LAS GALERADAS (PERDIDAS)

DE LO PROlfIBIDO

James Whiston

El manuscrito de Lo prohibido se

encuentra en la Casa-Museo Pérez Galdós, junto con muchos otros manuscritos

y galeradas corregidas de novelas galdosianas. Por desgracia

las galeradas de Lo prohibido no vinieron a parar a Las Palmas, y así se

ha perdido para la crítica textual un eslabón en la cadena del proceso

creativo de Galdós con respecto a la composición de esta novela. Pero

si se ha perdido este eslabón la cadena no obstante se encuentra intacta,

o casi intacta, porque con la disponibilidad del manuscrito es posible

deducir lo que fueron la gran mayoría de los cambios que hizo Galdós

en las galeradas, mediante la comparación entre el manuscrito y la

primera edición de la novela. Lo que sí se ha perdido para siempre, o

hasta que aparezcan las propias galeradas (si es que existen todavía) es

cualquier segundo cambio hecho por Galdós en las galeradas, borrando

o eliminando el primer cambio, visible quizás en la hoja de la galerada

misma, pero ya invisible para nosotros. Por mis propias investigaciones

hechas sobre las galeradas de Fortunata y Jacinta he podido comprobar

que esta forma de cambio -un doble cambio-, en efecto es poco

común l. Lo normal era que Galdós corrigiese la versión de galerada con

un solo cambio, el cual formaría parte de la edición impresa, dejándose

bien visible en cualquier cotejo entre manuscrito y primera edición. Las

galeradas ofrecían probablemente la única ocasión en que Galdós se

habría sentado para dar un vistazo crítico, aunque fragmentario, sobre

los resultados de sus esfuerzos artísticos. Con sus amplios márgenes,

constituían también un perfecto palimpsesto donde Galdós podía refor-

1 Para ver unas reproducciones fotográficas de las galeradas corregidas por Galdós,

consúltese el trabajo de Mercedes LóPEZ BARALT, La gestión de f'ortunata y Jacinta (Puerto

Rico, Ediciones Huracán, 1992), págs. 180-87. Véase también James WHISTON, "Las pruebas

corregidas de f'ortunata y Jacinta", en Actas del Segundo Congreso Internacional de

Estudios Galdosianos", I (Las Palmas, Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979),

págs. 258-65 .... A mi parecer, la desaparición de las galeradas supone una pérdida minúscula

del "pre-texto" de una novela galdosiana de esta época. Sin embargo, las páginas

citadas de La gestación de f'ortunata y Jacinta darán un buen indicio de lo que perdemos

al no tener a mano las galeradas originales.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

zar o matizar una imagen o un comentario en esta relectura de su novela.

Yo he denominado como 'corrección de galerada' cualquier diferencia

entre la versión final del manuscrito y la primera edición.

Claro está que con el manuscrito ya confeccionado en forma de libro,

o por lo menos una parte de éL Galdós no podía cambiar radicalmente

la dirección de su novela. Apenas podemos concluir que las galeradas

suponen una etapa decisiva en el proceso creativo. Por otra parte, la

cantidad de cambios es tal que, aun sin tomar en cuenta su importancia

estilística y temática, dejan una impresión duradera sobre la fisonomía

de una novela galdosiana. Por una paradoja que reconocerán los que

hayan estudiado los manuscritos y galeradas de Galdós, los cambios de

galerada pueden resultar más interesantes que aquellos cambios que se

le ocurrieron al novelista mientras escribía la versión manuscrita final.

(No hablo aquí de los borradores iniciales: éstos siempre ejercerán una

ineludible fascinación sobre aquellos estudiosos que quieran investigar

el proceso creativo galdosiano.) Al repasar para este trabajo mis notas

sobre esas dos clases de cambio -cambio de manuscrito final y cambio

de galerada- he contado 460 cambios significativos (a mi juicio) hechos

en las galeradas, mientras que sólo advertí cien cambios de interés mayor

en la versión final manuscrita 2. Claro está que entre cantidad y calidad

mide un abismo, pero la estadística en este caso corresponde a una

mayor actividad autorial en los grandes márgenes de las galeradas, y también

a un enfoque diferente: ahora el creador se ha vuelto crítico de su

propia prosa, ya impresa para su estudio y enmendación.

Aparte de la necesidad del trabajo de corrección ortográfica, la etapa

de las galeradas respondió a fines básicos de redondear y acabar el manuscrito,

dejado en un estado incompleto por exigencias de tiempo u

otros apuros momentáneos. En Lo prohibido Galdós utilizó las galeradas

para cambiar, o añadir por primera vez, los títulos de cinco capítulos, a

saber los capítulos XII, XVI, XVII, XVIII Y XXIII. (El capítulo XII se titulaba

"Otra vez hago muchísimos números ¡ay dolor! muchísimos, y» (sic) en

el manuscrito y el capítulo XVI se llamaba «Rompimiento») 3. En las galeradas

Galdós quitó el último párrafo del capítulo XXIII y lo constituyó

como primer párrafo del capítulo XXIV. También en las galeradas Galdós

tomó la oportunidad de añadir algún trozo informativo, quizás por no

2 En su edición de Zumalacárregui (Las Palmas, Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria,

1990), Yolanda Arencibia ha contado una totalidad de unos trescientos cambios

de galerada para el texto (suyo) de 160 páginas (pág. 75). Esto supone una actividad

muy reducida, en cuanto a la corrección de galeradas se refiere, comparada con la época

de Lo prohibido y Fortunata y Jacinta .

.3 La historia del título para el capítulo VIII de Lo prohibido encierra una curiosa incógnita.

Galdós tachó el título original-,,¡Chitón! .. - y escribió en el manuscrito una nota

para la imprenta: "este capítulo aunque no lleva título va aparte ... La primera edición (y

la segunda, de 1906) salieron sin título para este capítulo, pero la edición de las Obras

Completas de Aguilar (Madrid, 1949) lleva el título siguiente: "En el que se aclaran cosas

expuestas en el anterior ... Si la edición de 1906 fue la última en vida de Galdós,

¿quién le puso este título?

V CONGRESO GALDOSIANO iD

tener la información a mano cuando escribía el manuscrito. Ejemplos de

esto son la inserción de un párrafo entero en el capítulo X -«Ignoro por

qué me quería tanto Carrillo»- con sus detalles tan precisos sobre la

vida parlamentaria inglesa de la época. Así ocurre también con la descripción

en el capítulo XXIII de uno de los regalos -un barómetro- que

Camita compra para Constantino.

Además de su cantidad numérica hay algunos cambios y frases añadidas

en las galeradas que hay que contar entre las expresiones más agudas

y memorables de la novela. Sabemos que gran parte del ambiente

moral retratado en Lo prohibido es el papel devastador que juegan las

riquezas y posesiones de todo tipo. La idea es también evidente en la

importancia que se da a la comida en esta novela, y no sólo la comida

como acompañante necesario a la rutina diaria sino como metáfora para

el afán adquisitivo de un sector de la alta burguesía retratado en Lo prohibido.

El retrato que nos da Galdós es el de unos seres humanos reducidos

al rango de artículos o de posesiones 4. Este retrato no siempre se

hace de una manera abierta sino que se encuentra entretejido en la formas

de decir del narrador o de otros personajes. En el caso del narrador

hay un ejemplo temprano de una adición en las galeradas que sirve para

subrayar de una manera muy gráfica este modo de pensar. El narrador, a

su llegada a Madrid, nos describe cómo Eloísa está más allá de su alcance

por estar casada con Pepe Carrillo. Su descripción empieza de una

manera bastante normal, dada la situación y mentalidad del narrador, exnegociante

y aspirante a bolsista. Sin embargo mientras sigue con la

descripción el lector se entera de la naturaleza del interés manifestado

por el narrador hacia Eloísa, reducida como está en la imagen empleada

a la condición de un trozo de fruta, no sólo madura para cogerse sino

para comerse también. La descripción de Eloísa es como sigue:

la tuve por mujer sin par, lo que todos soñamos y no poseemos nunca, el

bien que encontramos tarde y cuando no podemos cogerlo, en una vuelta

inesperada del camino. Cuando vi aquella fruta sabrosa, otra la tenía ya

en la mano y le había hincado el diente 5.

Si en la primera frase de la cita el lector acepta la descripción de Eloísa

como «el bien» que se encuentra tarde y está dispuesto a aceptar también

el empleo medio-comercial de esta palabra (aunque esté seguida

por el verbo «cogerlo») no hay manera de evitar el acto abierto de posesión

en la última metáfora antropófaga. Estas últimas seis palabras de la

cita, añadidas en la galerada correspondiente, refuerzan la reducción de

4 Alda BLANCO, .. Dinero, relaciones sociales y significación en Lo prohibidoll, Anales

Galdosianos, XVIII (198.3), págs. 61-7.3, se ha referido en términos generales a este

aspecto .. de la sociedad burguesa (de Lo prohibido), que Galdós ve como ya cosificada ..

(pág. 72).

5 Benito PÉREZ GALDÓS, Lo prohibido (Madrid, La Guirnalda, 1885),1, pág. 27. Las referencias

subsecuentes a la novela (publicada en dos tomos) se citarán por esta primera

edición y se pondrán en el texto.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

Eloísa a los ojos del narrador: reducida al rango de un pedazo de fruta,

capaz de ser manejada en la mano y de ser comida. La pequeña adición

de galerada apunta también hacia una temática constante a lo largo de

Lo prohibido: el impulso de comprar y venderlo todo, y de reducir la

actividad humana al nivel del comer y del goce inmediato ("aquella sabrosa

fruta»). El retrato de este instinto reductivo se refuerza en varios

momentos en las galeradas. En la misma línea reductiva es la descripción

de Rafaelito, hijo de Eloísa, como "un rollo de manteca» (1, pág. 45), frase

añadida en la galerada, como anticipación de que, a pesar de las protestas

de amor y cariño por parte de Eloísa y el narrador hacia el chiquito,

éste se verá efectivamente abandonado a su suerte al final de la

novela 6.

También es de notar cómo estos dos personajes principales, Eloísa y

el narrador, son descritos en las galeradas por imágenes traídas del mundo

tecnológico de aquel entonces. Cuando Eloísa está hablando de una

gran reforma para la casa, la de cubrir el patio con cristal, Galdós escribe

en la galerada la siguiente observación del narrador: "Se me figuró

que (Eloísa) echaba chispas como un cuerpo electrizado» (1, pág. 189).

En el capítulo IV el narrador se había referido a los primeros intentos de

instalar la electricidad en un esquema piloto en el barrio de Recoletos;

ahora la imagen esperpéntica de una Eloísa electrizada hace ver a los

lectores cómo el gastar dinero corre por el cuerpo de Eloísa como una

carga eléctrica, poseyéndola toda. El lector podrá recordar la descripción

anterior de la máquina empleada para los ensayos eléctricos (<<un monólogo

de vapor, con resoplidos de válvula y vértigo de volante» (1,

pág. 189) que acompaña las horas de sueño e insomnio del narrador

convaleciente. La adición en este momento del retrato de Eloísa a punto

de sufrir un incendio eléctrico sirve para rematar la imagen de una mujer

entregada en cuerpo y alma a la fiebre del gasto automático e incesante.

Otra imagen duradera debida a la intervención de Galdós en las galeradas

de la novela es el símil con que el narrador describe a sí mismo

para hablarnos de su primera entrada furtiva en la casa de Eloísa. La imagen

fue sugerida sin duda cuando Galdós leyó lo que acababa de escribir

como explicación para la entrada tan sigilosa del narrador: éste entra

por la puerta principal dejada abierta para la instalación del gas. Galdós

entonces escribió en la galerada: "Parecióme que yo me introducia invisible,

como el gas, pasando por escondidos, angostos y callados tubos»

(1, pág. 136). Este símil tan rico y sugestivo nos pinta de un modo gráfico

el estado mental del narrador, imaginándose una aventura peligrosa

pero sin más complicaciones que las que encontraría el operario en la

obra de instalar el gas. Había otro estímulo para el símil en la galerada

6 Hay toda una serie de referencias a la antropofagia (último grado del acto de la

posesión) a lo largo de Lo prohibido. En una versión anterior del manuscrito el personaje

Saca-mantecas se llamó el antropófago.

V CONGRESO GALDOSIANO _

que correspondía al párrafo anterior, en el que el narrador se imaginaba

robando a Eloísa, guardándola en el corazón como en su bolsillo y «reducida

a impalpable esencia» (L pág. 135). La idea de no tener consistencia

corpórea le atrae al narrador y es un indicio, entre muchos en la

novela, de su deseo de escaparse de la responsabilidad para sus propias

acciones. Esta evasión rebotará contra el narrador en sus relaciones subsecuentes

con Eloísa. También a través de los cambios de galerada Galdós

ha ido reforzando el proceso de desencanto del narrador con respecto

a ella 7. Por ejemplo, cuando Eloísa está a punto de confesarle al narrador

sus pecados crematísticos, ella se sienta tan cerca de él que le

abruma con su peso, y la «hermosa persona» de Eloísa en el manuscrito

se ve cambiada a su «no muy ligera persona» (1, pág. 228) en las galeradas.

Este cambio refuerza de un modo bien irónico el contraste entre el

peso carnal de Eloísa, ahora demasiado sólido para el narrador, cuyas

primeras percepciones veían en ella a una criatura etérea -«aquella divinidad

» (1, pág. 27), la llama- al principio de la novela. Otra vez vemos

la mano certera de Galdós al repasar las galeradas y su intervención tan

rica en sugerencias para el mejor entendimiento de Lo prohibido.

Como se ha indicado, con relación a otras novelas galdosianas, la

mayoría de los cambios en las galeradas tienen una meta principaL con

extensión, sospecho, a todas las novelas de Galdós: la intención patente

de forjar un lenguaje más vivaz y flexible, y de acercar la lengua escrita

a las modulaciones y sintaxis de la palabra hablada. La búsqueda de un

lenguaje natural en Lo prohibido (valga la paradoja) responde a una condición

particular de esta novela, que es su presentación y hasta celebración

de las cosas corrientes en la vida diaria; esto como contraste evidente

con la vida engañosa de boato y esplendor seguida por un sector

de la sociedad retratada. Desde este punto de vista el narrador en efecto

puede preciarse de haber logrado su intención de «contar llanamente mis

prosaicas aventuras» (11, pág. 387) porque ha incluido en su relato una

atención minuciosa a cosas cotidianas de la vida doméstica, como lo son

el comer, lavarse, coser y remendar, ahorrar pequeñas cantidades, comprar

regalos, ir de vacaciones, escribir a parientes ausentes, participar en

deportes, y otras escenas de la vida cotidiana, sana y equilibrada 8. El

retrato de la mayoría de estas menudencias domésticas, al parecer sin

7 A continuación damos unos ejemplos de este proceso de desencanto, insertados

en las galeradas:

"Aunque ya no me sentía tan entusiasmado como al principio» (1, pág. 247); "si

bien no ahondaba ya tanto en mi corazón» (1, pág. 247); "Aunque parezca extraño

y en contraposición a todas las leyes del sentimentalismo, yo deseaba

ya que me dejase solo, pues me entraba súbitamente un tedio, un cansancio

contra los cuales nada podía lo poco espiritual que en mí iba quedando» (1,

pág. 251).

B Para un análisis del contraste entre "lo ordinario» y "lo heroico» en Lo prohibido, es

imprescindible consultar el excelente articulo de Geraldine Scanlon, .. Heroism in an unheroic

Society: Galdós's Lo prohibido", Modern Language Re view, LXXIX, 1984),

págs. 831-45.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

trascendencia, provienen de la vida de Camna y Constantino, cuando el

enfoque del narrador, y por ende el eje de la novela se desplaza hacia

ellos. Para este fin de dar un remate natural a su texto, el Galdós lector

de las galeradas de Lo prohibido está siempre en acecho para sorprender

una frase abstracta y reemplazarla con otra menos forzada y más

gráfica. Cuando Camila, después de haberle abofeteado al narrador en

la cara con la bota de Constantino, le había comentado en el manuscrito:

"Así, así, quiero que lleves estampada en tu cara mi honradez", Galdós

en la galerada tacha las últimas tres palabras y escribe ,,(estampadas

en tu) hocico las suelas de mi marido" (II, pág. 269). Con este cambio

Galdós quita del habla de Camna el concepto un tanto grandioso de honradez

para dejar paso a una observación menos aparatosa y además con

su poquito de humor. También con el cambio, el enfoque se ha desplazado

desde el sentido del honor individual de Camna hacia la pareja de

los Miquis, ejemplo mínimo de mutualidad, si se quiere, pero presente

en el castigo del narrador por Camila, utilizando la bota de su marido.

Ya que hemos tocado, aunque brevemente, el tema de la mutualidad

en Lo prohibido, hay un momento significativo en las galeradas del mismo

que nos muestra cómo Galdós, con una palabra, podía reforzar la

dirección de la novela, infundirle con un momento cómico y reírse en las

mismas narices de las teorías naturalistas de su narrador. Sabido es que

Camna, entre autoritaria y cariñosa, muchas veces se dirige a Constantino

en términos animalísticos. (El narrador, queriendo inmiscuirse en las

relaciones de la pareja, imita a Camna, llamándola "borriquita" y otros

epítetos por el estilo: las galeradas también juegan su papel en el reparto

de estas imágenes sacadas del mundo animal.) En una escena en el

apartamento del narrador, Camna le pide prestados algunos libros de su

biblioteca, entre otros la Historia Universal de Johannes von MüIler. Escogidos

los libros, Camna manda a Constantino: "carga con el Müller y

vete subiendo", y Galdós añade en la galerada: "jarre!" (11, pág. 241). Es

evidente que Galdós en Lo prohibido quería darnos una imagen de Camila

y Constantino en que la idea de la mutualidad predomina como clave

de su felicidad. En el ejemplo que acabamos de comentar, el autor

utiliza la imagen del tiro, en la que Camna tiene el papel del arriero. También

la nota cómica de la palabra "jarre!" sirve como una antídota insuperable

contra las teorías deterministas del narrador. Es de notar que lo

poco cómico que hay en Lo prohibido tiene que ver con las relaciones

entre Camna y Constantino. (El primo Raimundo es una especie de juglar

profesional y sus salidas de humor no logran convencernos.) Los que

hemos trabajado en las galeradas de otras novelas galdosianas bien podemos

imaginarnos la escritura de aquella palabra -"jarre!,,- en el margen,

y la sonrisa de don Benito al trazar las letras de la misma. También

es forzoso admirar la asombrosa intuición artística de Galdós para lograr

que un cambio tal, aparte de conseguir un efecto lingüístico de los más

naturales, añada una capa de matices al significado de la situación descrita.

V CONGRESO GALDOSIANO DII

Una adición importante hecha en la etapa de corrección de galeradas

es el trozo que describe aspectos del apartamento y de la personalidad

de Camila en el capítulo XVII. La adición es la siguiente:

La casa no era ya lo que fue meses antes. Había más arreglo, y sin perder

el sello especial de la personalidad tumultuosa de su ama, pareciame más

casa, menos manicomio. Ya no había en ella perros sabios, ni otro animal

que Miquis. En cuanto a Camila, si lo esencial de ella permanecia, había

perdido muchas mañas muy feas, como el pedir billetes de teatro y otros

excesos. En aquel curso educativo que se daba a sí misma, aprendió delicadezas

que antes no conocía (11, pág. 32)-

Por la misma extensión de la cita se apreciará fácilmente el papel importante

de las galeradas para redondear el manuscrito y darle un efecto

más inmediato y agudo. Las frases bien demuestran la capacidad de

Galdós para trabajar rápida y eficazmente, y su genio para reforzar en

pocas palabras los hilos de caracterización (aquí la de Camila) y la perspectiva

narrativa de su novela (la actitud del narrador hacia lo que describe).

En Lo prohibido Galdós concede gran importancia al domicilio y

al mueblaje como indicio de carácter. Estas frases de galerada, pues,

encierran toda la temática del sicut domus horno anunciada en el primer

párrafo de la novela. En el trozo insertado en las galeradas se nos informe

que el caos inicial de los cambios radicales hechos por Camila ha

cedido lugar a un usufructo más comedido del espacio doméstico. También

en la personalidad de Camila se ha verificado un progreso hacia un

estado más equilibrado. Con la frase «aquel curso educativo que se daba

a sí misma» Galdós añade una nota importante al tema, quizás el de más

peso en la novela, el del papel de la mutualidad en la marcha del progreso

humano. Pero es claro que el progreso delineado aquí, tanto en el

arreglo más tranquilo de la casa como en el carácter de Camita, ha sido

obra de ella misma. Aunque la idea de la ayuda mutua cobrará más fuerza

mientras avanza la segunda parte de la novela, con la inclusión de la

frase citada Galdós ha subrayado que el esfuerzo individual es un paso

necesario hacia el triunfo final de la mutualidad en la vida de Camila y

Constantino. La frase es también una manera entre muchas, de rechazar

las teorías naturalistas del mismo narrador, porque con ella se devuelve

la responsabilidad, en parte al menos, sobre los hombros del propio individuo.

El papel del narrador de Lo prohibido ha atraído la atención de los

críticos, por ser uno de los puntos cardenales de esta novela, y siempre

hay que tener en cuenta que, en su economía fictiva, es el narrador protagonista

quien escribe todo lo que leemos. La descripción seca y brutal

del marido de Camila -«ni otro animal que Miquis»- demuestra la persectiva

todavía muy limitada del narrador en esta penúltima fase de la

composición de sus memorias. (El trozo está supuestamente escrito en

Semana Santa de 1884.) Además de esta perspectiva egoísta, el párrafo

es una buena muestra de la complejidad narrativa ensayada por Galdós

DE BIBLIOTECA GALDOSIANA

en Lo prohibido. Por una parte vemos a un narrador dotado de los valores

implícitos de su autor, cuando aprueba los progresos alcanzados por

Camila en su casa y en su relación con otros. (Incluso más tarde el narrador

va a afirmar su aprecio de «este equilibrio que llamamos vida» (11,

pág. 237).) Por otra parte el lector no puede aceptar el tono del narrador

cuando habla de Constantino. Es decir, Galdós le exige al lector de L

o prohibido una constante atención para discernir entre los juicios buenos

y malos del narrador. Ahora es el narrador, tomando nota del orden

tranquilo en el apartamento, quien sufre de un desorden, simbolizado y

sintomizado por un hambre debilitante que él padece por haber aguardado

tanto tiempo en la calle para encontrarse, al parecer casualmente,

con Camila. El párrafo interpolado nos presenta a un narrador bien capaz

de enjuicar lo bueno a su alrededor, pero también enviciado por sus

deseos egoístas. En este contraste o escisión entre saber y actuar reside

todo el juego entre lo auténtico y lo inauténtico en Lo prohibido. Con

razón ha alabado Montesinos la escena de la convalecencia del narrador

en el capítulo IV de esta novela -«agudísima y precisa hasta lo increíble»

la ha llamado 9_. Pero por encima de cualquier precisión descriptiva está

la gran distancia que mide entre la aguda visión retiniana y perceptiva del

narrador, y su ceguera en muchos casos que implican el uso de la voluntad.

La adición más larga a las galeradas es un párrafo del capítulo X, el

que comienza «Ignoro por qué me quería tanto Carrillo». (El párrafo no

figura en el manuscrito y no hay laguna en la numeración de las páginas.)

Como hemos indicado antes, el párrafo es en gran parte una descripción

(bastante halagadora) del parlamento inglés de la época, con retratos

breves de algunos de sus más destacados políticos. Galdós también

había incluido ya en el capítulo VIII una conversación entre el narrador

y Carrillo sobre política inglesa (descrita como «ensalada inglesa»

(1, pág. 134) en una frase añadida en la galerada) 10. Entre los capítulos

VIII y X el narrador y Eloísa llegan a consumar sus amores, y el marido y

el que es ahora amante de su mujer continúan sus conversaciones sobre

el tema inglés en el capítulo X. El párrafo cuenta con más de trescientas

palabras, y Galdós habrá tenido que llenar dos o tres cuartillas

suyas para esta inserción. El párrafo interpolado es el siguiente:

Ignoro por qué me quería tanto Carrillo; qué motivos de simpatía encontró

en mí. Algo debía de influir en ello la insistencia benévola con que yo

-----

9 Lo prohibido, ed. J. F. Montesinos (Madrid, Castalia,1970L pág. 40.

10 El tema político inglés entra en Lo prohibido porque fue muy discutido en los años

de la composición de la novela (1884-5). El narrador y Carrillo habían hablado ya (en el

capítulo VIII) de la gran Reforma electoral inglés de 1832, por la que se extendió

el derecho de votar a los centros industriales del Reino Unido. Precisamente en 1884-

1885, cuando Galdós escribía Lo prohibido, se trataba en el parlamento británico de

extender este derecho a los trabajadores agricolas. Interesa notar la maestría de Galdós

en este párrafo interpolado, haciendo que su narrador emplee el tema político inglés

para salvar su conciencia con respecto a Carrillo, no porque le interesa la marcha

de los derechos políticos.

V CONGRESO GALDOSIANO D

acaloraba su manía anglopolítica, refiriéndole anécdotas parlamentarias,

describiéndole las sesiones de los Pares y Comunes, el locaL las costumbres,

la manera especial de discutir de aquella gente; hablándole de la

peluca del speaker, del modo de votar, del familiar tono que usan, y haciéndole,

por fin, semblanzas tan exactas como podía de lord Beaconsfield,

Bright y otros afamados oradores. ¡Cuántas veces, después de una

crisis de dolores horribles, extenuado de fatiga, mas sin poder dormir, no

tenía el infeliz otro consuelo que conversar conmigo de aquellas cosas tan

de su gusto! Su mano en mi mano, sus ojos en mi cara, haciame preguntas,

y jamás se hartaba de mis respuestas. Yo hacia un gran sacrificio de

tiempo y de humor para agradarle, y me estaba las horas muertas, charla

que te charla, viéndome obligado a sacar algo de mi cabeza, pues la verdad

se me iba agotando. ¡Cómo saboreaba él las preciosas noticias! El

banquete del lord Corregidor fue de las cosas que le conté con todos sus

pelos y señales, pues tuve el honor de asistir al de 1877. Y después,

¡cuánto detalle! Gladstone, en la sesión de los Comunes, se sonaba con

estrépito en un gran pañuelo de colores. Disraeli no cesaba de meterse

pastillas en la boca. Parnell usaba siempre un gabán color de pasa y sombrero

blanco de castor ... Luego tirábamos a lo sublime. ¡Qué país aquél!

¡Y pensar que allí no había constitución escrita, en forma una y doctrinaL

sino leyes sueltas y usajes, algunos del tiempo de los normandos! En cambio

aquí salimos a constitución por barba, y somos casi salvajes, parlamentariamente

hablando ... Yo me cansaba al fin de tanto anglicanismo;

pero él no, y me retenía con dulzura siempre que hacia propósito de marcharme

(I, págs. 164-65).

¿Por qué habrá hecho Galdós una intervención tan larga en esta etapa

de la creación de su novela? El trozo demuestra bien a claras el obsesionante

interés de este personaje, Carrillo, por los detalles más minuciosos

de la política inglesa. Se nota, en cambio, en la primera frase del

párrafo que el narrador está más preocupado por las relaciones ambiguas

que ya miden entre él y Carrillo. La conversación se vuelve, pues, por la

senda de las anécdotas interminables, debido a la mala conciencia del

narrador, quien quiere a la vez complacer a Carrillo como modo de compensarle

por su propia infidelidad y también evitar cualquier tema relacionado

con la vida familiar. Así escoge el narrador un tema seguro, por

lejano. Es decir, el narrador utiliza la política inglesa como una de tantas

máscaras para disfrazar las circunstancias anómalas en que se encuentra.

Aquí el narrador en sus retratos anecdóticos parece querer indicar a

Carrillo que también los grandes de la política inglesa sufren las molestias

connaturales a nuestra existencia terrestre, como lo son los resfriados

de Gladstone, los dolores de garganta de Disraeli o en el caso de

ParnelL el temor continuo a estos achaques, llevándose aquel sombrero

como protección contra las inclemencias del tiempo. Podría ser otra

manera sutil del narrador para mantener relaciones de simpatía con Carrillo

mientras puede hacer de las suyas a espaldas del marido. El lector

de este párrafo fácilmente puede saborear la ironía que surge del contacto

íntimo entre el narrador y Carrillo (<<su mano en mi mano, sus ojos

en mi cara .. ) y lo que está pasando por las mientes del narrador con resDEI

BIBLIOTECA GALDOSIANA

pecto a la mujer de Carrillo. También lo que presenciamos en esta es cenita

es esa yuxtaposición que tanto le interesa a Galdós, del mundo de

las grandes instituciones públicas y el mecanismo de las intimidades

afectivas, nutridos por cauces diferentes y motivaciones tan dispares. Lo

prohibido gira en torno a este eje contrastivo entre la intimidad doméstica

y el mundo público de la alta Banca y Bolsa, de las instituciones parlamentarias,

de la caridad institucional, de las grandes cenas y reuniones

sociales, de los grandes almacenes de lujo, de los ritos de la religión y

de la muerte.

Resumiendo con respecto a este párrafo, ¿qué significado podría tener

dentro de la novela para motivar una intervención tan larga en las

galeradas? Sobre todo está, a mi ver, la ironía galdosiana, por la que el

autor hace un rico tejido de contrastes: de rivalidad y amistad, de amor

y odio, del conflicto entre lealtad y decepción, del contacto íntimo y el

desprecio unidos; la mezcla de ideas abstractas sobre la marcha de los

derechos políticos junto con afectos y sensaciones de los más íntimos y

penosos. Existe también el contraste entre la política grande, cosmopolita

de Inglaterra, las grandes cuestiones del progreso político de entonces

y la figura frágil y huesuda del individuo enfermo. El efecto, pues,

de este párrafo interpolado es el de reforzar la percepción del lector sobre

la gran distancia que existe entre dos mundos, antagónicos en lo fundamental:

el mundo de la intimidad de dos vidas compartidas y el mundo

del discurso público, de la ostentación política. Carrillo, al buscar una

reconciliación entre los dos mundos, ha escogido mal, en la persona del

narrador y también en la de Eloísa, su mujer. De las elecciones desatinadas

están llenas las páginas de Galdós: este párrafo nos ofrece una de

las más miserables, porque no hay mutualidad en estas relaciones.

El párrafo representa un doble fracaso para el aristócrata: tanto la vida

altruista consagrada a la filantropía sociopolítica como las relaciones

mutuas afectivas le están vedadas; y con este párrafo parece que Galdós

cierra efectivamente la tapa del ataúd sobre la vieja aristocracia en España,

en cuanto a tener algún papel auténtico en la vida del país.

Lo que Galdós compone en Lo prohibido es un tejido en el que los

conceptos de autenticidad, mutualidad y progreso se contraponen a la

evasión, o a la imitación y repetición de ideas inservibles 11. El trabajo

extenso de Galdós en las galeradas supone una aportación muy intrínseca

a la composición de Lo prohibido. Esta capa lingüística no es una

manta superflua puesta sobre el manuscrito, sino que influye en él, do-

11 A modo de ejemplo brevísimo de cómo podía Galdós utilizar las galeradas para

reforzar la temática de la vanidad repetitiva e imitativa en Lo prohibido, incluimos aquí

un par de frases pertinentes, añadidas en esta etapa de su composición:

El marqués de Cicero, tío de Carrillo, «se parecia al Saca-mantecas en la fea

maña de echar ojeadas a los espejos para gozarse y ponerse muy hueco» (1,

pág. 202); y en el reparto de las deudas del narrador «Medina no salió maL y

mi excelsa prima vio entrar por la puerta de su casa el famoso espejo biselado.

¡En él se miraría!» (11, pág. 389).

V CONGRESO GALDOSIANO _

tándole de un lenguaje enriquecido por la mirada crítica de su autor,

añadiendo unos toques significativos a la presentación de los personajes

claves de la narración y reforzando o agudizando las preocupaciones

de la misma. Los pocos ejemplos de cambios de galerada comentados

aquí habrán servido, espero, para demostrar cómo los utilizaba Galdós

para hacer del lenguaje un instrumento gráfico y preciso al servicio de

ideas apasionadas en torno a su propia sociedad, a España y a la comedia

humana de todos los tiempos.

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