HENRY JAMES Y BENITO PÉREZ GALDÓS:

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

Rodolfo Cardona

Estos dos grandes novelistas del siglo diecinueve coinciden, curiosamente, en la fecha de

su nacimiento y, casi, en la de su muerte. James nació el 15 de abril de 1843; Galdós, el 10 de

mayo de ese mismo año. A pesar de la proximidad de sus cumpleaños, pertenecen a dos

signos distintos: Aries, el primero y Taurus, el segundo, lo cual, a los que creen en

horóscopos, podría explicar sus diferencias. Aunque don Benito vivió cuatro años más que

James y las vivencias de ambos pertenecen a dos culturas muy diferentes, James y Galdós

compartieron un mismo período histórico, la misma experiencia de un “destierro” voluntario

–el de Galdós de su tierra natal en Las Palmas y el de James de su patria, los Estados Unidos,

pues vivió la mayor parte de su vida en Europa–; pero, aún más importante, una misma

experiencia literaria, ya que ambos se nutrieron de las mismas fuentes y leyeron a los mismos

autores: Dickens, Balzac, Manzoni, Turgenief, Flaubert, Zola, entre los más contemporáneos.

No es de extrañar entonces que, a pesar de lo diferentes que son como novelistas, coincidan

sin embargo en muchos aspectos, tanto temáticos como argumentales, y en la creación de

ciertos personajes y situaciones.

Mencionaba antes diferencias entre ellos. En lo que más difieren, literariamente hablando,

es en el estilo que adoptaron. Galdós hizo enormes esfuerzos por allanar su estilo, por hacerlo

lo más asequible posible para el lector medio, lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que

adoptara una actitud condescendiente hacia sus lectores. No. Galdós utiliza métodos

expresivos que aunque parecen transparentes y faltos de artificiosidad, esconden un rico

tesoro de matices que los lectores más avispados, o los iniciados, pueden descubrir al hacer

una lectura profunda de sus textos. En cambio James es famoso como autor “rebuscado”,

cuyo estilo demanda una lectura cuidadosa sin que haya ningún esfuerzo de su parte hacia la

comunicación asequible para el lector medio. La sintaxis utilizada por James en su discurso

deviene cada vez más compleja y retorcida cuanto más nos aproximamos a su último período.

En Galdós y James se repite el caso de Mozart y Beethoven.

En el corto tiempo de que dispongo no podré entrar en detallados análisis comparativos de

sus textos. Me limitaré a apuntar las coincidencias más obvias que existen entre ellos

basándome en tres pares de novelas que coinciden con tres momentos o maneras distintas de

estos novelistas: Doña Perfecta y The American; La desheredada y Portrait of a Lady; y, por

último, muy brevemente, Fortunata y Jacinta y The Wings of the Dove.

Hace varios años, cuando escribí la “introducción” a mi edición de Doña Perfecta, al

comentar el manuscrito de la novela, mencionaba algunos cambios notables que hizo Galdós

en el proceso de su composición. Uno de ellos, que me llamó la atención, fue el cambio de

nombre del protagonista masculino quien, al principio, se llamó Pepe Novo en vez de Pepe

Rey. En una nota al pie mencioné la coincidencia siguiente:

“Curiosamente,” decía yo, Henry James bautizó con el nombre de Christopher

Newman al protagonista de una de sus primeras novelas, The American,” novela con

la cual encontré entonces –aunque no lo comentara en mi “introducción”– bastantes

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coincidencias argumentales. En efecto. Pepe Rey (o Novo) y Christopher Newman

son “los hombres nuevos” que chocan con la tradición y el oscurantismo.

Mi intuición de entonces la vi corroborada más tarde al leer el ensayo del poeta y crítico

norteamericano Ezra Pound, titulado “Provincialism the Enemy.” Menciona Pound, en este

orden, a Galdós, Turgenief, Flaubert y Henry James, como los representantes de la ilustración

moderna en contra del provincialismo que él define como “un deseo de forzar a los otros

hacia la uniformidad.” Pound utiliza Doña Perfecta como el arquetipo de esta lucha en contra

del provincialismo. Bajo esta rúbrica entran: la ignorancia de las costumbres de las demás

gentes y el deseo de controlar sus actos. Pound hace referencia a Henry James en el siguiente

contexto:

El deseo de forzar las acciones de otra persona es un mal. [...] La mayor parte de la

obra de Henry James consiste precisamente en el análisis de, y por ende, la protesta

en contra de toda clase de pequeñas tiranías y pequeñas coacciones... Y esta protesta

está unida y es parte integral de su análisis de las costumbres mentales de, por lo

menos, tres naciones. Y Galdós, continúa diciendo Pound, Flaubert y Turgenief, a

pesar de cualquier proclamación de objetividad artística, o de cualquier teoría sobre

la escritura, están totalmente sumergidos en esta lucha. Es una lucha en contra de los

derechos de la personalidad.

Miradas desde esta perspectiva, novelas como Doña Perfecta y El americano, tienen

muchísimo en común, además de la coincidencia de que ambas fueron escritas casi

simultáneamente. Doña Perfecta salió en 1876, The American, en 1877.

Pero hay que destacar, ante todo, la coincidencia en el triángulo que forman Pepe, Rosarito

y Doña Perfecta, por un lado, y Christopher Newman, Claire y Madame de Cintré por el otro.

En ambas novelas un personaje representativo de la mentalidad más tradicional y oscurantista,

interpone barreras infranqueables al amor de las jóvenes parejas. Doña Perfecta y Madame de

Cintré, las antagonistas, son ambas ultramontanas, tradicionalistas y legitimistas. Por otro

lado, Newman y Rey son torpes en sus tratos con este mundo y pronto caen en las trampas

que su propia franqueza les tiende…

Las dos novelas difieren radicalmente en sus respectivos desenlaces:

Doña Perfecta tiene un final trágico. El americano coincide con la novela de Galdós

solamente en el triste destino de sus heroínas: Rosarito confinada a un asilo de alienados;

Claire, a un convento de Carmelitas. En cuanto a las antagonistas, Doña Perfecta desmejora y

se dedica a la religión para redimir su crimen tan hábilmente encubierto; Madame de Cintré y

su familia se retiran al campo temerosos de que Newman haga público un terrible secreto de

familia sobre el cual posee documentos. Pero él, en vez de vengarse con la fatal revelación,

generosamente termina quemando el documento incriminador. Sólo Pepe muere trágicamente

y su muerte termina sumiéndose en un encubrimiento en defensa de sus perpetradores.

Paso ahora a hablar de otra coincidencia sorprendente entre La desheredada y Portrait of a

Lady, ambas de 1880-81. En ambas novelas se trata de un experimento. Se ha dicho muchas

veces que La desheredada es la primera novela naturalista de Galdós y, por ende, novela

experimental. James, en su “Prefacio” a Portrait of a Lady, confiesa el haber creado su

protagonista y el haberla situado en circunstancias especiales para ver “que haría esta joven

ahora.” Para que esto suceda necesita un medio y este medio es su primo Ralph quien, dentro

de la novela, asume el mismo interés del novelista y “se las arregla” para que la joven reciba

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una herencia cuantiosa de su propio padre (que, en realidad le correspondería a él) para

averiguar qué hará la joven de su vida ahora que dispone de una completa independencia

económica. Ralph, como el novelista, se mantiene estrictamente al margen, dejando que la

joven decida su propio destino sin interferir en absoluto en sus decisiones aun cuando no las

aprueba. En Retrato de una dama que bien pudo titularse “La heredada”, las posibilidades

para Isabel Archer, nuestra joven, de desarrollar su destino, se le presentan a manos llenas. Su

desdicha final es producto de sus propias decisiones que ella acepta valientemente, con una

voluntad estoica, en vez de tratar de huir de su mal casamiento o de echarle la culpa a otros

responsables. Isabel Archer es la “heredada” que derrocha su herencia.

En La desheredada, Isidora Rufete, la joven protagonista, se ve impulsada por su “tío” el

canónigo, a perseguir un destino que resulta falso por ser, en realidad, “heredado” de su padre,

un demente. La joven, ante su verdadera identidad, que se le presenta en el transcurso de la

narración de varias maneras, persiste, sin embargo, en perseguir ese falso destino y en su

búsqueda termina autodestruyéndose, pero sin aceptar nunca la realidad. Ella siempre pensará

que “otros” la han estafado de un destino que ella, no sólo se merecía, sino al que, más aún, se

sentía predestinada. Así como el narrador de Retrato de una dama utiliza como medio, para

dar arranque a su experimento, al primo de la joven, el narrador de La desheredada coloca a

Isidora en circunstancias creadas por su padre, Tomás Rufete.

Aunque las peripecias de la vida de Isidora en Madrid le presentan, como a Isabel Archer,

otras posibilidades para encontrar un destino más coherente con sus verdaderas circunstancias

–en el caso de Isabel, por ejemplo, el matrimonio con Lord Warburton, en el de Isidora, la

posibilidad de casarse con Miquis (aunque la contrafigura de Miquis en la novela de James es

Caspar Goodwood más bien que el Lord)– la joven persigue su falso destino conscientemente,

sin desviarse un ápice de ese camino aun cuando tiene que sufrir lamentables consecuencias y

humillaciones. El caso de Isabel Archer, en otras esferas mucho más elevadas, es similar. En

vez, como se indicó antes, de aceptar la mano de Lord Warburton, o la de su antiguo novio

Caspar Goodwood, se empeña en buscar un destino ideal por sí misma, sólo para caer víctima

de las maquinaciones de Madame Merle, quien la impulsa a casarse con alguien que Isabel

juzga, inicialmente, como el esposo ideal para emprender su hermosa idea de una vida plena

de arte, belleza y bondad. Por desgracia, la realidad que le espera es caer en manos de un

tirano quien explota la herencia que por vía de su primo Ralph había recibido. Su primo

muere viendo fallido su experimento; e Isabel, en vez de abandonar a su tiránico marido,

vuelve a él con una actitud casi estoica. James nos deja en suspenso en cuanto a la vida de la

dama en esta nueva etapa.

¿Podemos concluir entonces, pregunto yo, si ambas jóvenes estaban predestinadas al

fracaso por sus creadores? Ambas, como he indicado, encuentran posibilidades que tal vez

hubieran evitado su desgracia e infelicidad; ambas encuentran personas que les dan buenos

consejos:

- Miquis y la tía de Isidora, dentro de su elemental franqueza; Ralph y Henrietta Stackpole,

en el caso de Isabel y, en ambos casos, las jóvenes rechazan toda sugerencia pensando en otro

ideal. El de Isabel, es algo intangible, a lo que ella aspira y cree encontrar en Osmond su

marido, sólo para caer en una trampa que la lleva a un calvario. El de Isidora es una falsa

ilusión con visos de realidad que ella persigue aun cuando todo y todos se le oponen.

El caso de Isabel es quizás más “realista” –utilizo esta palabra en oposición a la manera

“naturalista” que envuelve a Isidora– en el que el narrador invoca asuntos de herencia y de

entorno. Ambas novelas coinciden, sin embargo, en ser “experimentales” en el sentido más

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estricto de esta palabra, aunque la manera de explotar este experimentalismo varíe un poco.

En lo que sí coinciden las dos protagonistas, novelísticamente, es en que ambas se expresan

desde adentro hacia fuera, como diría Clarín.

Por su gran complejidad, sólo me es posible traer a colación, muy brevemente, otro par de

novelas que, espero, encuentren alguien que las estudie con atención en el futuro. Se trata de

Fortunata y Jacinta y The Wings of the Dove, separadas cronológicamente por catorce años.

James redactó su novela en 1901 y Galdós terminó de publicar la suya en 1887.

Sería difícil encontrar dos novelas de estos autores que difieran más en su estilo. A la

llaneza de Galdós en Fortunata y Jacinta se oponen el artificio y la retorcida sintaxis de la

novela de James. Así y todo coinciden, sin embargo, en que ambas pueden considerarse como

la cumbre de su arte novelístico.

Las alas de la paloma ha adquirido cierta notoriedad recientemente a causa de su versión

cinemática. Los que han visto la película o, mejor, los que han leído la novela, recordarán que

en ella encontramos un triángulo amoroso que podría, en cierto modo, ser paralelo al de la

novela de Galdós. Es decir, un hombre entre dos mujeres. También en ambas encontramos

una protagonista femenina de indomable espíritu; Fortunata, y en la novela de James, Kate.

La indomable Kate Croy, enamorada de un periodista sin recursos económicos con quien

no puede casarse por la amenaza de su tía Maude Lowder de desheredarla si lo hace, concibe

una “pícara idea.” Esta idea se le ocurre cuando llega a Londres la millonaria norteamericana

Milly Theale de la que se hace amiga. Averigua que Milly sufre de una enfermedad fatal que

predice su temprana muerte. Su idea, entonces, es que Merton Densher, su novio, enamore a

Milly, se case con ella, y cuando ésta muera herede su riqueza y entonces ella, Kate, podrá

casarse con él. Kate resulta inferior a su novio Merton y a su amiga Milly; sin embargo, es

ella quien rige los destinos de los tres, como sucede con Fortunata en la novela de Galdós.

Fortunata, con su “pícara idea”, pretende ganar el amor de Juanito, pero no cuenta con la

bajeza de su seductor. Ambas protagonistas, Kate y Fortunata, resultan engañadas por sus

respectivas maquinaciones. La diferencia reside en que Fortunata se redime mientras que Kate

no. Tanto en la novela de James como en la de Galdós, la “pícara idea” produce otros

resultados de los que se había anticipado. El argumento de Las alas de la paloma es más

siniestro y cruel que el de Fortunata y Jacinta. En la novela de Galdós, a pesar de la muerte

de Fortunata, hay al final una conciliación (Jacinta y Fortunata se “hermanan”) y cierto

balance social aunque aumente la desarmonía en las relaciones entre Jacinta y su marido que

nunca serán como antes. En Las alas de la paloma, como en Fortunata y Jacinta, la imagen

de la muerte (la de Milly y la de Fortunata) termina dominando a los vivos, cambiándoles el

curso de sus vidas. Kate y Merton terminan su relación con esta frase con la cual concluye la

novela, frase que podría aplicarse también al final de la novela de Galdós para Juanito y

Jacinta:

We shall never be again as we were.

Nunca volveremos a ser lo que fuimos.

Ambas novelas esconden bajo sus incidentes la “verdadera” novela, que se encuentra en

los deseos interiores, en los pensamientos más íntimos de sus personajes principales,

especialmente las cuatro mujeres, con su hondura psicológica; de modo que la trama en

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ambas obras es secundaria a la forma en que se va desenvolviendo el carácter de sus

personajes.

Conclusión

He repasado someramente tres pares de novelas de estos dos autores cuyo nacimiento

coincidió en el año de 1843, para mostrar, no demostrar, porque eso necesitaría mayor

amplitud, las coincidencias, que son muchas, entre estas novelas, así como las diferencias que

existen entre James y Galdós. Espero que esta sugerencia que expongo hoy encuentre eco en

investigadores futuros quienes con más tino e inteligencia podrían continuar lo que hoy es

sólo un esquema.

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BIBLIOGRAFÍA

PÉREZ GALDÓS, B., Doña Perfecta, ed. R. Cardona, Cátedra, Madrid, 1984.

- La desheredada, ed. Enrique Miralles, Planeta, Madrid, 1992.

- Fortunata y Jacinta, Biblioteca Castro, Turner, Madrid, 1993.

HENRY, J., The American, in Novels 1871-1880, The Library of America, New York, 1983.

- El americano, Ediciones Pax, México, 1968.

- Potrait of a Lady, Augustus M. kelley, New Jersey, 1976.

- Retrato de una dama, Alianza Editorial, Madrid, 1984.

- The Wings of the Dove, The Modern Library, New York, s.a.

- Las alas de la paloma, Ediciones Troquel, Buenos Aires, 1967.

POUND, E., Selected Prose: 1909-195, Faber, London, 1973, pp.159-65.

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