FORTUNATA y JACINTA •
ANTE LA CRÍTICA DE SU TIEMPO:
EL SILENCIO A UNA GRAN NOVELA
Carmen Enrique
Poco antes de la publicación de la
novela de Galdós Fortunata y Facinta (1886 y 1887), la prensa del período
reseñaba su inminente aparición con insistentes anuncios, como el
que puede leerse en El Imparcial, en el mes de enero: «el movimiento
novelesco promete ser fecundo en los comienzos del año 87. Pronto se
publicará el primer tomo de una novela en cuatro que ha escrito Pérez
Galdós» 1; casi un mes más tarde, se insiste en el mismo período: «pronto
se publicará una novela del maestro Galdósu 2. En la Revista Contemporánea
del año 1888 se da cuenta de la publicación del primer -y casi
único- de los juicios críticos que la obra tuvo, escrito por Pedro Muñoz
Peña".
Estos anuncios prueban que la novela de Galdós era esperada en los
circulos literarios y por ello sorprende que tras su publicación, se hiciera
un silencio en torno a Fortunata y Jacinta que no logran explicar claramente
factores tales como la escasez de lectores, de la que se quejaba
Ortega Munilla en su sección Madrid, en Los Lunes de el Imparcial diciendo
que «El estreno de una piececilla en un acto de mediano mérito es
un suceso. En cambio la publicación de cuatro tomos de la novela del
gran Galdós, apenas si ocupa las conversaciones de un centenar de adicionados
» 4. Leopoldo garcia Ramón aportaba, un año antes, una visión
contraria; según él, la cuestión no consistía en que no se leyese lo suficiente,
sino en que no se compraba, porque, dice: «En España se lee,
pero no se tiene cariño al libro, por lo mismo que cuesta poco, y se presta
con facilidad, aún sin esperar la demanda». Propone el crítico una técnica
comercialde venta basada, precisamente, en la presencia de críticas
literarias de prestigio, aunque sea para demoler un libro, aconsejando a
los editores que «conociesen su misión», la publicación «de las poesías
de Velarde por ejemplo, y pagar a Clarín quinientas pesetas por un artícu-
I El Imparcial, lunes 17 de enero de 1887.
2 El Imparcial, lunes 7 de febrero de 1887 .
.3 «Boletín Bibliográfico», Revista Contemporánea, 15 de marzo de 1888.
4 José ORTEGA MUNILLA, «Madrid», El Imparcial, lunes 26 de septiembre de 1887.
lfB] BIBLIOTECA GALDOSIANA
lo en que dijese la verdad y destronase al poeta, y se riese de sus versos
con la buena sombra que acostumbra. Y esa crítica le valdría una buena
venta de ejemplares», concluye 5.
Las opiniones sobre el tema de la poca difusión, venta y lectura de
libros, ocupan un período muy extenso en la época, y vemos cómo tres
años más tarde, en 1890, Palmerín de Oliva 6 insistía sobre ello, achacando
la culpa a dos de las causas expuestas anteriormente: a la apatía del
público y a la falta de críticos. Escribía Palmerín: «Un cronista famoso
lamentábase hace algunos días con estas razones: "Ya no causa sensación
nada en el público ¿Se publica un libro de Galdós o Valera? Pues
parece natural que se hablara del libro con preferencia a otro asunto en
los días de su aparición. No es así"» 7.
Estas cuestiones apuntadas, junto con el hecho de que Galdós alargase
su novela en cuatro tomos (demasiados, para un público poco acostumbrado
a la lectura, por lo visto), y también, como afirmaba Clarín,
porque «Pérez Galdós es uno de los ineptos en dar publicidad y renombre
a sus novelas mediante los periódicos ( ... ) porque le cuesta menos
escribir un buen libro ( ... ) que "hacer hablar bien sobre él a media docena
de articuleros"» 8, pudieron ser las causas del silencio crítico que envolvió
a f'ortunata y Jacinta. El caso es que el propio Clarín, que ya mostró
su sorpresa ante la desatención que tuvo Lo prohibido, ve acrecentarse
ésta cuando, tras la publicación de la novela de Galdós que nos
ocupa, la crítica se mantiene impávida; considera él una injusticia que
algunos de los libros de Galdós y Pereda se alaben poco o que se pongan
a su nivel otros de «autores medianos», y reclama de la crítica especializada
un análisis serio sobre f'ortunata y Jacinta que comprobamos
no existió. Hubo, eso sí, varias opiniones sobre la novela de Galdós, pero
todas ellas, como veremos, muy similares en sus enunciados e intención
y pronunciadas con un tono contenido que habla de lo poco que la novela
fue entendida entre sus contemporáneos.
Durante los años 1886 y 1887 aparecieron los cuatro tomos, que con
sus más de mil setecientas páginas, componían la primera edición de
f'ortunata y Jacinta. Los críticos no tardaron en acercarse a esa novela
de Galdós, que era la primera tras dos años de silencio editorial, alabando
en ella la técnica utilizada por su autor para la descripción de costum-
5 Leopoldo Garcia Ramón viene documentado por Juan Ignacio FERRERAS en su libro
Catálogo de novelas y novelistas españoles del siglo XIX (Madrid, Cátedra, 1979) como
un modesto novelista que tocó varios géneros, entre ellos la traducción al francés de
algunas obras de Pardo Bazán y al español algunas de Maupassant. Aparece frecuentemente
como corresponsal en París para La Revista Contemporánea. Citamos de esta
Revista ("Comparación entre narraciones»), del día 20 de septiembre de 1886.
6 Luis RUIZ CONTRERAS, Palmerín de Oliva (Castellón de Ampurías -Gerona-, 1863-
1953). Erudito y traductor de Anatole France, novelista y poeta. Aunque la mayor parte
de su producción se sitúa en el siglo xx, comenzó a publicar en el XIX. Al siglo pasado
corresponde su novela Historias crueles (1888). Citado por Juan Ignacio FERRERAS, op. cit.
7 Palmerín DE OLIVA, Revista Contemporánea, 30 de marzo de 1890.
8 Leopoldo ALAS, La Ilustración Ibérica, 1887.
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bres desde la Revolución de 1868 hasta la Restauración, sin alejarse
demasiado sus opiniones de las ya emitidas sobre Pérez Galdós y sus
obras anteriores. Será cuando se acerquen, como hizo el catedrático
Pedro Muñoz Seca, al estudio de los personajes principales de la novela,
cuando se observe un rechazo manifiesto a los comportamientos de estos,
que sólo logran salvar cuando los enfrentan a los más degradados
que muestran los autores naturalistas franceses del período.
Uno de los primeros en emitir juicio sobre Fortunata y Jacinta fue
Ortega Munilla que, como él mismo nos dice, aventuró una opinión desde
que vio dos de sus tonos en la librería. Quizá por este apresuramiento
su crónica es superficial y tópica, reservándose un análisis más en
profundo para cuando estuviesen en su poder el resto de los volúmenes.
Pero cuando días más tarde, en El Imparcial, aborde de nuevo la crítica
del libro, seguirá emitiendo sobre él ideas de tono general que podrian
ser atribuibles a cualquier otra novela galdosiana del período. Resumidas,
éstas eran sus impresiones:
En los detalles, Galdós es, ahora como siempre, rey y señor absoluto.
Pinta y narra, describe y dialoga, mezcla la relación con las descripciones,
haciendo alarde de un desenfado artístico que sólo se logra cuando
se ha llegado a la cima.
Quédense abajo ladrando los que ( ... ) no han visto en su miopía eterna
( ... ) lo que no se adjunta al patrón de la novela cursi y amanerada.
Quédense aún más abajo los que se aburren de una novela en que se
desprecia el interés dramático y se busca sólo el interés de la realidad 9.
El análisis crítico más extenso, auténtico estudio de personajes, ambientes
y estilo, es el de Pedro Muñoz Peña, que en el periódico vallisoletano
La Libertad, escribía en tres largas partes, durante los meses de
noviembre y diciembre de 1887, lo que suponía en el panorama de las
letras españolas y en la producción personal del Galdós, Fortunata y Jacinta.
Lo primero que menciona, de forma más explícita que Ortega, es
el hecho de que la novela es «francamente naturalista» aunque se afana
en contraponer los rasgos propios de la novela de Galdós con los de la
escuela francesa, haciendo notar cómo el autor canario, a pesar de tener
mucho de Zola, Daudet o Goncourt, ha conseguido un estilo personal
«sin imitación servil, sino con propia y personal individualidad artística
». Se muestra Muñoz Peña partidario de la tendencia naturalista, pero
a la manera española y al ponderar tanto en el estilo de Pérez Galdós los
elementos con que se transforman, esconden o bien amortiguan,
los pecados literarios en que caían los seguidores serviles del naturalismo,
no difiere demasiado de las opiniones vertidas por otros críticos españoles
a finales del siglo pasado. ya en 1883 doña Emilia Pardo Bazán,
en La cuestión palpitante, escribía sobre las «negruras» con que los escritores
franceses envolvían sus descripciones y las miserias humanas
que ponían frente a los ojos del lector. Las palabras de Muñoz Peña, con
9 J. ORTEGA MUNILLA, "Madrid .. , El ImparciaL 25 de abril de 1887.
mm BIBLIOTECA GALDOSIANA
respecto a Galdós tienen el mismo sentido cuando afirma que el naturalismo
que practica «no convierte el arte en albañal inmundo de las miserias
y flaquezas humanas ( ... ) sino que por contrario el naturalismo de
nuestro novelista es pintura de lo real, es observación analítica del hombre
y de la naturaleza, pero pintura y observación artística y por lo tanto
bella ( ... ) 10.
En los articulos de Muñoz Peña advertimos cómo éste trata de deslindar
perfectamente cuáles son las diferencias entre Fortunata y una de las
protagonistas femeninas emblemáticas de Zola, Nana, y para hacer verde
qué distinta naturaleza son ambas, señala cuidadosamente el inmenso
amor que Fortunata siente por Juanito Santa Cruz, porque "sin este
amor inmenso, Fortunata hubiera sido una mujer sensual y un personaje
despreciable», una creación puramente sensual y materialista, que es
como califica a Nana, de la cual dice que "se entrega a la crápula y al
libertinaje sin remordimiento alguno ( ... )>>. Reconoce que ambas representan
a la clase baja de una sociedad, Nana a la «inmunda y corrupta»
del pueblo de París, y Fortunata a «un pueblo quizás en vías de corrupción
». La diferencia entre ambas está simplemente en que el pueblo representado
por Fortunata "conserva todavía el corazón sano y en cuya
conciencia hay sin embargo energías salvadoras y principios que pueden
regenerarle» 11.
Creemos que es una opinión cargada de pasión, lo mismo que la que
emite sobre el final de ambas novelas. Asegura Muñoz Peña que «Nana
es infecunda porque es corrupta y muere de una enfermedad asquerosa
e inmunda», mientras que «Fortunata tiene hijos y muere de una hemorragia
como purificando su organismo de todas las inmundicias pasadas
» 12.
Si hablamos de subjetividad en el planteamiento de Muñoz Peña, es
porque la actitud de Fortunata con respecto a los hombres la justifica en
última instancia el articulista por los imperativos del medio -por «fatalidad
ineludible» dice él-, con lo que no se distancia demasiado de los
supuestos que guiaron a Zola a la hora de elaborar Nana. Eso era lo
que pensaba un hombre del siglo XIX; una mujer del xx, Rosa Chacel, verá
que Fortunata «ama a Santa Cruz, simplemente, como una hembra en
celo, y le ama a él y a ningún otro porque sólo él responde a su personal
anhelo)) 13.
Con estos dos puntos de vista no se pretende decantar el juicio en
un sentido u otro, sino tratar de hallar un equilibrio con respecto a la
figura de la protagonista galdosiana, sobre que pesan, tanto en el caso
10 PEDRO MUÑoz PEÑA, "Lunes Literarios», La Libertad, 21 de noviembre de 1887. Este
y el resto de los artículos sobre la novela de Galdós, serian editados en forma de folleto
un año más tarde, por la editorial vallisoletana H. Rodriguez, con el título de Juicio critico
a "F'ortunata y Jacinta" novela contemporánea de D.B.P.O.
11 Pedro MUÑoz PEÑA, "Lunes Literarios», La Libertad, 28 de noviembre de 1887.
12 lbidem.
13 Rosa CHACEL, la confesión, Edhasa, Barcelona, 1980, pág. 92.
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de uno y otro crítico, condicionamientos de índole sociaL a la vez que la
lógica conclusión personal que cada lector extrae según esas normas
sociales. Lo que sí suscita es la duda de saber si no sería ese carácter
naturalista de Fortunata lo que molestó a algunas mentes decimonónicas
que, por no entenderlo, despreciarlo o considerar que debía ser inexistente
en un país como España, o bien callaron o bien intentaron desvirtuarlo
con sublimes interpretaciones. También ha variado la idea de un
Galdós anticlerical que fue tildado de "insensible)) 14 por el padre agustino
Muiños Sáenz por haberle asignado a Maximiliano Rubín un final tan
poco digno sin ni siquiera hacer alguna consideración moral sobre los
motivos que le llevaron a dotarlo con tan desgraciado destino. El jesuita
Ignacio Elizalde, en 1981 hacia una distinción muy clara entre lo que es
"el ataque a la mentalidad de un sector de los católicos y el ataque al
catolicismo)) 15 por parte de Galdós.
Hace matizaciones también importantes Muñoz Peña cuando habla de
Jacinta; desde el principio la define como una mujer carente de pasión
y, por tanto, bien diferente a su antagonista, haciendo notar como sólo
su amor a los niños le despierta apasionamiento y será ese anhelo de
Jacinta por ser madre en el que el articulista verá "su puntito negro)),
pues le conduce a "lances tan ridiculos como la adopción del Pitsin de
Pepe Izquierdo», pero también -es importante no olvidarlo- porque la
sitúa en lance de «cometer algún pe cadillo de pensamiento con Moreno
Isla)).
Ortega Munilla, en la crónica sobre la novela, definirá a ambas mujeres
de la forma siguiente: «Fortunata es la querida, Jacinta la mujer)), o
sea «el amor del capricho y el amor santo, el hogar lleno de santidad
como un templo, pero como un templo frío)) 16. La conclusión de ambos
articulistas es diferente, en la de Ortega hay casi un reproche a Jacinta,
cuya fria santidad puede llegar a justificar los devaneos de santa Cruz.
La recriminación de Muñoz peña es de diferente talante y, al fin perdonable,
porque Jacinta es, dice, «al fin mujer y como tal caprichosa y antojadiza)).
En la relación de los esposos Fortunata-Maxi, ve Muñoz Peña una clara
similitud con la que Zola establece en Teresa Raquin entre Camilo y
Teresa, si bien nuevamente observa cómo la maestría de nuestro novelista
ha sabido dar una relevancia mayor a los personajes que la que Zola
consiguió y cree que ciertamente ha conseguido Galdós si no superarle,
sí emularle dignamente.
Como puede verse, las comparaciones con Emile Zola son constantes,
no ya en la pluma de Muñoz Peña, sino en la de muchos de los comentaristas
que a la obra de Galdós se acercaron, con la diferencia de que
mientras para unos sabe el autor canario quitar todo lo que de nefasto
14 C. MUIÑOS SÁENZ, "Realismo galdosiano .. (La ciudad de Dios, XXI), 1890.
15 Ignacio ELIZANDE, Pérez Galdós y su novelística, Universidad de Deusto, Bilbao,
1981, pág. 115.
16 José ORTEGA MUNILLA, Bl Imparcial, 25 de abril de 1887.
mm BIBLIOTECA GALDOSIANA
encuentran ellos en la obra de Zola, para otros, como para Ortega MuniHao
Clarín, la línea de Galdós y la del teórico francés es la misma, siguiendo
siempre los mismos cánones, de los que sólo se desvía Galdós
en cuanto que la realidad que tenía ante sí era diferente a la francesa,
pero siempre dentro de la teoría naturalista ambos en la búsqueda de
verosimilitud.
En otra crítica que apareció próxima a la publicación de la novela, se
comparará a Balzac con Galdós. En La Bpoca publica José de Siles 17 un
articulo muy poco conocido sobre Fortunata y Jacinta, diciendo de ella
que es La doble familia de Balzac, matizando «aunque moviéndose en un
cuadro menos sombrío y en un escenario menos trágico. Dejando como
entre bastidores los puñales y las lágrimas» 18. Si consigue realmente Galdós
sustraerse a lo tenebroso de las descripciones de los franceses, como
también logran hacerlo, a juicio de Siles, Pereda, Alarcón y Pardo Bazán,
es porque sabe «combinar la poesía y la realidad en libros cuyos párrafos
de prosa límpida, sonora, sembrada de imágenes, son como las estrofas
del poema moderno». Se pondera nuevamente esa combinación de realidad
y poesía con la que, junto con la utilización del humor, logra Galdós
cubrir -sin ocultar- la fealdad, la extravagancia, lo deforme ... Parece,
como afirmaba Siles, que «al lado de la pluma hay una esponja con que
se borra todo color demasiado vivo, todo matiz violento, toda marca
que tienda al afectismo». En eso reside la manera naturalista de Galdós.
Siles así opinaba y con él coincidirá clarín unos meses después, cuando
en la carta-crítica que sobre Fortunata y Jacinta escribe en El Globo,
manifestará que ha sido tanto el arte que ha puesto Galdós es esa novela
que, aún parece a algunas de las novelas de los naturalistas franceses,
tan denostados, no llega a abrumar al lector con las negras descripciones
que caracterizaban a aquéllos.
Si siles decía que Fortunata y Jacinta era La doble familia de Balzac,
Clarín dirá que la casa de alquiler donde vive Pituso es «a la literatura
española lo que aquella otra casa de alquiler de L'Assommoir a la literatura
francesa», también con diferencias entre ambas y de la misma categoría
que las apuntadas: «La diferencia está -dice Alas a Galdós- en
que el cuadro de Zola es más triste y más fuerte, el de usted más pintoresco
y gracioso; pero ambas -concluye- de grandísimo efecto» 19.
Este artículo lo comenzaba Clarín sorprendiéndose de lo inadvertida
que la novela había pasado ante los ojos de la crítica del período y aun
resultándole mucho sus cuatro tomos, no justifíca por ello que «la crítica,
si la hay», deje pasar «sin examen detenido, sin discusión» los libros
de Pérez Galdós, y es que en nuestro país, dice, «ni siquiera los envidiosos
se atreven con usted».
17 José DE SILES (18 ... -1911). Poeta y periodista, publicó varios tomos de cuentos,
novelas cortas y algunas comedias. Juan Ignacio FERRERAS (op. cit.) lo sitúa entre los
novelistas eróticos de finales del siglo pasado y principios del xx.
18 José DE SILES, La Epoca, 4 de agosto de 1887.
19 Leopoldo ALAS, El Globo, 23 de noviembre de 1887.
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A la vista de la presentación de algunas de las críticas, firmadas por
los nombres más prestigiosos del período e inmediatamente posteriores
a la publicación de la novela, puede parecer que no fue escasa la recepción
que esta obra de Galdós obtuvo -ni desde luego, negativa-, no al
menos para que podamos hablar Hdel silencio a una gran novela» y, no
obstante, creemos que pudo haber, como intuía Clarín, algo de miedo o
recelo que impidió un acercamiento critico penetrante a Fortunata y Jacinta;
tal vez, simplemente, un no entender esa novela en la que Galdós
logró situarse dentro de la realidad moral española y articular sobre ella
la "historia de dos casadas» recriminando con dureza y sin apasionamiento
lo que tanto apasionaba a algunos españoles por creerlo para integrante
de su idiosincrasia, como era la institución de la familia; mirando las
cosas siempre Galdós desde fuera, sin condicionamientos católicos (y de
otra índole), que tanto perjudicaron el entendimiento de algunas obras
cumbres del siglo XIX es cómo logra la plasmación de una realidad total
sin dejar que ningún elemento la perturbe. Zola dejó oír su enfado en
numerosas ocasiones por este motivo, como lo muestra la carta que
publica el periódico alicantino el Liberal en enero de 1890 en la que le
dice a su director, Francisco Figueras, que la mala interpretación que de
sus obras hace, se debe a que las enjuicia desde un prisma católico y
que si supiera prescindir de él, vería en sus novelas el retrato "aun de la
virtud misma» 20.
El silencio al que nos referimos, por tanto, no es el que proporciona
la ausencia de críticas sobre la novela, sino el que se refiere al contenido
de las mismas, en las que se silencian factores determinantes para en Lo prohibido (José de SiJes la calificó como
"una orgía variada de deseos,,) y mucho se diría más tarde sobre la protagonista
de Realidad (tampoco gustó la presentación en escena de una
cortesana», pero en Fortunata y Jacinta, concebida como una unión de
historias entrecruzadas, quedan ocultas para algunos críticos, o silenciadas
por ellos, factores que sólo años más tarde, rozando ya el siglo xx,
han sido mostrados a los lectores menos atentos de una novela que,
¿quién sabe? -como apuntaba Julián Marias en las páginas de ABe con
motivo del centenario de la novela- Hsi se hubiera escrito en otro país o
en otra época, estaría entre las cimas de la novelística, sin más» 21.
20 Emile ZOLA, El Liberal, Alicante, enero de 1890.
21 Julián MARÍAS, "Fortunata y Jacinta», ABC, abril de 1987.