¿GALDÓS ES LECTOR
DE UNAMUNO?
María del Carmen Rodríguez Acosta
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Trataré en el núcleo de mi comunicación
como lo más interesante, presentar la descripción de la naturaleza
en Galdós en Bodas reales, Episodio Nacional de la Tercera serie escrito
en San Quintín, septiembre-octubre de 1900, cuando toma un carácter
más peculiar, «más lírico». Muchas preguntas chisporrotean en
nuestra mente: ¿Por qué en esas fechas? ¿Qué pudo impulsarle en esa
dirección nueva? Muchas podrían ser las causas, entre ellas como reacción
general contra el prosaísmo finicular, se colige un barboteo de formas
líricas inclusive en la prosa, como ya anuncia Guillermo de la Torre
1, pero hoy me he inclinado al análisis de una en particular: la posible
sugestión que ejerce Unamuno sobre Galdós.
Todos hemos intuido la influencia de Galdós en Unamuno sin esperar
a que Francisco Ayala 2 y Sebastián de la Nuez 3 lo confirmaran, pero lo
contrario parecía menos probable y sin embargo, a mi entender, lo que
ocurre es una simbiosis debido a las múltiples similitudes: de un lado,
Bodas reales (1900) y, de otro, Paz en la guerra (1897), sin contar con
la técnica épica, o sea, narración histórica común que obviamente se
inspira Unamuno en el Galdós de los primeros episodios.
Aparte de los textos, cuestión fundamental y básica en este estudio,
dos detalles lo hacen posible: 1) La existencia de unas cartas de Unamuno
a Galdós, fechada la primera en Salamanca el 30 de noviembre de
1898 y recogida por D. Sebastián de la Nuez y José Schraibman 4, en
cuya lectura está el reconocimiento al consagrado maestro y referencias
a Paz en la guerra (1897), y sobre todo las frases de Unamuno: «Creo que
no ha de pasar mucho de que le envíe un nuevo libro mío, sea En torno
al casticismo, sea Paisajes y calajes, o sea Niñez memorias de mi infancia.
Aún no tengo decidido cuál publicaré antes» (pág. 55). Es decir, pa-
1 En "Dos conceptos de prosa», Del 98 al Barroco. Gredos, Madrid, 1969, pág. 178.
2 En La novela: Galdós y Unamuno. Seix-BarraL Barcelona, 1974.
3 En "Unamuno y Galdós en unas cartas», en revista lnsula, núms. 216-217, noviembre-
diciembre de 1964.
4 Cartas del archivo de Galdós. Taurus-Madrid, 1967.
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rece que Unamuno había enviado Paz en la guerra, deducido del contenido
de la carta. La obra se conserva en la biblioteca particular galdosiana.
2) No sería un procedimiento insólito en Galdós eso de aprovecharse
de brillantes ideas y luego recrear sobre ella. Porque en una carta a
Clarín, recogida por Alfonso de Armas, hace Galdós (3-9-1978) la crítica
a La Regenta: «Le soya usted franco: pienso robarle a usted ( ... ) este
método suyo; es decir, pienso imitarle o intentar hacerlo en tan preciosa
facultad. Creo que no lo conseguiré sino en parte; pero no importa. Yo
me asimilo todo lo que puedo y así vamos viviendo» 5.
Sabido es que hay una especie de ósmosis entre los productos culturales
de una época pero hasta extremos tan acusados de puro iguales ...
He aquí la duda que va a rezumar siempre este trabajo.
SIGNIFICADO SOCIAL Y CULTURAL DE BODAS REALES
Está localizada Bodas reales a principio de siglo en Madrid. Aunque
relata el acontecimiento histórico de los desposorios de Isabel 11 y su
hermana, no vamos a tratar del contenido histórico (Historia Grande) de
la España de 1843; eso queda para mejor ocasión. Lo haremos de la
fábula o narración novelística que Galdós revive desde la ideología de
1900, porque damos por hecho que no existe conflicto entre la invención
y la información al ser los temas del pasado reciente 6.
Lo nás significativo en nuestra obra es que la salvación de España
proviene del pueblo. La redención está en la vida e idiosincrasia de los
humildes, cuyo carácter inmutable proviene del paisaje. En Galdós, como
en los intelectuales de su ambiente, se sugiere en el fondo el determinismo
de Hippolyte Taine (carácter, paisaje y cultura) 7. Todos abogan por
la reorganización social. Galdós toma partido en Bodas reales. Se desarrolla
la novela en el momento pre-industrial, o sea, industrialización en
su fase más primitiva, cuando se vaticina la llegada del ferrocarril a la
Mancha. En los sueños atemporales de la heroína, el narrador manifiesta
la miseria y desnudez del pueblo: los pastores parecian «alimañas vestidas
de personas» y se revela un esbozo de existencia en épocas de la
propiedad comunal que avala o equivale a un deseo de perfeccionamiento
social agrario donde la distribución del trabajo se organiza sobre la
solidaridad (compartir faena y holganza). Galdós reconoce el principio de
5 En Qaldós, lectura de una vida. Ed. Confederación de Cajas de Ahorros núm. 936.
Ministerio de Cultura, Santa Cruz de Tenerife, 1989, pág. 234.
6 Véase Amado Alonso, Ensayo sobre la novela histórica. Madrid-Gredos, 1984, pág.
80) Y Tuñón de Lara, Costa y Unamuno en la crisis de fin de siglo. Cuadernos para el
diálogo, S.A., Edicusa, 1974, en que se aforma como a grandes rasgos la sociedad de
1868, seguía siendo la misma y aún en esta fecha tampoco cambió salvo el derribo del
trono de los Borbones, no alcanzándose ninguno de los objetivos de la revolución
(págs. 8 y 9).
7 Véase en "El problema de España .. en Historia Critica de la Literatura Española,
1979 (págs. 20 y ss.).
V CONGRESO GALDOSIANO _
autoridad en los amos, Leandra y Bruno Carrasco, y brinda, a través de
la personal visión de Leandra, una especie de arcadia feliz, solución idílica
ejemplar de las costumbres ancestrales de la Mancha.
Eminentes críticos han aducido que esa valoración del elemento autóctono
caracterizaba a la generación del 98. No obstante Ricardo Gullón
afirma que la tendencia indigenista es universal a finales del XIX 8. En
nuestros clásicos, El Quijote, los místicos son el entramado por el que
va aflorando lo eterno español. En ello descansa la caracterización del
personaje Leandra y Bruno cuyo celo por salvar la honra recuerda al arquetipo
calderoniano. Narración de aguda visión crítica si en ella se censura
la apatía inveterada del español en él su vacuidad cuya energía se
evapora como torre de humo a través del descomunal sombrero. El tema
de la identidad del ser español estaba en el palenque y se explicita la
idiosincrasia nacional en una palabra: tradición. Que a su vez está embargada
de un rechazo a la civilización. Oposición que se encontraba no
sólo en Ganivet sino en Unamuno (1897), Baroja y Azorín 9. Esta línea se
manifiesta en la oposición a todo cambio de Leandra que, hasta la llegada
del ferrocarriL acoge con expresiones: ((ia qué santo venían el correr
tan desaforadamente! .. (pág. 258) lO, actitud en contraste no sólo con la
mirada del narrador crítico-irónico sino en contraposición con la mentalidad
progresista de su esposo Bruno, quien desea orientar las carreras de
sus hijos hacia la agronomía, replantación forestal o en las nuevas industrias
de exploración de minas del novio de Eufrasia, Terry.
No podemos detenernos en las polarizaciones que se presentan en los
personajes, en una realidad de triple dimensión (personaL social y conceptual)
donde se desarrolla una dialéctica coherente entre individuo e
historia, por ceñirnos al tema. Sólo decir que hay una Leandra cervantina,
mística cuyo significado trascendental parece simbolizar el final del
mundo viejo. Ontológicamente y confundiendo su existencia con la pasión
dominante es por excelencia la nostalgia de la patria chica.
La oportunidad de Bodas reales está completada con el discurso Hermosas
palabras (hoy Fe Nacional), como se hizo en el instante puntual
de 1901 en el banquete homenaje de los canarios al maestro es un canto
de amor al terruño donde se patentiza la esencia de lo español y lo
canario, sangre de conquistadores que busca horizontes nuevos: sea en
la planicie, sea en el recuerdo del mar (como se verá más adelante).
Evidentemente el Galdós que escribe este episodio es el Galdós que
medita una vez más sobre el problema de España, que da más importancia
a la historia civil y busca soluciones para esa sociedad anquilosada
por una oligarquía dominante enriquecida por la desamortización.
8 En la Invención del 98 y otros ensayos. Gredos-Madrid, 1969, pág. 8.
9 Véase el artículo "El Madrid del 98. Decepción y rechazo» de Pedro Laín Entralgo.
HeLE. Ed. Crítíca, págs. 26-30.
10 Bodas reales. EENN, tercera serie Libreria de los sucesores de Hernando, Madrid,
1908.
1m BIBLIOTECA GALDOSIANA
Galdós adecúa sus obras a las modalidades especificas de la literatura
finisecular.
ACTITUD ANTE LA NATURALEZA
Leandra, mujer agónica que vive muriendo y resucitando en una exis~
tencia soñada y calderoniana, pide perpetuarse en las generaciones futu~
ras en feliz unión con la naturaleza. Al mismo tiempo añoranza incon~
mensurable del ser humano en lo ignoto. Clave de la civilización occiden~
tal desde Platón: «Ver más allá y a la luz». Leandra se siente en Madrid,
desde el principio de la novela, «como mosca prisionera que busca la luz
y el aire», y ese deseo de claridad se señala en sus últimas páginas en
las postrimerías del siglo. Sus palabras: «Y tienden mis anteojos todo ten~
di do al aire Y al sol para que ellos vean lo que yo no puedo ver. Todo al
aire Y al sol •• 11. El distintivo de la personalidad, los ojos, símbolo de su
afán por encontrar la verdad, es lo que le impulsa a rogar a sus hijas que
tiendan sus pertenencias al sol purificador, morir en comunión con la
naturaleza. Mirada de Leandra, capaz de engendrar visiones imaginativas.
La universalidad fundada en la metáfora de la luz, de una luz visible a
una luz inteligible.
El prestigioso investigador palmero don José Pérez Vidal 12 mantiene
la idea de que las extensiones de las afueras de Madrid rcuerdan a don
Benito su isla en la contemplación del mar Y recoge varias referencias en
Angel Guerra, Fortunata y Jacinta, Bailén, donde se adivina la mentida
visión del mar al fondo de la planicie. En Luchana (1899) se incorpora
el mar auténtico cuyo horizonte emite rayos metafísicos: «¡Qué diferen~
cia de aquella inmensa lejanía de los horizontes oceánicos, que hacia
casi realizable el ensueño de medir lo infinito!» 1.3.
Hasta ahora se mantenía el trinomio: infinito, luz~aire, mar, pero cree~
mos que a partir de la lectura de Unamuno se completará con términos
como voluptuosidad y fecundación mar~tierra, extraño en Galdós que se
incorporan en Bodas reales.
CONTACTO ENTRE UNAMUNO y GALDÓS
Variada es la relación entre ambos escritores. Muchas veces se ha ci~
tado la influencia de El amigo Manso sobre Niebla, como hace el profe~
sor Francisco Ayala: La novela: Galdós y Unamuno 14, y es conocido el
11 Decía Galdós por estas fechas: "Por eso estoy enfermo, mi mal es la perfecta
concíencía de una misión llamada aptitud que no puedo cumplir». J. Casalduero: Vida y
obra de Galdós, Gredos, 1974, pág. 152. Se confía en la nueva generación.
12 En Canarias en Galdós. Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1979.
13 Cap. XIX, O.e. Aguilar, 1958, págs. 702-703.
14 Ed. Seix Barral, Barcelona, 1974.
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interesantísimo artículo «Unamuno y Galdós en unas cartas», de don Sebastián
de la Nuez Caballero 15 en el que el mismo Unamuno confiesa
cómo los primeros episodios determinaron en él sus primeras vocaciones
y le movieron a escribir Paz en la guerra en 1897. Ha sido el azar, al
releer las novelas de esta época, el que me ha conducido a intuir en la
lectura continuada de los Episodios detalles disonantes en la manera de
escribir galdosiana y que coinciden con el texto unamunesco.
Escrita Paz en la guerra tres años antes que Bodas reales, encontramos
que Unamuno refleja muchas ideas esparcidas en los periódícos de
la época. Momento históríco que Mainer 16 considera que «afectó a la
sociedad entera, integradora en un cuerpo de cierta coherencia como no
había estado en etapa alguna de su historia» (pág. 12), o sea, el tema
dela europeización, las quejas contra la cultura extraña que nos invade
y la otra cara de la moneda: el rechazo al unísono de la atonía y parálisis
de España-Leandra que espera la regeneración. Galdós no teoriza tanto
como Unamuno, y escenifíca más: se pasa de los sistemas conceptuales
de la palabra a la animación vital.
Admitiendo todo esto, ocurre que además de temas y actitudes comunes
existe semejanza en la actitud expresiva e incluso en el tratamiento
del paisaje, que intentaremos mostrar.
Escogemos entre los innúmeros ejemplos los más característicos:
1) Los que llamaremos afectan a la constelación campesina: no solamente
se observa la exaltación de la pasividad del campesinado que se individualiza
en Josefa Ignacia 17 y se llega a hiperbolizar en los animales (pág.
103), como Leandra, «gran virtud y sublime paciencia», sino que posee la
tintura conservadora y feudal con que honran a la Monarquía los carlistas
campesinos bajo el lema Dios, Patria, Rey 18, que podría concederse a la
manera de plasmar la ideología conservadora, sino sus semejanzas atañen
a la invención literaria. Unamuno introduce en su novela lo que podíamos
llamar «efusión campesina», es decir, introduce una disgresión campestre
en estructura vertícal como hacía Flaubert en Mme. Bovary. Páginas bucólicas
equiparables a los sueños de nuestra heroína Leandra. En la narración
de Unamuno el pretexto era la asistencia de Ignacio a un casamiento
en la aldea natal de Pedro Antonio, su padre. Al contar la visita a casa de
un aldeano amigo, aquél relata: «En un rincón tras la caldera que pendía
del techo en medio de la pieza, una viejecita, la abuela de Domingo, ciega
y con la razón adormilada, en la sombra, repasaba horas muertas las cuentas
de su rosario, rezando a las benditas almas del purgatorio» (Paz ... , pág.
10 1). ¿No potencia Galdós ese cuadro? Obsérvese cómo la viejecita de
Unamuno está en la sombra, no díce ni de pie ni sentada. Galdós, al presentar
a Leandra, no sólo hace hincapié en la «razón adormilada» sino en la
15 En la revista Insula, noviembre-diciembre 1964, núms. 216-217, pág. 29.
16 En La edad de plata (1902-1939), Cátedra, 1983.
17 Véase Paz en la guerra de Unamuno. Alianza EditoriaL Madrid, 1988, pág. 120.
18 El petirrojo de collar anaranjado en Paz ... , pág. 168; el pájaro petulante ... en
Bodas ... , págs. 277-278.
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plasticidad física: «No se ocupaba en labor alguna: permanecia largas horas
sentadita en su sillón de gutapercha de asiento muy bajo, las manos
cruzadas sobre el regazo en el suelo fija la vista dormilona ( ... ) rezaba al
anochecer uno o dos tercios de rosario» (Bodas ... , págs. 255-256). E incluso
la formulación estética del impresionismo (Paz ... , págs. 61-103) es común:
la impresión que causa a Ignacio el olor del heno, en Leandra la sensación
olfativa de los rebaños manchegos y otra más erótica la experimentada
por Lea y Sanchico en la penumbra de la alcoba al quebrarse un frasco
de esencias. Sin contar las deudas a la cultura literaria. Tras Unamuno
y Galdós están las matutinas aves parleras del Quijote 19 o la revaloración
de los antepasados 20 que da ese color noventayochista, los sueños de los
tatarabuelos permanecen contemplando las oscuras alegrías de vidas ignoradas,
se diría prodiando sus términos; leitmotiv que llevara a Azorín a
la creación de Pueblos. 2) Todo el conjunto anímico en torno al sentimiento
de tristeza de Micaela y de Josefa Ignacia se ubicarán en configurar el
personaje de Leandra. Después de la muerte de su hijo en combate, a Josefa
Ignacia el alma se le tiñe de tristeza coincidiendo en los términos con
la obra galdosiana: «Iba la pobre empeorando de mal interior» (Paz ... , pág.
313). E incluso podría ser la obra de don Miguel un esbozo o guión: «En
vano se quiso ocultarle su estado, sentíalo ella sin concederle importancia;
sintiendo la invasión del último sueño, no tenñia ya apego a la vida ...
erraba su vista sin mirar a nada posándola aquí y allí indiferete y sonreía a
todas las palabras de su hombre. Fue cayendo, cayendo, encamó y vieron
su cercano fin» (Paz ... , pág. 313). Leandra vive esa invasión soñarrera para
terminar en parálisis y muerte. Lo que Unamuno se limita a un término
preciso, por ejemplo, Pablo Zalbabide estaba «encastillado en sí mismo»
(Paz ... , pág. 8) don Benito amplifica y crea un orbe imaginativo: «No apetecia
tertulia y sus hijas ... tenían que llamar con insistencia a la puerta del
castillo para que la castellana voz de doña Leandra respondiese desde la
tronera más alta» (Bodas ... , pág. 255). Reconocemos el modo de actuar de
Galdós en los manuscritos: un término suelto sugiere una imagen. Así también
lo que podríamos titular «el juego de los suspiros». Reiteradamente
Unamuno escribe de Juan Arana: «Echaba de menos los suspiros y las quejas
de su mujer y empezó a suspirar en su interior" (Paz ... , pág. 207) o
«Junto a Ignacio uno de sus compañeros tendidos en el suelo, respiraba
con fuerza como parece almacenar el aire» (Paz ... , pág. 247). En Galdós,
en el cap. XXVI: «Comía tan poco como hablaba, pues aquel seco y delgado
cuerpo con muy escaso alimento se sostenía y con el aire que tomaba
en el suspirar frecuente. Suspiraba hacia dentro expirando menos que lo
que aspiraba como las aves que inflan el buche para volar mejor» (Bodas
... , pág. 39). Esa hipersensibilidad a los suspiros y el lugar común "dejar
en cada uno de sus rinconcitos» está demasiado estereotipado en Unamuna
21. Refiriéndose a Pedro Antonio: "Sus ojos había recorrido con cal-
20 Sobre éstos en Paz ... págs. 102, 103 Y 135) en Bodas ... , pág. 277.
21 En Paz ... , págs. 115, 174 Y 231.
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ma aquel recinto durante años, dejando en cada uno de sus rinconcillos
en nimbo de sus pensamientos de paz y trabajo» (Paz ... / pág. 33). En Galdós,
en el cap. XXXIV: " ... y el cabeza de familia, que no había salido en
todo el día, iba sin cesar de un lado a otro de la casa, en zapatillas y esparciendo
y colocando en cada pieza y en los pasillos suspiros sacados de lo
más hondo» (Bodas ... / págs. 336-337) o detalles de figuras literarias similares.
Al hablar de la preparación de Ignacio a la primera comunión leemos:
"A la quietud y penumbra de la sacristía llegaba el bullicio de la calle
como eco alegre del mundo fresco» (Paz ... , pág. 44) en don Benito: "y el estruendo
de los cohetes y las piezas pirotécnicas a la casa mortuoria llegaba
como rumor cercano de una batalla» (Bodas ... / pág. 341), o la siguiente
tan propia de Unamuno sobre la rueca: "con la que había hilado el hilo
para los pañales de sus hijos y para la mortaja que le esperaba» (Paz ... ,
pág. 95); "doña Leandra en su delirio mortal confunde la bandera ... con los
pañales que envolvió a Isabel» (cap. XXXIV, pág. 334), o la recriminación
del sensato Juan Arana a su hijo en los mismos términos que Bruno al
suyo (Paz ... / págs. 63-64) (Bodas ... / pág. 309). 3) El ámbito de los sueños
nostálgicos: son muchas las correspondencias con el sentimiento de Pedro
Antonio: "quedóse éste con la tienda y despegado de su aldea. No tanto,
sin embargo, que enjaulado en su tenderete no soñara con ella alguna
vez. Ibansele los ojos tras de las vacas que pasaban por la calle, y muchas
veces dormitando 22 junto al brasero en las noches de invierno, oía el rechasquido
de las castañas al asarse, viendo la cadena negra de la ahumada
cocina» (pág. 31), o "sentía una calma grande ( ... ) en la que había descargado
su pena de las reminiscencias de su aldea» (pág. 297). Como Pedro
Antonio está obsesionado por el tema crematístico aquellos ahorrilos
que veía "volátiles» puestos a la causa, Bruno lo está por el asunto de Pósitos
que no se resuelve. Y tantas y tantas coincidencias que dan naturalidad
al relato que sería prolijo exponer pero que habla de la fagocitosis galdosiana
y de su excogitación con nueva fantasía.
EL PAISAJE DE GALDÓS y UNAMUNO
Es consciente Unamuno de la ignorancia "del paisaje y del paisanaje»,
por ello lo destacó en sus primeras obras. Pablo Gil Casado, en "Unamuno
visión estética de Castilla» 23 advierte sus contactos y modos costumbristas
del paisaje: descripción topográfica, técnica realista, y selección
sintética de la impresión convertida en estado de conciencia y sobre
todo lo relaciona con Núñez de Arce en la fórmula del abrazo del mar y
la tierra de sus composiciones. Basándose en las obras De mi país/ En
22 Las onomatopeyas del dormitar son frecuentes: «acurrucado y caliente dormitan
al run, run, de la tertulia» (Paz ... , pág. 50) Y Leandra en el sillón caliente y blanducho de
Madrid «mecida por el run run somnoliento» (Bodas ... , pago 240).
23 En Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 207, marzo 1967, págs. 419 y ....
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torno al casticismo, 1895, y Bn Alcalá de lfenares, 1889. En Paz en la
guerra, en los epígonos del realismo, Unamuno «quiso fundir y no yuxtaponer
lo histórico y lo novelístico, contar la historia por dentro y encajar
una ficción en un exterior rigurosamente documentado 24, o sea, existe
un reconocimiento del género como válido en el más joven. Es posible
que el paisaje de Doña Perfecta engendre el que más tarde celebraran
los escritores del 98 como dice Marañón pero en esta época creemos
que Oaldós se reafirma con Unamuno. Pensamos que el paisaje que aparece
en varias ocasiones en la novela Paz en la guerra motivó la variante
estudiaremos del paisaje de Oaldós.
y agotó el último argumento textual: no me voy a detener en la sugerencia
que recibe Ignacio en la planicie líquida del mar (en Paz ... , pág.
132), sino en la visión de Pahico Zalbabide. Este, a lo largo de la novela,
hace un augusto canto al mar y a la montaña y a su unión fecunda engendradora
de vida. Es constante en la novela la prosopopeya de la naturaleza
que indica una cierta languidez. Se suele leer: «dormida en profundo
sueño», «desperezándose las nubes», «la vega recostada entre montes
» en un ambiente esplendente.
Me interesa resaltar las siguientes citas de cómo Pachico, desde un
promontorio «desde el cual bañaba su vista en la inmensidad de las asentadas
aguas y la del cielo que las abraza. Mar y cielo formaban a sus ojos
una solemne unidad de mutua vivificación» 26, o el paralelismo entre cielo
y tierra: «gozándose Pachico de la visión alegre de los árboles, de las
nubes del campo bañado de luz, visión tan distinta de la triste de los
objetos domésticos, hechura y esclavo del hombre, aparecia un mosaico
el panorama ( ... ) manchones de la movible sombra, de la sombra de
las nubes, corría por el campo y en lo alto flotaba con sus alas desplegadas
y al parecer inmóvil un gavilán, símbolo de la fuerza» (Paz ... , págs.
80-81 ).
Todas estas impresiones parecen quedar en el ánimo del lector Oaldós
quien en el cap. XXVIII: «El mayor gusto de doña Leandra era soltar
la mirada, como se suelta un ave, para que corriese por toda la horizontalidad
majestuosa del suelo sin parar hasta la línea en que la tierra y el
cielo se juntaban. Tras aquella línea había más mancha, más hasta llegar
a los montes de Toledo, donde todo eran subidas y bajadas. No estorbaban
el libre vuelo de la mirada de la señora árboles ni sombrajo
alguno fuera del bulto que hacian las casas del pueblo y la torre gallarda
de su iglesia. El sol lo bendecia todo con su luz esplendente: la tierra se
tendía boca arriba cuan larga era, los miembros estirados con indolencia,
y no hacia más que mirar al cielo que sobre ella planeaba con las
24 Sobre el determinismo de la novela R. B. (1898), págs. 291-292, extraído de R.
Pérez de la Dehesa, Política y sociedad en el primer Unamuno. Ed. Ciencia Nueva, 1966,
pág. 174.
25 Extraído J. J. Alfieri, "El arte pictórico en las novelas de Pérez Galdós", Anales
Galdosianos. Año III, 1968, pág. 79.
26 Paz ... , págs. 271-272, o también pág. 320.
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alas abiertas en toda su magnitud)) (Bodas ... , pág. 282). Obsérvese cómo
Unamuno "se baña la vista en el océano)) "y el gavilán flotaba con sus alas
desplegadas)) en Galdós: "era soltar la mirada)), "el cielo que sobre planeaba)),
también la naturaleza tendida voluptuosa sigue la línea unamunesca.
Leandra ve lo que piensa, evoca la libertad del ave, proyecta en el
paisaje su propia personalidad, la impresión convertida en estado de
conciencia en Pachico.
Resumiendo en breves términos lo examinado hasta aquí, trae Galdós
a la obra una mayor riqueza expresiva, naturalidad y relevancia estilística
tras la cristalización de la lectura de Unamuno.
Aún admitiendo las técnicas narrativas semejantes, se prodiga tal lujo
de detalles y lugares comunes que nos parecen excesivas las coincidencias;
creemos que uno sirve de catalizador a otro; del Unamuno hombre
de palabras, la fecunda imaginación balzaciana de don Benito sale triunfante.
Por otra parte, Galdós es un escritor abierto a las nuevas corrientes y
su temperamento humilde y sencillo lleva a buscar la verdad en las formas
más puras y en las más jóvenes como lo hizo, hace ya historia con
Clarín.
El libro Paz en la guerra ya estaba en poder de Galdós hacia noviembre
de 1898. Se trata de una fructífera asimilación, se trata de la continuidad
lector-escritor. Lirismo en ambos, ya lo afirmaba Clarín en el periódico
El Imparcial citado, y hoy día nuestro admirado Ricardo Gullón,
identifica como novela lírica Paz en la guerra 27 y todos sabemos que es
en el lirismo donde se puede analizar más cerca el hondón del acendrado
espíritu del canario Benito Pérez Galdós que deja entrever su alma
como resonador del alma del pueblo, la esencia del isleño-español clarivolente
dispuesto a sublimarse y diluirse a través del sol entre el cielo
ilimitado y el mar infinito.
27 En La novela lírica. Ed. Cátedra, 1984, capítulo 1