LA CONFUSIÓN EVOLUTIVA EN
LAS NOVELAS DE TORQUEMADA
Wolfgang Matzat
En el discurso que Pérez Galdós pronunció sobre “la sociedad presente
como materia novelable”1 delante de la Real Academia Española en 1897
está esbozada una imagen tal del desarrollo de la sociedad de su tiempo
que deja entrever la conciencia de crisis de los intelectuales españoles a
finales de siglo. El supuesto de la clase media como poder creativo en la
sociedad, que evidentemente había marcado la perspectiva ideológica
galdosiana en las “Observaciones sobre la novela contemporánea en España”
2 de 1870, ya no aparece en esta etapa posterior. Después de 25
años y 20 años después de haber comenzado la era de la Restauración,
Galdós juzga que la sociedad española está muy alejada del optimismo de
las teorías evolucionistas tanto del krausismo como del positivismo. A pesar
de que la sociedad sigue experimentando cambios muy rápidos, entre los
cuales Galdós pone en relieve sobre todo la progresiva disolución de la
estructura tradicional de clases, le parece al escritor que este proceso de
transformación es incontrolable y carece de un rumbo fijo. La sociedad de
su tiempo presenta, como él puntualiza expresivamente, la imagen de una
“confusión evolutiva” que no permite vislumbrar claramente futuras estructuras
sociales y relaciones de poder.
Galdós resume en este discurso una serie de reflexiones que marcaron
decisivamente las novelas de los años anteriores, sobre todo Fortunata y
Jacinta y las Novelas de Torquemada. Ambas novelas describen casos espectaculares
del “mestizaje social“ y en ambas obras se encuentra la cuestión
del resultado de esa mezcla entre las clases sociales. Más aún, tampoco
se puede ignorar el pesimismo gradual del que va siendo presa la perspectiva
galdosiana. Mientras que Fortunata da a luz un hijo sano que todavía
tiene la posibilidad de enfrentar su futuro incierto con esperanza, en
las Novelas de Torquemada aparece como producto de la relación entre
pueblo y aristocracia un pequeño monstruo que totalmente va en contra
de la idea del perfeccionamiento moral de la humanidad. Así que es precisamente
en esta novela, escrita entre 1889 y 1895, donde se puede observar
una gran cercanía con las afirmaciones pronunciadas en el discurso
a la Academia. Desde entonces ya formula Galdós de una manera muy
similar la idea de una “confusión evolutiva”.3 El paralelo más obvio con el
discurso del 97 se encuentra en la presentación del periodista Zárate, donde
el narrador constata “que [...] van desapareciendo aquellos caracteres
que representaban porciones grandísimas de la familia humana, clases,
4.1-26
451
grupos, categorías morales” (p.304).4 Los tipos clásicos como el “avaro”,
el “Don Juan”, el “beato” y el “prestamista” se vuelven obsoletos a raíz del
desarrollo social y económico. Y aunque Zárate, como un pedante más
modernizado -es decir, más adaptable y hábil que el pedante tradicionales
aquí citado como ejemplo de la teoría galdosiana, también se refiere
este comentario, naturalmente, al mismo Torquemada, según se puede
observar en las referencias a los tipos del “avaro” y del “prestamista”.
Torquemada, como “hombre en estado de metamorfosis” (p.306), constituye
el ejemplo más importante y más completo de la “confusión evolutiva”
en esta novela. Su destino no sólo representa la asimilación del pueblo
por la clase media, sino también la mezcla de la clase media con la
aristocracia. Sin embargo, y a consecuencia del fracaso de Torquemada
en su función de padre de familia, la novela termina sin ofrecer un horizonte
hacia el futuro, suscitando así la pregunta sobre el significado de
este fracaso.
Obviamente la crítica literaria ha procurado responder a esta cuestión
de diferentes formas.5 No obstante, me parece a mí que esta pregunta
finalmente no tiene solución. Por el contrario; el texto convierte esta falta
de respuestas en el tema mismo de la obra.6 De modo parecido a como
sucede en novelas anteriores -sobre todo en Fortunata y Jacinta que es
otra vez aquí un buen punto de comparación- Galdós muestra en la serie
de Torquemada aún con más claridad cómo la “confusión evolutiva” también
marca la esfera discursiva de la sociedad. En consecuencia, el aspecto
confuso de las relaciones sociales asuma un carácter más amplio y
dramático, ya que esta “confusión“ no sólo ocurre a nivel empírico, en la
sociedad “como materia novelable”, sino que también influye en la perspectiva
del observador. Debido a la diversidad heterogénea de discursos,
el narrador mismo carece de un sistema confiable de interpretación con el
que pudiera someter ese caos evolutivo a un orden discursivo. Es en este
punto, como he tratado de demostrarlo en otro lugar,7 donde Galdós difiere
decisivamente de sus modelos franceses Balzac y Zola. Éstos también
representan una sociedad atrapada en el desorden. Sin embargo, los novelistas
franceses creen tener acceso, cada uno a su manera, a un conocimiento
filosófico o sociológico que les permite reconocer las leyes que
rigen la crisis social.
Primeramente hagámonos una idea rápida del repertorio de discursos
que serán referidos para aclarar los destinos tanto personales como sociales
en el transcurso del texto. En Torquemada en la hoguera la confusión
discursiva se representa más claramente a través del ex sacerdote José
Bailón. Aunque sus escritos teñidos tanto de religión como de socialismo
nos remiten a diversos paradigmas que no se pueden identificar claramente,
se puede afirmar, en todo caso, que el discurso krausista aquí posee un
papel dominante. Especialmente la repetida referencia -luego apropiada
también por Torquemada- al concepto universal de la humanidad (p.25)
constituye una cita tomada de las ideas evolucionistas del krausismo. Des452
pués de que Torquemada fracasa en su intento de lograr la curación del
pequeño Valentín a través de su pronta conversión a un idealismo moral,
en Torquemada en la cruz cae en manos del burócrata Donoso, un enérgico
representante del positivismo. Su concepción de la sociedad que relaciona
la idea de un organismo social diferenciado con respecto a sus diversas
funciones juntamente con la visión de una evolución controlada
por las “clases directoras”, es decir, las ideas de “orden y progreso”
(pp.122-124), se basa principalmente en una sociología positivista de tipo
comtiano. Más adelante, el ascenso de Torquemada a la aristocracia será
posible porque la mayor de las dos hermanas del Águila se afilia a la posición
evolucionista de Donoso en cuanto a que acepta la necesidad de la
adaptación a las nuevas realidades sociales. Su hermano Rafael, por el
contrario, justifica su resistencia en contra de la relación con Torquemada
citando clichés de moda de una crítica superficial del positivismo (p.249).
Igualmente de manera poco diferenciada, se caracteriza la posición conservadora
que él representa con los términos “la tradición, el ideal”
(p.458), dificultando su clasificación, por lo tanto, en una dirección concreta.
Sin embargo las aserciones de Rafael no se limitan a esta posición
conservadora e idealista contraria al positivismo. Más bien, al criticar el
matrimonio de Torquemada con Fidela, Rafael se apropia de diversos elementos
de los discursos positivistas y así llega a la conclusión de que
Fidela no podrá aislarse del espíritu de su época por lo que terminará
irremediablemente cometiendo adulterio. Por último será introducida otra
posición discursiva más en la última novela de la serie a través del sacerdote
Gamborena, cuyo cristianismo también refleja diversas tendencias:
Mientras que frente a Fidela el padre Gamborena se declara partidario de
un cristianismo sencillo y sincero, sabe muy bien, por otro lado, cómo
defender frente a Torquemada los intereses políticos y materiales de una
Iglesia que busca compensación por la derrota de la desamortización.
A raíz del hecho de que se atribuye en el texto a Rafael el papel de un
ciego vidente, sus intentos de pronosticar las consecuencias del matrimonio
de Torquemada y Fidela tienen una gran importancia dentro de la gama
de posiciones discursivas. Sus comentarios son especialmente interesantes
por dos razones: Por un lado, se puede observar que su vacilación
entre posiciones diversas evidentemente tiene su origen en el hecho de
que los nuevos desarrollos sociales carecen de una explicación fiable, y
por otro lado, se puede identificar claramente en su alusión a la influencia
del espíritu de la época un paradigma discursivo especialmente importante
en el contexto de la obra, el “krausopositivismo“. Este término ha sido
propuesto para caracterizar los intentos, típicos de la época de la Restauración,
de reconciliar el positivismo y el krausismo.8 Como ya lo formula
Gumersindo de Azcárate en 1876 al final de la primera oleada de la recepción
del positivismo en España, en esta mediación se manifiesta el deseo
fundamental de distanciarse tanto del determinismo biológico de un “positivismo
ontológico”, como de los “extravíos del idealismo“, y con ello de
la metafísica krausista.9 Dentro del ámbito del pensamiento sociológico
453
esta síntesis provocó que se enfatizara, por un lado, el componente mental
en la influencia del medio social, y por otro, que se aceptara el supuesto
de que el individuo puede reaccionar de una manera libre y espontánea
ante esas fuerzas externas. Estos postulados corresponden con el concepto
de una opinión pública que se constituye por los intercambios sociales
y forma una parte integral de la mente individual. Sobre la base de estos
presupuestos, Urbano González Serrano en su Sociología científica de 1884
desarrolla el concepto de la “opinión pública, que reside en el ambiente
social que nos rodea, opinión pública que respiramos que a veces condensamos
y personificamos”, y caracteriza al individuo como el “centro de
apropiación específica de las fuerzas que nos rodean”.10 Estas citas muestran
que la concepción krausopositivista, según la cual la evolución social
se realiza principalmente por procesos de adaptación y de asimilación mentales,
constituye un punto de referencia central para la presentación de la
historia de Torquemada, ya que su ascenso depende, sobre todo, de su
capacidad para adaptarse verbal y culturalmente a nuevas situaciones. Por
eso es importante notar aquí el hecho de que Rafael se refiere al discurso
krausopositivista y que, a partir de esta referencia, el texto presenta una
visión crítica de las síntesis del krausopositivismo.
En su conversación con Cruz, hermana mayor de Rafael, éste expresa
sus temores acerca de la fidelidad conyugal de Fidela, mencionando al
mismo tiempo los procesos de intercambio social explícitamente en un
estilo krausopositivista:
Pero en el torbellino de la sociedad, en medio de este boato,
cultivando las relaciones antiguas y buscando otras nuevas, no
hay medio de sustraerse a la atmósfera total, querida hermana.
La atmósfera total nos envuelve: en ella flotan los placeres, las
satisfacciones, la vanidad; flota también el veneno, el microscópico
bacillus que nos mata, en medio de tantas alegrías. Mujer
joven y guapa, sensible, rodeada de lisonjas, sin ocupaciones
domésticas; marido viejo y ridículo, brutalmente egoísta y en
absoluto desprovisto de todo atractivo personal..., ya se sabe...,
saca la consecuencia. (p.355)
Sobre todo la descripción del cómo se forma la “atmósfera total“ a raíz
de las relaciones sociales es una característica típica de la variante
krausopositivista de la teoría del medio. Por ello corresponde a la “lógica”
de Rafael que el amigo Morentín represente una gran amenaza. Morentín
como producto del mestizaje social -“plebeyo por parte de padre, aristócrata
por la materna” (p.285)- personifica a la perfección el espíritu de la
época: “bien avenido con el estado presente de la sociedad”, “hombre, en
fin, muy de su época, o de sus días” (p.285). Sin embargo, y a pesar de
que todos los indicios fueran muy claros para Rafael, no ocurre ningún
adulterio y, contra todas sus expectativas, Fidela no sólo le es fiel a
Torquemada sino que también le da el hijo tan esperado. Consternado,
Rafael tiene que reconocer su error:
454
Creí firmemente que mi hermana sería infeliz, y es dichosa. Su
alegría echa por tierra todas mis lógicas [...] Creí firmemente que
el matrimonio absurdo, antinatural, del ángel y la bestia no tendría
sucesión, y ha salido este muñeco híbrido, este monstruo...,
porque lo es, tiene que serlo, como dice Quevedito [...]. (p.416)
Aquí vemos cómo se ironiza el papel del ciego vidente, para el que
parece estar predestinado Rafael. Sin duda alguna, se trata aquí de una
ironía muy compleja, ya que, mientras que en el caso de los dos primeros
pronósticos -Fidela llevará una vida matrimonial triste y sin hijos- Rafael se
equivoca, tendrá razón con respecto a su última conjetura. Sin embargo,
Rafael continúa siendo víctima de la ironía en cuanto a que ya no se siente
muy seguro de su análisis: “El colmo de mis equivocaciones sería que el
chico creciera listo y fuerte [...]” (p.417). En una conversación posterior
con Torquemada añade Rafael la razón de sus equivocaciones: “me confieso
de mi ruin pensamiento, que no era más que la proyección en mi
espíritu del pensamiento social“ (pp.456 y ss.). Por lo tanto Rafael tiene
que reconocer que él mismo se ha convertido en la víctima de aquel “pensamiento
social”, del cual su propia hermana, contra lo que podía esperarse,
pudo sustraerse. Y más aún, mientras que en el caso de Fidela él le da
demasiada importancia a la influencia del medio social, con respecto a
Torquemada también se equivoca, pero exactamente por la razón contraria:
“usted [...] me ha dado el gran petardo, porque no sólo le admite la
sociedad, sino que se adapta usted admirablemente a ella [...] (p.456). Ni
aún bajo las objeciones autocríticas de Torquemada, Rafael se deja disuadir
de su nueva opinión, y por el contrario, repite: “usted sabe asimilarse
las formas sociales; se va identificando con la nueva posición”. (p.457)
Como resultado de los errores de Rafael se deduce entonces que la
extensión y el transcurso de los procesos de adaptación y asimilación sociales
no pueden ser previstos. Por un lado esta conclusión es, naturalmente,
una consecuencia de la posición krausopositivista que le da al
individuo la posibilidad de efectuar su propia síntesis asimiladora. Pero,
por otro lado, esta inseguridad resulta más bien de que el “pensamiento
social” del krausopositivismo deja en suspenso el papel de los factores
naturales -sobre todo la disposición natural predeterminada por la herencia-
en el proceso de la evolución social. Así es que en nuestro texto se
insinúa que las diferencias entre Fidela y Torquemada en su forma de
adaptarse socialmente se deben a que la disposición natural de cada uno
es diferente con respecto a su flexibilidad frente a los estímulos sociales.
En el caso de Fidela, en el cual la disposición natural se presenta como
resistente a las transformaciones sociales, se dan incongruencias irónicas
adicionales. Así, mientras que Rafael atribuye la resistencia de Fidela en
contra de las influencias sociales, a la calidad especial de su sangre aristocrática,
afirmando que “la raza es de elección” (p.416), el narrador da a
entender que es realmente el “linfatismo” de Fidela (p.261) el que le permite
aguantar tan bien el matrimonio con Torquemada. “Su pureza y limpi455
dez de su alma“ son solamente el resultado de su fijación al “orden
vegetativo” (p.369). De este modo el narrador confronta la convicción de
Rafael sobre la excelencia de la naturaleza aristocrática con la diagnosis
de una profunda decadencia, acercándose ahora a la posición naturalista
marcada por los supuestos del “positivismo ontológico”. Por lo tanto, el
uso que hace Rafael del concepto de la naturaleza para fundamentar su
único pronóstico correcto -el producto de una relación tan antinatural como
la de Torquemada y Fidela debe ser un “monstruo”- es muy ambivalente,
ya que aquello que Rafael ve como consecuencia de la violación del orden
ideal de la naturaleza, puede ser interpretado al mismo tiempo como una
confirmación de las teorías naturalistas que consideran la naturaleza como
una fuerza dinámica y frecuentemente destructiva.
Resumiendo la discusión que despliega el texto en torno a la cuestión
de la evolución social, llegamos a las siguientes conclusiones:
1. Siendo el personaje más receptivo al “espíritu de la época” y viviendo
una evolución que constituye un caso extremo de la facultad de adaptación
social del individuo, Torquemada confirma el discurso krausopositivista
como discurso que postula una posibilidad casi ilimitada de síntesis sociales
y políticas.
2. Fidela, después de su matrimonio con Torquemada, representa una
forma de adaptación al medio que corresponde a un positivismo biológico
ya que reside en la reacción de su organismo a estímulos puramente físicos.
3. Ambos paradigmas evolutivos – y al mismo tiempo los discursos correspondientes
– se ven expuestos a una devaluación irónica no sólo por
su presentación en forma de yuxtaposición, sino también a raíz de la perspectiva
errónea de Rafael.
4. Los fenómenos obvios de degeneración que se pueden observar en
el segundo Valentín y la muerte prematura de Fidela desmienten la concepción
de una adaptación exitosa al medio tanto en la variante mental
(posición krausopositivista) como en la variante biológica (posición positivista-
darwinista). El final de la novela remite más bien al pesimismo naturalista,
representativo de una gran parte de la obra de Zola que acentúa,
en vez de una evolución que lleva a un progreso continuo, los casos de
una adaptación malograda y la tendencia regresiva de la naturaleza hacia
la disolución de las estructuras orgánicas y la muerte.
A raíz del fracaso de Torquemada, la novela parece dar la impresión de
que el modelo naturalista, con su consiguiente visión fatalista acerca del
poder de la naturaleza -atentando contra la civilización-, termina dominando
la escena. Sin embargo, la fuerza de esta lectura naturalista11 es atenuada,
al final de la novela, por medio de la introducción del paradigma
456
rival que constituye el discurso religioso. Esta tensión dialógica también se
confirma en el juego de palabras con el que termina la novela, manifestando
-sin lugar a dudas- el carácter conscientemente abierto del discurso
narrativo. Al darle Galdós un lugar especial al discurso naturalista busca
proveer un contrapeso a la visión optimista de las síntesis sociales que se
desprende del krausopositivismo y que es representada por el ascenso
social de Torquemada. Además, desde este trasfondo de un mundo natural
regido por sus leyes propias, destacan de una manera especial los elementos
ilusorios y ficticios que acompañan la evolución de Torquemada.
Tanto el desarrollo personal de Torquemada como el de la sociedad española
que él representa asumen un carácter de mera apariencia ya que no
cuentan con el apoyo de las leyes de la naturaleza. Así que, desde la perspectiva
naturalista del texto, no se pretende dar una contraposición sino
que principalmente se busca apuntar a aquellas áreas obscuras que existen
dentro del discurso krausopositivista y su consiguiente modelo evolutivo.
Sin embargo, al insisitir Galdós en el carácter ficticio y aparente de
esta evolución, quiere llamar la atención, al mismo tiempo, a la productividad
estética del modelo krausopositivista. En consecuencia, su novela
muestra, sobre todo, cómo las ficciones teóricas ingenuas del
krausopositivismo pueden constituir la base de una ficción narrativa de
gran sutileza.
457
NOTAS
1 Véase PÉREZ GALDÓS, B., Ensayos de crítica literaria, ed. Laureano Bonet, Barcelona
1972, pp.173-182.
2 Ibíd, pp.115-132 (pp.122 y ss.). Ibíd, pp.115-132 (pp.22 y ss.).
3 «La sociedad presente», p.180.
4 Se cita la edición Las novelas de Torquemada, Alianza, Madrid, 1967.
5 Como ejemplos para una lectura sociológica que atribuye el fracaso de Torquemada a la
estructura social de la Restauración pueden citarse BLANCO AGUINAGA, C., «Historia,
reflejo literario y estructura de la novela: el ejemplo de Torquemada», en B.A., La historia
y el texto literario. Tres novelas de Galdós, Madrid, 1978, pp.97-124; SINNINGEN, J.
H., «Literary and Ideological Projects in Galdós: The Torquemada Series», en Ideologies
and Literature 3, 1979, pp.5-19. Para una visión más conservadora de la novela, según
la cual Torquemada representa una imagen negativa de la mentalidad materialista de la
sociedad moderna véanse CORREA, G., Simbolismo religioso en las novelas de Pérez
Galdós, Madrid, 1962, pp.135 y ss.; EARLE, P.G., «Torquemada: hombre-masa», Anales
Galdosianos 2, 1967, pp.29-43; SCANLON, G. M., «Torquemada: Becerro de oro» en
Modern Language Notes 91, 1976, pp.264-276.
6 La tesis de una dialogicidad que no permite una interpretación determinada la defienden
O’BRIEN, M. G., «Las religiones de Torquemada» en Discurso literario 3, 1985,
pp.111-119; DELGADO, L. E., «El interés del relato: Estrategias narrativas en la serie de
Torquemada» en Anales Galdosianos 25, 1990, pp.59-67; UREY, D. F., «Identities and
Differences in the Torquemada Novels of Galdós», en Hispanic Review 53, 1985,
pp.41-60. Mi interpretación de la novela sigue esta pauta tratando de precisar algunos
aspectos de esta dialogicidad.
7 Véanse «Galdós und der französische Realismus/ Naturalismus. Zur
Wirklichkeitsmodellierung in den Novelas contemporáneas», en LÜSEBRINK, H-J., SIEPE,
H. T., (ed.), Romanistische Komparatistik. Begegnungen der Texte - Literatur im Vergleich,
Frankfurt, 1993, pp.127-145; «Natur und Gesellschaft bei Clarín und Galdós.
Zum diskursgeschichtlichen Ort des spanischen Realismus/Naturalismus», en MATZAT
(ed.), Peripherie und Dialogizität. Untersuchungen zum realistisch-naturalistischen Roman
in Spanien, Tübingen, 1995, pp.13-44.
8 Véase NÚÑEZ RUÍZ, D., en La mentalidad positiva en España. Desarrollo y crisis, Madrid,
s.a., pp.77-109.
9 «El positivismo y la civilización» en Azcárate, Estudios filosóficos y políticos, Madrid,
1877, pp. 1-125.
10 La sociología científica, Madrid, 1884, p.28f., 149. El papel importante de González
Serrano en el desarrollo del krausopositivismo es destacado por Antonio Jiménez García
en El krausopositivismo de Urbano González Serrano, Badajoz 1996. - Compárese también
la cita siguiente en la cual Francisco Giner de los Ríos describe el carácter específico
de la conciencia colectiva: “La comunión de individuos que la [sociedad] forman
va engendrando mediante la compenetración de sus diversos pensamientos, afectos,
propósitos, una expresión común, un fondo homogéneo de ideas, emociones, tendencias,
que no es la mera resultante mecánica de los elementos individuales, sino que el
ser social, subordinando estas fuerzas y contrayéndolas dentro de su esfera, necesidades,
condiciones y límites, las determina por relación a su fin en un producto orgánico”.
(«Concepto de la persona social» en Giner de los Ríos, Ensayos, ed. Juan López-
Morillas, Madrid, 1969, pp.202-208 [pp.205-206]).
458
11 Mientras que EOFF, S. H., (The Novels of Pérez Galdós. The Concept of Life as Dynamic
Process, Washington, 1954, p.139) considera a Torquemada como ejemplo típico del
carácter dinámico de la relación entre individuo y medio social en las novelas de Galdós,
BOUDREAU, H. L., («The Salvation of Torquemada» en Anales Galdosianos 15, 1980,
pp.113-128) acentúa el carácter fijo de la disposición natural de los personajes, también
en el caso de Torquemada, para apoyar su lectura naturalista de la novela. Ambas
interpretaciones, aunque convincentes por sí mismas, no tienen en cuenta la relación
dialógica establecida por el texto entre la visión determinista del naturalismo y la sociología
de la adaptación del krausopositivismo.