CASANDRA • y LA MODERNIDAD

Julio Rodríguez Puértolas

En septiembre de 1905 Benito Pérez

Galdós terminaba en Santander la versión novelada de Casandra; la

teatral aparecía un lustro después. Una Casandra que era rigurosamente

contemporánea en la primera formulación de la relatividad de Einstein;

de la creación del Aero-Club de Madrid y de los Sindicatos Católicos de

inspiración jesuita en Bilbao; de la insurrección popular rusa bárbaramente

liquidada por el gobierno del zar Nicolás 11; de los Cantos de vida

y esperanza de Rubén Darío y de la Vida de Don Quijote y Sancho de

Miguel de Unamuno ... Al año siguiente, en 1906, Picasso pintaba Las señoritas

de Aviñón y Ramón y Cajal recibía el Premio Nobel de Medicina

por su estudio sobre las neuronas.

Por otro lado y como es bien sabido, el siglo XIX había sido el siglo del

positivismo y del optimismo burgués, que partía de la idea de que

el mundo es mensurable, comprensible y racionalmente explotable. El

mundo, en efecto, estaba "bien hecho». Sin embargo, ya en 1845-46 dos

amigos alemanes trabajaban en un modesto tratado titulado Ideología

Alemana y en el que podía leerse:

Los hombres se han formado siempre, hasta ahora, ideas falsas sobre

ellos mismos, acerca de lo que son o debieran ser ( ... ). Son unos creadores

sometidos por sus propias creaciones ( ... ). Así, en la imaginación, los

individuos son más libres b~o el dominio de la burguesía que antes, dado

que sus condiciones de existencia les son contingentes; en realidad, son

de hecho menos libres porque están, en mucho, más subordinados a una

fuerza objetiva (Marx-Engels, 1974: 1 L 142).

y cuarenta años después, Engels se hacía una inquietante pregunta:

¿Es nuestro pensamiento capaz de conocer el mundo real; podemos nosotros,

en nuestras ideas y conceptos acerca del mundo real. formarnos

una imagen refleja y exacta de la realidad? (. .. ). El mundo no puede concebirse

como un conjunto de objetos terminados, sino como un conjunto

de procesos (Engels, 1974: 164, 196; cf. Lenin, 1974).

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Así pues, la Casandra de 1905 es contemporánea de la teoría de la relatividad.

Por lo demás, desde algún tiempo atrás se está cuestionando el

concepto positivista-burgués de realidad y de racionalidad, y ello desde

diversos frentes (podría recordarse el caso de la «novela gótica», por

ejemplo; cf. Monleón, 1992). Pero ateniéndonos a lo que aquí nos ocupa,

que es Galdós, el cuestionamiento mencionado -y el de su correlato,

el realismo habitual hasta entonces- incluye, en mayor o menor

grado, obras como Bl amigo Manso (1882), Fortunata y Jacinta (1886-

1887) o Miau (1888), hasta llegar a Misericordia (1897), que supone la

ruptura total con el binomio realidad/realismo, y a Bl caballero encantado

(1909; «Cuento real... inverosímil»). Y no es posible olvidar alguna de

las novelas cortas de Galdós, como en especial CeJín (1887; publicada

en 1889; cf. Smith, 1992: 87-121).

Las grandes contradicciones del mundo capitalista estallan violentamente

en 1914, pero podían detectarse desde hacia tiempo en todos los

ámbitos de la actividad humana, sobre todo en el social y en el artístico

(Rodríguez Puértolas et al., 1981, 11: 219-231, 283-284). Como ha señalado

Zavala (1991: 20) con referencia a España:

Hacia final del siglo (1880 más o menos), el desencanto entre los sectores

intelectuales y su campo cultural con el desarrollo democrático liberal

se percibe como distancia y ruptura, en particular en la fecha coyuntural

de la década de 1890 -fin de siglo-.

1898 es la fecha clave en que converge la gente nueva del modernismo

y de la generación del Desastre con los «viejos» radicalizados y experimentalistas

como Galdós; de este modo, españoles y americanos aparecen

en un

punto de confluencia -la guerra hispano-americana- ( ... ), centro de tensiones

donde distintos modos de producción textual encuentran temporalmente

su sentido (Zavala, 1991: 20; cf. Fernández Retamar, 1975).

Es la crisis del mundo decimonónico (cf. por ejemplo Serrano-Salaün,

1988; Litvak, 1900), de la Restauración -aunque formalmente el régimen

subsiste hasta el golpe de Primo de Rivera en 1923-, pero también

es la crisis «del gran relato de la septembrina» (Zavala, 1991: 22), esto

es, de la gran novela realista que se desarrolla de un modo u otro en

España después de 1868.

Me ocupo aquí de la Casandra novelada de 1905, y ello pese a quienes

afirman -sin razonarlo demasiado- que la versión teatral es superior

o que la narrativa es melodramática y artificial (Doménech, 1974:

228; Petit, 1972: 431). La crítica negativa acerca de las novelas dialogadas

galdosianas aparece ya en Clarín (1912) Y llega hasta nosotros (Bonet,

1972: 19-34,64-69; 1990: 73-76). En 1889 publicaba Galdós la primera

de esas nuevas novelas, Realidad: su carrera puramente teatral la

iniciaba en 1892 con una versión escénica de la misma obra. (No puedo

V CONGRESO GALDOSIANO _

ocuparme aquí del teatro de Galdós ni de su bibliografía, pero cf. Palomo

Olmos, 1989, que estudia precisamente el paso de la novela al drama).

A Realidad siguieron El abuelo (1897, «novela en cinco jornadas)); versión

teatral, 1904) y Casandra (1905, «novela en cinco jornadas)); versión teatraL

1910). En 1909, en fin, El caballero encantado ofrece varios capítulos

organizados dialogal y escénicamente, incluso con las correspondientes

acotaciones, así como una discusión acerca del teatro de la época. Lo

que todo esto significa no es otra cosa que una importante experimentación

galdosiana en el arte de novelar, en sus problemas formales y en la

vieja cuestión de los géneros, ya planteada por Cervantes cuando dijo

aquello de que la épica lo mismo puede escribirse en prosa que en verso.

En este sentido, los prólogos de Galdós a El abuelo y a Casandra en

su versión novelada son absolutamente reveladores, y conviene repasarlos

aquí en parte; acudiré de nuevo a ellos más adelante.

En el primero de estos textos (Pérez Galdós, 1990: 188-191) señala

su autor que en El abuelo ha dado

el mayor desarrollo posible, por esta vez, al procedimiento dialogaL y contrayendo

a proposiciones mínimas las formas descriptiva y narrativa.

Esto es, un «sistema dialogal, adoptado ya en RealidadIJ. Por lo demás, y

acogiéndose al conocido problema de si La Celestina es novela o drama,

declara que si bien El abuelo parece obra teatral, no ha vacilado en llamarla

novela. En el prólogo a Casandra (Pérez Galdós, 1990: 193.194)

vemos de nuevo ideas semejantes, ahora tras una significativa forma

expresiva:

Casemos, pues, a los hermanos Teatro y Novela, por la Iglesia o por lo

civil, detrás o delante de los desvencijados altares de la Retórica, como

se pueda ( ... ). Los obreros jóvenes que tengan aliento, entusiasmo y larga

vida por delante, levantarán la casa matrimonial de la Novela y el Teatro.

En fin, dice Galdós con referencia a El abuelo (ibid.: 191) que su novela

dialogada es «ensayo de una forma que creo muy apropiada a nuestra

época)). Los motivos originales de tal «ensayo)) han sido vistos claramente

por Sobejano (1970: 40-41), quien escribe que en Realidad «la escisión))

de las conciencias de los personajes

y su separación entre sí, fue lo que condujo a Galdós a las formas monologales

del soliloquio, el aparte y el monodiálogo, ya la forma multiloquial

de la conversación ( ... ). y sigo pensando que aquellos estados de conciencia

constituyen el verdadero punto de arranque de la novela hablada, género

intermedio que sirve a Galdós de puente entre la novela y el drama.

Que el problema preocupaba a Galdós es obvio; en Casandra puede leerse

lo que sigue, de importancia sin duda radical para la cuestión aquí

tratada (de muy contraria y negativa opinión es Bonet 1990: 76; cf.

Rodríguez Puértolas, 1977):

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ALFONSO. -Convengamos, amigo Insúa, en que existen estados especiales

de conciencia, estados anímicos, a los cuales todavía no

se ha puesto nombre.

INSÚA. -( ... ) Cierto. Como que el lenguaje es un órgano muy primitivo

... , muy imperfecto. La mitad de las cosas que sentimos y

pensamos no pueden ser expresadas (OC, 1982: 97.3).

Añádase este otro fragmento del prólogo a El abuelo (1990: 189):

El sistema dialogal, adoptado ya en Realidad, nos da la forja expedita y

concreta de los caracteres ( ... ). La palabra del autor, narrando y describiendo,

no tiene, en términos generales, tanta eficacia, ni da tan directamente

la impresión de la verdad espiritual ( ... ). Con la virtud misteriosa del diálogo

parece que vemos y oímos, sin mediación extraña, el suceso y sus

actores, y nos olvidamos más fácilmente del artista oculto.

Todo nos lleva, en efecto, y como dijera el propio Galdós -ya lo vimoshacia

una forma literaria nueva, más allá de los géneros tradicionales; a

la búsqueda de géneros "internos» (sonite, druma, esperpento, nivola, novela

poemática, greguerías ( ... ). La mezcla de estilos, la no demarcación

de los géneros históricos y literarios conduce a la no subordinación, uno

de los más importantes rasgos de la "modernidad» (Zavala, 1990: 40, 81).

Dejando aparte las otras nuevas manifestaciones mencionadas en la anterior

cita, parece evidente que el Galdós de Casandra, esto es, de la

"novela dialogada», tiene mucho que ver con la posterior nivola unamuniana

y el esperpento valleinclanesco. Mas para llegar a ello se hace necesario,

primero, tratar en concreto de lo que suele llamarse la «muerte

del autor» (cf. por ejemplo Zavala, 1991: 134-135, 152, Y su bibliografía).

Cosa en que Galdós creía, como hemos visto poco más arriba,

pero con notables matizaciones (1990: 189-190): es posible eliminar,

como se dijo, «la mediación extraña», «la palabra del autor», pero no la

presencia de éste como «fuente indispensable» de personajes y elementos

varios de la obra. Sin duda: Galdós está de nuevo experimentando

muy seriamente, y como dice Bonet (1990: 72), «quiere 'aproximar' el

relato al lector, aspira a disolver la sombra del narrador que roba objetividad,

independencia, a la obra».

De este modo ya es posible acudir a Unamuno, a la nivola, y más especificamente

a Niebla (1914; manuscrito de 1907; recuérdense otros

textos apropiados de Unamuno: Paz en la guerra (1897), Amor y pedagogía

(1902), Nada menos que todo un hombre (1916), Abel Sánchez

(1917). Incluso Pío Baroja es autor de una narración dialogada, La casa

de Aizgorri (1911)). Con los experimentos galdosianos, y otros,

nos acercamos a lo que posteriormente será la nivola unamuniana, esto

es, una novela abstracta reducida al tuétano psicológico de los actantes,

desnuda de referentes paisajísticos, sociológicos y costumbristas (Bonet,

1990: 71).

V CONGRESO GALDOSIANO _

Declara Unamuno (1946: 184) que con la nivola

Invento el género, e inventar un género no es más que darle un nombre

nuevo, y le doy las leyes que me place. ¡Y mucho diálogo! (cf. todo el

capítulo XVII de Niebla y buena parte del XXX).

Por lo demás, Unamuno citaba elogiosamente ya en 1912 (cf. Zavala,

1991: 134) a Benedetto Croce, por destruir «la superstición de los géneros

y las reglas». Cierto, pero no lo es menos que eso mismo venía haciendo

Galdós desde tiempo atrás, cosa que Unamuno sabía -como

sabía otras muchas del autor de Casandra, en quien se inspiró más de

una vez- pero nunca dijo, pues negaba el pan y la sal a Galdós; véanse

las duras palabras que publicó (1920) con motivo de la muerte del escritor

canario.

Si Unamuno jugaba con sus nivolas, relacionadas con las novelas dialogadas

de Galdós, Valle-Inclán hará lo mismo con sus esperpentos; es

Luces de Bohemia el que aquí interesa de modo particular (primera versión,

1920; segunda, 1924). Algunos esperpentos son -o parecen

serlo- novelas; otros son -o parecen serlo- teatro:

Por lo que a la novela se refiere, lo central del esperpento parece, pues,

ser la reducción de la narración y la descripción de acotaciones impresionistas

al estilo de guión cinematográfico y la presentación del diálogo de

manera descollante, como en relieve; por lo que a la forma teatral se refiere

( ... ), sin despegarse en absoluto de la insustituible estructura dialogada,

las acotaciones, sumamente literarias, adquieren un valor en sí

-narrativo y descriptivo- que proyecta su luz critica sobre los diálogos.

Formalmente ( ... ) lo caracteristico del esperpento es la deformación y limitación

al mínimo necesario de ciertos elementos básicos de la novela

realista, y la potenciación al máximo del diálogo y de la acotación como

nuevo instrumento narrativo (Rodriguez Puértolas et aJ., 1981: 259).

Precisamente lo que ocurre en, por ejemplo, Casan dra. Ha de recordarse

que la palabra esperpento aparece en textos galdosianos ya desde 1874,

y que la

visión pesimista o «esperpéntica.. de Galdós surge en los últimos Episodios,

escritos a principios de siglo; las novelas de sus años finales rezuman

espíritu sarcástico y de burla (ibid.: 258; cf. Rodríguez Puértolas,

1975: 205-207).

Como en Valle-Inclán, como en Luces de Bohemia (cf. Gaos, 1959: 222-

223, para la relación del gallego con Galdós). si se compara Casandra

con Luces de Bohemia, se encuentran algunos elementos comunes que

llaman de inmediato la atención. En Casandra (pero también en Realidad

y en El abuelo) la lista de personajes aparece bajo la rúbrica de Dramatis

Personae, lo mismo que en Luces de Bohemia. Si, por otro lado, la

nivola elimina descripciones para concentrarse en los diálogos, lo mismo

ocurre en las otras dos obras consideradas, con el añadido común,

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como ya se dijo, del gran papel de las acotaciones. Algún crítico (Bonet,

1900: 75-76) considera que las acotaciones de Casandra son totalmente

improcedentes; lo cierto es que son consecuencia de la experimentación

galdosiana, llevada a un desarrollo extremo por Valle-Inclán. Las semejanzas

entre Casandra y Luces de Bohemia van más lejos, incluso a detalles;

me limito aquí a mencionar un solo ejemplo. Si en la primera se

habla de la catedral de «Santa Eironeia .. (ed. cit.: 980), en la segunda (ed.

cit.: 148) es la «eironeia .. , justamente, lo que se practica en el Ministerio

de la Gobernación: Iglesia y Estado unidos intertextualmente por la vía

de la ironía.

La importancia seminal de la modernidad de Galdós va mucho más

allá de lo hasta aquí dicho. En efecto, como ha escrito el maestro Casalduero

(1970: 171):

Casandra nos muestra el comienzo de la transformación de los seres cotidianos

en figuras mitológicas; por fin, en los últimos Episodios de la serie

quinta (1908-1912) y en El caballero encantado (1909), el mundo mitológico

y fantástico es el que domina.

Ello es «manera de liberarse de la sujeción temporal y poder penetrar el

sentido de los hechos .. (Casalduero, 1989: 11). Tres años después de la

muerte de Galdós, el famoso poeta y crítico T. S. Eliot señalaba que James

Joyce utiliza el método mítico frente al método narrativo; de

este modo, concluye, se hace posible «el mundo moderno para el arte ...

He aquí el texto en cuestión (Eliot, 1923: 483), que es necesario leer

atentamente para relacionarlo con Casandra:

In using the myth, in manipulating a continuous parallel between contemporaneity

and antiquiiy, Mr. Joyce is pursuing a method which others must

pursue after him. They will not be imitators, any more than the scientist

who uses the discoveries of an Einstein in pursuing his own, independent,

further investigations. It is simply a way of controlling, of ordering, of

giving a shape and a significan ce to the inmense panorama of futility and

anarchy which is contemporary history ( ... ). It is, I seriously believe, a step

toward making the modern world possible in arto

Pues bien, sólo en Casandra, y además de quien da título a la obra, encontramos

a sus hijos Aquiles y Héctor, a un «criado viejo.. llamado Saturno,

a demonios varios; además, doña Juana Samaniego es calificada

de «hidra .. por la propia Casandra, su asesina. Muere la hidra (aunque

resucitará bajo otra forma): quien en verdad ha muerto ha sido el Padre

-pues «padre .. es Doña Juana, como lo era Doña Perfecta, como lo será

la Bernarda Alba de García Lorca-. Vemos así que en Galdós se mezcla

la nueva «mitología .. , que Joyce llevará a su punto máximo en Ulysses,

con también nuevos conceptos freudianos en torno a la muerte del Padre,

esto es, de la autoridad. Como dijera Bajtin (1981: cap. IV), tras las

huellas de Freud (1974, 1986, por ejemplo) y antes que Lacan (1966;

cf. Davis, 1981), eliminada la voz autoritaria y única -y ello es aplicable

V CONGRESO GALDOSIANO _

también, como ya se vio, a la .. muerte del autor»- surge el discurso polifónico

de la libertad. Coincido así en buena medida con Smith (1992:

104, nota), quien al tratar de Celín -de 1887, no se olvide-, escribe:

Lo útil de la metáfora paterna, tanto para referirse a estructuras del inconsciente

como a las leyes públicas de nuestra cultura, como a una estructura

narrativa, es precisamente que implica los tres órdenes, psíquico,

cultural y formaL interrelación que me parece fundamental en el estudio

de la literatura.

Se hace preciso tener en cuenta de nuevo a Elioí, esta vez su teoría de

la condensación:

With the example of the nineteenth century behind him, Eliot naturally felt

that, if the long poem was to continue to exist, there must be more to

distinguish it than lenght, that its energy must be increased by the elimination

of everything superfluous. To convey in poetry the actual passage

of life, to bring to expression the varied range and volume of awareness

which exists in a moment of consciousness, demanded, in Eliot's view, the

strictest condensation (Matthiessen, 1959: 40; la cursiva es mía).

Ya hemos visto anteriormente teorías y practicas de Galdós, Unamuno y

Valle-Inclán -novela dialogada, nivola, esperpento- que incluyen lo que

Elioí, con referencia a la poesía, llama condensación. Pero veamos ahora

esta frase de Niebla (ed. cit.: 235): .. todo lo que en extensión parece

ganarse, piérdese en intensidad». Y antes, claro está, otras cosas de los

prólogos de Galdós a Bl abuelo y a Casan dra. Dice en el primero:

En toda novela en que los personajes hablan late una obra dramática. El

Teatro no es más que condensación y acopladura de todo aquello que en

la Novela moderna constituye acciones y caracteres (Pérez Galdós, 1990:

190; la cursiva es mía).

Y termina afirmando que la nueva .. novela dialogada» es .. muy apropiada

a nuestra época, tan gustosa de lo sintético y ejecutivo» (ibid.: 191;

la cursiva es mía). La misma idea aparece de nuevo en el prólogo de Casandra

(ibid.: 193), que podria calificarse tanto de .. Novela intensa» como

de .. Drama extenso». Y sigue:

Los tiempos piden al Teatro que no abomine absolutamente del procedimiento

analítico, ya la Novela, que ( ... ) se deje llevar a la concisión activa

con que presenta los hechos humanos el arte escénico (la cursiva es mía).

La condensación de Elioí, la intensidad de Unamuno, nos llevan hasta

el Galdós que también habla de condensación, de sintético y de intenso:

hasta el Galdós que está en el germen mismo de la modernidad

del siglo xx, como Casandra y otros textos suyos demuestran. Y como lo

demuestra, en otro orden, el final abierto de esta obra, de acuerdo con

unos criterios artísticos que están ya presentes en el Libro de Buen amor,

y desde luego en Cervantes, y que propugnan la libertad interpretativa

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-y de nuevo polifónica- del lector. Se trata, en efecto, "de una invitación

metalingüística al lector a colaborar, a llenar los vacíos del texto»

(Zavala, 1991: 1.34, también 1990: 48, nota). Véase, justamente, lo que

dice un importante personaje de Casandra:

Hijo mío, las historias verdaderas no tienen desenlace ( ... ). Los desenlaces

son artificios inventados por los malos poetas (ed. cit.: 937).

y de nuevo Unamuno, tras los pasos de Galdós, declara paladinamente:

"el lector que busque novelas acabadas no merece ser mi lector» (Cómo

se hace una novela, OC, X: 893).

La modernidad de Casandra incluye otros aspectos. Ya mencioné más

arriba el papel inquietante y renovador de la "literatura gótica» dentro del

mundo de la racionalidad y el orden de la burguesía decimonónica; Casandra

contiene una serie de elementos que pueden y deben incluirse en

ese ambiente. Así referencias a vampiros y murciélagos, demonios, personajes

fúnebres, ataúdes; este "goticismo» se concentra en Doña Juana

Samaniego, "bestia apocalíptica» (ed. cit.: 936), "mensajero del mal»

(956), "serpiente boa» (992) cuyos besos hielan la sangre (932). Asesinada

"la hidra» por Casandra, parece reencarnarse en una miserable

mendiga madrileña (1005-1009), figura en que se confunden

simbolismo, alucinación y terror (cf. Correa, 1962: 219-220; Mora García,

1981: 117-118) Y que llamó poderosamente la atención de Unamuno,

según declara en una de sus cartas a Galdós (De la Nuez-Schraibman,

1967: 65).

Más importante sin duda, por su verdadera y radical modernidad, es

la cuestión de la intertextualidad, "una intertextualidad cultural que revela

una variedad de formas; no está reñida con la ironía ni la complacencia

» (Zavala, 1990: 47; la referencia es a Valle-Inclán, pero válida

igualmente para el Galdós de Casandra; cf. también Genette, 1982; Zaval

a, 1991: 61). AquÍ, esa intertextualidad, en sus varias formas, incluye

una maligna utilización del soneto de Cervantes al túmulo sevillano de

Felipe 11, transformado en el de Doña Juana Samaniego (ed. cit.: 978);

igual carga irónica tiene el "Toda júbilo es hoy la gran Toledo» (977), endecasílabo

con que comienza la dieciochesca Raquel de Vicente García

de la Huerta. El uso de un famoso verso de la "escena del sofá» del Tenorio

de Zorrilla alcanza en verdad categoría esperpéntica cuando ante

el retrato del marido de Doña Juana un personaje rememora su currículum:

,,¿no es verdad, ángel de amor, que practicaste la usura grande y

épica ... ?» (919). Otro de los protagonistas comenta becquerianamente un

fortuito encuentro suyo con Casandra (966): "Hoy la he visto; hoy creo

en Dios».

Fuera de la literatura española aparecen en Casandra varias utilizaciones

del Macbeth de Shakespeare con referencia a clementina, sobrina

de Doña Juana, que llega a ser llamada "Lady Macbeth» (975, 990)

por decir frases literales del drama. Por lo que a modernidad se refiere

V CONGRESO GALDOSIANO _

es mucho más significativo el encontrar en Casandra dos alusiones a La

béte humaine del naturalista Zola (1890), en fascinante fusión con el

Freud de la interpretación de los sueños. En efecto, como dice el marido

de la citada Clementina a propósito de ésta, "en el sueño nos acometen

pasiones que salen del seno de la bestia humana, donde yacian

ocultas» (952); y otro personaje declara: "en el sueño de una nerviosa

leeré el poema de la bestia humana» (ibid.). Pocos años después, en

1909, Galdós hablará en Bl caballero encantado de, por ejemplo, «la subconciencia

o conciencia elemental ( ... ), como escondida y agazapada en

lo recóndito del ser» (Pérez Galdós, 1977: 117), del «desdoblamiento de

las dos figuras, de las dos personalidades» (ibid.: 125); ambos casos van

acompañados de referencias a "los estudiosos de la psiquis». Recordemos

ahora simplemente que La interpretación de los sueños

de Freud aparecía en 1900, Y que para cuando se escribe Casandra aspectos

importantes del psicoanálisis eran ya conocidos en España

(cf. Glick, 1981).

En otro orden, un caso de curiosa intertextualidad es el del nombre

del gato con que juega Corrita, una de las niñas de Casandra: "Pirracas»

(955). Curioso porque el cronista teatral que en marzo de 1892 publicó

reseñas muy negativas de Realidad (su nombre era Matías Padilla) firmaba

como Bl abate Pirracas (Shoemaker, 1974; Sackett, 1982). y más

curioso aún porque muchos años después la niña Celia, de los conocidos

libros infantiles de Elena Fortún, tenía una gata llamada "Pirracas» (cf.

por ejemplo Celia en el mundo, 1940; para la relación de Elena Fortún y

de su marido Eusebio Garbea con los ambientes teatrales anteriores a la

Guerra CiviL cf. Martín Gaite, 1992).

Pero Casandra parece funcionar intertextualmente también hacia el

futuro; ya se habló, por ejemplo, de la evidente semejanza entre Doña

Juana Samaniego y la Bernarda Alba lorquiana (cf. Petit, 1972: 22-23).

Sin entrar en el gran tema de la presencia de Galdós en el cine de Luis

Buñuel (Galeota, 1988; Fuentes, 1989; Utrera Macías, 1989) señalo ahora

únicamente un eco de Casandra en El fantasma de la libertad (1974).

Si en la novela se habla de la "simetría burguesa» (908) con que están

colocados los cuadros en casa de Doña Juana, en la película alguien, tras

mirar con atención los objetos que hay sobre la repisa de una chimenea

sin duda burguesa, exclama: «estoy harto de la simetría» (BuñueL 1975:

27). Pero hay una semejanza en verdad espectacular, y directamente literaria

-y social- con el cuento de Gabriel García Márquez titulado Los

funerales de la Mamá Grande (1962). La proximidad de ambas narraciones,

ideológica, temática, expresiva, es extraordinaria; a más de cincuenta

años de distancia, Casandra parece revivir en la magnífica narración

de Garcia Márquez. (Para un estudio detallado de esta semejanza, cf.

Rodríguez Puértolas, 1975: 208-212).

Así pues, ni "senilidad», ni "decadencia» ni "caos literario» es posible

hallar en Casandra, como tampoco en las obras posteriores de Galdós.

Se trata de algo muy diferente:

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La evolución ideológica de Galdós es paralela a su permanente experimentación

narrativa, en un proceso doblemente superador: el de las limitaciones

liberales y burguesas por un lado, y el del realismo vulgar de la

novela decimonónica habitual por otro (Rodriguez Puértolas, 1977: 21).

Se ha dicho de Joyce y de Eliot de Stravinsky y de Picasso, algo que es

posible aplicar, literalmente y palabra por palabra, a Oaldós: que todos

sintieron

a common urgency not to rest in the development of one manner, but to

press on from each discovery to another ( ... ). their unwilligness to be confined

long to any given method of presentation is obviously owing in part

to their extraordinary historical consciousness, to their knowledge of so

many possible techniques that they can not remain satisfied with the limitations

of any one ( ... ). The experiment, the trial of new possibilities, is

a sign of life and not of death (Matthiessen, 1959: 134-135).

Así, ciertamente, con Galdós y con Casandra, ejemplo notable de la

modernidad de su autor.

V CONGRESO GALDOSIANO _

BIBLIOGRAFIA

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