LA DESCRIPCIÓN

DE DON LOPE: UN PROCESO

DE CREACIÓN LINGüíSTICA

EN TRISTANA DE GALDÓS

María Jesús Garcia Domínguez

El estudio del manuscrito de una

novela nos permite reconstruir su gestación, observar los pasos dados por

el novelista hasta encontrar la fórmula definitiva. Su letra nos revela los

fragmentos escritos de un tirón y también aquellos otros en los que la duda

dejaba la pluma en suspenso y permitía al escritor dibujar sobre las mismas

líneas o en los márgenes de la hoja barcos de vela, rostros desconocidos

o figuras geométricas sobre las, ya para siempre, invisibles palabras

escritas. El análisis del manuscrito de Tristana 1, que, en nuestro caso, se

complementa con el de las galeradas 2, nos muestra que el proceso de gestación

de la novela no ha sido rápido y acelerado sino meditado y reflexivo,

un proceso mediante el cual la lengua se corrige, se modifica: cientos de

tachaduras dan fe de la continua y laboriosa selección de unidades lingüísticas

y de su sustitución por otras más adecuadas o más precisas. Las modificaciones

introducidas por Galdós en las galeradas serán las que aparezcan

en la primera edición .3, aunque la existencia de algunas discrepancias

entre ambos textos -si bien en número escaso y en ningún modo comparable

con las que presentan los anteriores- nos hacen suponer una última

corrección anterior al envío definitivo de la novela a la imprenta. No obstante,

es posible reconstruir esta última etapa del proceso contrastando las

variantes de las galeradas con las de la primera edición.

Con nuestra comunicación pretendemos presentar algunos ejemplos

de esta labor de creación galdosiana analizando la obra de Galdós desde

una perspectiva lingüística, esto es, observando su trabajo con la lengua,

sustancia de la expresión literaria. Intentamos poner de manifiesto cómo

la versión que nos ofrece la primera edición es el resultado de una búsqueda

incesante del autor -a través de los recursos que el sistema lingüístico

pone a su disposición- hasta encontrar la fórmula más ajustada,

corroborando, de este modo, los trabajos que, como los de Y. Aren-

1 Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito número 21.791.

2 Se conservan en la Casa Museo Pérez Qaldós de Las Palmas de Gran Canaria, caja

19-2.

:3 Trlstana. Novelas españolas contemporáneas, Madrid, La Guirnalda, 1892.

1& BIBLIOTECA GALDOSIANA

cibia 4 Y C. E. Hernández 5, invalidan la vieja impresión subjetiva de la improvisación

galdosiana. En definitiva, nuestra actitud queda reflejada en

las siguientes palabras de B. Entenza:

No se trata de elaborar ociosas listas de enmiendas y tachaduras; ni de

atisbar, con curiosidad malsana, las posibles debilidades del escritor: los

desajustes, las torpezas iniciales, alguna falta de ortografía ... El estudio de

los manuscritos nos permite asomarnos al proceso de creación ver cómo

el autor va buscando, probando, acercándose a la meta. Lejos de ir en

desmedro suyo, nos lleva a apreciar mejor su trabajo 6.

Analizaremos este proceso de creación lingüística a través de la descripción

del protagonista masculino de la novela, D. Lope Garrido, que

constituye su pórtico de entrada7

• Galdós describe y configura a este

personaje desarrollando el esquema habitual de sus novelas: comienza,

en primer lugar, situándolo en su entorno físico, en su hábitat, tanto

exterior -el barrio- como interior -la vivienda- para proseguir con un

minucioso retrato que, además de incluir los detalles referentes a su

nombre, a su edad y a su indumentaria, va dibujando, simultáneamente,

el perfil moral del personaje.

Veamos las primeras líneas de la novela:

SE: En el populoso barrio de Chamberi, más cerca del Depósito de Aguas

que de Cuatro Caminos, vivía, no ha muchos años un hidalgo de buena

estampa y nombre peregrino ...

Prescindiremos en nuestro estudio del evidente cervantismo que se

desprende del texto de Galdós no sólo porque ello se aleja de nuestro

propósito sino también porque, como advierte Ricardo Gullón,

es tan conocido y ha sido tan estudiado que seria enojoso y reiterativo

volver sobre é1 9 •

4 Yolanda ARENCIBIA, La lengua de Galdós, Las Palmas de Gran Canaria, Consejería de

Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias, 1987; Edición, prólogo y notas de Zumalacárregui,

Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1990.

5 Clara Eugenia HERNÁNDEZ CABRERA, BI Abuelo. Estudio del proceso de creación y edición

critica, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 199.3.

6 Beatriz ENTENzA DE SOLARE, "Manuscritos Galdosianos .. , Actas delllI Congreso Galdosiano,

vol. 11, Las Palmas de Gran Canaria, Excmo. Cabildo Insular, 1989, págs. 149-161.

7 Los textos analizados pertenecen a los folios 1, 2 Y .3 del manuscrito y al folio 1

de las galeradas (págs. 5 y 6 de la primera edición).

8 Utilizamos el aparato critico de El Abuelo de C. E. HERNANDEZ, op. cit.: ( ) expresión

tachada; < > añadido entre líneas; (()) tachadura entre líneas; las barras en el interior

de los corchetes separan sucesivas variantes desechadas; la x con un dígito indica,

aproximadamente, el número de caracteres tachados ilegibles. Se señalan con 1'1 los

textos pertenecientes al manuscrito, con G, las galeradas y con E, la primera edición.

Adaptamos el sistema de tildes a las reglas ortográficas actuales.

9 Ricardo GULLóN, Técnicas de Galdós, Madrid, Taurus, 1980, pág. 41.

V CONGRESO GALDOSIANO 1&

Estas primeras líneas nos introducen de lleno en la perspectiva del

narrador: una perspectiva irónica que deja traslucir ante el lector, junto

a la realidad externa, lo que se ve, la verdad interna, lo que no se ve, a

través de instrumentos exclusivamente lingüísticos.

En contraste con la imprecisión que acompaña la ubicación del personaje

cervantino, Galdós se asegura de situar al suyo en un lugar concreto

de la urbe madrileña, y esta exactitud es el resultado de la ampliación

de una variante inicial que podemos leer en el manuscrito:

M: Bn el populoso barrio de Chamberí, no lejos del Depósito de Aguas ...

redacción que el escritor, consciente del plan y la intención de la novela

desde sus primeras líneas, modifica sustituyendo el giro adverbial [no

lejos], que no precisa la situación exacta de la vivienda del personaje,

por <más cerca> del Depósito de Aguas y añadiendo inmediatamente,

sobre la línea, <que de Cuatro Caminos>, sustitución y ampliación que

perfilan, ya sin lugar a dudas, el hábitat de D. Lope, claramente marginal

en relación con la geografía urbana madrileña. Esta primera corrección

del texto escrito señala el camino por el que van a discurrir las sucesivas

alteraciones que, en adelante, irán configurando al personaje: en

efecto, Galdós desea ponerlo en evidencia ante el lector, resaltando el

contraste entre lo que D. Lope aparenta y lo que en realidad es. Desde

las primeras correcciones podemos advertir, en consecuencia, uno de los

tópicos fundamentales de la narrativa galdosiana, que es, por otra parte,

uno de los temas fundamentales de la novela española desde el Lazarillo

y el Quijote: el tema de la verdad y la apariencia.

La ubicación del personaje en un arrabal de Madrid marca, a partir de

ahora, la línea que han de seguir todas las referencias a su vivienda, a

su nombre y a su edad. Sigamos observando el trabajo de creación galdosiano.

Leemos a continuación:

E: ... vivía, no ha muchos años, un hidalgo de buena estampa y nombre

peregrino ...

Sin embargo, había escrito en el manuscrito:

M: vivía, no ha muchos años, un hidalgo [x9 sin más hidalguía que la

de su} estampa y nombre

Esta redacción es desechada; dos motivos podrían determinar la decisión

del autor: tal vez la redundancia bid algo I bidalguía, tal vez el

deseo de esbozar esa falta de verdadera hidalguía, importante rasgo del

carácter del personaje, de un modo más detenido y, por tanto, más convincente,

es decir, el deseo de no descubrir ante el lector tempranamente

y tan a las claras, su intención de novelista y dejar, así, que aquél

extraiga sus propias conclusiones. De este modo, corrige y escribe de

nuevo un hidalgo de buena estampa y nombre resonante, versión que

1m BIBLIOTECA GALDOSIANA

el impresor traslada a las galeradas y que Galdós vuelve a modificar

mediante la introducción del adjetivo peregrino en lugar de resonante.

Se inicia así un modo de actuar que será habitual en su trabajo posterior:

las variantes más trabajadas en el manuscrito serán también aquellas

que experimenten mayor número de modificaciones en las pruebas

de imprenta. A través de estas alteraciones, podemos observar el fino

instinto del novelista, capaz de convertir la materia lingüística en un instrumento

perfectamente adecuado a su intención comunicativa. En efecto,

el adjetivo peregrino es definido por el diccionario académico en su

quinta acepción como extraño, especial, raro o pocas veces visto, y en

su sexta acepción como adornado de singular hermosura, perfección o

excelencia, mientras que resonante significa, según el mismo diccionario,

que resuena, que hace sonido por repercusión y, por lo tanto, que

tiene resonancia, es decir, gran divulgación o propagación que adquiere

un hecho o las cualidades de una persona en alas de la fama. Es evidente,

por tanto, que, cuando corrige las galeradas, Galdós suprime un adjetivo

que no se ajusta al contexto lingüístico que, poco más adelante,

describirá los detalles referentes al nombre del protagonista: al analizar

este contexto, veremos con claridad que la intención del novelista es la

de presentarnos a su criatura como un personaje libresco y no como un

ser real cuyas hazañas hayan podido proporcionarle una bien merecida

fama.

Las resonancias cervantinas y la precisión lingüística continúan introduciéndonos

en el mundo de la novela a través de la aguda ironía del

autor. Analicemos una nueva variación en la descripción de la vivienda

de D. Lope:

M: no aposentado en casa solariega pues por allí no las [hay}; una

nueva elección, que afecta esta vez al verbo, transforma la cláusula causal

en por allí no las <hubo nunca>. El cambio estilístico que supone la

sustitución del presente por el indefinido apunta otra vez al firme propósito

de presentar ante el lector la imposible asociación de un arrabal y

una casa solariega, en clara referencia a la del protagonista del Quijote.

En este sentido, es tradicional la consideración del indefinido como negación

implícita relativa al presente, valor atribuido por Bello 10 y reconocido,

desde entonces, por el resto de los investigadores. Si bien tal significación,

al tratarse de un valor estilístico surgido del contraste del

pasado con el presente, no es exclusiva del perfecto simple sino común

a todos los tiempos pasados de indicativo, es evidente, tal como afirman

la institución académica 11 y Samuel Gili Gaya 12, que existe una preferen-

10 Andrés BELLO, Gramática de la lengua castellana. Destinada al uso de los americanos

(ed. de Ramón TrujilJo), Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello, Cabildo

Insular de Tenerife, 1981, pág. 425.

11 REAL ACADEMIA EsPAÑOLA DE LA LENGUA, Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua

Española, Madrid, Espasa-Calpe, 1973, págs. 469-470.

12 Samuel GIL! GAYA, Curso superior de sintaxis española, Barcelona, Vox, 1967, págs.

157-158.

V CONGRESO GALDOSIANO 1m

cia estilística general por la elección del indefinido para expresar la negación

implícita, dado que esta forma acentúa el contraste entre el pasado

y el presente al sugerir una mayor lejanía temporal. Usos de este tipo

son frecuentes en la literatura española desde el Siglo de Oro hasta nuestros

días y quedan condensados en la frase de Ortega, recogida por el

Esbozo académico, El fue es la forma esquemática que deja en el presente

10 que está ausente 1.3. En la construcción de Galdós, este sentido

de negación implícita, al que es indiferente el presente por allí no las

hay, se refuerza de forma absoluta con la adición del adverbio nunca,

dando como resultado la rotunda negación por allí no las <hubo nun·

ca>.

La perspectiva del narrador, casi cinematográfica -únicamente en lo

que se refiere a la dirección de la mirada, puesto que, como dice R.

Gullón, una cámara cinematográfica puede reproducir el movimiento

real, pero no, a través del movimiento real, la imagen mental 14_, nos

conduce paso a paso, en un acercamiento progresivo, hacia la vivienda

del protagonista. La mención de la imagen irrealizable de una casa solariega

contrasta violentamente con el hábitat real del personaje: definido,

en un primer momento, como reducido cuarto de vecindad se convierte,

en el mismo manuscrito, en plebeyo cuarto de alquiler. Observemos

la exactitud de las nuevas variantes: el adjetivo plebeyo significa,

según el diccionario académico, propio de la plebe y, por lo tanto, de la

clase social común, que no es noble ni hidalga; alquiler, por su parte,

apunta a la ausencia de propiedades, por pobres que éstas sean, que

caracteriza la situación económica de D. Lope; absoluta falta de medios

y falsa hidalguía que las variantes desechadas, reducido y vecindad, no

pueden transmitir. Este plebeyo cuarto de alquiler; de los baratitos,

tal como lo define Galdós mediante el empleo irónico del diminutivo 15,

dispone, en la versión del manuscrito, de un gran patio interior que, en

la segunda fase del proceso, esto es, en las galeradas, queda reducido a

un estrecho patio interior, evidentemente más adecuado a un contexto

lingüístico con el que se pretende dibujar la mezquindad que rodea la

vida del personaje. Son, pues, las notas que definen el entorno las encargadas

de mostrarnos la imagen de un hidalgo pobre: lnediante su

evocación, el lector capta, con rapidez, la verdad que preside esta existencia

a través de las modificaciones que sustituyen una situación humilde

pero no extrema -transmitida mediante la variante del manuscrito

cuarto de vecindad con gran patio interior-, por la pintura de un personaje

plebeyo que habita, finalmente, en un cuarto de alquiler con un

estrecho patio.

Tras la descripción de la vivienda, el inquilino hace su aparición en el

13 REAL ACADEMIA, op. cit., pág. 469.

14 Ricardo GULLON, Galdós, novelista moderno, Madrid, Gredos, 1973, pág. 270.

15 Vid. José PEREZ VIDAL, Canarias en Galdós, Las Palmas de Gran Canaria, Excmo.

Cabildo Insular de G. Canaria, 1979, págs. 108-113.

DmJ BIBLIOTECA GALDOSIANA

texto. Es, a este respecto, significativa, una variante apenas esbozada

que aparece tachada en el manuscrito. El novelista escribe [Llam], es

decir, Llamábase, para hablarnos del nombre del hidalgo, pero lo suprime

incorporando un nuevo giro a su narración:

M: La primera vez que tuve conocimiento del tal personaje roo.) dijéronme

que se llamaba D. Lope de Sosa.

Con esta variante se introduce en el relato la figura del narrador, un

narrador que nos va a contar una historia real, algo que ha sucedido a

uno de sus vecinos y que conoce como espectador curioso que se presta

al cuchicheo. Estas palabras, indicadoras del interés que el personaje

despierta sobre el ánimo del novelista -interés que lo incita, incluso, a

preguntar por su nombre-, motivan una modificación posterior, realizada

esta vez sobre las galeradas, en la que la versión inicial del manuscrito

Andando el tiempo se supo es sustituida por Andando el tiempo

supe, con introducción directa del autor en el espacio narrativo mediante

el desplazamiento de la tercera persona verbal en favor de la primera.

Resultan significativas a este respecto las palabras de A. Sánchez Barbudo

cuando define la perspectiva de Galdós como narrador:

Da la impresión de que ve y narra desde dentro de la novela misma, desde

muy cerca; ( ... ) se refiere a los personajes como si se refiriera a amigos,

a conocidos suyos; y comenta como comentaría sobre ellos si en vez

de ser personajes de novela fueran seres reales 16.

Las alteraciones sufridas por los textos anteriores a la edición príncipe

nos permiten comprobar que esta perspectiva narrativa es el resultado

de la intención consciente del novelista.

Si continuamos con el análisis de nuestro personaje, nos encontramos,

en el texto de la primera edición, con tres imágenes, procedimiento

fundamental de la técnica galdosiana 17, que sustentan la descripción

del aspecto, del nombre y de la edad del protagonista masculino.

La imagen, como dice R. Gullón,

facilita una visualización (del objeto descrito) que sin ella no lograríamos

Loo) hace patente la función del personaje ( ... ) transmite de un golpe el

objeto y la impresión causada por éste en el narrador 18.

Son evidentes la plasticidad y la economía de medios lingüísticos que

la imagen proporciona al texto de Galdós y es evidente también, en el

análisis del manuscrito y las galeradas, que estas imágenes son el resultado

de una intensa labor de búsqueda por parte del novelista, puesto

16 Antonio SÁNCHEZ BARBUDO, Estudios sobre Oaldós, Unamuno y Machado, Madrid,

Lumen, 1989, pág. 24.

17 Vid. Ricardo GULLON, Oaldós, novelista moderno, op. cit., págs. 272-280.

18 Ricardo GULLóN, Técnicas de Oaldós, op. cit., págs. 45-47.

V CONGRESO GALDOSIANO l1li

que proceden de la reiterada sustitución de unas variantes por otras a

través de sucesivas tachaduras y adiciones, previas al texto definitivo.

Veamos el proceso de creación de la primera de las imágenes, la que

se centra en el aspecto del personaje, y cuyo resultado final nos ofrece

la primera edición de la novela:

E: ... su catadura militar de antiguo cuño, algo así como una reminis·

cencia pictórica de los tercios víejos de Flandes ...

Esta imagen había pasado por las siguientes fases:

M: su catadura (de soldado de x18 x5 x13 x2) ({x7 teatral)} ((antigua

x3)} <militar xl de antiguo cuño, algo así como un recuerdo venera·

ble de> los Tercios víejos de Flandes

G: su catadura militar de antiguo cuño, algo así como (un recuerdo venerable)

<una reminiscencia pictórica> de los Tercios viejos de Flandes

Si comparamos las versiones M y G, podemos observar que el sintagma

reminiscencia pictórica es un hallazgo feliz en cuanto que recoge,

finalmente, de modo sintético, los trazos esenciales con los que Galdós,

desde la redacción del manuscrito, deseaba definir a su personaje:

D. Lope es el actor moderno de un drama que pertenece a la historia de

la pintura o de la literatura. En este sentido, precisamente, elabora la siguiente

imagen, que se centra en el nombre del protagonista:

E: ... don Lope de Sosa, nombre que trasciende al polvo de los teatros o a

romance de los que traen los librillos de retórica ...

Veamos, de nuevo, el proceso de su gestación desde las primeras

variantes del manuscrito:

M: D. Lope de Sosa, nombre que (trascendía /más bien parecia figura.

do que real/ artificio de teatro que /verdad/ verdad) <trascendía al

polvo de los teatros y a (los) romance de los <que> traen los (libros)

<librillos> de retórica

G: nombre que (trascendía) <trasciende> al polvo de Jos teatros (y) <o> a

romance de Jos que traen Jos librillos de retórica.

Tras una búsqueda a través de sucesivas variantes, Galdós encuentra,

por fin, la imagen literaria del teatro, los romances y los librillos de retórica,

que complementa la alusión pictórica que nos ofrecia la imagen

anterior. Las referencias a Las Lanzas de Velázquez, al teatro español del

Siglo de Oro o al romance de Baltasar del Alcázar, claros ejemplos de

intertextualidad, perfilan, tras las sucesivas modificaciones, la personalidad

libresca de Don Lope 19. Deseamos destacar la variante que convier-

19 Vid. Francisco AYALA, "La creación del personaje en Galdósn, GaJdós y Unamuno,

Barcelona, Seix Barra!, 1974, págs. 85-105, especialmente págs. 90-94.

lB BIBLIOTECA GALDOSIANA

te los libros en librillos de retórica, con la que, mediante el empleo

magistral del diminutivo -uno de los recursos lingüísticos más significativos

de la prosa galdosiana- rebaja de golpe toda la grandeza que las

referencias culturales evocaban y cuyas connotaciones peyorativas se

suman a las previamente aportadas por catadura militar y polvo de los

teatros. La falsedad de este nombre, sugerida ya por las imágenes utilizadas

por el novelista, se confirma cuando descubrimos que era, tan

sólo, creación de algunos amigos maleantes pues, aunque el caballero

sólo responde por D. Lope Garrido, en su partida de bautismo, según

aclara el novelista, consta el nombre de D. Juan López Garrido. La

intención de Galdós de reiterar la idea de artificio que rodea la personalidad

de D. Lope explica el proceso de búsqueda que va a cristalizar en

la segunda parte de la imagen que podemos leer en la primera edición:

E: ... aquel sonoro D. Lope era composición del caballero, como un precioso

afeite aplicado a embellecer la personalidad ...

y que, previamente, había sufrido repetidas supresiones y adiciones:

M: aquel sonoro remoquete de D. Lope era composición del [interesado}

<caballero> [ya más instintivo/ como instintivo/ semejante a un}

<como un emplasto o> afeite

G: aquel sonoro (remoquete de) D. Lope era composición del caballero

como un [emplasto) <precioso> afeite

Interesa a nuestro propósito señalar el dominio lingüístico de Galdós

pues, como vemos, sus modificaciones, que sólo de forma ocasional van

encaminadas a corregir errores, son, por el contrario, fruto de un profundo

conocimiento de la lengua con la que el texto se construye. La precisión

léxica lleva al escritor a suprimir remoquete, que no acaba de casar

bien con la prestancia del nombre, así como, ya en las galeradas, a

suprimir también emplasto y, en su lugar, añadir precioso, adjetivo que

introduce en la trama descriptiva, no sólo el significado de valioso, exquisito

y raro, tal y como lo define el diccionario académico, sino también,

y simultáneamente, la ironía del narrador frente a su personaje

puesto que se trata de un adjetivo al que el contexto lingüístico dota de

connotaciones más adecuadas a la cosmética femenina que a la ruda

apariencia de un militar.

Aunque no nos detendremos en el comentario del evidente simbolismo

de los nombres (D. Juan, D. Lope) o de la referencia a la realidad

(gallardo, elegante) a la que nos remite el apellido Garrido -puesto que

todo ello ha sido apuntado reiteradas veces como una de las características

de la narrativa galdosiana 20_ señalaremos que han sido escritos

20 Vid., entre otros, Joaquín CASALDUERO, Vida y Obra de Oaldós, Madrid, Gredos,

1974, págs. 238-240; y Francisco AYALA, op. cit., págs. 91-98.

V CONGRESO GALDOSIANO lB

por el novelista sin titubeo ni duda, pues ni una sola vez son tachados o

modificados en el manuscrito o en las galeradas, lo que demuestra que,

al menos para sus personajes centrales, D. Lope y Tristana, Galdós ya

tenía una idea clara acerca de sus nombres antes de emprender la redacción

de la novela, lo cual resulta especialmente significativo si tenemos

en cuenta que, como dice Beatriz Entenza al estudiar los manuscritos

galdosianos,

casi ninguno (se refiere a los personajes) acaba con el nombre con que

empezó 21.

Por último, la tercera de las imágenes a las que hemos aludido, esto

es, aquella que cumple la función de describirnos la edad del protagonista,

presenta, en la primera edición, la versión siguiente:

E: La edad del buen hidalgo, según la cuenta que hacia cuando de esto se

trataba, era una cifra tan imposible de averiguar como la hora en un reloj

descompuesto cuyas manecillas se obstinaran en no moverse. Se había

plantado en los cuarenta y nueve, oo.

versión que representa el resultado de un laborioso trabajo previo. Esta

es, sin duda, la imagen más reelaborada:

M: La edad del buen hidalgo, según la [propia} cuenta [no pasaba de los

cuarenta y nueve. Era un reloj parado que marcaba siempre la misma

hora pero} [[era una cifra inalterada, cuarenta y nueve años. 1Yi a

tiros le harían x9 x6}} según la cuenta <que hacía cuando de esto se

trataba, era una cifra insensible a las alteracíones del tiempo. Como

reloj [[que no}} descompuesto, se había plantado en los> cuarenta y

nueve.

La edad, inmutable ante el paso del tiempo, y el reloj, descompuesto,

reciben en las galeradas una nueva modificación que, mediante una

supresión y una adición respectivamente, los convierten en aspectos integrantes

de una imagen única:

G: oo. era una cifra (insensible a las alteraciones del tiempo como) <tan

imposible de averiguar como la hora en un> reloj descompuesto <cuyas

manecillas se obstinaran en no moverse.> Se había plantado en

los cuarenta y nueve.

A la hidalguía sin medios y al falso nombre sucede ahora una edad

igualmente falsa: comprobamos, una vez más, que el narrador nos transmite,

no sólo la verdad y la apariencia del personaje, sino también, y

21 Beatriz ENTENZA DE SOLARE, arto cit., pág. 155; vid., también, Clara E. HERNÁNDEZ CABRERA,

op. cit., págs. 203-212. En el manuscrito que estudiamos hemos podido comprobar

las dudas de Galdós en cuanto al nombre definitivo de la criada (M, f. 6, L1amábase

ésta [Severiana) [[Dorotea)) [[Leonarda)) <Saturna».

lB BIBLIOTECA GALDOSIANA

simultáneamente, la perspectiva que adopta ante su criatura. En este

punto de la trama descriptiva, la adición, por parte de Galdós, de un solo

año a la cifra que en un primer momento había escrito para fijar la edad

de D. Lope, y la simultánea introducción de un giro coloquial, cargado

de expresividad, que amplía el contexto anterior, descubren la actitud

irónica del creador ante el personaje:

M: pero {en realidad de verdad los cincuenta y seis} <ni Dios mismo con

todo su poder le podía quitar los cincuenta y siete> que no por bien

conservados eran menos efectivos 22.

La incorporación de esta expresión popular al espacio narrativo que

contiene la voz del narrador corrobora la siguiente afirmación de A. Sánchez

Barbudo:

El estilo de Galdós como narrador es casi síempre un lenguaje coloquial,

análogo al de sus personajes madrileños y esto ( ... ) implica un especial

punto de vista para el autor, una especial técnica novelística dentro del

realismo 23.

Como ya hemos señalado, hemos podido comprobar, a través del

análisis de las variantes, que este tono narrativo -señalado por A. Sánchez

Barbudo- de confidencia, de charla entre amigos, constituye una

técnica conscientemente utilizada por Galdós y no puede ser considerado,

de ningún modo, una manifestación de descuido tal y como lo interpretó

la crítica literaria de la primera mitad de este siglo. Por el contrario,

el estudio de estas correcciones, a través del manuscrito y de las

galeradas de Tristana, pone de manifiesto la profunda conciencia lingüística

del novelista, que se traduce en un minucioso trabajo de creación

textual.

La descripción de D. Lope culmina con las alusiones a su aspecto físico

y a su indumentaria. De entre otras que carecen de especial relevancia,

destacaremos, por resultar significativas en este contexto, algunas

variantes como la que convierte en G la chistera [flamante} en chiste·

ra <bien planchada> y, en M, la que sustituye la inicial [capa en invier·

no} por buena capa en invierno. Ambas variantes proporcionan a la

indumentaria una perfecta adecuación a la línea connotativa aportada

por las variantes anteriores mostrándonos a un personaje que, aun sin

medios, se preocupa de cuidar su imagen externa: hidalgo pobre con

hondas resonancias literarias.

Hemos pretendido demostrar que Galdós es un privilegiado usuario de

la lengua que domina el instrumento que maneja, que extrae de él el

máximo rendimiento, que lo trabaja y lo moldea a la perfección -per-

22 Beatriz ENTENZA DE SOLARE señala (en el arto cit., págs. 156-157) la tendencia de

Galdós a corregir la edad de los personajes en otros manuscritos como los de La Desheredada

y Tormento.

23 Antonio SÁNCHEZ BARBUDO, op. cit., pág. 18.

V CONGRESO GALDOSIANO lB

fección que no puede ser considerada desde otra perspectiva que no sea

la de su plena adecuación a la intención que lo rige- y que merece, por

ello, ser considerado como uno de los grandes creadores en lengua española.