COMPARACIÓN DE LAS MUJERES DE LA PRIMERA

SERIE DE LOS EPISODIOS NACIONALES Y LAS DE LAS

OBRAS DEL SIGLO XX DE GALDÓS, EXCEPTO LOS

EPISODIOS NACIONALES

Masae Kochiwa

Introducción

Las dos épocas que vamos a tratar son tiempos de cambios fuertes para la historia de

España: la caída del Antiguo Régimen y a la vez la guerra de la Independencia en la primera y

el malestar después del desastre del ’98 y el inicio de la liberación de la mujer en la segunda. El

siglo XIX es el siglo de la clase media, cuyo prototipo, Araceli aparece en la primera serie de

los Episodios Nacionales. A finales del siglo XIX ya la clase media está establecida y desde

entonces la mirada del autor se dirige hacia el futuro del país. Analizaremos primero los

personajes femeninos de la primera serie y después compararemos con los de las obras del

siglo XX, estudiados ya en dos trabajos anteriores. Así nos daremos cuenta de qué papeles

desempeñan las mujeres en estas dos épocas cruciales.

Las obras de la primera serie abarcan más o menos desde el año 1805 al 1834. Según V.

Palacio en esta época “La pirámide de la sociedad estamental se descompone en las décadas

que van del siglo XVIII al XIX. (…) Este cambio se halla ya perfilado hacia 1800, se acelera por

efecto de la guerra de la Independencia y se consolida definitivamente en el primer tercio del

siglo XIX”.1 Y el mismo autor afirma también el cambio de “los modos de vida y las estructuras

mentales, sobre todo entre 1790 y 1815. Las tormentas de la Revolución francesa y de la

guerra de la Independencia imprimieron en las costumbres su huella”.2 Y no es una sociedad

estática; “los individuos tenían que luchar por conquistar o por mantener una posición social”.3

“La sociedad del siglo XIX es el resultado de una secuencia de cambios, pervivencias y

resistencias”.4

En los índices demográficos del 1769 la nobleza figura con el 7,76% de la población,

mientras que en 1781, es el 4,36%, en 1797, el 3,40% y en 1826, el 2,94%.5 La cifra va

descendiendo. Así con el tiempo “el aristócrata deja de creer en un ideal como el más excelente

y comparte los ideales utilitarios de la nueva burguesía”.6

Las mujeres de la primera serie de los Episodios Nacionales

Las estudiaremos divididas en clases: alta, media y baja.

Clase alta: En ella distinguimos 2 generaciones, a) y b).

Clase alta: a) la generación de los padres con la educación del Antiguo Régimen en la

última década del siglo XVIII. Las principales protagonistas son:

Comparación de las mujeres de la primera serie…

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1) Doña Francisca, Sra. de don Alonso Gutiérrez de Cisniega que tuvo 20 hijos, pero sólo le

quedaba Rosita. “Era doña Francisca, una señora excelente, ejemplar, de noble origen, y

temerosa de Dios, (…) caritativa y discreta, pero con el más arisco y endemoniado genio”.7

2) La Marquesa de X era “una dama avanzada de edad, orgullosa, de modestas costumbres;

española rancia, (…) la honra de su clase. (…) Protegía y trataba a los cómicos; pero siempre a

regular distancia”.8

3) Las señoras de Lavado y Cosido que se dedicaban a remendar la ropa de los soldados y

también ayudaban a los heridos en los hospitales.

4) El tipo más significativo de este grupo es doña María, condesa de Rumblar, “mayor de

cincuenta años, y era alta, gruesa, arrogante, varonil. (…) Era la imagen del respeto antiguo,

conservada para educar a las presentes generaciones”.9

5) Otra es Lesbia. Ni es madre ni es hija. “Lesbia era casada, (…) contrajo matrimonio con

un señor duque que se pasaba el tiempo cazando”.10 Así Lesbia se dedica al teatro, pero “busca

siempre las casas de los amigos que no son de su clase, para evitar de ese modo la vigilancia de

su familia y de su esposo”.11 Quiere disimular su deseo conservando la forma social.

Las mujeres de este grupo en general son religiosas, rezadoras de boca, recias, orgullosas,

autoritarias y tienen un genio fuerte. Su papel es la educación de los hijos con su religiosidad

formal y autoritaria.

Clase alta: b) la generación de los hijos de la última década del siglo XVIII y con la

educación del Antiguo Régimen; pero no se ajustan a ello, pues la educación recibida es

antigua, pero en la nueva sociedad ven otro modo de vivir. Entre ellas las principales

protagonistas son:

1) Rosita Gutiérrez: a los 15 años ya estaba prometida en matrimonio con un joven oficial,

pero ella tenía otro novio secreto. Al terminar la lucha con el rival el joven oficial se retiró. En

esos momentos había discusiones sobre la obra: “El sí de las niñas que censuraba la hipocresía

en la educación, (…) en todas las fases”.12 Pero ya se empezaban a “adoptar usos un poco más

libres, relaciones más francas entre ambos sexos, sin dejar de ser honradas”.13

2) Las dos hijas de doña María Rumblar: Ascensión y Presentación. Ascensión estaba

destinada al claustro y Presentación, al matrimonio. A la vez veremos el trato de la madre con

su hijo Diego. Ascensión tomaba las lecciones para ser doctora y la otra “no tenía necesidad de

aprender nada porque era destinada al matrimonio”.14 Doña María tenía “el taller de educación

y trabajo de sus niñas. Una pequeña, pero anchísima silla, hundida, por el peso, (…) denotaba

el lugar de la presidencia”.15 Sus hijas vivían “con las mil prohibiciones, (…) ardientes

curiosidades, (…) (y dicen ellas) vivimos en realidad dos vidas: una para mamá y otra para

nosotras mismas”.16 En la ausencia de doña María se ven algunas escenas de expansión entre

las tres jóvenes, incluida Inés. Pues ya “las pobrecillas veían desaparecer un mundo y nacer

otro sin darse cuenta de ello”.17 Las hijas de Rumblar sabían leer y leían libros de devoción y de

amores. Ascensión recibió una instrucción especial, pero no tenían noción de la política.

El caso de Diego es simbólico, por eso vamos a verlo. Don Diego había sido “tan estrecha y

meticulosamente educado, bajo la inspección de su rigurosa madre; instruido (…) en cosas

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aparentemente buenas, en el temor excesivo a los superiores; en el desprecio de las novedades,

en el aborrecimiento de las cosas mundanas, en el respeto a la tradición, en el encogimiento del

espíritu; educado para ser gran señor y representante de todas las virtudes patriarcales”.18 Sin

embargo, él tenía otra cara por la noche, porque “aquellos nobles, que buscaban la compañía

del pueblo para disfrutar (…) alguna libertad en las costumbres, estaban consumando, sin

saberlo la revolución que tanto temían”.19 Esta doble vida se descubre en el momento de

mandar a su hijo a la guerra. Doña María da a su hijo la espada. “El uso de la espada, que en el

año 1763 (…) era peculiar de nobles”.20 Pero Diego la cambió por un sable nuevo de un

sargento porque la espada no tenía filo, y él siempre quería ser igual que los otros. Otro hecho

inesperado fue el desvío de Ascensión, engañada y abandonada por Lord Gray. Al enfrentarse

con todo esto doña María ya está agotada y dice “Yo he muerto, (…) ya. Siento haber nacido

en esta infame época”.21

3) Amaranta e Inés: Vamos a tratar con más detenimiento los problemas de Amaranta y

Santorcaz y de Inés y Gabriel. Son dos generaciones distintas nacidas en la última década del

siglo XVIII. Las relaciones de Amaranta y Santorcaz serían hacia 1790. La diferencia de 15

años entre las dos parejas es un salto grande y a la vez las situaciones y actitudes de las cuatro

personas son diversas. Fijémonos en estas dos parejas.

Amaranta era viuda, tenía unos 30 años y el señor marqués la acompañaba a todas partes.

“Su (de Amaranta) misma vida (era) la tumultuosa ansiedad de novedades y fuertes

impresiones”.22 Por su rancia educación, Amaranta y Lesbia, “las pobrecillas gustaban mucho

de aquellas reuniones de confianza, donde hallaban desahogo sus almas oprimidas por la

etiqueta”.23 Amaranta es una confidente de Su Majestad la Reina y era “la intriga misma”.24

Como “en 1790 y hasta 1808 se planteaba a la política española un desafío radical (…) sin

renunciar del todo al poder de la Corona”25 se vivía en la época de “un proceso de

transformación social iniciado en las últimas décadas del siglo XVIII y acentuado en las

primeras del XIX; proceso en que desaparecen las estructuras estamentales de la sociedad

antigua para dejar paso a las nuevas formas que caracterizarán la sociedad clasista del siglo

XIX. Paralelo a este cambio es el que afecta a las mentalidades, a los usos y costumbres”.26 En

esa época transicional se mezclaban las influencias antiguas y las nuevas.

Las relaciones de Amaranta y Santorcaz eran de amor libre, no aceptado por el Antiguo

Régimen ni por su familia “con su idea del decoro de la casa y de la honra de la familia”.27 Por

eso no los aceptaban. Amaranta era de gran cuna. Su familia y ella querían mantener el nombre

de su casa. Así su hija fue criada por doña Juana. Al encontrar a su hija crecida, la quería con

locura e iba a ser su tesoro, sin embargo aún la presentaba ante la sociedad como su prima.

Desde que se enteró del desvío del pretendiente don Diego, Amaranta intentaba casar a Inés

con Lord Gray sabiendo ya que Gabriel era el novio de Inés. En esos momentos se agudizaba

la situación bélica de la guerra de la Independencia y Amaranta se dio cuenta de la fragilidad

del dinero y del poder. Así ya decidida “la misma condesa había hecho público el secreto de su

desgraciada maternidad”.28

Con los franceses Santorcaz volvió a España y amenazó a Amaranta; pero ésta le contestó

diciendo, “desprecio tus amenazas y no las temo, (…) no es posible que por la amenaza

consiga nadie de mí lo que me impelen a negar mi dignidad, mi categoría, mi familia y mi

nombre”.29 Aún los dos estaban en la misma postura de antes. Por la invasión de los franceses

había una tendencia de la sociedad de meter en un mismo saco a liberales, masones,

librepensadores y jansenistas y los estigmatizaron como antiespañoles y agentes de una

Comparación de las mujeres de la primera serie…

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conspiración internacional dirigida por Francia, que pretendía perturbar la conformidad de los

españoles”.30 Santorcaz se cobijó en uno de esos centros fichados.

Avanzada la guerra de la Independencia, Amaranta sufrió las estrecheces y se dio cuenta de

que ni el dinero ni el poder podían salvar su situación. Santorcaz tenía un corazón rencoroso,

amenazador y buscaba una ocasión para vengarse de Amaranta, raptó a su hija Inés. Pero él se

puso enfermo y su hija estaba aterrada y él quería acercarse como padre y le confesó la verdad.

Con el cariño y la paciencia de su hija reconoció sus errores y dijo, “Mi pecho ha respirado

venganza y aborrecimiento por mucho tiempo… He creído demasiado en las justicias de la

Tierra; he desconfiado de la Providencia; (…) he vivido en perpetua cólera”.31

Veremos la pareja de Inés y Gabriel. Éste y Santorcaz no tenían mucha diferencia de rango.

En 1805 Gabriel tenía 16 e Inés 15 y se comprometieron. La madre de él trabajaba de

lavandera y costurera y era muy religiosa. A la muerte de su madre Gabriel se escapó de casa.

Se encontró con Amaranta e Inés en Madrid. Esta vivía con doña Juana en el sotabanco. Inés

era modista, muy equilibrada, de buen sentido, tenía una sabiduría excelente y también tenía

ecuanimidad y dijo a Gabriel, “cuando te acuestas por la noche (…) puedes decir: “Hoy no he

hecho mal a nadie ni nadie ha muerto por mi causa””.32 Este fue su lema. Cuando Requejo,

Juan de Diós e incluso don Diego pidieron su mano, Inés sola esperó a su novio Gabriel.

Cuando ella cambió de categoría social y fue “añadiendo a sus bellezas naturales a su

discreción e ingenito saber, la dulce cortesanía y las gracias”.33 Sus adversidades anteriores

ayudaron a ver las cosas a Inés y en el nuevo estado acompañaba a las necesitadas como

Ascensión y Presentación. Al encontrarse presa en casa de su padre, en él vio, “al hombre más

desgraciado”,34 y formó un proyecto:”volver aquel cadáver a la vida”,35 y así con su cariño y la

paciencia fue conquistando a su padre. “Allí la hija parecía (…) una tierna madre”.36 Por fin

presentó a su padre el plan de casorio con Gabriel y Santorcaz, cuando se enteró de ello se

quedó envidioso puesto que Gabriel era un chico sin rango pero la condesa dijo de Gabriel,

“mejor sería (…) con un joven honrado, digno, generoso, de mérito verdadero y de

porvenir”.37 Santorcaz le dijo que eso era él hacía 20 años. Inés explicó a su padre la diferencia

de actitud con Gabriel y falta de paciencia para conquistar un puesto honroso. Sin embargo, a

Gabriel le podemos oír, “Soy hombre práctico en la vida y religioso en mi conciencia. La vida

fue mi escuela, y la desgracia, mi maestra. Todo lo aprendí y todo lo tuve”.38 Tenía una

postura más abierta que la de Santorcaz y la caída del Antiguo Régimen estaba agudizada en la

sociedad más que en el momento de Santorcaz. Además Inés y Gabriel habían pasado bastantes

adversidades de la vida y tenían más paciencia que Amaranta y Santorcaz. Así Inés y Gabriel

quisieron seguir el camino como ellos pensaban adaptándose al ambiente con miras sinceras.

Incluso la orgullosa Amaranta en algún momento llegó a decir a Gabriel, alabando sus dotes,

“existe una aristocracia de las almas, cuya nobleza aunque la ahoguen desgracias y privaciones,

al fin ha de abrirse paso y llenar su dominio (…) ejemplo eres tú”.39

Clase media: Hay pocas protagonistas en este grupo porque en esta época la clase media

aún no está muy establecida.

1) Leocardia Sarriera, puede ser una de ellas, aunque tiene criados todo lo organiza por su

cuenta. Es madre de Agustín Montoria y tiene la ilusión de que su hijo cante misa.

2) María Candiola y Josefina Nomdedéu no consiguen casarse con sus pretendientes.

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3) Vemos unas actrices, como Peita González, que viven de su trabajo y pasan miseria en el

tiempo de la guerra.

4) Monjas, “el interés nacional había alterado pasajeramente los rigores del santo

Instituto”,40 ellas se presentaron al gobernador para ofrecerle sus servicios.

Clase baja: Entre las mujeres del pueblo hay dos grupos: las que tienen algún negocio como

La Primorosa, célebre buñolera del Rastro; Restituta, comerciante, prestamista, costurera;

doña Ambrosia de los Linos, tendera, Merchola, bordadora. La Zaina, Ignacia Rejoncillos etc.

que son mujerzuelas y se entretienen con los nobles y éstos se emborrachan con ellas. No saben

escribir, pero tienen sentido religioso.

Otro grupo es de mujeres abnegadas y religiosas, como la madre de Gabriel que es

lavandera y costurera, doña Juana, costurera e infinidad de mujeres que atienden a los heridos

y reparten pan negro en la guerra. Algunas son valientes que luchan en la guerra. También hay

amas, criadas como la señora Sunta, Siseta, Gueidita, Ramoncilla que son resignadas (menos

las mujerzuelas) y religiosas.

Algunos hombres hablan de la mujer con refranes para indicar su condición: “Las hembras,

a poner el puchero y a remendar la ropa”.41 “Vaya, idos, a rezar, que la mujer honrada, la

pierna quebrada y en casa”.42 Se consideran algo menos que los hombres.

Una consideración a los ojos de dos ingleses:

Miss Fly se entusiasma con la historia, tradición, y costumbres de España. Ella cree que los

hombres españoles miran a todas las mujeres como cosa propia. Se enamora de Gabriel y se

pone celosa de Inés y desprecia a ésta diciendo que es “de miras poco elevadas”,43 y la llama

como a una gallina. Gabriel defiende a Inés diciendo las virtudes sólidas de la gallina como que

es útil y que finalmente da su vida. Lord Gray seduce a Ascensión para probar su piedad y

quiere romper las barreras de la Religión y de la nacionalidad y resulta fácil la caída, pues

Ascensión tiene la educación del disimulo.

Visión breve del siglo XIX

Hemos analizado las obras de la primera serie de los Episodios Nacionales. La guerra de la

Independencia destrozó España, pero a la vez levantó el ánimo de la nacionalidad. Ya “desde

la segunda mitad del siglo XVIII (…) el gusto por el lujo, así como el consumo en aumento de

textiles que afecta a las elites, pero como una especial novedad a lo que luego serían

denominadas ‘clases medias’. (…) Dicho fenómeno se aceleró durante el primer tercio del siglo

XIX”.44 Además con la corriente del romanticismo hay una tendencia al culto al individuo, y

esto da importancia “a la apariencia exterior” y “el poder demostrarse ante los demás”.45 Los

nuevos ricos van ganando el poder con la economía y “la aristocracia ha perdido la función

propia de la estructura estamental, pero conserva una persistencia formal, que se traduce en

las relaciones sociales, en la ostentación y el lujo”.46 Pues estas dos corrientes de arriba y de

abajo se funden y se da importancia a “la estimación” o “decoro” en los modos de vida”.47 En

torno a este decoro social Galdós narra tantas vidas que luchan por este motivo en la segunda

mitad del siglo XIX. “Galdós somete continuamente su pensamiento a los resultados de sus

observaciones históricas y de ahí que la teoría ceda paso a las convicciones”.48 En la clase alta

y media el peso de la apariencia fue fuerte. Muchos personajes estaban obsesionados por este

Comparación de las mujeres de la primera serie…

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afán. Así se inquietaban en el pequeño mundo para lograr su puesto frágil en la sociedad como

Isidora Rufete, la de Bringas, las dos hermanas de la familia Águila etc.

Pero la apariencia es un elemento superficial que no tiene el fundamento sólido. Galdós al

principio tenía esperanza en los nuevos ricos que son de la clase media. Sin embargo, por la

influencia de la clase alta, esta clase también empieza a querer ser del mismo estilo

aparentemente y su causa está en la falta de educación que lleva ya desde el siglo XVIII. La

cifra de la alfabetización es a finales del siglo XVIII, 23%; en los años primeros del siglo XIX,

15%; es decir se baja, en 1830 a 25%; pero esta alfabetización ya la hemos visto en las hijas de

Rumblar. Las mujeres de la clase alta y media de la segunda mitad del siglo XIX se mezclan y

reciben la misma educación sin fundamento y se contagian con el lujo. Así aparece el tipo cursi

especialmente en las mujeres que quieren mantener la buena apariencia sin tener una base

económica fuerte. A finales del siglo XIX Galdós mismo ya no confía en la clase media, sino

más bien en los individuos. “Entre 1868 y 1900 la mujer logra modestos, pero constantes

avances de participaciónen en los niveles de la instrucción primaria y media”.49 Galdós sigue en

sus obras “la búsqueda del tipo de hombre con capacidad de regeneración social”.50 Pero

“Galdós estaba convencido de que moralmente existe la superioridad de unos sobre otros.

Aquellos son los llamados a construir una sociedad robusta”.51 Ya en las obras de finales del

siglo XIX escribe sobre dos mujeres del pueblo: Dolly de El Abuelo y Benigna de Misericordia

que consuelan a los desamparados con su amor. Galdós confia más en la fuerza de la mujer del

pueblo.

Las mujeres de las obras del siglo XX de Galdós, excepto los Episodios Nacionales

Con este título presenté un trabajo en 2002. Ahora vemos un resumen. Como cuenta

Federico Sainz de Robles “Galdós (…) no hizo en toda su vida sino caminar”.52 Este caminar

fue físico y espiritual. Durante los primeros 20 años la nación está en caos. Su esperanza está

en el porvenir de España. Desde finales del siglo XIX esta dirección va más directamente al

pueblo. La regeneración de la España finisecular para Galdós tiene que venir de cada individuo.

En las obras del siglo XX y anteriores a 1905 predomina la influencia del krausismo, que “no es

una filosofía unitaria y estricta, más bien había que verla como un espíritu, un modo de ser

ético e intelectuual, como una verdadera pedagogía encaminada a fortalecer un sistema de

vida”.53

Clase alta (anterior a 1905): Aquí contamos a la duquesa de Ruydiaz (Alma y Vida),

Mariucha, doña Juana (Casandra). El prototipo es Mariucha que rehace por la educación de

León su situación miserable.

Clase media (anterior a 1905): Incluye a Electra y a Paulina (Amor y Ciencia). Aquí las dos

mujeres salen adelante con la ayuda de los dos científicos. Electra, “ella misma busca su

integración en la sociedad, una integración a su medida”54 para hacerse “una mujer buena,

juiciosa, amable.”

Clase baja (anterior a 1905): La influencia del krausismo no tiene nada que ver con esta

clase.

La última etapa de Galdós (1907-1920): En esta etapa de la vida de Galdós “entre los años

1907 y 1915” encontramos a una persona que acompaña a Galdós. Es Teodosia Gandarias, su

último amor. Galdós la llama “excelsa mujer por sus cualidades de escritora, sus dotes para la

VIII Congreso Galdosiano

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educación y la enseñanza de niños y adultos, por su buen juicio crítico y su gran habilidad para

los idiomas”.55

Aquí tenemos cuatro obras que merecen mencionarse según el orden cronológico más que

por la categoría social: Pedro Minio, El Caballero Encantado, Celia en los infiernos y La

razón de la sinrazón.

Pedro Minio es más o menos de la edad del mismo autor. A su lado encuentra a Ladislada

que había servido en grandes casas. Es hacendosa y organiza fiestas. Pedro Minio deja su

fortuna y prefiere estar en un asilo donde predomina la convivencia armoniosa. “Aquí la

suprema piedad nos ha dado la paz, la fraternidad y el santo amor a la vida, todo lo que Dios

ha concedido a la Humanidad, para que sea menos doloroso su paso por este mundo”.56 ¿No

sería éste el sentimiento de Galdós hacia Teodosia?

El Caballero Encantado es una reflexión de España misma. Ya al terminar el siglo XIX la

decadencia de la aristocracia es evidente. Galdós quiere reflexionar sobre este hecho. Así

Carlos de Tarsis fue encantado y su Madre tenía que peregrinar con su hijo holgazán. Para

Galdós el desastre del 98 fue una ocasión de tomar conciencia de la realidad del país, pero tuvo

esperanza de que el pueblo resucitaría y tomaría otro rumbo nuevo.

En las dos últimas obras del siglo XIX: El Abuelo y Misericordia, Galdós alaba la fuerza del

pueblo. Sin embargo, Galdós espera la regeneración del país gracias a unas personas con

inteligencia como Carlos de Tarsis. “La Madre impone su corrección a los hijos bien dotados

de inteligencia y que sufren de pereza mental o de relajación de la voluntad. En la nobleza

corregida de estos elementos útiles espera cimentar la paz y el bienestar de sus reinos

futuros”.57

Al recorrer la tierra de España ve la miseria, injusticia e ignorancia y, ve la necesidad de ir al

campo y de dar la educación a los niños. En esta obra aparece bastante la figura de Teodosia

física y espiritualmente en la maestra Pascuala. Al terminar el recorrido Carlos y la Madre se

mueren. Después pasan por el Tajo donde hay una reflexión del pasado y resucitan. En la

nueva vida Carlos y Pascuala salen del encantamiento y reconocen la necesidad de la educación

de los niños y se comprometen a construir escuelas y dicen, “construiremos unas 20.000

escuelas (…) en toda la redondez de los estados de la Madre”.58 Galdós se da cuenta del papel

de la mujer en la construcción de una sociedad nueva. La figura de la maestra Pascuala es la

copia de Teodosia. Dice Galdós a Teodosia en una carta de 1909: “Tú eres una gran mujer una

excelsa maestra, y una incomparable educadora del pueblo”.59 Galdós ve en Teodosia “una

mujer nueva” que podrá formar la generación nueva.

Celia de la aristocracia se enfrenta con su hermana de leche, Ester. Esta educa a su novio

Guzmán. Celia peregrina por el mundo de los ricos hasta el infierno de los pobres, el mundo de

los obreros. Estos sorprenden a Celia pidiendo no la caridad sino la justicia social. Ester, mujer

del pueblo también despierta a Celia y expone la cuestión social.

Atenaida de La razón de la sinrazón es el símbolo de la razón, y quiere ayudar a Alejandro

que desee lanzarse al mundo de la sinrazón. “Atenaida practica el principio de subordinar sus

acciones al futuro interno. Es el mejor sistema para ponerse a tono con la armonía universal”.60

Es maestra y sus características son semejantes a las de Teodosia: finura, laboriosidad y orden.

Cuando Alejandro salió de la sinrazón, los dos se casan y trabajan, Alejandro en el campo y

Comparación de las mujeres de la primera serie…

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Atenaida en la escuela. Son dos necesidades para el pueblo español. Los dos van a ser “los

creadores del bienestar humano”.61 Galdós siempre espera el futuro de “armonía universal”.62

La figura de Atenaida es de la que dice Galdós a Teodosia, “Mujer, sin par, insigne maestra y

excelsa pedagoga”.63

Galdós es consciente de la falta de educación en el pueblo, y que es la base de todo

malestar. Por tanto para la regeneración del pueblo la educación es insustituible y su

protagonista va a ser la mujer. Aquí también vemos una mujer educadora apoyada por un

hombre. En toda esta última etapa lo que pide Galdós a través de estas figuras es el amor en el

hogar y la caridad y la justicia en la sociedad para llevar una armonía y para eso la mujer

educadora tiene mucho que ver en la sociedad. Algunas obras de Miscelanea concretan este

deseo de porvenir de Galdós. Tiene “la convicción firme de un vivir honrado y dichoso, en

perfecta concordia con el bienestar y la honradez de los demás”.64 Rechaza las antiguas

consideraciones de las virtudes cristianas españolas: la paciencia y la sobriedad.

Comparación de las mujeres de los dos grupos: las de la primera serie de los Episodios

Nacionales y las de las obras del siglo XX excepto los Episodios Nacionales

Vamos a comparar sus condiciones considerando el trasfondo histórico. Primero

comparamos según la clase social y al final sacaremos una visión general sobre las mujeres de

cada época y el por qué de la diferencia.

Las de la nobleza de los Episodios Nacionales están educadas con el Antiguo Régimen por

tanto dan mucha importancia a la forma y si la tienen, tienen mucha confianza en sí mismas y

son autoritarias, recias, orgullosas, y religiosas y si algo va contra su voluntad se irritan. Sin

embargo, las de la generación de las hijas ya son distintas. Respetan la forma y disimulan, si no

se encajan sus sentimientos en la forma. En el momento crítico se desbarata todo como en los

casos de Ascensión Rumblar y Rosita Gutiérrez. Cuando el viento de fuera las agita y se

encuentran con dificultades, no saben solucionarlas con razonamiento. Son curiosas y la

religiosidad es fuerte, pero buscan la libertad. La educación es lo mínimo: leer y escribir mal.

No tienen noción de la política. Tienen pensamientos de devociones prácticas, pero no la

religiosidad sólida. Las del siglo XX chocan con las dificultades. Se enfrentan con ellas y

buscan la salida incluso en las obras que tratan de otra época, ven la salida, sacrificándose a sí

mismas o con la ayuda de otras personas como Laura de Cerda (Alma y Vida), Mariucha,

Bárbara, y Alceste. Se dan cuenta del cambio de la sociedad. La tradición pesa a las jóvenes,

pero no se hunden y buscan una salida, bien cambiando las actitudes de sí mismas, o

sencillamente muriéndose en el pasado y resucitan en la realidad. Otras van más allá como

Cincia (Pascuala), Atenaida y Celia. Las primeras se dedican a la enseñanza primaria con la

ayuda de un hombre para preparar la nueva generación. Esto es el deseo del autor. Celia

comprende la situación de los obreros y la necesidad de justicia; no sólo la caridad. Esto jamás

se pensó en las primeras décadas del siglo XIX.

En los primeros años del siglo XIX hay pocas mujeres que se pueden considerar de la clase

media: María Candiola, Josefina Nomdedéu y actrices. Las dos primeras tienen dependencia de

sus padres y por desgracia no llegaron a casarse con sus prometidos. Esto es significativo, y

¿querrá decir que aún no ha llegado el tiempo para desarrollarse esta clase? Las actrices son las

únicas que trabajan en la sociedad.

VIII Congreso Galdosiano

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En los primeros 20 años del siglo XX ya tenemos bastantes mujeres de esta clase: Casandra,

Electra, Sor Simona, Paulina (Amor y Ciencia), Crucita (Tacaño Salomón), Eloísa (Antón

Caballero), Atenaida. Son mujeres que en el vaivén de la sociedad toman la decisión por sí o

por la ayuda de alguna persona. Son vivas, prácticas e inquietas. Ya no tienen la educación de

disimulo. En cuanto a la alfabetización no hay mucha diferencia con las primeras. La clase

media ya está establecida.

En los primeros años del siglo XIX tenemos mujeres fuertes de la clase baja como

negociantes, tenderas, mujerzuelas. Son de carácter fuerte, muy decididas, trabajadoras,

batalladoras. Son muy patriotas que odian a los masones y muy religiosas. El grupo de

mujerzuelas se entretiene con los señoritos de la clase alta. La familia Requejo estaría en el

comienzo de llegar a ser de la clase media con su trabajo de prestamista y el modo de vivir

económico. Hay otras mujeres como la madre de Gabriel y criadas, costureras, bordadoras que

son abnegadas y religiosas. Algunos refranes hablan de que las mujeres son para guardar el

hogar y rezar.

Las de las obras del siglo XX son criadas de Zaragoza, Friné (Alceste), Nitika (Sor Simona),

Poca Misa (Santa Juana de Castilla), Ladislada, Ester (Celia en los infiernos) son hacendosas,

organizadoras y también sacrificadas, pero ya no mencionan del patriotismo, pero sí son

religiosas. En comparación con las del siglo XIX son más decididas y no son tan abnegadas. No

hablan de lavanderas y costureras en las obras del siglo XX.

Conclusión

En general las de la clase alta de las primeras décadas del siglo XIX son autoritarias puesto

que son respaldadas por las formas del Antiguo Régimen, sin embargo esa fuerza del Antiguo

Régimen ya no la tienen las del siglo XX, pero hay pocas todavía entre las de esa clase que

rechacen el trabajo lucrativo. Pero para salir adelante las jóvenes van desterrando la mentalidad

estructurada y tradicional. Abren los ojos para ver el contorno y piensan en la importancia de la

educación.

Las de la clase baja de los Episodios Nacionales son abnegadas, laboriosas y patriotas. La

dura situación bélica les aplasta y se hacen recias en los sufrimientos.

Las de las obras del siglo XX son activas y quieren encaminarse a la situación mejor.

Expresan sus deseos las mujeres de las tres clases distintas. Están cerca de la liberación de la

mujer y además el desastre del 98 ha dado la clave para salir del pantano tenebroso. Antes de

1907 en las figuras femeninas vemos la influencia del krausismo.

En las mujeres del siglo XX, Galdós no sólo ve la realidad sino que pone la mirada en el

futuro y busca una figura ideal de mujer como educadora de niños. A la vez él mismo encontró

esta figura en Teodisia Gandarias. A partir de Pedro Minio (1908) Galdós con su ceguera

física, pone sus ojos y el corazón en el futuro de España, cuyo porvenir está en las manos de

las maestras. Pues Galdós ve en la figura de Teodosia Gandarias la mujer ideal, educadora que

puede levantar el ánimo del país. Galdós se da cuenta del papel de la mujer en la construcción

de una nueva sociedad. “Humanizar sería (…) educar. Hay que hacer hombres. Después del

fracaso de la revolución del 68, el mundo mejor no vendría gracias al golpe revolucionario sino

a través del perfeccionamiento gradual del individuo por medio de la educación y el ejemplo”.65

Si vemos el conjunto de las mujeres que se tratan en la primera serie y las del siglo XX, aunque

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pasó un siglo en medio, lo que desea Galdós ya se ve en la figura de Inés que es muy

equilibrada, de buen sentido y tiene una sabiduría excelente y orden. No vemos unos detalles

concretos de su educación, pero en ella existen estas cualidades, la actitud que tiene Inés con

su padre es de una hija ejemplar, a la vez de madre educadora. Destacan su paciencia y el

orden para llevar los asuntos.

Otro elemento son las vicisitudes de la vida, las cuales hacen crecer al hombre. Inés es el

primer ejemplo con Gabriel. Los cambios de Amaranta también vienen después de la guerra y

no digamos de Santorcaz. Pasa lo mismo con las del siglo XX. Galdós da a sus seres un tiempo

de prueba, en el cual las personas resucitan. Y los personajes que no han tenido esas

contrariedades no crecen. La figura educadora, de orden y de sabiduría ya Galdós la tenía en el

momento de escribir la primera serie. Pero esa figura se atenúa durante el siglo XIX en el

momento difícil de establecer la clase media.

La única obra que trata la cuestión social es Celia en los infiernos. Celia por sus caprichos

anda en el mundo de los obreros. Es significativo: una de la nobleza tiene metidas sus manos

en el mundo laboral. Se da cuenta de que la caridad no es suficiente para redimir a los pobres

sino que hace falta la justicia.

Entre estos dos grupos de mujeres tenemos el gran número de las mujeres del siglo XIX que

sufrían con su “quiero y no puedo”. Ese dilema se ve poco en estos dos grupos porque se

encuentran antes de este movimiento sicológico inestable o después de su superación.

Si vemos la visión de la mujer de Galdós reflejada en Inés y al final en la figura de Ladislada

hay un hilo que corre a lo largo de la historia de la mujer. Galdós alaba a una mujer sencilla,

sacrificada, con sabiduría de vivir y con orden. Eso lo tienen Inés y Ladislada y se lo pide

también a las educadoras del futuro para atender a las generaciones venideras. Y es la figura

que tenía Galdós presente en la última etapa de su vida, es decir Teodosia. Para llegar a esta

figura se necesitan las aventuras de El Caballero Encantado. Carlos de Tarsis y Cincia son

encantados. Reconocen los desvíos; se mueren y resucitan para educar a la generación nueva y

levantar el país.

VIII Congreso Galdosiano

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BIBLIOGRAFÍA

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CABILDO INSULAR DE GRAN CANARIA. Actas del Cuarto Congreso Internacional de Estudios

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MORA, J. L., Hombre, Sociedad y religión en la Novelística Galdosiana, Ed. Universidad de Salamanca,

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PÉREZ GALDÓS, B., Obras Completas N III, Aguilar, Madrid, 1971.

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SERRANO GARCÍA, R., El fin del Antiguo Régimen, Ed. Síntesis, Madrid, 2001.

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NOTAS

Abreviaturas: Episodios Nacionales = E. N. sigue el número de tomo I, II,… Novelas = N Cuentos y teatro =

CT.

1 V. Palacio. Edad contemporánea, I, p. 94.

2 Idem. p. 102.

3 R. Serrano García. El fin del Antiguo Régimen, p. 20.

4 A. Bahamonde. Historia de España siglo XIX, p. 13.

5 cf. V. Palacio. Edad contemporánea, I, pp. 95-96.

6 Idem. p. 103.

7 E. N. Tomo I, p. 187.

8 Idem. p. 39.

9 Idem. p. 478.

10 Idem. p. 273.

11 Idem. p. 344.

12 Idem. p. 272.

13 Idem. p. 273.

14 Idem. p. 479.

15 Idem. p. 882.

16 Idem. p. 937.

17 Idem. p. 514.

18 Idem. p. 640.

19 Idem. p. 275.

20 V. Palacio. Edad contemporánea, I, p. 102.

21 E. N. Tomo I, pp. 953-954.

22 Idem. p. 269.

23 Idem. p. 272.

24 Idem. p. 317.

25 V. J. Sánchez Jiménez. La España Contemporánea, I, p. 67.

26 V. Palacio. Edad contemporánea, I, p. 93.

27 E. N. Tomo I, p. 844.

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28 Idem. p. 1084.

29 Idem. p. 527.

30 R. Serrano García. El fin del Antiguo Régimen, p. 22.

31 E. N. Tomo I, p. 1184. El subrayado es mío.

32 Idem. p. 266.

33 Idem. p. 875.

34 Idem. p. 1139.

35 Idem. p. 1141.

36 Idem. p. 1144.

37 Idem. p. 1183.

38 Idem. p. 1185.

39 Idem. p. 1044.

40 Idem. p. 1045.

41 Idem. p. 982.

42 Idem. p. 593.

43 Idem. p. 1125.

44 R. Serrano García. El fin del Antiguo Régimen, p. 244.

45 cf. Idem. pp. 244-246.

46 V. Palacio. Edad contemporánea, I, p. 306.

47 Idem. p. 578.

48 J. L. Mora. Hombre, Sociedad y religión en la Novelística Galdosiana, p. 50.

49 V. Palacio. Edad contemporánea, I, p. 587.

50 J. L. Mora. Hombre, Sociedad y religión en la Novelística Galdosiana, p. 32.

51 Idem. p. 85.

52 E. N. Tomo I, p. 107.

53 Cabildo Insular de Gran Canaria. Actas del Cuarto Congreso Internacional de Estudios Galdosianos,

tomo II, p. 339.

54 Idem. VI p. 777.

55 S. de la Nuez. El último gran amor de Galdós, p. 59.

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56 CT. p. 784.

57 Cabildo Insular de Gran Canaria. Actas del Cuarto Congreso Internacional de Estudios Galdosianos,

tomo II, p. 745.

58 N. Tomo III, p. 1131.

59 S. de la Nuez. El último gran amor de Galdós, p. 19.

60 N. Tomo III, p. 1181.

61 Idem. p. 1183.

62 Idem. p. 764.

63 S. de la Nuez. El último gran amor de Galdós, p. 207.

64 N. Tomo III, p. 1260.

65 Cabildo Insular de Gran Canaria. Actas del VI Congreso Internacional Galdosiano, p. 980.