TORQUEMADA EN LOS MADRILES

Carmen Servén Díez

Los manuscritos originales de Torquemada en la hoguera no están, por el momento,

localizados. Pero tenemos algún dato aislado sobre estados sucesivos en la gestación de este

texto: Beatriz Entenza de Solare halló unos breves fragmentos de borradores al estudiar el

manuscrito de La Incógnita.1 Según explica esta investigadora, se trata de cinco páginas, dos

de las cuales parecen correspondientes a una primera etapa en la composición del texto y

apenas coinciden con la redacción final del mismo; las otras tres pertenecen a una fase más

avanzada de la redacción y contienen dos versiones sucesivas del inicio de la novela. Entenza

de Solare apunta también que el método de trabajo galdosiano suele incluir “por lo menos tres

redacciones de cada obra” y que nada sabemos de las fases intermedias ni de la corrección,

normalmente severa, que Galdós aplicaba a las galeradas.2

Como es sabido, la novela apareció primero insertada en dos números sucesivos de La

España Moderna, revista de don José Lázaro Galdiano. El texto de Galdós formó parte de los

números dos y tres de esa publicación, es decir, los correspondientes a los meses de febrero y

marzo de 1889. Posteriormente, en el mismo año de 1889, se editó la novela en volumen en los

talleres de La Guirnalda, acompañada de El artículo de fondo, La mula y el buey, La pluma en

el viento… El libro lleva un prólogo de Benito Pérez Galdós fechado en junio y explicando que

la obra está “recientemente escrita”. Apenas hay diferencias entre esta edición y la que apareció

en las páginas de la revista meses atrás; según señala Entenza de Solare, las escasísimas

discrepancias entre un texto y otro parecen atribuíbles a despistes en la composición.

Sin embargo, existe otra versión parcial de unas cuantas páginas de la novela, una versión

que en apenas tres páginas ofrece casi un centenar de variantes y parece corresponder a un

estadio inmediatamente anterior: la contenida en la revista Los Madriles, año II, nº 24, 16 de

marzo, de 1889. En nota a pie de página de esta publicación, se avisa que el texto es inédito; y

ello no debe pasar desapercibido: cuando unos números atrás se recogía un fragmento de La

puchera, de José María de Pereda, el editor advertía que cabía la posibilidad de que el libro ya

estuviera a la venta cuando el ejemplar de la revista llegara a manos del lector;3 pero cuando se

publica el fragmento galdosiano, se hace constar que es inédito, de forma que no se debe

encontrar todavía a la venta el número de marzo de La España Moderna.

Es más: sabemos que el 21 de marzo de 1889, cuando Pereda todavía no ha leído la

segunda parte de Torquemada en la hoguera, pregunta a Galdós por carta si pertenece a la

continuación o no el fragmento publicado por Galdós en Los Madriles.4

De acuerdo con los estudios de Rhian Davies,5 que recurre al epistolario galdosiano para

fijar las fechas correspondientes, José Lázaro Galdiano, editor de La España Moderna no

había recibido todavía el manuscrito el 18 de febrero; pero el 28 del mismo mes, el novelista ya

había corregido las pruebas de imprenta de la primera entrega. El segundo número de la

revista, que contenía la primera parte de la novela galdosiana, probablemente apareció a fines

de febrero y primeros de marzo.6 El tercer número, que contenía la segunda parte de

Torquemada en la hoguera, debió salir a luz pública hacia fines de marzo o primeros

Torquemada en Los Madriles

537

de abril.7 Es decir: ese fragmento de la segunda parte de la novela, que apareció en el número

de Los Madriles correspondiente al 16 de marzo de 1889, hasta fines de ese mes o primeros

del siguiente no se difundiría en las páginas de La España Moderna. Por lo que las variantes de

redacción deben corresponder a una etapa anterior en el proceso de su gestación. Esas

variantes, que no se limitan a correcciones leves en los signos de puntuación, sino que abarcan

modificaciones léxicas y gramaticales de diversa índole, constituyen un documento muy

interesante en torno al proceso de redacción de este texto, cuyo manuscrito, como se ha dicho,

no está localizado.

Por otra parte, la posibilidad, apuntada por Julián Ávila Arellano, de que las galeradas de La

España Moderna no hayan sido corregidas por el propio novelista,8 no hace sino añadir

incentivos al análisis de las breves páginas publicadas por Los Madriles: de hecho, a lo largo

del fragmento de la segunda parte que nos ocupa, apenas hay diferencia alguna entre la versión

de la revista editada por Lázaro y la posterior primera edición en volumen lanzada por La

Guirnalda; pero sí son de mucho mayor alcance las existentes entre la versión aparecida en Los

Madriles y las otras dos.

Copio a continuación el fragmento de Los Madriles a que me vengo refiriendo; inserto, en

notas a pie de página y en cursiva, las variantes con que se presenta el texto en la versión de La

España Moderna.

Abrió un secreter,9 en cuyos cajoncillos guardaba papeles y alhajas de gran valor, que

habían ido á sus manos en garantía de préstamos usurarios. Algunas no eran todavía

suyas, otras sí. Un rato estuvo abriendo estuches, y á la tía Roma, que jamás había

visto aquello,10 se le encandilaban los ojos de pez con los resplandores que de las

cajas salían. Eran, según ella, esmeraldas como nueces, diamantes que alumbraban

como si estuvieran cuajados de lucecitas,11 y oro finísimo, oro de la mejor ley, que

valía cientos de miles. Torquemada, después de abrir y cerrar estuches, encontró lo

que buscaba: una perla enorme, como un garbanzo de los mayores, de un oriente

hermosísimo,12 y cogiéndola entre los dedos, la mostró a la vieja:

—¿Qué te parece esta perla, tía Roma?

—Bonita de veras. Yo no lo entiendo. Valdrá miles de miles.13

—Pues esta perla, dijo Torquemada en tono triunfal, es para la Virgen del Carmen.14

Para ella es si pone bueno á mi hijo. Te la enseño y pongo en tu conocimiento la

intención para que se lo digas. Si se lo digo yo, de seguro no me lo cree.

—Don Francisco, exclamó la tía Roma mirándole con profunda lástima:15 usted está

trastornado.16 Dígame, por su vida: ¿para qué quiere eso17 la Virgen del Carmen?

—¡Toma!18 Para que se lo pongan el día de su santo, el 16 de Julio. ¡Pues no estará

poco maja con ella!19 Fué regalo de boda de la señora marquesa20 de Tellería. Créelo,

como ésta hay pocas.

—Pero don Francisco, ¿usted cree que la Virgen le va a conceder?...21 ¡Paice bobo!…

¡Por esa cara!…22

—¡Mira qué oriente!23 Se puede hacer un alfiler y ponérselo a ella en el pecho, ó al

niño.24

—25 ¡Valiente caso hace la Virgen de perlas y puñalerías!...26 Créame á mí; véndala, y

déle á los pobres el dinero.

VIII Congreso Galdosiano

538

—Mira tú, ¡no es mala idea!27 Dijo el tacaño guardando la joya. Tú sabes mucho.

Seguiré tu consejo, aunque, si he de serte franco, eso de dar a los pobres viene á ser

una tontería, porque cuanto les das se lo gastan en aguardiente. Pero ya lo

arreglaremos de modo que el dinero de la perla no vaya á parar á las tabernas. Y

ahora quiero hablarte de otra cosa. Pon muchísima atención. ¿Te acuerdas de cuando

mi hija, paseando una tarde con Quevedo28 y con las de Morejón,29 fue á dar allí por

donde tú vives, hacia los tejares del Aragonés, y entró en tu choza y vino

contándome, horrorizada, la pobreza y la30 escasez que allí vió? ¿Te acuerdas de eso?

Contóme Rufina que tu casa es un horror, que no es casa, sino un cajón hecho con

adobes,31 tablas viejas y planchas de hierro, con techo de paja y tierra; me dijo que ni

tú ni tus nietos tenéis cama, y dormís sobre un montón de trapos; que los cerdos y las

gallinas que criáis con la basura, son allí las personas, y vosotros los animales. Sí,

Rufina me contó esto, y yo debí tenerte lástima, y no te la tuve. Debí regalarte una

suma,32 pues nos has servido bien; querías mucho á mi mujer, quieres mucho33 á mis

hijos, y en tantos años que entras aquí, jamás nos has robado ni el valor de un clavo.34

Pues bien: si entonces no se me ocurrió socorrerte,35 ahora se me ocurre.36

Diciendo esto, se aproximó á la cama y dio en ella37 un fuerte palmetazo con ambas

manos, como el que se da38 para sacudir los colchones.39

—¡Tía Roma, ven aquí,40 toca aquí! ¡Mira qué blandura! ¿Ves este colchón de lana

encima de un colchón de muelles? Pues es para ti, para ti, para que descanses tus

huesos, cansados ya. Aquí duermo yo, pero no te importe. Llévatelos, que yo tengo

otros.41 Esperaba el tacaño una explosión de gratitud por aquella dádiva,42 y ya le

parecía estar oyendo las bendiciones de la tía Roma, cuando ésta salió por un registro

muy diferente. Su cara de telaraña43 se dilató, y de aquellas úlceras con vista que se

abrían en el lugar de los ojos, salió un resplandor de azoramiento y susto, mientras

volvía la espalda al lecho, dirigiéndose hacia la puerta.

—¡Quite, quite allá!44 Dijo. ¡Vaya con lo que se le ocurre!…45 ¡Darme á mi los

colchones, que ni tan siquiera caben por la puerta de mi casa!… ¡Y aunque

cupieran!…46 A cuenta que he vivido tantísimos47 años durmiendo en duro, como una

reina, y en estas blanduras no pegaría los ojos. ¡Dios me libre de acostarme ahí!48

¿Sabe lo que le digo? Que quiero morirme en paz. Cuando venga la de la cara fea, me

encontrará sin un cuarto,49 pero con la conciencia como los chorros de la plata. No,

no quiero los colchones, porque dentro50 de ellos está su idea… porque aquí duerme

usted, y por la noche, cuando se pone á cavilar, las ideas se meten por la tela adentro

y por los muelles, y ahí han de estar51 como las chinches cuando no hay limpieza.

¡Canario con el hombre, y la que me quería endosar!52

Accionaba la viejecilla de una manera tan gráfica, moviendo las manos y los flexibles

dedos para expresar cómo la cama del tacaño se contaminaba de sus pensamientos,53

que Torquemada la oía con verdadero sobresalto,54 asombrado de tanta ingratitud;

pero ella, firme y arisca, continuó despreciando el regalo.

¡Vaya un premio gordo55 que me caía, Santo Dios!... ¡Pa que yo durmiera en eso! ¡Ni

que estuviera loca,56 don Francisco! ¡Pa que á media noche me salieran todas las ideas

de usted57 y se me metieran por los oídos y por los ojos, volviéndome mala58 y

dándome una mala muerte!...59 Porque bien lo sé yo… A mí no me la da usted… Ahí

dentro, ahí dentro están todas sus maldades,60 la guerra que le hace al pobre, su

tacañería, los réditos que mama y todos los números que le andan por la cabeza61 para

ajuntar dinero…Si yo me durmiera ahí, á la hora de la muerte me saldrían por un lado

y por otro unos sapos con la boca muy grande, unos culebrones asquerosos que se me

enroscarían en el cuerpo, unos diablos muy feos con bigotazos y con orejas de

Torquemada en Los Madriles

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murciélago, y me cogerían entre todos y me llevarían á los infiernos.62 Guárdese sus

colchones, que yo tengo un camastro hecho de sacos de trapo, con una manta por

encima, que es la gloria divina… ¡Ya lo quisiera usted! ¡Aquello sí que es rico para

dormir á pierna suelta!...63

—Pues dámelo, dámelo, tía Roma, dijo el avaro con aflicción. Si mi hijo se salva, me

comprometo á dormir en él lo que me queda de vida, y á no comer más que lo que tú

comes.64

—¡A buenas horas y con sol!65 Usted quiere ahora poner un puño en el cielo. ¡Ay,

señor, á cada paje su ropaje! A usted le sienta eso como á la burra las arracadas. Lo

dice ahora porque está afligido,66 pero si se pone bueno,67 volverá usted á ser más

malo que Judas.68 Mire que ya va para viejo; mire que el mejor día se le pone por

delante la de la cara pelada, y con esa no valen trampas y enredos…69

—¿Pero de dónde sacas tú, estampa de la herejía,70 replicó Torquemada con ira,

agarrándola por el pescuezo y sacudiéndola; de dónde sacas tú que yo soy malo, ni lo

he sido nunca?

—Déjeme, suélteme, no me zarandee,71 que no soy ningún dominguillo.72 Mire que

soy más vieja que Jerusalén y he visto mucho mundo, y le conozco á usted desde que

se quiso casar con la Silvia. Y bien le aconsejé á ella que no se casara… y bien le

anuncié las hambres que había de pasar. Ahora que está rico no se acuerda de cuando

empezaba á ganarlo. Yo sí me acuerdo y me paice que fué ayer cuando le contaba los

garbanzos á la pobrecica73 Silvia, y todo lo tenía usted74 bajo llave, y la pobre estaba

descomida, trabajada75 y ladrando de hambre. Como que si no es por mí, que le traía

algún huevo de ocultis, se hubiera muerto cien veces. ¿Se acuerda de cuando se

levantaba usted á media noche para registrar la cocina á ver si descubría algo de

condumio que la Silvia hubiera escondido para comérselo sola? ¿Se acuerda de

cuando encontró un pedazo de jamón en dulce y un medio pastel que me dieron á mi

en casa76 de la Marquesa y que yo le traje á la Silvia para que se lo comiera77 ella sola

sin darle á usted tanto así? ¿Se acuerda78 de que al otro día estaba usted hecho un

león, y que cuando entré me tiró al suelo y me estuvo pateando? Y yo no me enfadé, y

volví, y todos los días le traía algo á la Silvia. Como usted era el que iba a la compra,

no le podíamos sisar, y la infeliz no tenía una triste chambra que ponerse. Era una

mártira, don Francisco, una mártira, y usted guardando el dinero y dándolo á peseta

por duro al mes, y mientras tanto79 no comían más que salchicha cruda80 con pan seco

y ensalada. Gracias que yo partía con ustedes lo que me daban en otras casas ricas,81 y

una noche, ¿se acuerda? Traje un hueso de jabalí, que lo estuvo echando82 en el

puchero seis días seguidos, hasta que se quedó seco como un ladrillo.83 Yo no tenía

obligación de traer nada; lo hacía por la Silvia, á quien cogí en brazos cuando nació de

doña Tomasa,84 la del callejón del Perro. Y lo que á usted le ponía furioso era que yo

le guardase las cosas á ella y no se las diera á usted.85 ¡Como si tuviera yo alguna

obligación de mantenerle a usted,86 perro, más que perro!87 Y dígame ahora, ¿me ha

dado alguna vez el valor de un real? Ella sí me daba lo que podía á escondidas de

usted;88 pero usted, el muy capigorrón, ¿qué me ha dado? Clavos89 y las barreduras de

la casa. Véngase ahora con pujitos, y ¡Dio mio de mi arma!90 Valiente caso le va á

hacer…

—Mira, vieja de todos los demonios, le dijo Torquemada furioso; por respeto á tu

edad no te reviento de una patada. Eres una embustera, una bruja,91 con todo el

cuerpo lleno de mentiras y enredos. Ahora te da por desacreditarme, después de haber

estado más de veinte años comiendo mi pan.92 Pero si te conozco, bribona,93 si eso

que has dicho nadie te lo va á creer, ni arriba ni abajo.94 El demonio está contigo, y

VIII Congreso Galdosiano

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maldita tú eres entre todas las brujas y esperpentos que hay en el cielo… digo, en el

infierno.

B. PÉREZ GALDÓS.

En una primera revisión, pueden hacerse varias observaciones interesantes a partir de las

correcciones introducidas en este fragmento: la primera es que se ha intervenido ampliamente

en la redistribución de los signos exclamativos, generalmente para suprimirlos. De ese modo,

los movimientos de ánimo —despectivos, furiosos, asombrados…— son servidos por la

cuidadosa selección léxica sobre todo.

Algunas modificaciones se dirigen a concentrar la atención del lector y marcar un núcleo de

contenido cuyo rendimiento narrativo se explota largamente después. Así, en este pasaje hay

un objeto clave: la cama, que da lugar a imágenes muy gráficas sobre la indeseable transmisión

de ideas del tacaño, ideas que en la mente de la tía Roma se equiparan a insectos invasores que

se le entrarían en el cuerpo. Probablemente para dedicar atención exclusiva a tan interesante

cama, es por lo que se sustituye la inicial oferta de una suma por una alusión primera a la

dichosa cama, que sería en la versión definitiva la única donación planeada por el usurero a

favor de la tía Roma.

Reforzadores emocionales y reveladores son los adjetivos que se ponen en boca de

personajes y narrador: lo más escaso, menudo y miserable, no es ya un clavo, sino un triste

clavo, con la consiguiente personificación del objeto; y aquella dádiva de la cama es una

dádiva tan espléndida a ojos del tacaño. De forma similar, los clavos donados por el avaro se

convierten a la postre en objetos usados e inútiles, clavos torcidos.

Otras modificaciones aparecen ligadas entre sí y producidas además para evitar repeticiones.

La sustitución de loca por boba seguramente es arrastrada por la de mala en lugar de loca que

se produce poco después. La doble alteración evita tanto la repetición de mala, que aparece

poco más adelante, como la de loca, palabra esta última que queda situada finalmente en un

lugar significativo, en el que además forma parte de una locución coloquial muy acorde con el

contenido de los temores de la mujer: volverse loca en la peligrosa cama. El mismo cuidado de

evitar repeticiones puede explicar la sustitución de cama por lecho en la voz del narrador algo

después; o el de puñalerías por pindonguerías, puesto que otro derivado de “puñal”

(puñalera) aparece cerca en ambos textos.

Algunas correcciones modifican tanto el contenido como el ritmo del lenguaje. Por ejemplo:

la idea de que la tía Roma quiere mucho a los hijos de don Francisco en opinión de éste, es

reducida al simple reconocimiento de que la vieja quiere a esos hijos. Rebajar la intensidad de

ese sentimiento en la mente del avaro parece ser el objetivo principal, pero quizá no el único,

de esa corrección.

En otros casos se trata de precisar la evocación de modo o lugar: una tarde con Quevedo se

convierte en una tarde por las afueras con Quevedo; sacudir los colchones en sacudir los

colchones al hacer las camas; me llevarían a los infiernos en me llevarían a rastras a los

infiernos.

Hay ocasiones en que la modificación trata de ajustarse estrictamente a la necesidad o no de

precisar personas o situaciones; así, evitar equívocos de persona parece el objetivo de las

precisiones introducidas en ciertos momentos: si se pone bueno (¿él o usted?) es reemplazado

Torquemada en Los Madriles

541

por si se pone bueno el niño; y lo estuvo echando por lo estuvo usted echando. En un proceso

inverso, se estima que el contexto no exige complementos cuya ausencia agiliza el texto: de ahí

que a escondidas de usted pueda ser ventajosamente sustituido por una expresión netamente

coloquial, a la chita callando.

Otras muchas correcciones parecen debidas principalmente al deseo de reestructurar la frase

y modificar el ritmo: así diamantes que arrojaban pálidos rayos, rubíes como pepitas de

granada ocupa el lugar de diamantes que alumbraban como si estuvieran cuajados de

lucecitas; perla enorme, del tamaño de una avellana, de hermosísimo oriente, el lugar de

perla enorme, como un garbanzo de los mayores, de un oriente hermosísimo…

Pero las modificaciones más interesantes tienden a caracterizar los personajes y hablas que

intervienen en el diálogo: así, se marca mediante las oportunas correcciones el ceremonioso

tratamiento que el tacaño dedica sea a una aristócrata sea a una imagen religiosa: la

excelentísima señora marquesa mejor que la señora marquesa; o la señora Virgen del

Carmen por la Virgen del Carmen. Si en el avaro nobleza y religión son aludidas con cierta

pompa, a la tía Roma se achaca una interjección repetida en la segunda redacción: ¡Un

rayo…!; de ese modo se marca la vehemencia de la mujer y su tendencia a usar de manera

habitual esa exclamación; recuérdese que la atribución de una muletilla es uno de los

procedimientos favoritos de Galdós para dotar de una identidad a voces y personajes.95

En esta misma línea, muchas alteraciones se vinculan al afán de dar colorido popular y

prestar cualidades plásticas96 o mayor coherencia al lenguaje de la tía Roma, que es la voz con

más larga intervención en este fragmento: se prefiere al fin miles de millones, cantidad

hiperbólica y más inabarcable, a miles de miles; usted está malo de la jícara, más retórico y

pintoresco, a usted está trastornado; sin una mota, que alude, como la frase siguiente, a la

limpieza, y no sin un cuarto. La gusanera de las ideas de usted sustituye con mayor fuerza

plástica a las ideas de usted, y los pecados reemplazan a las maldades, para mostrar una

mentalidad formada más en la religiosidad elemental que en la ética. La sesera, más familiar en

su valor de cerebro, es preferida a la cabeza; zampar por comer añade cierta voracidad, así

como la familiaridad popular con que la vieja contempla las ingestiones del tacaño. Se procura

un habla pintoresca y con rasgos vulgares, a base de formas léxicas y fonéticas características:

mientre, espatarrarse, cas, verdá, pos, piazo… Un vocablo especialmente interesante

finalmente pronunciado por la tía Roma es trashijada, que viene a sustituir a trabajada;97 con

esa ortografía no lo he hallado en el DRAE ni en el Diccionario de María Moliner; aparece en

ambos, sin embargo, la muy poco frecuente forma trasijada, cuyo significado es muy flaca o

falta de comida.98

Mención aparte merece la referencia a Holofernes como colmo de maldad en lugar de

Judas. De ese modo, un nombre tetrasílabo, de más empaque fonético y menos conocido,

aparece citado por la vieja ignorante; el apóstol traidor deja paso a un general asirio

seguramente más impropio en el contexto, lo que constituye una confusión de personalidades

nada excepcional entre los personajes carentes de cultura que atraviesan la serie Torquemada:

recordemos que el propio don Francisco, en un aplaudido discurso que pronunciará años

—ficticios y reales— después, confundirá también a Damocles con Aristóteles y se referirá a la

espada del segundo.99

VIII Congreso Galdosiano

542

En cuanto a los nombres propios, es notable también el cambio producido en el nombre de

la suegra del protagonista: en la versión más temprana se llamó Tomasa, mientras que la

definitiva la denominará Rufina.

En suma: las correcciones del texto se dirigen sobre todo a evitar repeticiones, modificar el

ritmo, precisar o concretar significados, revelar perspectivas emocionales implicadas en el

diálogo y dotar de fuerza plástica así como de calidad oral-popular a las intervenciones de los

interlocutores.100 La comparación entre el fragmento publicado en Los Madriles y el texto

finalmente impreso en La España Moderna revela la matización, el sutil cuidado y el esmero

lingüístico con que fue revisado el texto de Torquemada en la hoguera.101

Torquemada en Los Madriles

543

NOTAS

1 Beatriz Entenza de Solare: “Sobre el origen y la elaboración de Torquemada en la hoguera”, en Actas del

IV Congreso Internacional de Estudios Galdosianos (1990), Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo

Insular de Gran Canaria, 1993, vol I, pp. 393 y ss.

2 Entenza de Solare envía, para ilustrar este aserto, a los trabajos de Jamez Whiston: “Las pruebas corregidas

de Fortunata y Jacinta”, en Actas del Segundo Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, I,

pp. 258-265, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1978, y a la comunicación

sobre las pruebas de Realidad presentada por Ella María Martínez Umpiérrez en el Décimo Congreso de

la Asociación Internacional de Hispanistas, Barcelona, 1989.

3 Se trata del número del 12 de Enero de 1889.

4 Escribe Pereda: “Y diga ¿pertenece a la continuación el fragmento que publica Los Madriles? ¿o es que aún

hemos de ver a los Torquemadas esos en otra novela…?”. V. Soledad Ortega (ed.): Cartas a Galdós.

1964, Madrid, Revista de Occidente, p. 142.

5 V. principalmente “The manuscript of Torquemada en la Cruz: a stage in a creative process”, en Nicholas

G. Reound (editor): New Galdós Studies. Essays in memory of John Varey, Tamesis, 2003, 44 y “The

background to Torquemada en la hoguera”, Bulletin of Hispanic Studies [Glasgow], 76 (1999), 399-413.

6 V. Rhian Davies (1999) cit., 405.

7 Ibídem.

8 Julián Ávila Arellano: “Discurso y estructura en Torquemada en la hoguera”, en Homenaje a Alfonso

Armas Ayala, 2000, vol. II, Las Palmas de Gran Canaria, Eds. Del Cabildo de Gran Canaria, p. 123.

9 Secreter / bargueño.

10 Aquello / cosa semejante.

11 Diamantes que alumnraban como si estuvieran cuajados de lucecitas / diamantes que arrojaban pálidos

rayos, rubíes como pepitas de granada.

12 Perla enorme, como un garbanzo de los mayores, de un oriente hermosísimo / perla enorme, del tamaño

de una avellana, de hermosísimo oriente.

13 miles de miles / miles de millones ¿verdá usted?

14 Para la Virgen del Carmen / para la señora Virgen del Carmen.

15 D. Francisco, exclamó la tía Roma mirándole con profunda lástima / D. Francisco (mirándole con

profunda lástima).

16 usted está trastornado / usted está malo de la jícara.

17 Eso / ese requilorio.

18 ¡Toma! / Toma.

19 con ella / con esto.

20 la señora marquesa / la excelentísima señora marquesa.

21 ¿usted cree que la Virgen le va a conceder?… / ¡usted piensa que la Virgen le va a conceder…!

VIII Congreso Galdosiano

544

22 Por esa cara! / Por ese piazo de cualquier cosa!

23 ¡Mira qué oriente! / Mira qué oriente.

24 Al niño / al Niño.

25 ¡Valiente caso / ¡Un rayo!¡Valiente caso.

26 Puñalerías / pindonguerías.

27 Mira tú, ¡no es mala idea! / Mira, tú, no es mala idea.

28 una tarde con Quevedo / una tarde por las afueras con Quevedo.

29 y con las de / y las de.

30 la pobreza y la escasez / la pobreza y escasez.

31 que tu casa es un horror, que no es casa sino un cajón hecho con adobes / que tu vivienda es un cubil, una

inmundicia hecha con adobes.

32 una suma / una cama.

33 quieres mucho á mis hijos / quieres a mis hijos.

34 un clavo / un triste clavo.

35 no se me ocurrió socorrerte / no se me pasó por la cabeza socorrerte.

36 ahora se me ocurre / ahora sí.

37 Se aproximó á la cama y dió en ella / se aproximó al lecho y dió en él.

38 como el que se da / como el que se suele dar.

39 sacudir los colchones / sacudir los colchones al hacer las camas.

40¡Tía Roma, ven aquí, toca aquí! ¡Mira qué blandura! / Tía Roma, ven acá, toca aquí. Mira qué blandura.

41 para que descanses tus huesos, cansados ya. Aquí duermo yo, pero no te importe. Llévatelos, que yo tengo

otros / para que descanses tus huesos duros y te espatarres a tus anchas.

42 por aquella dádiva / por dádiva tan espléndida.

43 su cara de telaraña / su cara telarañosa.

44 ¡Quite, quite allá! / Quite, quite allá.

45 ¡Quite, quite allá! Dijo. ¡Vaya con lo que se le ocurre! / Quite, quite allá —dijo—; vaya con lo que se le

ocurre.

46 ¡Y aunque cupieran!… / Y aunque cupieran…¡rayo!

47 tantísimos / tantismos.

48 ¡Dios me libre de acostarme ahí! / Dios me libre de tenderme ahí.

Torquemada en Los Madriles

545

49 sin un cuarto / sin una mota.

50 porque dentro / que dentro.

51 ahí han de estar / ahí estarán.

52 ¡Canario con el hombre, y la que me quería endosar! / ¡Rayo con el hombre, y la que me quería encajar!

53 Accionaba la viejecilla de una manera tan gráfica, moviendo las manos y los flexibles dedos para expresar

cómo la cama del tacaño se contaminaba de sus pensamientos / Accionaba la viejecilla de una manera

tan gráfica, expresando tan bien con el mover de las manos y de los flexibles dedos cómo la cama del

tacaño se contaminaba de sus ruines pensamientos.

54 verdadero sobresalto / verdadero furor.

55 ¡Vaya un premio gordo que me caía, santo Dios! / Pos vaya un premio gordo que me caía Santo Dios.

56 Loca / boba.

57 las ideas de usted / la gusanera de las ideas de usted.

58 Mala / loca.

59 ¡Pa que […] muerte! / Pa que […] muerte.

60 Maldades / pecados.

61 Cabeza / sesera.

62 y me llevarían á los infiernos / para llevarme a rastras á los infiernos.

63 ¡Ya lo quisiera usted!… ¡Aquello sí que es rico para dormir á pierna suelta! / Ya lo quisiera

usted…Aquello sí que es rico para dormir á pierna suelta.

64 más que lo que tú comes / más que las bazofias que tú comes.

65 ¡A buenas horas y con sol! / A buenas horas y con sol.

66 Lo dice ahora porque está afligido / Y todo ello es porque está afligido.

67 Bueno / bueno el niño.

68 más malo que Judas / más malo que Holofernes.

69 y con esa no valen trampas y enredos / a ésta sí que no le da usted el timo.

70 estampa de la herejía / estampa de la basura.

71 no me zarandee / no me menee.

72 que no soy ningún dominguillo / que no soy ninguna pandereta.

73 Pobrecita / cuitada.

74 lo tenía usted / lo tenía.

75 Trabajada / trashojada.

VIII Congreso Galdosiano

546

76 Casa / cas.

77 Comiera / zampara.

78 Se acuerda / recuerda.

79 mientras tanto / mientre tanto.

80 salchicha cruda / mojama cruda.

81 otras casas ricas / las casas ricas.

82 lo estuvo echando / lo estuvo usted echando.

83 hasta que se quedó seco como un ladrillo / hasta que se quedó más seco que su alma puñalera.

84 nació de doña Tomasa / nació de señá Rufinica.

85 / ¡un rayo!

86 obligación de mantenerle á usted / obligación de llenarle a usted el buche.

87 ¡Como […] perro! / Como […] perro.

88 a escondidas de usted / a la chita callando.

89 Clavos / Clavos torcidos.

90 Véngase ahora con pujitos y ¡Dio mio de mi arma! / Véngase ahora con jipíos y farsa.

91 una bruja / una diabla.

92 comiendo mi pan / comiendo de mi pan.

93 Bribona / zurrón de veneno.

94 ¡Pero […] abajo! / Pero […] abajo.

95 V. Vernon A. Chamberlin (“The muletilla: An Important Facet of Galdós´Characterization Technique”,

Hispanic Review, 29, nº 4, 1961.) y también Rafael Rodríguez Marín (La lengua en las Novelas españolas

contemporáneas de Galdós. Valladolid, Univ. De Valladolid, 1996, pp. 155 y ss.).

96 La sustitución de una expresión más neutra o más correcta por otra más familiar o plástica, se produce

también en la voz del avaro, que finalmente profiere no se me pasó por la cabeza en lugar de no se me

ocurrió, y zurrón de veneno por bribona.

97 El aspecto gráfico, pero no el etimológico ni el semántico, es muy parecido en ambas palabras. ¿Se trata de

un error del cajista en la versión de Los Madriles?

98 Otra sustitución interesante, que muestra una fuerte conciencia idiomática, es vargueño por secreter; este

último, que no recoge el DRAE pero sí Moliner, es una adaptación del francés secrétaire o mueble de

cajones; pero una clase de muebles de parecida utilidad se producen tradicionalmente en Bargas (Toledo)

y se llaman bargueños o vargueños; el mueble español y la voz más castiza han ocupado finalmente el

lugar de los equivalentes franceses.

99 V. Torquemada en el purgatorio [1894], en Benito Pérez Galdós: Las novelas de Torquemada. 1982,

Madrid, Alianza, pp. 439-40.

Torquemada en Los Madriles

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100 Lo que viene a corroborar en gran medida las estimaciones vertidas por Yolanda Arencibia en su amplio

y detallado estudio en torno a las galeradas de Zumalacárregui (La lengua de Galdós. Estudio sistemático

de variantes en galeradas. 1987, Islas Canarias, Conserjería de Cultura y Deportes/Gobierno de

Canarias); la investigadora destacaba el número e interés de lo que denominaba “variantes

intensificadoras del contenido”.

101 El enorme número de correcciones introducidas entre la publicación de Los Madriles y la de La España

Moderna, así como el cuidado y la evidente intención estilística de las mismas, lleva a considerar poco

probable el que se deban a mano distinta de la del propio Galdós.