LAS NOVELAS GALDOSIANAS •
DE LOS 90 Y LA CRISIS
FINISECULAR DE LA MODERNIDAD
Víctor Fuentes
La novela galdosiana de los años
noventa del pasado siglo, considerada como un conjunto, que se abre
con Ángel Guerra (1890) Y concluye con Misericordia y Bl abuelo (1897)
no ha recibido toda la atención crítica que se merece. Esto, en gran parte,
se debe a la nefasta crítica de los esquemas generacionales. A Galdós
y a Clarín se les cuelga la etiqueta de la generación del 68, ¿cómo,
entonces, verlos como dos de las grandes conciencias crítícas, de la crisis
española y europea de fin de siglo?
Por otro lado, grandes galdosistas, como Montesinos o Gilman, no
tuvieron el aliento vital para concluir sus estudios totales de la creación
galdosiana y se quedaron en la obra de los años 80. Otros, como Casalduero,
estudiaron dícha etapa dentro de un «supuesto desarrollo orgánico
y rítmíco» (planteamiento que implícitamente llevaba a la tesis de un
desfallecimiento en las fases finales de la obra del autor), encorsetado
en una serie de esquemas sobre la oposición binaria materia/espíritu,
abstraídos de la realidad históríco-social l.
Sólo críticos como María Zambrano y Ángel del Río, en la dramátíca
encrucijada de la guerra civil y de la posguerra, sí supieron ver el arraigo
del espiritualismo de Galdós de fin de siglo en la ida y en la existencia, y
dentro de la tradición de un «realismo» artístico-cultural español que supone
toda una propuesta cognoscitiva y étíca frente a los grandes problemas
existenciales de la vida y de la historia.
La obra de fin de siglo galdosiana comparte, con otras españolas y
europeas de la época, muchos de los temas y figuras del imaginario finisecular
2. Sin embargo, su autor no cae en la tentación del pesimismo ni
I Gustavo CORREA en su Realidad, ficción y símbolo en las novelas de Pérez Oaldós
es quien más profundizó en el entrelazamiento entre lo material y lo espiritual en la novelística
galdosiana. Sin embargo, su libro sobre .. la estética realista", abundan en la exégesis
de los simbólico y lo religioso olvidándose de los significados históricos y sociales
de dicha supuesta .. estética realista", lo que le da una fuerte impronta .. idealista".
2 Muchas de las caracteristicas que destaca Jean Pierrot en su libro sobre .. el imaginario
decadente" (1880-1900)", en la literatura francesa se pueden encontrar en la obra
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del decadentismo. Por el contrario, la mayor parte de su obra finisecular
se orienta hacia el optimismo vital y la regeneración, de la persona y de
la nación, con una impronta utópica, característica del fin de siglo y
como cara opuesta al extendido milenarismo. Las gestas redentoristas de
Tristana, Nazarín y Begnina, aunque se estrellan contra la cruel realidad,
no por ello dejan de transmitir al lector sus destellos de otro mundo
posible y mejor.
Ante la crisis de fin de siglo, tan acentuada en la represiva sociedad
española de la Restauración, la imaginación galdosiana entra en incandescencia.
Modificando su apego al referente histórico y liberándose de
ataduras al pensamiento conceptual, inspirado en la razón lógica y el
progreso, su obra se abre, de par en par, a una dimensión en que la razón
lógica y el intelecto aparecen amalgamados con el corazón, la religión,
la fantasía e incluso la locura. Esta dimensión, presente en toda su
fantasía e incluso la locura. Esta dimensión, presente en toda su obra,
deviene la dominante en su etapa finisecular. En aquellos años se da
Galdós una actitud muy parecida a la que se impone en nuestro fin de
siglo: la de romper oposiciones binarias y barreras divisorias. La hibridez,
y el dialogismo, tanto en materia artística (recordemos su «casamiento»
de la novela y el teatro) como en el plano político-social, es la meta buscada.
De aquí que su espiritualismo aparezca ligado a ese «fanatismo de
la materialu, de lo táctil y de lo visual, que según María Zambrano caracteriza
al materialismo -y espiritualismo- cultural y artístico español
(Obras 285).
Frente al horizonte cerrado de la sociedad española, y en la crisis finisecular
europea de la modernidad, la imaginación galdosiana se dispara
y concretiza de una serie de temas, figuras e imágenes visionarias, en
donde se mezclan lo físico y lo espiritual, las pulsiones del cuerpo y las
del alma, que todavía hoy, en este fin de siglo, mantienen plena vigencia,
por su potencial profético-utópico y su aura de subversión y liberación.
Dos textos ensayísticos de Galdós son fundamentales para contextualizar,
histórica y coyunturalmente, la posición del autor ante la crisis de
fin de siglo. Uno es «El primero de mayo», de 1890, y el segundo es su
discurso de ingreso en la academia «La sociedad presente como materia
novelable», leído en 1897. En ambos discursos nos encontramos muy
lejos de aquel otro escrito, «Observaciones sobre la novela contemporánea
de España», en donde Galdós veía a la burguesía como el motor del
progreso y protagonista de la nueva novela realista. En «El primero de
finisecular galdosiana; tales como "el horizonte espiritual y las inquietudes religiosas»,
.. el incinsciente y la sexualidad», .. los avatares de lo fantástico», "el universo de las leyendas
» y .. las ensoñaciones de los elementos materiales». Asimismo, Hans Hinterhauser,
en su libro Figuras y mitos de Fin de siglo, se extiende sobre esta etapa de la obra
galdosiana en sus capítulos primero y segundo, titulados, respectivamente, .. El retorno
de Cristo» y .. Ciudades muertas», entre las que incluye el Toledo de Ángel Guerra.
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mayo .. , la clase obrera, .. el cuarto estado .. , quien ya en F'ortunata y Jacinta,
veíamos en oposición dialéctica al de la burguesía, aparece como
protagonista, en su día de fiesta y manifestación. Sin embargo, y dentro
de esa ya mencionada fusión de materia y espíritu, aunque Galdós celebra
esta presencia en la escena nacional de la clase obrera, también retrocede
ante la lucha de clases y la huelga revolucionaria, previniendo la
secuela de violencia que acarrean. Significativamente, escoge este escrito
y la fecha del primero de Mayo para presentarnos su panacea de la
cuestión social y del antagonismo de clases: el espiritualismo, con una
carga de arma de redención de las injusticias sociales y como impulsor
del imperativo de la nivelación humana y social:
El espiritualismo -nos dice- es el que mejor se acerca a una posible
solución, proclamando el desprecio de las riquezas, la resignación cristiana
y el consuelo de la desigualdad externa por la igualdad interna, o sea
la nivelación augusta de los destinos humanos en el santuario de la conciencia
humana (Ensayos literarios 170).
No se trata de un .. espiritualismo descarnado .. , sino de un .. espiritualismo
social», valga la contradicción: de una defensa de la persona humana,
independiente de su vinculación de clase, frente al rampante
materialismo de la modernidad, con su lógica del mercado y de la explotación
del hombre -y de la mujer- por el hombre. Dicho espiritualismo
vendría a ser el aglutinante de esa nueva amalgama democrática de las
fuerzas del capital y del trabajo que Galdós proponía en sus obras de los
años 90, como alternativa al declinante bloque de poder oligárquico de
la Restauración. Como escribe Tuñón de Lara, Galdós, del decenio de los
70 al del final del siglo, .. había pasado de una idea de pueblo-nación
vertebrada por la clase media o burguesía a otra idea en la que el concepto
de pueblo-trabajo (el que "se gana el pan con sus manos") constituye
la columna vertebral de la sociedad .. (412).
Con esta idea encara la crisis finisecular, española y europea, en su
discurso, .. La sociedad presente como materia novelable ... Como en tantos
otros discursos de aquel fin de siglo, Galdós ve perspectivas apocalípticas
para dicha crisis de la modernidad; Nos habla del .. hoyo
pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos.. (.Ensayos 161) Y se
plantea el cómo buscar .. la hendidura o pasadizo de salida ... Aunque
Galdós, en este discurso, se extiende sobre la descomposición social
y cultural de la sociedad de fin de siglo, también ve en esto aspectos
positivos, muy especialmente para el arte narrativo, ya que la descomposición
de las categorias sociales favorece el que destaquen las características
humanas: .. Perdemos los tipos, pero el hombre se nos
revela mejor, y el Arte se avalora sólo con dar a los seres imaginarios
vida más humana que social •• (180). Contrario a Ortega, y un cuarto
de siglo antes que él. Galdós se declara por una .. rehumanización del
arte •• , para hacer frente a la crisis o transformación de periclitadas
formas de organización social. La muerte o transformación de los .. anD
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tiguos organismos sociales», nos dice, puede propIcIar el terreno para
la aparición de «formas nuevas, quizás obras de extraordinario poder y
belleza, que sirvan de anuncio a los ideales futuros ... » (Bnsayos 165);
propuesta ésta que sigue teniendo validez para nuestra crisis de fin de
siglo, y que Galdós refrendó con novelas como Nazarín y Misericordia,
«obras de extraordinaria belleza y poder», creadas por las mismas fechas
del marasmo español del 98.
El espiritualismo galdosiano (que encarna en estas novelas «de extraordinario
poder y belleza») es, como el de Tolstoi en Rusia, toda un
arma de la crítica contra una modernidad, nacida con el «Siglo de las
Luces», y basada en un corte entre el saber y el creer; escisión, cuyas
deletéreas consecuencias todavía sufrimos hoy, y agravadas, pues ha
llevado al dominio de la razón razonante e instrumental, la ciencia, la
técnica y el mercado, con su consecuente «olvido del ser», o de la esfera
humana de lo patético y del espíritu, abocándonos a una creciente destrucción
de la naturaleza y a la inmiseración de gran parte de la humanidad.
En Nazarin y en Misericordia aparecen los primeros heraldos, en la
novelística en español, de esas crecientes legiones de «los de abajo» o
«los olvidados» que segrega, y como un subproducto descartable, los
avances de la técnica y del mercado.
En la primera de estas dos novelas mencionadas, Nazarín, en unos
«interviews» (que ya esconden una crítica del periodismo desinformador
que prolifera en nuestros días arremete contra los «errores» históricos del
progreso, basado en un saber desligado del creer y de la esfera de lo
patético:
No sé más -le dice al alcalde- sino que a medida que avanza lo que
ustedes entienden por cultura y cunde el llamado progreso y se aumenta
la maquinaria, y se acumulan riquezas, es mayor el número de pobres y
la pobreza es más negra, más triste, más displicente (Obras V, 1733).
y más adelante continúa:
... la política es agua pasada. Cumplió su misión ... Conquistados tantísimos
derechos los pueblos tienen la misma hambre que antes tenían.
Mucho progreso político y poco pan. Mucho adelanto material, y cada día
menos trabajo y una infinidad de manos desocupadas. De la política no
esperamos ya nada nuevo, pues dio de sí todo lo que tenía que· dar ...
(1772).
Frente a esta situación (la del fin del siglo pasado y la del presente fin
de siglo) el llamado galdosiano a «la nivelación augusta de los destinos
humanos en el santuario de la conciencia humana» adquiere -y mantiene-
un sentido subversivo, oposicional y alternativo. Apunta, con casi
un siglo de anticipación, a planteamientos del posmodernismo de resistencia
de nuestra época, hechos desde posiciones de una marginalidad
que ya no se reconoce como tal. Agudamente, destacaba Ángel del Río,
en los cruentos años de la posguerra española, como rasgo fundamental
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de la novela galdosiana de este período el «haber llevado los problemas
espirituales de su época a las capas ínfimas de lo humanoH (19).
En el último careo al que se ve sometido Nazarín, a cargo del alcalde
del pueblo en que es detenido, se contraponen dos lenguajes que siguen
divorciados en nuestra crisis de la modernidad de fin del siglo xx. Al alcalde,
quien se declara hijo del siglo de las luces y de la ilustración, y
trata de convencer al clérigo andante de las ventajas de la razón económica
y del progreso tecnológico, Nazarín le responde: «-Señor mío, usted
habla un lenguaje que no entiendo. El que hablo yo, tampoco es para
usted comprensible, al menos ahora. CallemosH (1797).
Ha tenido que pasar un siglo para que el lenguaje de Nazarín y el de
Begnina encuentren un amplio eco en quienes hoy reconocen que la crisis
de valores culturales en que vivimos pasa por el reconocimiento del otro
y por la práctica de la justicia y de la piedad y de la misericordia. Desde
nuestra ladera, podemos apreciar, mejor que en épocas anteriores, esa
tensión sobre la que se configura la obra galdosiana de los noventa entre
los dos lenguajes a los que se alude en la conversación de Nazarín y el alcalde.
Por un lado, el lenguaje del poder, basado en la razón científico-tecnológica
y en la lógica de la economía y del mercado, aparece, como una
mancha de aceite, extendiéndose sobre todo el tejido social, en las novelas
y obras teatrales galdosianas de aquella década; encuentra su máxima
expresión emblemática en Torquemada, «el Becerro de oroH, o «vampiro de
los pobresH, quien a la hora de su muerte confunde su «conversión» con la
de la deuda pública. Podríamos decir, semi parafraseando a Goya, que el
sueño de la razón -económica- produce monstruos; aunque también los
monstruos (pensemos en el segundo hijo de Torquemada) aparecen en la
novela galdosiana de esta fase reivindicando, frente a la razón razonante,
los fueros del mundo originario y del misterio en grado superlativo.
Significativamente, en estas novelas de los noventa, lo patético, relegado
al confín de lo irracional -sentimientos, pulsiones, fantasías, desvaríos
y sueños- se venga de dicha razón y lógica de la dominación. Y los personajes
que encarnan la dimensión del creer son sus protagonistas.
Parodiando a Casalduero, quien fuera mi admirado maestro, podríamos
decir que "el sentido y formaH de la obra galdosiana de fin de siglo
se construye sobre este lenguaje del creer y del espíritu, tan rico en imágenes,
símbolos, mitos y leyendas, pues, como nos dijera Eliade, éstos
pertenecen a la substancia de la vida espiritual (Images 12). Ya María
Zambrano, y en pleno conflicto de la guerra civil, supo ver que «el llamado
realismo español» lleva anejo otro saber, más allá del confín en que
le tuvo recluido la razón razonante y que en las novelas de Galdós
aparece ese profundo saber (La España de Oaldós 119-120) 3. A conti-
.3 Extendiéndose sobre su pensamiento, María ZAMBRANO habla de la necesidad de la
actualización de ese género de saber "en el clima hostil de una cultura de origen limitadamente
racionalista que va agotando su ciclo» (La España de Galdós 120). Sin aludir a
ello, y en 1937, la pensadora malagueña está refiriéndose al fin de la modernidad, tema
tan actual en nuestros días.
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nuación, destaco una serie de temas y planteamientos que se pueden
considerar como la plasmación, espiritual y social, de la respuesta galdosiana
a la crisis y problemática de la modernidad finisecular.
En las novelas de esta fase se efectúa el desplazamiento de la acción
de las cronótopos del poder (Madrid, la capital y sus barrios centrales,
casas elegantes o palacios de campo) a los de la periferia. El autor une
su suerte a la de «los pobres de la tierra... En Ángel Guerra, y muy especialmente
en l"fazarin y Misericordia, la periferia deviene el centro: el
cronótopo del cinturón de miseria, de los barrios bajos madrileños, desplaza
al del centro en Misericordia, obra que, como ya advirtiera María
Zambrano, es el «centro .. de la obra galdosiana (La .España de Galdós 23),
con todo el simbolismo -habría que añadir- «de principio supremo .. y
de «profundización infinita .. que tienen los centros (Cirlot 124-25).
En Ángel Guerra y l"fazarín se abandona la ciudad y a la acción se traslada
a las callejuelas de las ciudades, a los pueblos de la provincia y a
los caminos polvorientos: en muchas de estas obras galdosianas de fin
de siglo se busca el aire libre, con todo su simbolismo de la imaginación
material 4. Hay ya mucho de imaginación ecologista, avant la lettre, en
esta huida de la ciudad moderna que encontramos en sus novelas de los
noventa, comenzando con Ángel Guerra. Sus personajes escapan de la
uniformidad de la naciente «sociedad de las masas .. y, por encima del
sedentarismo de la vida burguesa, eligen la vida del nómada: la vida
como camino que nos remite a Cervantes y a la picaresca, pero con una
ética en que un cristianismo, de corte primitivo, con su celebración del
amor como ágape, está contagiado por los nuevos aires de libertad y
justicia, del anarquismo. Ya Rodríguez Puértolas interpretaba a Fortunata
y Jacinta «como novela libertaria .. , y esta constante se acentúa en l"fazarín
y Misericordia.
Por otro lado, en su, casi aéreo, deambular por el dédalo de callejuelas
o de parajes naturales, los personajes galdosianos de esta fase: Ángel
Guerra, Leré, Begnina, Nazarín, el «Abuelo .. y Dolly, son sondas humanas
que buscan la intersección entre el mundo espiritual (invisible e
inaudible, pero con su zumbido perceptible, aunque discursivamente indescifrable
en el lenguaje de la naturaleza) 5, y un mundo social que
espera ser redimido por aquél. Muchos de estos personajes -Andara,
Begnina, Leré, DolIy-, descienden de Fortunata, quien termina su novela,
diciéndonos. «Soy un ángel... ¿no lo ve? .. (974). Recordemos que los
ángeles conectan lo desconectado y tejen lo separado, el mundo celestial
y el terrestre, y que, en el caso de Galdós, los ángeles son también
anunciadores de una redención social, o guardianes del pueblo desvali-
4 Se han escrito varios artículos sobre el simbolismo de los cuatro elementos en la
obra de Galdós. Maria ZAMBRANO se extiende sobre la relación de Begnina y el simbolismo
del agua en varias páginas de su ensayo (La España de Oaldós, 104-109).
5 En Nazarin leemos: .. Los humos, las esquilas, la amenidad del valle, las campanas,
la puesta del sol, todo eran voces de un lenguaje misterioso que hablaba al alma sin
que ésta pudiera saber fijamente lo que le decia .. (1778).
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do (en el que cabe incluir al arruiado conde de Albrit, "el abuelo .. ). En
este sentido, Begnina sería la figura emblemática de la luminosidad angelical
que baña a la obra de Galdós en este período.
La obra narrativa y dramática galdosiana de fin de siglo abandona, en
el plano más visible, su matriz histórico-social y la narración inscrita
en un proceso de concatenación causal. En su lugar, el relato avanza por
medio de adivinaciones y presagios y de pormenores que profetizan
(como pedía Borges), en un proceso que, en sus aspectos esenciales,
anticipa el realismo mágico de nuestros días. El injustamente motejado
como "Galdós, el garbancero», se nos revela, muy especialmente, en esta
obra de fin de siglo, como uno de nuestros grandes "visionarios», en su
fulgurante pensamiento por imágenes que capta esa unidad de contrarios,
en donde se funden las percepciones de los sentidos y de la realidad
material y el mundo invisible espiritual, con su tactibilidad y sonido.
Hinterhauser ha destacado cómo, dentro del espiritualismo y del imaginario
de fin de siglo, la figura de Cristo se proyecta sobre los protagonistas
de las novelas de esta fase: sobre Nazarín, pero también (y
adelantándose a las aspiraciones del feminismo de nuestros días), sobre
Begnina. En ambos casos se trata del Jesucristo que, en nuestra época,
actualiza la teología de la liberación: el Cristo de los pobres. El Via Crucis
de Nazarín y Begnina conlleva, también, una "pasión social» 6. En sus
caras resplandece el dolor y el amor divino, encarnado en el rostro de
"los miserables».
La verdad del rostro humano, nimbado por el sufrimiento y el hábito
de humanidad, es un tema y una figura constante en esta fase de la obra
galdosiana: "Es que al descomponerse las categorías caen de golpe los
antifaces, apareciendo las caras en su castiza verdad .. , nos dice en el
discurso sobre "La sociedad presente... (Ensayos 164). Fiel a este pensamiento,
y muy a tono con la tónica de fin de siglo y con el carácter "fantasmagórico
.. de la Restauración, en la obra de este período abundan las
máscaras, los antifaces, las armaduras vacias (recordemos la armería del
palacio de Torquemada, al comienzo de Torquemada y San Pedro) y,
hasta podríamos decir, los trajes sin cuerpo. La figura delcarnaval, en su
sentido negativo de desolación y muerte, y asociado a la "Mascarada .. de
la sociedad de la España de la Restauración, reaparece en estas novelas
-en la serie de Torquemada, en Nazarín, en Ángel Guerra-. Sin embargo,
en muchas de ellas, pensemos en Realidad, Ángel Guerra, Nazarín,
lfalma, Misericordia, Bl abuelo, y en momentos epifánicos, los peronajes
6 El Via Crucis de Ángel Guerra, por el contrario, se vincula a otra perspectiva finisecular,
la que relaciona misticismo y erotismo, explorada por CLAruN en La Regenta. En
el caso de Angel Guerra nunca sabemos si su conversión se debe a una verdadera devoción
mística o a la devoción por los grandes senos de Leré. En sus sueños, como en
algunas de las películas de Buñuel (gran admirador de Galdós), la "perversión .. se mezcla
con lo espiritual. Recordemos el sueño en que Leré aparece con el pecho al descu
bierto, del cual fluía un arroyo de sangre, y arrancándose un pedazo de carne blanca
que arroja a una fiera (1526).
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y el lector se encuentran con el rostro del otro, en toda «su castiza verdad
». Y es que también aquí Galdós se adelanta a uno de los más importantes
pensadores de la otredad, en nuestro siglo, Emmanuel Levinas,
quien propone una ética de la resistencia, basada en «el cara a cara ...
En obras como Nazarín y Misericordia, principalmente, estos rostros
son los de los personajes de la marginalidad más periférica: los de «los
pobres de la tierra .. ; pensemos en Begnina y Andara, y el ciego Almudena
o el enano Ujo. Además de presentarnos los rostros de estos
personajes, Galdós da también la palabra a su sub cultura, popular,
analfabeta, abriendo un camino que llegará a su eclosión en nuestro fin
de siglo, cuando estos personajes, pasando de la ficción a la historia, encarnan
en toda su «castiza verdad», y hablan desde su propia cultura,
como en el caso de, la ahora afamada, Rigoberta Menchú.
En los personajes marginados de estas novelas galdosianas encarna
en esa figura del «desharrapado», que, según María Zambrano, es el símbolo
plástico del realismo español, el cual reaparece en los cuadros de
Goya (yen el cine de Buñuel, habría que añadir), y en estas novelas
de Galdós, representando al hombre -y a la mujer- íntegros, «en carne
y hueso, en alma y espíritu» (Obras 279).
Para terminar, destacaré dos figuras de la hibridez con que el Galdós
finisecular sale al paso a dos de los graves males de la modernidad europea:
1) el de la sociedad basada en privilegios de clase y 2) el del
eurocentrismo europeo, hoy tan exacerbado por la xenofobia y el racismo.
Recordemos que Galdós escribe dichas novelas en tiempos en que
el colonialismo europeo se reparte el mundo, aunque España está a punto
de perder su dominio colonial a manos de Estados Unidos. 1) Desde
Realidad hasta El abuelo son muchas las figuras en la obra galdosiana que
rompen la endogamia de clase, mediante la cual las clases dominantes
han asegurado su hegemonía a través de las generaciones: contrario a la
práctica de declinante Restauración, donde mediante cambalaches matrimoniales
se intercambiaban títulos de valor por títulos de nobleza, en
estas obras galdosianas, alentadas por un verdadero hálito democrático,
la burguesía se funde con el pueblo y los hijos e hijas naturales aparecen
como una fuerza renovadora: pensemos en Victor, en La de San Quintín
o en Dolly en El abuelo. La imagen de amasar la harina en La de San
Quintín (Acto 11, escena IX) es el símbolo de esta amalgamación y renovación,
social y humana, en que Galdós ponía sus esperanzas.
2) Por otro lado, con las figuras de Nazarín y de Almudena, orientales,
fundidos en el crisol hispánico de las tres culturas (la judía, la cristiana
y la árabe), Galdós salía al paso al eurocentrismo rampante de la
modernidad. En sus dos novelas propone, y antes que América Castro
teorizase sobre ello, algo que ya destacara María Zambrano, con base en
la obra galdosiana, y en plena guerra civil:
la gran riqueza de ingredientes raciales, religiosos y culturales contenidos
en el pueblo español por las especialísimas condiciones que han hecho
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de la Península ibérica un hervidero, encrucijada de oriente y de Occidente
y de las culturas y razas que venían del Noroeste y del Sur (La España
de Galdós 129).
y esto es lo que supo plasmar novelísticamente el canario Galdós, en
las dos de sus más famosas novelas de los años 90 del siglo pasado.
Nazarín y Misericordia, afirman el carácter de la pluralidad y diversidad
española, ahuyentando, con un siglo de anticipación, el fantasma de la
xenofobia que se cierne sobre este fin del siglo español y europeo. Su
discurso novelesco, a una distancia de cien años, mantiene hoy una viva
actualidad: se proyecta sobre nuestro fin de siglo con una fuerte resonancia
ética, esperanzadora, como he tratado de deslindar en este ensayo.
,.. BIBLIOTECA GALDOSIANA
OBRAS CITADAS
CASALDUERO, Joaquín, Vida y obra de Galdós. Buenos Aires: Losada, 1943.
CIRLOT, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos. Barcelona: Labor, 1982.
CORREA, Gustavo, Realidad, ficción y símbolo en las novelas de Pérez Galdós. Ensayo de
una estética realista. Bogotá: Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, 1967.
ELIADE, Mircea, Images et symboles. Essais sur le symbolisme magico-religieux. 4 ed.
Paris: Gallimard, 1954.
HINTERHAuSER, Hans, Fin de siglo: figuras y mitos. Madrid: Taurus, 1980.
PÉREZ GALDÓS, Benito, Ensayos de critica literaria. Ed. Laureano Bonet. Península: Barcelona,
1972.
- Obras completas, V. Madrid: Aguilar, 1942.
PIERROT, Jean, L'imaginaire décadent (1880-1900). Paris: Presses Universitaires de France,
1977.
Rlo, Ángel deL Estudios galdosianos. Zaragoza: Librería GeneraL 1953.
TuÑóN DE LARA, ManueL .. Don Benito Pérez Galdós y la historia», en Manuel Tuñón de Lara.
El compromiso con la historia. Su vida y su obra. Ed. José Luis de la Granja y Alberto
Reig Tapia. Bilbao: Servicio Editorial Universidad del País Vasco, 1993.
ZAMBRANO, Maria, La España de Galdós. Barcelona: Gaya Ciencia, 1982.
- Obras reunidas. Madrid: Aguilar, 1972