LA ENSEÑANZA EN C.O.U. DE GALDÓS EN EL 98
Emilia Fierro Sánchez
“El tema de España en la literatura” tiende a desaparecer de los cuestionarios
antes de imponerse la L.O.G.S.E., que amplía la obligatoriedad de
la primaria, ley Moyano 1857, a la secundaria. La poda actualizadora orienta
la educación española al mercado europeo; pero cribar teoría no debe
caer en el oxímoron “contenidos vacíos”. Oí en divulgación profesoral: “Ya
no hay autores ni obras; en actividad interdisciplinar metes un versito sobre
el tema, ej. ‘el mar’”. Y nuestro bachiller se empobrece.
Hoy quieren escolarizar al recién nacido, en lugar de jugar hasta los 5
años, y como en 1947, ingreso a los 10 (dictado, división, tribunal oral) y
a la edad de 11 años le impartían licenciados en Ciencias y Letras hasta
reválida de 7º. En el plan 1957 se escindió en 2 reválidas: de 4º para título
de b. elemental, y tras elegir Ciencias o Letras, de 6º, y Preu a los 17.
Luego la E.G.B. abarcó 8º, seguido de B.U.P.(lº a los 14, en 2º se daba
latín, y en 3º se elegía C-L, y C.O.U. a los 17).
Ahora se suprime el latín y la filosofía en 4º de E.S.O., se reduce el
bachillerato a 2 años, en 4 modalidades propedéuticas -Artes, C. de la
Naturaleza y Salud, Humanidades y C. Sociales, y Tecnología- y la Universidad
también reduce 5 a 4 cursos, en cuatrimestres.
A los alumnos, ya adocenados por unos “medios” que incumplen los
códigos deontológicos -país europeo que más horas ve de TV- les suprimen
lectura de clásicos por quasitebeos y el resultado es un fraude.
Se debe leer en clase a temprana edad. Textos escogidos para la positiva
realización personal. Mejor ‘educere’, autodesarrollo, que ‘educare’,
alumno embudo. Ganivet decía que en las aulas (jaulas para Galdós, que
prefería la peripatética calle) se trasmite saber pero no amor al saber. Galdós
también dijo que la amistad es la base de la educación, instruir deleitando,
un saber práctico, cordial, lejos del engolamiento académico - “Llaneza,
Sancho, que toda afectación es mala”, natural sencillez del “escribo
como hablo” de Valdés-. La carnicera Dª Javiera quería para Manolito Peña
“un amigo que a la chita callando le enseñe” porque se reiría de un
profesorazo seco. Y Ricardo Gullón en “Relaciones amistosas y literarias
entre Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez” cita el comentario de J.R.J.
a la carta nº 8 en que Machado le dice: “Tiempo tendremos de escribir
para el alma ómnibus de los profesores y de la chusma, y seremos pulidos,
retóricos y hasta castizos”. J.R.J. apostilla: “...¡Qué lejos estaba A.M.
4.3-5
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de pensar, cuando me escribió esta carta, que pocos años después se
saldría de sus espejos, galerías, sus laberintos maravillosos, mezcla confusa
del simbolismo y de Bécquer, para enseñar francés con énfasis doctoral;
para cantar los campos de Castilla con descripción excesiva, anécdota
constante y verbo casticiero; para aceptar un sillón en la Real Academia
Española; para pasar de la inmensa minoría a la castuoría inmensa!”. Pero
el propio Machado se quejará de haber perdido su juvenil vena poética,
más valiosa que su madura erudición: “Filósofo trasnochado, tengo en
cobre el oro trocado”.
Temo que la supresión en C.O.U. del tema de España, antes reflejado
en la lectura de Campos de Castilla y ahora reducido a ella (pero sigue la
“teoría” del tema existencial y religioso en El árbol de la ciencia y San
Manuel Bueno, mártir, o del teatro en Luces de bohemia y La casa de
Bernarda Alba) contribuya a borrar la memoria histórica.
En los anteriores planes de estudios se impartía Lengua y Literatura, no
sólo española, universal y añadíamos canaria. En B.U.P.se separó Lengua
en lº y se interrumpía hasta C.O.U., aunque los profesores seguíamos analizando
sintaxis que aclaraba significado; en 2º se daba panorama de Literatura
del medievo a hoy, en 3º una obra de cada época hasta el XIX, y en
C.O.U. temas del XX. (La L.O.G.S.E. integra, no mezcla, Lengua y Literatura).
Y en esa partición quedaba Galdós, “en el curso y siglo anterior”, olvidando
que murió en 1920, y que como indica Germán Gullón (Ínsula,
p.561) es un clásico moderno al crear una manera subjetiva de interpretar
la realidad, interioriza.
Los textos de C.O.U., excepto el de Mainer, ni nombran a Galdós en los
antecedentes del 98.
“Ya se le dio” en 3º, leyendo Miau, Torquemada en la hoguera o... Y
notando suspicacia en los alumnos de considerarme “galdosista” al mostrar
la continua huella de don Benito en el XX, les fotocopié “Baroja y
Galdós” de Casalduero.
Esos antecedentes del tema de España no se remontan a su historia,
hombres o paisajes, presentes desde el Cid o Alfonso X, sino a la preocupación
de los problemas de España, la conciencia crítica de su realidad.
Vicens Vives dice que fue la única nación renacentista que se preguntó si
existía. Cervantes le hizo los ojos a Galdós según Montesinos. Quevedo
“engagé” antes que Sartre:
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No he de callar, por más que con el dedo
ya tocando la boca, ya la frente,
silencio avises, o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Ese quiasmo de lamentar lo que se piensa, sufrir represalia, no silencia
su denuncia. Miró su patria desmoronada, decaída por la acción imperial
de Carlos V. Las cartas marruecas de Cadalso, la 3ª, síntesis de la Hª de
España, esqueleto de un gigante tras los Austrias -últimos reyes españoles
los católicos- y llega Borbón; la 9ª, defensa de H. Cortés ante la leyenda
negra de “humanísimos” países negreros. Y Larra considera la literatura
“un faro”, mostrando al hombre “no como debe ser” (neoclásicos) “sino
como es, para conocerlo mejor” (preludia el realismo).
Nombran al tradicional Menéndez Pelayo y a los krausistas liberalreformistas
(I.L.E., Sanz del Río, Giner). El regeneracionismo de Costa (el
lema mansista “Moralidad y economía” antecede al “despensa y escuela”)
¡Y se saltan a Galdós! hacia Ganivet y el 98. Si Unamuno, que odiaba le
clasificasen como una mariposa, viese que incluyen su inicial en el anagrama
mnemotécnico VABUMG...
Ese amor al saber, arte por arte, hay que trasmitirlo con nuestro entusiasmo;
porque al contestatario alumno (se le ha imbuido su derecho, no
su deber) le interesa aprobar, no aprender; y si Galdós “no toca”...
¡Y vaya si toca en el 98...! Tocado él por el fusilamiento de los jóvenes
sargentos, buscó la causa de esa España dividida en sus amados libros, en
la Historia maestra de la vida que nos evitaría tropezar, y nos la novela en
sus Episodios Nacionales, en lección de buena voluntad y concordia; en
Trafalgar los españoles aliados de franceses contra los ingleses, y luego
con los ingleses contra Napoleón, mientras las madres de ambos bandos
rezan por sus hijos: el hombre ciudadano universal (isleño de puerto franco)
superando fronteras, (y religiones, hacia el actual “sentido divino de la
creación” llámese Cristo, Buda o Alá. ¿Anticlerical? ¿Por denunciar al Pantoja
de Electra? ¿Por evangelio de Nazarín? ¿Porque Dios es más que pedirle?
(Hay más lágrimas por súplicas concedidas): “¡también mojigata! ... ¡también
santurrona!” piensa Manso de Irene: figurar en aristocracia ordinaria,
devoción de pedir a Dios carretelas, un hotelito y saneadas rentas, elasticidad
de conciencia y disimulo; “¡también supersticiosa!” gradación del desencanto
de esta Minerva imperfecta a la que desde el limbo ve temerosa
de entrar en su habitación del “plantón terrestre”, en frío recuerdo mezclado
de cálculo aritmético: “-No, tía. Ya no más misas”. Mientras en Peña,
el bloque en que esculpió la hermosa figura del hombre divino “Quedará
aquí y aquí” en mente y corazón, copia de conocimientos experimentales
en política “que es la vida de la acción pura y de la gimnástica volitiva”.
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Acción y voluntad fue el tema de Azorín, Baroja, Unamuno.
Volviendo al cuestionario de C.O.U., la tópica dicotomía modernismo
forma-98 fondo (movimiento que engloba una actitud) debida al desdén
juanramoniano de su etapa modernista hacia la pura (“¡qué iracundia de
hiel y sinsentido!”) cae al evolucionar Rubén en sus Cantos de vida y esperanza
interrogando la Esfinge con el cuello divino de esos cisnes antes
mítico-plásticos el porvenir hispano: “¿Tantos millones de hombres hablaremos
inglés?... Hay mil cachorros del león español... Y pues contáis con
todo, os falta una cosa: Dios” (“Oda a Roosevelt”); acercándose a la pureza
de J.R.J.: “de desnuda que está brilla la estrella”; y profundizando en la
duda existencial con el soneto interrumpido (blanco silencio del inquirir
sin respuesta) “Lo fatal”: “Ser y no saber nada”. Paradoja: No imitar/ El
poeta carga la explicación. (Cada uno se interpreta).
Galdós apenas trató a Darío: sólo compuso poesía humorística en su
juvenil Emilianada; detesta al Bardal de “suspirillos germánicos y pequeños
poemas” (alusión a Bécquer y Campoamor) al cual traían en palmitas
Lica y su hermana “por la pícara afición al verso, propia de la tierra” (hispanoamericana,
el nicaragüense y las cubanas).
El modernista Manuel Machado dijo en 1945 “Yo fui el primero en poner,
por entonces, sobre el tablero los temas españoles”: sus glosas del
Cid, Berceo, Hita... Pero se opuso a la voluntad de acción noventayochista:
“Mi voluntad se ha muerto una noche de luna.../ y que jamás me obliguen
el camino a elegir/ que la vida se tome la pena de matarme/ ya que yo no
me tomo la pena de vivir”. Comienza “Adelfos”: “Yo soy... de la raza mora...
Tengo el alma de nardo del árabe español”. Ganivet en su Idearium Español,
Aguilar, Madrid, 1964, p.137) tiene fe optimista en la fuerza latente
árabe: los griegos son dictadores espirituales de arios indoeuropeos por
su contacto semita; el cristianismo dio fuerza espiritual a la debilitada cultura
grecorromana; España dominada por los bárbaros recupera su fuerza
individual, expresada en la mística Teresa, tras los árabes, cuyo influjo fue
psicológico, no intelectual, no nos dieron ideas -aunque a través de los
traductores de Toledo volvió a Europa el clasicismo vía jacobea-; nuestro
Ulises es Don Quijote; el anglosajón, Robinson; el italiano, Dante en su
Divina Comedia; el alemán, Fausto filósofo; el español ha perdido la fe en
sus propias ideas y busca fuera lo que dentro de sí tiene: espíritu.
Sin embargo, Baroja es antisemita: en El árbol de la ciencia (Alianza,
Madrid, 1983, p.133) Iturrioz quiere fundar la Compañía del Hombre opuesta
a la jesuita. Griegos y judíos inventaron Olimpo y Paraíso; Kant cubre
piadoso la rama de libertad y el probo Schopenhauer la aparta: voluntad e
inteligencia. En “Nietzsche y su filosofía” (Revista Nueva Madrid, nºl,
15-2-1899), Baroja dijo que ese egotista odia la moral de la caridad, niega
lo objetivo como noumeno, sólo reflejo de la psije, bien y mal son artificiales
plagiando a Pranzini “Nada es verdad, todo es permitido”; sádico débil
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goce de hacer sufrir, entusiasmo de hembra histérica por Napoleón y
Bismark: “Jesús tenía sólo amor a los débiles porque era fuerte” (¿Ampliar
su paz a los hombres de buena voluntad a desear buena voluntad a todos
los hombres?) Esto nos lleva a Antonio Machado, que en su Autorretrato
conjuga filosofía griega y religión cristiana: el “conócete” y el “ama a Dios
y al prójimo como a ti”: “Converso con el hombre que siempre va conmigo”
(introspección, sabia soledad luisiana) “que me enseñó el secreto de
la filantropía”. Machado admira a Unamuno que “dicta lecciones de Caballería”:
“te es leal este humilde profesor de un instituto rural”.
Como el poder de la prensa forma e informa, troquelamos conductas (o
lugares comunes) en nuestras aulas: Los manuales dicen que en el 27 se
pasó “del yo al nosotros” con Lorca, Alberti y el poema “En la plaza” de
Aleixandre: “no te busques en el espejo,/ en un extinto diálogo en que no
te oyes./ Baja, baja despacio y búscate entre los otros. Allí están todos, y
tú entre ellos./ Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete”; se llega a la poesía
social con Otero que pasa de invocar a Dios “y su silencio retumba” a su
testamento poético “Yo doy todos mis versos por un hombre” (en paz); y al
mejicano Octavio Paz, Piedra de Sol: “soy otro cuando soy, los actos míos/
son más míos si son también de todos”... “buscarme entre los otros,/ los
otros que no son si yo no existo/ los otros que me dan plena existencia”...
“vida que nos desvive y enajena,/ que nos inventa un rostro y lo desgasta,/
hambre de ser, oh muerte, pan de todos.”
El salirse de sí, de Machado, nos lleva a esa solidaridad: “El ojo que ves
no es/ ojo porque tú lo ves./ Es ojo porque te ve”. ¿Y dónde está Galdós en
Machado? En la esperanza del español: Ese andaluz melancólico paseante
crepuscular al despedirse de Soria “mística y guerrera” tras la muerte de
Leonor (“Me habéis llegado al alma ¿o acaso estábais en el fondo de ella?”)
les desea a sus míseros y envidiosos habitantes -(contrapone ayer y hoy:
Castilla del Cid “madre de capitanes, madrastra de ganapanes”, y Santa
Teresa “filósofos nutridos de sopa (boba) de convento” o viejas enlutadas
al rosario y la campana gregaria)- ”que el sol de España os llene de alegría,
de luz y de riqueza”. Machado confía en la España que alborea, como
Galdós, que a pesar de “los años bobos” de esta pecera a la que se ha
olvidado cambiar el agua, de la caquexia, (abulia de Ganivet, ataraxia del
Hurtado barojiano, modorra espiritual de Unamuno) confía en la juventud.
Toma el ara castellana como altar desde el que se eternice en sus versos.
Unamuno no cree en los demás. Toma el ara castellana como altar desde
el que se eternice en sus versos. Contra esto y aquello, se afirma contra
todos. Él escribió en la galdosiana revista Electra aparecida el 16-3-1901
con exhorto de don Benito a trabajar por la justicia, y no repetimos la
deuda que denunciamos en el anterior Congreso de su nivolesco Augusto
basado en El amigo Manso (el ente de ficción ya estaba en Cervantes El
retablo de las maravillas y su Quijote espada en alto con el vizcaíno hasta
traducir a Cide Hamete Benengeli; en Tamayo Sombra de un sueño (Píndaro
“el sueño de una sombra”); Grau El señor de Pigmalión; y después de
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Niebla, en Pirandello Seis personajes en busca de un autor) y el tema de la
Educación, fracasada en Amor y pedagogía al contraponerlos cuando es
su alimento: el bebé Apolodoro habla “gogo” que en euskera es deseo,
humor, ánimo y por extensión ‘voluntad’. Al suicidarse el hijo, Avito se
abraza a su esposa Marina, (la inductiva braquimorena cuyos ojos le desviaron
de la deductiva dólicorubia Leoncia) que lo llama “¡Hijo mío!” como
la propia esposa de Unamuno cuando lloró en su crisis religiosa. Unamuno
creyó que Galdós plagió su “intrahistoria” de Paz en la guerra 1897,
-según de la Nuez sin abrir en su biblioteca-, cuando reanudó los Episodios
(1ª serie 1873-9, 3ª Zumalacárregui abr-may 98) y lo cierto es que 24 años
antes en Trafalgar en-feb 73 Galdós explica la fusión novela historia para
ver “el alma, cuerpo y humores de la nación. Estos personajes
semianónimos “que no aspiran al juicio de la posteridad” reflejan la historia
nacional, el “cotidiano acontecer”. Gabriel Araceli niño piensa al iniciar
la gloriosa acción tras escapar con su señor Alonso (el Quijote encarna
nuestra paranoia) que “la Patria no son las personas que regían la nación
tales como el Rey y su célebre ministro... me acordé de todos los españoles
a quienes consideraba asomados a una gran azotea contemplándonos
con ansiedad”, reza no un padrenuestro o avemaría, sino “algo nuevo que
a mi se me ocurrió entonces”; no defiende una abstracción convencional
(como el imaginario nacional creado en América tras emancipación), sino
todos y uno, “El patriotismo no era para mí más que el orgullo de pertenecer
a aquella casta de matadores de moros”; pero el momento que precedió
al combate la idea de nacionalidad iluminó su espíritu:
“Me representé a mi país como una inmensa tierra poblada de gentes
todos fraternalmente unidos”, familias con esposa que defender, hijos que
educar, hacienda que conservar, honra que defender; ayudarse contra un
ataque de fuera... “la calle donde se ven desfilar caras amigas, el campo,
el mar, el cielo, todo cuanto desde el nacer se asocia a nuestra existencia,
desde el pesebre de un animal querido hasta el trono de reyes patriarcales”
(¿el subconsciente asocia Belén y César?; yo y circunstancia orteguiano)
“todos los objetos en que vive prolongándose nuestra alma” (cosificación
del nouveau roman, “beato sillón”). Brown en “El espesor de lo real” dice
que no manipula el presente como a veces interpretaba la historia; la tesis
tendencia y suceso histórico acotan al autor que no puede “escoger a su
albedrío ni el lugar de la escena ni los móviles de la acción”; se documenta
en la historia y en anuncios del “Diario de Avisos” “con colorido, acento de
época y dejo nacional” (precedente de las palabras “terruñeras del 98“).
En Cánovas Efémera, mensajera de MariClío revela a Tito Liviano: “Desea
que te apliques a la historia interna, arte y ciencia de la vida, norma y
dechado de las pasiones humanas“.
Según H. Turner resume el mensaje moral el “Poque no lo entienden”
(con que Rupertico defiende a Manso tras su discurso -cortado por la “car921
cajada de trapo del ras de un abanico”- velado por el éxito de “la palabra
arrebatadora, don semidivino” de su alumno, idea-razón/palabra-inspiración);
Yo creo que pudo inspirar el tonto que repite “Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen” de San Manuel Bueno, mártir. También
vemos concomitancias en los indianos de Nada menos que todo un hombre
y los de Galdós, savia nueva, en dialéctica aristocracia, mesocracia,
pueblo selfmademan (De la Nuez en su conferencia inaugural del curso 88
lagunero “Galdós y América” nota la clarividencia del filósofo de la historia
sobre PanAmérica: “El Norte y Sur serán émulos, jamás amigos y ambos
conservarán siempre sus lazos familiares con Europa y con las dos razas
de que provienen”: evidente en Malvinas).
Galdós escribe a Pereda el 6 junio 77: “carezco de fe, no la he podido
conseguir” (¿angustia unamuniana?) “las novelas no son ni para quitar ni
poner la fe, son para pintar pasiones y hechos interesantes”. Ahí difiere de
Cervantes, que prefería le cortaran la mano con que escribía que suscitar
un mal pensamiento. Quizá por ello opinó Baroja: “Dickens era un apóstol,
Galdós en cambio, no tenía ética” aunque reconoce: “El único grande
era Galdós”; le debe el Luisito Hurtado inspirado en el Luisito de Miau. O
como a Felipín Centeno, [el compañero de Marianela que escapa para hacerse
a sí mismo tal el Doctor Golfín -ciencia de Comte que mata la inspiración-
y quiere explicación científica de la realidad que le entra por los
sentidos (como Manso a Peña en la calle, en presencia del fenómeno; el
gabinete del Emilio de Rousseau es el universo, aunque Máximo enseña la
norma interna] le desespera ignorancia que le impide curar a su amo Alejandro,
como a su hermano Luisito al Andrés barojiano. También la frase
de Lulú “¡Qué hombre más ideático!” me recuerda “La inteligencia es la sal
de los hombres” de Dª Javiera.
Valle Inclán distorsionará con su esperpento la historia El ruedo ibérico.
Unamuno historia la guerra carlista. Baroja confiesa a Artiles: Galdós sabe
historia, yo la invento.
En fin los entusiastas colaboradores de Electra que alabaron a Galdós:
Valle lo llama “maestro del idioma”; Unamuno “evangelista de Madrid”,
luego lo niegan; según Armas Ayala sólo Azorín reconoce: “Galdós ha realizado
la obra de revelar España a los españoles”. Que no es poco.
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BIBLIOGRAFÍA
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ACTAS 1 CONGRESO I. DE E. GALDOSIANOS: AMOR, J., «Galdós, V. Inclán, esperpento»;
ARTILES, J., «La intrahistoria: de G. a U.»; PÉREZ, M., y CABEZAS, J. L., «Azorín y Galdós».