LA LITERATURA GALDOSIANA: ESTÍMULO CULTURAL Y HERRAMIENTA DIDÁCTICA EN LA ENSEÑANZA DEL ESPAÑOL COMO LENGUA EXTRANJERA
Elizabeth Monroy Suárez
Elisa González Herrero
Hoy en día, al hablar de la relevancia que ha tomado el español como lengua extranjera en el ámbito mundial, tanto como lengua de comunicación internacional, como lengua de estudio,1 se hace necesario hablar de Galdós, que su obra sea reconocida y estudiada, no sólo por su extraordinaria valía literaria, sino como rasgo caracterizador de nuestra cultura. Una pretendida dimensión internacional que no podemos reducir al ámbito académico e investigador y que debe comportar el impulso de traducciones literarias, así como de adaptaciones y propuestas didácticas que propicien una aproximación afectiva a su universo literario y que fomenten el interés de los estudiantes extranjeros por una lectura renovada y actualizada de la obra galdosiana.
Un material que, sin duda, ayudará a los alumnos a configurar un interesante fragmento de la historia de España, probablemente desconocido para la mayoría de ellos, al mismo tiempo que les descubrirá los entresijos sociales de una época y de una cultura distinta a la suya.
Ardua tarea que nos exige una continua reflexión acerca de la literatura, así como un riguroso conocimiento de aquellas implicaciones metodológicas que puedan garantizar la correcta adecuación didáctica de los materiales que se convertirán en un instrumento clave que ayudará a los alumnos a desentrañar los innumerables significados presentes en los textos galdosianos.
Nos enfrentamos, pues, a la incesante búsqueda de la receta mágica, del modelo idóneo que nos permita, por un lado, enseñar a los alumnos los conocimientos literarios, mejorando así su competencia literaria, y por otro, y más importante aún, despertar su curiosidad por la nueva cultura y ofrecerles un reflejo auténtico de la comunidad extranjera estudiada, con sus valores, sus creencias y su vida cotidiana.
Es cierto que muchos de los textos literarios que utilizaremos contiene sus propias particularidades, además, la mayoría comparte cualidades características de las coordenadas sociales, culturales o estéticas en las que se integra o de los códigos específicos de su configuración genérica. En consecuencia, es necesario que su inclusión en los contenidos se efectúe de forma parcial y graduada, porque ayudará a que se vayan consolidando en el alumno y porque facilitará que se establezca una visión de conjunto.
Comprobamos, por tanto, la importancia de este valioso material complementario, especialmente una vez que se ha superado el nivel inicial; puesto que al leer textos literarios, los estudiantes tienen que hacer frente a un lenguaje pensado para los hablantes nativos y, de este modo, adquieren una mayor familiaridad con una gran variedad de usos lingüísticos, de formas y de convenciones de la lengua escrita.
En los últimos años, el reconocimiento de la importancia de la contextualización y del estímulo cultural que supone trabajar en el aula con textos literarios, ha llevado a muchos profesores de español para extranjeros a revalorizar el papel de la literatura en la enseñanza de lenguas, considerándose ésta como un recurso básico y fundamental para la formación lingüística integral. Prueba de ello es que aparece entre los objetivos generales que propone el Plan Curricular del Instituto Cervantes para niveles avanzados del Marco Común de
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Referencia Europeo para las lenguas, así como la prolífica aparición en el mercado editorial de artículos y libros que abordan la didáctica específica de textos literarios, y que contrasta con su escasa presencia en los materiales de español para extranjeros, donde ésta se limita a fragmentos de novelas, de obras dramáticas o poesías, en definitiva, a pequeños espacios situados estratégicamente al final de las lecciones que les aporta el, en ocasiones obligatorio, broche estético. En su mayoría son textos dedicados a explotar las competencias lingüística y lectora del alumnado, que se acompañan de tareas de la misma naturaleza que las elaboradas para otros textos culturales, como entradas enciclopédicas de otros países, notas históricas, menús de restaurantes, etc. Se deducen, pues, dos consecuencias inmediatas, primero, que desde un punto de vista didáctico, no se diferencia a la literatura de otro tipo de texto cultural y, segundo, que no aparecen actividades que desarrollen la competencia literaria del alumno.
Sírvanos como ejemplo la obra de Benito Pérez Galdós. En el mercado editorial podemos encontrar distintas adaptaciones de algunas de sus obras más conocidas como son: Trafalgar (Nivel 2), de la colección Lecturas clásicas graduadas de la Editorial Edelsa; Marianela y Fortunata y Jacinta, (Nivel 3 y 6), de la colección Leer español de la Editorial Santillana, Tormento (Nivel 2), de la colección Leer Clásicos de Anaya, Tristana (Nivel 2), adaptada por la editorial extranjera Grafisk Forlag en su colección Easy Readers, o incluso algunos de sus cuentos en la Editorial Espasa Calpe. Permiten al estudiante desarrollar las habilidades lingüísticas esenciales, como la comprensión global y la deducción de significados y estructuras a partir de contexto.
Mención aparte merece la labor del Instituto Cervantes, que en su tarea de difusión de la cultura de España e Hispanoamérica, prosigue editando en bilingüe obras de autores españoles y distintas traducciones, así como Isidora, Revista de estudios galdosianos, que en varios números también incluye traducciones en árabe, sueco, danés, chino mandarín, etc., de obras galdosianas que, en la mayoría de ocasiones, suponen el primer contacto de los estudiantes de español como lengua extranjera con el autor.
Sin embargo, a la hora de buscar posibles propuestas didácticas que permitan a los alumnos interpretar en los textos galdosianos las convenciones y rasgos del género estudiado, así como posibles referencias culturales, sociales o políticas, apenas encontramos modelos que nos puedan servir de referencia.
Por este motivo, plantemos un breve recorrido por el universo ficcional de Galdós que nos permita comprobar cómo aprovechar la extraordinaria riqueza cultural de sus textos para llevar posibles propuestas didácticas en el aula.
En este sentido advertimos cómo a la hora de tratar un aspecto lingüístico y cultural en el proceso de enseñanza-aprendizaje de una lengua, resulta fundamental tener en cuenta el perfil del alumno para adaptar las posibles propuestas didácticas a su manera de ser y de aprender una lengua y a su tradición educativa.
En esta ocasión, dirigimos nuestra propuesta a alumnos universitarios2 con un nivel de lengua avanzado, equivalente al C1 del Marco de Referencia Europeo, adecuado para comprender de manera correcta los textos escogidos y poder realizar las actividades que se proponen. Su nivel cultural es medio o medio-alto, están interesados por la cultura española, por la literatura y por la historia y, en concreto, por la literatura española del siglo XIX y Benito Pérez Galdós. Preferiblemente las propuestas didácticas las llevaremos a cabo en el país de inmersión, España.
Asimismo, debemos escoger textos que, a priori, no provoquen frustración o malestar en los alumnos, bien porque sean indescifrables por el léxico o por la sintaxis, bien porque su contenido sea demasiado complejo, y servirnos tanto de adaptaciones, acotaciones o extractos de obras completas, como de ejercicios de vocabulario, gramática y pragmática que, sin duda, junto con la correspondiente información cultural adicional, les facilitará la comprensión del texto.
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En función de lo expuesto y atendiendo principalmente al tratamiento que debemos dar a los contenidos culturales, iniciamos, pues, este breve repaso por algunos de los títulos de la producción galdosiana.
Galdós es, sin duda, el autor español que mejor supo reflejar la sociedad española de su tiempo y, en particular, la madrileña de finales del siglo XIX. Así lo expone el propio autor en su discurso de entrada a la Real Academia de la Lengua:
Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad (…).3
En efecto, el novelista canario logra plasmar con excelente rigor histórico acontecimientos fundamentales para nuestro país. Para ello, Galdós se remonta a momentos de gran importancia histórica para una España que no conoció —muestra de ello son las tres primeras series de los Episodios Nacionales—, pero para los que se documentó mediante libros de historia y geografía, obras pictóricas o fuentes orales basadas en testimonios de gentes que vivieron en aquellos tiempos, como es el caso de Mesonero Romanos, quien le proporcionó muchos de los ambientes del Madrid que aparecen reflejados en novelas como La de Bringas, La desheredada o Fortunata y Jacinta. Todas ellas son una fuente de información sobre la forma de pensar de la sociedad española decimonónica, de los aspectos más sobresalientes de las estructuras mentales e ideológicas de un pueblo que cobra vida por medio de sus personajes (Cuenca, 2001: 900), de sus comportamientos y sentires, no muy diferentes de los actuales, puesto que Galdós es un autor en cierta medida visionario, que logra anticiparse en sus novelas a lo que es nuestra sociedad actual. Tal como declara Manuel Tuñón de Lara en Ideología y sociedad en las novelas contemporáneas de Galdós:
De ahí que sea no sólo lícito sino indispensable, como objeto de conocimiento y estudio como el carácter de fuente de la historia ideológica que tiene, toda la obra de Galdós, así como la lectura histórica de la misma. Porque al abordarse la historia de las ideas y de las mentalidades en estrecha interdependencia con las estructuras sociales de que emanan, la aportación testimonial de Galdós, su expresión condensada del vivir histórico y cotidiano de los españoles durante un siglo, hace posible que abordemos temas como el que hoy nos ocupa. (Muñón, 1989: 537).
Nos encontramos, pues, ante un auténtico paisaje social y humano donde se plasman distintos aspectos de la sociedad española, entre tantos ejemplos, destacamos: los importantes procesos económicos, como la descripción del comercio madrileño de finales de siglo XIX que el narrador realiza en la primera parte de Fortunata y Jacinta: ―Santa Cruz, Bringas y Arnaiz el gordo, monopolizaban toda la pañería de Madrid y surtían a los tenderos de la calle de Atocha, de la Cruz y Toledo (…)‖;4 las cuestiones religiosas, excepcionalmente plasmadas en Gloria, Ángel Guerra o Nazarín; las convecciones sociales de la época en Lo prohibido, las relaciones de pareja en La familia de León Roch; y cómo no, muchos de los tópicos españoles, como el castizo mantón de Manila:
A este ilustre chino deben las españolas el hermosísimo y característico chal que tanto favorece su belleza, el mantón de Manila, al mismo tiempo señoril y popular, pues lo han llevado en sus hombros la gran señora y la gitana. Envolverse en él es como vestirse con un cuadro. La industria moderna no inventará nada que iguale a la
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ingenua poesía del mantón, salpicado de flores, flexible, pegadizo y mate, con aquel fleco que tiene algo de los enredos del sueño y aquella brillantez de color que iluminaba las muchedumbres en los tiempos en que su uso era general. Esta prenda hermosa se va desterrando, y sólo el pueblo la conserva con admirable instinto. Lo saca de las arcas en las grandes épocas de la vida, en los bautizos y en las bodas, como se da al viento un himno de alegría en el cual hay una estrofa para la patria (…).5
La educación también ocupa un lugar clave en la obra del escritor canario, como causante de los grandes males sociales. Recordemos que las ideas científicas y filosóficas krausistas que influyeron tanto en Galdós chocaban completamente con la enseñanza religiosa y metodológica vigente en su época. En este sentido, tanto en Los Episodios Nacionales, como en la Novelas españolas de la primera época y las Novelas españolas contemporáneas se hace evidente la preocupación que muestra el novelista canario por la educación, especialmente por la recibida por sus protagonistas, El amigo Manso:
Nuestras conversaciones en aquellos gratos paseos eran de cosas generales, de aficiones, de gustos y a veces del grado de instrucción que se debe dar a las mujeres. Conformándose con mi opinión y apartándose del dictamen de tanto propagandista indigesto, manifestando antipatía a la sabiduría facultativa de las mujeres y a que anduviese en faldas el ejercicio de las profesiones propias del hombre; pero al mismo tiempo vituperaba la ignorancia, superstición y atraso en que viven la mayor parte de las españolas, de lo que tanto ella como yo deducíamos que el toque está en hallar un buen término medio (…).6
El tema político es otro claro ejemplo de los aspectos históricos que reflejan las obras de Galdós, muestra de ello, es la mesocracia trazada en Tormento, Fortunata y Jacinta o la novela Los apostólicos, en la que habla de la clase media y de su origen en España, que no es otro que la Constitución de Cádiz de 1812:
La formidable clase media, que hoy es el poder omnímodo que todo lo hace y deshace, llamándose política, magistratura, administración, ciencia, ejército, nació en Cádiz entre el estruendo de las bombas francesas y las peroratas de un congreso híbrido inocente, extranjerizado si se quiere, pero que brotado había como un sentimiento, o como un instinto ciego, incontrastable, del espíritu nacional. El tercer estado creció, abriéndose paso entre frailes y nobles; y echando a un lado con desprecio estas dos fuerzas atrofiadas y sin savia, llegó a imperar en absoluto, formando con sus grandezas y sus defectos una España nueva (…).7
Así habla uno de sus personajes, Salvador Monsalud, que podría pasar por el alter ego del autor: liberal convencido que lucha en la oscuridad por el triunfo del constitucionalismo y que, sin embargo, acaba renunciando a sus ideales, asqueado de las traiciones y de la política de ―alto nivel‖, causantes de las convulsiones sociales y polìticas que asolaron a España durante más de un siglo. Recordemos que Galdós era enemigo de los enfrentamientos armados.
De la mano de Galdós conoceremos también el interés suscitado en España por las luchas revolucionarias, sin las que no llegaríamos a entender nuestra historia ni la del resto de Europa durante el siglo XX. La máxima expresión de este género aparece reflejada en los Episodios Nacionales, cuyo carácter histórico lo dota de unas posibilidades de análisis mucho más ricas que otros escritos existentes sobre el tema.
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Unos acontecimientos que, sin duda, servirán a los alumnos para reflexionar sobre la situación política y social del momento, así como para plantear cuestiones plenamente universales y vigentes, como son: la validez de la guerra, el sentimiento patriótico, la diferencia de clases, la educación, etc. Galdós nos proporciona además, un vasto material que aborda desde distintas manifestaciones humanísticas, como el arte, hasta los cambios estéticos que iban transformando el panorama literario de aquellos tiempos, como nos muestra el siguiente fragmento de Lo prohibido:
Ningún día de gran comida dejó Eloísa de sorprendernos con alguna novedad, añadida a las riquezas de su bien puesta casa. Aquella noche (una de tantas), al entrar en el segundo salón, vi dos personas, cuyo rostro, facha y traje parecían completamente anómalos en tal sitio. Eran dos pinturas, la una de Domingo, la otra de Sala. Mi prima las había adquirido aquella semana, y no me había dicho nada para darme la gran sorpresa en la noche del jueves. Habíalas colocado a los dos lados de la puerta que comunicaba el salón con su gabinete, y puso ante cada una un reflector con vivísima luz, que, iluminando de lleno las figuras, las hacía parecer verdaderas personas. Ambas eran de tamaño natural y de más de medio cuerpo. La de Domingo era un viejo, un pobre, quizás un cesante, vestido de tela gris, arrugado el rostro, plegados los ojos.8
Es más, no sería difícil encontrar entre sus páginas algunos de los rasgos más característicos de la novela actual, desde su carácter de metaficción, hasta la estructura apoyada en el fragmentarismo, pasando por la alteración de la cronología, el perspectivismo, la multiplicidad del personaje e incluso algunas innovadoras técnicas cinematográficas de las que, sin duda, se sirvieron los directores que llevaron sus novelas a la pantalla.
En este sentido, creemos necesaria la contextualización de los elementos históricos, sociopolíticos y culturales de una etapa de la historia de España a través de adaptaciones cinematográficas que sirvan de guía al profesor de español. Una excelente manera de abordar textos literarios con estudiantes de español como lengua extranjera, puesto que nos permite vincular técnicas narrativas con temas culturales y preparar actividades que muestren las ricas y heterogéneas relaciones que se producen en el paso de la literatura al cine.
Estos ejemplos son tan sólo una muestra de la historia e intrahistoria de España que Galdós nos ofrece en su narrativa, amplia y compleja para que un estudiante sea capaz de captar todo el entramado cultural y social de una época, mucho más si se trata de alumnos extranjeros. Esta dificultad nos hace escoger de entre sus títulos, especialmente aquellos que pueden apoyarse en la imagen, concretamente los que se han convertido en películas y series de televisión: El abuelo, La duda, Adulterio, o Tormenta de odios, todas basadas en la novela y posterior pieza dramática con el mismo nombre, El abuelo; varias versiones de Misericordia, de Marianela, y de Doña Perfecta; Tristana de Buñuel, Miau, Tormento, y la serie de lo que se considera su obra fundamental, Fortunata y Jacinta, dirigida por Mario Camus.
Resulta bastante curioso la elección de estos títulos por parte de los directores, puesto que se centran en tópicos tan españoles como son el poder y el honor en todas sus vertientes: el adulterio, la deshonra de la mujer en manos del poderoso, la venganza, la reparación, temas que han estado presentes en nuestra literatura desde sus inicios y que fueron revitalizados y popularizados por los dramaturgos áureos. Son estos tópicos los que han conformado a nuestro país con unas características que el extranjero identifica de inmediato, y por las que se siente atraído: el hombre conquistador, de modales rudos, que impone sus modos y exigencias por ser más poderoso o seductor, mientras que la mujer se ve sometida a los mandatos del poder, siempre mostrando resignación.
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La imagen de don Juan que gran parte del mundo tiene de los españoles está muy viva en las novelas de Galdós, que recrea con frecuencia el mito en sus protagonistas jóvenes y viejos: Juanito Santa Cruz en Fortunata y Jacinta; Pedro Polo en Tormento; Víctor Cadalso en Miau; o un don Juan envejecido y trasnochado que vuelve a la vida amorosa gracias a Tristana, don Lope Garrido.
Veamos algún ejemplo del donjuanismo de la boca del propio Santa Cruz, quien en un momento de flaqueza durante su luna de miel le confiesa a su mujer Jacinta, los amores con Fortunata:
La engañé, le garfiñé su honor, y tan tranquilo. Los hombres, digo, los señoritos, somos unos miserables, creemos que el honor de las hijas del pueblo es cosa de juego (…) Y yo, después que me divertì con ella, la dejé abandonada en medio de las calles…, justo…, su destino es el destino de las perras (…).9
Otro de estos protagonistas conquistadores, Víctor Cadalso, yerno de Villaamil, que se tilda a sì mismo como ‗hombre vulgar‘ dentro de una sociedad corrompida por el favoritismo, declara su amor a la cuñada fea y anodina, Abelarda, movido por la venganza y la burla hacia la familia Villaamil, con unas palabras que son un claro eco del zorrillesco Don Juan Tenorio: ―Lo que no debe ser, no es. Comprendo que convendrìa más entregarme a ti…, quizás me salvarías. Pero no, no me quiero salvar. Debo perderme, y llevarme conmigo este sentimiento que no merecí, este rayo celestial que guardo con susto, como si lo hubiera robado (…)‖.10
Una mezcla entre el conquistador de drama romántico y el caballero español más popular entre foráneos y nacionales, don Quijote de la Mancha, da como resultado a don Lope Garrido, al que el autor define como un guerrero del amor que ha sufrido mutilaciones en el sentido moral: ―Era que don Lope, por añejo dogma de su caballería sedentaria, no admitía crimen ni falta ni responsabilidad en cuestiones de faldas. Fuera del caso de cortejar a la dama, esposa o manceba de un amigo íntimo, en amor todo lo tenía por lícito‖.11
La técnica del palimpsesto utilizada por Galdós nos permite reconocer los modelos sobre los que están construidos los personajes, siempre basados en figuras universalmente conocidas, sacadas de la literatura hispánica de todos los tiempos, y, por tanto, más asequibles al estudiante extranjero, que, sin haber leído a autores españoles, sí que reconoce las características fundamentales de sus protagonistas, porque se han fundido con los rasgos del carácter español.
En este punto de la comunicación, conviene subrayar la importancia que adquiere el lenguaje en la obra galdosiana y en la enseñanza de español para extranjeros. Uno de los placeres del texto literario radica en su pluralidad de sentidos, que implican al lector en el proceso de producción. En efecto, pocos discursos ofrecen la libertad interpretativa del texto literario. Una ambigüedad manifiesta que lo convierte, a su vez, en uno de los pilares de la didáctica comunicativa y gracias a la cual podemos identificar, analizar, desmontar y someter a juicio todos los estereotipos y mitos culturales de un país.
Galdós fue un escritor realista y comprometido con la problemática ambiental de sus días. Su obra es un continuo mensaje, como afirma Hurtado de Mendoza, en Necesidad de un estudio socio-cronológico de la obra de Pérez Galdós: ―Un angustiado mensaje a su pueblo para sacarlo del negativismo en que se encuentra anclado y por este motivo utiliza un lenguaje sencillo, claro, inteligible, sin afecciones académicas ni banderìas de intrascendentes ‗ismos‘ ocasionales‖ (Hurtado, 1980: 263). Galdós se nos presenta así, como abanderado de la naturalidad en el lenguaje literario, un maestro que supo conceder un lenguaje propio a cada uno de sus personajes. Manteniéndose siempre fiel a la realidad y adecuando extraordinariamente el uso que del lenguaje hablado hacen sus personajes. No podemos negar que lo que dicen sus personajes parece lo propio de ellos, es decir, apenas somos capaces de
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percibir la distancia existente entre sus palabras y las de su creador, entre sus mensajes y nuestra recepción como lectores.
En este sentido, es innegable su naturaleza de discurso cultural dirigido al hablante nativo, frente al documento fabricado con propósitos exclusivamente didácticos, puesto que al leer los textos galdosianos los estudiantes tienen que hacer frente a un lenguaje pensado para hablantes nativos y de este modo adquieren una gran variedad de usos lingüísticos, de formas y de convenciones de la lengua escrita: la ironía, la narración, la argumentación, la narración, etc. Además, no tiene por qué alejarse de la lengua estándar, pues no podemos negar que la literatura da muestras reales de un rango de estilos, registros y tipos de textos. Las producciones literarias también pueden ser reflejo de sencillez expositiva, de la esencialidad gramatical y la claridad. Por tanto, leyendo a Galdós comprobamos que los textos literarios no sólo tienen que ser útiles en el desarrollo de destrezas de lectura, sino que, también, pueden usarse para el trabajo oral o escrito y motivar a los aprendices a ser más creativos y arriesgados a medida que empiecen a apreciar la riqueza y variedad de la lengua que están intentando perfeccionar.
Es así como llegamos al final de un recorrido en el que se ha intentado demostrar, por medio de algunos ejemplos de la obra galdosiana, cómo la literatura, como expresión de un modo de sentir, de pensar, de mirar, de actuar o de interrogarse sobre el mundo desde la sensibilidad de una cultura y una lengua, se va posando en ese fondo intrahistórico, que mencionábamos líneas atrás, y se filtra lenta y selectivamente en el decir y saber colectivos; incorporándose por derecho propio a las señas de identidad de una comunidad lingüística, pues nos da muestra de su antropología, de su historia, de su geografía y de miles de ideas que nos permiten ubicar lugares, situaciones y tradiciones.
Asimismo, a lo largo de estas páginas, nos hemos amparado en la importancia que a nuestro juicio tiene la selección de obras relevantes para las experiencias de los alumnos extranjeros. Unas creaciones que deben promover el pensamiento crítico, como las prácticas pedagógicas que propone el autor canario en El Amigo Manso; que tienen que conseguir despertar sus emociones, tal como hace Galdós cuando nos describe a Marianela a través de los ojos del doctor Teodoro Golfín; y que han de cubrir sus necesidades y sus intereses; objetivos que, sin duda, alcanzaremos trabajando en el aula las obras de Galdós. También, se ha intentado demostrar que los textos galdosianos sirven de estímulo y vehículo para enseñar y practicar las estructuras y el léxico del español en un contexto auténtico y variado, y para aprender cómo este lenguaje es hábilmente empleado, manipulado y maniobrado por el autor para comunicar mensajes y expresar y ahondar en las diferentes realidades características de su cultura.
Disfrutemos y aprovechemos el valor didáctico de su obra, porque como él mismo dijo: ―Creo que la literatura debe ser enseñanza, ejemplo. Yo escribí siempre (…) con el propósito de marcar huella‖ (Caudet, 2006: 144).
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BIBLIOGRAFÍA
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— Lo prohibido, Edición de James Whiston, Madrid, Cátedra, 2001, pp. 256-257.
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NOTAS
1 El español es el segundo idioma que se estudia en todo el mundo, después del inglés, con más de catorce millones de alumnos en noventa países donde no es una lengua oficial, además, es la lengua oficial de 21 países y la tercera lengua más hablada del mundo, después del chino y el inglés, según datos del Instituto Cervantes.
2 Las razones que aconsejan que hayan superado los dieciocho años radica en que es preferible abordar los diferentes períodos y obras sin temor a restricciones de carácter ideológico o morales que obligasen necesariamente a adaptar parte de los contenidos o a limitar las posibilidades interpretativas de los textos literarios.
3 ―Discurso del Sr. D. Benito Pérez Galdós‖ en Discursos leídos ante la Real Academia Española, 1897, Madrid, Estudios y Tipografía de la viuda e hijos de Tello, p. 9.
4 Pérez Galdós, B., Obras completas, Novelas, Madrid, Aguilar, 1942, p. 17, vol. V.
5 Ibíd., p. 19, vol. V.
6 Ibíd., pp. 1204-1205, vol. VI.
7 Ibíd., p. 111, vol. II.
8 Pérez Galdós, B., Lo prohibido, Edición de James Whiston, Madrid, Cátedra, 2001, pp. 256-257.
9 Obras completas, p. 60, vol. V.
10 Ibíd., p. 619, vol. V.
11 Ibíd., p. 1589, vol. V.