LA CONJURACIÓN DE LAS PALABRAS Y EL VIAJE DEL

PARNASO: UN CUENTO Y UNA NOVELA ACTUALES

José Carlos Morales Umpiérrez

Desde que el hombre fue capaz de hablar, ha tenido la necesidad de comunicar sus

sentimientos, emociones, vivencias, acontecimientos y todo aquello que llamase la atención por

cualquier motivo físico o espiritual. Lo remoto de la Literatura se pierde en el confín de la

historia, en los tiempos más primitivos del ser humano, en una época de despertar literario,

aunque solamente fuese a nivel oral, los cuentos fueron entonces una de las primeras

manifestaciones expresivas que tuvo el hombre para expresar sus hechos. Siglos más tarde, el

cuento sigue su andar como expresión de lo más sencillo y, a la vez, esencial del ser pensante,

la necesidad sigue siendo la misma desde que fuera creado.

El cuento es, en el fondo, una historia sencilla, que sigue una cadena de situaciones, hechos

o acontecimientos de forma lineal y sucesiva. Suele ser de corta extensión, desarrollando una

sencilla anécdota, cuyo final suele ser rápido, efectivo y, muchas veces, sorprendente.

Normalmente tiene pocos personajes con carácter funcional, sin grandes presentaciones ni en el

físico ni en lo espiritual. Todo ello le imprime un ritmo acelerado y vigoroso, haciendo de su

lectura una constante aceleración hacia el final. El mundo que crea el cuento suele estar a

caballo entre lo real y lo ficticio, apareciendo lo fantástico con la relativa normalidad.

Cervantes y Galdós son escritores universales que profundizaron en el mundo del relato

corto como forma de desarrollar lo que absorbían de su entorno social, cultural, político y

económico. Tanto uno como otro fueron hombres comprometidos y adelantados con la época

que les tocó vivir. Comprometidos por su dedicación a la denuncia directa o indirecta del

mundo hispano que vivieron y adelantados porque fueron visionarios a la hora de ver, estudiar

y utilizar los males pasados, presentes y futuros de España como materia novelable para su

producción literaria.

Una obra que siendo invención y sin perder la inmanencia de la obra de creación como tal,

no deja de ser imitación de un referente socio-histórico sobre el que el artista dirige su mirada

interesada, inevitablemente mediatizada por su particular conciencia histórica en la que el

reflejo de las circunstancias y convicciones propias destacan en su perfil y en su incidencia. El

artista Galdós cuidará de ocultar o de soslayar esa mirada interesada en los entresijos de las

estrategias técnicas de la narración, pero a la postre y más allá de su condición de novelista

realista que pretende pintar la realidad mediante la novela, desvelará por caminos más o menos

directos sus presupuestos personales respecto a la época en la que le correspondió vivir y a la

que pudo analizar de cerca.1

Las dos obras son desarrolladas con un hilo común, la ironía y la alegoría a la situación

histórica que ambos escritores vivieron en sus diferentes momentos. Una alegoría centrada en

la decadencia de España como nación y como unidad que permita el progreso y el avance hacia

un futuro más prometedor. En definitiva, el desengaño de los dos autores ante las situaciones

sociales que les ha tocado vivir a ambos en sus respectivas épocas. Este desengaño será

desarrollado por medio de las diferentes prosopopeyas que van controlando los

VIII Congreso Galdosiano

140

acontecimientos de la España del XVII (un tiempo de fracasos, de corrupción, de crisis, de

pérdida del peso político tenido hasta ese momento y de colonización), en el caso de

Cervantes, y la del XIX (inestabilidad social y política), en el de Galdós.

Las dos obras literarias están marcadas por elementos comunes. La ironía, el doble lenguaje,

el realismo mágico, la parodia, el humor y la crítica son particularidades que las dos comparten

con un mismo fin: la llamada de atención sobre la situación que rodea a España, no solamente

como nación, sino como ente pensante y en constante movimiento de crecimiento.

Por un lado, el Viaje del Parnaso, 1614, es una obra que nace de la mano de una travesía

literaria, un viaje que se realiza en un simbólico navío, hecho de versos, capitaneado por

Mercurio, y que, a lo largo de su recorrido, va dando un repaso a la literatura de su momento,

hablando de los malos y de los buenos poetas. Narra autobiográficamente, en ocho capítulos,

un viaje que defiende a los bueno poetas de los malos.

La época que vive Cervantes, al igual que la de Galdós como veremos después, está

marcada por la incertidumbre gubernamental ante los retos del momento. Apenas habían

pasado ciento veintidós años desde el descubrimiento de América y nos debatíamos entre dos

puntos diametralmente opuestos. De una parte, las ansiedades de abarcar todo aquel basto

territorio por descubrir y las inquietudes por saber aprovechar la oportunidad de manejar

correctamente la maravillosa riqueza descubierta; y de otra parte, los temores ante la

grandiosidad del proyecto, la corrupción que se empieza a desarrollar a pasos agigantados, la

continuación de la explotación de los indígenas y de sus tierras, la violencia y la crueldad que el

poder español llevó hasta América, centrado en la leyenda negra que tanto daño hizo. Sobre

todo este asunto, podríamos destacar un comentario aparecido en el libro La España del

Quijote donde se nos comenta que

[...] fue el suyo un tiempo de cambio de gobernantes, lo que, como veremos, no podía

por menos producir cambios también en la forma de pensar y hacer política. Así,

Cervantes vivió durante el reinado de Felipe II, pero también asistió a la llegada al

trono de Felipe III, con la consiguiente caída de los favoritos del primero y el ascenso

de los de su sucesor. Fue, por los demás, testigo de algunos de los conflictos entre

facciones más radicales de la historia moderna de España, así como de la detención y

juicio de varios importantes ministros reales acusados de corrupción.2

A lo largo de la obra se van vislumbrando las críticas o las alabanzas que Cervantes lanza a

los buenos y los malos poetas que compartieron con él esa turbia época. Un claro ejemplo lo

podemos tener en la conversión que hace de los malos poetas en calabazas. La ironía y la burla

se ceba con los pésimos escritores que Cervantes conoció. Quizás también podríamos hacer

esa crítica extensible a los pésimos gobernantes que también conoció y sufrió, unas críticas

veladas y escondidas tras la apariencia de malos escritores

[...] en un instante el mar de calabazas se vio cuajado, algunas tan potentes que

pasaban de dos y aun de tres brazas; también hinchados odres y valiente, sin deshacer

del mar la blanca espuma, nadaban de mil talles diferentes. Ésta trasmutación fue

hecha, en suma, por Venus de los lánguidos poetas porque Neptuno hundirlos no

presuma [...].3

La conjuración de las palabras y el Viaje del Parnaso:…

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Habla también Cervantes de la necedad, la envidia y la ignorancia de algunos poetas,

escritores o gobernantes al no saber aceptar los sabios consejos, las buenas ideas del progreso

y evolución positiva hacia el futuro. Todo es tomado como una crítica destructiva que no

permite ver el lado positivo a los argumentos que se pudieran utilizar para sacar al país de la

indolencia y la ineficacia en la que había caído:

Suele la indignación componer versos, pero si el indignado es algún tonto, ellos

tendrán su todo de perversos.4

No deberíamos olvidarnos de los aspectos positivos tratados por Cervantes en su camino al

Parnaso. Las bellas palabras hacia Quevedo, la exaltación de su linaje y de su creación literaria

fluida. La indispensable presencia de su persona y la mano firme para manejar los asuntos de la

poesía, podrían ser el asunto del valido del rey Felipe III, Lerma, que se había puesto como

complicada meta el conseguir alcanzar una monarquía que aunase voluntades y fuese

eliminando obstáculos

[...] mal podrá don Francisco Quevedo venir —dije yo entonces; y él me dijo: pues

partirme sin él de aquí no puedo. Ese es hijo de Apolo, ese es hijo de Calíope musa;

no podemos irnos sin él, y en esto estaré fijo.

Es el flagelo de poetas memos y echará a puntillazos del Parnaso los malos que

esperamos y tenemos.5

Las mismas alabanzas las expone sobre Góngora, aunque tema quedarse corto en los

elogios que sobre él descarga

Es don Luis de Góngora, a quien temo agraviar en mis cortas alabanzas aunque las

suba al grado más supremo.6

Por lo brevemente expuesto, consideramos que Viaje al Parnaso se trata de algo más que

una simple obra de un Cervantes ya anciano, no es una simple evasión hacia la mitología o

hacia el realismo mágico de la ensoñación literaria. La obra tiene claros elementos

autobiográficos que se van entretejiendo a lo largo del viaje. Elementos que no están libres de

crítica ácida y mordaz, de burla hacia la mediocridad instalada en la España de 1614. La

parodia en sí misma de la construcción de una nave con algo tan etéreo e inconsistente como

unos versos y al mismo tiempo tan resistentes, por la fuerza que dan las palabras escritas o

habladas. Una obra publicada en el cenit de la consagración de Cervantes, cuya muerte se

produjo dos años después.

La alegoría centrada en el envío de Mercurio a España para encontrar a los buenos poetas,

podría tener también un doble sentido. El dios romano lo era del comercio, representado con

un saquito de monedas en la mano derecha, mano del poder, mano de la decisión última, mano

que ejecuta las acciones y mano que encarna la autoridad en sí misma. La autoridad necesaria

para poner cierto orden en la nave llamada España, en la nave que es construida como un

castillo de naipes o versos, sin respaldo fuerte que permita llegar a buen puerto. Al mismo

tiempo, la aparición de Apolo en la obra viene llamada por ser el protector del hombre, los

animales y las cosechas, los tres elementos claves en el desarrollo español del XVII. Tampoco

es casualidad que la nave se dirija al Monte Parnaso donde habita Apolo con sus musas. El

barco en busca de la inspiración divina que permita solucionar los problemas no solamente de

los malos poetas, sino también de los malos gobernantes que asfixian al desarrollo español.

VIII Congreso Galdosiano

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Con Cervantes las cosas no surgen porque sí, siempre hay un porqué, una razón fundamental

que permita su aparición y su desarrollo a lo largo de este extenso poema narrativo.

Por otro lado, La conjuración de las palabras, 1868, cuenta los acontecimientos sucedidos

en el momento en que las palabras del diccionario salen de él con el claro propósito de

sublevarse contra los malos escritores españoles que tan mal las tratan. A pesar de las

discusiones que se desarrollan a lo largo de la obra para conseguir un consenso entre todas las

palabras, cunden graves desavenencias entre todos los miembros que conforman el diccionario

de la lengua y el intento de revolución y de cambio se va desmoronando irremediablemente. La

fantasía plasmada en la obra no debería ir más allá del ámbito del Diccionario de la Real

Academia de la Lengua Española, pero consideramos que, al igual que la obra de Cervantes,

este cuento de Galdós es algo más que un simple entretenimiento que sea

[...] la concentración en algún elemento dominante que provoque un efecto único (con

frecuencia un objeto-símbolo o una palabra-clave); y la suficiente capacidad para

excitar desde un principio la atención del lector y sostenerla hasta el fin.7

Aunque la obra en sí misma no tiene mucha densidad argumental, sí es la recreación de la

sociedad del momento desde la historia y sus hechos como determinante. Los sucesos que

Galdós vive en el año en que se publica La conjuración, son la historia real de la España que le

tocó vivir:

En septiembre de 1868 se producen los acontecimientos de la revolución llamada “La

gloriosa” que llevaron al destronamiento y exilio de Isabel II, sin derramamiento de

sangre. Fue una amplia conspiración de las fuerzas políticas progresistas y

democráticas que desembocó en el pronunciamiento militar de Cádiz y en la

sublevación de las principales ciudades españolas. En éstas se formaron las Juntas

revolucionarias para asumir el poder frente a la corrupción de los gobiernos de la

Reina. Las Juntas armaron a los ciudadanos en cuerpos de voluntarios de la libertad y

exigieron como primeras medidas urgentes la implantación del sufragio universal y la

abolición del sistema de quintas y de los consumos, además de una serie de reformas

sociales y políticas que modernizaron al país.8

Sabemos históricamente que la revolución acontecida en 1868 ya se estaba maquinando

desde 1866 cuando en Bélgica se firma el Pacto de Ostende. Allí los representantes de los

partidos políticos y grupos de la oposición a la forma de reinar y gobernar Isabel II, establecen

un gobierno provisional. Los firmantes del pacto apoyaron la creación de juntas ciudadanas

para organizar al pueblo y así facilitar una transición aséptica y libre de todo enfrentamiento

armado, que vendría a suponer un derramamiento de sangre necesario.

Podemos compartir la opinión que tiene Izquierdo al comentarnos que:

Las palabras, molestas por el mal uso de que ellas hacen los escritores, salen del

diccionario en son de guerra, pero los enfrentamientos internos hacen fracasar sus

propósitos y se ven obligadas a regresar a sus celdas. La historia, contada con dura

ironía, puede entenderse como un trasunto de la situación española previa al 68, con

el deseo generalizado de cambiar la sociedad y un fundado temor a la inoperancia de

los colectivos renovadores, por falta de organización interna.9

La conjuración de las palabras y el Viaje del Parnaso:…

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Esta obra de Galdós tiene bastantes elementos detrás escondidos. Es un compendio de

elementos históricos y sociológicos que se van desarrollando a través de la simple y corta

trama del cuento.

Aunque Galdós se base fundamentalmente en la pura fantasía y en una total falta de realidad

para llevar a cabo su desarrollo literario, la obra traspasa ese realismo mágico y deja entrever

lo cotidiano de esa revolución que estalló para dar un giro político a la historia de España del

siglo XIX. Esto mismo se puede manifestar por lo aclaratorio del subtítulo que el mismo autor

le da a su obra “Cuento Alegórico”. Él mismo nos da la pista de que esa obra no es lo que

parece a simple vista y que tiene un doble significado escondido detrás. Es ésta la primera vez

que Pérez Galdós manifiesta claramente, y de forma impresa, que su obra tiene contenidos

metafóricos que deberán ser interpretados para poder entender su significado verdadero.

Podríamos tener en consideración que Galdós debió conocer de primera mano los sucesos

que se avecinaban, porque la publicación de este cuento se produce en el mes de abril de 1868

y el derrocamiento de Isabel se produce en septiembre, unos escasos cinco meses. ¿Casualidad

o que nuestro autor manejaba información privilegiada para sentarse a escribir una simbología

literaria de las luchas que se avecinaban y de los cambios que se producirían?

Desde el principio de la obra, las diferentes categorías gramaticales de la lengua española

cobran vida y personifican a los contendientes de la revolución del 68. Los sustantivos y los

verbos pueden encarnar a los personajes más relevantes del levantamiento, o sea, los políticos

republicanos y liberales que se alzaron en unión contra la monarquía. Una personificación

bastante bien lograda no solamente en lo emocional o sentimental, sino que también

desarrollada en su sicología de comportamiento por sus valores de justicia, violencia, razón u

honor.

Destacando algunos elementos que aparecen en el propio texto, podemos entrever desde el

comienzo del cuento la incertidumbre del problema político que se nos viene encima “Por

dentro era un laberinto tan maravilloso, que ni el mismo de Creta se le igualara”.10 La

referencia a ese laberinto sin solución puede tener alusiones al reinado de Isabel II que, al igual

que el laberinto de Creta, parece no tener salida. Más adelante podemos observar la presencia

de Flos sanctorum —libro publicado por el padre jesuita Pedro de Rivadeneyra, donde se

recogían las vidas de los santos— como narrador de primera mano de todos los

acontecimientos que empezaban a suceder y que vendrían a continuación. Aparece como un

motivo más de reafirmación del control y poder que tanto la Iglesia como la nobleza ejercían

sobre todos los estamentos de la España social, moral, económica, cultural y política. Una

presencia determinante en el proceso evolutivo que tendrá nuestro país durante todo el siglo

XIX. Se palpa especialmente el afán de unión que Galdós desea instalar entre los exaltados

individualistas para conseguir aunarlos en un mismo frente común

Lo cierto del caso, según me aseguró el Flos sanctorum, es que sin los tales

personajes no se hacía cosa a derechas en aquella República, y, si bien los Sustantivos

eran muy útiles, no podían hacer nada por sí, y eran como instrumentos ciegos cuando

algún señor Verbo nos lo dirigía.11

Se aboga por la individualidad, pero también reconocen que las palabras, como los

políticos, existen porque se las acompaña, arropa y, en el fondo, se les da existencia. Las

críticas vertidas sobre la Real Academia de la Lengua serían extrapolables a la reina o a su

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gobierno, responsable del mal uso de la lengua española, es decir, del poder regidor sobre el

país y sus ciudadanos.

Las críticas directas de las palabras a los escritores españoles están directamente

relacionadas con las críticas que Galdós lanza sutilmente contra los representantes políticos

que tampoco, como las palabras, logran ponerse de acuerdo en formar un frente común contra

la monarquía isabelina. A nuestro parecer se da un claro paralelismo entre la lucha que

comienzan las palabras con la revolución que estalla en 1868; entre las discusiones que

mantienen las palabras a lo largo del cuento con las discusiones que mantuvieron los políticos

para intentar solucionar los problemas puestos de manifiesto durante el reinado de Isabel II;

entre el final del cuento con la vuelta de las palabras a sus celdas con la vuelta de la monarquía

ante el desentendimiento que se pone de manifiesto entre los diferentes partidos políticos que

habían propiciado y jaleado la revolución del 68. Con ese final, Galdós parece tener una mente

preclara que vislumbra la vuelta de la monarquía como única solución posible a las

desavenencias surgidas entre las distintas facciones políticas.

A modo de conclusión, los dos autores juegan con su entorno, lo transforman y lo modelan

a su manera. Tanto Cervantes como Galdós entremezclan la realidad con la fantasía, lo

deseado con lo verdadero, lo demente con lo cuerdo. Ambos plantean un claro conflicto entre

lo real que vivieron y lo imaginario que plasmaron en sus obras.

Hay unas claras palabras de Sebastián de la Nuez donde se ponen manifiesto estos

argumentos

La obra de Galdós se mueve entre el mundo de la realidad y lo maravilloso, entre los

hechos cotidianos y los sueños visionarios. Lo fantástico, lo irracional, lo

sobrenatural, ejerció un gran atractivo sobre Galdós.12

La realidad puesta de manifiesto por los dos autores marca su visión del entorno. Una

misma inclinación hacia sus particulares formas de ver las cosas. Los dos coinciden en la misma

fantasía de la realidad; en el mismo juego entorno al realismo mágico; en la misma idea irónica

sobre el poder gubernamental que es ineficaz para poder lograr buenos objetivos de cara al

país; en el mismo uso de la comicidad en las situaciones planteadas dentro de las dos obras; y

al fin y al cabo coinciden en la misma socarronería de poder reírse de su entorno. La

confrontación entre la realidad y la imaginación es llevada de forma sutil por el camino de la

literatura: hacer gozar con la inventiva y la creación.

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NOTAS

1 Diccionario de Historia de España y América, tomo II, 2004, Editorial Espasa-Calpe, Madrid,

pp. 1166-1167.

2 Feros, A. y Gelabert J. (dirs), España en tiempos del Quijote, 2004, Editorial Taurus, Madrid, p. 62.

3 Cervantes Saavedra, M. DE, Viaje del Parnaso, 1991, edición de Elías L. Rivers, Editorial Espasa-Calpe,

Madrid, p. 142. (La ortografía ha sido actualizada por el autor del presente trabajo).

4 Ídem, p. 113.

5 Ídem, pp.87-88.

6 Ídem, p. 75.

7 Estébanez Calderón, D., Breve diccionario de términos literarios, 2000, Alianza Editorial, Madrid, p. 112.

8 Arencibia Santana, Y., El mundo de Galdós: realidad y texto, 1993, Casa-Museo Pérez Galdós, Las

Palmas de Gran Canaria, pp.5-6.

9 Los cuentos de Galdós. Obra completa, volumen I, 1994, Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa

Cruz de Tenerife, p. 35.

10 Benito Pérez Galdós. Cuentos fantásticos, 1997, edición de Alan E. Smith, editorial Cátedra, Madrid,

p. 58.

11 Ídem, pp. 61-62.

12 Nuez, S. de la, “Génesis y estructura de un cuento de Galdós”, en Actas del II Congreso de Estudios

Galdosianos, tomo I, 1979, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria,

p. 181.