SESIÓN PLENARIA

«¿QUÉ ES UN GALDÓS?»

LOS ESTUDIOS GALDOSIANOS

EN LA EDAD POSMODERNA

John w. Kronik

U n artista siempre crea desde y

para su propia circunstancia, no para el futuro, porque el futuro está

fuera de su alcance. Si un artista sigue vigente más allá de su momento

histórico y de su público contemporáneo, es porque su arte -no él

o ella, sino su arte- se comunica con los lectores o espectadores de

sucesivas épocas posteriores. Si el lector de fines del siglo veinte encuentra

en unas páginas compuestas a fines del siglo diecinueve ideas,

posturas, valores y métodos que le conmueven, iluminan y entretienen,

eso quiere decir que, en un acto de creación suya que corresponde a

la etapa de la recepción, ese lector del futuro ha descubierto en el texto

del pasado y ha sacado de él una dimensión que el texto albergaba

y que yacia en él latente. Estos rasgos textuales, en fin, corresponden

a la sensibilidad del nuevo lector y de su tiempo. El lector que no está

sujeto a este refrescante proceso dinámico y que no participa de tales

lecturas es el lector que, por buenas razones suyas, resiste las corrientes

que le rodean.

En este contexto, quiero preguntar: ¿Cómo lee a Galdós el lector

moderno -o, mejor dicho, posmoderno-? ¿Qué les interesa a los críticos

galdosianos? El momento es propicio para hacerlo: Galdós acaba

de cumplir su sesquicentenario. Hace medio siglo desde la publicación

del libro de Joaquín Casalduero y de otros estudios pioneros de Francisco

Ayala, Ángel del Río y Guillermo de Torre l. Anales Galdosianos

recién celebró un cuarto de siglo de viva actividad. Los más antiguos

entre nosotros tenemos memoria de cinco congresos organizados en

Las Palmas en los últimos veinte años, con sus centenares de comunicaciones.

Y ya podemos hacer el balance de los ochenta, década clave

en el desarrollo de la crítica moderna -o, mejor dicho, posmoderna.

Periódicamente algún que otro galdosista hace un examen del esta-

1 Joaquín CASALDUERO, Vida y obra de Qaldós (1843-1920) (Buenos Aires, Losada,

1943); Angel DEL Río, .. Aspectos del pensamiento moral de Galdós", Cuadernos Americanos,

12.6 (1943), págs. 147-168; Guillermo DE TORRE, .. Itinerario de Galdós", Sur, 12

(1943), págs. 72-85.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

do de la cuestión y ofrece un repaso de la crítica galdosiana aparecida

durante determinados años, estimable labor con la cual nos prestan un

gran servicio estos colegas. Así lo hizo el hispanista británico John Varey

en un articulo, "Galdós a la luz de la critica reciente .. , publicado en

1970. Posteriormente Peter Bly y Geoffrey Ribbans, en sendos articulos,

y Jo Labanyi, en la introducción a una colección dirigida a lectores de

habla inglesa, reseñaron publicaciones y tendencias de las últimas décadas.

El proyecto más ambicioso de esta índole es el grueso libro de

Anthony Percival titulado Galdós and His Critics, publicado en Toronto

en 1985, el que acaba de ponernos al día en un articulo con un detallado

examen de los años 80 2. Aparte de estos resúmenes bibliográficos,

se debe mencionar un imprescindible trabajo de Hazel Gold del

año 90 en que aborda la relación entre la critica contemporánea y el

canon vigente con respecto a la novela española del siglo diecinueve;

y en el último número de Anales Galdosianos Germán Gullón y cuatro

colegas se enfrentan con la cuestión del canon galdosiano.3. Siguiendo

la pauta de estos reconocimientos, sobre todo los de Gold y Gullón,

llevándolos hasta sus lógicas consecuencias y sometiéndolos a juicios

valorativos, quisiera enfrentarme con las distintas ramas de investigación

que se van realizando en estos días de cara a la obra de Galdós

y quiero preguntar si estamos sirviendo bien a Galdós con nuestra industria.

Antes de medir el estado de la cuestión, sin embargo, y a riesgo de

repetir lo que mis antecesores vienen diciendo desde hace años, quiero

insistir en los huecos que acosan el campo galdosiano, las necesidades

más apremiantes que padecemos y soportamos en nuestro trabajo diario.

Por encima de todo, nos hacen falta unas Obras Completas dignas

de Galdós y dignas de nuestra dedicación. Ningún autor comparable a

Galdós que yo conozca sufre el descuido, los equívocos, los lapsos y

las distorsiones a que se ha sometido la producción galdosiana en estas

supuestas obras completas. (No es ningún consuelo que sea aún peor el

caso de Clarín.) Para colmo, las sucesivas ediciones de Aguilar, con sus

2 John E. VAREY, .. GaldÓs in the Light of Recent Criticism», Oaldós Studies, ed. J. E.

Varey, Londres, Tamesis, 1970, págs. 1-35; Peter A. BLY, .. Un trienio galdosiano»: A Critical

Review of Books Published on Galdós, 1977-79», Anales Oaldosianos, 16 (1982),

págs. 107-117 (continuación en Anales Oaldosianos, 20.1 (1985), págs. 131-138);

Geoffrey RIBBANS, .. Social Document or Narrative Discourse? Sorne Comments on Recent

Aspects of Galdós Criticism», Oaldós' House of F'iction, ed. A. H. Clarke y E. J. Rodgers

(Oxford, Dolphin, 1991), págs. 55-83; Jo LABANYI, ed., Oaldós (Londres, Longman, 1993);

Anthony PERCIVAL, .. Tendencias de la critica sobre Galdós: 1870-1920», Anales Oaldosianos,

19 (1984), págs. 61-67; Oaldós and His Critics (Toranto, University of Toranto Press,

1985); .. Recent Currents in Galdós Studies», Oaldós' House of F'iction, págs. 169-219 .

.3 Hazel GOLD, .. Back to the Future: Criticism, the Canon, and the Nineteenth-Century

Spanish Novel», Hispanic Review, 58 (1990), págs. 179-204; Germán GULLóN, .. Cuestionando

el canon galdosiano», Anales Oaldosianos, 25 (1990), págs. 115-118; véase también

G. GULLóN, .. La historización de la nueva critica: el caso de B. Pérez Galdós», Actas

del VIII Congreso Internacional de Hispanistas, ed. A. D. Kossoff et al. (Madrid, Istmo,

1986), págs. 661-669.

V CONGRESO GALDOSIANO lB

cambios de formato a través de medio siglo, han producido un verdadero

caos documental que hace enormemente difícil lo que debe ser la

tarea más sencilla: comprobar las referencias de nuestros colegas. Muy

relacionada con esta situación está la ausencia de ediciones fidedignas

de las novelas y los dramas de Galdós. Durante la última década han

aparecido más de una docena de ediciones destinadas a estudiantes, las

cuales son útiles y nos prestan un gran servicio pero no obedecen a criterios

y procedimientos consistentes. A pesar del cuidado con que las

han preparado sus editores, algunas, incluso las que más utilizamos ahora,

están inevitablemente plagadas de errores.

Este problema tiene que ver con la cuestión de los manuscritos. Por

la accesibilidad de los materiales en Madrid y Las Palmas, ha ido en destacado

aumento el estudio de los manuscritos y las galeradas. Pero los

estudiosos, con pocas excepciones, han inspeccionado los originales

más que nada para indagar en el proceso creador del autor o para fundamentar

determinadas interpretaciones de las obras. Eso está bien;

pero lo más urgente queda por hacer: la transcripción sistemática de los

manuscritos para proporcionarnos de este modo los textos fiables y consistentes

que nos hacen falta para nuestro trabajo. La trágica historia del

manuscrito de Fortunata y Jacinta merece un capítulo de por sí. Para

remediar estas lagunas es preciso reunir un equipo que disponga del

tiempo y de los conocimientos necesarios y que encuentre el indispensable

apoyo económico para su tarea.

A pesar de las carencias, sale a relucir la extraordinaria cantidad de

crítica galdosiana sobre su novelística y su teatro que se está desarrollando

en los centros académicos de Europa y de América, tanta que le parecerá

abrumadora a quien quiera iniciarse en las espesuras de este

campo. El renombre de Galdós ha superado con creces los esfuerzos

franquistas de supresión, el sospechoso desprecio de ciertos autores modernos

y el cambio de gustos a través del tiempo. Un repaso de la bibliografía

crítica sobre Galdós revela dos ramas generales, dos grandes

divisiones en el carácter de las investigaciones que se dedican a Galdós

hoy en día. Y cuando hablo de divisiones me refiero no sólo a diferencias

metodológicas sino también a intolerancias personales que prestan

a las denominaciones "historicismo» y "formalismo» su soplo de condena

o maldición. No son propiedad exclusiva del galdosismo estas divisiones,

pues caracterizan al hispanismo en términos globales y en cierta medida

reflejan las tensiones que registra el diálogo crítico moderno. Dentro de

las dos orientaciones -histórica, biográfica, documental, positivista la

una; formal, estructural, analítica, logocéntrica la otra; la una centrada en

el autor y sus contextos; la otra en el texto literario y su constitución lingüística-

se manifiesta una gran variedad de metas y métodos investigativos.

Entre los que podemos llamar los contextualistas se encuentran los investigadores

de la vida del autor. El público espera todavía a que algún

devoto consagre los esfuerzos necesarios al escrutinio definitivo de la jumm

BIBLIOTECA GALDOSIANA

ventud canaria de Galdós para completar y corregir la ya anticuada y pintoresca

biografía de Berkowitz 4, pero han aparecido varias aportaciones

nuevas al conocimiento del autor, entre ellas el libro de Alfonso Armas

Ayala y el monumental ensayo del recién fallecido Walter Pattison sobre

las conexiones americanas de la familia de Galdós 5. En el preelectrónico

siglo diecinueve nuestros antepasados tenían todavía la costumbre de

escribir cartas, y los arcones siguen rindiendo al azar sabrosas muestras

de epistolarios galdosianos. (Se destacan en este terreno las contribuciones

de Sebastián de la Nuez y Carmen Menéndez Onrubia.) También

persiste la búsqueda de testimonios documentales de y sobre Galdós, y

varios colegas nuestros van desenterrando en los archivos y en la prensa

manjares olvidados. Se van esclareciendo por estos caminos la gestación

y la recepción de algunas obras galdosianas, distintos aspectos de

su pensamiento y sus relaciones con contemporáneos suyos, por lo cual

no se puede dudar de la legitimidad y del beneficio de estas contribuciones

a la historia de la literatura.

Pero hay que reconocer las limitaciones de una labor arqueológica y

sus peligros. Es fácil, por ejemplo, perder de vista la distinción entre lo

esencial y lo insignificante. Es aún más fácil caer en la tentación de satisfacer

la curiosidad humana por lo anecdótico. Es peligrosa la costumbre,

a mi parecer demasiado esparcida todavía en el galdosismo, de cotejar

unas cartas con el texto de ficción o de interpretar las creaciones

inventadas a base de la biografía y las supuestas intenciones del autor.

Las intimidades que Emilia Pardo Bazán le expresó a su amante podrían

cautivar al lector de ¡/foja! pero no constituyen una imprescindible iluminación

de la narrativa de los dos autores. Considerar Tristana como un

eco de la vida sentimental de Galdós o ver en el viejo Evaristo Feijoo una

preencarnación de la persona que iba a ser Galdós es tergiversar el artefacto

literario. A fin de cuentas, los congresos galdosianos se organizan

no por los amores que tenía don Benito sino por las novelas y dramas

que compuso. A mí me cae bien este buen hombre por su afición a los

animales, pero me impresiona más por haber inventado a Torquemada y

a Benina y me importa más averiguar por qué son tan impresionantes

estas creaciones.

Lo que por cierto importa mucho a un conjunto activo y sagaz de

galdosistas es la historia, hoy ineludible en el caso de Galdós por tres

razones evidentes: primero, porque la historia de la España decimonónica

es un factor visible en todas las novelas de Galdós, no sólo en los

Episodios nacionales; segundo, porque es un tópico que surge cada vez

que asoma el tema del realismo literario; y tercero, porque en las recien-

4 H. C. BERKOWITZ, Pérez Galdós. Spanish Liberal Crusader (Madison, University of Wisconsin

Press, 1948).

5 Alfonso ARMAs Ay ALA, Galdós: lectura de una vida (Santa Cruz de Tenerife, Caja General

de Ahorros de Canarias, 1989); Walter T. PATIISON, .. Los Galdós en Cuba: la primera

generación .. , Anales Galdosianos, 21 (1986), págs. 15-32. Pronto saldrá la biografía que

desde hace años prepara Pedro ORTIZ ARMENGOL.

V CONGRESO GALDOSIANO lB

tes discusiones teóricas la historia es causa y blanco de fuertes combates

entre los que insisten a toda costa en su papel imprescindible en la

composición e interpretación de la obra literaria y los que enfatizan su

condición de escritura, de narración, y por lo tanto prefieren subordinarla

al texto de ficción. Este importante grupo de lectores recibe todo el

corpus galdosiano como una exploración crítica de sus contextos históricos,

socioeconómicos e ideológicos. Por lo tanto, suelen cotejar la historia

externa con el relato novelesco -por ejemplo, los acontecimientos

de la Revolución Gloriosa y de la Restauración, la conflictiva alternancia

política entre liberales y conservadores, los valores decadentes de la

burguesía- y sacan de las novelas conclusiones sobre aquella sociedad

y sobre la ideología de Galdós 6. Lo que se denomina «nuevo historicismOl)

no se ha filtrado todavía en los estudios galdosianos, de modo que

se produce en este campo una curiosa contradicción: aunque entre los

que se orientan hacia la investigación histórica se cuentan algunos de

los galdosistas más progresistas en términos ideológicos, en términos

críticos el galdosismo mantiene por este carácter historicista un tinte relativamente

conservador frente a la tendencia que desvincula el producto

artístico del proceso circunstancial.

Ciertos temas recurrentes, como la religión y la dimensión moral en

Galdós o su relación con el naturalismo, ya ofrecen pocas novedades.

Otros estudios de fuentes, de movimientos, de temas e ideas sociales,

éticos, filosóficos o psicológicos y de personajes son de más envergadura.

Quizás las apreciaciones más estimulantes y valiosas que ofrece la

crítica socio histórica hoy día son las que corresponden a las particularidades

de la época que vivimos nosotros. Las lecturas revisionistas han

descubierto lo radical que era Galdós en su concepción social y moral

del individuo, algo que se ve, por ejemplo, en Tormento, en Miau o en

Misericordia. Paralelamente, se ha destacado su liberalismo en cuestiones

sexuales, de tal punto que algunos califican sus actitudes avanzadas

como una suerte de protofeminismo. En efecto, las grandes creaciones

femeninas de Galdós y su simpatía por la condición social y psicológica

de la mujer no pueden menos que suscitar en nuestro ambiente una

oleada de lecturas feministas. Estas, aunque han dado lugar a polémicas,

son quizás la rama más provechosa de las indagaciones sociológicas y

contextuales.

Esquivando el historicismo y la sociología, otro importante grupo de

críticos se concentra más en las operaciones textuales de la obra

de Galdós. Gracias a las modernas armas críticas acumuladas durante

tres décadas en el arsenal de sucesivas teorias literarias, hoy por hoy la

narrativa galdosiana facilita posibilidades de lectura inconcebibles para

6 Excelso ejemplo de esta orientación es el nuevo libro de Geoffrey RIBBANS, lfistory

and Fiction in Oaldos's Narratives (Oxford, Clarendon Press, 199.3). Aunque su autor lo

lanza polémicamente como reacción a los excesos de la teoria literaria, este estudio

refleja la fe que tiene en la historia como motivo instrumental de la creación y no utiliza

la historia en una campaña ideológica, política, como es el caso de algunos otros.

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

el lector de su tiempo y quizás para el propio Galdós. Sin borrar los significados

ya atribuidos a su obra, le han sonsacado escondidos niveles

de significación. Se trata de una rica actualización de su arte, el cual,

visto bajo tal prisma, se amolda a las sensibilidades e incluso al escepticismo

reinantes en este nuevo fin de siglo. Hay los que sostienen en

tonos acusadores que la intención crítica simplemente ha reemplazado

a la intención autorial, pero la verdad es que las modalidades noveles no

se han impuesto de manera gratuita sino que se han descubierto dentro

del propio texto galdosiano. Galdós, al par que crea la realidad histórica

y social de su tiempo, no deja que su lector se olvide de la condición

inventada del artefacto que tiene entre manos. Reconoce que el placer

que el lector saca de la experiencia del libro se deriva en gran parte de

su conciencia de las maniobras de la escritura como objeto lingüístico y

narrativo. Por lo tanto, los criticos que se dirigen a las Novelas españolas

contemporáneas e incluso a los Episodios nacionales desde este ángulo

suelen conceder a la escritura la prioridad que otros confieren al

autor. Con lo cual no disminuyen al escritor, pues reconocen que un ex

residente de la bella isla de Gran Canaria fue el responsable de todo este

juego, tal como el historicista o marxista más inveterado reconoce que,

a fin de cuentas, Galdós lo que hacía era escribir novelas, ficciones, y

que no hacía historia.

Las aproximaciones que se derivan del estructuralismo, del postestructuralismo,

de la deconstrucción y de los otros métodos renovadores

(cuyas notables diferencias entre sí y cuyas discrepancias con el

"formalismo» no descarto al agruparlas aquí) no divorcian a Galdós de su

propio siglo y fin de siglo y no tratan de convertirle en posmodernista

avant la lettre. Pero sí le acercan a una lectura posmoderna y al lector

posmoderno 7. Demuestran cómo Galdós revolucionó en España el papel

de la imaginación, liberándola de todo compromiso. Desmienten la noción

de que la novela decimonónica suele ser transparente y unilateral.

Mirman que una lectura critica a las alturas de nuestro momento debe

tener en cuenta el tejido de pluralidades y ambigüedades que encierra la

escritura. Mientras la crítica positivista, historicista se aproxima a Galdós

con la confianza de encontrar respuestas, conexiones causales, documentación

definitiva y opiniones fiables, los grupos herederos de los

nuevos formalismos le estiman como un gran desestabilizador que reconoció

que la realidad es relativa, flexible, polivalente, contradictoria, indefinible,

insondable, indeterminable -para usar sus términos predilectos-.

Apartándose de Lukács para apoyarse en Barthes, Genette, Benjamin,

Bajtin e incluso Lacan y Derrida, hacen constar que Galdós se vale

de la heteroglosia de la palabra, de la imposibilidad de inscribir con di-

7 Precisamente esta distinción no la ha comprendido Noel V ALIS en su reseña (Letras

Peninsulares, 5 (1992-9.'5), págs. 496-498) del libro de Akiko TSUCHIYA (lmages of the Signo

Semiotic Consciousness in the Novels of Benito Pérez Qaldós (Columbia, University of

Missouri Press, 1990)), pues la acusa de haber inventado a un Galdós posmodernista.

V CONGRESO GALDOSIANO 1&

ciones fijas y literales en los signos, para construir un estilo que se aleje

de todo absolutismo y certeza en el orden humano.

Estas tendencias han producido una proliferación de análisis detenidos

de obras específicas -por lo general las más canonizadas, según las

estadísticas de títulos preferidos- pero también han generado presiones

para ampliar el canon galdosiano para tener en cuenta, por una parte, los

vínculos entre la novela galdosiana y la literatura popular, concretamente

el folletín, y, por otra parte, para reconocer en los Episodios nacionales

la misma sutileza técnica que Galdós despliega en las novelas más

favorecidas por la crítica. La narratología moderna ha proporcionado las

pautas más fructíferas para esta rama del galdosismo actual. Los críticos

han estudiado a fondo el propósito y el efecto de la función radicalmente

tornadiza del narrador galdosiano y las relaciones entre narrador y lector.

Han escudriñado las resonancias intertextuales y metaficticias de sus

escritos. Han puesto énfasis en la técnica narrativa, la estructura, el estilo,

la lengua de sus novelas. Han comentado sus espacios, sus marcos,

sus elipsis, sus esquemas dinámicos, sus aperturas y clausuras, sus procesos

metafóricos y míticos. El reconocimiento de tales operaciones textuales

ha inculcado en el lector del siglo veinte una conciencia de la

importancia que tiene la estructura narrativa hasta en esas novelas del

siglo pasado, muy anteriores a la experimentación vanguardista.

Las nuevas tendencias también han tenido un impacto estremecedor

en las antiguas concepciones del realismo. Dentro del galdosismo persisten

las posturas tradicionales, esfuerzos de encasillar talo cual texto,

pero a su lado se van insertando las percepciones más flamantes que

participan del revisionismo general al que se ha ido sometiendo la noción

de un realismo que pretende establecer una equivalencia mimética

entre circunstancia vital y representación artística. Revelando mis propios

prejuicios, yo diría que la tarea de buscar correspondencias entre los

textos galdosianos y los hechos de la realidad que vivía para confirmar

de este modo el supuesto realismo de su obra es un camino seguro hacia

el empobrecimiento de su arte. Si queréis acompañarme, yo puedo

llevaros a la pequeña calle Imperial en Madrid y allí podría mostraros la

casa en que vivían Doña Paca y Benina. Y podría señalaros la esquina

donde, hace noventa y seis años, Almudena esperaba a Benina cuando

los dos volvieron del asilo y donde Benina, rechazada por su propia familia,

se echó a llorar y por primera y única vez renegó de su fe, gritando

«-Mrenta de Dios es hacer bien» (Misericordia, cap. 38). Sería emocionante

nuestra experiencia. ¿Pero por qué? Pues, no porque eso ocurrió,

sino porque no ocurrió. La realidad que el lector descubre en las

novelas de Galdós nace y vive -y muere- dentro de las grandes creaciones

de su imaginación. Su relación con la realidad externa es metafórica,

metonímica, poética.

Ahora bien, es quizás lógico que haya conflicto entre los partidarios

de un sistema crítico y otro. Frente a un grupo arraigado en sólidos y tradicionales

métodos investigativos que se fundamenta con confianza en

.W:J BIBLIOTECA GALDOSIANA

el autor, la historia y el testimonio, se alza otro que pone en tela de juicio

la veracidad e incluso la necesidad de estos procedimientos. Frente

a un Galdós observador, testigo, predicador de una moralidad incuestionable,

suministrador de respuestas, un Galdós fidedigno, se plantea otro

Galdós, subversivo, lúdico, interrogante, feminista, deconstructivo, desconfiado

y desconfiable. ¿Cómo reconciliar las dos caras que, como algunas

parroquias, tiene don Benito? ¿Cómo reconciliar los dos bandos

de críticos? No es fácil.

La tarea que más nos incumbe es deshacernos de nuestras intolerancias.

Es tentador para un crítico de la nueva estirpe tachar de tendenciosidad

ideológica a un partidario de la historia y la sociología de la

literatura sin reconocer que sus propios principios y métodos se amoldan

también a un programa acusadamente ideológico. No se trata de parcialidad

y pureza sino de ideologías en oposición. Puede ser tentador,

asimismo, descartar a los investigadores historicistas y filológicos por

aburridos y anticuados sin reconocer la honradez de su empresa, la preparación

y paciencia que requiere y los beneficios que nos han suministrado

a todos los estudiosos de Galdós. Del mismo modo, me parece

contraproducente la actitud desdeñosa, burlesca y defensiva que adoptan

algunos colegas ante el lenguaje y las conclusiones de los que practican

las teorías modernas. Me sorprenden y me inquietan comentarios

despectivos que he leído en algunos órganos galdosianos poderosos y

respetables. Ahogar las nuevas voces es ahogar a Galdós. En cierta medida,

tales contiendas tienen su utilidad, pues dan testimonio de posturas

críticas comprometidas, de metodologías opuestas a la crítica impresionista,

insulsa de antaño, de la multivalencia del texto literario.

Estas divisiones existen menos en España que en Norteamérica porque

en Estados Unidos está radicada la mayor parte de los galdosistas,

tanto españoles como estadounidenses, porque de Norteamérica proviene

estadísticamente la mayor cantidad de crítica galdosiana, y porque en

Norteamérica, en sus revistas académicas y en una serie de reuniones

anuales, tiene lugar un diálogo vivo y a veces batallas feroces y feraces

entre los antiguos y los modernos. No estoy convencido de que sea

saludable para el progreso del galdosismo en España su aparente tranquilidad

y la resistencia que a veces opone a las incursiones de la crítica

anglofrancesa. No justifica tal resistencia la vieja noción de que

España es diferente y le vendría bien una participación directa, activa,

positiva e inmediata en el diálogo crítico actual. Lo que por cierto perjudica

al galdosismo internacional es la relativa falta de comunicación,

salvo en ocasiones excepcionales como las reuniones en Canarias, entre

los galdosistas españoles y sus colegas de la otra orilla del Atlántico,

cuyos libros y ensayos, sobre todo los escritos en inglés, no se difunden

adecuadamente en España, ni siquiera los Anales Galdosianos.

Según la fe crítica que practica, el galdosista de todas partes tiene una

oportunidad excepcional: la de ensanchar con sus investigaciones y comentarios

de textos los conocimientos de sus colegas o de abrir nuevos

V CONGRESO GALDOSIANO _

caminos para nuevos lectores con sus ejercicios posmodernos. Cualquiera

que sea nuestra orientación, nosotros todos sabemos perfectamente

quién era Galdós, por qué merece nuestra atención y qué es Galdós hoy

día. Pero, ¿qué es un Galdós?

En mayo de 1988 se organizó en el Palacio de Cristal del Retiro una

espléndida exposición titulada «Madrid en Galdós. Galdós en Madrid .. 8. La

fuerza motriz detrás de este acontecimiento fue Julio Rodríguez Puértolas,

junto con Pedro Ortiz Armengol. Lo primero con que se topaba el

visitante al entrar en el edificio era una enorme tabla cronológica que

abarcaba toda la vida de Galdós, año por año, y que cubría una pared

con datos y fotografías. Cada año estaba dividido en cuatro categorías,

bajo las cuales estaban indicados los sucesos sobresalientes que correspondían

a aquella fecha. Las categorías eran las siguientes: GALDÓS.

HISTORIA. MADRID. CULTURA.

Un día yo había vuelto a la exposición y estaba repasando esos datos.

En aquel momento llegó una joven pareja, cámara en mano. Yo me di

cuenta en seguida de que se trataba de un par de turistas alemanes que

durante un paseo por el parque había entrado en ese bello edificio por

curiosidad y por accidente. Los dos se detuvieron delante de las tablas y

empezaron a mirarlas. Después de unos momentos, el hombre se acercó

a mí y me preguntó con un fuerte acento: «Dígame, por favor, ¿qué

es un Galdós?". Me costó recobrarme de mi depresión, pero cuando lo

conseguí, le eché un largo discurso sobre la identidad y la importancia

de este objeto misterioso, un Galdós. Como mi lengua materna es el alemán,

pude hacerlo en palabras que entendía y pude invocar los nombres

de Fontane y de Thomas Mann y tuve la ilusión de que tras mi charla

espontánea los jóvenes conversos a Galdós cogieran el primer avión

a I1amburgo para lanzarse a la lectura de Fortunata und Jacinta y Mein

Freund Manso. Pero cada vez que pienso en ese incidente, vuelve a entrarme

la tristeza, y ahora me purgo de ella compartiéndola con vosotros.

Los aficionados y los estudiosos de Galdós tenemos que enfrentarnos

con una realidad. Dentro de España, desde su muerte, Galdós ha sufrido

sus altos y bajos. En su época y después, aparte de Doña Perfecta y Marianela,

sus novelas más leídas han sido los Episodios nacionales. En

éstas aprendieron su historia de España muchos miles de españoles, y

algunos hispanoamericanos también, como Octavio Paz y Carlos Fuentes,

según su propia confesión. Las Novelas españolas contemporáneas suelen

tener un público más especializado, reducido. La de Bringas, por

ejemplo, la leerá el estudiante madrileño en el metro camino de la Ciudad

Universitaria, pero es dudoso que le acompañe en sus vacaciones a

la Playa de Maspalomas. No obstante, Galdós está en las librerías y

encuentra sus clientes; el escritor español contemporáneo tiene que enfrentarse

con él como parte de su herencia, quiéralo o no, y le rinde ho-

8 Véase el catálogo de la exposición, Madrid en Oaldós. Oaldós en Madrid (Madrid,

Comunidad de Madrid, 1988).

_ BIBLIOTECA GALDOSIANA

menaje, abrazándole o rechazándole. Cada mes de mayo los Amigos de

Galdós colocan flores en su estatua en el Retiro. Y cada vez que gastamos

mil pesetas, vemos a Galdós, lo cual quiere decir que le vemos

cada vez con mayor frecuencia. No está mal, aunque quisiéramos ver

una aclamación más total y entusiasta entre sus compatriotas, algo equivalente

a la nuestra.

Fuera de España, entre el gran público lector, Galdós perdió el tren.

Las razones tienen que ver más que nada con la marginación histórica

de España y de su cultura y con el autoaislamiento con que España, hasta

muy recientemente, respondió a esta injusticia. Si Galdós en su prosa

tiene cierta chispa de la que carecen Balzac y Dickens y por ello los supera,

su limitación es ser un español del siglo diecinueve cuya materia

prima es la España de su época. Esto lo confirmó el propio Galdós al

hablar en 1900 en su prólogo a La Regenta del poder cultural de Francia:

«Nosotros no somos nada en el mundo, y las voces que aquí damos,

por mucho que quieran elevarse, no salen de la estrechez de esta pobre

casa .. 9. Y una vez perdida la oportunidad, perdido el momento oportuno,

es irrecuperable. Entre 1980 y 1993 aparecieron once traducciones

al inglés de novelas de Galdós, algunas con editoriales prestigiosas: buena

señal, estadística alentadora; pero han tenido escasa resonancia estas

traducciones, limitadas ventas, y Galdós sigue siendo en el mundo

anglosajón un escritor poco conocido. Quienes le conocen son los

muchos miles de estudiantes del español, los estudiantes de los hispanistas,

los nuestros. Si en alguna rara ocasión algún conocido crítico de

literatura comparada incluye a Galdós en una ponencia suya, reventamos

de alegria, aunque diga disparates.

¿Qué hacer, entonces? ¿Abandonar nuestro oficio y nuestra afición?

Claro que no. Somos profesores y profesar nuestra fe es nuestro deber.

Nuestro público somos nosotros mismos, nuestros estudiantes y algún

que otro converso más allá de nuestro ámbito. Yo diría que la mejor

manera de llegar a ese limitado público nuestro y la mejor manera de

ensancharlo no es con un Galdós costumbrista o un Galdós naturalista o

con un Galdós documental, sino con un Galdós realista moderno y

posmoderno. Vale la pena detenernos en nuestros pasos para preguntarnos

si le estamos sirviendo bien con nuestras actividades críticas e investigadoras.

Yo, por mi parte, aunque sean reducidos mi público y mis

ecos de propagandista, prefiero llevar a Galdós al presente en vez de

volver al pasado de Galdós, al pasado con Galdós. Me parece prometedor,

por ejemplo, en el caso de su teatro, no sólo documentar su

contribución al teatro español de su época sino estudiar sus textos dramáticos

desde perspectivas de la semiótica teatral y de la representación.

También me parece una táctica urgente que de vez en cuando todos

proclamemos la modernidad de nuestro hombre ante un público posmo-

9 Benito PÉREZ GALDÓS, Ensayos de critica literaria, ed. Laureano Bonet, ed. rey. (Barcelona,

Península, 1990), pág. 199.

V CONGRESO GALDOSIANO __

derno más amplio y con un lenguaje que ese público entienda. En fin, si

nos deleitamos tanto en nuestro oficio y creemos en él, tiene sentido

desempeñar nuestro papel según las últimas reglas del juego.

¿Qué es un Galdós? Pues, un Galdós es un objeto impreso de tinta y

papel, un objeto infinitamente reproducible pero único, un milagro

inexistente de la realidad, una creación apasionante por miles de razones

que ya hemos identificado y por muchas más que nos quedan por

descubrir. Un Galdós es algo permanente capaz de comunicarse con todos

en su propio lenguaje y que merece una respuesta con nuestro lenguaje

más actual. Un Galdós, como un Velázquez o un Picasso, no es una

persona sino el legado de una persona.