LA INCÓGNITA ES LA REALIDAD O
LA REALIDAD ES LA INCÓGNITA
(LOS JUEGOS ENTRE EL PUNTO DE VISTA Y LA VOZ
NARRATIVA EN DOS NOVELAS GALDOSIANAS)
Carmen Merchán Cantos
lntroducción: Galdós y la Modernidad
Como ocurre con tantos calificativos usados por los historiadores y hechos pronto moneda
común, pensamos en la modernidad como un momento histórico progresista, avanzado y, en
definitiva, positivo para el conjunto de la humanidad. La problematicidad de esta época queda
para asunto de pensadores y artistas. Ellos son los que ahondarán en las raíces de esta nueva
época, llena de luces y sombras, de tensiones y contradicciones.
Entre ellos, el genio galdosiano, nos ofrecerá, con su, por así llamarla, “tercera manera”1
consolidada en La Incógnita y Realidad una visión y audición llenas de una textura cada vez
más ambigua para sacudir nuestra sensibilidad de bienpensantes modernos. Esta nueva
manera desembocará en el conocido tema de si el mal será un bien enunciado en El Abuelo.2
El gran bien de la modernidad sería, por decirlo en términos kantianos, que la humanidad
sale de su “minoría de edad”3 a través del uso de la razón: en una palabra, tiene uso de razón.
Pero, como también dijo el ilustre artista, “el sueño de la razón crea monstruos”. De ahí el
gran mal de la modernidad: el monstruo de una razón hegemónica y desligada del sentimiento
del que ha de alimentarse y nutrirse.
Lo que está en juego en estas novelas galdosianas es marcar la sutil pero crucial diferencia
entre los aspectos sanos e insanos que la modernidad ha promovido: la diferencia entre
igualdad e igualación, entre autonomía e individualismo, entre sensibilidad y sensiblería (o
sentimiento y sentimentalismo), entre acción libre y voluntaria y actividad prometeica, entre
racionalidad y racionalización, o entre identidad y narcisismo, por citar algunos aspectos. Y
ello tanto en el organismo individual como en el social, o el microcosmos y el macrocosmos
respectivamente.
La modernidad, como cualquier época histórica, es una caja de Pandora: llena de bienes y
males o de aspectos saludables y aspectos nocivos. Y la salud es un estado de equilibrio o, lo
que es lo mismo, de tensión entre dos extremos. Las obras galdosianas mostrarán los distintos
grados de tensión de las cuerdas de lo humano: razón, voluntad y sentimiento, sugiriendo que
es este último el gran nutriente, el que mantiene el vínculo o unidad del ser.
Desarrollo
A continuación se presenta una lectura conjunta de las dos obras galdosianas La Incógnita
y Realidad. En esta lectura se insiste especialmente en el uso de las dos categorías principales
de las que se vale toda narrativa de ficción: el punto de vista y la voz narrativa. El virtuosismo
técnico desplegado por el genio galdosiano en estas dos obras nos conducirá también a la
temática ético-psicológico-filosófica, de orientación kantiana, sobre la armonía o desarmonía
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de las principales facultades humanas: conocer (razón teórica), querer (razón práctica o
voluntad) y sentir (sentimientos de placer o displacer), ejemplificadas por las distintas figuras
de los principales personajes de estas dos peculiares novelas. La tesis principal es que los
juegos entre el punto de vista y la voz narrativa permiten tematizar mejor estas tres fuerzas
que están en juego en la realidad humana. Finalmente se ofrece en un anexo los dos tipos de
vocabulario, tanto conceptual como metafórico, utilizado por Galdós La Incógnita o el
vocabulario del conocimiento y Realidad o el vocabulario de los sentimientos (vocabulario en
el que me he basado para la realización de este trabajo y que puede servir de base para
posteriores desarrollos).4
Lo característico de la novela es jugar con el punto de vista y la voz narrativa de manera
alternante y complementaria.5 Lo peculiar de La Incógnita y Realidad será precisamente que,
por así decirlo, se repartirán los papeles: La Incógnita se centrará sobre todo en el uso del
punto de vista (y por tanto en el problema de la composición de una obra, pero también de la
composición de nuestras ideas, ya sean meras opiniones o conocimientos más firmes),
mientras que Realidad se centrará en el uso de la voz narrativa (de este modo abordará el
problema de la comunicación: ¿se comunican los personajes entre sí?, ¿nos comunica algo el
autor a través de sus personajes?, ¿nos conmovemos los lectores con los sentimientos que nos
expresan cuando se nos permite “descender al infierno de sus conciencias”?).
Aunque se trata de dos novelas independientes, La Incógnita y Realidad tienen los mismos
personajes y abordan los mismos hechos (si bien la primera cubre un lapso de tiempo algo
más largo). Tomás Orozco está casado con Augusta, quien tiene como amante a un amigo de
ambos, Federico Viera. Estos tres personajes son representantes de la burguesía social
madrileña. Este triángulo amoroso, aun siendo el más importante, no es el único. Orozco se
debatirá entre el amor a su mujer Augusta y la búsqueda del Bien en estado puro. Por su parte
Viera se sentirá escindido entre el amor-pasión a Augusta y el amor-amistad a Leonor,
también llamada la Peri. Otros amores o deseos secretos son narrados. El “centro” de ambas
novelas es un hecho o, mejor dicho, un “suceso”: la misteriosa muerte (¿suicidio o asesinato?)
de Federico Viera. Esta muerte dobla otra muerte, el crimen de la calle del Baño,6 que ocupa
la atención de la opinión pública tanto en La Incógnita como en Realidad. La esfera de lo
público (el crimen de la calle del Baño) y la de lo privado (la muerte de Viera), aún sin
coincidir, se recubren mutuamente y nos confronta con una “incógnita” que será pensada y
sentida de maneras diversas, según la “realidad” de cada cual.
Tras esta breve exposición argumental, podemos retomar el aspecto de las técnicas
narrativas utilizadas en estas dos novelas. La Incógnita es una novela epistolar en la que se
“transcriben” las cartas que envía desde Madrid Manolo Infante a un amigo suyo, un tal D.
Equis X, que está en Orbajosa, y de las que nunca, salvo una carta final, se nos ofrecen las
respuestas. En la primera misiva leemos:
Conoces a casi todas las personas de las que he de hablarte... en cuanto a los sucesos,
que de fijo serán nada comunes y nada sorprendentes, el único interés que han de
tener para ti es el que resulte de mi manera personal de verlos y juzgarlos. (LI, p.
1120, cursiva mía).7
Los “sucesos” son, pues, filtrados por un solo narrador, Manolo Infante, quien parece
doblar el quehacer del novelista Galdós. Pero en la última carta que está firmada por Equis X,
se nos hace saber que todas las cartas que Manolo Infante le ha escrito y que él ha guardado
con el rótulo de La Incógnita se han metamorfoseado en un drama en cinco jornadas:
Realidad (y que de hecho será también redactada por Galdós como obra teatral con cinco
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actos en 1892). Esta carta, escrita claramente en clave de humor, es una estrategia del Galdós
autor, y en ella, además de doblarse a sí mismo, dobla el papel de todo lector posible suyo, el
cual se habrá hecho su propia “composición” de la historia.
Frente al punto de vista casi único y externo de La Incógnita tenemos la diversidad e
interioriad de voces de la novela dialogada Realidad: las personas a las que se alude en La
Incógnita “hablan” por sí mismas en Realidad. De modo que aunque estas dos novelas se
refieren a los mismos “sucesos”, la información que sobre ellos obtiene el lector no coincide.
La complementariedad de ambas obras es comentada en el final de La Incógnita, cuando
Infante, sorprendido por el envío que le ha hecho D. Equis X y que consiste en la
metamorfosis de sus cartas en el drama le escribe:
...tú Equisillo diabólico, has sacado esta Realidad de los elementos indiciarios que yo
te di, y ahora completas con la descripción interior del asunto la que yo te hice de la
superficie del mismo. De modo que mis cartas no eran más que la mitad, o si quieres
el cuerpo, destinado a ser continente, pero aún vacío, de un ser para cuya creación
me faltaban fuerzas. Mas vienes tú con la otra mitad, o sea, con el alma; a la verdad
aparente que a secas te referí, añades la verdad profunda, extraída del seno de las
conciencias, y ya tenemos al ser completo y vivo. (LI, p. 1218, cursiva mía)
En esta cita vemos cómo se compara el conjunto La Incógnita-Realidad (y podría decirse
que también “la realidad”) a un ser vivo y completo, a un organismo dotado de dos partes,
cuerpo y alma, que se complementan. Y del mismo modo que ha sido la lectura de Equis la
que ha transformado la “escritura” de las cartas de Infante, se nos sugiere que todo lector
potencial de la obra volverá a infundir nuevo “espíritu” (alma) a la “letra” (cuerpo). Y será
este componerse y recomponerse incesante el que caracterizará tanto la realidad de la
literatura como la realidad de la vida. De ahí que Equis diga a Infante en la carta con la que
concluye La Incógnita: “La realidad no necesita que nadie la componga; se compone ella
sola.” (p. 1218).
Pero este juego entre el punto de vista en La Incógnita y la voz narrativa en Realidad tiene
también como consecuencia un efecto irónico8 que podría resumirse con el siguiente juego de
palabras: la incógnita es la realidad o la realidad es la incógnita. La clave de esta ironía parece
residir en una astucia del Galdós narrador: casi todos los personajes tienen su nombre y su
mote y, lo que es más significativo, el nombre de las dos protagonistas femeninas es múltiple.9
En La Incógnita, según nos hace saber Manolo Infante, el nombre de la heroína es Agustina,
pero su padre la llama Tinita y todos los demás Augusta (p. 1223), mientras que en Realidad
Augusta se llega a ver a sí misma como la Peri (que es Leonor, la ex-amante y amiga de
Viera, p. 1326) y así la llegan a denominar también alguna vez tanto Federico como Orozco.
De hecho en Realidad los tres personajes principales tienen un doble: el de Augusta, como
se acaba de indicar, es la Peri. El doble de Orozco es la Imagen de Viera y el de Viera la
Sombra de Orozco.
Esta confusión de nombres es de nuevo un juego de la voz narrativa que parece
comunicarnos el mensaje de que un lector atento debe saber “oir” la verdad oculta tras la
imagen y los nombres de los personajes. De este modo, se expone la complejidad de la
realidad del “mundo moderno” en el que, por oposición al mundo clásico, ya no coinciden
necesariamente los “nombres” y las “personas”, o “las palabras y las cosas”. Un lector atento
puede oir y entender el nombre o nombres que deliberadamente el autor da a sus personajes.
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Es más, y este sería una cuestión crucial, el juego del narrador con los nombres de los tres
protagonistas de este triángulo amoroso puede leerse también como sigue:
Orozco como “conozco”, esto es, como la primera persona del presente de indicativo del
verbo “conocer”; Viera como la tercera persona del pasado de subjuntivo del verbo “ver”. De
este modo, los dos varones de esta historia representarían lo estéril de la razón moderna
(Orozco) y lo suicida del anclamiento en un pasado meramente fantaseado (Viera). Frente a
estos dos caminos erráticos se dibujan las figuras intercambiables de los dos personajes
femeninos: Agustina-Tinita-Augusta y Leonor-la Peri, cuya nota común es el ser figuras del
sentimiento. A partir de esta variedad de nombres la voz narrativa parecería sugerirnos que la
realidad de la mujer consiste en ser vehículo del sentimiento, cuyo símbolo es el corazón
(como centro de unión de las otras dos facultades humanas). Así Leonor le dice a Viera:
“...tengo corazón y no me faltan entendederas para decirte esto y lo otro que te pueda
consolar.” (p. 1293) y Augusta declara a Viera: “Yo no pienso ni siento más sino que tú
padeces (...) el corazón no me engaña nunca a mí” (p. 1315-6). De manera que, aunque la
mujer pueda ser para el hombre el obscuro objeto de la pura razón (Orozco) o del mero deseo
(Viera), la voz narrativa parece sugerirnos que no debe reducirse a ser una imagen de la
fantasía o una idea de la razón. La búsqueda de lo mejor (Augusta) y la de Honor (Leonor) se
pueden convertir en imágenes o sombras, es decir, conceptos empobrecidos de la mera razón
o fantasía. Frente a ellos sólo cabe la fuerza generadora y mediadora de la naturaleza (lo que
es o lo que aparece) que el buen hacer del arte narrativo de Galdós dobla o representa para
hacernos distinguir lo que es (lo que se conoce o se ve) de lo que parece ser (lo que sólo es
imagen o sombra).
La Incógnita y Realidad pueden ilustrar de este modo el que hemos denominado, tema
kantiano de la armonía o desarmonía de las facultades humanas: las posibles tensiones entre el
conocer (razón), el querer (voluntad) y el sentir (sentimiento de placer y displacer).
La metáfora principal que expresa este frágil equilibrio entre nuestras distintas fuerzas o
capacidades humanas es la de la cuerda. La emplea en primer lugar Augusta en una charla con
su marido sobre una próxima visita que Joaquín Viera, padre de Federico, va a hacerles.
Mientras que Orozco cree que se deben perdonar todas las ofensas, Augusta le contesta:
No sé. Eso no se puede asegurar sino frente a los hechos. La resistencia moral, como
el grado de tensión de una cuerda, no se conoce hasta que se prueba... (p. 1240,
cursiva mía).
La cuerda (corazón, sentimiento) tiene que resistir entre dos extremos contrapuestos (la
razón y la voluntad), y esta resistencia tiene que probarse, experimentarse, vivirse. La
metáfora de la cuerda es, pues, también la de la cordura.
Por su parte Leonor, después de intentar sonsacar a Federico sus problemas amorosos y
habiéndole escuchado nuevamente cómo se siente incompleto en sus afectos, le dice
“reflexionando”:
...somos los nacidos una cosa muy rara. Hombres y mujeres somos guitarras, que no
sabemos cómo se templan ni cómo no. (p. 1294, cursiva mía).
Aunque no se habla concretamente de cuerda, sí que se usa la imagen de la guitarra, que es
un instrumento de cuerda, el cual, para que suene debidamente (sentimientos), debe
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templarse, es decir encontrar la tensión justa para cada cuerda, de modo que suene afinado,
armónico.
A diferencia de la visión armónica que ofrecen o que buscan los principales personajes
femeninos de Realidad, los personajes masculinos muestran el desajuste dramático que se
produce cuando alguna de las fuerzas o capacidades humanas se afirma de manera
exclusivista sobre las otras: la razón se torna “desierto”, “esterilidad glacial del yermo” o
“aridez pedregosa” (Orozco, p. 1330), es decir figuras de la sinrazón; la voluntad se vuelve
“muralla dura como el diamante” (Viera, p. 1315), es decir, acción prometeica o suicida,
como si estuviéramos ante los distintos rostros de una profunda abulia; y, finalmente, el
sentimiento cuando no puede ejercer su función mediadora entre la razón y la voluntad, puede
devenir mero resentimiento.
Esta falta de armonía o desajuste de Orozco y Viera está esbozado en La Incógnita y
desarrollado a fondo en Realidad. Así el llamado “enigma moral de Orozco” (LI., p. 1175)
dará lugar a los siguientes calificativos y expresiones: “corazón de granito” (R., p. 1271),
“¿Grandeza de alma ... o ebullición intelectual producida por un desquiciamiento del
cerebro?” (R., p. 1286), “hipócrita” e incapaz de recibir “gratitud” (R., p. 1300); Augusta dice
que su supuesta virtud es “locura” y no “sana razón” (R., p. 1316) o “Evaporación del
pensamiento” (R., p. 1328), y, hacia el final, le llevarán a pensar que “(s)erá preciso consultar
con los mejores especialistas en perturbaciones cerebrales.” (R., p. 1331). La clave de por qué
se ha producido esta situación anímica nos la proporciona el propio Orozco quien dice seguir
una disciplina interior “hasta llegar a no sentir nada, nada más que la claridad del bien
absoluto en mi conciencia.” (R., p. 1330, cursiva mía). Esta incapacidad de sentir la ha
entrevisto ya Augusta quien, al debatirse sobre la idea de confesarse ante él para obtener su
perdón, se pregunta: “El perdón del que no siente, ¿es tal perdón?” (R., p. 1329, cursiva mía).
En la escena final vemos que una imagen subjetiva (la de Federico) se apodera de él: ya no
distingue la vigilia del sueño y, ironías de la ficción, parece haber perdido lo que más
perseguía, la razón. Orozco parece padecer una neurosis narcisista (dice “me gozo en mi
mismo”, p. 1237) ligada a una homosexualidad latente.10
Por lo que respecta a Federico, nos dice Manolo Infante en La Incógnita: “Hay que
reconocer que si algunas de sus facultades duermen, si su conciencia se amodorra, tiene
siempre bien despierto el punto de dignidad y de amor propio, y con esta especie de virtud,
disimula en sociedad los desastres de su vida íntima.” (LI., p. 1163). Las razones ocultas de
este comportamiento se expresarán en Realidad del siguiente modo: los ojos de “traición,
mentira y cinismo” que Augusta cree ver en él (R., p. 1236); su “quijotismo” y “quijotería”
(R., p. 1247-8); Augusta le pregunta si sus ideas morales son “¿virtud o falta de valor?”
(R., p. 1259), poco después Augusta acabará llamándole “cobarde” (R., p. 1260), Malibrán le
calificará del siguiente modo: “(u)n desequilibrado de marca mayor”, “una contradicción viva,
una antítesis” (R., p. 1269) así como “corazón fiero, orgullo indomable... ideas macizas”
(R., p. 1272). De nuevo es el propio Federico quien nos proporciona la razón de sus males:
“mi alma se divide” (R., p. 1251), “(h)ay en mí dos hombres” (R., p. 1252), o “(n)o puedo
completarme” (R., p. 1294), lo cual le llevará al “desquiciamiento, pérdida del sentido claro
de las cosas, pensar y sentir los mayores despropósitos” (R., p. 1296, cursiva mía). De ahí los
disparos que le causarán la muerte: uno en el costado izquierdo (corazón) y otro en la sien
(cabeza). De lo que carece Federico es de voluntad (sólo posee fiereza e impulso) de ahí que
tanto Augusta como Orozco le digan en repetidas ocasiones que se deje guiar por la voluntad
de ellos. En términos hegelianos podríamos decir que representa la “conciencia desgraciada”,
la conciencia escindida que ni “en sí” ni “para sí” sino “para otro”. La ironía de la ficción
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reside aquí en que queriendo hacer su voluntad en todo acaba por no poder querer nada, por
querer la nada, la muerte, la autodestrucción.
Frente a la personalidad narcisista de Orozco y la figura de la conciencia desgraciada de
Federico, encontramos la fuerza mediadora del sentimiento representada por Augusta. Los
momentos más significativos de esta capacidad integradora y posibilitadora de la realización
de una vida a escala humana (y no a escala divina –Orozco– o de bestia –Federico–) tienen
lugar en dos encuentros que Augusta tiene con cada uno de ellos. El primero es un soliloquio
de Augusta quien, tras haber intentado comunicarse con Orozco en una noche de insomnio y
una vez que éste se ha dormido, piensa: “Pero, lo que yo digo, los santos deben estar en el
Cielo. La tierra dejádnosla a nosotros lo pecadores, los imperfectos, los que sufrimos, los que
gozamos, los que sabemos paladear la alegría y el dolor. (...) Los puros, que se vayan al otro
mundo. Nos están usurpando en este un sitio que nos pertenece.” (R., p. 1242).
En el encuentro que tiene con Federico, y cuando le está intentando convencer para que se
deje ayudar por Orozco y ella, le dice:
El sentimiento místico no cabe en mí. Quiero vivir, ¡ay!, y gozar de la vida que Dios
me dió. Me son antipáticas las ideas trágicas y las emociones lúgubres; las proscribo
de mi cerebro y de mi corazón como algo que no es de buen tono. (R., p. 1312).
Y ya hacia el final, de nuevo con Orozco, piensa pimero para sí y después en voz alta:
¡Ay Dios mío, cómo se evapora el pensamiento de este hombre! Si me hablase en
lenguaje humano, que moviera mi corazón y mi conciencia, me impresionaría; pero
estas cosas tan etéreas no se han hecho para mí, amasada en barro pecador. (Alto)
Ya sé que (...) has conseguido (...) no tener pasiones (...) aislarte y no permitir que te
afecte ninguna maldad (...)¿Y quieres que yo te acompañe en esa purificación? ¡Ay!
Bien quisiera; pero no sé si podré. Soy muy terrestre; peso mucho y cuando quiero
remontarme, caigo y me estrello.” (R., p. 1328, cursiva mía).
Sólo la integración del pensar, el querer y el sentir de los que habla Augusta puede
preservar el frágil equilibrio de una sana vida humana. Lo demás es locura, desvarío,
desequilibrio, perturbación...
A continuación presentaré, a modo de sinopsis, un esquema en el que se intenta mostrar de
forma gráfica esta constelación de ideas:
Orozco Viera
Elemento: aire Elemento: fuego
Órgano corporal: cabeza Órgano corporal: corazón
Actividad: pensamiento Actividad: amor y juego
(ni afectos, ni pasiones, (falta de valor y voluntad
ni sentimientos) sin oficio ni beneficio)
Idea fija: el bien absoluto Idea fija: el honor
Rechazo: de la gratitud Rechazo: de la ayuda
Metáfora de su vida: desierto Metáfora de su vida: muralla
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Augusta
Elemento: agua y tierra
Órgano corporal: cabeza y corazón, estómago y pies
Actividad: imaginación (pensar, actuar, gozar y sufrir)
Deseo: amar y ser amada
Rechazo: de las tragedias
Metáfora de su vida: corsé y páramo
Conclusión
La novela galdosiana se muestra una y otra vez como una suerte de laboratorio prodigioso
que nos permite indagar de forma incesante sobre la realidad humana. Constituye un modo de
comprensión antropológico cuya finalidad es la de mantener vivos a los conceptos o ideas,
hacer de las meras figuraciones de la razón, figuras de la imaginación creadora. La lectura de
sus obras puede, por así decirlo, “curarnos en salud” al permitirnos “tener una experiencia”
que, aunque ficticia, no deja de ser real y verdadera.
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ANEXO
(Nota: las palabras, expresiones o frases que aparecen en cursiva son las que han sido
comentadas especialmente en este trabajo)
La Incógnita y el vocabulario del conocimiento:
- Sinceridad: veracidad (pp. 1119 y otras).
- Ignorancia (pp. 1119 y otras).
- Ideas (pp. 1120 y otras).
- “Bromas escépticas” (p. 1121).
- Idolatría (p. 1123).
- Contradicción (pp. 1129 y otras).
- “Fijeza de las ideas” (p. 1131).
- Presagio (p. 1132).
- Presentimiento, corazonada (p. 1134).
- Sospecha (pp. 1139 y otras).
- Idea, como “madre de los hechos” (p. 1140).
- “Movilidad de (mis) ideas” (p. 1141)
- Opinión (pp. 1146 y otras).
- Independencia de criterio (p. 1146).
- Verdad objetiva y la realidad (p. 1151).
- Entendimiento y estoicismo (p. 1153).
- Timba y murmuración (p. 1157).
- Escepticismo (p. 1158).
- “Estatua de la razón fría” (p. 1159).
- Duda (pp. 1160 y otras).
- “Todos somos algo Prometeos (...) o intentamos serlo” (p. 1160).
- Conciencia (pp. 1163 y otras).
- Revelación (sueño. espíritu que revela un enigma): verdad frente a “idea propia”:
“lúcido entusiasmo”: asegurar:“fe tenaz”: convencimiento: “evidencia y comprobación”:
creer: “comprobación del hecho”: juicio: lógica (pp.1165-6)
- Convencer (pp. 1168 y otras).
- Enigma, misterio (p. 1172).
- “Revelación certera” (p. 1172).
- Adivinación (O diferencia entre el historiador y el poeta) (p. 1173).
- Errores (pp. 1174 y otras).
- Cavilaciones; “atinados conceptos” (p. 1176),
- Equivocarse (pp. 1177 y otras).
- “Cristales muy subjetivos” (p. 1180).
- Misterio y escándalo (opinión pública) (p. 1193).
- Raza chismográfica (la española) (p. 1193).
- Distintos tipos de explicaciones u opiniones: “razonables”, “novelescas” (aunque
verosímiles), “estrafalarias” (pertenecientes al género de entregas) (p. 1194).
- La opinión pública o la confusión de las opiniones (p. 1194).
- La opinión como “pura gangrena, charlatana y mujerzuela” (p. 1196).
- La verdad deseada y temida a la vez (p. 1196).
- La “santa verdad” (“en el infierno de las conciencias” (p.1 197).
- La “verdad subjetiva. relativa y aparente fundada en el honor” (p. 1197)
- Verdad absoluta (p. 1197).
- Invención como “abrir los ojos” (p. 1197).
- “Desatinadas hipótesis” (p. 1198).
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- Disparate (pp. 1198 y otras).
- Inverosímil (p. 1198).
- “Los hilos de la trama ocultadora” (p. 1198).
- Varias “versiones del drama” (p. 1199).
- Jeroglífico (p. 1208).
- Indagar, descubrir, averiguar (p. 1211).
- Reflexión (p. 1211).
- Enigma (pp. 1215 y otras).
- Conocimiento limitado (p. 1215).
- Curiosidad (pp. 1215 y otras).
- Confesión (pp. 1216 y otras).
- lgnorar (p. 1216).
- Verdad aparente frente a verdad profunda (p. 1218).
Realidad y el vocabulario de los sentimientos:
(En esta lista se usan las siguientes abreviaturas: Augusta = A, Orozco = O y Federico= F).
- Felicidad (referida a Monte Cármenes y Cisneros que “prescinden de la realidad” y
ven el mundo “conforme a su deseo”) (p. 1225).
- Fastidio ante lo “cursi” (de A frente a las tragedias) (p. 1226).
- Queja (de Malibrán contra A, que no se rinde a sus proposiciones amorosas) (p. 1227).
- Virtud (referida a A) (pp. 1227 y otras).
- Moralidad (según A, cuestión de moda) (pp. 1228 y otras).
- “Lances dramáticos y misterios de folletín” (dicho por A referido al crimen de la calle
del Baño) (p. 1227).
- Fascinación (de Infante por A) (p. 1229).
- Disimulo (de Infante frente a A y de A frente a F) (pp. 1229-30).
- “Los misterios de la conciencia individual” y “otros enigmas sociales” (pp. 1230-31).
- Lo extraordinario y la realidad como la gran inventora (preferencia de A) (p. 1231).
- El corazón que “salta en el pecho” (A cuando advierte la llegada de F) (p. 1230).
- “La culebra que tengo enroscada aquí” (para sí de A, que está enfadada con F).
(p. 1232).
- Orgullo, “culto del arrastrado yo”, amor propio (dice Malibrán a Villalonga respecto
de O) (p. 1234).
- Hipócrita (dice Villalonga a Malibrán respecto de O) (p. 1234).
- Traición, mentira, cinismo (ve A, muy agitada, en los ojos de F) (p. 1236).
- Aborrecible (ve A a F) (p. 1236).
- Miedo (siente A ante la posibilidad de que la oigan a ella y a F) (p. 1236).
- Calmarse, reirse, alegrarse y disfrutar de la música que interpreta A al piano (p.1236).
- Tristeza (de O tras la música interpretada por A esa noche) (p. 1236).
- Lejanía (así ve O a A) (p. 1237).
- Bondad, caridad y ayuda al prójimo (A le dice a O que no le censura por ellas, pero
que todo tiene su límite y su medida en lo humano) (p. 1237).
- Anhelos (de O de alcanzar más triunfos en “esto de la conciencia”) (p. 1237).
- “Idea fija” (califica A, para sí, los -anhelos” de O) (p. 1237).
- Egoísmo (O considera que los muertos y los egoístas vienen a ser lo mismo; añade,
poco después, que hay que limpiar el corazón de egoísmo) (p. 1237).
- Soledad (en un soliloquio, O muestra su inclinación hacia ella y dice que le permite
tener “gozo en mí mismo”) (p. 1237).
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- Aflicción (expresada por O respecto de A por no haber asimilado aún sus ideas)
(p. 1237).
- “La resistencia moral, como el grado de tensión de una cuerda no se conoce hasta
que se prueba” (dice A a O en relación al perdón de las ofensas) (p. 1240).
- Confesión (deseada por A: “consuelo del espíritu turbado es la confesión”) (p. 1240).
- La educación puritana desfigura “lo mismo que el corsé nos desfigura el cuerpo”
(piensa A) (p. 1241).
- Confusión respecto a los estados de vigilia y sueño (de A) (p. 1241).
- Alegría y dolor (piensa A que la tierra es para “los pecadores, los imperfectos, los
que sufrimos, los que gozamos, los que sabemos paladear la alegría y el dolor” (p. 1241).
- Atribución de nuestras cualidades a los demás (dice Infante a F que lo hacemos
indeliberadamente) (p. 1243).
- Amor como amor propio, orgullo y ambición (dice Infante a F, coincidiendo con las
ideas de Malibrán).
- Engaño amoroso como algo indigno y escandaloso (comentan Infante y F) (p. 1245).
- Honor (idea principal de F) (p. 1245).
- Ayuda (F dice:“no puedo evitar que se apodere de mi una aversión insana hacia toda
persona decente que viene en mi auxilio.”) (p. 1246).
- Quijotismo (de F, según Santanita) (p. 1247).
- Quijotería (de F, segun Claudia) (p. 1248).
- Ira y rabia (expresada por F con respecto a su padre) (p. 1248).
- Buen corazón y desplantes de generosidad (dice F a Leonor que conoce esas
cualidades que la caracterizan) (p. 1249).
- Amistad, “parentesco espiritual”, “cariño fraternal”, “afecto reposado y noble” (dice
sentir F por Leonor) (p. 1250).
- El tema del alma dividida, los dos F, el verdadero y el falsificado (duda que marea) y
la vida dividida en dos esferas irreconciliables (así se siente F frente a Leonor y a que
representan la sinceridad y la confianza y la excitación y la imaginación respectivamente, y le
hacen pensar en “el misterio de los afectos humanos”) (pp. 1251- 53).
- Honor y deshonor como palabras relativas (expresa Leonor) (p. 1254).
- Imaginación exaltada (dice A de sí misma a F) (p. 1257).
- La muralla (de la desconfianza) (A quiere que F le dé su amor y su confianza:
“destruye esta muralla que hay entre nosotros.” (p. 1257).
- El amor como transformación, como lo que aspira a fundir la ilusión con la razón
(expresa A a F) (p. 1258).
- Del amor romántico al amor positivo o positivista, o “ponerse en prosa” (propuesta
que A hace a F) (p. 1259).
- “La voluntad más independiente que existe en el mundo (eso es lo que admira F de
A)”(p. 1259).
- La muralla (de las ideas morales) (es la que en un aparte refiere F) (p.1259).
- ¿Virtud o falta de valor? (le pregunta A a F respecto a sus ideas morales) (p.1259).
- “Exaltación de mal agüero” o la virtud como una manía o un tic (dice A a F con
respecto a O) (p. 1260).
- Cobardía y huída frente a valentía y mirar a la cara a la verdad (A le dice a F: “Tú
eres cobarde y huyes. Yo soy valiente y me quedo delante de estas dos verdades mirándolas
cara a cara.”) (p.1260).
- “La terrible muralla” (F vuelve a hablar de ella y A, “echándole los brazos”, dice:
“Pues yo la destruyo. yo la hago pedazos. la rompo con mil y mil besos.” (p.1261).
- Corazón monstruoso o “acorazado” (dice para sí F de A: “Nada puedo contra este
corazón monstruoso. Las ideas morales se estrellan en él como migajas de pan arrojadas
contra el blindaje de un acorazado.”) (p. 1261).
842
- La dignidad: ¿función social o sentimiento humano? (se pregunta F) (p. 1266).
- “Un desequilibrado de marca mayor” “una contradicción viva, una antítesis” (dice
Malibrán a A con respecto a F) (p. 1269).
- “Corazón de granito” (dice A de O) (p. 1271).
- “Corazón fiero, orgullo indomable... ideas macizas” (dice Malibrán de F) (p. 1272).
- La teoría de los dos mundos: el visible y el invisible, o el oficial y el oculto (expresada
por Malibrán a Infante) (p. 1273).
- Presentimientos, extraños e indefinibles temores de conciencia (le acechan a A ante la
llegada de Joaquín Viera) (p. 1274).
- Cansancio de la opinión pública, que trae más males que bienes (expresa O a Joaquín
Viera) (p. 1278).
- Imaginación y fantasía loca como contraria a los hombres de negocios (afirma Joaquín
Viera ante O) (p. 1279).
- Piedad (pide a Dios A para O, “que ha perdido la razón”) (p. 1282).
- “Fría razón” (dice usar A para aprobar a O su plan de ayuda a la familia Viera)
(p. 1285).
- “¿Grandeza de alma ... o ebullición intelectual producida por un desquiciamiento del
cerebro?”, ¿perfección o imperfección? (piensa A de O y su plan de ayuda a la familia Viera
(p. 1286).
- Abrir los ojos (piensa Malibrán para si en relación a decirle a O la infidelidad de A).
(p. 1286).
- Turbación (de Augusta frente a las insinuaciones de Malibrán de que sabe su secreto)
(p. 1290).
- Desear ver y hablar (siente A respecto de F) (p. 1291).
- Tener buen corazón y buenas entendederas (dice Leonor de sí misma) (p. 1293).
- Incompletud de F (respecto de A, que representa el amor y la imaginación y Leonor,
que supone la amistad y la confianza) (p. 1294).
- “Los hombres y mujeres somos guitarras. que no sabemos cómo se templan ni cómo
no...” (dice Leonor a F) (p. 1294).
- Desquiciamiento, pérdida del sentido claro de las cosas, sentir, pensar y decir los
mayores despropósitos (dice de sí mismo F) (p. 1296).
- Don de la profecía (piensa F que posee la Viuda de Calvo) (p. 1298).
- “Lo que pertenece al orden de los sentimientos, sea cariño, sea rencor, es sagrado”
(dice F a su hermana Clotilde) (p. 1298).
- Molestia ante “una leccioncita de tolerancia” (dice la Viuda de Calvo a F) (p. 1298).
- Dificultad en recibir agradecimiento (por parte de O) (p. 1300).
- Ingrato e hipócrita (piensa para sí F de O) (p. 1300).
- Locos, “¡almas de cántaro!” (denomina así O a Clotilde, Santanita y la Viuda de Calvo
por querer agradecerle la ayuda prestada) (p. 1301).
- Desvarío de enfermo o manera hábil de argumentar (le dice O a F cuando éste
rechaza la ayuda que le ofrece) (p. 1302).
- Inconscientemente (dice O a F sobre la ayuda que le ofrece: “él (Joaquín Viera) nos ha
proporcionado los medios para esta combinación feliz”) (p. 1302).
- Sobrenatural (dice de O F) (p. 1302).
- Sombra de Orozco, primera aparición (delirio de F, quien acaba diciendo: “realidad
por realidad, lo mismo da una que otra... Despéjate cabeza ¿Adónde iré para calmar mi
afán?”) (pp. 1303-6).
- Ternura y consuelo como única medicina del mal espantoso de la conciencia o
bálsamo del corazón (desearía, pero sabe que no tendrá, F de A) (p. 1306).
- Molestia, extraña sensación en el corazón (la siente F y se la expresa a O diciéndole:
“Exactamente dolor no, no, no,... Es más bien un estímulo, como ganas instintivas de meter
843
los dedos por aquí, aquí, no sé si en el corazón o un poco más abajo”. Y a lo que O responde:
“te basta dejarte querer, y verás como desaparece esa molestia. Que no es más que una
acción refleja partiendo del cerebro.”) (p. 1307).
- Alucinación (la expresa F a O: “Hállome en el vértice de una gran alucinación, y lo
que veo y oigo es hechura de mi propia idea.”) (p. 1307).
- Mal de imaginación, desasosiego del espíritu que se remedian con la tranquilidad y el
hacerse dueño de la propia voluntad (recomienda la sombra de O, en una segunda aparición, a
F) (p. 1308).
- Burlar, pervertir a alguien (dice F haber hecho con O y A respectivamente) (p. 1308).
- Sentimientos de fraternidad (expresa sentir la Sombra de O por F) (p. 1308).
- Delirio (de F expresado a la Sombra de O: “Tomás, cualquiera diría que deliramos tú y
yo...”) (p. 1309).
- Vida marital (F, burlándose de la Sombra de O, le dice: “¡Tu mujer! Pero si apenas
haces vida marital con ella.”) (p. 1310).
- Abrazo (de A y F) (p. 1311).
- Voluntad (A le pide a F que se someta a su voluntad) (p. 1311).
- Sentimiento místico (dice A de él a F:“el sentimiento místico no cabe en mí. Quiero
vivir. ¡ay!, y gozar de la vida que Dios me dió. Me son antipáticas las ideas trágicas y las
emociones lúgubres: las proscribo de mi cerebro y de mi corazón como algo que no es de
buen tono.” (p. 1312).
- Soledad deliciosa (dice A a F: “¡Qué soledad tan deliciosa, que mundo éste, aparte y
pequeñito, pero grande por el sentimiento!”) (p. 1314).
- Muralla “dura como el diamante” (cree F que se levanta entre A y él, y que A cree
que son las “ideitas morales” de F) (p. 1315).
- Ser razonable sin dejar de ser apasionada (le pide F a A) (p. 1315).
- Locura, no sana razón (le dice A a F de O) (p. 1316).
- No tener voluntad, no tener alma (se siente A tras el suicidio de F) (p. 1320).
- Cefalalgia, molestia al ruido y la claridad (dice O que tiene A, tras el suceso:
Malibrán añadirá en un para sí:“¡El ruido y la luz! Eso precisamente es lo que la mata.”
(p. 1322).
- El tiempo benefactor (teoría de Felipa expresada a A: “El tiempo es muy bueno;
trabaja sin que se sienta, y del fin de unas cosas nace el principio de otras.”) (p. 1325).
- Pesadillas (A le habla de ellas a Felipa: “Anoche me pasó lo que no me ha pasado
nunca: tener pesadillas horribles, una tras otra, y no poder discernir después lo real de lo
soñado.”) (p. 1326).
- Evaporación del pensamiento (para sí de A respecto de O: ¡Ay Dios mío, cómo se
evapora el pensamiento de este hombre! Si me hablase en lenguaje humano, que moviera mi
corazón y mi conciencia, me impresionaría, pero estas cosas tan etéreas no se han hecho
para mí, amasada en barro pecador.” (p. 1328).
- Perdón (A lo desearía de O, pero piensa para sí: “El perdón del que no siente ¿es tal
perdón?” (p. 1329).
- Adivinación (O dice a A que, mediante ella, ha podido saber lo que espera que le
confirme o no su confesión) (p. 1229).
- Soledad de un desierto (dice para sí O: “Me he quedado solo, como el que vive en un
desierto.” y más adelante: “esterilidad glacial del yermo en que habito”, “aridez pedregosa”)
(p. 1330).
- Vaciedad del alma, sentimiento de divorciada, soledad de un páramo (así se siente A)
(p.1330).
- Hombre “inalterable, marmóreo, glacial” (así ve A a O y añade “Una nueva pena,
una nueva inquietud. Será preciso consultar con los mejores especialistas en perturbaciones
cerebrales.” (p. 1331).
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- Una idea que quiere convertirse en imagen (es la Imagen de Viera que O cree percibir
en la última escena, de la cual se añade: “ve una imagen subjetiva, representación fidelísima
de persona viviente.”) (p. 1332).
- Dormir o estar despierto (la imagen de F le dice a O que está dormido. O lo niega)
(p. 1332).
- Sensación de sofoco, de opresión, de no poder respirar (la siente O al creer notar que F
se apoya en su pecho) (p. 1333).
- La muerte “por estímulos del honor y de la conciencia” como “símbolo de grandeza
moral”, y causante de admiración y de deseo de amistad (palabras que dice O a la Imagen de
F) (p. 1333).
- Abrazo (de O y la Imagen de F) (p. 1333).
845
NOTAS
1 Como es sabido, Galdós dijo haber iniciado con La desheredada su “segunda manera”. Siguiendo esta
misma metáfora pictórica, proponemos que con La incógnita y Realidad se consolidaría una “tercera
manera”. Así, en el prólogo del propio Galdós a su novela El abuelo leemos: “El sistema dialogal,
adoptado ya en Realidad nos da la forja expedita y concreta de los caracteres. Estos se hacen, se componen,
imitan más fácilmente, digámoslo así, a los seres vivos cuando manifiestan su contextura moral con su
propia palabra y con ella, como en la vida, nos dan el relieve más o menos hondo y firme de sus acciones.
(...) con la virtud misteriosa del diálogo parece que vemos y oímos, sin mediación extraña, el suceso y sus
actores, y nos olvidamos más fácilmente del artista oculto que nos ofrece una ingeniosa imitación de la
Naturaleza.” Benito Pérez Galdós, Obras completas, Novelas III (Ed. Aguilar, Madrid 1970, pp. 800-1).
2 El Abuelo concluye con la enigmática frase pronunciada por Don Pío, maestro de Nell y Dolly: “¿El mal...
es el bien?” (Op. cit., p. 904).
3 “¿Qué es la Ilustración?” (1784), I. Kant. Otras obras de Kant que están en la base de este trabajo son: la
Crítica del juicio (1790) y la Antropología en sentido pragmático (1798).
4 La idea de construir estos dos vocabularios parte, en gran medida, de la siguiente observación formulada por
Gonzalo Sobejano: “El tema de La incógnita era la opinión. El tema de Realidad es la soledad, el secreto,
la desconfianza.” (Forma literaria y sensibilidad social, Ed. Gredos, Madrid, 1967, p. 96).
5 En la base de nuestro estudio sobre el uso del punto de vista y la voz narrativa está la obra de Paul Ricoeur
Temps et récit. En ella leemos: “Au total, les deux notions de point de vue et de voix sont tellement
solidaires qu'elles devienent indiscernables. (...) II s'agit plutôt d'une seule fonction considerée sous l'angle
de deux questions différentes. Le point de vue répond a la question: d'oú perçoit-on ce qui est montré par le
fait d'étre raconté? donc: d'oú parle-t-on? La voix répond à la question qui parle ici?” (Temps et récit vol II,
Editions du Seuil, París 1984, p. 148.).
6 Como recuerda María-Paz Yáñez: “Sabido es, gracias a Denah Lida, que Galdós dedicaba en esos momentos
sus artículos enviados a Buenos Aires al discutido crimen de la calle Fuencarral, que guarda ciertas
correspondencias con el que nos ocupa. Cfr. Denah Lida, “El crimen de la calle de Fuencarral”, en
Homenaje a Joaquín Casalduero, Madrid, Gredos, 1972, pp. 275-283, y “Galdós entre crónica y novela”,
Anales Galdosianos, VIII, 1973, pp. 63-77. Para más información sobre el crimen histórico, cfr. Antonio
Lara El crimen de la calle de Fuencarral, Madrid, Albia, 1984, en cuya portada -y también en ilustración
interior- aparece la caricatura de Higinia Balaguer dibujada por Galdós.” (“Una incógnita elevada al
cuadrado y una realidad cuestionable”, en Realidad e imaginación en la obra de Pérez Galdós, Rumbos
13/14, Institut d'Espagnol de I'Université de Neuchatel, Suiza, Noviembre 1995, p. 91).
7 Benito Pérez Galdós, La incógnita, Obras completas vol. III, Ed. Aguilar, Madrid 1970. Todas las citas
tanto de La incógnita como de Realidad están tomadas de esta edición y se transcribirán a partir de ahora
entre paréntesis y con la siguiente abreviatura: LI y R.
8 El estudio de la ironía como pauta estructural en la obra de Galdós en general y de La incógnita y Realidad
en particular, ha sido analizado por Diane F. Urey en su libro Galdós and the irony of language. Véanse
especialmente los apartados pertenecientes al capítulo 3 denominado “The narrator or irony” titulados “The
epistolary novel: La incógnita” y “The dialogue novel: Realidad” (Diane F. Urey, Galdós and the ironv of
language Cambridge University Press, 1982, pp. 80-94).
9 A este respecto Gonzalo Sobejano hace la siguiente observación: “Esto indica que Galdós ha querido
significar la identidad última de la mujer bajo diversas formas o nombres.” (op. cit., p. 98).
10 Tres trabajos que han profundizado sobre “el enigma moral de Orozco” y sus peculiares relaciones con
Augusta y Viera son: el de Arnold M. Penuel The ambiguity of Orozco's virtue in Galdós' “La incógnita”
and “Realidad” (Hispania, vol. 53, n. 3, September 1970, pp. 411-418); también el de Paciencia Ontañón
de Lope Blanch Algo más sobre Realidad de Galdós (Actas del X Congreso de la AIH, Barcelona 1992,
vol II, pp. 1375-82). En concreto leemos en este último estudio: “Orozco muestra abiertamente el placer
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sádico de ofender y aplastar a Augusta bajo el peso de su perfección, actitud narcisista característica de una
avanzada neurosis.” (p. 1381, cursiva mía). Este narcisismo del que habla Paciencia Ontañón de Lara
guarda relación con una posible homosexualidad latente (vid. Sigmund Freud, Introducción al
psicoanálisis, Alianza editorial, Madrid, p. 444), y éste es el aspecto que señala el estudio de John Sinnigen
en Sexo y política: lecturas galdosianas. en el que escribe: “El abrazo misógino y homosexual al final entre
Orozco y el fantasma de Viera parecería cerrar este espacio literario a lo femenino. Sin embargo, como
sucede reiteradamente en las novelas de Galdós, la cosa no es tan sencilla. Aunque el autor hace dormir a
Augusta, no permite que sea sometida.” Sexo y política: lecturas galdosianas, Ediciones de la Torre,
Madrid 1996, p. 180).
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