JEREZ Y SUS VINOS EN LA OBRA DE BENITO PÉREZ GALDÓS
José Luis Jiménez García
―Si Dios no hubiese hecho a Jerez, ¡cuán imperfecta serìa su obra!‖
Lord Gray, en Cádiz
INTRODUCCIÓN
Aunque pueda parecer increíble no es hasta bien entrado el siglo XIX que en España los vinos de Jerez adquieren, por su gran difusión y consumo, una alta estima social, necesaria para ser incluidos por los escritores de nuestro país en sus obras como un elemento más en los ambientes costumbristas que describen.
Su itinerario ―artístico‖ se refleja de forma clara y continuada en la literatura española a partir de ese momento y hasta nuestros días.
Son anecdóticas por escasas las referencias que sobre los vinos de la zona del jerez podemos encontrar en las obras de autores españoles de siglos precedentes. Sin embargo, y como contrapunto, sí ha sido algo tradicional el gusto de los anglosajones por lo que ellos denominan sherry, un vino de reyes alabado por el propio Shakespeare a través de personajes como Falstaff.1
Con la victoria naval de Trafalgar en 1805, Inglaterra impondrá su dominio en el nuevo orden mundial: la política, el comercio, la industria, las costumbres y los usos incluyendo la moda del jerez.
Producción que ellos mismos llegaran a controlar en su origen a través de reconocidas firmas comerciales que aún perduran.2
El hispanófilo inglés Richard Ford publicó en 1846 su libro Las cosas de España (Gathering from Spain), donde recogía parte de sus vivencias durante su estancia en nuestro país a principios de la década anterior. En este venía a decir:
Sea ello como quiera, los españoles, en general, conocen poco el jerez, exceptuando los que viven en la inmediata vecindad de la comarca en que se produce, y puede asegurarse que se consume más en los cuarteles de Gibraltar que en Madrid, Toledo y Salamanca. El jerez es un vino extranjero, hecho y consumido por extranjeros, y los españoles no suelen ser muy aficionados a su aroma fuerte, y menos aún a su alto precio, aun cuando algunos lo acepten por la gran boga que tiene en Inglaterra, que quiere decir que la civilización lo ha adoptado (Ford, 1974: 178).
De esta forma el jerez, que ya tenía en su origen el toque inglés, se impregnará aún más de cultura británica, reintroduciéndose en nuestro país a través de las creaciones de sus literatos, algunos de los cuales, como el propio Lord Byron,3 vendrán a probarlo en su propia fuente en 1809: ―At Xeres, where the sherry we drink is made‖. Otros, como Charles Dickens, lo mencionarán en numerosas ocasiones.4
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Benito Pérez Galdós sentía una especial admiración por Gran Bretaña, a donde viajó en tres ocasiones a lo largo de su vida, y devoción por sus escritores más representativos: Shakespeare y Dickens.
No es de extrañar, por tanto, que Galdós, hombre comedido y selecto en el beber, lo incluyera reiteradamente en la trama de sus libros, unos cuarenta, añadiendo a un conocimiento directo alguna que otra visita a la capital del vino, tal como más tarde harían Clarín, José María Pereda, Azorín, Baroja o Vicente Blasco Ibáñez en años posteriores.5
Escasos son los trabajos que sobre este asunto, los vinos propiamente dicho o la gastronomía en general, hay escrito en relación con la vida y obra del escritor canario, por lo que esta comunicación se plantea, valga la comparación, como un aperitivo para futuros análisis en profundidad.
JEREZ Y SU INDUSTRIA DEL VINO VISTA POR GALDÓS
A los 19 años, una vez finalizado el bachillerato, Pérez Galdós se embarca el 9 de septiembre de 1862 con rumbo a la Península para iniciar sus estudios universitarios. Desde Cádiz toma el tren que le llevará a Madrid, no sin antes, como indica el profesor Peter Bly: ―He stopped to do some sightseeing in Cadiz, Sevilla and Córdoba‖.
Dos años más tarde, en septiembre de 1864, volvería a realizar el mismo trayecto después de visitar a la familia y reintegrarse a la rutina de la Facultad de Derecho.
No sabemos las veces que Galdós estuvo en la provincia de Cádiz, lo que sí es cierto es que el 22 de septiembre de 1910, con motivo del Centenario de las Cortes de Cádiz, pasó por Jerez camino de San Fernando y la capital de la provincia, en el tren oficial en el que los diputados se trasladaron desde Madrid para participar en varios actos oficiales para conmemorar el acontecimiento.
Es en el relato breve, Theros, una alegoría del fin del verano escrito en 1877, que Galdós nos cuenta con detalle este itinerario en ferrocarril partiendo desde Cádiz. El personaje-narrador se detiene en Jerez para visitar una bodega sin especificar cual de ellas, aunque todo parece señalar a las de González Byass:
(…) Llevabale tan aprisa el exquisito olor de las jerezanas bodegas, que más cerca estaban a cada minuto, y por último la inquieta maquinaria dio resoplidos estrepitosos, husmeó el aire, cual quisiera oler el zumo almacenado entre las cercanas paredes, y se detuvo.
Estábamos en la más colosal taberna que han visto los siglos, llena de lo más fino, delicado y corroborante que en materia de néctares existe. Al llegar a aquel punto del globo, ningún viajero puede permanecer indiferente.
No se puede resistir a la tentación del hijo de Noé. Es de color del oro y tiene el sabor de la lisonja. Beberlo es tragarse un rayo de sol. Es el jugo absoluto de la vida que lleva en sus luminosas partículas fuerza, ingenio, alegría, actividad. Su delicado aroma se parece a un presentimiento feliz, su gusto estimula la conciencia corporal. Engaña al tiempo, borra los años y alegra las cargas que nos hacen doblar el fatigado cuerpo.
Yo fui de los seducidos, y antes de que el tren partiera me llené el cuerpo de rayos de sol. Poco después admiraba las villas respetables madres de aquel insigne vencedor de las naciones, [...].
Después de esta descripción de las bodegas y del vino pocas dudas podemos albergar sobre la estancia del escritor en Jerez. Argumento que podemos remarcar cuando en Fortunata y Jacinta escribe:
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Volvían los esposos de Cádiz en el tren correo. (…) Pero al llegar a la estación de Jerez, ocurrió algo que hizo revivir inesperadamente lo que ambos querían olvidar. Pues señor... de la estación vieron salir al condenado inglés de la noche de marras, el cual les conoció al punto y fue a saludarles muy fino y elegante, y a ofrecerles unas cañas [...].
Esto queda remarcado en varias de sus obras, donde podemos ir observando una serie de referencias a Jerez y su principal industria, tal es el caso de El audaz: historia de un radical de antaño, escrita en 1871, cuya acción transcurre en los primeros años del siglo XIX. Uno de los contertulios rebate el pesimismo de Don Hipólito con este ejemplo:
¡Comparar a nuestra España con esos países donde no se cogen más que algunas fanegas de trigo y pocas, poquísimas arrobas de vino! Vaya usted a Jerez Sr. D. Hipólito, como fui yo el año pasado y verá lo que es riqueza. Si aquello es quedarse estupefacto, aquello no es vino, es un mar, todo el orbe se embriagaría con lo que hay allí.
Y en La familia de León Roch, el joven Perico Nules expone su particular visión de la economía nacional durante un espléndido ágape regado con jerez, pajarete y Chateau Iquem en casa del marqués de Fúcar:
La riqueza, querido Polo —dijo, escanciando el pajarete—, es un círculo, ¿te enteras bien?, es un círculo...; sale y vuelve al punto de partida... El Estado saca a mi padre por contribución la mitad de sus rentas de Jerez, Fúcar le saca al Tesoro, en el feliz instante de un empréstito, la contribución de seis meses, y yo me bebo el vino de Fúcar y le fumo sus cigarros, con lo cual satisfago una necesidad que mi padre no pudo satisfacerme por causa de aquella maldita contribución.
En este apartado hay que prestar especial atención a la que se considera la novela más original y arriesgada de Galdós, Lo prohibido, escrita entre 1884 y 1885, y cuyo principal protagonista, José María Bueno de Guzmán, se presenta de esta manera en el inicio de la obra:
En Septiembre del 80, pocos meses después del fallecimiento de mi padre, resolví apartarme de los negocios, cediéndolos a otra casa extractora de Jerez, tan acreditada como la mía; realicé los créditos que pude, arrendé los predios, traspasé las bodegas y sus existencias, y me fui a vivir a Madrid.
Éste señorito de la baja Andalucía que por su fortuna:
(…) era puesto en la misma categorìa rentìstica de los Larios de Málaga, López de Barcelona, Misas de Jerez, Céspedes, Murgas y Urquijos de Madrid.
Conforme el personaje va a aportando sus datos biográficos podemos ver reflejados en él a los descendientes de esa clase social andaluza de apellido ilustre unida a los ricos comerciantes extranjeros atraídos por el vino y la minería y donde la colonia de Gibraltar jugaba un papel importante de enlace:
Nací en Cádiz. Mi madre inglesa, católica, perteneciente a una de esas familias anglomalagueñas, tan conocidas en el comercio de vinos, de pasas, y en la
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importación de hilados y de hierro. El apellido de mi madre había sido una de las primeras firmas de Gibraltar, plaza inglesa con luz y tierra españolas (…).
Al morir su madre, continua el relato, cuando él tenía veinticinco años, nos dice: ―me vine a Jerez, donde estaba establecido mi padre‖.
Y cuando muere repentinamente su padre:
(…) cuando ya empezaba a curarse de sus funestas manías mujeriegas, y entonces, falto de todo calor en Jerez, sin familia, con pocos amigos, y viendo también que entraba en un periodo de gran decadencia el tráfico de vinos, realicé, como he dicho al principio, y me establecí en Madrid
Toma la decisión de dejar los negocios del vino en Jerez cuando en el Marco se perciben los síntomas de una crisis económica y social; marchando a Madrid para vivir de las rentas:
¿Y a donde demonios me iba? ¿A Jerez? La situación comercial y agraria de aquel país era alarmante. Bueno estaría que me cogieran los de la Mano Negra y me degollaran.6
EN EL HOGAR Y EN LOS LOCALES PÚBLICOS, DE LAS TABERNAS A LOS PALACIOS
Como buen observador de la vida cotidiana Galdós no pasa por alto la presencia de jerez en el uso y consumo que hacen los diferentes estamentos de la sociedad española, siendo un índicador de su posición ya esté presente en la casa o en los lugares públicos.
Las ínfulas de grandeza de Doña Paca en Misericordia chocan con la visión realista de Nina cuando la primera le propone agasajar a Frasquito, su huésped, con:
(…) dos botellas de jerez, pavo en gelatina, huevo hilado y cabeza de jabalì.
Un uso inapropiado, en cambio, es el que quiere dar Abelarda, en Miau, cuando en su delirio maquina envenenar a Víctor:
(…) echándole en una copa de Jerez el veneno de los Borgia.
Del terreno de lo privado pasamos a los locales públicos cuando los tres jóvenes amigos de La Fontana de Oro se gastan la semestral onza que uno de ellos recibía de Doctrino en los lugares de moda del Madrid de aquellos años del trienio liberal, el Lorencini o La Fontana7: ―(…) en dos días de café, chocolate y jerez.‖
Dos populares Cafés para la tertulia y el debate.
Es curioso ver cómo se nos describen dos de los establecimientos de comida más importantes de Madrid, cada uno con su tipo de viandas y vinos, según sus parroquianos habituales. En Montes de Oca, es el comedor público de La Fonda Española8 que:
En el renglón de vinos el poco pelo de la clientela limitaba el consumo a los tintos de Arganda o Valdepeñas para pasto, y un jerez familiar y baratito para los libertinos domingueros, y para los iban de jolgorio, con mujerío o sin él, a horas avanzadas de la noche.
La diferencia la marca el selecto Genieys9 en La Estafeta Romántica, donde es llevado el rico alemán:
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(…) le llevaron a comer a Genieys, y le obsequiaron y le colmaron de lisonjas. Corrieron el jerez y el champagne.
Pero el jerez en Galdós también se bebe en los aposentos reales del trastornado Jorge III, tal como lo cuenta el viejo Malaspina en Trafalgar:
(…) cuando iba a almorzar con él pescadillas y unas cañitas de jerez.
— ¿Eso almorzaba?
— Era lo que le gustaba más.
Y será con oficiales ingleses, en La batalla de Arapiles, que los españoles compartan brindis por Inglaterra y España, bebiendo este vino en el hospedaje de Sancti-Espíritu, en las vísperas de la batalla dirigida por Wellington:
Trajeron después botellas de Jerez, que en un santiamén dejaron como cuerpos sin alma, porque toda ella pasó a fortificar las de aquellos claros varones.
Siguiendo en este punto, con referencias al consumo por los ingleses, que en la obra de Galdós hay un par de ejemplos que no hay que dejar pasar. He aquí que para Florencio, en El doctor Centeno, el jerez era como un arma secreta nacional de gran alcance con la que poner en aprieto a los ingleses, fieles adictos al sherry:
Pues el día que queramos poner en apuro a los inglesotes, no hay más que decirles ―caballeros ya no hay más jerez‖.
Predilección británica que se resalta en la peculiar figura de Lord Gray en Cádiz, trasunto de Lord Byron10, que con sus palabras nos evoca al mismo Falstaff del monólogo de Enrique IV:
Lo único que vale algo es este vivificante licor, que no engaña jamás, como proceda de buenas cepas. Su generoso fuego, encendiendo llamas de inteligencia en nuestra mente, nos sutiliza, elevándonos sobre la vulgar superficie en que vivimos.
Pero es en su novela Rosalía, que las diferencias de gustos entre ingleses y españoles en la mesa queda más patente. Los primeros prefieren el Jerez mientras que el montañés elige el chacolí.
DIFERENTES TIPOS DE JERECES Y SUS IMITACIONES
A la capital del Reino llegaban en abundancia los vinos de diferentes puntos del país tal como relata Don Benito:
…pues a Madrid vienen cantidades considerables, del Norte y del Sur, que se puede asegurar que el Manzanares no trae tanta agua como vino en los trenes.11
En este ambiente de abundancia los diferentes tipos de jereces tienen especial atención para don Benito. El jerez, el Pedro Jiménez, el pajarete12 y el amontillado, sin olvidar la manzanilla de Sanlucar, ocupan un lugar destacado en muchos de sus títulos.
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De los placeres de príncipe que Hillo aventura a Fernando por trasladarse éste a Cádiz, en Mendizábal, es que: ―harás conquistas y beberás la rica manzanilla‖.
Y es la manzanilla sanluqueña la que acompaña a los langostinos con salsa tártara en el convite de Don Wifredo y sus compañeros de mesa en el colmado de La España sin Rey.
Pero como todo vino de prestigio el jerez también tiene sus imitaciones. En Un faccioso más…y algunos frailes menos se lee:
El vino era tal, que si le hubieran tomado juramento habría declarado francamente no haber visto en toda su vida las bodegas jerezanas.
Para más adelante leerse:
Y así pasó un rato sin que cesasen los efectos del licor que alevosamente tomara el nombre y la figura del jerez.
Por su parte, el marino Fenelón, en La vuelta al mundo en la Numancia:
(…) habìa hecho previsión de vino blanco, parecido al jerez de poco cuerpo, con lo que podría remediarse hasta que vinieran tiempos mejores.
Pero todos sabemos que un buen jerez original, el que dispone Pedro Antonio de Alarcón en su tienda de campaña en Aita Tettauen: ―Limpia los cerebros mohosos‖.
USO MEDICINAL DEL JEREZ
Las virtudes cuasi medicinales atribuidas a los vinos de Jerez han sido proverbiales y los ejemplos a los que podemos recurrir tanto en la literatura de ficción como en la científica son abundantes.13
Galdós lo que hace en sus historias es reflejar la realidad que le rodea, prestando atención a las tradiciones ancestrales que en la sabiduría popular han pervivido como remedios caseros aplicados a la gastronomía.
Ya se consuma solo, o condimentando el caldo, el jerez es un reconstituyente recomendado por los médicos y un beneficioso remedio consumido por todos
De doña Cándida, delicada de los nervios, Máximo comenta en El amigo Manso:
La habían visto Federico Rubio,14 Olavide y Martínez Molina, y por su dictamen, se iba a los baños de Spa. Doña Javiera le recetaba vino de Jerez y agua de hojas de naranjo agrio.
En La de Bringas, el tacaño de Thiers indica a Rosalía, contradiciendo al doctor:
No traigas vino, pues ya sabes que yo no lo gasto por ahora. El médico me dice que tome un dedito de Jerez; pero no lo compres. Si doña Tula te manda las dos botellas que te prometió, lo tomaré; si no, no.
Otro galeno es el que en Fortunata y Jacinta hace esta prescripción para Mauricia:
(…) que se le diera doble dosis de la nuez vómica, seguir con las cucharadas por la noche, las papelinas por el día, y a sus horas el Jerez o Pajarete.
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Será el médico Nicolás Rivero, de Las tormentas del 48, quien lo aplique como último recurso en un enfermo grave:
(…) que la encontraba mal, y que hiciésemos la última prueba dándole a beber jerez superior, a ver si pega un bote la naturaleza, ya tan caída, y se levanta.
Y será un eficaz energético para los trabajadores, en Casandra, cuando Martina responde a Cebrian que:
La señora me ha mandado que lleve a los carpinteros unas copas de jerez para que se animen ¡los pobres!, y puedan acabar en todo el día.
El jerez es también un elemento indispensable en los vigorizantes caldos de puchero y consomés descritos por Galdós. No sin razón Ernestito, en O´Donnell, dice:
La sopa y el jerez no tienen en las comidas otro objeto que preparar el estómago, darle fortaleza.
En Ángel Guerra es una enfermera la que se explica así:
Esperemos a ver lo que dice el médico. Dígame, D. Tomé: ¿no le duele el oído derecho? Puede que tenga algo de supuración. ¿Comería usted un alón de pollo? ¿Tiene repugnancia del caldo? ¿Le gustaría que se le añadiera un poquitín de Jerez?
Los paternales cuidados de D. Lope para la débil Tristana se plasman en esta escena al hilo de lo expuesto hasta aquí:
Y ahora, ¿comemos? ¿Tienes ganita? ¿Qué no? Pues hija, hay que hacer un esfuerzo. Ya que no otra cosa, el caldo y la copita de Jerez. ¿Te chuparías una patita de gallina?
Para cerrar este apartado dos títulos de su serie Torquemada. En la primera de ellas, Torquemada en la hoguera, al desconsolado D. Francisco las vecinas le ayudan a reponerse de su agotamiento:
A medianoche fue preciso administrarle un sustancioso potingue, que fabricaron la hermana del fotógrafo de arriba y la mujer del carnicero de abajo, con huevos, jerez y caldo de puchero.
En Torquemada y San Pedro es a D. Francisco, en el lecho de muerte, a quien:
(…) le trajeron un consomé riquìsimo, del cual tomó algunas cucharadas, y encima un trago de Jerez. [A lo que exclama]: Y me parece que esa sustancia me caerá bien.
PERSONAJES
No pocos jerezanos tendrán un papel relevante en la historia de España a lo largo del siglo XIX.
Varios de estos jerezanos se harán presentes en los Episodios Nacionales que Galdós escribió como crónica del convulso siglo.
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Uno de ellos, el más destacado y polémico, será el político y escritor José Paúl y Angulo,15 al quien algunos han señalado como la mano ejecutiva en el magnicidio de Juan Prim.
En La de los tristes destinos se describe su figura:
(…) alto, picado de viruelas y con gafas ahumada.
[Y su fuerte carácter]: Al despedirse, soltó el señor Paúl todos los grifos de su facundia, que en aquella ocasión fue enteramente patriotera y de ojalatismo revolucionario. ―Voy a revolverte un poco, Andalucìa de mi alma. Ya es hora... Allá por Cádiz y Jerez, estamos hartos... A Prim le he dejado animadísimo... Con poco que ayuden o dejen hacer los Generales de la Unión, la armaremos gorda... pero muy gorda, mi querido don Manuel. Yo le digo a Prim que eche por la calle de en medio... Abajo la Reina, sin pensar en más candidatos ni candiditos... Cortes Constituyentes... y adelante con los faroles de la Historia... Abur, amigo; que cuando nos volvamos a ver podamos decir: Salud y España libre.
También se hace referencia, en relación con la secreta vuelta de Prim a España, al ―jerezano Sánchez Mira,16 capitán de Artillería retirado‖, que conspiraba en Cádiz para provocar el espíritu de la rebelión, tal como podemos leer:
Merelo, Sánchez Mira, Bolaños y Guerra recorrían los acantonamientos, encareciendo a los paisanos la quietud hasta que llegase el momento preciso.
En La España trágica vemos el cambio de actitud política observado en Paúl y Angulo descrito por el propio Prim:
Las cabezas están en ebullición: pondría mil ejemplos; pero quiero fijarme en el más expresivo, en la cabeza de Paúl y Angulo, que ha llegado al mayor desvarío y exaltación, por no saber encerrar las ideas dentro de los límites que marca la razón. ¡Oh! la razón de Paúl es un cohete continuo que va por los aires estallando sin cesar, y derramando chispas cuando sube, lo mismo que cuando baja... El pobre Paúl es un caso digno de estudio. En ocasiones me ha parecido un niño, en ocasiones un desalmado. De todo tiene un poco... Yo le quiero; no puedo olvidar que me ayudó y sirvió, mostrando un corazón más grande que la copa de un pino...
Después ha enloquecido, como si las ideas se le volvieran infecciosas, envenenándole el cuerpo y el alma. Tales han sido sus exigencias, tan desconsiderados sus ataques a mi persona, que he tenido que mandarle a paseo... Y de paseo está. Fugitivo después de la sublevación federal, vivió en Lisboa, luego en Londres (…).
Uno de los personajes comenta con sarcasmo el paralelismo entre la afición al vino y el patrimonio familiar bodeguero de Paúl:
En rigor, no debes considerarte agraviado por las palabras soeces de un hombre que trae esta noche dentro del buche una bodega tan grande como las que tuvo en Jerez.
En la misma obra hace acto de presencia, en la redacción del periódico El Combate, otro destacado político jerezano del momento, amigo y correligionario de Paúl:
(…) el diputado federal jerezano Ramón Cala.
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Galdós presenta a Cala17 de esta manera:
debajo de la fiereza revolucionaria y de los arrestos demagógicos ocultaba una bondad angelical.
CABALLOS Y TOROS
El caballo y el toro serán otros dos elementos representativos de Jerez con presencia en las novelas de Galdós. Sus afamados caballos y reses bravas toros, ambos originarios de la Cartuja jerezana.
En Misericordia uno de los personajes decide comprarse:
(…) un caballo jerezano, que después fue adquirido… pásmese usted… por la Duquesa de Alba (…).
Sin dejar pasar la fabulosa intervención del capitán, en Ángel Guerra, en el coso jerezano:
(…) en cierta corrida a que asistió en Jerez, viendo que nadie se atrevía con un Miura muy voluntarioso y de mucho sentido, bajó al ruedo y lo remató (…).
DE CALLES Y ETIQUETAS
En 1914 se promovería en España, por parte de diversos sectores, una Junta Nacional con motivo de organizar un homenaje-suscripción como reconocimiento y, a la vez, ayuda financiera a Galdós.
Entre estos tributos la Junta Nacional recibirá un telegrama del Ayuntamiento de Jerez donde se le comunicaba la decisión del órgano de gobierno municipal de rotular una calle con el nombre del insigne escritor. Para ello la céntrica calle Armas, colindante a la Plaza del Arenal, cambiará de nombre designándola desde ese momento como Pérez Galdós.
Con la llegada de la democracia los nuevos munícipes decidieron remodelar el callejero local, eliminado las referencias al anterior régimen y recuperando los nombres tradicionales e históricos de otras. En la relación de esta segunda lista se incluía la de Pérez Galdós que volvería a denominarse Armas, con tan mala previsión política y cultural al no restituirla de forma inmediata, ya que no había motivo para ello, en otra zona de la ciudad.
Esta reposición hubo de esperar hasta el 18 de junio del 2004 cuando la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Jerez aprobó la denominación de una nueva calle con el nombre de Benito Pérez Galdós a propuesta del presidente del Cine-Club Popular de Jerez.
Otro particular homenaje de Jerez al novelista se llevaría a cabo unos años antes de la primera dedicatoria de calle, cuando la bodega jerezana Manuel Guerrero embotelló un coñac con su nombre, imprimiendo una etiqueta con uno de los conocidos retratos del escritor. Su busto ubicado en un dorado marco oval se adornaría con una corona del laurel como prueba de su éxito y aclamación popular.
Por su parte, la bodega jerezana Fernando González, lanzaría al mercado en 1905 un amontillado con el apelativo de Electra, aludiendo a la polémica obra teatral de Galdós, estrenada en 1901, donde curiosamente el personaje principal hace mención en la escena VI del acto III a un: ―Jerez superior‖.
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RELACIÓN DE OBRAS CONSULTADAS
CON REFERENCIAS AL TEMA EXPUESTO
(NOVELA, EPISODIO NACIONAL, CUENTO, TEATRO)
1.- La Fontana de oro, 1870 (N)
2.- El audaz, historia de un radical de antaño, 1871 (N)
2.- Rosalía, 1872 (N)
4.- Trafalgar, 1873 (EN)
5.- Cádiz, 1874 (EN)
6.- La batalla de Arapiles, 1875 (EN)
7.- Theros, 1877 (C)
8.- La familia de León Roch, 1878 (N)
9.- Un faccioso más…y algunos frailes menos, 1879 (EN)
10.- El amigo Manso, 1882 (N)
11.- El doctor Centeno, 1883 (N)
12.- La de Bringas, 1884 (N)
13.- Tormento, 1884 (N)
14.- Lo prohibido, 1885 (N)
15.- Fortunata y Jacinta, 1886 (N)
16.- Miau, 1888 (N)
17.- Torquemada en la hoguera, 1888 (N)
18.- Ángel Guerra, 1890-91 (N)
19.- Tristana, 1892 (N)
20.- La de San Quintin, 1894 (T)
21.- Torquemada en el Purgatorio, 1894 (N)
22.- Torquemada y San Pedro, 1895 (N)
23.- Doña Perfecta, 1896 (T)
24.- Misericordia, 1897 (N)
25.- La estafeta romántica, 1899 (EN)
26.- Luchana, 1899 (EN)
27.- Mendizábal, 1899 (EN)
28.- Montes de Oca, 1900 (EN)
29.- Electra, 1901 (T)
30.- Las tormentas del 48, 1902 (EN)
31.- Aita Tettauen, 1904 (EN)
32.- O´Donnell, 1904 (EN)
33.- Casandra, 1905 (T)
34.- La vuelta al mundo de la Numancia, 1906 (EN)
35.- La de los tristes destinos, 1907 (EN)
36.- España sin rey, 1907 (EN)
37.- España trágica, 1909 (EN)
38.- Amadeo I, 1910 (EN)
39.- De Cartago a Sagunto, 1911 (EN)
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TRAWICK, Buckner B.: Shakespeare and alcohol. Rodopi. Amsterdam, 1978.
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ANEXO FOTOGRÁFICO
Rótulo de la calle repuesta y dedicada a Pérez Galdós en Jerez
Menú del banquete en Honor a Pérez Galdós, 1893
Ente los vinos esta el jerez Ochavico
(Archivo Casa Museo Pérez Galdós)
Jerez y sus vinos en la obra…
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Etiqueta de coñac jerezano dedicado a Galdós.
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NOTAS
1 En Enrique IV, 2ª parte (Act IV. Esc.III), Falstaff exclama al final de su monólogo: ―If I had a thousand sons the first humane principle I would teach them should be, to forswear thin potation and to addict themselves to sack‖ (Si mil hijos tuviera, el primer principio humano que les ensañaría sería de abjurar de toda bebida insípida y dedicarse por entero al jerez).
2 Se pueden recordar bodegas como: Croft, Sandeman, Harveys, Williams & Humbert, Wisdom & Warter, Terry y Osborne entre otras.
3 En carta a su madre desde Gibraltar, el 11 de agosto de 1809.
4 ―Consequently the advertisement was withdraw at a dead loss- for as to sherry, my poor dear mother´s own sherry was in the market‖. David Copperfield, capítulo I.
5 Clarín vino a Jerez en 1889 para cubrir el proceso de La Mano Negra. Por su parte la hija de José María Pereda estaba casada con el jerezano Enrique Rivero y el escritor la visitó en 1903; Baroja, a su vez, tenía en Jerez parientes, los Goñi, vinculados con el sector del vino y pasó por la ciudad alguna vez que otra; y Blasco Ibáñez residió en Jerez en el verano de 1904 con motivo de escribir su novela La bodega.
6 De dudosa existencia, la organización supuestamente actuó en Andalucía a partir de 1881. La extensión del rumor de la presencia de la Mano Negra coincidió con la tensión social motivada por las malas cosechas y la constitución de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), de corte anarquista. La Guardia Civil de Jerez de la Frontera, presionada por unos terratenientes molestos por el auge de las organizaciones campesinas de carácter revolucionario, detuvo en diciembre de 1882, en la localidad gaditana de San José del Valle, a 16 miembros de la FTRE acusados de asesinato. En los registros, la policía se incautó del reglamento de la asociación, identificada por el símbolo de una mano negra. La misma suerte corrieron campesinos de otras regiones andaluzas: llegó a haber 2.000 presos en Cádiz y 3.000 en Jerez .De mayo a junio de 1883 se celebraron tres procesos contra presuntos miembros de esta organización, con el resultado de siete ejecuciones sin ninguna prueba. Entre los ajusticiados se hallaba el presunto cabecilla de la Mano Negra, Pedro Corbacho
7 El café más famoso de esa época fue, sin duda, La Fontana de Oro, situado en la esquina de la calle de Victoria con la carrera de San Jerónimo. El Lorenzini, sito en la Puerta del Sol, se constituyó en primera tribuna pública tras la jura de la Constitución por Fernando VII.
8 Perote y Lopresti abrieron su Fonda Española en la calle de la Abada
9 Un tal Genieys, pariente del ingeniero que organizó la distribución de aguas en París en el primer quinto del siglo XIX, se trasladó a Madrid con motivo de la llegada a España de José Bonaparte. Abrió el primer restaurante de que gozó la capital de España. En él se presentaron al público las croquetas y los asados comenzaron a servirse menos hechos, más sabrosos.
10 Lord Byron permaneció en la provincia de Cádiz entre finales de julio y mitad de agosto de 1809. De esa experiencia surgió el poema The Girl Of Cadiz: ―Oh, never talk again to me / Of northern climes and British ladies; / it has not been your lot to see, / Like me, the lovely girl of Cadiz…‖.
11 Ver Fisonomías sociales. Renacimiento. Madrid, 1923
12 El pajarete o paxarete es un vino licoroso, muy fino y delicado, obtenido según elaboración tradicional del antiguo Monasterio de Pajarete, cerca de Jerez.
13 Ver, por ejemplo, Loimologia de Nathaniel Hodges (Londres, 1672).
14 Federico Rubio y Gali, eminente cirujano nacido en el Puerto de Santa María en 1827. Falleció en Madrid en 1902.
15 José Paúl y Angulo (1838-1892): político y escritor jerezano. Formó parte del grupo promotor de la Revolución de 1868 y acompañó a Prim en su regreso a España, para convertirse más tarde en su
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contrincante ideológico. Su padre, destacado hacendado, poseía bodegas, y su madre pertenecía a la histórica familia de los Villavicencio.
16 El Militar jerezano, Manuel Sánchez Mira, que llegó a gobernador de Cuba y Senador del Reino, jugó un papel importante en la Revolución de 1868. Murió en Madrid en 1910.
17 El político y escritor, Ramón de Cala y Barea, nació en Jerez en 1827 y murió en la misma ciudad en 1902. Pionero del socialismo y humanista andaluz.