CONTINUIDADES Y DIFERENCIAS: DEBATES
CRÍTICOS DEL GALDOSISMO INTERNACIONAL
Luisa Elena Delgado
Galdós, representativo
De acuerdo al Diccionario de la Lengua de Julio Casares, el término “representación”
puede aludir a una función de teatro; a la autoridad, dignidad de una persona; a una figura,
imagen o idea que sustituye a la realidad o a un conjunto de personas que representan a una
entidad, colectividad o corporación. Mi utilización del adjetivo “representativo” aplicado a
Galdós aprovecha la polisemanticidad del término para jugar con las posibilidades que éste
nos ofrece, posibilidades que, desde luego, han sido desarrolladas por la propia crítica
galdosiana internacional.
La manera en que representa el realismo galdosiano ha sido explorada desde distintas
posiciones críticas, que oscilan entre la aceptación de la posibilidad de una transferencia fiel
entre el signo y el referente--y las que, por el contrario, subrayan que la única lectura que hace
justicia al arte del escritor es una deconstructiva que revele “... la feliz subversión de su proyecto
imitativo” (Kronik, 49). Durante los años 70 y 80 y especialmente en el contexto del galdosismo
practicado en Norteamérica, la segunda tendencia es la que ha predominado, tanto por la
cantidad como por la calidad de los estudios publicados y hoy en día, los estudios de John
Kronik, Germán Gullón, Diane Urey y Akiko Tsuchiya dan testimonio de que “el alcance del
proyecto realista de Galdós es inseparable de su reflexión meta-referencial sobre el lenguaje”
(Tsuchiya12). No cabe duda de que el estudio de esta dimensión de la narrativa galdosiana sirvió
para evaluarla desde una perspectiva que, en efecto, diera buena cuenta de las complejidades del
talento creativo de un autor a menudo desestimado como tal y alabado meramente como
cronista-transcriptor de su época. Sin embargo y como bien ha señalado Jo Labanyi, la propia
brillantez de estos trabajos ha creado lo que ella misma denomina un cul-de sac crítico, que
parece sugerir que los textos galdosianos se refieren única e indefinidamente, a sí mismos. Bien
establecidos los recovecos del talento narrativo galdosiano, surgía la necesidad de relacionar su
indudable manipulación del lenguaje y las técnicas artísticas con la no menos indudable
conexión entre su obra y el contexto socio-histórico en que se inserta. Esto es, había que estudiar
los signos que constituyen la escritura del autor no únicamente en cuanto unidades lingüísticas,
sino en tanto unidades discursivas, de interacción y comunicación, y al hacerlo así, volver a
poner el énfasis en la representación, pero entendiéndola “no como mímesis sino como proyecto
ideológico” (Labanyi, 17-18). Ésta es, precisamente, la motivación que inició mi propio trabajo
galdosiano, que parte siempre de una consideración del lenguaje, de la materialidad del texto y su
retórica, pero a través de las cuales he querido indagar la manera en que “lo real” está
tematizado, cuestionado o antagonizado, representado en él. En mi caso la pregunta “¿cómo
representa Galdós?” me llevó a la articulación de lo que Hamon considera algunos de los
interrogantes básicos del realismo/naturalismo: ¿qué estrategias utiliza este autor para
promover o minimizar la proverbial heterogeneidad axiológica que caracteriza al realismo?;
¿qué tipo de jerarquías organizan los diferentes escenarios epistémicos que presentan sus
obras?; ¿cuáles son los mecanismos de reconocimiento, descubrimiento u ocultamiento de
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tales jeraquías? Las respuestas posibles a estos interrogantes nos sitúan ante el debatido
problema de la referencialidad; o más específicamente, ante el concepto que Darío
Villanueva, siguiendo a Inge Crossman y Mieke Bal, denomina el “interpretante”, término
que identifica al referente entendido no como entidad externa y anterior al texto, sino como
construcción que se forma a posteriori del desentrañamiento del “complejo sistema de
referencias e inferencias” que constituye la ficción (Villanueva 118). Tal entendimiento del
referente es consecuente con una interpretación de “lo real” como resultado de la lucha social
por la significación, siendo de fundamental importancia para juzgar lo que Luckacs
denominaba la incongruencia entre la interioridad y el mundo convencional. En efecto, la
narrativa de Galdós como sus coetáneas europeas, representa temática y estilísticamente la
fricción resultante de la interacción de una pluralidad de sistemas de opinión, así como la
manera en que el proceso de significación se constituye a través del tira y afloja de fuerzas
sociales conflictivas. Aceptar esta premisa puede tener importantes consecuencias para la
manera en que interpretamos los textos realistas. Así, en lugar de entender la antinomia
individuo-sociedad (indudablemente, el núcleo de la narrativa realista) como el fracaso de la
subjetividad de adaptarse a una realidad externa, más bien debemos considerar “lo real” como
el sentido (pre) dominante en relación al cual la subjetividad se localiza en una posición de
inteligibilidad (Ebert); el elemento hegemónico resultante de la confrontación entre diferentes
sistemas axiológicos. De este modo, las posiciones “paradójicas” o “heterodoxas”
características de los grandes personajes decimonónicos no deben interpretarse como
idiosincrasias particulares, sino como articulaciones del conflicto que se presenta cuando se
introduce un elemento marginal o extemporáneo en el espacio de la discursividad permisible.
“Lo real”, en la narrativa realista, y en la galdosiana en particular, señala no “lo que es” ni
tampoco “lo que falta” sino “lo que obliga” y lo que, en última instancia, decide.
Desde este punto de vista, mi propio entendimiento de la palabra “representación” no alude
a la imagen de un referente natural y real, sino a una construcción que determina tanto los
límites de la subjetividad y el conocimiento, como la propia configuración formal del texto
literario. Como ha analizado Michael Gardiner, la ideología es un fenómeno semiótico, un
producto de la textualidad, entendida en sentido amplio, de ahí que para entender su
naturaleza concreta haya que desentrañar su imbricación discursiva. Para mí, una crítica
ideológica es siempre, inicialmente, una crítica textual y viceversa: todo análisis formal y
estilístico debe insertarse en la especificidad del contexto histórico, social y cultural. Y esto,
entonces, nos lleva a la consideración de la “representatividad” de Galdós, en el contexto de la
narrativa española y europea de su época: las conclusiones a que nos llevan sus textos, ¿hasta
qué punto son características de sus contemporáneos? Más aún, dado que ciertos textos
galdosianos se leen mucho más que otros, y que la preferencia por unos u otros cambia con el
tiempo y con la localización personal y crítica ¿no deberíamos preocuparnos por estudiar
también las implicaciones ideológicas de las lecturas favorecidas en un contexto u otro?
Todos estos interrogantes fueron los que articularon la formación de este panel, que reúne
a un grupo de destacados expertos en la literatura y cultura del siglo XIX para discutir
diferentes acercamientos contemporáneos al estudio de Galdós, en el contexto general del
hispanismo internacional. Aunque los participantes ejercen su labor académica en diferentes
partes del mundo, la selección se hizo no en base a su localización geográfica, sino a la
localización de su discurso crítico (feminismo, estudios culturales, teoría literaria, estudios
sobre el canon, etc.). En última instancia, el objetivo de este panel no era simplemente
evaluativo (presentar una mera exposición de las diferencias entre diversos acercamientos
teóricos). El propósito era, ante todo, iniciar un intercambio crítico productivo situado en el
marco de una comunidad académica internacional –intercambio propiciado por críticos de
reconocido prestigio–. Si bien es necesario recalcar que debido a las inevitables limitaciones
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de espacio y tiempo la selección de críticos fué necesariamente parcial y que por supuesto “no
estuvieron todos los que son”, no es menos de rigor subrayar que los ponentes supieron
articular con elocuencia e independencia de criterio sus posiciones*. Así, en el marco
extraordinario de Los Jameos del Agua, y entre los fogonazos de las cámaras fotográficas de
los turistas curiosos por ver qué se discutía en aquel foro, César Manrique y los cangrejos
ciegos de las cuevas tuvieron que compartir protagonismo (por un día sólo) con Jo Labanyi,
Joan Oleza, José María Pozuelo y Akiko Tsuchiya, cuyas intervenciones dejaron constancia
de la vitalidad, variedad y calidad de los estudios galdosianos y decimonónicos dentro y fuera
del estado español.
*Cabe señalar que estaba prevista la presencia en el panel de Yolanda Arencibia, quien
declinó participar debido a su papel en la organización del congreso y para ceder la palabra a
otros críticos.
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