NARVÁEZ, UN TEXTO GALDOSIANO DEL SIGLO XX.

¿RENOVADO?

Ángeles Acosta Peña

Superado vitalmente el siglo XIX, Galdós penetra en el XX con nuevos brios literarios y,

aparte de los estrenos teatrales como Electra, un gran éxito, y Alma y vida, un gran fracaso,

inicia en 1902 la continuación de los Episodios Nacionales en su IV Serie.

El motivo principal que le impulsa es el económico y la certidumbre de que posee un

público lector fiel, interesado siempre en sus Historias Noveladas. Publica, en abril de 1902

Las tormentas del 48 y, encerrado en su chalet de S. Quintín, en Santander, durante los meses

de Julio y Agosto del mismo año, escribe Narváez. La acción transcurre durante el reinado de

Isabel II y se desarrolla hacia 1849.

Galdós tiene 59 años y, a sus espaldas, una gran obra creada. Pero podemos afirmar que,

ante la reanudación de las Series, ansía lo de siempre:

Galdós pretende en sus Episodios Nacionales acercar al lector a la historia viviente,

fundir vida e historia

y como afirmó el maestro Fernández Montesinos1

Para Galdós, rehacer la Historia es rehacer la experiencia de su nación y de su siglo

Con el ideario romántico de la novela histórica, la huella de Dickens y Balzac, Galdós

proyecta los Episodios Nacionales y, el propio autor nos ha dicho:

...la historia efectiva de un pueblo reside en el ámbito donde se advierte el vivir, el

sentir y hasta el respirar de la gente, citado por William H. Shoemaker.2

Es decir, décadas antes de Unamuno el novelista canario ya se ha zambullido en la

Intrahistoria. Sus objetivos eran, sobre todo, las dos funciones que la novela histórica ha

cumplido puntualmente: la de hacer patria y la didáctica. Como afirma Germán Gullón:3

La novela histórica cumple dos condiciones: la de ser popular con el lector y la de

servir para la larga distancia. La relación con el pasado, con lo sucedido con

anterioridad, le concede de entrada una cierta autoridad entre un determinado grupo,

quienes, además de deleitarse leyendo, gustan de aprender.

Inicialmente, en los Episodios Nacionales, Galdós crea un vigoroso entramado de historia

entretejida con ficción que, abarcando, por lo general, treinta capítulos, persigue la finalidad

propuesta de ir adentrándose, cronológicamente, en la historia española del siglo XIX partiendo

de los primeros años de la Independencia.

En un interesante artículo, Ignacio Javier López4 entresaca las características que

Estébanez Calderón había señalado al género.

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El escritor, dice, necesita rigor para acometer la novela histórica; este género

entraña una dificultad mayor que las demás formas de novela. El autor tiene que

buscar en las fuentes documentales de la Historia, “los libros en folio, los rancios

mamotretos y los pergaminos mohosos y carcomidos”. En una palabra, está obligado

a ser informativo, por lo que tiene que llevar a cabo una investigación de la historia...

se trata, especialmente, de ofrecer al lector una sensación de los hechos históricos. El

novelista ha de obtener composiciones que entretengan, que arrebaten, que

despierten los nobles sentimientos del patriotismo, del amor de la raza...

Galdós fusiona esa finalidad con su previa visión intrahistórica al arrancar la publicación

de la Iª Serie. Su arquitectura, ordenada, pensada y proyectada en plena juventud, se mantiene

intacta, pero si comparamos, someramente, un tomo de la Iª serie, por ejemplo el segundo La

corte de Carlos IV y lo cotejamos con el que nos ocupa Narváez, 2º tomo de la IV Serie,

observamos, generalizando, concomitancias y afinidades:

- La voz narrativa se expresa en primera persona. En una dice el protagonista: “empezaré

mi narración”, en el otro: “escribo mis Confesiones”.

- Descripciones típicas en tercera persona, en función omnisciente del autor.

- Apelativos al lector interesándole en la acción.

- Reflexiones idénticas.

- Inserción funcional de diálogos.

- Narración “histórica” en boca de personajes mayores como citas de autoridad.

- La dama audaz que se adelanta al hombre en las relaciones amorosas y en concertar citas.

- La relación amorosa espontánea que anuda al protagonista con una joven honesta.

- El reflejo de la agitación política en el pueblo.

- El contraste de pareceres y choque de opiniones referente al personaje público más

notorio, por ejemplo un personaje noble habla mal, con censura áspera del sujeto en cuestión

y, en cambio, la voz narrativa convencional indica “la posteridad le debe agradecimiento”.

- Presencia de salones, cortesanos o artísticos, sociales, que operan de “megáfonos” ante

los acontecimientos políticos y de actualidad.

Esto, que requiere un estudio mucho más riguroso, lo esbozamos sólo para corroborar que

el universo autorial sigue siendo idéntico, permanece intacto, pero, existe un “hálito” nuevo

entre la II Serie y la IV en el Episodio que nos ocupa.

¿Qué hay de nuevo en los reemprendidos Episodios?

Simplemente, han transcurrido treinta años entre una redacción y otra. Galdós es un

hombre mayor, ha vivido personalmente la política española de las cuatro últimas décadas; ha

presenciado el advenimiento de la Iª República, la quiebra de ésta, la Restauración, las

desilusiones de tantos errores, la decadencia finisecular y su mirada al pasado es

necesariamente, escéptica. El aliento es pesimista, desengañado.

Adviene el siglo XX y después de las alharacas que inauguran el nuevo siglo, Galdós

continúa su quehacer literario. En los nuevos Episodios, IVª Serie, el viejo formato con que

traza la historia novelada de la primera mitad del siglo XIX continúa:

- Erige un protagonista narrador.

- Lo vincula de forma indirecta con los sucesos históricos y los personajes políticos.

- Alterna, con mayor o menor equilibrio, lo histórico con lo vivencial.

- Mujeres intrigantes y ambiciosas secundan y traman ceses y nombramientos.

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- El ente ficticio, o actante principal, está ligado a una relación amorosa.

- Contextualiza el relato histórico en personas de edad avanzada que cuentan historias

dentro de la historia.

- El reflejo de la agitación política se evidencia en las masas populares y en las calles más

céntricas.

- Contrapone diálogos con descripciones.

- Descripción de salones elegantes y de figuras intrigantes que conspiran o critican.

- El plano expresivo fluctúa entre lo vivaz y lo remansado.

Galdós sigue aprovechando en su IVª Serie, penetrado ya en el siglo XX, lo esencial. El

fresco histórico ficcionalizado continúa.

¿Qué cambia pues? Su propia visión del mundo, su autorreferencialidad.

Corren aires de regeneración y a esas corrientes se adhiere Galdós que, por otra parte, se ha

adelantado a los contemporáneos jóvenes en escudriñar la intrahistoria y en la búsqueda de

una ciencia social apta para los españoles.

No hay novedad en la escritura galdosiana, no hay renovación integral; no existe explícita

modernidad en los textos del siglo XX, porque ya la hubo en sus grandes novelas

contemporáneas. Lo que sí existe es una “intensificación conceptual”. La plasmamos en

algunos aspectos significativos:

- Introspección subjetiva.

- Intertextualidad.

- Escepticismo político. Materialismo.

- Agudo análisis del alma femenina.

- Universos narrativos contrastados. Regeneración e idealización de la vida campestre.

- Diatribas religiosas y políticas.

- Prototipo público. Narváez.

En Narváez, la voz narrativa en primera persona que asume el papel protagonista, nos

explica, desde el principio de la obra, que escribe sus Confesiones para la Posteridad. Es José

García Fajardo quien había empezado su singladura en el primer volumen de la IVª Serie Las

tormentas del 48, señorito nacido en los linajes de Sigüenza y Atienza, joven apuesto,

inteligente, de sólida educación adquirida, sobre todo, en Roma. Nos explica que “lo casan”

con la fea Mª Ignacia de Emparán, rica heredera, en boda concertada por una tía monja e

influyente.

Los esponsales, la ceremonia, la posterior estancia en Atienza pasando el verano, la

inopinada felicidad que encuentra en su matrimonio, así como el hondo bienestar material de

que disfruta, ocupan los diez primeros capítulos de la obra que son un canto encendido a la

vida en la naturaleza y al elogio de aldea, sólo interrumpido por el descubrimiento de una

familia de “delincuentes honrados”, hospedados provisionalmente en el castillo ruinoso que

corona el lugar. Son los Ansúrez, comandado por un padre, viejo agricultor aguerrido, y

varios hijos que poseen todos ellos el don de la belleza, sobre todo una hija, compendio de

hermosura natural que deslumbra al señorito Fajardo. Esta Lucila es, a la vez, la dama de los

pensamientos de un personaje de Atienza totalmente quijotesco: el investigador historiador

Miedes, que intercede por la familia desvalida ante la familia linajuda y rica.

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La segunda parte del relato se estructura en trece capítulos que se desarrollan en Madrid-La

Granja-Madrid.

Las confesiones, pretexto literario para narrar acontecimientos históricos y domésticos,

continúan alternadas con meditaciones y reflexiones de hondo calado sicológico, y nos ponen

al día de los avatares políticos que sufre la Presidencia militar del general Narváez bajo el

reinado de Isabel II. Las circunstancias, conjuras, crisis paralelas a la adquisición, por

influencia, del acta de diputado en el Congreso, se suceden en las efusiones verbales del ente

ficticio que da “carnadura” a José García Fajardo, un señorito inútil, desocupado, bien casado,

que no realiza actividad alguna pero es espectador testimonial de la sociedad decimonónica de

mitad de siglo.

Como ocurre, generalmente en los Episodios galdosianos, el político que da nombre a la

obra, Narváez, se ve esporádicamente. Se le describe en una audiencia privada; se le

caracteriza y son, casi siempre, los cortesanos, los conterturlios de un salón literario, de un

cenáculo político, –o el mismo pueblo–, los que comentan el carácter, las actuaciones, la

resolución de las intrigas que su alto cargo de Presidente del Gobierno suscita.

No faltan las intrigas promovidas por mujeres decididas y ambiciosas, o por monjas con

dominio y poder. La crisis política más importante, parodia de vodevil, se resuelve con la

detención de la famosa monja Sor Patrocinio a quien se achacan el influjo nefasto que ejerce

sobre D. Francisco de Asís, el rey consorte, las conjuras palaciegas y la determinación de

cambio de gobierno en un chantaje a la reina Isabel II.

A lo largo de toda la novela aletea la figura misteriosa, incomparable en hermosura, de

Lucila Ansúrez, la bellísima mujer entrevista y nunca alcanzada...

Veamos, un poco más detenidamente, los subsistemas que hemos determinado dentro del

gran sistema que constituye la obra:

Introspección subjetiva

Con una indagación formal y autorreflexiva, la voz narradora que corporeiza a José García

Fajardo, anuncia desde el Capítulo Iº ser “historiador y crítico anatómico de mí mismo”5:

-”Me sentí a dos dedos del hastío”.

-”En un estado particular de mi alma, sensación de ansiedad y de vacío, dolencia que,

de tarde en tarde, y sin ninguna inmediata razón y causa conocida, suele acometerme

y que, por lo común, lo mismo que viene se va, dejándome un leve rastro de

tristeza”.

-”...y ahondando con mirada atenta en todo mi ser...”; “...se mitigaba mi tristeza”.

-”Es el pícaro trastorno de nervios o del cerebro, quizá desfallecimiento del espíritu

–me dije–, y ese vacío, esa expectación inexplicable”.

-”No me conozco. Dudo si la continua presencia de Lucila en mi alma es un suplicio

intolerable o un bien necesario”.

-”Voy al Congreso, que es donde más solo puedo sentirme y huyendo de los amigos

que en el Salón de Conferencias y pasillos me agobian con su enfadosa charla, busco

un refugio en un asiento de los escaños rojos y me sumerjo en las narcóticas aguas de

la discusión de Aranceles. Me creo dentro de una gran redoma y mi atención es como

la del pececillo colorado que nada en redondo mirando el cristal que lo aprisiona...”.6

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Recreación e intertextualidad

Galdós, entregado por completo a la imaginación creadora, inventa un mundo ficcional y

quiere mostrar criaturas vivientes originales pero siempre, en toda creación, subrepticia o

intencionadamente, surge la recreación, la intertextualidad. Del bagaje cultural del novelista

brota la figura, el recuerdo, el espíritu de otros entes imaginados antes y por otras mentes.

Conocidísima es la influencia cervantina en Galdós, manifiesta una y otra vez en sus obras.

Pues en Narváez lo vemos de forma palpable.

La voz narrativa que ha utilizado preferentemente, la primera persona del singular o plural,

deja paso al narrador omnisciente y en la clásica forma de tercera persona singular, nos

presenta al señor Miedes, habitante de Atienza, trasunto total de D. Quijote:

-”Era D. Ventura Miedes de alta estatura”.

-”...poseedor en mejores tiempos de unas tierras de labor y prados tuvo y gozó el

bienestar que da una medianía decorosa; pero la pasión de los libros, en que

empleaba lo más de su hacienda”.

-”Vivía solo con su biblioteca y una criada viejísima”.

-”...y daba tumbos con los pies y la cabeza, la cual de tanto cavilar en romanos y

celtíberos, perdía notoriamente su aplomo y gravedad”.

-”Los libros grandes estaban sobre los chicos, y algunos abiertos yacían hojas abajo

hacia el suelo”.

-”...tú, pastor Taracena, dijo con gran desvarío de miradas, trabamiento de lengua y

agitación de manos, me declaras la guerra porque me has visto perdidamente

enemorado de la hermosa Illipulicia, hija del rey Zuria...”-”...ella es mi dama o como

quien dice mi inspiración...mi musa”.6

Acentuación del escepticismo político. Materialismo

-”...ni en verdad me importa mucho rueden los tronos, vacilen, ya que rodar no puede

la inmortal tiara; sobre las monarquías deshechas alcen sus imperios efímeras o

vigorosas repúblicas. Nada de esto alterará la paz del hombre. Árbol que ve resuelto

los problemas de su nutrición vegetal, y siente bien asegurado el suelo entre sus

hondas raíces...”

-”...¿qué he de hacer más que abrir la oreja derecha para que salga lo que por la

izquierda entró?...”

-”Ahí me las den todas.”

-”...las materiales ventajas de mi posición. Por el bienestar que me rodea y las

comodidades que disfruto doy gracias a Dios...”

-”...a todo se hace el hombre en las diferentes situaciones a que le lleva su destino, y

por algo dice la filosofía popular “no con quien naces sino con quien paces”.

-”Pero tienes razón, hijito, callémonos y hagámonos los tontos que así nadie se mete

con nosotros y vivimos tan tranquilos”.

-”Así somos felices y nos entendemos a maravilla”.7

Agudo análisis del alma femenina

Concertada la boda de la fea heredera Mª Ignacia de Emparán con José García Fajardo,

aquélla se precipita y los desposorios se realizan con prontitud porque:

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-” Un dictamen de los principales doctores de Madrid acerca de los nerviosos

achaquillos de mi futura, pues según oí opinaron unánimes que la niña no entraría en

caja mientras no tomase la medicina que llamamos marido”.

-” La pobre niña entraba en la vida nueva con ganas de gustarla y demorar

apaciblemente en el campo florido del matrimonio”.

-” La presencia de los criados llegó a sernos intolerables, y resolví que no en

Guadalajara sino en Alcalá hiciéramos la primera paradita que habría de ser etapa

capital en la existencia de Ignacia, esposa mía desde aquel descanso en calurosa

noche...”

-” Mª Ignacia dio en mostrarme zonas desconocidas de su espíritu, como si dormidas

facultades fuesen con el nuevo estado despertando en ellas. Era como una planta

mustia que súbitamente reverdece y echa flores, sin que antes se viera muestra de

botones ni capullos en sus deslucidas ramas”.

-” Fue para mí criatura vuelta a criar, o mujer que en forma de mariposa salía del

caparachón del gusano. ¿Sería duradera esta ilusión de un recién casado?”

-” Ya pensaba yo meses ha que casándome contigo no sería menester más

medicinas”.

-” Y cuando me quedaba sola, echábame las manos al pelo y me arañaba la cara

diciédome: “por esta vergüenza maldita va a creer Pepe que soy una bestia...”

-” Todo era pensar en ti y rabiar de verme tan mal formada, y por lo mal formada,

vergonzosa... yo te quería Pepe, y le pedía a Dios muchas veces que te murieras antes

de casarte con otra”.

-” De ti me habló una mañana Sor Catalina, y con lo que me dijo quedé tan

enamorada, que sin haberte visto nunca, te conocía ya y estuve pensando en ti todo

aquel día. Por la noche tuve un fuerte ataque y no podía sujetarme”.

-” Mi amor por ti fue ya locura”.

-” Una noche mordí las almohadas y las desgarré con mis dientes...otra me tiré al

suelo y descalza, a oscuras, anduve a gatas por mi alcoba, buscando un botón de tu

chaleco que se te cayó el día de tu primera comida en casa. Yo lo había recogido sin

que nadie me viera, y lo puse debajo de mi almohada. Con las vueltas que di, sin

poder dormir, se me cayó...habías de verme, como una cuadrúpeda, buscando el

botón...pues mira, lo encontré: en un relicario lo guardo”.

-” Y ahora te tengo bien cogidito...y ya no te me escapas, Pepillo. Ya no te me

escapas, ratón mío..., que tu gata tiene las uñas muy listas y...aunque juegue contigo,

no creas que te me vas, no,...,porque yo te cazo, te cojo, te aprieto, te como, te

trago... 8

Universos narrativos contrastados. Regeneración e idealización de la vida campestre.

Es una cuasi fijación del Galdós mayor, acorde con sus propias aficiones, el de que hay que

volver a la vida del campo. Su gran biógrafo D. Pedro Ortiz Armengol señala:9

lo que pervive y hay que hacer notar es la idea de Galdós de que hay que volver al

campo (igual que Halma, 1895). Protagonistas que se casan con un labrador rico

exaltando que en el campo está base de la regeneración del país...aristócratas que se

han convertido en labradores destripaterrones los hemos visto en Halma, en El

caballero encantado, en La razón de la sinrazón, tema casi obsesivo del Galdós de

los últimos años.

-” La templanza del estío en aquel clima convidábanos a pasear por el campo”.

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-”...largas caminatas hacíamos por los contornos del pueblo, por las vegas estrechas o

las lomas de sembraduras y pasto, por la sierras calvas o arbolados

montes...admirábamos la hermosura del campo y montañas”.

-”...tomábamos el tiento a la vida campesina, que es la vida madre de todas las demás

que componen la nacional existencia. ¡Mundo harto diferente del de las ciudades,

pero no menos instructivo! En él recibimos enseñanzas más profundas que las que

nos ofrece la sociedad formada; en él nos preparamos para el conocimiento sintético

de la humana vida. ¡El campo, el monte, el río, la cabaña ! No es sólo la égloga lo

que en tan amplios términos se encuentra, sino también el poema intenso de la lucha

por el vivir, con mayores esfuerzos aquí que en las ciudades...”

-” No hay vida más ejemplar que la del que cultiva los campos, porque toda ella es

sacrificio y paciencia, de que no tenéis idea los ricos, que vivís y triunfáis en las

ciudades”.10

Y Lucila, la hermosura sin par, que apenas aparece en “Narváez” pero que es el mito

femenino de la IV Serie regresa a la tierra de un modo plenamente simbólico.

Diatribas religiosas y políticas.

Los personajes marginales, rebeldes (sin causa o con ella), sirven en el universo narrativo

para manifestar ácidas denuncias contra el Gobierno, los religiosos (y religiosas) y sobre la

inanidad política de los diputados y representantes constitucionales.

En boca de Ansúrez, campesino al que la desgracia ha traído a la frontera de la

delincuencia expone:11

-” Y esta nuestra tierra de España, tan sembrada y rodeada está de males que no

puede vivir en ella quien no se deje poner trabas en manos y pies, dogales en el

pescuezo, que al modo de cordeles son las tantísimas leyes con que nos aprieta el

maldito Gobierno”.

-”...las monjas...las cuales, a la calladita llevan su influjo a todos los ramos, y a la

mismísima Superintendencia de Palacio y otros Sitios Reales”.

-” Y como las monjas interesen por ti a Narváez cuéntate colocado”.

-”...reneguemos del parlamentarismo...pues todo lo que conocemos de él es ruin y

corrompido. Se puede demostrar que las cortes actuales no son más que un régimen

de comedia, porque los procuradores de los pueblos o distritos no lo representan más

que en el nombre; todos salen elegidos por obra y gracia del Gobierno que primero

los trae y luego los paga...”

-”...hay que decir las cosas claras para que pueblo, reyes y hombres públicos abran

los ojos y vean”.

Prototipo público. Narváez.

Galdós, con moderna técnica de contextualización, no menciona ni configura al militarpolítico

que da nombre al episodio, directamente. Se le nombra a través de opiniones variadas,

de contertulios en la casa de Emparán, o en los salones mundanos de Secobio y de María

Buschental:12

-” ¿No has reparado que en casa no quieren a Narváez?...que si debajo de la capa de

un moderado es un liberal tremendo...”

-” Pues que la Reina ha perdido el miedo a Narváez; pero que le mantiene en el poder

para meterle miedo a su marido D. Francisco, y tenerle siempre en jaque”.

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-” Ya no le temen. ¿Qué han de temerle si el Tigre va saliendo gato? Preparado está

ya el cascabel que han de ponerle”.

En el cañamazo argumental se introduce ya en directo la “fotografía” que el ingenio

autorial nos va a dar, a los lectores, del político en cuestión. La relación con el otro ente

ficticio protagonista es, ahora, en directo, Pepe García Fajardo es llamado a Presidencia, se le

introduce en la intimidad del despacho de Narváez, habita en la Inspección de Milicias, y en

ésta y las dos ocasiones siguientes en que es de nuevo citado el flamante diputado, es para

hablarle de las “oscuras intrigas” que él conoce y amparan, en cierta medida, la familia de su

mujer, los Sres. de Emparán. Le cae simpático “el pollo” que es como va a designar al joven y

flamante esposo y veremos cómo, más tarde, lo tutelará en su carrera política. Después, en “la

crisis” que se sucede lo describe fluctuando entre el desprecio por el poder religioso y la

ironía (cercano está ya Valle-Inclán en la descripción de la corte isabelina, ante las

incongruencias de la reina Isabel II).

Es ya el capítulo XXVIII cuando lo vemos silueteado:13

-” ...D. Ramón Narváez en mangas de camisa. Entrar yo por aquella puerta y salir él

de otra frontera, con vivo paso, mirar fiero y arranque impetuoso, que me dio la

impresión de un toro saliendo del toril”.

-” Es un gran corazón y una gran inteligencia –dijo San Román–; pero inteligencia y

corazón no se manifiestan más que con arranques, prontitudes, explosiones”.

- No lo sabía, mi General.

-¿Y también ignora que ésta y otras andan ahora continuamente entre curas?

-He observado en ésa como en otras amigas mías un furor de moda religiosa y

demasiada querencia de los altares, sacristías y confesonarios...

...como me llamo Narváez que no quisiera morirme sin coger un barco viejo, de los

más viejos que tenemos en los arsenales, y llenarlos de estas beatas..., y mandarlo

bien abarrotado de ellas... ¿Qué Canarias ni qué Filipinas...? ¡A las Islas Marianas!”

-”...y aquí no se puede gobernar porque nadie está en su sitio, nadie en su obligación

ni en su papel, sino todo el mundo en el papel de los demás...”

-” Gobernáis atado de pies y manos con ligaduras palatinas y os estorba el paso y el

gesto la polvorienta madeja de supersticiones o de místicos escrúpulos”.

Pasado el verano transcurrido en la Granja, donde se nos ha descrito una corte de opereta,

con una Reina despistada y amable, regresa la familia Beremendi a Madrid, y ya en octubre,

circulan rumores de crisis y de ceses de Narváez:

-” Vimos que la mampara roja se abrió con chirrido estridente por la violencia del

golpe que la empujara, y entró Narváez, con paso y tiesura de gallo, y sin quitarse el

sombrero, echó una fulmínea mirada en redondo diciendo:

-Señores, ya lo ven ustedes; esto no tiene nombre...sí, sí, lo tiene: es una

canallada-”.

-” La voluntad de Isabel II ha sido secuestrada”.

-” La Reina está secuestrada –gritaron algunos– y otros ¡Salvemos a la Reina!...”

-”...Narváez, el cual irguiéndose más bravo, echando por aquella boca terno sobre

terno, hizo estas horribles manifestaciones:

-Dejarla que llore...ríos de sangre han corrido por causa de ella...y ahora nos

quiere pagar con lágrimas...no queremos lágrimas, sino justicia, razón y

formalidad...se reina con juicio, no con lloriqueos.

La orden del día es ésta: ¡Vergüenza, dimisiones!”

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-”¿Qué prendan al Padre Fulgencio y le registren bien la celda..., que prendan a la

monja y la registren..., sin respetar ni celda, ni ropas, ni relicarios, ni altaritos ni

llagas...”

Con la intervención de la Reina Mª Cristina finaliza la crisis política con la detención

de la famosa monja Patrocinio:

-” La que claramente vi por ser la que más descollaba, fue la famosa monja

Patrocinio, cuyo semblante iluminaban próximas luces. Era de extraordinaria

blancura, y afectaba o tenía, serenidad grande.”

Se restablece a Narváez en el Gobierno, se supera la crisis política “de zarzuela” sin

saberse a ciencia cierta la verdad y la obra termina con un final abierto.

Con las inflexiones y mutaciones de fin de siglo, España se encuentra en un momento

histórico-cultural caracterizado por su fuerza vital y por las paradojas de sus expresiones. En

esas circunstancias, el novelista canario continúa su labor literaria y si:

-” Las imágenes novelescas son imágenes dialogizadas interiormente, de los

lenguajes, estilos y concepciones ajenas”.

Si: “El lenguaje de la novela es un sistema de lenguajes que se iluminan

recíprocamente de manera dialogística”.14

Y como la literatura es, también, un complejo sistema de acciones en el que lo puramente

artístico es inseparable de lo social y de lo político, e igual ocurre en las expresiones verbales,

como ha puesto en evidencia la nueva teoría de los polisistemas15, Galdós, de manera intuitiva

y sincrética, profundiza en su autorreferencialidad; despierta ecos desconocidos, los potencia;

ironiza con ellos y los va trasladando a la madura, vigorosa e interesante IV Serie de sus

Episodios Nacionales.

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NOTAS

1 Galdós I. Castalia, Valencia, 1968.

2 W. H. Shoemaker. Los prólogos de Galdós. De Andrea, México, 1962.

3 Artículo “Una nueva novela histórica”. Monográfico Insula 2000 (Mayo), p. 641.

4 Artículo basado en El solitario (pseudónimo de Estébanez Calderón) prólogo a A. Cánovas del Castillo La

campana de Huesca. Ed. Calleja. Madrid 1852.

5 Cito por Narváez. Ed Hernando, Madrid, 1929. Cap. I, p. 7.

6 La cita se refiere a la obra ya citada, Cap XIX, pp. 196, 197, 202 y 214.

7 Vid. ob. cit. Cap XII, pp. 118, 120 y 124.

8 Ob. cit. Cap. I, pp. 13, 14 y 15.

9 P. Ortiz Armengol. Vida de Galdós. Ed Grijalbo-Mondadori. Barcelona, 1996, p. 602.

10 Ob. cit. Cap. I, p. 23; cap. III, p. 35 y 35; cap. VI, p. 65.

11 Ob. cit. Cap. V, p. 53; cap. VII, p. 79; cap. XXIII, pp. 231 y 237.

12 Ob. cit. Cap. XII, p. 126; cap. XIII, p. 133; cap. XIV, pp. 141, 152, 153 y 155.

13 Ob. cit. Cap. XXVIII, p. 293; cap. XXIX, pp. 299, 302; cap. XXX, p. 318.

14 Mijail Bajtin. Teoría y estética de la novela. Taurus, Madrid, 1989.

15 Teoría de los polisistemas, recopilado por M. Iglesias Santos. Arco-Libros, Madrid, 1999.

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