Las sociedades generosas y consideradas están obligadas igualmente a serlo también con la

memoria de todos aquellos hombres de bien, que con su ingenio y propósitos han

persistido en la progresiva consecución del logro de una comunidad más justa, tolerante y

solidaria. Lezcano, como tantos otros configuradores secretos de universos, no sólo fue su

propio mundo, pues su realidad tendía a limitar con las preocupaciones de sus congéneres

y con la incesante búsqueda de una nueva pasión por cierto conocimiento que fuese capaz

de inventar otras vidas mejores. Y el instrumento de ese deseo fue la palabra, que ha

designado siempre a los grandes escritores, sin los cuales no tendríamos conciencia de lo

que realmente constituye la humanidad.

Pedro Lezcano fue un canario que desde su múltiple y utópica dimensión de creador,

político, deportista y humanista, mantuvo una tenaz, coherente e inteligente defensa de

Canarias como territorio atlántico; del espíritu del amor y la solidaridad como salmo

unánime que ignora razas e ideas xenófobas o excluyentes; o la paz como único estadio al

que aspira el hombre libre.

El sentido homenaje que tributa el Cabildo de Gran Canaria a Pedro Lezcano con el

espectáculo musical de Mestisay, Poeta en la isla/Romance del Corredera, coincidiendo

con el final de temporada del Teatro Cuyás, no puede entenderse como un

reconocimiento sólo de una institución señera a la que Lezcano honró siendo su

presidente, sino como un afectuoso y unánime homenaje al que, a buen seguro, se suman

infinidad de ciudadanos anónimos, colectivos ciudadanos y culturales, partidos políticos

sin distinción de ideología, la comunidad universitaria y eclesiástica, etcétera. Lezcano

total y Lezcano de todos, quizás porque su obra depende del significado que cobran sus

versos por sí para los demás. Por eso la trascendencia no garantiza su eternidad, sino el

que hay voces que, parafraseando a Wystan Hugh Auden, le oculten la muerte del poeta a

sus poemas.

Gerardo Diego dijo de Pedro Lezcano que sentía el pensamiento y pensaba el sentimiento.

Su obra poética nos revela los mapas del alma de un hombre contemporáneo que celebró

incansable la vida, convirtiéndose en veedor de cuanto acontecía en la Tierra; un creyente

de la libertad que se acercó a la conciencia y los sentimientos del hombre desde la orilla de

la verdad y la denuncia social, en un extraordinario ejemplo de sinceridad, compromiso y

coherencia vital. La furia y el ruido de cuanto nos rodea sigue demostrándonos hoy el

valor de sus palabras intensas y estimuladoras, quizá porque en ese territorio poblado de

versos, se engendren y alumbren nuestros propios anhelos. Como Carlos Fuentes,

Lezcano asumió la existencia del lenguaje, no sólo como reclamo para el diálogo, sino

como mecanismo de precisión, pensamiento y reflexión en el espejo de nuestra ya sonora

soledad.

Celebremos pues a Pedro Lezcano desde su pluralidad, en la memoria y desde la

memoria, contra el olvido.

JOSÉ MANUEL SORIA LÓPEZ

Presidente del Cabildo de Gran Canaria

Foto de portada: Ballet Estatal de la Ópera de Viena.

Sumario

WIT

de Margaret Edson

Direcci—n: Llu’s Pasqual

Con Rosa Mar’a Sard‡

D’as 18, 19 y 20 de junio

(20.30 h.)

Precios en euros

Patio de butacas

1er Anfiteatro bajo

1er Anfiteatro alto

2¼ Anfiteatro

Inicial

17

14

12

10

T. Verde

14

11

10

8

T. Azul

12

10

8

7

T. Blanca

8.50

7

6

5

Trasladada al cine en 2001 por el director y

actor alemán Mike Nichols, y objeto ese

mismo año de una versión operística

estrenada en la Scala de Milán, la obra de la

escritora norteamericana Margaret Edson,

Wit, resulta ser un relato emocionante y

sorprendentemente divertido, desarrollado

con inteligencia alrededor del pulso vital

de una mujer asediada por el espanto de la

muerte. Un gran texto como el de Edson,

que obtuvo en 1999 el Premio Pulitzer por

esta novela escrita un año antes, merecía

una dirección soberbia, como la que Lluís

Pasqual firma una vez más con este montaje,

que reúne sobre el escenario un brillante

elenco de actores cuyo reparto encabeza Rosa

María Sardá, que regresa a los escenarios

tras siete años de ausencia.

Sardá encarna a Vivian Bearing, una

distinguida profesora universitaria de

literatura inglesa que debe irremediablemente

replantearse toda su existencia, acostumbrada

a aplicar los argumentos más racionales a

su vida cotidiana, tras serle diagnosticado

un cáncer ovárico en fase terminal. Culta e

inteligente, especialista en los poetas

metafísicos ingleses del siglo XVII como

John Donne, la profesora confiesa que

siempre creyó que bastaba con ser muy

inteligente para superar la vida, pero pronto

descubrirá que el doloroso trance que vive

la mantiene atenazada por un miedo

insuperable. Su mundo de letras clásicas,

en el que ha vivido sumergida hasta el

momento, contrasta con los embates de la

quimioterapia intensiva y las pruebas médicas

realizadas con tecnología ultramoderna, a

las que debe ser sometida por el inhumano

sistema hospitalario que Edson personaliza

en los personajes de l veterano doctor Harvey

Kalekian (Fernando Guillén), el joven médico

Jason Posner (Pau Miró) y la generosa

enfermera Susie Monahan (Mercé Pons).

También interviene en el montaje Teresa

Lozano, que encarna a la señora Ashford,

una antigua profesora de literatura de la

protagonista.

Wit es un conmovedor retrato del dolor

encarado por una mujer que tan sólo ha

volcado su pasión en los libros dejando pasar

el resto de oportunidades que la vida le ha

ofrecido. Un brutal enfrentamiento cara a

cara con los espectadores, y con uno de los

temas más tratados, pero pocas veces tan

rotundamente expresado: la muerte.

Precisamente sobre el concepto ineluctable

y el sentido de la muerte, John Donne escribió

sus atormentados Sonetos sacros, que sirven

a Bearing para aliviar su desaliento y las

agresiones del entorno clínico. El libreto

llega a convertirse en ocasiones en un ejercicio

metateatral, con forma de monólogo

dramatizado, en el que el público pasa de

ser un mero espectador a convertirse en un

interlocutor cómplice de tan expresivo drama

referido al coraje de vivir y morir con

dignidad que es Wit. Me siento como un

estudiante ante el examen final: no sé qué

escribir y, peor aún, no entiendo la pregunta,

confiesa aterrada la enferma ante la

proximidad de su fatal desenlace.

Lluís Pasqual compró los derechos de Wit

sin haber leído el texto de Margaret Edson,

animado por el traductor de la pieza, Juan

Vicente Martínez, que disfrutó la versión

anglosajona en el escenario del Union Square

de Nueva York, con Kathleen Chalfant de

protagonista. La producción ha sido posible

gracias al arrojo y complicidad del cineasta

Fernando Trueba y su esposa, Cristina Huete,

que debutan así como productores en la

escena teatral nacional.

WIT

Rosa María Sardá

Dicen que el sentido del humor es lo que

diferencia al hombre de los animales (ellos

no se ríen, nosotros, a veces sí), y que poder

reírse de uno mismo es, probablemente, la

expresión del más alto grado de inteligencia.

Como todas las verdades es parcial, pero

me parece bastante exacta. Wit sería la

demostración más clara de esa idea, uno de

esos raros textos contemporáneos en los que

la ironía está puesta al servicio de la

inteligencia, la inteligencia al servicio de los

sentimientos, y todo ello a través de la

interpretación, es decir, del teatro, al servicio

de una comunidad.

Una mujer se enfrenta a una grave

enfermedad, cáncer de ovarios, y sobre todo

a un diagnóstico que ha llegado

probablemente demasiado tarde: la

enfermedad se encuentra en fase terminal,

en la llamada fase cuatro... y no hay fase cinco.

La mujer en este caso es una profesora de

literatura, Vivian Bearing, especializada en

el gran poeta inglés del siglo XVII, John

Donne, cuyos sonetos son un análisis y al

mismo tiempo una vivencia en profundidad

de la conciencia ineluctable de la muerte y

el enfrentamiento del ser humano con ella.

La mujer nos explicará, en primera persona,

los últimos meses de su vida, concretamente

desde el hospital, donde veremos desplomarse

su seguridad intelectual, cuando deba

enfrentarse al día a día concreto de su

enfermedad y, sobre todo, al día a día del

doloroso tratamiento de quimioterapia. Y

ahí surge una situación absolutamente

inesperada para la docta profesora: antes

era ella la que en sus cursos universitarios

ejercía el poder intelectual sobre sus alumnos,

persiguiendo hasta el extremo un rigor

absoluto en la interpretación de los textos

literarios, evitando cualquier uso de la

retórica, cualquier auto-engaño, para situarse

lo más cerca posible de la verdad desnuda.

Ahora ella misma estará bajo el doble poder

de la enfermedad y del terrible tratamiento

experimental, que la convertirá en un conejillo

de indias en manos de los médicos hasta

engrosar una lista de datos, de estadísticas,

único modo, por otra parte, para hacer

progresar a la ciencia en sus investigaciones.

Comprensible. La profesora también lo

entiende. Pero una cosa es entenderlo, y otra

muy distinta, sufrirlo.

Éste podría ser el resumen de esta magnífica

primera obra de la también profesora y

escritora americana Margaret Edson, escrita

en 1998, que mereció el prestigioso Premio

Pulitzer y, sobre todo, muchos espectadores

en muchos teatros del mundo : una pequeña

historia, como cualquiera de las nuestras. El

simple argumento, por supuesto, no sugiere

que se trate de una historia para contar desde

un escenario, sino más bien el material para

un buen documental televisivo. Y sin

embargo, no es así.

Nos encontramos ante un texto de teatro

puro, que nace del contacto constante con

el público, y sobre todo de la manera que

tendrá de contarlo nuestra profesora

protagonista. En eso consiste el gran ingenio

y la magnífica pirueta de la autora, en crear

un personaje frágil y fuerte, lúcido y

desbordado, como todos nosotros, pero con

una inteligencia que no ignora la causticidad

y el humor, como armas para seguir viviendo,

mientras uno esté de acuerdo en seguir

haciéndolo. La doctora Bearing me parece

un gran personaje del teatro contemporáneo.

De esos que se presentan casi sin llamar a la

puerta. Y es, por supuesto, una partitura de

infinitos matices para una gran actriz. De

ahí nace este proyecto.

A los pocos segundos de que un amigo, el

traductor de la obra, me hablara de Wit, antes

incluso de leerla, estuve seguro de que era de

esos personajes inevitables que están hechos

para Rosa Maria Sardá, rara actriz, capaz como

sólo pueden hacerlo los instrumentos de

cuerda, de sonar octavas distintas al mismo

tiempo, esa difícil combinación de risa y llanto,

pasión y lucidez, ironía y ternura, intuición

e inteligencia. Es decir, de vida. Una vez más

-ése es el sino de los directores- Rosa ha creído

en mi intuición y se ha enamorado de la

doctora en Filosofía y Letras, o más bien, la

ha sentido como una necesidad. A los actores

de raza les ocurre. Y la doctora Vivian Bearing

es un personaje de raza.

LA PIRUETA DEL INGENIO

O CÓMO REÍRSE CON LA MUERTE

ELEGANCIA DE SENTIMIENTO

Rosa María Sardá ha vuelto al teatro por la

puerta grande a lomos de esta función. Ella

es el imán. Y la actriz nos da lo que buscamos

pero sin un átomo de melodrama, sin

grandilocuencias trágicas. Y, sobre todo, sin

que por debajo de Vivian Bearing la oigamos

clamar: Observen cómo me dejo la piel en

escena. No hay lucimiento en la extenuación

sino una gran elegancia de sentimiento: ése

es el gran regalo de la Sardá y de Pasqual en

esta función.

Marcos Ordóñez

El País

TEATRO CONTEMPORçNEO

Capítulo aparte merece la actuación de Rosa

María Sardá. Su actuación fue simplemente

impecable. Cercana y distante, sobria y

excesiva, delicada y explosiva, viva y muerta.

Teatro contemporáneo para un público del

presente, aunque tamizado por un telón de

ironía

Pedro Izura

Diario de Navarra

CONJUGAR IRONêA Y

DESESPERACIîN

Claro que la obra de Margaret Edson también

es una genialidad, pero hay que conocer muy

bien las leyes escénicas, tener una gran

sensibilidad y una enorme imaginación como

la de Lluís Pasqual para conjugar

perfectamente las dosis de ironía, de

vampirismo y desesperación que contiene

el texto.

Carlos Toquero

El Mundo

MAGISTRAL DIRECCIîN

La magistral dirección de Lluís Pasqual

–responsable, asimismo, de la estupenda

escenografía, inmersa en una gélida

simplicidad- ha contado, claro, con la

generosidad y la conmovedora entrega del

personaje central de la historia. Rosa María

Sardá es una presencia constante en el

espectáculo. Avasalladora. Impresionante en

el gesto, poco a poco extenuado.

Joan-Anton Benach

DIFêCIL DE SUPERAR

Lo que hace Sardá en escena es difícil de

superar. Es una interpretación en la que la

actriz juega y en la que maneja de manera

convincente la ironía y el sarcasmo, el humor

y la frustración, el rictus de dolor y el

escepticismo.

Gonzalo Pérez de Olaguer

El Periódico

La Vanguardia

John Donne (1572-1631), poeta, prosista y

clérigo inglés es el autor por el que la profesora

Bearing posee una fijación intelectual que

le permite en los instantes más críticos,

entender mejor su enfermedad. Autor de

múltiples obras en verso y aclamado poeta

metafísico que se plantea en múltiples

ocasiones el sentido de la vida, es también

autor de la famosa frase : Ninguna persona

es una isla, y del poema que reproducimos

a continuación, al que en dos ocasiones se

hace alusión, en la versión que Mike Nichols

dirigió con Emma Thompson como

protagonista. En España, aquel filme fue

titulado Amar la vida.

Muerte no te enorgullezcas, aunque algunos

te llamen poderosa y terrible, puesto que nada

de eso eres; porque todos aquellos a quienes

creíste abatir no murieron, triste muerte, ni a

mí vas a poder matarme, esclava de lado, la

fortuna, los reyes y los desesperados, si con

veneno, guerra y enfermedad y amapola o

encantamiento se nos hace dormir tan bien y

mejor que con tu golpe, de qué te jactas, tras

un breve sueño despertamos a la eternidad y

la muerte dejará de existir, muerte morirás.

John Donne

Fragmento extraído de Poemas sacros

NINGUNA PERSONA

ES UNA ISLA

WIT

Tricicle regresa al Teatro Cuyás tras su

apoteósico éxito hace cuatro años en que

nos sorprendieron con su montaje antológico

Tricicle 20. Y lo hace con su más reciente y

delirante espectáculo, Sit, un tributo a ese

objeto doméstico sobre el que el hombre ha

venido reposando históricamente sus

posaderas. Sit o los increíbles hombres-silla

es una ficción sobre la historia de la silla, en

el que el humor es tratado con talento desde

el juego escenográfico y estético, y en el que

el público se contempla reflejado a través

de las innumerables situaciones que se

suceden sobre el escenario. Los miembros

de Tricicle - Paco Mir, Carles Sans y Joan

Gracia - también han formulado en esta

última entrega la historia de sus usos y de

las situaciones cotidianas en las que la silla

está presente, desde su invento hasta nuestros

días, contada por unos personajes inventados

llamados los Chairwood, que a la vez

pertenecen a la saga de los primeros

homínidos que la utilizaron no sólo para

sentarse y descansar, sino también para

realizar sus primeras relaciones sociales, como

por ejemplo, el teatro.

Estrenada hace año y medio en Alicante, Sit

es la primera propuesta del trío cómico que

surge a partir de un objeto, aunque haya

sido referenciada en otros montajes como

en sus anteriores Slastic, Éxit o Entretrés.

Además, Sit pretende ser un trabajo teatral,

donde la estética y la funcionalidad de la

silla, no sólo la convierten en la idea-eje

principal de la función en la que aparecen

más de 70 de estos objetos, sino en una especie

de actor inanimado más que provoca

divertidas situaciones y sorpresas inesperadas

entre el público. El trío parte de un objeto

en lugar de una situación o de un espacio,

como sucedía en Exit (aeropuertos) o Terrific

(casas del terror). Y ese objeto es la silla, un

mueble que camina con el hombre desde su

comienzo y con el que Tricicle juega y otorga

muchísimas utilidades de manera muy teatral

y circense.

En los 24 años que se han mantenido unidos

como agudos e ingeniosos artistas, estos

catalanes han apostado siempre por el humor

inteligente, cuya corriente alterna los

emparenta con los grandes cómicos de la

historia como Buster Keaton, Jango Edwards,

los hermanos Marx o Jacques Tati. Su estilo, Tricicle

Por primera vez coinciden en 1979 Joan Gracia, Paco Mir y Carles Sans en un stage de mimo en Menorca. El cachet de su primera actuación

fue pagado con una cena. Dentro del coche, mientras regresan de una función, deciden el nombre del grupo: El Tricicle. En 1981 sufren su

primera crítica adversa: Que se retiren, rezaba. En1982 presentan a dos empresario de Barcelona en sesión privada su montaje Manicomic y

lo encuentran aburrido. Actúan por primera vez fuera de Cataluña. Fue en Zaragoza y su cachet era de 30.000 de las antiguas pesetas. En

1983 se produce la primera actuación en el extranjero (Italia). El salto a la popularidad viene de la mano de Chicho Ibáñez Serrador, quien

los invita al Un, dos tres, programa en el que presentan el sketch, Soy un truhán, soy un señor. Por primera y única vez convocan un casting

para incorporar una actriz al trío. Después de ver The meaning of life, de Monty Pithon, descartan esa posibilidad.

que se alimenta del cine mudo, el clown, el

mimo y el teatro convencional, produce un

humor sutil, sencillo, desinhibido,

sorprendente, entre lo absurdo y la realidad,

que ha sido el hilo conductor de estas dos

décadas de existencia de la compañía.

Una vez más, el ingenio de Tricicle ha

contradicho a los escépticos, que nunca

confiaron en que algo tan común y ordinario

como una silla, pudiera dar tanto de sí y

convertirse en protagonista de esta

pantomima que dura algo más de una hora

y media. La silla ha sido y es un objeto

indispensable en el recorrido vital del ser

humano. Desde su descubrimiento,

suponemos en una época prehistórica plagada

de fenómenos naturales y animales hoy en

extinción, ha acompañado al hombre en la

mayoría de actividades que realiza.

Espectadora de privilegio en equitativos

tratados de paz, suculentos ágapes, agradables

charlas, espectáculos divertidísimos, duras

sentencias, largas esperas y apasionados

amoríos; la silla permite a Tricicle mantener

un ritmo vertiginoso en el que el vestuario

se transforma en medio de una estética

escénica muy actual y vanguardista. En Sit,

Tricicle proyecta la trayectoria de la silla desde

la Edad de Piedra hasta la actualidad,

recorriendo sobre el escenario gracias a una

voz en off y a un vídeo que utiliza técnicas

de combinar imágenes reales con personajes

ficticios, la historia misma que vincula a la

humanidad con este insulso, pero práctico

utensilio.

SIT

tricicle

Precios en euros

Patio de butacas

1er Anfiteatro bajo y alto

2¼ Anfiteatro

20

17

12

PRECIO UNICO SIN DESCUENTOS

22, 23 y 24 de junio (20:30 h.)

Precios en euros

Patio de butacas

1er Anfiteatro bajo y alto

2¼ Anfiteatro

24

21

15

25 (20:30 h), 26 (19:30 h. y 22:30 h.)

y 27 de junio (18:00 h.)

Nuestro deseo era partir de una situación

diferente a la planteada en espectáculos como

Slastic, Exit o Entretrés, y fue cuando se nos

ocurrió explotar las posibilidades de la silla,

porque es un elemento muy común al universo

humano, con el que ha caminado desde el

comienzo de los tiempos. Para explicar el

montaje nos hemos inventado a los Chairwood,

que son los descubridores de la silla. Se supone

que son herederos de esos primeros homínidos

que pasaron de estar sentados de culo y en el

suelo a sentarse sobre un tronco o sobre una

piedra. Son los que crearon el primer asiento.

A partir de aquí esta familia va inventando

los diferentes tipos de silla y los ingenios que,

además, son claves para el desarrollo de la

humanidad. Se dice con frecuencia que pasamos

un tercio de nuestra vida durmiendo, pero

tampoco hay que olvidar que dos tercios de

nuestra vida transcurren sentados o

dirigiéndonos hacia una silla. Desde su

descubrimiento ha acompañado al hombre

en la mayoría de actividades que realiza.

Muchas y muy distintas sillas han pasado por

el casting para este montaje. Hemos diseñado

una especialmente para el espectáculo. Una

que cumple muchas funciones. Y hasta hemos

inventado algún modelo nuevo. Precisamente

en este espectáculo lo que tratamos de poner

en evidencia, es la gran importancia que tiene

la silla en la sociedad.

Sofá de tres cuerpos.

Tiene muchos niveles de lectura: desde la sutileza

que advierte un tipo muy concreto de público,

a la evidencia que pueden pillar hasta los niños.

Ésta es una de las razones por las que tenemos

un amplio espectro de seguidores de todas las

edades y sensibilidades. No explotamos sobre

el escenario referencias temporales; trabajamos

mucho con la sorpresa e intentamos la máxima

llevada al extremo de cualquier espectáculo,

que es no aburrir. El humor lo seguimos

canalizando a través del gag, elemento

indispensable en nuestro trabajo. El gag rompe

la lógica de la situación en su momento justo,

como un tempo musical, para producir un

hecho sorprendente e irreal que provoca la

comicidad. A veces decimos que la media de

risas es cada diez segundos, pero igual es menos.

La risa es la manifestación de una emoción,

uno de los estados más cercanos a la felicidad...

sin desnudarse, según Woody Allen.

El teatro está pasando una verdadera crisis

por falta de montajes que conecten con el

público, y debido a esto, asistimos a la eclosión

de los grandes musicales y producciones,

rentabilizados a través de devoradoras

campañas de marketing y promoción. Una

posible solución: una ley del teatro nacional

parecida a la impulsada con nuestro cine, que

permita iniciativas y medidas de apoyo al teatro

con ayudas a la producción. Hay que potenciar

más a los autores españoles.

Es una costumbre que copiamos de un payaso

que se llama Jango Edwards y nos acerca al

público, podemos ver su reacción sincera y a

nosotros nos hace bajar la adrenalina

lentamente.

Tricicle huye de la estridencia para ganarse la sonrisa del pœblico. Irrumpieron en el a–o 1979 y desde entonces esta

factor’a del humor inteligente ha diversificado su propuesta teatral. La propia inercia creativa los ha llevado a trabajar

otros registros como el cine, la televisi—n, la publicidad, la radio, la producci—n de espect‡culos, guiones de series

televisivas, direcciones escŽnicas. Sit es el nombre de su œltimo montaje, una obra que explota las ins—litas posibilidades

de uno de los objetos cotidianos sobre los que se han deliberado algunas de las m‡s trascendentales decisiones que han

afectado a la humanidad: la silla. En esta entrevista nos aclaran algunas claves de su nueva entrega.

TRICICLE:

ENTREVISTA

SIT es una obra fresca que contiene la vanguardia y retaguardia del grupo

La novela escrita por el irlandés Oscar Wilde

en 1890, El retrato de Dorian Gray, descansa

su argumento alrededor de los temas de la

identidad, el doble y la eterna juventud, a

partir de una historia centrada en el retrato

que del joven y espléndido Gray pinta el

artista amante de la pureza Basilio Hallward.

Adaptada por el filósofo donostiarra Fernando

Savater, y dirigida por María Ruiz, la versión

teatral de la novela que llega al Teatro Cuyás,

está protagonizada por el actor Eloy Azorín,

que debuta en la escena teatral española

encarnando a Dorian Gray.

Además, en el montaje que cuenta con

escenografía de Alfonso Barajas, figuran

también los actores José Luis Pellicena, Juan

Carlos Naya, Manuel Aguilar, Esperanza

Alonso, David Areu, Lola Cordón, Daniel

Ortiz, Pilar San José y Abigail Tomey.

En la obra de Wilde, el protagonista de la

misma, se dedica a apurar y convertir su

vida en una pasión absoluta, ajeno a cualquier

moral, inalterablemente joven e inocente,

mientras su retrato envejece y recibe el

desgaste de la disipación y los estragos del

tiempo en algún secreto rincón de su

mansión, como metáfora de la hipocresía

de la sociedad victoriana de la época. Cuando

Dorian Gray, al final del relato, decide destruir

su horrenda imagen, morirá quedando su

hermosura en el lienzo y todo el espanto

del retrato en su cuerpo deforme y avejentado.

Hasta que se fijaron en las sortijas que llevaba

no pudieron identificarle, concluye.

Los personajes centrales de la obra que dirige

María Ruiz son Basilio Hallward, el pintor

que retrata a Gray entregado con ardor a su

misión creativa y enamorado de la belleza.

Lord Henry Wottom, representa al Wilde

mundano. El artista que moldea con su propia

vida. Es el dandi brillante y cínico en una

sociedad elegante, que se arriesga al placer

mórbido de la doble vida. Y finalmente, el

propio Dorian Gray, que representa el joven

lord arrogante, despótico y bello que a Oscar

Wilde le hubiese gustado ser.

Salvo en algunas acciones dramáticas y

algunas referencias concretas, María Ruiz

ha seguido fielmente el pulso de la novela,

que alude al triunfo del arte como artificio

frente a la naturaleza, la búsqueda de nuevas

sensaciones, mientras el tedio de quien siente

el vacío de la inacción atenaza continuamente

al protagonista. En El retrato de Dorian Gray,

como apunta el poeta Luis Antonio de Villena

en su volumen Wilde total: el arte triunfa,

como una refinada y malvada belleza que se

sabe destinada a la muerte.

.

EL RETRATO DE DORIAN GRAY

UN HOMBRE SE SOMETE AL IDEAL DE LA ETERNA JUVENTUD

EL RETRATO DE DORIAN GRAY

De Oscar Wilde

Direcci—n: Mar’a Ruiz

Con Eloy Azor’n, JosŽ Luis Pellicena y

Juan Carlos Naya

D’as 2, 3 y 4 de julio (20.30 h.)

Precios en euros

Patio de butacas

1er Anfiteatro bajo

1er Anfiteatro alto

2¼ Anfiteatro

Inicial

17

14

12

10

T. Verde

14

11

10

8

T. Azul

12

10

8

7

T. Blanca

8.50

7

6

5

La directora María Ruiz se ha enfrentado a

la obra de buena parte de los autores más

emblemáticos y significativos de la cultura

universal: desde Bernard Shaw a Lope de

Vega, pasando por Harold Pinter, David

Mamet, Friedrich Schiller o Henrik Ibsen.

Este Wilde se suma ahora a esa extensa lista,

en la que destacan las repetidas colaboraciones

con el filósofo y ensayista Fernando Savater,

autor de la adaptación de El retrato de Dorian

Gray.

Para Ruiz, este texto tiene varios conceptos

fundamentales. En primer lugar es una novela

que pertenece al género de la literatura

fantástica y es una novela de crímenes y, por

lo tanto, está sujeta a las claves del misterio.

Pero sobre todo, en ella Oscar Wilde expresa

su punto de vista peculiar y paradójico sobre

la realidad. La directora, que trata de poner

de relieve dichos elementos conceptuales

sobre una puesta en escena sencilla y abstracta

diseñada por Alfonso Barajas en distintos

niveles, explica que se planteó durante mucho

tiempo cómo formular en escena la

transformación del retrato de Dorian Gray.

A través de un sistema de retroproyecciones

el público podrá admirar los detalles de ese

mítico cuadro, añade Ruiz.

Según María Ruiz, Dorian Gray es un arquetipo

de la literatura universal y todo el mundo

más o menos conoce el argumento de esta obra:

la idea del retrato que envejece mientras su

modelo se mantiene joven, enlaza con nuestras

aspiraciones y deseos de eterna juventud e

inocencia, es un referente de nuestra cultura.

Ésta es la versión moderna del mito de Fausto.

Para la directora, dichos elementos conectan

esta obra de Wilde con la contemporaneidad,

pero también con la tradición vigente: Una

obra se convierte en un clásico cuando

permanece en el subconsciente colectivo con

temas como el paso del tiempo, el

envejecimiento, la negación de la muerte...

referencias muy presentes en El retrato de

Dorian Gray. Como apunta Lord Henry

Wottom, la muerte es la única institución

antigua que no hemos podido abolir.

Recalca María Ruiz que la literatura y el mundo

de Oscar Wilde está dotado de un particular

sedimento irónico, lo que casi permite concluir

al cabo de tanto tiempo que todo su ingenio

tiene la ventaja de ser cierto, aunque sea

planteado desde su personal y polémico punto

de vista. Wilde será para siempre.

María Ruiz, que ha llevado a la escena varias

de las obras escritas por Fernando Savater

desde que en 1983 debutara como directora

con Vente a Sinapia, advierte que el escritor

donostiarra ha planteado una ejemplar

adaptación de El retrato de Dorian Gray. Ha

sido capaz de plantear una conexión muy

potente entre su punto de vista y el de Wilde.

La novela es muy dialogada y Fernando Savater

ha sido muy fiel a ella. Salvo en algunas acciones

dramáticas y algunas situaciones muy locales,

la idea ha sido mantenernos muy fieles a Wilde.

Según Ruiz, la obra es inicialmente muy verbal,

para luego evolucionar hacia un formalismo

gótico lleno de suspense e intriga.

ENTREVISTA

MARÍA RUIZ:

ENTREVISTA

ELOY AZORÍN:

Eloy Azorín sólo se había enfrentado a las

claves y registros del teatro durante su paso

por la Escuela de Arte Dramático de Madrid,

en donde entró interpretando un monólogo

de su padre, el humorista Eloy Arenas. Esta

etapa profesional es importante para mí por

el reto que supone asumir como protagonista

principal los múltiples registros de un personaje

tan poliédrico como el creado por Oscar Wilde.

Está tan bien construido, que es muy fácil

destruirlo si no eres capaz de estar a la altura

de su dimensión, señala el actor, que confiesa

que fue María Ruiz quien lo motivó y

convenció finalmente para que aceptara este

papel. El cine no tiene nada que ver con los

registros del teatro, en donde te encuentras

desnudo ante el público, solo contigo mismo y

con el texto como intérprete, dice. Salvando

esa lógica seriedad de su trabajo, este papel

no es otra cosa que un personaje más de una

obra de teatro. Cualquier cosa en la vida es

mucho más importante que esto, dice Azorín.

A sus compañeros de reparto, Pellicena y

Naya, los define como dos tótems de la escena

española que desconocía. Me han ayudado

mucho para que esa especie de triángulo

amoroso que formamos en la obra funcione

sin fisuras. Según Eloy Azorín, en El retrato

de Dorian Gray, hay pocas escenas que no

sean importantes y fascinantes. No hay

desperdicio en la adaptación que ha realizado

Fernando Savater y, posiblemente, cualquier

elemento que suprimiéramos repercutiría en

la función. Wilde nos anima a aprovechar el

instante, a vivir nuestros momentos, aunque

ésta sea una obra que va precisamente contra

los mensajes. Nos dice, por ejemplo, que lo

mejor de la tentación es caer en ella.

Será su primer gran papel sobre un escenario

teatral. El actor madrileño nacido hace 27

años Eloy Azorín, interpreta al joven Dorian

Gray en esta producción que dirige María

Ruiz. Su carrera ha sido fulgurante en el cine

español desde que rodó en 1995, precisamente

en Las Palmas de Gran Canaria a las órdenes

de Miguel Hermoso, Como un relámpago.

Desde entonces su proyección ha estado

vinculada a distintos títulos de largometrajes,

entre los que destacan sus papeles en Todo

sobre mi madre, de Almodóvar; Guerreros,

de Daniel Calparsoro, y Juana la Loca, de

Vicente Aranda.

Confiesa que sólo había leído de Oscar Wilde

su única gran novela, El retrato de Dorian

Gray, uno de los mejores textos que han caído

en mis manos. En él se proponen infinidad de

verdades sobre la vida sin que apenas lo percibas.

Está lleno de sensualidad y sexualidad, horror,

cinismo, ironía... pero nada es explícito en

sus líneas. Nada es nunca lo que estamos

diciendo sino lo que queremos decir. A juicio

del actor, en este concepto radica la

modernidad de este texto de Wilde, que tuvo

que ser considerado en la época del

Romanticismo un auténtico avanzado. Todo

lo que nos propone en este retrato tiene una

vigencia insultante y sorprendente.

Nacido en Dublín en 1854, se formó en la

universidad de esta ciudad y en la de Oxford,

donde pronto comenzó a ser famoso por su

inteligencia e ingenio. Instalado en Londres

y en París, viajó en varias ocasiones por Italia,

Grecia y el norte de África. Su brillantez y

capacidad de expresión le llevó a cultivar

varios géneros, dando muestra en todos ellos

de una extraordinaria calidad y capacidad

creativa. Así, compuso poemas, obras

dramáticas, novelas, ensayos e incluso crítica

literaria. También dictó una serie de

conferencias en Estados Unidos sobre el

escepticismo (1882). Continuando la línea

iniciada por Baudelaire, elaboró una teoría

estética que propugnaba el arte por el arte,

lo que le puso al frente del movimiento

esteticista.

En 1884 contrajo matrimonio con Constance

Lloyd, unión de corta duración pero de la

que nacerán dos hijos. En 1891 publicó dos

de sus novelas más famosas, El retrato

deDorian Grey y El crimen de Lord Arthur

Saville. Sus obras son celebradas por la

aristocracia inglesa, que le convierte en un

ídolo y un modelo a seguir por su brillantez,

ingenio y elegancia. Los círculos aristocráticos

en que se desenvuelve los refleja a la perfección

en cuatro comedias: El abanico de Lady

Windermere (1892), Una mujer sin

importancia (1893), Un marido ideal (1895)

y La importancia de llamarse Ernesto (1895).

Ídolo de la nobleza, su amistad con Lord

Alfred Douglas está en el origen de su caída

en desgracia. Ésta se produce en 1895, cuando

es acusado de homosexualidad, recayendo

sobre él una condena de dos años de trabajos

forzados. Durante su estancia en prisión,

escribió el largo poema De profundis (1905)

y Balada de la cárcel de Reading (1898), en

los que realiza un ejercicio de introspección

y da muestras de su excelente hacer en el

género poético.

Tras salir de prisión, busca refugio en Francia,

solo y sin apenas medios para sobrevivir.

En 1900, después de tres años de abandono,

se producirá su muerte en París. Wilde destaca

tanto por su calidad literaria como por su

vida transgresora, más en una época y lugar

caracterizados por la más estricta moralidad

y culto a la apariencia y las buenas costumbres.

Su proceso sirvió de piedra de toque para

medir la capacidad de la sociedad inglesa

para adaptarse a los cambios. Literariamente,

sus piezas albergan un estilo brillante, de

alta calidad estética y formal y una temática

novedosa. El retrato de sus personajes y de

la sociedad está hecho con certera precisión,

mostrándose a veces implacable. Otras obras

suyas son La duquesa de Padua, El ruiseñor

y la rosa, o una ingente producción de

artículos periodísticos que vieron la luz tanto

en Europa como en Estados Unidos, entre

los que merece la pena destacar Los modelos

en Londres, Impresiones de Yanquilandia o

La invasión americana.

OSCAR WILDE:

Como viene siendo habitual en las clausuras

de las sucesivas temporadas que ha venido

impulsando el Teatro Cuyás desde su

constitución, una gran compañía europea

de danza será la encargada en la recta final

de esta campaña 2003-2004 que concluye,

de proporcionar a los amantes y seguidores

del baile tres inolvidables veladas. El Ballet

Estatal de la Ópera de Viena que dirige Renato

Zanella, ofrecerá dos programas distintos

durante la única actuación prevista en el

territorio español que protagonizará esta

célebre formación que posee una tradición

de más de tres siglos.

Su creación data del siglo XVII y, desde 1622

- hace ya más de 380 años –, el mencionado

ballet forma parte de las representaciones

en la corte vienesa del Emperador Ferdinand

II. Es a partir de entonces cuando la compañía

toma un importante auge y comienza, en el

siglo XVIII, a representar en los escenarios

públicos sus variadas coreografías. En 1740,

Franz Hilverding determina el curso que

tomaría la danza en Viena, logrando liberar

el ballet de las limitaciones impuestas por la

ópera. Siguiendo la línea de su maestro,

Gasparo Angiolini, crearía Don Juan, la

primera gran coreografía en este nuevo género

de las artes escénicas con música de Christoph

Gluck. Más tarde, el francés Jean Georges

Noverre, permitió al Viennese Ballet

Ensemble, convertirse en la Compañía más

importante de aquella época.

El ballet con grandes escenografías, que se

puso de moda a partir de 1850, obligó a la

creación en 1869, de la Real Casa de Ópera,

hoy denominada Ópera Estatal de Viena.

Durante los años siguientes fue Paul Taglioni

quien marcó las pautas de las coreografías

vienesas, que continuará Josef Hassreiter

en1890. Tras la dirección de Gustav Mahler,

Erika Hanka, logra dotar a la compañía de

una personalidad propia, aunando con éxito

el estilo clásico con la estética de esa época.

En la década de los 60 del pasado siglo los

grandes acontecimientos de la década fueron

las puestas en escena de El Lago de los Cisnes

(1964) y Don Quijote (1966), interpretadas

por Rudolf Nureyev.

Entre 1976 y 1990 se hizo cargo de la

Dirección del Ballet, Gerhard Brunner, quien

incorporó al repertorio de la compañía obras

emblemáticas del neoclasicismo y coreografías

seleccionadas de la era Diaghilev, además

de creaciones de Hans van Manen, John

Neumeier y Jirí Kylián.

Desde la temporada 1995/96, el Ballet Estatal

de la Ópera de Viena está dirigido por Renato

Zanella, un coreógrafo de origen italiano

proveniente del Stuttgart Ballet, quien en

poco tiempo ha entrado a formar parte de

la élite de los creadores de grandes ballets

europeos. Desde su primera temporada como

director, en la que estrena un espectáculo

dedicado íntegramente a Igor Stravinsky,

compuesto por los ballets Symphony,

Movements y Sacre, hasta la más reciente,

Zanella no ha cesado de crear coreografías

y reestrenar ballets clásicos de George

Balanchine, Rudolf Nureyev, Vladimir

Malakhov, Van Manen, Jiri Kylián, William

Forsythe o Patrick Delcroix. En la presente

temporada, la compañía ha producido As

you like it (John Neumeier) y nuevos trabajos

suyos. Bajo su dirección, El Ballet Estatal de

la Ópera de Viena, tan rico en tradición, ha

entrado en una nueva etapa de gran actividad

creativa.

Precios en euros

Patio de butacas

1er Anfiteatro bajo

1er Anfiteatro alto

2¼ Anfiteatro

36

30

25

20

PRECIO UNICO SIN DESCUENTOS

Tras el impacto que supuso en 1959 la

retransmisión televisiva del que

probablemente es el acontecimiento musical

más popular del mundo, la presencia virtual

del Ballet Estatal de la Ópera de Viena en el

Concierto de Año Nuevo se ha hecho

imprescindible. Cada primero de enero, la

compañía dirigida por Renato Zanella aporta

el contrapunto visual a las grandes páginas

que la Orquesta Filarmónica de Viena ofrece

del repertorio de la familia Strauss y sus

contemporáneos. Esta presencia varía cada

año con la colaboración de grandes

coreógrafos invitados, como Boris Eifman,

y de primeros bailarines de las más

importantes compañías del mundo, como

el Bolshoi o el American Ballet.

Una selección de ese bello repertorio será lo

que el público del Teatro Cuyás tendrá

oportunidad de degustar los próximos días

9, 10 y 11 de julio. Se trata de la coreografía

titulada Alles Walzer, que ocupará la segunda

parte de las tres funciones, en la que la

compañía vienesa bailará valses de

Joseph y Johann Strauss hijo, así como el

adagietto de quien fue director artístico de

la entonces denominada Ópera Imperial,

Gustav Mahler.

El primer Concierto de Año Nuevo en Viena

tuvo lugar el 1 de enero de 1941. Al primer

director, Clemens Krauss, le sucedieron Josef

Krips (13 ediciones) y Willi Boskovsky,

concertino de la Orquesta Filarmónica, que

lo dirigió en 25 ocasiones, desde 1955 hasta

1979. Tras la muerte de Boskovsky, la

Orquesta Filarmónica de Viena invitó al gran

violinista y director Lorin Maazel, que fue

el responsable hasta 1986, año en que los

músicos deciden cambiar de director cada

año, ofreciendo variedad de matices en la

interpretación musical e inaugurando una

nueva era en la historia del concierto. Esta

nueva modalidad se inició con la inolvidable

matinée de Herbert von Karajan de 1987,

completando la lista Claudio Abbado, Carlos

Kleiber, Zubin Mehta, Riccardo Muti,

Nikolaus Harnoncourt y Seiji Ozawa.

Perfil profesional del director del Ballet Estatal de la

îpera de Viena, core—grafo principal y director de la

Escuela del citado ballet austriaco

El italiano Renato Zanella, nacido hace 42

años en Verona (Italia), donde comenzó su

formación en la danza clásica, concluyó en

Cannes (Francia) su preparación artística

en el Centre de Danse International Rosella

Hightower. En 1982 ingresa en el Ballet de

Heinz Spoerli, en Basilea (Suiza), y tres años

más tarde pasa a formar parte del Stuttgart

Ballet, compañía en la que fue nombrado

coreógrafo en 1993 por su directora, Marcia

Haydée.

A petición de Ioan Holender, director de la

Ópera Estatal de Viena, Renato Zanella es

nombrado, en 1995, responsable del Ballet

y coreógrafo principal de dicha casa de ópera.

Desde el año 2001, Zanella ejerce asimismo

como director artístico de la Escuela de Ballet

de la Ópera Estatal de Viena.

Su primera coreografía, Stati d’Animo, con

música de Igor Stravinsky, data de 1991, y

fue concebida para el Sttutgart Ballet. Su

debut como coreógrafo en la Ópera de Viena

se produce tres años más tarde con la

coreografía concebida para el Ballet de la

Ópera Estatal de Viena, La Chambre, con

música de Kevin Volans. Desde entonces ha

creado más de 50 títulos, entre los que cabe

mencionar Stravinsky Evening, Movement

and Sacre (1996), Alles Walzer de Johann

Strauss II, Josef Strauss y Gustav Mahler

(1997), Bolero de Maurice Ravel (1998) ,

Beethoven Opus 73 de Ludwig van Beethoven

(2000) y sus versiones de La Cenicienta de

Johann Strauss II, Cascanueces de Piotr I.

Tchaikovsky (2000) y Espartaco de Aram

Khachaturian (2002).

Como coreógrafo invitado, Renato Zanella

ha creado obras para los Ballets de Monte-

Carlo y el Ballet de la Deutsche Oper de

Berlín. Entre las compañías que incluyen

coreografías suyas en su repertorio podemos

mencionar al Royal Swedish Ballet,

Hungarian National Ballet, Ballet du Rhin,

Introdans, Teatro San Carlo de Nápoles y el

Croatian National Ballet.

Zanella ha recibido numerosos premios entre

los que caben mencionar el Best Artistic

Leader (2001) y el Premio Internazionale

Gino Tani (Roma, 2000). En 2001 tuvo el

honor de recibir la Distinción Especial de

Austria a las Artes y las Ciencias.

El Ballet imprescindible del Concierto de Año Nuevo

THEME AND VARIATIONS

Theme and Variations fue estrenada el día

26 de Noviembre de 1947 por el American

Ballet Theatre, en Nueva York. Esta coreografía

de un solo acto, sin un argumento concreto,

fue creada por George Balanchine a partir

de los tres primeros movimientos de la Suite

para Orquesta nº 3 de Piotr I. Tchaikovsky.

La representación de Theme and Variations

es la contribución del Ballet Estatal de la

Ópera de Viena a la celebración mundial de

los 100 años del nacimiento de George

Balanchine. Esta coreografía se presenta

gracias al permiso especial del George

Balanchine Trust y su puesta en escena sigue

fielmente los modelos establecidos en el

Balanchine Style y el Balanchine Technique

Service, facilitados por el Balanchine Trust.

El vestuario que lucirán los bailarines en

esta pieza que tiene 22 minutos de duración,

ha sido diseñado por Christian Lacroix.

El Lago de los Cisnes de Tchaikovsky, fue

estrenada el 8 de Febrero de 1895, en el Teatro

Mariinsky, de San Petersburgo. En el grand

pas de deux del Acto III, más conocido con

el título de El Cisne Negro, Odile aparece en

forma de cisne negro, fiel reflejo del cisne

blanco que representa a la princesa Odette.

Odile seduce al príncipe Sigfried y de esta

manera rompe su promesa de que él nunca

sería infiel a Odette. La coreografía, de Marius

Petipa, cuenta con diseño de vestuario de

Jordi Toig y tiene una duración de ocho

minutos.

Raimonda fue puesta en escena por primera

vez el 19 de Enero de 1898, en una producción

del Mariinsky Theatre de San Petersburgo.

Fue creada por el coreógrafo francés Marius

Petipa, sobre libreto de Lydia Pashkova y

música de Alexander Glazunov. El Grand

Pas Classique constituye el acto final y es

quizás la parte más espectacular, marcando

el clímax de esta obra maestra del ballet

romántico.

En el Grand Pas, bailado en honor del Rey

de Hungría, Petipa conjunta elementos

característicos de la escuela de danza clásica

con otros propios de las danzas húngaras.

Alexander Glazunov, al igual que Tchaikovsky,

principal compositor de música de ballet en

aquellos tiempos, constituye el complemento

musical ideal para este último período creativo

de Petipa. Con diseño en los vestuarios de

Nicholas Georgiadis, la duración de

Raimonda es de 30 minutos.

UN PROGRAMA DOBLE

El Corsario, de Ricardo Drigo fue estrenada

en 1856, en el Teatro de la Opera de París,

con coreografía de Joseph Mazilier y música

de Adolphe Adam.

Este ballet está basado en un poema de Lord

Byron, The Corsair. La trama del mismo se

centra en Medora, una joven griega vendida

como esclava y el pirata Conrad que la salva

milagrosamente de un naufragio. En 1899,

Marius Petipa, rehizo totalmente la

coreografía, con música de Ricardo Drigo.

A partir de ésta, Alexander Tchekrygin y

luego Vakhtang Chabukiani la convierten

en un pas de deux para Medora y el esclavo

hindú, alcanzando un éxito increíble. Esta

coreografía tiene diez minutos de duración.

EL LAGO DE LOS CISNES

Pas de Deux del Tercer Acto

RAIMONDA

Grand Pas Classique del Tercer Acto

EL CORSARIO

Pas de Deux

ALLES WALZER

Alles Walzer fue estrenada el día 18 de Marzo

de 1997 por el Ballet Estatal de la Ópera de

Viena, con música de los hermanos Strauss

y Mahler. Según Renato Zanella, esta pieza

está dotada de movimientos giratorios que

nos elevan a otros estadios. Nos excitan la

imaginación, prestándole alas para volar, las

mismas alas que han prestado a los vieneses,

a los austríacos desde hace siglos, y aún hoy

siguen haciéndolo. Los coreógrafos también

entramos en la magia de estos movimientos,

incluso los que se sienten totalmente dedicados

al aquí y ahora son seducidos para que se

entreguen a ellos, a saborearlos al máximo, y

el vals les inspira para experimentar con una

nueva creatividad. El diseño del vestuario es

de Jordi Roig y la pieza dura unos 45 minutos.

Johann Strauss II

Un ballo in maschera. Quadrille, Op. 272

Johann Strauss II

Eljen a Magyar! . Schnell-Polka, Op. 332

Johann Strauss II y Josef Strauss

Pizzicato-Polka

Johann Strauss II - Künstler Leben

Vals, Op. 316

Johann Strauss II

Perpetuum mobile. Divertimento, Op. 257

Johann Strauss II

Bauern Polka (Francaise), Op. 276

Johann Strauss II

Leichtes Blut. Polka, Op. 319

Johann Strauss II

Frühlingsstimmen. Vals, Op. 410

Gustav Mahler

Adagietto de la Sinfonía Nº 5

Mestisay, el dúo integrado por Manuel

González y Olga Cerpa, cierra la temporada

2003-2004 en el Teatro Cuyás con un cuidado

espectáculo musical dedicado al poeta e

intelectual Pedro Lezcano (Madrid, 1920-

Las Palmas de Gran Canaria, 2002) que, a

modo de homenaje musical, se divide en

dos partes. Una primera denominada Poeta

en la isla, en la que el grupo ofrece al público

un recorrido por la poesía de Lezcano y su

periplo vital, que abarca buena parte del siglo

XX; y otra segunda, en la que se interpretará

la versión sinfónica, después de veinte años

de su estreno, de la cantata popular Romance

del Corredera, con textos del propio poeta.

El montaje de Mestisay contará con la

participación de distinguidos actores

españoles como Carlos Hipólito, Santiago

Ramos, José Manuel Cervino y Silvia Munt,

todos ellos vinculados a Canarias por distintas

razones personales y profesionales, quienes

recitarán los distintos textos poéticos

seleccionados en la primera fase del

espectáculo.

Los recitados van acompañados por diez

canciones que dibujan el imaginario estético

y vital de Lezcano. Desde La Vie en Rose, de

Edith Piaf, al tango de Santos Discépolo,

Cambalache, junto a conocidas canciones

sobre textos de Pablo Neruda, Federico García

Lorca o Rafael Alberti como Se equivocó la

paloma, amén de algunas canciones nacidas

del mismo poemario de Lezcano como

Endecha de las dos islas o Mi pequeña María.

Las canciones, que serán interpretadas, bien

en solitario o acompañadas a dúos y tríos,

por los cantantes canarios José Manuel

Ramos, Juan Manuel Padrón y Candelaria

González, todos ellos solistas de la Parranda

de Cantadores y por Olga Cerpa, de Mestisay,

constituyen la base del mencionado

espectáculo. Además, contará con el concurso

de una banda de seis instrumentistas entre

los que destacan el timplista José Antonio

Ramos y el pianista Alejandro Monroy.

También participan en esta primera parte

una pareja de tanguistas argentinos y una

bailarina, realizando coreografías sobre

dos de las canciones del programa. Todos

ellos terminan formando parte de una

desnuda escenografía acompañada de

múltiples proyecciones de imágenes

representativas del siglo y de las Islas.

Imágenes de Henri Cartier-Bresson, Frank

Cappa, Francesc Catalá-Roca, Montserrat

Soto, o de fotógrafos anónimos en un collage

fotográfico guionizado por Manuel González

y diseñado por la realizadora canaria Dácil

Manrique.

Después del descanso, se continuará con la

segunda parte del espectáculo, que contendrá

la interpretación en versión sinfónica, después

de veinte años de su estreno, de la cantata

popular Romance del Corredera, con textos

del propio Pedro Lezcano, en esta ocasión,

arreglada desde su versión original y

orquestada por el músico y compositor

tinerfeño Héctor González, codirector de

Los Sabandeños, que ha acentuado los

aspectos más líricos y dramáticos de esta

obra. La interpretación correrá a cargo de la

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, junto

a los coros de la mencionada orquesta. Las

partes solistas serán cantadas por los

intérpretes de la primera parte, mientras

que los bloques recitados de la cantata serán

interpretadas por Manuel González, que

también se encarga del guión y la dirección

escénica del espectáculo. En esta segunda

parte más de cien intérpretes estarán encima

del escenario, bajo la dirección musical del

argentino Roberto Túbaro, para ofrecer una

épica versión musical de la historia de Juan

García El Corredera, un personaje de leyenda

en la sociedad canaria de la posguerra.

Precisamente, esta obra fue estrenada hace

20 años por Mestisay, con el propio Lezcano

como recitador, en el Teatro Pérez Galdós

de Las Palmas de Gran Canaria, con un

extraordinario éxito de público y crítica. La

obra fue representada con similar éxito al

de su estreno en teatros insulares, nacionales

e hispanoamericanos.

POETA EN LA ISLA / ROMANCE DEL CORREDERA

HOMENAJE A PEDRO LEZCANO

POETA EN LA ISLA /

ROMANCE DEL CORREDERA

Mestisay

Con la participaci—n de Silvia Munt,

Carlos Hip—lito, Santiago Ramos

y JosŽ Manuel Cervino

Orquesta Filarm—nica de Gran Canaria

y Coro de la OFGC

D’as 16 y 17 de julio (20.30 h.)

Precios en euros

Patio de butacas

1er Anfiteatro bajo

1er Anfiteatro alto

2¼ Anfiteatro

Inicial

18

15

13

11

T. Verde

15

12

11

9

T. Azul

13

11

9

8

T. Blanca

9

7,50

6,50

5,50

MANUEL GONZÁLEZ:

ENTREVISTA

Los canarios solemos ser

insolentemente desmemoriados con

aquellos que han contribuido con su

pulso vital y humano a engrandecer la

historia domŽstica de Canarias. ÀEste

homenaje pretende saldar una deuda

con Lezcano?

No, creo que Pedro fue una excepción que

confirma la regla. Fue doctor honoris causa y

Premio Canarias, tiene hasta colegios a su

nombre… Era, y se lo demostraban, querido

por la gente. Todo eso ocurrió, afortunadamente,

cuando estaba en vida. En todo caso, es una

especie de celebración cívica que no se pudo

celebrar cuando falleció por el deseo expreso

de su viuda de despedirlo en la intimidad.

Desde la anterior etapa del consejero de Cultura

del Cabildo, Gonzalo Angulo, se empieza a

diseñar esta propuesta, siendo finalmente su

actual presidente, José Manuel Soria, quien

impulsó esta producción definitivamente

mostrando un excelente grado de colaboración

y predisposición. A Lezcano no le hace falta

que nosot ros le reivindiquemos,

afortunadamente. Tampoco su recuerdo es de

nuestra única y exclusiva propiedad. Pertenece

a muchos, a todos los que se sintieran amigos

de él, aunque no lo conocieran. Para esa gente

está hecho este homenaje en clave musical,

que no pretende ser una cosa convencional.

ÀSu trayectoria ejemplar sigue siendo

posible en los tiempos que corren?

Creo que es muy difícil que un hombre, en los

tiempos y los valores que manejamos, se

conserve lejos de las tentaciones del poder, del

tener… Pero surgen algunos de generación en

generación. Quizás su mayor éxito es que saben

reconocerse en su fragilidad. Ése es el secreto

de su santidad.

ÀCu‡l fue a su juicio la mayor aportaci—n

que Lezcano formul— alrededor del

imaginario de Canarias, de su

construcci—n como regi—n?

Su propio ejemplo personal, su compromiso

con la época que le tocó vivir. Su discurso en

la Universidad fue un aldabonazo en las

conciencias. También en la suya propia. Hay

mucho de autocrítica en ese documento,

aunque, como siempre, se quiso matar al

mensajero para no encontrarse con el mensaje.

ÀDe quŽ manera su pulso y p‡lpito

literario se imbrica en la propuesta y

postulados estŽticos y art’sticos de

Mestisay?

Lezcano fue un poeta a ratos; el mismo lo

reconocía. Tenía curiosidad por muchas cosas

y una más de ellas era la literatura. Pertenece

a un mundo estético, quizás lejano al nuestro

vitalmente, que nace en otro tiempo, de cafés

y tertulias. Si queda algo de su poesía en el

futuro, posiblemente no será la social, más

inmediata. Pero él era un constructor de

puentes generacionales. No se sentía incómodo

con la gente más joven. Al contrario, le gustaba,

se sentía más vivo.

Muchos aseguran que la cultura canaria

no ha sabido explotar en la pen’nsula

los referentes y valores innatos de su

legado, su ADN. As’ como se habla de

una mediterraneidad, no se elogia la

atlanticidad, la canariedad o insularidad,

de Canarias.

Casi siempre Canarias ha sido receptora de

cultura; casi nunca, exportadora. Y cuando

hemos exportado, ha sido por el esfuerzo de

sus individualidades. Los casos más evidentes:

Galdós, Millares y Kraus. Ser frontera puede

ser una ventaja o una desgracia. Depende de

nosotros como sociedad posicionarnos en uno

u otro lugar. Y seguimos sin hacerlo.

ÀHacia d—nde cree que avanza la mœsica

de fusi—n o popular que se hace en

Espa–a? ÀHa sucumbido definitivamente

ante el pop? ÀAnte un pœblico cada vez

m‡s influenciado por los envoltorios

sugerentes propiciados por una industria

discogr‡fica cada vez m‡s necesitada

de crear nuevos productos, estilos y

sonidos?

La industria discográfica, tal como la hemos

conocido hasta ahora, está abocada a

desaparecer. Nacerá otra fórmula de

financiación privada de la creación, de su

distribución, de su comercialización y habrá

que adaptarse a ella. Mientras tanto, la música

en directo puede redimirnos. Ahí es donde se

encuentra la clave para crear nuevos públicos

y para desarrollar nuevas músicas.

Lezcano fue un constructor de puentes generacionales

Pedro Lezcano

A María Teresa León, olvidada para la Historia

por la tupida sombra de la obra y la gracia

gaditana de Rafael Alberti, su marido, se le

atribuye una frase que nos parece muy

afortunada. Dice así: Mi Patria son mis amigos.

Por eso no es de extrañar que una parte de

nuestra Patria, cuando empezábamos a darnos

a conocer bajo el nombre de Mestisay en

los ambientes musicales de nuestra isla, se

encuentra ligada para siempre a la puerta

de una imprenta de la capital. A la imprenta

Lezcano fuimos a tocar un día en busca de

un poeta y un romance. Pedro Lezcano

trabajaba allí, en mitad de un ordenado caos,

aún con el rictus y las formas que había

practicado en su modesta clandestinidad

intelectual durante los años del franquismo.

Teníamos entre manos, para una tercera

entrega discográfica, materiales musicales

entresacados del romancero tradicional de

Canarias. Los viejos romances, a los que dimos

la cara B de aquel disco que después

grabaríamos, contaban historias de incestos,

de caballeros, de adulterios. El Romance del

Corredera ocurrió, como quien dice, el otro

día, a pocos kilómetros de donde vivíamos

y aún era recordado en la memoria chica de

las islas. Pedro Lezcano lo había escrito la

misma noche, en el transcurso de vigilia cívica

montada en casa del también poeta Agustín

Millares, coincidiendo con el ajusticiamiento

en garrote vil de Juan García El Corredera,

escondido durante casi dos décadas en el

interior de Gran Canaria de las causas por

las que lo perseguía la justicia militar. Lezcano,

obviamente, no pudo firmar el Romance,

pero inmediatamente comenzó a circular

de forma clandestina y anónima. Su olfato

creativo no le falló: quiso escribir una especie

de romance de pliego – sabiendo que aún

eran del gusto del pueblo llano- ayudando

a elevar a la categoría de mito popular a

Juan García.

El Romance del Corredera, en su versión

literaria original, me parecía demasiado largo.

Había que adaptarlo a un tamaño más

cómodo para la versión musical. De eso

nos encargaríamos Francisco Medina

Lezcano, antiguo miembro del grupo, y yo

mismo. El leiv motiv musical surgió del

conocimiento que tenía de una pequeña obra

para instrumentos de pulso y púa, Mi arrorró

cuyo autor era el veterano laudista Pedro

Vega.

Mario Rodríguez, guitarrista del grupo en

aquellos años, se encargaría de adaptar y

componer algunas melodías que ajustamos

al texto de Lezcano, al que también quise

musicalizar con algunas canciones

tradicionales como La Meda o los cantos de

los Ranchos de Ánimas para la parte del canto

final. Obviamente, y creo que sin que sea

desmerecedor reconocerlo, El Romance del

Corredera es hijo de otras cantatas populares

anteriores a su nacimiento: desde las

Sentencias del Tata Viejo de Quilla Huasi,

hasta la de Santa María de Iquique de

Quilapayún, pasando por la Cantata del

Mencey Loco de Los Sabandeños.

El Romance del Corredera viajó con nosotros

hasta ciudades y teatros insulares,

peninsulares y americanos con éxito parecido

al de su estreno en el Teatro Pérez Galdós.

Creo que Pedro fue muy feliz en aquella

vida nómada y bohemia que le proponíamos

a ratos. Nosotros también porque nos dio

la posibilidad de vivir y aprender de su

bonhomía, de su humanidad, de su

insobornable fe en la posibilidad de construir

un mundo mejor. Veinte años después de

su estreno, el Romance del Corredera se vuelve

a presentar en la ciudad donde nació para

rendir homenaje al poeta y al amigo. Esta

vez con un vestido nuevo, un esmoquin

sinfónico hecho a medida para la Orquesta

y los coros de la Filarmónica de Gran Canaria

por Héctor González, sabio y cumplido

arreglista y orquestador tinerfeño.

Volver veinte años después las páginas del

Romance del Corredera supone sobre todo,

regresar a la Patria, la Patria de los amigos,

donde habitaba y aún habita Pedro Lezcano.

EL ROMANCE DEL CORREDERA:

VEINTE AÑOS DE UN ESTRENO

Pedro Lezcano.

Retrato de M. Millares

FRANCESC ZANETTI

PEDRO LEZCANO,

UNA LECCIÓN DE VIDA

Cabeza Mesada, el pueblo donde Pedro vivió

sus primeros años, debía tener un sol de

justicia y quijotesco. La abuela Petra fue buena

con él, el huérfano de su hija, cuando su

yerno le dejó al vástago para que lo criara

mientras el padre se buscaba la vida en

trabajos de oficina regados con coñac del

barato.

Aún muy niño dejó atrás el humo de los

trenes de la estación de Arganda para

descubrir la Patria que le pertenecería de

por vida. Un golpe de suerte, la herencia de

una tía, trae a Pedro, a su padre y a su hermano

Ricardo a la Isla. Las clases en el instituto

no fueron en balde: tuvo entre sus profesores

a Espinosa, el surrealista canario, y al cura

don Joaquín Artiles, con el alma dividida

entre la fe y una lista de libros prohibidos.

Aunque modesta, la ola de pensamiento de

la Institución Libre de Enseñanza, también

llegó a Canarias. En casa apenas había libros,

pero la biblioteca del Museo Canario le

descubrió el valor de la palabra porque cayó

en sus manos la Antología de Gerardo Diego.

Y a continuación, la guerra. A Pedro lo

movilizaron más tarde, en la última quinta.

Ventura Doreste, uno de sus amigos de

lecturas y vida, también estaba en el mismo

cuartel. Lezcano cavó trincheras interminables

en Arinaga mientras redactaba cartas de amor

para las novias de sus compañeros iletrados.

En La Laguna, a donde fue a estudiar Filosofía,

don Elías Serra, el catedrático, le daba unas

perras para que lo ayudara en la catalogación

de la entonces raquítica biblioteca de la

Universidad. Después regresa a Madrid para

proseguir en una Universidad bien distinta

de La Laguna familiar que había conocido.

Pero quedaba el Gijón, donde la creación

poética se expresaba a través del círculo del

bondadoso García Nieto y los garcilasianos.

Por supuesto, también tenía plaza Cela y el

rubicundo y pelirrojo Fernán-Gómez junto

a otros personajes de la farándula madrileña.

Era visita obligada, a poco que uno escribiera

versos, acercarse hasta Velintonia, donde

Aleixandre mantenía encendida la llama

poética del 27 con un ritual ajeno al silencio

de aquellos días.

La vuelta a Canarias fue obligada por los

sentimientos: el mar y el recuerdo de Carmen

Jaén, el amor de su vida. Vendió el único

recuerdo que le quedaba del pueblo manchego

de su madre; unas tierras donde el trigo era

más antiguo que la presencia del hombre, y

con las ganancias se compró una máquina

de imprimir y tratados técnicos para aprender

lo que no sabía. La imprenta, en la calle de

los Moriscos, era visitada por ilustres

bohemios de la capital como Victor Doreste,

los Millares Sall mayores, Ventura, Felo

Monzón y las féminas de Mujeres en la Isla,

quienes propiciaron encuentros literarios y

de amistad que lo hicieron editor de libros

las más de las veces deficitarios. Antología

Cercada, adelantada a su tiempo por anunciar

una voz nueva, no pasó desapercibida más

allá de las fronteras de la Colonia, pero la

presencia física de la periferia estaba muy

lejos de los reducidos cenáculos literarios

de entonces.

Con Ricardo, juntando los dos las espaldas,

con amigos y familia, funda el Teatro Insular

de Cámara en El Museo Canario. El

compromiso de las letras fue también el de

las ideas. El vate fue compañero de viaje de

los clandestinos comunistas, pero la ortodoxia

del Partido nunca fue de su agrado: cualquier

tipo de fe estuvo siempre lejos de la duda

existencial de Lezcano. Los hermanos

Gallardo, Fernando y otros amigos de tertulia

y vida caen en Sardina. Les quedan años de

pasos repetidos en el patio del penal del

Dueso. Lezcano, vigilado de cerca, ve

secuestrado su poemario Consejo de Paz.

Un tribunal militar se forma para juzgarlo.

El poeta puso sus versos al servicio de la

Transición.

Su voz nunca fue la del político profesional:

para algo era poeta y amigo de sus amigos,

aunque no compartiesen su credo ideológico.

Su camino por los despachos oficiales dejó

un rastro de humanidad. Aprendimos mucho

entonces de su estatura humana. Pedro se

fue pero permanece su lección vital para

todos nosotros y para esa historia de la

literatura de Canarias donde ya está para

siempre.

Un buen recuerdo de infancia, el Circo Cuyás

y las sesiones de cine, con el público

emocionado ante las aventuras en el far-west

americano o las carreras a trompicones de

Tomasín, el cómico de los anchos pantalones

y la cara blanca, enharinada. Vivíamos cerca,

junto al reloj de Triana, y mi hermano mayor

me llevaba de la mano al Cuyás, pues yo

tenía entonces cinco años, en vísperas del

traslado familiar a Vegueta. Era mi primera

película y todavía recuerdo el título, La bala

de bronce.

Don Salvador Cuyás y Prats, un catalán

avecindado en nuestra isla, consignatario

de buques y promotor de diversos negocios

casi siempre arriesgados, hizo construir a

fines del siglo XIX el circo que llevaba su

nombre en el amplio patio que había quedado

tras unos edificios de la calle Viera y Clavijo.

La obra se realizó en madera, según planos

del arquitecto Laureano Arroyo, con una

pista redonda en el centro y alrededor el

espacio de las sillas, los palcos y las gradas

de general.

A un lado estaba el escenario para

espectáculos teatrales, y en tal caso la pista

dedicada a circo ecuestre se convertía en

patio de butacas. Un éxito social y de público

marcó el triunfo de aquel local polivalente

–circo, teatro y luego cine- hasta que a finales

de la primera década del siglo XX, un incendio

convirtió en pavesas el invento de don

Salvador.

El Circo Cuyás debió reconstruirse poco

después y con parecido aspecto a la imagen

original, ya que mis recuerdos infantiles,

cuando he cumplido los noventa años de

edad, evocan de manera precisa el nuevo y

pintoresco recinto con columnas, entramado,

barandas y traviesas de madera pintadas de

blanco, con adornos encarnados; sin duda

fiel reflejo del primitivo edificio que proyectó

Arroyo. Allí tuve ocasión de asistir con mis

padres y hermanos casi siempre y en otras

oportunidades con amigos y compañeros

de colegio, a diversas funciones de varietés,

de circo ecuestre, teatro o revista, cine mudo

y luego hablado, funciones dedicadas a la

magia y al hipnotismo, conciertos musicales

o actuaciones de solistas, y suma y sigue.

En la pista central vi actuar a Trouppe Frediani

y sus célebres equilibristas; a los payasos,

caballos y perros amaestrados, las bailarinas...

También había luchas canarias y peleas de

gallos, antes de construirse el pabellón

exterior. Y en el escenario se sucedían los

espectáculos: las cupletistas y tonadilleras,

el humorista Ramper y su genial surrealismo;

la actriz Rosario Pino y otros grandes actores;

las películas de Mary Pickford, Pamplinas

(Buster Keaton) y la Pandilla, con el negrito

Farina; el largo período de Rafael Arcos y

las hermanas Gómez... Y ya de muchacho,

una tarde de jueves –sin clases en el colegiola

película La casa de la Troya, con las

travesuras del estudiante Pitouto en Santiago

de Compostela.

Y al paso del tiempo, en vísperas de la

República, la madera deja paso al hormigón

y la arquitectura racionalista de Miguel Martín

Fernández de la Torre brinda a Las Palmas

de Gran Canaria el Cine Cuyás, mientras

Laura la Plante sustituye a Mary Pickford, y

las películas sonoras arrinconan al trío musical

de Prieto, Conchs y Ribó, que amenizaba

los descansos. Había Llegado la hora de El

desfile del amor, de Chevalier, o la juventud

isleña, y se acercaba el Sólo ante el peligro,

de Gary Cooper, con mi incierto porvenir

personal tras la reválida de bachillerato en

La Laguna. La vida, amigos.

CIRCO-TEATRO CUYÁS:

HISTORIA DEL TEATRO CUYAS (IV)

RECUERDOS DE INFANCIA Y JUVENTUD

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