LAS EPIDEMIAS DE CÓLERA
DEL SIGLO XIX VISTAS
POR PÉREZ GALDÓS
Juan José Fernández Sanz
•
A Pérez Galdós no todas las grandes
invasiones de cólera que afectan a España en el siglo XIX le cogen
muy a mano. La primera, la de 1834-1835, la que más impacto causa
-por primera y más mortífera-, tiene lugar diez años antes de su nacimiento.
Cuando la segunda, en 1855, sólo cuenta doce años y, ni
Las Palmas de Gran Canaria, ni ningún otro lugar del archipiélago recibe
al denominado «huésped del Ganges ... Si será testigo directo, ya en Madrid,
de la tercera gran embestida, la de 1865, colaborador por entonces
de El Debate, Las Cortes y La Nación -donde publica un breve
cuento acerca de la epidemia: Una industria que vive de la muerte; y,
sobre todo, de la cuarta y última invasión, la de 1885, momento en
que, a los cuarenta y tres años, y ya habiendo cruzado el ecuador de su
vida, se encuentra en una época de madurez vital e inmejorable labor
creativa l.
Aunque sólo testigo de las dos últimas invasiones, cabria inicialmente
pensar que a un cronista agudo y notario fiel de la realidad española
del siglo XIX de la talla de Don Benito, el cólera, la epidemia decimonónica
por antonomasia, bien no se le escaparía, bien incluso hasta podría
. haberse constituido en un centro secundario de su atención. Una aproximación,
siquiera generaL a su obra, nos permite otear un panorama que
desborda cualquier previsión, inclusive deseo de entre los más optimistas.
Posiblemente nos encontramos ante el tratamiento más completo del
conjunto de las invasiones de cólera que afectan a España realizado por
un escritor, tratamiento que no desdeña ninguno de los apartados en que
una epidemia incide: desde referencias constantes a sus diversas trayectorias,
hasta atención a los aspectos más estrictamente políticos con
1 Para una aproximación a las epidemias de cólera del siglo XIX, cfr. FERNÁNDEZ
GARCÍA, A., Bpidemias y sociedad en Madrid, Barcelona, Vicens Vives, 1985, 273 págs.;
bien que centrado en Madrid, el estudio resulta válido para una visión más amplia a
escala de España. Y, en relación con la de 1884-1885, puede verse mi libro: 1885: Bl
año de la vacunación Ferrán. Trasfondo político, médico, sociodemográfico y económico
de una epidemia, Madrid, fundación Ramón Areces, 1990, 409 págs.
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ellas relacionados; desde la inicial constatación de la impotencia de los
remedios pseudocientíficos y supersticiosos -empleados, incluso, en el
cuarto envite-, hasta su opción por rerrán cuando, en 1885, éste descubre
la vacuna; desde un análisis de los comportamientos colectivos y
del tributo demográfico pagado, hasta las secuelas en el comercio y la
economía en general.
Huelga señalar que la atención que Galdós presta al tratamiento del
cólera está en consonancia con la importancia que, visto a posteriori, le
concede la historiografía actual, superando con creces las visiones coetáneas,
mucho más limitadas, inclusive en ocasiones sesgadas, cuando la
carencia de datos y perspectivas unida al temor -terror más bien- ante
una invasión imparable que nos transporta a los relatos de la peste medievales,
y su consideración incluso como castigo divino, obnubilaba
contemplaciones mucho más equilibradas, captadoras de un sentido de
globalidad.
y las referencias al cólera, si bien dispersas por el conjunto de su
obra, adquieren especial relevancia y significación en aquellos libros
dedicados a recrear períodos concretos del siglo XIX, que coinciden con
los momentos de las grandes invasiones. Tal vez resulten más conocidas
las alusiones a la invasion de 1834, y, en especial, a la matanza de frailes
que tiene lugar en Madrid, acusados de envenenar las aguas, aunque
en el trasfondo subyacen las tensiones, ya enzarzadas, entre carlismo y
liberalismo (final de Un faccioso más y algunos frailes menos). Agudas
resultan sus fustigaciones contra quienes -retrógrados ellos-, a la altura
de 1865, ven en el cólera un castigo divino por el reconocimiento de
Italia 2, en el marco de una visión que, por otro lado, no regatea valor a
la oración sencilla, ni reconocimiento a la abnegada actuación del cura
parroquiaL como tampoco se le escapa el comportamiento de las sociedades
privadas de socorros, sean de tinte liberal o filomasónico.3, por
sólo hacer alusión a algunos de los aspectos que merecen más detenimiento
en su Crónica de Madrid (1865-1866).
Pero, sin lugar a duda, la visión más amplia y completa de una epidemia
de cólera nos la brinda en el Cronicón (188.3-1886). El destino no
parece haber sido pródigo con esta obra galdosiana, que también incluye
un segundo tomo, de igual título, para los años inmediatos posteriores,
y que forma parte, con el orden VI, de los volúmenes de «Obras
Inéditas» que, ordenadas y prologadas por Alberto Ghiraldo, publica la
Editorial Renacimiento de Madrid, en la tercera década de nuestro siglo,
al poco de la muerte del maestro; y digo que el destino no parece haber
sido pródigo, por lo poco que suele citarse, incluso entre los familiarizados
con nuestro autor, por no añadir que en las dos bibliotecas y en la
librería de viejo en que nos hemos topado con este libro, todavía esta-
2 PÉREZ GALDÓS, B., Crónica de Madrid (1865-1866), Madrid, Editorial Castro, 1933,
págs. 128-129.
:; ¡bid., págs. 130-131.
V CONGRESO GALDOSIANO _
ban sus cuadernillos sin guillotinar. Sin embargo, el tratamiento que en
ella se ofrece de la invasión de 1885 supera al de cualquier otro autor
coetáneo, incluso el de aquellos escritores médicos que bien podrían
haber realizado su mejor quite ante tan trascendental evento (recuérdese,
v.gr., a Francos Rodríguez, cuya visión alicorta de la epidemia sólo
produce desazón) 4. Sus capítulos: "Precauciones sanitarias» -para el
amago de 1884-, "Un enemigo del cólera» -que no es otro sino el Dr.
Ferrán-, "La especulación del miedo», "Epidemias y crisis» -en el comercio,
que aboca en la política-, "Un viaje real» -el de Alfonso XII a Aranjuez
(enmendando la plana a Cánovas y Robledo)-, "Pánico colectivo» o
"El cólera y la política», suponen la radiografía más completa de los avatares
y significación de una epidemia.
y hasta cabe imaginar -aunque remotamente- que Galdós visitase
al descubridor de la vacuna anticolérica, el doctor Jaime Ferrán, algo
que, salvo para los médicos que lo apoyan -más fueron sus detractores-,
parece casi vedado. He aquí las palabras alusivas a este "encuentro
» -¿mera recreación literaria, tal vez, que busca dar viveza al personaje?-,
muestra de una preocupación en cuyos frutos quisiéramos detenernos
en este trabajo:
"Jaime rerrán es un hombre de treinta y siete años, de mediana estatura
y temperamento vigoroso.
En el laboratorio viste luenga blusa de dril.
Su trato es afabilísimo y habla muy poco. Como todo gran pensador,
carece de palabra fácil para expresarse (. .. ).
Revela en la expresión de su fisonomía una inteligencia grande, una
atención sostenida y profunda y el hábito de la observación ( ... ).
Tiene el sabio de Tortosa convicciones arraigadísimas, no afirma nada
de que no esté seguro; no se deja arrebatar de la imaginación. El sobrio
laconismo de sus frases lleva al ánimo la tranquilidad precursora del convencimiento
» 5.
ASPECTOS POLÍTICOS: DE LA MATANZA DE FRAILES (1834) A LA DIMISIÓN DE ROMERO
ROBLEDO (1885)
Siquiera para situarnos, valgan cuatro rasgos generales. El cólera, enfermedad
endémica en la India, llega a Europa en el siglo XIX -"Hemos
visto al cólera recoger la terrible herencia de las antiguas asoladoras
4 FRANCOS RODRÍGUEZ, J., En tiempos de Alfonso XII (1875-1885), Madrid, Renacimiento,
s.a., 270 págs. Por ejemplo, lo relativo a la inoculación Ferrán y su polémica lo solventa
con estas ambiguas y poco comprometedoras palabras: "Pero a la vez que el anuncio
del remedio, surgieron las negativas de su eficacia, y hubo lucha tremenda entre
quienes decian del suero Ferrán que no preservaba, antes bien era peligroso, y quienes
ponían el descubrimiento en el lugar donde se ostentan cuantos sirvieron de orgullo y
provecho a la Humanidad" (pág. 239).
5 PÉREZ GALDÓS, B., Cronicón (188.3-1886), Madrid, Renacimiento, 1924, págs. 186-
187.
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pestes ... )) 6_, por muy variadas razones, resultando más sobresalientes
las relaciones comerciales -coloniales- con la India y el Sudeste asiático
en general, las peregrinaciones a La Meca de los musulmanes del Indostán
-y, desde Arabia, al Mediterráneo y Europa-, los movimientos
de los ejércitos, ... sin olvidar la dinámica expansiva propia de todo microbio,
pasando de pueblo a pueblo, no menos real por más lenta.
"El cólera sí -dijo Gracián-. Esta epidemia viene del Ganges, de donde
saca su apellido de asiática. Ha empezado a hacer grandes estragos en
Europa, y Dios no ha querido librar a España de tan tremendo azote .. 7.
En nuestro país deja un saldo de unas 800.000 víctimas en sus cuatro
mayores embates, sólo disminuyendo progresivamente por un debilitamiento
de su fuerza propagadora, sumando al avance de la higiene,
pues su transmisión prioritaria lo es a través de las aguas inficcionadas.
"Es un consuelo para nosotros -escribe Galdós en 1885-, en las circunstancias
presentes, el considerar que las invasiones coléricas que hemos
sufrido desde 1835 han sido cada vez menos enérgicas. La del 65 fue más
benigna que la anterior, y hay motivos para creer que la presente, si al fin
y por desgracia es un hecho, hará menor número de victimas que las precedentes.
Las epidemias, por lo visto, sienten también su decadencia,
como las razas reales y aun las plebeyas, lo cual seria un gran consuelo
para la humanidad si la historia no nos enseñase que tras el acabamiento
de una peste viene la aparición de otra .. 8.
Sólo la mera incidencia demográfica, unos .300.000 fallecimientos
cuando la de 18.3.3-.34, 120.245 en la de 1885, cerca de 800.000 -repetimos-
en conjunto, para una población que en el umbral del siglo
XIX no llega a once millones, y anda por los diecisiete y cuarto en 1885,
supone una conmoción tan fuerte que las estructuras sociales y económicas
obviamente iban a resultar afectadas, incluso por el mero impacto
demográfico. Pero hay más: el miedo y huida de las gentes -hasta
llegar, en ocasiones, a verdadero pánico-, la diferente incidencia en función
del status social, y la crisis económica motivada por la paralización
del trabajo y la esclerosis del comercio -consecuencia, mayormente, de
la proliferación de lazaretos y cuarentenas por doquier-, perturban suplementariamente
la vida social y abocan en crisis política, máxime puesto
que los distintos Gobiernos, situados frente a problemas insolubles,
afloradas más sus propias contradicciones por la incapacidad de afrontar
los conflictos, encuentran que su debilitamiento es aprovechado por
la oposición de cualquier signo y matiz; por no hablar de la medicina
que, al verse impotente ante el avance del microbio, tampoco contribuye
a propiciar una salida o válvula de escape a tan tensa situación. Y si
6 [bid., pág. 29.
7 PÉREZ GALDÓS, B., Un faccioso más y algunos frailes menos, Madrid, Imp. La Guirnalda,
1879, pág. 308.
8 PÉREZ GALDÓS, B., Cronicón (1883-1886), pág. 27.
V CONGRESO GALDOSIANO _
el charlatanismo médico halla un terreno abonado donde explayarse,
tampoco resulta extraño que las supersticiones religiosas encuentren en
semejante trance un motivo apto para su eclosión, en especial entre las
gentes sencillas e incultas. En suma, cada invasión se nos presenta como
una coyuntura en la que aflora la realidad y problemática social con más
veridismo, inclusive virulencia, que en cualquier otro período coetáneo,
y el historiador se encuentra entonces ante un test radiográfico, diríase
completo, de la realidad poliédrica de la sociedad del momento, con sus
creencias, vivencias, tensiones, temores, incapacidades, contradicciones,
conflictos, inclusive proyectos.
La matanza de frailes de 1834, con ocasión del cólera aunque no por
el cólera -bien que medie la acusación insidiosa de envenenamiento de
las aguas-, resulta muy compleja conjugación de lo antedicho. Pérez
Galdós nos presenta un ambiente caldeado y a punto de explotar, que
nada tiene que ver con la epidemia -aunque esta agudice la problemática
social-, y sí, más bien, con las tensiones entre carlismo y liberalismo
-la mera aparición en la conversación de los términos «carlista» o
«liberal» se traduce en disputa 9_, y en un apartado concreto, extremo al
par que significativo, entre la Iglesia -considerada por los liberales como
protectora del carlismo-, y los liberales más radicales -tachados por
esta de masones-; en definitiva, una bipolarización colectiva que bien
puede enmarcarse en el conflicto de las dos Españas. De no haber sido
por el cólera cualquier otro motivo, real o ficticio, hubiera servido de
detonante.
A pesar de que la narración de Galdós no prescinde de elementos
novelescos, el ambiente que refleja y la realidad que reconstruye merecen
nuestra consideración. Nos sumergimos, pues, en ella, dejando a un
lado los relatos coetáneos de la prensa, al igual que las intrepretaciones
posteriores sobre si existió o no existió conspiración anticlerical preparada
10. Galdós se inclina, más bien, por lo segundo, aunque no desconsidera
la significación del tenso ambiente anterior.
Inicialmente nos habla de recepción de "anónimos y cartas amenazadoras.
Es la vigésima vez/l -precisa- así como de que "en una reunión
semi-secreta que varios patriotas tienen en la Plaza de San Javier han
acordado dar un susto a Vuestras Paternidades/l, aunque parece que la
broma o susto lino pasará a mayores/l, puesto que IIlos patriotas sólo
quieren manifestar su antipatía a Vuestras Reverencias, y protestar por
la protección que Vuestras Reverencias dan al carlismo/l. Y que los jesuitas
tampoco desconocen de donde viene la animadversión, podemos
deducirlo de las palabras del Padre Gracián, cuando al intentar defenderse
con el fascistoL grita: IliCanallas! ... iMasones!/I, lo que, al hilo que nos
9 PÉREZ GALDÓS, B., Un faccioso más... pág. 354.
10 Cfr. FERNÁNDEZ GARCÍA, A., op. cit., págs. 30-37. Igualmente pueden consultarse las
obras de REVUELTA GONZÁLEZ, M., La exclaustración, Madrid, La Editorial Católica, 1976, y
PÉREZ GARZÓN, J. S., Milicia Nacional y revolución burguesa, Madrid, CSIC, 1978.
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ocupa -y aunque no cabe pedir excesiva lógica a quien intenta defenderse
de unos desalmados-, en algún modo puede considerarse como
equiparación.
y es en este contexto, complicado con la presencia del cólera, y donde,
al no existir respuesta de la medicina, florecen en abundancia los
más insospechados y falsos remedios, así como las supersticiones, cuando
nos topamos con la "tierra de San IgnacioH, considerada por algunos
como milagrosa -superstición en verdad-, y traída poco antes de la
cueva de Manresa, sin duda en relación con la epidemia. El relato de
Galdós resulta a grandes rasgos conocido, por lo que sólo resaltamos los
hitos más relevantes, bien que entre ellos se produzcan "saltosH, que no
parecen explicarse con una buena lógica, razón esta por la que Galdós
considera los hechos, no ya como irrazonables sino, como uno de los
más feos crímenes políticos de nuestra historia.
Infundio de envenenamiento de las aguas
• Algún chico "echa tierra en las cubas de los aguadores".
• "iCosas malas en el agua!", corre después de boca en boca.
Los ufrailes" responsables del envenenamiento
• El chico que ha arrojado la tierra en el agua se refugia en San Isidro.
• ,,"Como que de allí ha salido todo" ... -dijo una voz que se esforzaba en
ser autoritaria y convincente a pesar de ser la voz de un salvaje".
y otra voz: "iYo mismo les he llevado ayer un saco de media fanega de
veneno!" -en alusión a la tierra de San Ignacio que llega desde Cataluña-.
y otra más: "Curas y frailes, que todos son unos. Diéronselos como
medicina santa, y tomarlos y empezar a sentir las arcadas del cólera, fue
todo uno".
Finalidad: Acabar con los liberales
• y el remate de otro: ,,¿Por qué envenenan a la gente? Para acabar con
los liberales".
Ergo, hay que acabar con ellos
• La primera victima es un lego que cruza alguna calle de La latina con
"dos libras de azúcar, recién compradas en la tienda". "Aquél lleva el veneno,
gritaron varias mujeres corriendo hacia él".
• Después al Seminario:
"Qué queréis", dijo el Padre Saurio
,,"Queremos tu sangre, perro"", dijo una voz de entre los sicarios que -
matiza Galdós- "no sabían bien lo que querian".
A la muerte del Padre Sauri siguió la del Padre Gracián y la del resto de
la Comunidad.
• El reguero de pólvora se extiende a otros conventos de Madrid: le siguen
el de Santo Tomás, San Francisco el Grande y La Merced Calzada.
V CONGRESO GALDOSIANO _
Hasta aquí los hechos, de acuerdo con Un faccioso más y algunos frailes
menos 11.
El juicio de Galdós intenta no desconsiderar el influjo del papel que
en todo esto tuvo la creencia milagrero-supersticiosa en la «tierra de San
Ignacio» -aunque quizá lo sobrevalore-, pero, en todo caso, no regatea
responsabilidad a la «mala fe» subyacente, que utiliza este infame pretexto
-¿de quién? ¿por qué? ¿para qué?-, para el asesinato -«crimen
político»- de un nutrido grupo de miembros del sector clericaL mayormente
-aunque no todos- alineado con los carlistas.
"Faltaría a todas las exigencias de la Historía el buen Cordero, si omitiera
lo que se dijo de envenenamiento de aguas, y la parte que tuvo en esta
brutal creencia la bendita y entonces malhadada tierra de San Ignacio.
Este ingrediente, desempeñó en aquellos sucesos terribles un papel de
primer orden. Fue arma odiosa de la mala fe, de la ignorancia, y absurdo
pretexto, ya que no causa, de uno de los más feos crímenes políticos que
se han cometido en España. La mano, ¿qué era y dónde estaba? ¿Creemos
en el espontáneo error del populacho y en un movimiento instintivo
y ciego de su barbarie? .. 12
En las tres epidemias subsiguientes, si bien no nos topamos con hechos
similares a los de 1834, también el cólera es utilizado como dardo
político contra el partido gobernante. En la de 1884-1885 el asunto se
complica merced a dos hechos fundamentales que provocan la división
y el desgaste del partido conservador, por aquél bienio en el poder: por
un lado, el recurso a cuarentenas y lazaretos, utilizados con profusión
por Romero Robledo -hasta su dimisión el 12 de julio de 1885-, aunque
rechazados por ineficaces por su sucesor, Fernández Villaverde; por
otro, el empecinamiento gubernamental -aunque no de Silvela- y de
la ciencia médica oficial contra Ferrán, descubridor de la vacuna -que
relegamos al punto siguiente-o
Galdós ironiza a costa del ministro de Gobernación, incluso fustiga
muchas de sus actuaciones. Si bien nos deja en la duda sobre si Romero
Robledo tenía o no miedo al cólera 1.3 -si la respuesta fuese positiva,
en algún modo bien podría explicar la tozudez de su política cuarentenaria-,
no queda éste bien parado cuando, con ocasión del viaje con Cánovas
a Murcia, nuestro autor precisa que ((un acreditado fondista de
Madrid les llevó los víveres, bebidas de primera calidad y provisiones
de todas claseslJ 14; llegar a la, por entonces, ciudad infestada, a compartir
el dolor de los enfermos y aportar consuelo y ayuda, con Lhardy -no
era otro el fondista- bien provisto de viandas y con barricas de agua del
Lozoya, tiene tanto de cómico que el mensaje que proyectó resultó más
1J PÉREZ GALDÓS, B., Un faccioso más ... , págs. 319-357.
12 [bid., págs. 356-357.
13 PÉREZ GALDÓS, B., Cronicón (1883-1886), págs. 198-199 Y 23l.
14 ¡bid., pág. 212.
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
bien negativo, contribuyendo a acelerar su dimisión -la prensa divulga
copiosamente estos « contrastes u-.
y el posterior viaje de Alfonso XII a Aranjuez (ciudad también infestada),
de incógnito y a pesar de la oposición de los ministros -lIsin pedir
permiso al Gobierno ni contar para nada con él" 15, al tiempo que Iltemerario
y digno de loa" 16 para Galdós, ya que el rey está enfermo y la sucesión
todavía no está asegurada-, es objeto de agudo análisis:
«Los monárquicos más fervientes no se hacen ya ilusiones respecto a las
consecuencias de una desgracia de Alfonso XII. Pocos, muy pocos son los
que creen que el problema de la sucesión se resolverá pacificamente con
arreglo a lo que dispone la Constitución escrita. La muerte del Rey seria
la señal de la conflagración, y el problema dinámico se confundiría con el
problema de forma de Gobierno para hacer más pavorosa la situación del
país .. 17.
Galdós distingue claramente los aspectos personal y político de este
viaje. Muy elogioso con el valor y la solidaridad que el Rey muestra
-máxime en comparación con lilas familias aristocráticas que han huido
desde Madrid impulsadas por el miedo, apenas supieron que había casos
de cólera a 100 leguas de esta capital" 18_, no oculta los nubarrones
que podrían ceñirse sobre el país si el Monarca -enfermo ya por
entonces, aunque no del cólera-, falleciese. y el éxito del inesperado
viaje real se traduce en aprieto para el Gobierno -IIJamás se ha visto un
Gobierno en aprieto mayor" 19_, máxime tras el espontáneo y caluroso
recibimiento que le brinda el pueblo de Madrid al regreso de Aranjuez, y
al que el Gobierno -sobrepasado una vez más-, en su imprevisión,
debe unirse:
«Así se vio el fenómeno singularísimo de que cuando todo el vecindario
de Madrid acogía con sinceros aplausos a Don Alfonso a su regreso del
Real Sitio, los ministeriales, es decir, los que blasonan de más monárquicos,
andaban cariacontecidos y trastornados, no acertando a dar su opinión
sobre el noble acto que Madrid aclamaba .. 20.
Con el viaje real, y de modo definitivo, el Gobierno -y Romero en
especial- ve puesta sobre el tapete su escasa propensión a visitar las
zonas epidemiadas, y censurada su política sanitaria sembrada de cuarentenas
y lazaretos, lo que viene a unirse al rechazo anterior del comercio
y a los ataques diarios de la prensa, brindando así a Sagasta y a los
liberales -en especial en las Cámaras- una inmejorable ocasión para
15 [bid., pág. 249.
16 [bid., pág. 225.
17 [bid., págs. 229-2.30.
18 [bid., págs. 227-228.
19 [bid., pág. 248.
20 [bid., pág. 248.
V CONGRESO GALDOSIANO 111
contestar un talante de gobierno desprestigiado y ampliamente contradicho;
¡y no sólo por los errores sanitarios!
"Los últimos días de sesiones parlamentarias han sido días de prueba para
los individuos del partido conservador, y hemos visto al Sr. Cánovas haciendo
verdaderos milagros de talento y habilidad para impedir el completo
naufragio y acabamiento de su partido en la desecha borrasca que está
corriendo» 21.
ASPECTOS MÉDICOS; DE LOS INEfICACES REMEDIOS TRADICIONALES A LA VACUNA FERRÁN
(1885)
Cuando la primera epidemia, Galdós nos da buena cuenta de la panoplia
de remedios utilizados; y tampoco olvida el manido recurso al valor
y desprecio del mal -como si así se ajusticiase al microbio-:
"Nazaria le preguntó por los remedios que para tan atroz dolencia habían
descubierto las Facultades, y Gracián, con apariencia de no creer mucho
en ellos, habló de varios, tales como friegas, infusiones, teinas y revulsivos.
El mejor antídoto contra el mal era, a su juicio, el valor y el desprecio
del mal mismo» 22.
Con esta apelación al valor y desprecio del mal, imaginamos que se intenta
evitar la postración personal, así como sembrar alguna esperanza
tanto a escala individual como colectiva, ya que el cólera provoca una
psicosis generalizada de miedo, superior a cualquier otra epidemia contemporánea,
retrotrayéndonos a contextos medievales, cuando la peste
negra:
" ... si miro a la puerta me parece que entra en figura de gente, si miro a la
ventana me parece que entra con el aire, con el sol y con el polvo de la
calle.
No como, por miedo a que entre en mi cuerpo con la comida, ni duermo
temiendo que me coja en sueños y me lleve antes del despertar» 23.
21 lbid., pág. 249. Aunque las relaciones entre Romero Robledo y Silvela en modo
alguno pueden considerarse de amistosas, aunque sólo fuera por la incapacidad de conectar
psicológicamente dos caracteres tan diferentes, lo cierto es que pudieron convivir
políticamente juntos bajo la dirección de Cánovas; esto no obsta para que, en lo
relativo a las cuarentenas, la visión fuese diametralmente opuesta. Silvela llega incluso
a calificarlas de "ridículas" (SILVELA, F., Artículos, Discursos, Conferencias y Cartas, III
-notas de F. Llanos y Torriglia-, Madrid, Mateu Artes Gráficas, 192.3, pág. 154). Esta
diferente manera de enfrentarse a la epidemia contribuye a ahondar las diferencias entre
ambos, y, por ende, a la división del partido.
En todo caso existen otros factores que coadyuvan al debilitamiento del partido liberal-
conservador -asÍ llamado el de Cánovas por entonces-, tales como: los incidentes
universitarios de Santa Isabel (finales de 1884), la pérdida de las elecciones municipales
(primavera de 1885) Y el conflicto de las Carolinas con Alemania (verano-otoño de
1885) (cfr. fERNÁNOEZ SANZ, J. J., 1885: el año de la vacunación F'errán, págs. 88-97).
22 PÉREZ GALOÓS, B., Un faccioso más ... , pág . .308.
23 lbid.
lID] BIBLIOTECA GALDOSIANA
y como se entiende que hasta el aire está emponzoñado (<<La dama partió
llena de pena y miedo, de miedo porque ignoraba si alejándose de
Madrid se alejaría del aire ponzoñoso ... ))) 24, el mejor recurso es la huida;
claro que ello está reservado a los ricos:
"La señora no pensaba más que en huir de aquel azote de Dios que había
empezado hiriendo a los pobres y pronto descargaría sobre los ricos.
¡Bendito Dios! los que no eran pobres tenían al menos el recurso a la
fuga» 25.
y todo esto sigue en buena medida presente hasta 1883, pues, incluso
por entonces, lo único cierto que se sabe del cólera es que se transmite
esencialmente por las aguas inficcionadas. Como el origen se
desconoce, las terapéuticas al uso resultan tan ineficaces como sus contrarias
y, en el fondo, sólo se orientan a atacar la sintomatología.
Una buena muestra de lo poco que se ha avanzado en la lucha contra
el cólera se obtiene de la lectura de los primeros capítulos del Cronicón
(188:3-1886), en especial los titulados «El hijo del Ganges» y «Un duelo
científico» -sobre la polémica Letamendi-Olavide-, sin que del concierto
de salvadores médicos, al que se suman los charlatanes, surja la esperada
solución.
«No sólo han hablado las lumbreras de la ciencia sino también las medianías,
y tras estas han venido también los charlatanes y curanderos explicando
a su manera la naturaleza del microbio y ofreciendo que acabarán
con él en menos que canta un gallo» 26.
Y, si litan contradictorias son las opiniones de estos -de los médicossobre
la manera de curarlo)) 27, no resulta extraño que la polémica Letamendi-
Olavide sobre la supuesta inmortalidad de los microbios acabe
como el rosario de la aurora:
«La reunión se disolvió en medio del mayor desorden científico, y los ilustres
individuos que lo componían fueron sembrando por todo Madrid la
duda, y derramando el germen de violentas polémicas y disputas que,
empezando por técnicas, han concluido en personales» 28.
Será rerrán en 1884-1885 quien, apoyado en los descubrimientos de
Kock -el sabio alemán determina que el bacillus virgula es el causante
del cólera-, encontrará el definitivo remedio, la vacuna anticolérica;
claro que, resultando en exceso pionera y novedosa en medio de un
guirigay pseudocientífico, su destino aparecerá ligado y sumido en la polémica
desde los inicios. Pero Galdós opta por Ferrán:
24 [bid., pág. 328.
25 [bid., pág. 322.
26 PÉREZ GALDÓS, B., Cronicón (1883-1886), pág. 25.
27 [bid., pág. 29.
28 [bid., pág. 53.
V CONGRESO GALDOSIANO _
"Le ha salido al cólera un enemigo encarnizado: el doctor Ferrán ( ... ) Es la
primera vez que se ha visto la posibilidad de atajar definitivamente a tan
fiero enemigo, mejor que con lazaretos, cordones y cuarentenas, que así
le detienen como podrían las telarañas detener una bala de cañón» 29.
y Galdós comienza narrando desde los antecedentes más lejanos (la
vacuna de Jenner) hasta los más próximos (Pasteur con sus experimentos
sobre la rabia) -((el pensamiento de curar los estragos de un mal con
el mal mismo no es nuevo en medicinall 3o_, para llegar a Koch, descubridor
del microbio colerígeno. A partir de aquí no se le escapa ninguna
peripecia de nuestro genio de la medicina -sólo comparable a Caja!,
aunque este último no le guardase especial consideración-: su viaje a
Tolón y Marsella (verano de 1884) -donde comienzan sus estudios sobre
el microbio-; los cultivos y atenuaciones posteriores hasta llegar al
punto en que el microbio, incapaz de producir la enfermedad, resulta sin
embargo suficiente para precaverla -es decir, la vacuna-; las experimentaciones
con animales, consigo mismo, discipulos y admiradores
hasta comprobar que la inmunidad resulta cierta 31; las aplicaciones en
Valencia, en 1885, con precisiones muy exactas sobre los variados síntomas
que experimentan los inoculados; y, por fin, la polémica que rodea
la aplicación del descubrimiento, dividiéndose la ciencia médica, los
políticos, la prensa y el país entero entre partidarios y detractores del sistema
Ferrán.
Los párrafos dedicados por Galdós a la epopeya valenciana -donde
se aclama a Ferrán como el mayor bienhechor de la humanidad-, las
anotaciones sobre la animadversión gubernamental -((No encontró Ferrán
apoyo muy caluroso en las esferas oficialesll 32_, todo lo relativo a
<<informes» de diferentes comisiones -v.gr., la francesa, de Brouardel,
Charrin y Albarrán, quien con su juicio negativo contribuye al descrédito
a escala internacional-, y hasta la posible visita a Ferrán en su laboratorio
(a la que se ha aludido), nos permiten recrear toda la epopeya médica;
¡tal es la riqueza de información, sólo parángonable a la perspicacia
de los análisis por alguien cuyo oficio no le acerca en exceso a complejas
y controvertidas disquisiciones cientificomédicas!
En todo caso, y aun a pesar del apoyo que al de Tortosa presta, sea
por una elemental prudencia de quien no es experto, sea porque tras las
prohibiciones gubernamentales y las censuras de diversas comisiones
nacionales e internacionales el ambiente se va haciendo cada vez más
contrario a Ferrán, sea finalmente por intentar captar la «evolución)) -
29 [bid., pág. 179.
30 [bid.
31 [bid. (passim). Muy posiblemente Galdós llegó a utilizar la obra cumbre del Doctor
Ferrán (escrita con la colaboración de A. Gimeno e 1. Paulí, y titulada: La inoculación
preventiva contra el cólera morbo asiático, que se edita al año siguiente de la epidemia.
Nosotros hemos cotejado la tercera edición, de 1912 (Barcelona, suco de M. Soler), que,
salvo apéndices posteriores, coincide con la primera.
32 PÉREZ GALDÓS, B., Cronicón (188:5-1886), pág. 185.
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
regreslOn, más bien- que en el país se aprecia, es posible que alguna
duda quede sin disipar en Galdós, sobre si la vacuna es o no el definitivo
remedio:
«De veras digo que el doctor Ferrán, si al fin no tiene la suerte de encontrar
el remedio -entendemos que quiere decir el incuestionado remediodel
cólera, ganará seguramente el cielo en esta ruda campaña que sostiene
contra enemigos mil en defensa pe su inventon 33.
COMPORTAMIENTOS COLECTIVOS, HUELLA SOCIODEMOGRÁFICA y SECUELAS ECONÓMICAS
Son los comportamientos colectivos los que, a un escritor de aguda
visión social como Galdós, más acaban atrayéndole; de hecho, a ellos
hemos indirecta y profusamente aludido en anteriores apartados, ante la
imposibilidad de diseccionar los distintos planos. Quisiéramos, no obstante,
dejar mera constancia de algunas otras pinceladas de interés:
1. La descripción de lazaretos y cordones:
«Llaman lazaretos en algunos pueblos a un destartalado pajar, un molino
sin uso, un corral de ganado o cosa parecida, donde no hay camas ni alimento,
ni comodidades de ninguna clase, ni aun lo más necesario para la
existencian 34.
2. Los cambios en los destinos de los veraneantes: así, en 1884, los
españoles no veranean en Francia por miedo al cólera que entonces se
recrea al norte de los Pirineos:
«Una parte no pequeña de la sociedad española se ve privada de los viajes
a Francia, costumbre que venía a ser, para muchas personas, como
una imprescindible función de la vida ( ... ) Los biliosos, los hepáticos y los
que padecen rebeldes dispepsias, tienen que contentarse con saludar a
Vichy desde la parte acá del pirineo n 35.
3. El pánico, que llega a traducirse en olvido de los seres queridos:
«Muchos enfermos, a quienes una regular asistencia habria salvado, han
perecido en espantosa soledad, y rotos los lazos de la familia, el pánico
ha separado el padre del hijo y el hermano del hermanon 36.
4. El elogio de la oración ferviente y espontánea frente a las rogativas
públicas que, entiende, más bien, pueden acrecentar el pánico; claro que
poniendo primero los medios, es decir sin olvido de la desinfección, evi-
33 [bid., pág. 24l.
34 [bid., págs. 251-252.
35 lbid., págs. 23-24 .
.36 [bid., pág. 255.
V CONGRESO GALDOSIANO _
tando los hacinamientos y manteniendo unos pulcros mercados como
marco de exposición y venta de unos alimentos no contaminados:
"Para calmar tantos males se proponen rogativas y procesiones. Respetamos
este recurso, consagrado por la costumbre, aunque es más fácil que
haga nacer el pánico, que es una segunda epidemia, más asoladora
que la que nos azotó el domingo y lunes ( ... )
En estos días se hacen rogativas más fervientes y espontáneas. Oraciones
hay pronunciadas o sentidas en lo más recóndito del hogar, donde
una víctima infeliz sostiene la más terrible lucha con la muerte ( ... ) Estas
son las rogativas que llegan a Dios» 37.
"Mientras pasean a San Roque permiten que las calles estén llenas de
basura, que las alcantarillas despidan miasmas pestilentes, que vivan hacinadas
las familias pobres en míseras y estrechas zahurdas, y que en los
mercados reine la suciedad y la adulteración de alimentos.
Yo creo que ambos sistemas pueden hermanarse perfectamente, con
admirable resultado; que se puede invocar la protección de San Roque,
atendiendo al mismo tiempo a lo que ordenan lá higiene y la experiencia
( ... ) Rezar todo lo que se quiera, y por si acaso, desinfectar al mismo tiempo.
Tengo la seguridad de que al mismo San Roque le ha de gustar que lo
paseen por las calles bien barridas y no por albañales inmundos y malolientes
» 38.
5. Incluso, finalmente, las referencias al humor y la sátira -que
como contrapunto y en línea catárquica, no dejan de florecer en aquellos
momentos-, a propósito del estreno de Medidas Sanitarias, donde
se convierten en chacota los lazaretos, discusiones médicas, fumigaciones
y demás. iClaro que esto ocurre tras el pequeño amago de 1884,
antes de la verdadera invasión!
"Esto es reirse del cólera en sus babas. Podrá no ser prudente; pero siendo
la melancolía una de las más señaladas predisposiciones nerviosas en
favor del mal, no se debe vituperar lo que tiende a mantener el espíritu
en estado de buen temple» 39.
En lo que respecta a incidencia demográfica, es cierto que el cólera
afecta en mayor porcentaje a ancianos y niños -por más débiles-, más
a las mujeres que a los hombres -mayor contacto con el agua: caso de
lavanderas o amas de casa-, más a quienes viven en zonas de huerta
-de nuevo transmisión por aguas inficcionadas-, más a los barrios periféricos
-menos higiene-, así como, dentro de un edificio, a sótanos y
buhardillas frente al resto de los pisos -diferencias en el status social,
lo que hace presuponer menor higiene, y hasta peor alimentación-o
Si bien esto resulta absolutamente cierto, también parece que alguna
37 PÉREZ GALDÓS, B., Crónica de Madrid (1865-1866), págs. 129-130.
38 PÉREZ GALDÓS, B., Cronicón (188:5-1886), pág. 266.
39 [bid., pág. 76.
_ BIBLIOTECA GALDOSIANA
«eminencia médica .. o «sabio •• -la ironía es de Galdós-, deformando un
tanto sospechosamente la incidencia, llega a afirmar que el "cólera es
bueno ... (que) nos trae el incalculable beneficio de descargar a la humanidad
de todos los individuos débiles y raquíticos y de los ancianos y
vaJetudinarios ( ... ) (que) después de un período epidémico, hay siempre
una salud inmejorable ( ... ) y que "nos trae el beneficio... de aligerar la
población donde es excesiva y de favorecer su ulterior desarrollo con
gran lozanía ... JJ 40. Lo que da pie a Galdós para un remate geniaL dejando
aflorar su honda preocupación por la moral social:
.. Para que el cólera fuese un encanto no le faltaria más que añadir a estas
ventajas la de extender sus caracteres de selección al orden moraL espurgando
a la humanidad de todo lo malo, hiriendo no sólo a los débiles y
raquíticos, sino también a todos los perdidos, vagos, tramposos, a los
conspiradores de oficio, a los adúlteros de ambos sexos y, en suma, a
todos los que no sirven sino para estorbo. La experiencia, iayl, dice que
no debemos esperar del microbio ningún acierto en la elección de sus
victimas ni en el orden moral ni en otro alguno .. 41.
y tampoco se le escapan las secuelas económicas en una paralización
de la producción (frutos que perecen en el campo por falta de compradores
-por ser considerados como potenciales transmisores-, cierre de
fábricas), y, mayormente, en una ralentización del comercio (por todo lo
anterior, amén de las omnipresentes cuarentenas), y ello tanto a escala
nacional como internacional (cierre de puertos y fronteras frente a las
procedencias españolas):
.. El comercio español sufre una crisis de las más graves, y su paralización
es tal que hace muchos años que no se ha visto otra semejante.
Las exportaciones están reducidas a la mínima expresión, lo que se
comprende fácilmente, recordando que las comarcas más ricas, que son
las del Levante, están muertas para el tráfico, y que Murcia y Valencia ven
perdidos sobre la tierra sus admirables frutos, o en desiertos y abandonados
almacenes. Todo el comercio peninsular está malparado con esta
desolación, que viene a remachar los males causados por las deficientes
cosechas, por las inundaciones y los terremotos .. 42.
Valgan estos sintéticos párrafos, así como las citas y alusiones espigadas
de entre la extensa obra galdosiana, como testimonio y muestra de
su interés por reflejar y recrear uno de los apartados más relevantes -
aunque no excesivamente conocido- de nuestra historia decimonónica,
40 ¡bid., págs. 28-29.
41 ¡bid.
42 ¡bid., pág. 222. La Estadística Minera de España, la Estadística de Comercio de
Cabotaje, así como la Estadística General del Comercio Exterior (correspondientes a
aquellos años), cuantifican estas pérdidas.
V CONGRESO GALDOSIANO lID
donde convergen variados aspectos políticos, médicos, sociodemográficos
y económicos, al hilo de las invasiones de cólera. Invasiones que,
repetimos, pueden hoy día reconstruirse con gran fidelidad gracias a la
obra de nuestro autor, incluso prescindiendo de otras fuentes, y que en
conjunto nos brinda una inmejorable radiografía de la sociedad de la
época. A la agudeza, sentido de globalidad e historia total, es decir, a
la preocupación integral de Don Benito por los más variados aspectos de
la vida colectiva española, se lo debemos.