonistas, representantes de dos
formas bien diferentes - por más que ambas sean radicales y sin concesiones
- de vivir el cristianismo. Nazarín y Halma se parecen, pues, en sus
anhelos de santidad; los dos han pasado por la experiencia vital de la
«segunda conversión .. a la que se ha referido R. Ricard 9, ahora bien, el
7 Op. cit., pág. 583
8 Op. cit., pág. 586
9 RICARD, R ... La segunda conversión en las novelas de Galdós .. en Revista de Occidente.
Madrid, enero 1964, n.O 10.
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contraste entre ambos se basa en los distintos efectos que tal vivencia
produce en cada uno de ellos.
Don Nazario, que ya era un sacerdote ejemplar, manso y caritativo,
decide lanzarse a los caminos para practicar más completamente la imitación
de Cristo l0:
No sin trabajo había hecho efectiva aquella rebelión, pues rebelión era, y
en ningún caso hubiérala realizado, él, tan sumiso y obediente, si no sintiera
que en su conciencia la voz de su Maestro y Señor con imperioso
acento se lo ordenaba. ( ... ) No huía de las penalidades, sino que iba en
busca de ellas; no huía del malestar y de la pobreza, sino que tras de la
miseria y de los trabajos más rudos caminaba.
y a partir de este momento empieza el vagabundeo a lo divino del
«clérigo andante,. -que así le llama en ocasiones el narrador- cuyas incidencias
se cuentan en las partes tercera, cuarta y quinta de la novela.
El proceso de la segunda conversión en el caso de doña Catalina es
muy diferente, a pesar de que sea el ejemplo de Nazarín uno de los factores
desencadenantes en la evolución espiritual de la condesa. En este
sentido sí es posible afirmar que ffalma desenvuelve y continúa las propuestas
de la ficción anterior. y, si en algo coinciden ambos personajes
una vez que deciden emprender sus respectivos caminos de perfección,
es en esto precisamente, en que los dos se ponen en camino no sólo
espiritual sino fisicamente y abandonan la ciudad. Ahora bien, frente al
errabundo itinerario de Nazarín, Halma se dirige a un lugar determinado,
a su finca de Pedralba, donde se detendrá para llevar a cabo su labor
fundadora
Si ya la diferencia entre los viajes emprendidos por los dos protagonistas
en sus respectivas novelas epónimas, alude con toda claridad al
modelo de santidad a que aspira cada uno de ellos, existen además otros
indicios, tal vez no tan patentes, pero igualmente significativos, que
apuntan en la misma dirección y revelan al lector la complementariedad
espiritual de los personajes sobre la que descansa en gran medida la
particular relación que enlaza ambos relatos.
Pensamos a tal respecto que el contraste en lo que a la apariencia física
de los protagonistas se refiere, constituye uno de esos indicios, y
bien elocuente por cierto. Así el narrador subraya la traza oriental del
cura don Nazario Zaharín desde el momento en que lo ve por vez primera
11:
Era de mediana edad, o más bien, joven prematuramente envejecido; rostro
enjuto tirando a escuálido, nariz aguileña, ojos negros, trigueño color,
la barba rapada, el tipo semítico más perfecto que fuera de la Morería he
visto: un castizo árabe sin barbas.
lO PÉREZ GALDÓS, B. Nazarín. Ed. cit. pág. 516.
11 Op.cit. pág.492.
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C. N. Robin 12 ha analizado certeramente el sentido que el aspecto
oriental del personaje puede tener, y, aunque apunta que "la sangre semita
ha alimentado en gran parte la inspiración mística del XVI", insiste
sobre todo en que con tal rasgo se aludiría implícitamente a formas de
sociedad preindustriales y arcaizantes; asimismo la fisonomía del cura
manchego estaría en consonancia con su individualismo anárquico y con
la insobornable libertad de su conciencia.
También las primeras páginas de lfalma contienen el retrato pormenorizado
de doña Catalina de Arta!, condesa de Halma 1.3:
Modestia y aseo serían sus únicos adornos, y en verdad que nada cuadraba
mejor a su rostro blanquísimo y a su figura escueta y melancólica. ( ... )
Tenía el pelo rubio tirando a bermejo; la nariz un poco gruesa, el labio
inferior un poco saliente, tez mate y limpia, la mirada dulce y serena, la
expresión total grave, la estatura talluda, el cuerpo rígido, el continente
ceremonioso. Algunos ( ... ) aseguraban hallarle cierto parecido con Juana
«la loca", tal como nos han transmitido la imagen de esa señora la leyenda
y el pincel.
No nos parece demasiado aventurado suponer que, así como la traza
semita de Nazarín podría remitir a la tradición mística de nuestro Siglo
de Oro, ( Santa Teresa o Fray Luis de León, ilustre traductor de tantos
pasajes bíblicos procedían de familia de conversos ), la pálida fisonomía
de doña Catalina, referiría a otra influencia -de orden intelectual en esta
ocasión- presente en nuestros escritores religiosos del XVI: la mística de
los alemanes y holandeses, Kempis, Tauler, Ruysbroeck, etc.
Por otra parte el aspecto inconfundiblemente europeo de la dama
estaría de acuerdo con el rumbo que habrá de tomar su "segunda conversión",
diferente y complementaria de la de Nazarín. En efecto, en este
caso el nomadismo de claras connotaciones bíblicas que la misma apariencia
del "árabe manchego" podía suscitar, deja paso a la evocación del
espíritu de fundación tan enraizado en el origen mismo de la cristiandad
occidental que la rubia condesa podría representar.
3. Literatura en segundo grado
La presencia de la literetura en la producción galdosiana es evidente;
está por hacer el estudio sistemático que revele hasta qué punto la intertextualidad
voluntariamente asumida y utilizada por el autor constituye
una de las líneas maestras que sostienen su estrategia narrativa. Señaladamente,
las novelas de los años noventa presentan gran abundan-
12 ROB1N, C. N., "Nazarín El problema de la libertad individual en 1895" en Actas del
III Congreso Internacional de Estudios Galdosianos. vol. 11, pág.161. Ed. Cabildo Insular
de G. Canaria, 1989.
J:5 PEREZ GALDÓS, B., /falma. Ed. cit., pág. 583.
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cia de pasajes en los que es advertible el juego palimpsestuoso. Naturalmente
no es este el lugar adecuado para incluir una relación exhaustiva
de tales pasajes en la serie que estudiamos, así que nos limitaremos a
comentar algunos casos que nos han parecido especialmente significativos,
porque muestran cómo también en este rasgo se relacionan estrechamente
las dos novelas que estamos analizando.
La naturaleza hipertextual de l'/azarín es evidente; en este relato hay
dos hipotextos a los que refieren una y otra vez los acontecimientos
narrados, que son E/ Quijote y los Bvangelios, sobre todo los diversos
episodios que relatan la Pasión de Cristo. Ahora bien, la función de tal
procedimiento en la novela no siempre es de la misma índole, como ya
se irá poniendo de manifiesto a medida que se enumeren los distintos
ejemplos que hemos seleccionado.
También /fa/m a utiliza con profusión este recurso, y aunque son varios
los textos que en sus páginas se aluden, sin duda es B/ Quijote el
que proporciona más casos de intertextualidad. Consideremos, para
empezar, algunas referencias insertas en la segunda novela de la serie
que remiten a la primera y que, por tanto, refuerzan en el lector la percepción
de ambas como integrantes del mismo ciclo narrativo.
Para conseguir este resultado el narrador de /fa/ma va mencionando
de manera discontinua al personaje protagonista de la primera ficción.
Así el cura vagabundo es el tema de conversación más frecuente y general
en las tertulias de casa del marqués de Feramor, y además se habla
de él como asunto para una futura publicación que Urrea piensa lanzar 14;
El primer número ya está preparado, lo dedico al célebre apóstol de nuestros
tiempos, el gran N azarí n , de quien presento noticias estupendas, la
biografía completa, retratos de él y de sus discipulas ...
Un poco más adelante don Manuel Flórez comunica a Halma que la
fama de Nazarín va en aumento, y tras un debate sobre la supuesta locura
del manchego, se menciona la existencia de un libro que cuenta los
sucesos de su vida y se añade que el tal libro «es una novela».
Por último el lector llega a conocer la reacción del interesado -si bien
transmitida por otro personaje- cuando se entera de que le han convertido
en personaje de ficción 15;
-¿Y qué? -preguntó a los periodistas uno del oficio literario que acababa
de entrar-o ¿Saben ustedes si ha leído el librito de su nombre que
anda por ahí?
-Lo ha leído -replicó uno de los que llegaron con Flórez- y dice que el
autor, movido de su afán de novelar los hechos, le enaltece demasiado,
encomiando con exceso acciones comunes (oo.)
-A mí me aseguró (oo.) que él se tiene por un hombre vulgarísimo, y no
por un personaje poemático o novelesco.
14 Op. cit., pág. 600.
15 Op. cit., pág. 620.
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Este coloquio constituye una transparente alusión a la conversación
que al comienzo de la segunda parte del Quijote, mantiene Sansón Carrasco
con el caballero y su escudero a quienes sorprende con la noticia
de que se han convertido en héroes de ficción al haberse publicado un
libro de gran éxito en el que se relatan las aventuras de ambos. De esta
manera, como se sabe, se enlazan las dos partes de la obra cervantina y
la primera se erige en hipotexto de la segunda.
En el caso que nos ocupa, el narrador de lfalma está haciendo metanovela
al presentar a un personaje que se sabe criatura ficcional; pero,
al propio tiempo -y desde el momento en que el texto que comentamos
parafrasea a otro del Quijote- se debe hablar de intertextualidad.
Además de cumplir esta función de nexo entre novelas, sirve el pasaje
en cuestión para que los personajes que en el coloquio participan,
discutan acerca de la veracidad de los hechos narrados en la historia
recién publicada, discusión que culmina con el rotundo desmentido de
Andara 16:
-Me la leyeron ( ... ) ¡Ay, qué mentironas cuenta! Yo que ustedes pondría
en el papel que el "escribiente» de ese libro es un embustero ...
Así, entre bromas y veras, se pone al lector ante una multiplicidad
de perspectivas diversas y aun contradictorias sobre los hechos relatados,
lo cual coloca bajo sospecha la novela toda, relativiza su valor y desplaza
muy modernamente la atención de lo narrado a la acción misma
de narrar.
Claro que la intertextualidad que puede detectarse en tantos y tantos
pasajes de estas obras no tiene en todos los casos un carácter tan abarcador,
pues se registran también muchos casos en que la finalidad del
procedimiento es más modesta y parcial: por ejemplo, ayudar a la caracterización
de los personajes. Repetidamente, en efecto, se han señalado
los rasgos intertextuales que presentan a Nazarín como una contrafigura
ligeramente paródica de Cristo; pero también los personajes secundarios
están moldeados sobre patrones literarios.
Así Andara y Beatriz reproducen en sus relaciones con Nazarín el
modelo evangélico de las hermanas Marta y María respecto a Jesús. La
primera, en efecto, se ocupa de los trabajos más duros, en tanto que el
narrador presenta frecuentemente a Beatriz arrobada ante las palabras
del maestro, lo cual provoca a veces la protesta de AndarajMarta.
Por otra parte los dos delincuentes que al final de Nazarín acompañan
al cura preso son indudablemente claro trasunto de los dos ladrones que
flanqueaban la Cruz. Por ello, uno insulta a don Nazario y el otro le defiende.
Claro que no sólo de intertextualidad se nutre la caracterización de
personajes; no obstante este es uno de los procedimientos manejados
16 Op. cit., pág. 621.
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con mayor soltura en las dos novelas que venimos estudiando, que también
a este respecto, muestran con toda claridad la solidez de los lazos
que las unen.
I Nazarin y l1alma, pues, gracias a la tupida red de relaciones que entre
ellas existen, algunas de las cuales hemos estudiado sucintamente,
se configuran como una miniserie de novelas complementarias.