V CONGRESO GALDOSIANO

MAZARÍñ.

DE QALDÓS A BUÑUEL.

FIDELIDADES, ADAPTACIONES

Y EQUÍVOCOS

Félix J. Ríos

una de las grandes aspiraciones

de Benito Pérez Qaldós es la regeneración de España no sólo en su di

mensión ética, mediante una actuación política y socioeconómica deter

minada, sino, sobre todo, en su extensión más amplia, la regeneración

morall.

Se van a cumplir cien años de la publicación de Nazarín, una de las

novelas galdosianas más directamente comprometidas con esta tesis.

Para la consecución de su proyecto artístico y vital, el novelista canario

utilizará un modelo muy cercano, el cristianismo. Y otro literario, la figu

ra de don Quijote.

El modelo religioso no escapa a su crítica porque el paso de los si

glos ha envejecido unas estructuras eclesiásticas que surgieron, poco

tiempo después de la llegada de Jesús, para extender su mensaje, orien

tando y formando a sus seguidores 2. Se suele hablar de este anticlerica

lismo galdosiano de manera peyorativa.

González Povedano (1989: 181) sale en defensa del novelista mati

zando el calificativo en su trabajo sobre la fe cristiana de Qaldós:

Puede concluirse que el adjetivo «anticlerical» no es justo aplicárselo a

Qaldós, en el sentido de que signifique una especial fobia por el clero que

lleve al novelista a mirar a éste desde las peores perspectivas. Así, no es

Qaldós anticlerical. Le cuadraría más el adjetivo «anticlericalista», precisa

mente porque lo que Qaldós ataca no es el clero, sino el clericalismo de

una sociedad, (...).

Qaldós es anticlerical, no hay por qué dudarlo, o anticlericalista si se

quiere, al menos en una primera etapa militante, esquematizada con pre

cisión por Rodolfo Cardona (1989: 140-141):

1 Entendemos la ética como una forma de comportamiento, de conducta. El concep

to de moral tiene una dimensión más amplia, comprendiendo las producciones del espí

ritu humano.

2 rio vamos a estudiar la identificación del personaje con Jesucristo, analizada, en

tre otros, por Gustavo Correa (1962), El simbolismo religioso en Gaidós, Madrid, Qredos.

BIBLIOTECA GALDOSIANA

El conflicto entre el liberalismo y la intolerancia constituye, entonces, el

meollo de la tesis presentada en las novelas tempranas de Qaldós: (...).

Podemos ver que Qaldós gradualmente se encara con los problemas

reales de España en términos de lo que él cree ha sido una postura erró

nea asumida por la Iglesia con respecto a la posibilidad de guiar a sus

feligreses hacia un mundo social y económico más justo.

Pero los años moderan el temperamento del novelista, que no tarda

rá en descubrir que es el hombre que está debajo de la sotana el que

interesa rescatar, mostrándolo con sus dudas y contradicciones.

González Povedano (1989: 183-184) justifica las dos posturas del

escritor:

Puede decirse que Qaldós tiene, a lo largo de su obra, un doble enfrentamiento

con lo religioso: las novelas primeras son una crítica de la mala

religión; después, se fija el escritor en las altas virtudes de la buena. (...).

El presupuesto para una solución religiosa en las novelas de primera

época o en las contemporáneas es el mismo. Consiste en la búsqueda de

lo humano para elevarse hasta Dios.

rio entraremos en las polémicas religiosas que con tanta virulencia se

prodigaron en la época al calor de sus frecuentes y controvertidas crea

ciones.

Nuestro análisis se centrará en el estudio *de los fragmentos más sig

nificativos de la novela en relación con la versión realizada por Buñuel.

no olvidemos que Qaldós no es un político (al menos en su sentido

profesional, pese a ser diputado varios años) ni un teólogo. Su herra

mienta es el lenguaje artístico; mediante sus particulares procedimientos

intentará alcanzar los objetivos ideológicos que se ha propuesto incluir

en su literatura.

Cardona (1989: 147) apunta uno de ellos:

Qaldós sabía y sentía profundamente cuáles eran los defectos de su país

y, con ironía cervantina, instruyó a sus compatriotas sobre estos defectos

con la esperanza de que se pudieran lograr algunos cambios. Rehusó, sin

embargo, predicarles. La ironía fue su manera sutil de enderezar el pensa

miento de sus compatriotas hacia un buen camino.

El distanciamiento irónico es una de las formas que utilizará Qaldós

en el retrato magistral que va a ofrecernos de la España de fin de siglo.

Buñuel usará el mismo recurso pero tiñéndolo con nuevos matices, los

colores surrealistas.

El director aragonés recoge la propuesta de Qaldós y la hace suya. Y

no sólo con Tiazarín. Sabemos que fue un apasionado lector del novelis

ta canario, pasión reflejada en otras creaciones a lo largo de una dilata

da trayectoria cinematográfica3.

3 La primera adaptación galdosiana es Nazarín (1958), a la que seguirán Virídiana

(1961), en la que se descubren elementos de Halma y Ángel Querrá, y Trístana (1970).

Y CONGRESO GALDOSIANO

Octavio Paz (1974: 99) ha señalado acertadamente las diferencias

ideológicas entre los dos artistas:

El héroe del libro es un cura rebelde e iluminado, un verdadero protestan

te: abandona la Iglesia, pero se queda con Dios. La película de Buñuel se

propone mostrar lo contrario: la desaparición de la figura de Cristo en la

conciencia de un creyente sincero y puro.

La opinión del propio Buñuel (1982: 210) se acerca a la interpretación

del poeta mejicano

Conservé lo esencial del personaje de Iiazarín tal como está desarrollado

en la novela de Galdós, pero adaptando a nuestra época ideas formula

das cien años antes, o casi.

En una carta a José Rubio Barcia (1992: 70-71) precisa aún más sus

planteamientos.

Creo que Tiazarín ha resultado una buena película. He tenido libertad to

tal para realizarla. Y, como siempre, no he pensado si puede o no gustar

a la gente. Conservo los tipos o caracteres tal como los ha descrito

Galdós, pero la tendencia, la línea oculta, el sentido de las andanzas del

curita está buñuelizado y puesto al día. rio he caído en la paráfrasis

del evangelio por estimarla truco fácil. Y al final la duda y no el Espíritu

Santo, descienden sobre Iiazarín.

Nosotros no vamos a señalar lo que distancia a los dos proyectos ar

tísticos, diferencias que, por otro lado, ya han sido señaladas sobrada

mente 4. Nuestro objetivo será precisar la forma en que dispone Buñuel

los materiales que ha respetado de la novela galdosiana.

Se hará especial hincapié en aquellos procedimientos de estudio del

texto cinematográfico que guardan una gran similitud con el análisis narratológico.

Consideramos que los dos artistas parten de la misma histo

ria pero presentándola de distinta manera, es decir, creando dos relatos

distintos que muestran las cualidades artísticas de cada uno.

Nos centraremos en dos fenómenos, el ritmo y la focalización en el

relato, que no dejan de incidir, pese a su condición formal, en los plan

teamientos ideológicos de ambos.

Finalmente, intentaremos desentrañar el sentido de cada texto artísti

co en el momento de su creación y la pervivencia de su mensaje.

La primera parte de la novela galdosiana está focalizada por un narra

dor interno que en primera persona nos presenta al héroe del relato. Ruiz

Ramón (1964) ha señalado que este planteamiento busca subrayar el

valor histórico del héroe de ficción.

Buñuel no necesita utilizar ese punto de vista dado que su sistema de

4 Véase, por ejemplo, el libro de Max Aub (1985) Conversaciones con Buñuel Ma

drid, Aguilar (: 128-130 y 281).

BIBLIOTECA GALDOSIANA

representación artística se basa en la imagen que, por su carácter inme

diato, se basta para simular la realidad.

La descripción del mesón (:9) se ofrece al iniciarse la película median

te un plano general del mismo. Buñuel suprime los tipos populares de

Qaldós (:10-l 1) porque ha trasladado la historia a la sociedad mexicana.

Pese a estas diferencias de matiz, la primera secuencia refleja con relati

va fidelidad los capítulos iniciales de la novela galdosiana.

El narrador y su amigo periodista se han convertido en un ingeniero y

su ayudante que conversan con el sacerdote, ríazarín deja clara, desde

el principio, su postura ante la vida y la sociedad que le ha tocado en

suerte.

El capítulo 5 sirve para caracterizar al personaje mediante las opinio

nes que recogen el periodista y su amigo el narrador de boca de la Chan

faina y de un gitano viejo. Buñuel deja que sea el propio Nazarín, al pres

tar sus escasos bienes o atender a un mendigo, el que se retrate a sí

mismo.

Hasta aquí llega la primera parte de la novela. En el relato cinemato

gráfico, antes de acabar la secuencia, se introducen unos planos en los

que se nos presenta a Beatriz, una de las dos mujeres que seguirán a

ríazarín en su aventura apostólica. Qaldós no la hace participar en el re

lato hasta la tercera parte. Buñuel, por el contrario, quiere robustecer su

papel en la historia y la presenta desde la primera secuencia en un pla

no espectacular, fruto de su genial creatividad: Beatriz intenta ahorcarse

(foto 1). ¿Por qué este cambio?

La enajenación mental es una forma distinta de apreciar la realidad,

un punto de vista que se acerca a la inocencia de la infancia. Qaldós tie

ne un gran interés por los locos. Como advirtió Ricardo Qullón (1973:

238), suele fijarse «(...) detenidamente en la conformación espiritual, en

las irregularidades, deformaciones, rugosidades del alma».

liazarín está un poco loco y es también un poco niño. Al menos así

lo ven los personajes que lo acompañan en su particular corte de los

milagros. Qaldós introduce en el cura visionario muchos rasgos quijotes

cos sobradamente conocidos y que no vamos a repetir ahora5.

El movimiento surrealista es, en su esencia, otra visión de la realidad.

Puede así explicarse que desde sus orígenes se sintiera atraído por el

extravío de la mente. André Bretón (1924: 20) afirma:

lio será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la

imaginación.

Después de haber instruido proceso a la actitud materialista, es impe

rativo instruir proceso a la actitud realista.

Don Quijote y Nazarín son dos casos ejemplares de seres humanos

que deciden coger otro camino, distinto al que les presenta la sociedad

5 Ruiz Ramón (1964) ha subrayado las semejanzas de nazarín con el hidalgo manchego.

Y CONGRESO GALDOSIAFiO

que les ha tocado vivir; son dos hombres que deciden extraviarse, rio es

extraño que susciten tanto interés.

Luis Buñuel, como el resto de los surrealistas, está muy interesado en

las mentes desviadas. El cura visionario no es el único personaje con

síntomas de inestabilidad emocional; Beatriz padece de histerismo y de

amor, dos ingredientes que pueden desequilibrar a la persona más sen

sata.

La segunda parte del Nazarín galdosiano se recoge en varias secuen

cias de distinta extensión.

Andará se esconde en la habitación del sacerdote. Está herida, por lo

que cae, dice la novela, «(...) en extenuación alarmante, con frecuentes

colapsos y delirio» (:41).

Buñuel nos presenta en un plano famosísimo una de las alucinacio

nes de la fugitiva: la imagen de Jesucristo que Nazario tiene en una

pared de su celda ríe a mandíbula batiente. El valor semántico de la ico

nografía crística se transforma radicalmente (fotos 2 y 3).

El cineasta resalta libremente otros aspectos degradantes de la perso

nalidad de Andará. En la novela se nos muestra sedienta de alcohol. En

la película la vemos beberse el agua utilizada para curar sus heridas al

no encontrar otra cosa mejor.

Pero en poco tiempo se produce una transformación radical. En la

novela se da cuenta de lo que sucede los cuatro días que la mujer per

manece escondida mediante un pequeño fragmento relatado de forma

sumarial (:51).

Buñuel prefiere que el espectador deduzca el paso del tiempo, eludi

do en la pantalla, al mostrarnos al personaje sustancialmente transforma

do: Andará lleva un pañuelo en la cabeza, se mantiene aseada y le aver

güenza que Nazarín vea su rostro libre de cremas y coloretes (foto 4). Las

enseñanzas de nuestro héroe parecen haber surtido efecto... Vana ilu

sión.

Tras el incendio que destruye el mesón, Mazarín se refugia en varios

lugares. Finalmente, decide marcharse al campo para, en contacto con

la naturaleza, continuar con su labor apostólica. El relato adopta el rit

mo escénico para resaltar el cambio que va a experimentar el aspecto

externo del personaje (:68). El cura consigue ropas viejas de campesino,

minuciosamente detalladas. Qaldós debe contarlo; Buñuel se limita a

mostrar al cura en el camino con su atuendo seglar... (foto 5).

La tercera parte de la novela no tiene un fiel reflejo en el relato cine

matográfico que va acelerando su ritmo a medida que avanza la acción.

La narración galdosiana nos presenta ahora a Beatriz, amiga de Anda

rá, que vive provisionalmente con una hermana viuda y su hija grave

mente enferma.

La superstición de las mujeres y la intervención milagrosa del sacer

dote se expresan de forma distinta en el medio escrito y en el fílmico.

En la novela, el narrador nos dice que lograron persuadir a nazarín

para que viera a la niña:

BIBLIOTECA GALDOSIAMA

Tanto le instaron a que la viera, que Nazarín pasó tras la cortinilla (:83j.

En la película, el cura se sienta en una silla a escuchar a las mujeres.

Es un plano en el que la cámara adopta el punto de vista del sacerdote

mediante un ángulo contrapicado que muestra desde abajo la imagen de

una indígena mexicana que con el dedo extendido parece exigir su mila

grosa mediación (foto 6).

Una vez en la estancia, dice la novela, nazarín observa en silencio a

la criatura:

Tenía Carmencita el rostro cadavérico, los labios casi negros, los ojos

hundidos, ardiente la piel y todo su cuerpo desmayado, inerte, pregiando

ya la inmovilidad del sepulcro (:84).

Buñuel hace que la cámara recorra el cuerpo de la niña de los pies a

la cabeza, resaltando el patetismo de la escena (foto 7).

En la novela se nos cuenta que Píazarín reza con tanto ardor «(...) que

las mujeres prorrumpieron en gritos, acometidas súbitamente de una

exaltación insana. El entusiasmo del sacerdote se les comunicó como

chispa que cae en montón de pólvora, y allí fue el llorar sin tasa y el

cruzar de manos convulsivamente, confundiendo los alaridos de súplica

con los espasmos de dolor» (:85).

Buñuel transforma estos acontecimientos mediante la adopción del

punto de vista del sacerdote. En la versión cinematográfica se presenta

la exaltación de las mujeres con una intensidad semejante a la de un

aquelarre (foto 8).

Los cuatro últimos capítulos de la tercera parte relatan la historia de

don Pedro Belmonte, terrateniente que recibe a Nazarín en su casa por

que lo confunde con un patriarca de la Iglesia armenia. Buñuel suprime

estos acontecimientos con buen criterio, puesto que no son significati

vos para el relato principal. Sin embargo, nos interesa resaltar algunas

ideas que luego recogerá el movimiento surrealista.

Belmonte quiere saber lo que piensa el sacerdote del estado de la

conciencia humana en la sociedad de aquellos años:

—La situación del mundo es tal —prosiguió Nazarín, animándose—, que

ciego estará quien no vea las señales precursoras de la Edad de Oro reli

giosa. Viene de allá un ambiente fresco que nos da de cara, anunciándo

nos que el desierto toca a su fin y que la tierra prometida está próxima,

con sus risueños valles y fértilísimas laderas (:109).

Esta referencia clásica nos trae de nuevo a la memoria la imagen de

don Quijote. En una de sus primeras salidas, el ingenio del hidalgo se

manifiesta de forma sublime ante unos atónitos cabreros:

Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron

nombre de dorados (...) porque entonces los que en ella vivían ignoraban

estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella edad todas las cosas

comunes; (...) (I, 22).

Y CONGRESO GALDOSIAflO

Aunque la reflexión, llena de los tópicos de la época, la provoca el

estómago satisfecho del manchego, no podemos dudar de la verdad

quijotesca que reitera el cura Nazario.

El héroe cervantino añora ese tiempo difuso y primigenio al que in

tenta aproximarse a través de la enajenación, de la no consciencia. El

personaje galdosiano piensa hacer lo mismo; pero gracias a los saluda

bles efectos del principio cristiano en el que tiene una confianza abso

luta.

No estamos de acuerdo con la interpretación que hace Claire-Nicolle

Robin (1989: 164) de este pasaje:

En realidad, lo que Nazarín expresa aquí es una teoría mesiánica que

como todos mesianismos y milenarismos —estamos en 1895 y estas ideas

venían agitando a las sociedades— se fundan en conceptos arcaicos por

oposición a las normas modernas, (...)•

La alusión que hace Nazarín de la Edad de Oro no es una propuesta

mesiánica, ni únicamente el lamento por la pérdida del paraíso; es tam

bién una reflexión interior que se pregunta por la edad en la que todos

los hombres han podido ser felices: la niñez:

«¡So criatura, más inocente que los que todavía maman!», le dice la

Seña Chanta al incauto sacerdote a poco de empezar el relato (:16).

El paso del tiempo, el avance de la vida trae consigo una pérdida pro

gresiva de los valores áureos de la infancia. Cirlot (1981: 180) señala

que estos mitos «(...) derivan, según Jung, de la analogía con la infancia,

época en la cual la naturaleza colma al niño de regalos, sin que tenga

que esforzarse por conquistar nada, pues todo se le da. Pero además, y

más profundamente, la edad de oro simboliza la vida en la inconscien

cia, en la ignorancia de todo problema, en el "centro" anterior al tiem

po, o en lo que, dentro de la esfera existencial, resulta más similar al

paraíso. La ignorancia del mundo crea una niebla dorada, pero con la

penetración progresiva en la idea del deber, en el principio paterno, en

lo racional, surge el mundo. La tentativa del surrealismo no es otra sino

la de reintegrar, hasta el punto factible, ese estado de irracionalidad afec

tiva propia de lo primigenio y auroral».

En el primer manifiesto surrealista, Bretón (1924: 18) habla del con

cepto de la vida que se tiene en la edad de la inocencia:

En la infancia, la ausencia de toda norma conocida ofrece al hombre la

perspectiva de múltiples vidas vividas al mismo tiempo; el hombre hace

suya esta ilusión; sólo le interesa la facilidad momentánea, extremada,

que todas las cosas ofrecen. Todas las mañanas, los niños inician su ca

mino sin inquietudes.

Esa posibilidad de abrir nuevos caminos parece diluirse a medida que

crecemos. Responsabilidades más o menos ineludibles van ahogando la

espontaneidad del ser humano. ¿Qué hacer?

Octavio Paz (1974: 30) afirma que seguir la propuesta del surrealisDE

BIBLIOTECA QALDOSIAríA

mo «(...) es volver a la infancia. Seguir ese llamado es partir a la recon

quista de los poderes infantiles. Esos poderes —más grandes quizá que

los de nuestra ciencia orgullosa— viven intactos en cada uno de no

sotros».

La trayectoria de Buñuel es extremadamente coherente desde sus ini

cios cinematográficos. Recordemos que en 1930 realiza L'áge d'or, con

galdosiana repercusión, dado el escándalo que produjo. La coincidencia

en el uso del mismo mito no es casual.

Pero volvamos a Nazarín. En la cuarta parte de la novela, el cura y sus

dos discípulas se acercan a un pueblo que sufre el terrible azote, de la

peste:

No eran aún las nueve cuando llegaron, y una soledad lúgubre, una hura

ña tristeza les salieron al encuentro (...) (:129).

Buñuel nos presenta el lugar mediante un plano general que muestra

una calle del pueblo por la que camina un niño solitario, acercándose a

una sábana tendida que puede recordarnos a un sudario... (foto 9).

Pero más que muerte, en este fragmento del relato, tanto en una

como en otra versión, encontraremos amor. El amor de Ujo el enano, de

Andará, del Pinto, de Beatriz y del mismo Nazarín. El sentimiento amoro

so está en el centro de la meditación personal. Escuchemos de nuevo a

Paz (1974: 41):

El verdadero tema de nuestro tiempo —y el de todos los tiempos— es el

de la reconquista de la inocencia por el amor.

Inocente es Ujo, que estima a la horrorosa Andará con pasión infan

til. La mujer se toma a risa las pretensiones del enano, pero sus palabras

no esconden el cariño que le tiene:

—¡Si es Ujo, mi novio! —exclama Andará, riendo—. Aquí viene el chiqui

tín del mundo... (:149).

(...) Di otra vez que me estimas. A una le gusta... (:150).

Buñuel resalta la distancia física que los separa mediante la focalización.

Mientras los dos personajes caminan, se alternarán los puntos de

vista. A la deslenguada Andará la veremos a través de la perspectiva del

enano, por lo que la cámara va de abajo a arriba. Con la imagen de Ujo

sucede lo contrario (fotos 10 y 11).

El amor que siente Beatriz es mucho más pasional. Qaldós la man

tendrá al lado de riazario hasta el final, con un fuego entre carnal y mís

tico:

(...) Beatriz sintió que en su alma se encendía súbitamente como una

hoguera de cariño hacia el santo que las dirigía y las guiaba. Otras veces

sintiera el mismo fuego, mas nunca tan intenso como en aquella ocasión.

Después, observándose hasta lo más profundo, creyó que no debía com

parar aquel estado del alma al voraz incendio que abrasa y destruye, sino

V CONGRESO QALDOSIANO

a un raudal de agua que milagrosamente brota de una peña y todo lo inun

da (: 153-154).

En el texto fílmico, el Pinto acaba marchándose con ella. En los dos

casos triunfa el amor, aunque Buñuel prefiera el terreno.

Vamos a entrar en la quinta y última parte de la novela. Como se ha

brá observado, la versión cinematográfica va apartándose progresivamen

te de su modelo hasta llegar a la secuencia final.

En la cárcel, Mazarín sufrirá la agresión de sus compañeros de celda

con esforzada resignación cristiana; el buen ladrón acaba convirtiéndo

se en su protector y compañero. Buñuel parece seguir fielmente el guión

galdosiano. no es así.

Don Benito convierte al delincuente en un nuevo discípulo que escu

cha en silencio las palabras del sacerdote:

En la libertad, lo mismo que en la condena, podrás ser lo que quieras

Buñuel prefiere que las cosas sucedan al revés y que sea el cura el

que recoja el mensaje del hombre:

¿Su vida pa que sirve? Usted pa'l lado bueno y yo pa'I lado malo. Ningu

no de los dos servimos para nada.

Así habla el preso arrepentido en la secuencia carcelaria. La duda ator

menta el corazón del padre riazarín. Suenan los tambores de Calanda,

señal inequívoca de la tensión que sufre el personaje. Una vieja le

ofrece una fruta que en un primer momento rechaza; luego, la acepta.

río está seguro de nada... Un plano general del cielo cierra la película

(foto 12).

Qaldós prefiere un final menos claro. Su personaje se debate entre la

fiebre y el delirio casi místico. Desea decir misa y se ve transportado a

un altar donde Cristo le pide que descanse.

Seleccionamos un fragmento del desvarío de riazarín que refleja per

fectamente su estado final, cercano a las propuestas surrealistas que

aparecerán años después:

¿Lo que veía y oía era la realidad, o una proyección externa de los deli

rios de su fiebre ardentísima? Lo verdadero, ¿dónde estaba? ¿Dentro o

fuera de su pensamiento? ¿Los sentidos percibían las cosas, o las crea

ban? (:196).

Hasta aquí el cotejo de las dos creaciones artísticas. Qaldós es un

gran novelista pero Buñuel sabe engrandecer una de sus novelas meno

res gracias a su adaptación cinematográfica.

Los dos autores buscan una salida para el hombre que, paradójica

mente, está en el propio ser humano. Pérez Qaldós apuntó el camino, a

caballo entre la rebelión y el misticismo. Buñuel encontró la respuesta

en el surrealismo. Para volver a la edad edénica hace falta la inocencia

del niño, la hoja en blanco. Y el amor...

BIBLIOTECA GALDOSIANA

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

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Las Palmas, Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1989, to

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Buñuel, Luis (1982), Mi último suspiro, Barcelona, Plaza-Janes.

Cardona, Rodolfo (1989), «Galdós y los santos padres: hacia una teología de la libe

ración», en AA. VV. (1989), tomo I.

Cervantes, Miguel de (1695), Don Quijote de la Mancha, ed. Martín de Riquer, Barce

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Cirlot, Juan Eduardo (1981), Diccionario de símbolos, Barcelona, Labor.

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en AA. VV. (1989), tomo II.

Rubia Barcia, José (1992), Con Luis Buñuel en Mollywood y después, A Coruña, Ediciós

do Castro.

Ruiz Ramón, Francisco (1964), Tres personajes galdosianos. Ensayo de aproximación

a un mundo religioso y moral, Madrid, Ed. Revista de Occidente.

V CONGRESO QALDOSIAHO

Foto 1.—«A veces no pensaba más que en

la muerte y en las muchas maneras que

hay de matarse una» (:88)

Foto 2.—«Tres láminas de asunto religio

so, y un Crucifijo sobre la mesilla, com

pletaban el ajuar, (...)» (=18]

Foto 3.—«(•••) cayó en extenuación alar

mante, con frecuentes colapsos y deli

rio» (:41)

Foto 4.—«De este modo transcurrieron tres

días, cuatro; Andará restableciéndose rápi

damente de sus heridas y cobrando fuer

zas; (...)» í:51)

Foto 5.—«¿Pero cómo intentar ni el traba

jo ni la mendicidad con aquellas ropas de

cura que le denunciarían por loco o mal

vado?» (:65)

Foto 6.—«(...) y llorando y poniéndose de

hinojos le suplicaron que viese a la niña y

la curara» (:83j

BIBLIOTECA GALDOSIAMA

Foto 7.—«(...) y todo su cuerpo desmaya

do, inerte, presagiando ya la inmovilidad

del sepulcro» (:84)

Foto 8.—«(...) las mujeres prorrumpieron

en gritos, acometidas súbitamente de una

exaltación insana» (:85)

Foto 9.—«(...) y una soledad lúgubre, una

huraña tristeza le salieron al encuentro

al poner el pie en la única calle del pue

blo, (...)• (:41)

Foto 10.—«Tú fea, tú pública, yo te esti

mo... Es la primera vez que estimo (...)»

Foto 11.—«El nanito me estima. Dejarlo

que lo diga... Es mi novio, ¿verdad?»

Foto 12.—«Quiero que nadie me vea pe

recer, que no se hable de mí, ni me mi

ren, ni me compadezcan. Fuera de mí

toda vanidad» (:202)