EVOCACIÓN DESDE (CASI) EL SIGLO XX DEL
JOVEN PERIODISTA PÉREZ GALDÓS
Carmen Menéndez Onrubia
Introducción
De entre los retratos y semblanzas que nos han llegado de Galdós, pretendo analizar
aquí uno escrito en 1892 por Fermín Herrán Tejada, el cual, hasta donde yo sé, es
desconocido.
La importancia de este texto radica no sólo en rescatar del olvido un escrito referido al
autor canario, sino, además, en la luz que pueda proyectar sobre esos todavía nebulosos
primeros años madrileños en los que Galdós ejercitaba su pluma en las redacciones de
periódicos y revistas.
Sabemos por el propio Galdós que en esta etapa de aprendizaje escribió en diferentes
publicaciones periódicas, si bien se cuidó en silenciar algunos títulos en aquellas ocasiones
en que “recordaba” sus andanzas por las distintas redacciones periodísticas. En sus
confesiones a González Fiol, realizadas en mayo de 1910, menciona sus colaboraciones en
La Nación, El Debate y la Revista de España.1 Seis años más tarde, en sus Memorias de
un desmemoriado, es menos explícito aún. Escritas bajo un “sueño cataléptico”, sólo
recuerda sus “trabajillos, en periódicos y revistas” y sus “articulejos de política” en la
Revista de España, donde también vio la luz El audaz.2
Gracias a los meritorios esfuerzos de Shoemaker, Hoar o Dendle, podemos manejar
algunos de los textos de la temprana actividad periodística de Galdós en la prensa
madrileña, desde sus escritos en el periódico progresista La Nación, hasta sus revistas de
política interior en la Revista de España, sin olvidar su “Crónica de la quincena” en la
Ilustración de Madrid, o un artículo de 1874, referido a cuestiones políticas internas, en El
Imparcial.3
Sin embargo, aún quedan parcelas de la actividad del joven periodista canario en
completa oscuridad. El texto de Fermín Herrán que aquí presento nos va a ayudar a
iluminar alguna de ellas, si bien dejará en penumbra otras, no tanto por la información
suministrada por el texto en sí, sino por el carácter casi siempre anónimo en que
se producía el periodismo en esos primeros años de la década de los años setenta del
siglo XIX.
¿Quién era Fermín Herrán? Brevísima aproximación bio-bibliográfica4
Nueve años más joven que Galdós —había nacido en Salinas de Añana (Álava) el 7 de
julio de 1852—, desarrolló Herrán desde edad muy temprana una gran actividad como
crítico literario y difusor cultural, colaborando en revistas y periódicos, y editando unas y
otros a lo largo de su vida.
Evocación desde (casi) el siglo XX del joven…
635
Con la mayor brevedad posible esbozaré aquellos aspectos de su quehacer cultural que
más nos interesan en estos momentos, y que tocan directamente a lo referido por él en el
mencionado artículo de 1892.
En primer término cabe destacar su devoción por la figura y la obra de Miguel de
Cervantes, bajo cuya advocación colabora en dos tempranos proyectos.
En Valladolid, a donde había acudido para comenzar los estudios de Derecho en su
Universidad Literaria en el curso 1868-69, tras obtener el grado de Bachiller en Artes en
junio de 1868 en el Instituto de Vitoria, colabora en el semanario cultural El Museo desde
el 13 de enero de 1872, pasando a ser redactor del mismo, junto a Emilio Ferrari y Albino
A. Madrazo, a partir del número 25, de fecha 23 de abril de 1872, hasta el último número
del semanario, el 41, de 25 de agosto de este mismo año.5
De la actividad cultural desplegada por El Museo desde sus páginas, sin duda no fue de
las menos importantes el reto que se impusieron sus tres redactores (Ferrari, Madrazo y
Herrán) y su director (Eduardo de Ozcáriz) de rescatar la casa de la calle vallisoletana del
Rastro donde había vivido Miguel de Cervantes, instalando en ella una sociedad literaria en
la cual se trabajara por la necesaria regeneración de la literatura española, de cuyo estado
de corrupción y confusión se lamentaban. La realización de este proyecto culminó el día 2
de junio de 1872, fecha a partir de la cual quedó establecido el Ateneo literario “La casa
de Cervantes en Valladolid”, de corta vida, y de cuyos avatares me he ocupado en otro
lugar.6
De regreso en Vitoria, cuya situación a causa de la guerra carlista no era la más propicia
para embarcarse en aventuras culturales, y a pesar del escaso éxito del Ateneo
vallisoletano, sigue Herrán con su atención puesta en Cervantes, como único faro cuya luz
pueda guiar la tarea de creadores y críticos literarios. Así, gracias a sus esfuerzos, el día 1
de marzo de 1873 tuvo lugar en la ciudad alavesa la inauguración de la Academia
Cervántica Española, cuyos estatutos, aprobados el 15 de mayo de 1874, fueron
publicados poco después en la imprenta de la propia Academia.7
Unos meses antes (finales de noviembre o comienzos de diciembre de 1872) había visto
la luz el primer volumen de su proyecto editorial más temprano, la Biblioteca Escogida de
Fermín Herrán, con el cual perseguía sustraer a los escritores del yugo de los editores,
percibiendo directamente aquéllos el beneficio de su trabajo, al tiempo que se evitaba el
quebranto económico si eran ellos quienes se costeaban la edición.
La frenética actividad del alavés, como la calificó Ramiro de Maeztu en la necrología
que le dedicó en 1908,8 llegó a su culminación entre 1896 y 1901, cuando acometió su
empresa más ambiciosa y, quizá, de mayor trascendencia para la literatura española en
lengua castellana, la publicación de los 63 volúmenes en 62 tomos de la Biblioteca
Bascongada de Fermín Herrán, en la que pueden encontrase trabajos relativos al País
Vasco y Navarra (sólo el fuero de Vizcaya mereció 18 volúmenes), y obras de creación de
escritores nacidos en esas tierras. Entre estas últimas destacan la primera edición de Hacia
otra España, de Ramiro de Maeztu (tomo 32), así como La casa de Aizgorri de Baroja
(tomo 52), novela con la que debutaba en el campo narrativo, y un tomo de poesía de Juan
Arzadun, prologado por Miguel de Unamuno (tomo 11).9
VIII Congreso Galdosiano
636
“Galdós hace veinte años”
Con este título firmaba Herrán un artículo aparecido en el Diario de Bilbao en 1892,
que más tarde (1899) integraría en el volumen recopilatorio Aplausos y censuras, tomo 34
de su Biblioteca Bascongada.10 En él daba cuenta de la visita que en junio de 1873 había
hecho a Galdós en su domicilio de la madrileña calle de Serrano, nº 38, piso 2º. No se
conocían personalmente, y la impresión primera que el canario produjo en el alavés fue de
frialdad e indiferencia.
Galdós se encontraba en el salón de su vivienda recostado en un sofá, y “ni aun se
incorporó cuando yo, tendiéndole la mano, le saludé. Casi estoy por decir que ni tocó su
mano con la mía” (p. 194).11
Esta “dejadez no estudiada de su cuerpo” se acompañaba de una “somnolencia aparente
de su espíritu, [de] la cortedad efectiva de su vista; [de] su temperamento linfático
declarado” (p. 195).
La aparente indiferencia con que Galdós recibió a su visitante, de temperamento tan
opuesto al suyo, desconcertó a éste, porque, según confiesa Herrán, habían mantenido
contacto epistolar, y su interlocutor le había mostrado “sincero afecto y [...] cordial
amistad” (p. 195).
¿En qué momento comenzó la relación de ambos escritores? Difícil es determinarlo con
precisión, porque, hasta el momento, no me ha sido posible localizar el archivo de Herrán,
si es que se conserva. Tampoco en la Casa-Museo Pérez Galdós hay rastro de las cartas
del alavés.12 Sin embargo, algunos hechos evidencian que el carteo debió iniciarse en torno
a la primavera o el verano de 1872. El fruto que dio el trato epistolar, como veremos,
aporta algunos datos de interés relativos a distintos aspectos de la actividad del joven
Galdós en esos años.
La “Biblioteca Escogida de Fermín Herrán”
Como ha quedado dicho, uno de los primeros proyectos editoriales de Fermín Herrán
fue la puesta en marcha de una “Biblioteca Escogida”. Si el éxito acompañaba a esta
iniciativa suya, en la que como editor debió invertir un buen puñado de reales, podría llegar
a constituirse la sociedad literaria Biblioteca Escogida con una clara finalidad de apoyo a
la literatura española y a la profesionalización del escritor.13
El día en que esta publicación cubra los gastos, yo consultaré por escrito a sus
redactores qué es lo que quieren se haga de las ganancias, el dictamen del mayor
número vencerá, y si opinan que a cada uno se dé las ganancias de sus libros, los
autores recibirán el pago de su trabajo [...] al fin habríamos conseguido dar vida
independiente a la literatura y que en este país pudiesen vivir sin dedicarse a otras
carreras los que para gloria y regocijo de nuestros sucesores tomaron un día la
pluma que inspiró a Lope, Calderón, Cervantes y Mariana y otros muchos que
yacen oscurecidos, si no olvidados, merced al abandono en que necesariamente
tiene que estar la literatura española, mientras no se forme un lazo de unión
suficiente a hacer desaparecer la indiferencia con que se mira lo beneficioso, y el
frenesí con que se aplaude lo perjudicial.14
Evocación desde (casi) el siglo XX del joven…
637
Esta idea debió ser acogida con entusiasmo por el joven Galdós, quien poco antes había
expresado un deseo similar en las páginas de la Revista de España al denunciar en su
análisis de los Proverbios de Ventura Ruiz Aguilera la situación del escritor en España.
Hay además el gran inconveniente de las circunstancias tristísimas de la literatura
considerada como profesión. Domina en nuestros pobres literatos un pesimismo
horrible. Hablarles de escribir obras serias y concienzudas de puro interés literario
es hablarles del otro mundo. Todos ellos andan a salto de mata, de periódico en
periódico, en busca del necesario sustento, que encuentran rara vez; y la mayor
recompensa y el mejor término de sus fatigas es penetrar en una oficina, panteón
de toda gloria española. Todos reposan su cabeza cargada de laureles sobre un
expediente; y el infeliz que no acepta esta solución, y se empeña en ser literato a
secas, viviendo de su pluma, bien podría ser canonizado como uno de los más
dignos mártires que han probado las amarguras de la vida en este valle de
lágrimas.15
Conocía, además, por experiencia personal la difícil situación en que se ponía el creador
literario al ser editor de sus propios trabajos, al quedar ligado por las deudas al editor
comercial. Recordemos las que acababa de contraer con José Noguera, editor de La
Fontana de Oro y El audaz, que ascendían a más de dos mil quinientas pesetas de las de
1872.16
El volumen inicial de esta “Biblioteca Escogida” se llamó, significativamente, La
primera colección, y debió hacer su aparición en los escaparates de las librerías en los
últimos días de noviembre o primeros de diciembre de 1872. 17
Según confiesa Herrán en su artículo de 1892, Galdós “me había ayudado en la
publicación de mi Biblioteca Escogida” (p. 192). ¿En qué consistió esta ayuda? ¿Le
proporcionó Galdós suscriptores? Parece probable que así fuera, porque, según calculaba
el alavés, el éxito de su proyecto pasaba por conseguir un número elevado de
suscripciones.
La dificultad de que esta Biblioteca cumpla su propósito se reduce a adquirir un
número tal de suscriciones que den un capital líquido, suficiente a satisfacer a los
autores proporcionada cantidad a los trabajos que hayan hecho [...]
Con el apoyo y actividad que debe esperarse de los que están interesados [es
decir, los autores que colaboran con sus escritos], esta publicación puede tener
cuatro mil suscritores, número nada excesivo si se tiene en cuenta las condiciones
literarias, tipográficas y económicas que reúne. Pues bien, con este número, los
autores pueden obtener, por cada libro que publiquen, una cantidad que de seguro
no adquieren nuestros primeros escritores publicando obras y escribiendo
artículos políticos y literarios.18
¿Consiguió, además, que algunos de los escritores con quienes tenía trato enviaran sus
trabajos para formar ese primer volumen? Es posible, porque era práctica habitual entre los
hombres de letras. Recordemos las palabras de Pereda, escritas en fecha muy próxima a la
que aquí tratamos, que son una buena muestra de ello. Así contestaba el 3 de febrero de
1872 a los requerimientos del joven periodista Pérez Galdós, colaborador de la Ilustración
de Madrid.
VIII Congreso Galdosiano
638
En otras ocasiones me ha honrado el D[irecto]r de la Ilustración de Mad[ri]d,
pidiéndome algún artículo p[ar]a esta, por conducto de otros amigos como ahora
me le pide por el de V. [...], y toda vez que ahora es V. quien desea que el cuadro
sea de por acá [...] podría remitirle otro inédito [...] que consta de 25 cuartillas
[...] Es el que menos se separa de las condiciones que V. me precisa [...] Una
condición me permitiría poner yo a la Ilustración [...] que hiciese constar a la
cabeza de él o donde mejor le pareciese que al haber tratado yo de debutar en tan
acreditado periódico, espontáneamente, lo hubiera hecho con trabajo de otra
naturaleza, o algo más meditado... En fin, que doy lo único que tengo en el
instante en que se me pide.19
En la nómina de colaboradores de este primer volumen de la Biblioteca Escogida
encontramos algunos muy próximos a Herrán por residir en aquel momento en Valladolid
(Eduardo Orodea) o por haber sido compañeros de redacción en la revista vallisoletana El
Museo. Es el caso de José Estrañi, Albino Madrazo, Emilio Ferrari o Anselmo Salvá. Otros
eran sus coterráneos: Antonio Trueba, Sotero Manteli, Juan E. Delmás, Ricardo Becerro
de Bengoa, Daniel Ramón Arrese, Jacinto Labaila, José Manterola, Juan V. Araquistain,
Julio Enciso y Obdulio Perea. Cercanos le eran Aureliano Fernández-Guerra y Orbe,
Ramón León Mainez, Francisco M. Tubino y Juan Eugenio Hartzenbusch.
Con Fernández-Guerra le unía una admiración mutua, que se concretó en una sincera
amistad. A finales de enero de 1873 proponía don Aureliano, junto a José Amador de los
Ríos y Eduardo Saavedra, a un jovencísimo Herrán de veinte años, como académico
correspondiente por Alava de la Real Academia de la Historia. Su propuesta, acogida de
manera positiva por la Academia, iba avalada por ser un “escritor recomendable por sus
trabajos literarios, que ha dirigido el tomo I de una biblioteca [la Biblioteca Escogida] que
ha principiado a publicarse en dicha ciudad [Vitoria]”.20 A Fernández-Guerra le dedicaba,
poco después, el trabajo inicial de un nuevo proyecto editorial, que, bajo el nombre
colectivo de Estudios críticos del Teatro Español del siglo XIX, puso en circulación con el
folleto titulado Juicio crítico del drama Don Francisco de Quevedo, de don Eulogio
Florentino Sanz (Madrid, Lib. de Victoriano Suárez, 1873, pero impreso en Vitoria en la
imprenta de José Iturbe). Al envío de este trabajo, don Aureliano contestó con una carta
fechada en Madrid el 25 de abril de 1873, en la que daba muestras de su generosidad y
afecto hacia el escritor en ciernes.21
Con los otros tres compartía una sincera admiración por Cervantes. Mainez había
fundado hacía poco en Cádiz la Crónica de los Cervantistas (nº 1, 7-X-1871), en cuyas
páginas pueden leerse algunas colaboraciones de Herrán.22 Tubino acababa de publicar su
Cervantes y El Quijote. Estudios críticos (Madrid, Lib. de A. Durán, 1872), obra que el
alavés había reseñado recientemente en El Museo.23 Hartzenbusch, a quien Galdós había
retratado en La Nación en dos ocasiones resaltando su acendrado cervantismo,24 había
editado, junto a Cayetano Rossell, en doce volúmenes, las obras completas del escritor
alcalaíno.25
La participación de Galdós en el proyecto de Herrán, cuya finalidad, como hemos visto,
compartía plenamente, se hizo efectiva con el envío que hizo al alavés de su poema en
prosa La pluma en el viento o el viaje de la vida, que ocupa las páginas 305-336 de La
primera colección.
Evocación desde (casi) el siglo XX del joven…
639
La existencia de esta desconocida edición de La pluma en el viento, cuyo texto lleva
fecha de “Abril de 1872”, no parece poner en duda que el aparecido en el número 45,
correspondiente al 20 de mayo de 1872, de la revista quincenal dirigida por Rafael María
de Labra y Cadrana, El Correo de España, sea la primera versión conocida de este relato,
porque el proyecto de Herrán, desde que lo ideó hasta su efectiva realización, debió
fraguarse en poco tiempo y con posterioridad a esta fecha.
Según confiesa él mismo en el “Prólogo” que va al frente de este volumen
—recordemos que salió a la venta a finales de noviembre o principios de diciembre
de 1872,
La Biblioteca Escogida [...] manifestábase a mi imaginación hace poco tiempo
como una necesidad apremiante, como una medida salvadora, como medio único
de sacar a la literatura española del estado de postración en que se hallaba [...] la
empresa que me ocupaba tomó colosales dimensiones; adquirí el convencimiento
de que su prosecución podría reportar inestimables beneficios a la literatura, y... la
Biblioteca Escogida se fundó. Los prospectos circularon a los pocos días [...]
(pp. 6-7.)
Los prospectos debieron repartirse en los primeros días de octubre de 1872, según se
deduce de la noticia inserta en la revista quincenal El Ateneo (Vitoria), en su número
correspondiente al 31 de octubre de 1872.
Se han repartido profusamente los prospectos de la Biblioteca escogida, que bajo
la dirección de nuestro querido amigo don Fermín Herrán comenzará a publicarse
[...]26
Así pues, y a la vista de estos datos, parece que no fue hasta finales de verano o
comienzos del otoño cuando Herrán ideó y puso en marcha su proyecto.
Del cotejo de las cuatro versiones conocidas, previas a su inclusión en Torquemada en
la hoguera,27 se infiere que el texto aparecido en El Correo de España fue el que sirvió de
base para la edición de La Guirnalda,28 ya que las variantes textuales son menos
numerosas entre estas dos versiones que las que se dan entre el texto de La primera
colección y el de La Guirnalda.29
No son las variantes entre El Correo de España (CE) y La primera colección (PC) muy
crecidas. A modo de ejemplo ahí van un par de ellas. A poco de comenzar la
“Introducción” (segundo párrafo): “un chopo inválido y casi moribundo, y las tejas” (CE,
G, I, T), “un chopo inválido y las tejas” (PC). En el primer párrafo del “Canto primero”:
“su curiosidad, y deseando descansar un poco, se arremolinó, dio” (CE, G, I), “su
curiosidad, dio” (PC). Más ilustradores resultan los casos de autocensura. La descripción
en determinados momentos más insinuante en CE y PC, se suprime en La Guirnalda (G),
sin duda por el público femenino al que iba destinada esta publicación. Así, en el “Canto
segundo”, cuando la pluma observa a los comensales del palacio: “ellas adornadas con
flores y tan libremente vestidas, que su hermosura, mal aprisionada por trasparentes y muy
breves paños, se salía de aquí y acullá buscando los ojos de la indiscreción y de la
concupiscencia” (CE, PC), “ellas adornadas con flores y tan ricamente vestidas, que su
hermosura no podía menos de aparecer realzada con tales atavíos” (G, I).
VIII Congreso Galdosiano
640
La prensa acogió con parabienes el proyecto de Herrán. Así, en la sección “Gacetillas”
de El Norte de Castilla (Valladolid) encontramos el día 24 de diciembre el siguiente suelto:
A suscribirse. La Biblioteca escogida que dirige en Vitoria don Fermín Herrán,
acaba de publicar La primera colección, tomo [de] 382 páginas que contiene
varios preciosos artículos.
Realmente no puede hallarse nada más ameno e interesante; pues la circunstancia
de haber formado el libro muchos autores, y haber escrito cada uno de distinta
materia, hace que la historia, la filosofía, las bellas artes, las costumbres y todo
cuanto encierra el vasto campo de la literatura, esté en él magistralmente tratado.
Entre las firmas de La primera colección, figuran las de Hartzenbusch, Conde de
Cheste, Trueba, Tubino y otros eminentes escritores; y hemos tenido el gusto de
ver que los literatos de esta capital han contribuido también con sus trabajos; pues
hay uno filosófico de D. Eduardo Orodea, otro de costumbres de don Anselmo
Salvá y tres poesías de los Sres. Estrañi, Ferrari y Madrazo respectivamente [...]
Poco después, y de la mano del influyente cronista de salones Asmodeo, el diario
madrileño La Epoca daba la bienvenida a esta publicación.
De Vitoria recibo el principio de una Biblioteca escogida, que me hace concebir
buena idea a la par de la misma y de don Fermín Herrán, que la dirige.
Ese primer tomo contiene una serie de artículos de escritores tan distinguidos
como la señorita Grassi, los Sres. Hartzenbusch, Fernández Guerra, Pezuela
(antes conde de Cheste), Trueba, Tubino, Galdós, y de otros para mí
desconocidos, sin duda por no residir en Madrid, pero que descubren dotes y
cualidades relevantes.
Amena, variada e instructiva, esta colección merece, y lo obtendrá, el aprecio del
público, la recomendación de la prensa y el estímulo de cuantos quieren
galardonar el talento.30
Galdós ¿académico de la “Academia Cervántica Española”?
En el relato contenido en el artículo “Galdós hace veinte años”, afirma Herrán que
Galdós “había aceptado el nombramiento de académico de la Academia Cervántica
Española” (192), la cual, como queda dicho, fue inaugurada en Vitoria el día primero de
marzo de 1873, siendo su primer director Julián Apraiz.31
Este asentimiento del escritor canario de formar parte de una institución cuyo fin último
era el de ensalzar la figura y la obra del autor del Quijote, tomándole como guía de los
jóvenes escritores “en un siglo en que la política tiende a absorberlo todo”,32 nada tiene de
extraño y respondía a la admiración que siempre profesó por el alcalaíno.
Sin embargo, y desconociendo las razones, Galdós no fue nombrado académico de la
Academia cervantina. En sus estatutos, publicados en 1874,33 no encontramos su nombre
entre las distintas categorías en que se agrupaban sus integrantes (académicos de número,
de mérito, correspondientes, etc.)
Evocación desde (casi) el siglo XX del joven…
641
Galdós periodista
Como vamos viendo, la relación Galdós-Herrán debió establecerse en torno a 1872,
manteniéndose a lo largo de 1873. Recordemos que estos años coinciden con la etapa en
que el escritor canario asumió la dirección de la Revista de España, tras haber dejado la
del diario político El Debate.34
Durante esta etapa de dirección galdosiana, la Revista dio acogida a dos trabajos de
Herrán. El primero, que apareció en el nº 106, correspondiente al 28 de julio de 1872, fue
una reseña del libro de Fernández de Navarrete, Historia de Juan Sebastián del Cano.35 El
segundo, dado en dos números de 1873, fue también una reseña, en esta ocasión del
trabajo de Julián Arrese, Descentralización universal o el fuero vascongado...36
Pretendió Herrán, además, que en la Revista se publicara una reseña del episodio
nacional Trafalgar. Pero Galdós rehusó el ofrecimiento.
Lo que no puedo admitir es el artículo bibliográfico sobre (Trafalgar) cierta
persona a quien trato con intimidad, pues aunque usted le trate con la severidad
que merece, no puede publicarse en el periódico que él mismo dirige. Los
artículos críticos siempre dan importancia al que es objeto de ellos, aunque se le
trate mal, y en este concepto no puedo admitirlo en la Revista. Si quiere usted
seguir mi consejo, no se tome la molestia de escribirlo, porque ni lo merece el
personaje, ni es ocasión oportuna para ello. (16 Abril 1873). (p. 193)
Los escrúpulos manifestados por el escritor canario no dejan de tener su razón. Sin
embargo, parecen haber desaparecido cuando Rodríguez Correa reseñó los tres primeros
episodios, si bien es cierto que ya Galdós estaba a punto de dejar la dirección de la
publicación,37 si no es que ya la había hecho efectiva.
No encontró acogida Herrán para su reseña de Trafalgar en las páginas de la Revista,
pero ofreció una breve pincelada de este primer episodio en el artículo bibliográfico que
apareció en la revista portavoz del Ateneo vitoriano, El Ateneo, en el número
correspondiente al 31 de mayo de 1873.
El Sr. D. Benito Pérez Galdós, conocido periodista, distinguido escritor y notable
crítico, director de El Debate y de La Revista de España y autor de La Fontana
de Oro y El Audaz, ha comenzado a publicar una serie de episodios nacionales en
los que se propone describir algunos de los hechos principales de nuestra historia.
Titúlase el primero Trafalgar y en forma novelesca, pero con una meditación
poco común en obras de este género, relata, ese hecho tan glorioso como
desgraciado de la marina española. Verdad en la narración, interés en los
episodios y conocimiento de la historia, son las cualidades que avaloran libro tan
curioso como interesante. El más puro españolismo se halla reflejado en todas las
líneas, y los personajes de quienes se vale, para conducir el hilo de su narración
son caprichosos pero verdaderos. A este episodio seguirán La Corte de Carlos
IV, El Motín de Aranjuez, Bailén, etc., etc., de los que nos ocuparemos en su
día.38
VIII Congreso Galdosiano
642
A renglón seguido del texto de la carta de Galdós, nos sorprende Herrán con la
siguiente revelación:
El caso era que, con andar tan cerca uno de otro, Galdós y yo, pues
también colaborábamos en la sección literaria de El Gobierno y La Epoca, era lo
cierto que personalmente no nos conocíamos, al menos yo no lo recordaba.
(pp. 193-194).
El Gobierno, periódico político de la tarde, lanzó su primer número el martes 3 de
diciembre de 1872, prolongando su vida hasta el miércoles 30 de diciembre de 1874.
Dirigido casi hasta el final por don José Ferreras, su orientación política era hermana
gemela de la de El Debate. Ambas publicaciones fueron portavoces del espíritu de la
revolución de 1868 y defendieron la monarquía de Amadeo de Saboya, frente a la
animadversión de que fue objeto por parte del faubourg, es decir, la aristocracia
proborbónica.39
Colaboradores de los dos diarios fueron, además de Ferreras, Salvador López Guijarro
o Ramón Rodríguez Correa, con quienes Galdós mantuvo estrechas relaciones de amistad.
La presencia de Herrán en El Gobierno no deja lugar a dudas. Con su firma, y fechado
en “Vitoria, Julio de 1873”, apareció en las páginas del diario madrileño un artículo suyo
con el que reseñaba y entraba en liza en el “pleito” planteado en El matrimonio, volumen
integrante de la biblioteca “Cuentos de salón”, donde encontramos las firmas de Teodoro
Guerrero, Carlos Frontaura, Ricardo Sepúlveda, Narciso Serra, Ventura Ruiz Aguilera,
Teodoro Guerrero, Antonio de Trueba, Antonio Hurtado, Antonio Arnao y Juan Eugenio
Hartzenbusch.40
Más tarde, en octubre de 1874, vuelve a aparecer el nombre de Herrán en El Gobierno,
pero esta vez como destinatario de una carta firmada por El Doctor Thebussem (Mariano
Pardo Figueroa), en contestación a la que el alavés le había dirigido a través de La
Ilustración Española y Americana.41
La “sección literaria” de El Gobierno ocupó muchas de sus columnas. Algunos
artículos, los más numerosos, aparecieron sin sección fija o en la de “Variedades”; otros se
agruparon bajo los marbetes de “Folletín”, “Primeras representaciones”, “Teatros” o
“Bibliografía”. No todos habían sido escritos para esta publicación, porque, como era
habitual, se reproducían trabajos publicados con anterioridad en otros diarios o revistas.42
Sin embargo, dio algunos escritos expresamente para aparecer, que sepamos, por vez
primera allí, firmados, entre otros, por El Doctor Thebussem,43 Miguel Rodríguez Ferrer44
o Romualdo Álvarez Espino.45
Por temática, quizá pudiéramos inclinarnos a pensar que, al menos, algunos de los
dedicados a la crítica dramática y musical, que aparecieron sólo entre diciembre de 1872 y
octubre de 1873, pudieran deberse a la pluma de Galdós. Nada tendría de extraño si
consideramos que eran temas de su predilección, sobre los que ya había dado buena
muestra de su talento crítico en las columnas de La Nación, en las de la Revista del
Movimiento Intelectual de Europa y en las de la Ilustración de Madrid (“Crónica de la
quincena”). Con todo, es preciso practicar la cautela más absoluta, porque, o son
anónimos (doce) o están firmados con distintos seudónimos, hasta el momento no
Evocación desde (casi) el siglo XX del joven…
643
reconocibles como del canario: Cardenio (siete), Ovidio (cuatro) y Jacobo (dos). Sólo un
estudio riguroso del contenido y forma de los mismos, con el apoyo de algún dato externo
que ayudara a orientar su autoría, podría darnos la clave de si Galdós es el autor anónimo
de estos textos o se ocultó bajo alguno de esos seudónimos.46
La colaboración de ambos escritores en el diario madrileño La Época presenta tantos
interrogantes por lo que respecta a Galdós como la de su participación en El Gobierno.47
Sin embargo, ateniéndonos al espaldarazo que para él supuso el elogioso artículo que le
hiciera Ochoa en la Ilustración de Madrid (30-IX-1871) sobre La Fontana de Oro y de
una parte de El audaz, que por aquel entonces se estaba dando en las páginas de la Revista
de España, y al reconocimiento que siempre manifestó Galdós por ello, dedicándole en esa
misma publicación una buena parte de una de sus “Crónica de la quincena” y poniendo al
frente de la edición de El audaz un fragmento del citado trabajo de Ochoa, nada tendría de
extraño que, a su fallecimiento, le dedicara una más extensa necrología que la aparecida en
la Ilustración de Madrid. Así, y con el título “Don Eugenio de Ochoa”, firmado con tres
asteriscos (***), apareció en La Época el viernes día 1 de marzo de 1872, un artículo
necrológico-biográfico cuyas coincidencias con el publicado en la “Crónica de la quincena”
(15 de marzo) son más que evidentes.
Mucho más extenso y pormenorizado el de La Época en razón del espacio tipográfico
que se le concede —puede leerse en las algo más de cuatro columnas del vuelto de la
segunda hoja (lo que equivale a casi media página)—, se ofrece en él una biografía más
dilatada de Ochoa y una valoración más extensa de su obra, pero los puntos de contacto
son evidentes.
Establecido en París en 1837, emprendió traducciones varias y dificilísimas, pues
empeñado en comunicar literariamente ambos países, lo mismo traducía del
francés, empresa en extremo difícil, que sólo podía llevar a cabo dignamente quien
tan a fondo conocía ambos idiomas, siendo para él igualmente fácil expresarse en
uno o en otro. El compiló además las obras de Fígaro; dio a conocer en la
América latina las mejores obras de la España moderna, y haciendo en París lo
que aquí por lamentables causas no era preciso hacer, dio gran impulso al
comercio de libros españoles en las repúblicas hispano-latinas del Nuevo-Mundo.
Pero su obra maestra en este linaje de trabajos es la traducción de Virgilio, la más bella
y concienzuda de cuantas se han hecho en España por laboriosos humanistas. (La
Ilustración de Madrid, p. 92).48
Asuntos de familia, deseos de más ancho campo a sus aspiraciones impulsaron a
Ochoa a volver a Francia en 1837, y durante los seis años que permaneció en
París hizo tan grandes servicios a las letras españolas, que bien puede
considerársele como el único verdadero propagador de nuestra literatura en el
extranjero.
Con infatigable celo y nobilísimo propósito publicó en París una infinidad de
tomos, en los que fue coleccionando lo más notable de nuestros autores clásicos y
cuanto se ha ido publicando en España por nuestros autores contemporáneos.
Ya en español para que en todas las Américas donde se conserva nuestro idioma
pudieran conocer bien nuestra literatura; ya traduciendo al francés lo más selecto
VIII Congreso Galdosiano
644
de nuestros autores, Ochoa ha logrado que en un país donde apenas se conocían
tantas bellezas como encierran las españolas letras, se hayan adquirido exactas
ideas acerca de nuestros poetas más populares.
Poseía el francés como su propio idioma, y lo escribía con idéntica facilidad,
logrando de esta manera expresar en cualesquiera de ambos idiomas lo que solía
publicar en las columnas de aquellos periódicos [...]
Una de las últimas publicaciones de Ochoa ha sido la traducción en prosa
castellana de las obras completas de Virgilio, obra colosal, de inmenso trabajo, y
que constituye entre nosotros un verdadero monumento literario. (La Época.)
La firma de Herrán hizo su aparición en La Época los días 14 y 16 de septiembre de
1873 con la reseña del libro de Teodoro Guerrero, Anatomía del corazón.49 Más tarde,
dedicó un largo examen al libro de Patrocinio de Biedma, Guirnalda de pensamientos, que
puede leerse en el recto de la primera hoja del diario el día 30 de octubre de 1873.
El artículo “Galdós hace veinte años” nos ha brindado la oportunidad de acercarnos a
algunos aspectos de la vida y de la obra de Galdós hasta ahora desconocidos. Sin embargo,
aún quedan por descifrar algunos de los enigmas que la lectura del mismo nos ha
planteado.
Evocación desde (casi) el siglo XX del joven…
645
NOTAS
1 El Bachiller Corchuelo [Enrique González Fiol], “Nuestros grandes prestigios. Benito Pérez Galdós.
(Confesiones de su vida y de su obra)”, Por Esos Mundos, año XI, tomo XXI, julio 1910, pp. 47-49.
2 Publicadas en La Esfera entre el 4 de marzo y el 14 de octubre de 1916. Cito por la edición de Aguilar,
Novelas y miscelánea, v. III. 1977, Madrid, Aguilar, p. 1434. (Obras Completas, v. VIII.)
3 Leo J. Hoar (Jr.), Benito Pérez Galdós y la «Revista del Movimiento Intelectual de Europa». Madrid,
1865-1867. 1968, Madrid, Ínsula; William H. Shoemaker, Los artículos de Galdós en «La Nación».
1865-1866, 1868, recogidos, ordenados y dados nuevamente a luz con un estudio preliminar. 1972,
Madrid, Ínsula; Brian J. Dendle y Joseph Schraibman, Los artículos políticos en la «Revista de España»,
1871-1872. 1982, Lexington; William H. Shoemaker (ed.), Crónica de la quincena by Benito Pérez
Galdós. 1948, Princenton, Princenton University Press; Brian J. Dendle y William H. Shoemaker, “Un
artículo desconocido de Galdós: Política exterior, 1874”, Letras de Deusto, XIX, nº 43, 1989, pp. 149-
153.
4 Su biografía, aunque no completa y precisada de algunas matizaciones, puede leerse en el libro de Juan
Vidal-Abarca y López, Los Herrán: Historia y genealogía de una familia vasca. 1993, Vitoria-Gasteiz,
Dpto. de Cultura-Diputación Foral de Álava, pp. 173-216.
5 El Museo había comenzado su andadura en la ciudad castellana el 12 de noviembre de 1871, siendo su
director el entonces alférez Eduardo de Ozcáriz. Entre sus colaboradores, de marcada tendencia
republicana, como el mismo Herrán, encontramos a José Estrañi, Vicente Salvá o Vicente Colorado. Un
estudio de esta publicación puede leerse en el encomiable trabajo de Celso Almuiña Fernández, La prensa
vallisoletana durante el siglo XIX (1808-1894), v. II. 1977, Valladolid, Servicio de Publicaciones de la
Diputación, pp. 134-139.
6 Carmen Menéndez Onrubia, “Fermín Herrán y el Ateneo literario «La casa de Cervantes en Valladolid»
(1872)”, Anales Cervantinos, tomo XXXIV, 1998, pp. 289-325.
7 Véase Carmen Menéndez Onrubia, “Fermín Herrán y la Academia Cervántica Española de Vitoria”, en
Antonio Bernat Vistarini (ed.), Actas del Tercer Congreso Internacional de la Asociación de
Cervantistas. 1998, Palma, Universitat de les Illes Balears, pp. 139-147.
8 Ramiro de Maeztu, “¿Un ideal de vida?: Fermín Herrán”, Nuevo Mundo (Madrid), 15-X-1908. Puede
leerse en su Autobiografía. 1962, Madrid, Editora Nacional, pp. 126-130.
9 Carmen Menéndez Onrubia, “Fermín Herrán Tejada, impulsor de la cultura vasca. Aproximación
bibliográfica”, en Estudios de literatura española de los siglos XIX y XX. Homenaje a Juan María Díez
Taboada. 1998, Madrid, C.S.I.C., pp. 293-323.
10 Ocupa el artículo las pp. 191-196, abriendo la sección “Artículos curiosos”; el “Índice” se inserta entre las
pp. 211-213. Otros tres volúmenes más de carácter compilatorio aparecerían con el título genérico de
Aplausos y censuras en la Biblioteca (v. I, tomo 21, 1898; v. II, tomo 22, 1898, y v. IV, tomo 43, 1900.)
11 Los números entre paréntesis remiten a la página del artículo recogido en el tomo 34 de la Biblioteca
Bascongada.
12 Véase el “Índice del archivo particular de Galdós” en el libro de Sebastián de la Nuez y José Schraibman,
Cartas del archivo de Pérez Galdós. 1967, Madrid, Taurus, pp. 359-381, y el más reciente incluido en S.
de la Nuez, Biblioteca y archivo de la Casa Museo Pérez Galdós. 1990, Las Palmas de Gran Canaria,
Cabildo Insular de Gran Canaria, pp. 289-335.
13 Tanto Herrán como Galdós, en su deseo de que el escritor llegara a ser un profesional, se alejaban de los
fines asistenciales perseguidos por la naciente Asociación de escritores y artistas, de la que Galdós se
había ocupado en 1868 en una “Revista de la semana” en La Nación (16-II-1868; Shoemaker, 1972: pp.
421-424) y, más tarde, a punto de constituirse la Asociación, en una de sus “Crónica de la quincena” en
VIII Congreso Galdosiano
646
la Ilustración de Madrid (30-I-1872; Shoemaker, 1948: p. 76). En los Estatutos de la Asociación editados
en 1873 se especificaba que su objeto principal “es la creación de un capital, cuyo rédito sirva de base al
mutuo socorro de los asociados en caso de enfermedad” (Título Primero, Artículo segundo, p. 3). En los
siguientes, de 1875, se matizaba “en caso de enfermedad o imposibilidad”: Estatutos de la Asociación de
Escritores y Artistas Españoles. Madrid, Imp. de la Asociación del Arte de Imprimir, Flor Alta, 1,
principal, 1873; Estatutos y Reglamento de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. 1875,
Madrid, Imp. Fund. y Estereotip. de don Juan Aguado, Calle del Cid, nº 4 (Recoletos).
14 Fermín Herrán, “Prólogo”, en La primera colección. 1872, Vitoria, Imp. de los H. de Manteli, a cargo de
R. I. de Betolaza, pp. 8-9.
15 Cito por la edición de Laureano Bonet, Benito Pérez Galdós, Ensayos de crítica literaria. 1999,
Barcelona, Península, p. 125. El artículo completo, “Observaciones sobre la novela contemporánea en
España”, ocupa las pp. 123-139.
16 Las facturas del importe de edición, propaganda y distribución de ambas obras pueden consultarse en el
libro de Isabel García Bolta, Galdós, editor. 1995, Santander, Tantín, p. 25.
17 La revista mensual El Ateneo (Vitoria) en su número del 15 de diciembre de 1872 (p. 176) anunciaba que
ya circulaba por la capital vitoriana.
18 F. Herrán, “Prólogo”, en La primera colección, p. 8.
19 Soledad Ortega, Cartas a Galdós. 1964, Madrid, Revista de Occidente, p. 40.
20 Tomo la cita, que figura en su expediente en la Real Academia de la Historia, de J. Vidal-Abarca y López,
Los Herrán..., p. 187.
21 Puede leerse en el prefacio que Herrán puso al frente del tomo 21 de su Biblioteca Bascongada,
“Explicaciones del autor”, en Aplausos y censuras, v. I. Bilbao, Imp. y Enc. de Andrés P. Cardenal,
1898, pp. V-XXVIII. El texto de la carta en pp. X-XVI.
22 En este año de 1872 había dado Herrán noticia de la apertura del Ateneo establecido en Valladolid en la
casa que habitó Cervantes: “Inauguración de un Ateneo literario en Valladolid en la casa que vivió
Cervantes”, Crónica de los Cervantistas (Cádiz), año I, nº 5, 10-VIII-1872, pp. 164-166. Poco después
insertaba en sus páginas otro artículo sobre la inauguración de la Academia dedicada a Cervantes en
Vitoria: “Inauguración de la Academia Cervántica Española en Vitoria”, Crónica de los Cervantistas
(Cádiz), año II, nº 2, 23-IV-1873, pp. 75-76.
23 “Cervantes y El Quijote, por don Francisco M. Tubino”, El Museo (Valladolid), nº 33, 23-VI-19872, y
nº 35, 7-VII-1872.
24 El 4 de febrero de 1866 aparece en su “Galería de españoles célebres”. Casi dos años después (19-I-1868),
es el tercer retratado en su “Galería de figuras de cera”. Ambos textos pueden leerse en W. H.
Shoemaker, Los artículos de Galdós en «La Nación»..., pp. 262-265, y 388-390, respectivamente.
25 Obras completas de Cervantes, ilustradas por [...] don J. E. Hartzenbusch y don Cayetano Rosell. Madrid,
Manuel Rivadeneyra, 1863-64, 12 v.
26 “Noticias”, El Ateneo (Vitoria), tomo II, nº 8, 31-X-1872, p. 128.
27 El Correo de España (20-V-1872, pp. 7-12), La primera colección (XI o XII-1872, pp. 305-336), La
Guirnalda (1-III-1873, pp. 25-27; 16-III-1873, pp. 33-35; 1-IV-1873, pp. 41-43) y El Imparcial (13 y 20-
X-1879.)
Evocación desde (casi) el siglo XX del joven…
647
28 Por carta de Ortega Munilla a Galdós (16-X-1879) sabemos que fue Cámara, el editor y socio de Galdós,
quien proporcionó a aquél el texto de este relato para su edición en El Imparcial (S. de la Nuez y J.
Schraibman, 1967: p. 188.)
29 Un interesante estudio de los cuentos de Galdós puede leerse en Julio Peñate Rivero, Benito Pérez Galdós
y el cuento literario como sistema. Zaragoza, Pórtico, 2001. (Hispanica Helvetica, 12). El dedicado a La
pluma en el viento, en pp. 421-455.
30 Asmodeo [Ramón de Navarrete], “Libros y periódicos”, La Época, 9-I-1873.
31 La basta labor que realizó Apraiz en pro de Cervantes quedó recogida en su Cervantes vascófilo.
Refutación de los errores propalados por Pellicer, Clemencín, Fernández-Guerra, etc., acerca de la
supuesta ojeriza de Cervantes contra Euskal-erria. 1881, Vitoria, p. 117. En 1895 dio una segunda
edición aumentada con el título Cervantes vascófilo o sea Cervantes vindicado de su supuesto
antivizcainismo. Vitoria, Domingo Sar, p. 284.
32 F. Herrán, “Epístola cerbantina [sic]. Al Doctor E. W. Thebussem”, La Ilustración Española y
Americana, 8-VIII-1874, p. 458. (Recogida en Aplausos y censuras, v. IV. Bilbao, Imp. y Enc. de Andrés
P. Cardenal, 1900, pp. 143-150. «Biblioteca Bascongada de Fermín Herrán», tomo 43.)
33 Academia Cervántica Española. Año de 1874. 1874, Vitoria, Imp. de la Academia Cervántica Española,
p. 24.
34 Galdós, como sabemos, y a ello alude también Herrán en el artículo que nos ocupa, fue director de El
Debate desde su primer número (16-I-1871) hasta el del sábado siete de octubre del mismo año (nº 220).
Se hizo cargo de la Revista de España en febrero de 1872, permaneciendo al frente de la misma hasta
noviembre de 1873. De esta etapa, véase el índice de la Revista confeccionado por Margaret A.
Ballantyne, “Índice de la Revista de España bajo la dirección de Galdós”, Hispania, v. 73, nº 2, mayo
1990, pp. 332-344.
35 Fermín Herrán, “Noticias literarias. Historia de Juan Sebastián del Cano, por don Eustaquio Fernández
de Navarrete, con una Introducción de don Nicolás de Soraluce, y la Biografía de Navarrete, por don S.
Manteli”, Revista de España, tomo XXVII, nº 106, 28-VII-1872, pp. 282-286. Más tarde recogería esta
reseña en sus Estudios críticos sobre biografía, historia, literatura y arte. Madrid, Victoriano Suárez,
[s.a.], pp. 40-52. («Biblioteca Escogida dirigida por Fermín Herrán», v. II), y en Aplausos y censuras, v.
I. Bilbao, Imp. y Enc. de Andrés P. Cardenal, 1898, pp. 34-47. («Biblioteca Bascongada de Fermín
Herrán», tomo 21.)
36 Fermín Herrán, “Noticias literarias. Descentralización universal o el fuero vascongado aplicado a todas
las provincias, con una examen comparativo de las instituciones vascongadas, suizas y americanas, por
don Julián Arrese. Librería de Victoriano Suárez, Jacometrezo, 72. Madrid, 1873. Un tomo en 8º”,
Revista de España, tomo XXXIII, nº 132, 28-VIII-1873, pp. 569-573, y tomo XXXIV, nº 135, 13-X-
1873,
pp. 425-431. Poco después apareció este trabajo en El Ateneo (Vitoria), año IV, tomo III, nº 9, 15-XII-
1873, pp. 138-143; nº 10, 1-I-1874, pp. 166-169; nº 11, 1-II-1874, pp. 189-192; año V, tomo III, nº 13,
1-IV-1874, pp. 222-225. Volvió a recogerlo como “El fuero bascongado y Julián Arrese”, en Aplausos y
censuras, v. II. Bilbao, Imp. y Enc. de Andrés P. Cardenal, 1898, pp. 5-37. («Biblioteca Bascongada de
Fermín Herrán», tomo 22.)
37 Ramón Rodríguez Correa, “Noticias literarias. Episodios nacionales por D. Benito Pérez Galdós. La
batalla de Trafalgar. La Corte de Carlos IV. El 19 de Marzo y el 2 de Mayo”, Revista de España, tomo
XXXIV, 28-X-1873, pp. 566-573.
38 Fermín Herrán, “Revista literaria. Marzo, Abril y Mayo. Trafalgar, episodios nacionales por B. Pérez
Galdós. Madrid, 1873. Un tomo 8 rs. en Madrid y 10 en provincias. Descentralización universal o El
Fuero Vascongado aplicado a todas las provincias, por don Julián Arrese. Madrid, 1873. Un tomo 8 rs.
Anatomía del corazón, por don Teodoro Guerrero. Madrid, 1873. Dos tomos, 8 rs. en Madrid y 10 en
VIII Congreso Galdosiano
648
provincias. El Drama Universal, poema en ocho jornadas por don Ramón de Campoamor. Tercera
edición. Madrid, 1873. Un tomo. Orígenes de la lengua española, compuestos por varios autores,
recogidos por don Gregorio Mayans y Siscar. Madrid 1873. Un tomo, 32 reales en Madrid y 36 en
provincias. Historia general de Francia, por don Vicente Ortiz de la Puebla. Barcelona, 300 rs. Historia
de los Estados Unidos, por J. A. Spenser, continuada por Horacio Greeley y traducida por E. L. de
Verneuil. Barcelona 1872. Tres tomos, 300 reales. Mujeres del Evangelio, cantos religiosos por Larmig,
con un prólogo de don Gaspar Núñez de Arce. Madrid 1873. Editores A. de Carlos e hijo, 16 reales.
Periódicos. Artículos notables”, El Ateneo (Vitoria), tomo II, nº 22, 31-V-1873, pp. 345-349. El texto
citado en p. 346.
39 Puede considerarse su primer acto de fe amadeísta el artículo “Un baile en el Faubourg” (El Debate, 25-I-
1871, p. 3), que la crítica atribuye a Albareda y Galdós. En él se daba cuenta del baile ofrecido en su casa
por los condes de Superunda, en el que la oposición a la monarquía saboyana quedó patente en los
adornos de flores de lis y margaritas que llevaron las señoras, atributos de la casa de Borbón. Poco
después, reproduciéndolo de El Debate, y también con carácter anónimo, apareció este artículo en El
Correo de España, 13-II-1871, pp. 24-25.
40 Fermín Herrán, “Cuentos de salón. El matrimonio, pleito en verso por varios autores”, El Gobierno, 30-
VII y 1-VIII-1873, h. 1r. Un fragmento de este artículo fue reproducido por El Cascabel (Madrid; 10-
VIII-1873, pp. 252-253) con el título “El pleito del matrimonio”.
41 “Misiva cervántica al Señor Don Fermín Herrán, etc., etc., etc., en Vitoria (España)”. Apareció en la
sección “Folletín” de El Gobierno los días 15 y 16 de octubre de 1874.
42 Sólo, como ejemplo de esto, puede leerse la reproducción del artículo de Antonio Peña y Goñi,
“Necrología musical. Dionisia Fité de Goula”, que El Gobierno reproduce el día 11 de abril de 1873,
tomándolo de El Imparcial.
43 “La futura tarjeta postal de España”, 10-X-1873; “Solfeo heráldico. Al honorable maestro Barbieri, etc.,
etc., en Madrid”, 27-X-1873; “Las tarjetas dobles”, 7-XI-1873; “Tarjetas postales. Apuntes para formar
el catálogo de las que, emitidas por particulares, han circulado en España”, 17 y 18-XII-1873; etc.
44 “Los vascongados. Una sola vindicación y una rectificación sola, al juicio dilatado con que el libro de este
título ha sido favorecido por el Señor Don Antonio de Trueba en los números 18 y 19 de La Época,
pertenecientes al mes anterior”, 17-I-1874.
45 “El teatro de Cervantes. Algunos pensamientos arrancados por su recuerdo, y consagrados a su memoria”,
11-IX-1874.
46 Fuera del marco cronológico 1872-1873, aparecieron anónimos fragmentos de Trafalgar, en cinco
entregas, entre el 21 y el 27 de octubre de 1874. La única colaboración literaria que apareció firmada por
“B. Pérez Galdós” es el artículo “El dos de mayo”, inserto el sábado dos de mayo de 1874 (h. 1r, c. 2-4),
que acababa de aparecer en La Guirnalda (año VIII, nº 9, 1-V-1874, pp. 65-66.)
47 Veinticuatro Diarios (II: 1970, IV: 1975) no recoge colaboración alguna firmada por Herrán o Galdós en
el diario madrileño La Época.
48 Cito por la edición de la “Crónica de la quincena” de Shoemaker.
49 Fermín Herrán, “Estudios críticos. Anatomía del corazón, por Teodoro Guerrero. Dos tomos. Parte
primera. (Duodécima edición). Parte segunda. (Tercera edición). Madrid, 1873”.