LA CARACTERIZACIÓN GRÁFICA DEL PERSONAJE
GALDOSIANO
Stephen Miller
Durante los años de labor dedicados a Galdós gráfico (1861-1907): orígenes, técnicas y
límites del socio-mimetismo y a las ediciones facsímiles de los álbumes galdosianos de dibujo
titulados Gran teatro de la pescadería, Las Canarias, Atlas zoológico, Album arquitectónico
y Album marítimo, he quedado convencido de la relevancia para los estudios galdosianos de
cierta declaración de 1914 de don Benito. Durante una entrevista con José María Carretero,
afirmó: “antes de crear literariamente los personajes de mis obras, los dibujo con el lápiz para
tenerlos después delante mientras que hablo de ellos”. Y añadió: “Tengo dibujados a lápiz
todos los personajes que he creado”. Hasta fechas recientes la crítica no ha tomado lo
suficientemente en serio estas declaraciones como para intentar comprobar su validez.
Michael A. Schnepf, gran estudioso de los manuscritos galdosianos, es una excepción a la
tendencia. A fuerza de los años dedicados al estudio de los manuscritos de don Benito
coleccionados en la Biblioteca Nacional, se le ha impuesto la relevancia de algunos de los
dibujos de los márgenes: que parecen ser versiones gráficas de los personajes de las novelas.
Por mi parte el estudio de tres de los cinco álbumes de dibujo mencionados arriba,
especialmente el Atlas zoológico, ha revelado dibujos y caricaturas de personajes históricos y
ficticios de Fortunata y Jacinta, novela cuyo tiempo histórico empieza con la Noche de San
Daniel de 1865. El dueño y un mozo del Café Universal, Isabel II y Francisco de Asís,
O'Donnell y Posada, Olózaga y Prim son de los personajes históricos de la novela que figuran
en el Atlas. De manera más especulativa, pero basándome en el cotejo de las acciones de otros
personajes dibujados y las caracterizaciones de ciertos personajes en Fortunata y Jacinta, creo
poder identificar muchos estudios gráficos de Juanito Santa Cruz, Villalonga y Zalamero. La
acción de esta novela se sitúa en la misma época en que Galdós dibujaba el Atlas, y no tiene
nada de particular, dada la práctica galdosiana de documentarse para las partes históricas de
sus obras, imaginarlo utilizando dichos dibujos, más otros de jóvenes y mayores de la clase
media para ayudarse en la recreación de personas, temas y lugares anteriores a la Revolución
de Septiembre de 1868. Finalmente, en las últimas hojas del Atlas se encuentran dos bustos de
mujer no contemporánea que evocan la figura de una musa en Gran teatro de la pescadería;
parecen ser estudios para la creación del personaje alegórico de la Madre que guía a Tarsis en
El caballero encantado.
Otra dimensión del Galdós gráfico puede requerir cierta modificación de la declaración de
1914 a Carretero, y afecta a los personajes no dibujados por Galdós por existir ya en su mente
imágenes suficientes para “verlos”. Tomados por el orden cronológico de su aparición léxica,
algunos de estos personajes son:
1) Cristóbal Ramos Caballuco, el brazo derecho de doña Perfecta, que se parece a “un
centauro” (Cap.2);
2) el médico Teodoro Golfín, que “parecía un león, y como el rey de los animales, no
dejaba de manifestar a cada momento la estimación en que a sí mismo se tenía” (Cap. 9
de Marianela);
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3) María Egipciaca que “No tenía tipo español”, pero “su perfil . . . era el . . . de aquella
Minerva ateniense que rara vez hallamos en personas vivas” (I, 8 de La familia de León
Roch);
4) Rosalía Pipaón de la Barca, la de Bringas, que era “una de esas hermosuras gordas”
que “Se había oído comparar tantas veces con los tipos de Rubens” (Cap. 2 de
Tormento);
5) Francisco de Bringas y Caballero que “Era la imagen exacta de Thiers, el grande
historiador y político de Francia” y que tenía “también el propio talle” (Cap. 2 de
Tormento);
6) el rostro de Mauricia la Dura que “era el mismo, exactamente el mismo de Napoleón
Bonaparte antes de ser primer cónsul” (II, 6, i de Fortunata y Jacinta);
7) el cura renegado José Bailón, amigo de doña Lupe, la de los Pavos, y de Torquemada,
que era “el vivo retrato de la sibila de Cumas, pintada por Miguel Angel” (Cap. 3 de
Torquemada en la hoguera);
8) Carlos María de Cisneros que se “parece al insigne cardenal de su mismo nombre”
(Cap. 2 de La incógnita); y,
9) Arístides Babel que de muchacho tenía un perfil que “fue comparado . . . al de un
heraldo de los que se ven en los escudos de la casa de Austria, o en los monumentos de
la época isabelina, entre yugos y flechas” (I, 2, ii de Ángel Guerra);
10) Benina que “parecía una Santa Rita de Casia” y a quien le faltaban “sólo el crucifijo y
la llaga en la frente, si bien podría creerse que hacía las veces el lobanillo . . . redondo,
cárdeno situado como a media pulgada más arriba del entrecejo” (Cap. 3 de
Misericordia); y,
11) “Alfonso de la Cerda, marqués del Castañar”, que era “noble de raza” que “ha traído a
nuestra edad cabeza del Greco, cuerpo flaco de longitud elegante” (I, IV de Casandra).
A estos personajes se puede añadir otros personajes históricos que entran en la novela
galdosiana, sin que Galdós tuviera necesidad de dibujarlos primero por tenerlos gráficamente
muy presentes. Es que el Galdós gráfico no comprende sólo al dibujante de los cinco álbumes
mencionados arriba, sino de dieciséis álbumes de coleccionismo: trece de recortados de los
grabados de las revistas ilustradas, y tres de fotografías. En ellos se encuentran más de 2.700
imágenes que documentan las personas, los lugares, los grandes acontecimientos y el arte
(escultura, dibujo y pintura) del pasado y el presente, que más interesaban a Galdós. Entre
estas imágenes el investigador puede encontrar las de Thiers, Napoleón, Cisneros, figuras
mitológicas, cuadros de Rubens y un larguísimo etcétera de imágenes. A los álbumes como
fuentes de imágenes gráficas para estimular la creatividad léxica de Galdós, se pueden añadir
las encontradas en los números de revistas tales como el Semanario Pintoresco Español que
Galdós poseía completa, y las que figuran entre las más de 1200 imágenes creadas para la
primera edición de los Episodios Nacionales ilustrados entre 1881 y 1885.
El proyecto de investigación que propongo aquí es, pues, la búsqueda, la colección y el
estudio de las imágenes gráficas, propias y ajenas, que utilizara don Benito en la creación
léxica de sus personajes. Las partes más fáciles y, por tratar de imágenes gráficas hechas por
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Galdós, más importantes del proyecto son: el rastreo de todo manuscrito galdosiano, iniciado
ya por Schnepf, para encontrar y coleccionar dibujos que puedan ser de personajes suyos; y,
el estudio de los cinco álbumes de dibujo originales de Galdós para descubrir y demostrar
–hasta el punto buenamente posible– los “anteproyectos” gráficos de personajes más
conocidos en su plasmación léxica. A mi modo de ver esta labor contribuirá en mucho a
nuestra apreciación y disfrute de la riqueza creativa de don Benito.
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