GALDÓS EN LA RED: LA LECTURA ARTIFICIAL

Y ALGUNAS DE SUS IMPLICACIONES TEÓRICAS

Y PRÁCTICAS

Wifredo de Ràfols

Even in prehistory man already made

tools that have an edge finer than

they need have. The finer edge in its

turn gave the tool a finer use, a

practical refinement and extension to

processes for which the tool had not

been designed.

J. Bronowski

Desde los tiempos en que los hombres empezaron a grabar líneas en las

piezas de cerámica hasta la actualidad, la historia de la escritura y de la

lectura ha venido marcada por diversos logros técnicos (como la invención

del alfabeto vocálico o la imprenta de Gutenberg) que no sólo han afectado

profundamente al medio de la comunicación escrita, sino también, tal como

señala Marshal McLuhan, al mensaje mismo. En este siglo, que nos ha

traído la transición entre lo que Régis Debray denomina la grafoesfera y la

videoesfera (p.532), las innovaciones técnicas se han multiplicado de forma

exponencial. La impresión en offset, la fotocopiadora, el ordenador

personal, el escáner, la máquina de fax, el correo electrónico y otros avances

han transformado, cada uno a su manera, la cultura de la comunicación

escrita. Esas progresivas innovaciones están culminando al final del milenio

en un maridaje entre el ordenador y la televisión. Este matrimonio supone

algo más que la posibilidad de ver a conveniencia una versión

cinematográfica digitalizada de Tristana en las pantallas de nuestros

ordenadores. Significa también que los textos literarios, en los que siempre

hemos pensado como residentes de una ubicación física particularmente

accesible —el libro—, empiezan a circular por el reino etéreo de las

comunicaciones globales digitalizadas, un reino más conocido como

ciberespacio.

Antes de pasar a reflexionar sobre algunas de las implicaciones teóricas

y prácticas de esa migración de textos desde la estantería al ciberespacio,

quiero situar mi discurso en el contexto de los más recientes avances

tecnológicos que han precedido a ese traslado. En la última década hemos

presenciado una lenta pero incesante migración del texto desde las páginas

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palpables del libro a los disquetes, discos duros y CD-ROMS, más abstractos.

A este respecto cabe señalar que los nuevos DVDS (Discos Virtuales

Digitales) de este mismo año permiten llevar las obras completas de Galdós

en el bolsillo de la chaqueta... en un solo disco. A la vez, el hecho de que

las impresoras de láser de alta definición se hayan convertido en elementos

de consumo cotidianos significa que en el escritorio personal de cualquiera

puede figurar ahora una imprenta Gutenberg virtual. Los editores y bibliófilos

que insisten en que el libro impreso se presta más a la mirada y es más

portátil, cómodo y fiable que el texto en pantalla, saben también que este

último puede imprimirse pulsando un ratón y que, para empezar, hoy en

día la mayor parte de los editores utilizan ordenadores para imprimir libros.

El abismo que queda entre la relativa incomodidad de manipular un manojo

de páginas impresas en casa y el evidente confort de abrir un libro

encuadernado por un editor se verá pronto salvado por las nuevas

tecnologías, por un nuevo tipo de pantalla portátil o por un mecanismo de

encuadernación que nos permitirá encuadernar libros en casa de una forma

tan automática y barata como ahora imprimimos páginas en nuestras

impresoras de láser personales. Cuando quede salvado ese abismo, los

bibliófilos nos apaciguaremos; y los editores tradicionales tendrán que

reinventarse a sí mismos.

Los editores no son los únicos que toman nota de las potenciales

innovaciones que la digitalidad aporta a la presentación de los textos. Dado

que la crítica literaria no sufre el estorbo de las aprensiones pecuniarias

que pueden trabar a algunas casas editoriales, los críticos deberíamos

estar tanto más dispuestos a acoger esas innovaciones para acomodarlas

a nuestros propios quehaceres intelectuales. Un ejemplo digno de alabanza

de adopción de esa tecnología con fines críticos es el Proyecto Editorial

Pérez Galdós de la Universidad de Sheffield (Inglaterra). El profesor Nicholas

Round dirige un proyecto que fue anunciado este mismo año en una carta

a la Asociación Internacional de Galdosistas (AIG):

Dicho proyecto tiene como fin preparar ediciones críticas de las

Novelas españolas contemporáneas de Benito Pérez Galdós,

basadas en el estudio crítico de los manuscritos, pruebas y

primeras ediciones, y presentadas en soporte CD-ROM, que

almacenará concordancias, índices de personajes, lugares,

sucesos, etc., además de información relevante a cada novela.

(p.18)

No cabe subestimar la importancia de esta enorme empresa, que el

profesor Round describe modestamente como el desarrollo de una

herramienta, pues esa herramienta encierra el comienzo de una nueva

cultura crítica para los galdosistas. Cómo será esa cultura es algo que se

está determinando mientras hablo y que está destinado a cambiar a medida

que la tecnología prosigue su infatigable marcha adelante. Sin embargo,

su tesis fundacional ya es común tanto a los estudios literarios como a la

industria del ordenador: garantizar el establecimiento de un entorno de

cooperación abierto.

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La digitalización del texto constituye un salto prometedor (o amenazador)

para la manera en que se presenta el mismo y para el modo en que

podríamos interactuar con él e interpretarlo. Ese salto es potencialmente

el más revolucionario desde la invención del códice y debe considerarse

como un hito en la progresiva artificialización del texto. Recordemos que

la mayor parte de las características del texto impreso que en la actualidad

consideramos corrientes (la paginación, el intercalado de espacios en blanco

entre palabras, la división del texto en párrafos, capítulos y volúmenes, las

notas a pie de página, los índices y las tablas de contenidos), recordemos

que cada uno de esos avances facilitó el proceso de lectura —aun a pesar

de aumentar su artificialidad— y, más concretamente, la capacidad del

crítico para navegar por el texto impreso, para seleccionar e interconectar

partes del mismo con el fin de formular interpretaciones y alcanzar juicios

críticos. En comparación con todo ello, el texto digital ofrece unas

oportunidades inconmensurablemente mayores para la navegación crítica.

Esas oportunidades se hacen patentes en las preguntas abiertas que

el profesor Round formula en torno a qué debería incorporar la edición en

CD-ROM de las cuatro novelas de Galdós sobre Torquemada. Curiosamente,

esas preguntas van precedidas de otras igualmente importantes y

relacionadas con ellas que formula la profesora Hazel Gold, presidenta de

la Asociación, en la primera página del Boletín. En su mensaje a los socios,

la profesora Gold pregunta,

¿Qué tipos de proyectos de investigación literaria ahora son

posibilitados por el empleo del ordenador? ¿Cómo podemos

aprovecharnos de los medios de comunicación electrónica para

achicar las distancias geográficas que separan a galdosistas

procedentes de países diversos y mejor facilitar la comunicación

entre todos? (Boletín de la Asociación Internacional de

Galdosistas, p.7)

El hecho de que ese número concreto del Boletín se abra y se cierre con

preguntas acerca de cómo cabe aplicar la tecnología intelectual a los

estudios sobre Galdós señala la inminente llegada de una nueva era para

los galdosistas. En mi opinión, ha llegado la hora de invertir en esa tecnología

empezando a meter tanto las obras de Benito Pérez Galdós como las que

se ocupan de él en la World Wide Web (la red, o lo que José Antonio Millán

atinadamente denomina la Malla Mundial). Hacerlo así significa dar un

segundo y, en algunos aspectos, extraordinario salto. A la vez que el primer

salto desde los libros y manuscritos a los CD-ROMS y DVDS implica una

transición que interpone al ordenador como intermediario necesario, el

medio resultante no deja de ser un objeto físico: muchos libros se convierten

en unos cuantos discos en el estante. Incluso si ese paso supone ya aquello

a lo que Jean Baudrillard se refiere como el cambio de lo «táctil» a lo

«digital» (Boletín de la Asociación Internacional de Galdosistas, p.115), los

CD-ROMS, al igual que los libros, pueden comprarse y venderse en las

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tiendas y pedirse por correo. Califico el segundo salto de extraordinario

porque supone la desaparición del objeto material: implica el traslado del

texto desde los libros y los discos a lo que podría denominarse el éter

digital del ciberespacio.

Para marcar el comienzo de ese traslado, el profesor Theodore A. Sackett,

de la Universidad de Nevada (EE.UU.), y yo hemos iniciado un sitio en la

red dedicado a Galdós. El sitio está actualmente en construcción (dirección

provisional: http://www.unr.edu/galdos/). El ritmo de su desarrollo

dependerá en gran medida de la colaboración que recibamos de los

galdosistas de todo el mundo y del apoyo que podamos obtener de fuentes

gubernamentales, institucionales y comerciales. El sitio se presta a incluir

enlaces con nuevos sitios dedicados a Galdós en otros lugares, con

información sobre la Casa-Museo Pérez Galdós, con un modo fácil de

subscribirse a los Anales Galdosianos, con una lista informatizada de los

socios de la AIG y con librerías virtuales en las que ya se venden ediciones

impresas de las obras de Galdós a través de Internet; y hasta puede incluir

aspectos tan mundanos como los que nos ayudan a encontrar hoteles en

Las Palmas de Gran Canaria que estén situados en las cercanías de la

Casa-Museo Pérez Galdós. Pero, en última instancia, lo que tendrá interés

para los estudiosos será la presentación directa de textos. Para empezar,

pueden enlazarse fotografías digitales de cada una de las páginas del

manuscrito de una novela de Galdós con las correspondientes páginas de

las primeras ediciones y con cualquiera de las ediciones críticas posteriores;

para las palabras cuya lectura en el manuscrito resulte difícil es posible

incorporar en el sitio de la red un software de ampliación que aplique

filtros al texto; en los casos en que exista una versión cinematográfica

disponible, pueden enlazarse la novela, el guión y el vídeo digital; también

se pueden enlazar las partes relevantes de los libros y los artículos que se

ocupan de la novela de que se trate; cabe enlazar libros sobre cualquier

aspecto de Galdós y las reseñas de los mismos, al igual que puede hacerse

con cualquier edición futura en hipertexto y multimedia.

Consideramos que la proliferación de Galdós en la red es algo inevitable.

Aun siendo quizá nuestro proyecto el primero dedicado a Galdós, el marco

abierto de la red no impide en modo alguno que otros inicien proyectos de

mayor o menor alcance. Por ejemplo, es posible que un estudioso desee

construir un sitio dedicado exclusivamente a Marianela. A diferencia del

libro o del CD-ROM, que existen en un aislamiento relativo y disponen de

un lapso de vida limitado en el estante de la librería, el sitio sobre Marianela

puede quedar enlazado con otros sitios dedicados a Galdós en todo el

mundo y actualizarse continuamente. La red no conoce fronteras nacionales;

su contenido no queda fijado en el tiempo o en el espacio; su misma

naturaleza es anárquica y antimonolítica.

Esa inminente migración de los textos desde la estantería al ciberespacio

significa que los textos de Galdós y los dedicados a él se encontrarán cada

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vez más disponibles en forma digital. Sin embargo, la red promueve algo

más que la simple entrega de textos digitales: promueve una nueva cultura

de las comunicaciones que fomenta, en un sentido práctico y cotidiano,

muchos de los principios de la teoría de la crítica reciente. Ello no resulta

sorprendente si consideramos que, en primer lugar, la palabra «texto»,

derivada del latín texere (tejer), posee un parentesco semántico con «red»

(tejer un texto, tejer una red) y, en segundo lugar, que la teoría de la crítica

y la tecnología digital son ambas hijas de la década de 1960. La descripción

por Roland Barthes del texto como galaxia tejida de significantes que puede

surcarse perpetuamente podría muy bien ser una descripción de la Malla

Mundial y los hipermedios que nos brinda. Lo que para Julia Kristeva y

otros era insistencia en los méritos puramente teóricos de la intertextualidad

es ahora una característica transparente de la red y sus componentes

hipertextuales. Los conceptos de Mijail Bajtin de dialogismo y polifonía

son componentes intrínsecos de la red. Igualmente, la investigación crítica

del logocentrismo por Jacques Derrida y su desarrollo del concepto de

diseminación se reflejan en los intraenlaces e interenlaces de los hipertextos

y de la red misma, que, por definición, es un medio con múltiples centros.

Cabe decir lo mismo del concepto de Umberto Eco del texto como «obra

abierta»: el texto digital se presta a una lectura no lineal y trastoca los

conceptos de apertura y cierre, de interior y exterior del texto. Puede que

las feministas que afirman que la lectura lineal fomenta una lógica masculina

y racional que no es plenamente compatible con el universo natural

encuentren que la textura no lineal y no jerárquica de la red refleja mejor

ese universo. En la red, los defensores de los estudios interdisciplinarios y

culturales (cultural studies) que desean llegar más allá del texto a su amplio

contexto histórico y cultural pueden enlazar su trabajo no sólo con artículos

de periódico y los correspondientes documentos, sino también con dibujos,

pinturas, fotografías, mapas y música. Asimismo, la importancia que la

teoría de la recepción atribuye a la interacción entre el lector y el texto no

puede ser más evidente en el ciberespacio, donde las posibilidades de

que goza el lector para interactuar con el texto cobran dimensiones

necesarias y prácticas.

La red y la hipermedia que encierra es un receptáculo particularmente

adecuado para las obras completas de Galdós —quizá más aún que en el

caso de cualquier otro autor español— por dos motivos: en primer lugar

por la enorme magnitud de lo que Ricardo Gullón denominaba «el supertexto

galdosiano» y, en segundo lugar, debido a la manera en que muchas de las

obras de Galdós se encuentran interconectadas hasta formar una red propia.

Las referencias a personajes y lugares que aparecen en más de una novela

pueden ser enlazadas entre sí a través de los enlaces hipermedia. Es posible

hacer lo mismo con los motivos, con las técnicas narrativas y con todas las

peculiaridades lingüísticas que puedan ofrecer un interés, todo ello con el

fin de proporcionar al lector un mayor acceso a la producción literaria de

Galdós. No obstante, es posible que los críticos deseemos reflexionar sobre

las implicaciones teóricas que este tipo de lectura puede tener para las

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interpretaciones y valoraciones que generamos. A medida que el

ciberespacio se convierte en el medio normal y no excepcional a través

del que accedemos a la literatura, empezará a configurarse un nuevo

acercamiento teórico al estudio de Galdós. Incluso a la vez que el

ciberespacio va acogiendo los paradigmas de la teoría de la crítica que

acabo de enumerar, también va trascendiéndolos (o haciéndolos obsoletos)

e impone un nuevo paradigma propio. Quizá la mejor manera de definir

éste sea en función de lo que denomino lectura artificial.

En sentido estricto, la comunicación escrita siempre ha sido artificial en

la medida en que los instrumentos hechos por el hombre se imponen

necesariamente entre emisor y receptor. Estamos tan acostumbrados a

utilizar esos instrumentos (alfabetos, papel, tinta) y a visualizar los formatos

a que me he referido anteriormente (paginación, índices, notas a pie de

página), que consideramos la dimensión remota y artificial de la

comunicación que permiten como algo natural. A medida que avanzamos

hacia el extremo más elevado del espectro del instrumento, no obstante,

nos vemos cada vez menos impulsados a considerar esa artificialidad como

algo natural, aunque sólo sea porque el nombre mismo de la tecnología en

cuestión incluye la expresión «inteligencia artificial». Existen programas

llamados inteligentes que automáticamente proporcionan resúmenes de

textos, pero hasta la fecha sólo son capaces de producir unas frases

fundamentalmente inútiles, por no decir graciosas.

Sin embargo, los rudimentos de la lectura electrónica proporcionados

por el escáner, el procesador de textos y el programa de base de datos

existen desde hace algún tiempo para ayudar al crítico a navegar y manipular

textos —en lo que constituye claramente un modo artificial de leer—. Esos

rudimentos se encuentran extrañamente vacíos de las inclinaciones y

prejuicios humanos que inevitablemente acompañan a la interpretación.

Encontrar, contar, ordenar y enlazar palabras con arreglo a unas normas

abiertas y concisas facilita la presentación de datos innegables acerca de

los textos (de un modo muy similar a como lo hacen las citas ordinarias);

los datos cuya compilación antes llevaba días, meses o años se encuentran

disponibles en segundos. Asimismo, una edición crítica multimedia de la

red puede incluir, a diferencia de la edición impresa, tanto información

subjetiva como una cantidad casi ilimitada de información objetiva. Por

ejemplo, puede incluir el resumen de un artículo sobre una novela de

Galdós así como un enlace directo con el artículo mismo. Puede incluir

una bibliografía selecta y una bibliografía continuamente actualizada y

completa. También es capaz de incluir enlaces subjetivamente

determinados con información objetiva existente dentro de la novela, de

tal modo que el lector pueda seguir un curso de lectura artificial que, por

ejemplo, rastree únicamente las actividades de uno de los personajes de

la novela. Aunque parezca que los datos recogidos por medio del ordenador

se encuentran fuera del círculo hermenéutico, estos representan una

enorme masa objetiva de evidencias que, por definición, carece de sentido

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hasta su selección, combinación e interpretación. Una vez interpretados o

utilizados los datos para formar una argumentación, su significación vuelve

a ser subjetiva y la circularidad hermenéutica vuelve a entrar en juego. No

obstante, una evidencia poderosa vale más que otra débil, y el tipo de

evidencia rudimentaria que la lectura electrónica es ya capaz de

proporcionar puede muy bien servir para reforzar unos argumentos críticos

que, de lo contrario, tendrían que seguir dependiendo en gran medida de

la intuición y el impresionismo.

La lectura artificial asistida por ordenador es capaz de aproximarnos

más al texto aunque sólo sea porque el texto digital es más dúctil y

manejable que el impreso. A este respecto habría que añadir el concepto

de «lectura detenida» (close reading), adelantado por el New Criticism, a la

lista de teorías de la crítica que la red fomenta de modo inherente. Como

sabemos, el New Criticism se prestaba más al estudio de la poesía, donde

el texto es relativamente breve, que a las obras narrativas o dramáticas de

mayor extensión. Es mucho más fácil encontrar un tema, una imagen, una

metáfora o un símbolo clave en un poema de cien palabras que en una

novela de sesenta mil. La dificultad que impone esa diferencia de

dimensiones queda muy reducida cuando la novela ha sido digitalizada y

es susceptible de una lectura artificial.

Un ejemplo que hace al caso es el de Doña Perfecta. Al preparar el sitio

en la red para Galdós y esta conferencia tuve la oportunidad de escanear,

corregir y elaborar una versión digitalizada de la novela. La edición estándar

de Doña Perfecta está formada por unas sesenta y cuatro mil palabras.

Claro está que, una vez digitalizado, el texto es susceptible de una

investigación lingüística y estadística que de otro modo sería demasiado

laboriosa. Lo que me interesa, sin embargo, son las posibilidades de leer

la novela de una manera no lineal con el fin de obtener unas percepciones

más bien literarias que lingüísticas. Supongamos que queremos estudiar

la imagen de la casa en dicha novela. Además de hacer una relectura lineal

que tiene en cuenta esa imagen, se puede efectuar una lectura artificial en

la cual el motor de búsqueda del ordenador nos lleva de una instancia de

«casa» (y sinónimos) a la siguiente, presentándonos, con una inmediatez

inaudita, el contexto en que aparece cada instancia. En este caso, según

uno navega por el texto, orientado por el compás de la palabra, pronto se

hace evidente que «casa», con toda su polisemia, puede muy bien constituir

el leitmotif de la novela. «Casa», que al principio se refiere sólo a un edificio

y luego a una vivienda, empieza a acumular significados relacionados con

la propiedad, con los ”asuntos de la casa” (Doña Perfecta, p.102), con

quiénes y quiénes no pertenecen a ella, con la familia, con el linaje y con

la nobleza, así como con conceptos como ”castillo” y ”dominio”. Al final,

la casa se transforma en una extensión metonímica de doña Perfecta misma

(o viceversa).

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Son muchos los sentimientos clave que se expresan en función de la

casa de doña Perfecta. Ella misma declara que Pepe había sido recibido

”como la esperanza de mi casa” (Doña Perfecta, p.150), mientras que él le

asegura, prolépticamente, que ésta es la casa donde ”me gustaría vivir y

morir” (Doña Perfecta, p.124). En la famosa escena en que Pepe averigua

que el vestido de la Virgen, que él acaba de ridiculizar, había sido cosido

por Rosario, lo que importa, según don Inocencio, es que ”ese vestido, tan

grotesco a los impíos ojos de usted, salió de esta casa” (Doña Perfecta,

p.132). Conforme a esta interpretación del clérigo, Pepe no ha insultado ni

a la Virgen ni a Rosario, sino a la casa de doña Perfecta. Cuando Rosario le

pide a doña Perfecta que le permita casarse con Pepe, la reacción de la

madre no es, ”¿Tú? ¿Casarte con ese hombre?», sino ”¡Ese hombre aquí,

en mi casa!” (Doña Perfecta, p.286). Sirvan estos exiguos ejemplos como

unos cuantos de los muchos que esta indagación preliminar en seguida

pone de manifiesto, y que, ya que el tiempo me impide elaborarlos más

aquí, resumiré de este modo: La casa es, sin lugar a dudas, la imagen

central de la novela, imagen que representa el locus del poder, la riqueza,

la familia, la tradición y la religión, así como un campo de batalla en el que

entran en juego tanto los deseos románticos de Pepe como la avaricia de

María Remedios y de don Inocencio. Si es cierto que, como sostiene Linda

C. Fox, Federico García Lorca casi con toda seguridad se inspiró en Doña

Perfecta al escribir La casa de Bernarda Alba (Hispanófila, p.57), entonces

quizá sea también cierto que consideró que la imagen de la casa era lo

suficientemente importante como para colocar esa palabra en el título de

su obra. Según parece, Lorca, a diferencia de mí, no precisó de motores

de búsqueda para concluir que la imagen de la casa es un elemento

fundamental en la novela de Galdós.

Este trabajo en desarrollo, que podría titularse «La casa de doña

Perfecta», se reduce a dos componentes: uno es el hecho, objetivo e

indisputable, de que «casa» es con mucho el substantivo común que Galdós

utiliza más a menudo en la novela —dato proporcionado por el ordenador

casi instantáneamente—; el otro es la significación, totalmente subjetiva y

disputable, que uno pueda atribuir a ese hecho. Entre ambos componentes,

la red ofrece a cualquiera la oportunidad de efectuar su propia lectura

artificial, de navegar con facilidad desde el contexto —por seguir con el

mismo ejemplo— de una ocurrencia de «casa» hasta el contexto de la

siguiente, para juzgar por sí mismo el carácter central o marginal de esta

ubicua y polivalente imagen en Doña Perfecta. A la vez que la entrada de

Galdós en el ciberespacio va a ofrecer innumerables posibilidades a los

textualistas, lingüistas, historiadores, biógrafos, bibliógrafos, y críticos de

cualquier escuela, también nos ofrecerá a todos nuevos modos de leer

artificialmente los textos de Galdós. Lo que es más, un Galdós en la red

nos brinda mayores oportunidades de colaboración mundial, de formar

nuevos equipos de investigación y de actualizar continuamente y de forma

rápida y eficaz la creciente base de conocimientos en que se funda el

galdosismo internacional.

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BIBLIOGRAFÍA

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