Risco. 1953 TOMÁS GÓMEZ BOSCH Óleo sobre lienzo 54 × 65 cm Adquisición de
la Casa-Museo Tomás Morales 1953 el ya maduro paisajista Tomás Gómez Bosch
exponía en el Salón Dardo de Madrid. Sabemos, según la clasificación de
María Rosa Bordes Benítez1, que en esa exposición figuraron dos obras
dedicadas a uno de los frutales característicos de la cumbre grancanaria,
Almendros verdes y Almendros en flor. Seis años antes, y significativamente
para la obra que nos concierne, Gómez Bosch había expuesto un paisaje
titulado Cañaverales en la ya mencionada galería madrileña. El gusto por
representar las cañas semi-salvajes de las cumbres, en este caso cerca de la
cima de unos riscos, prueba que el pintor tenía una sensibilidad naturalista
que trascendía lo tópico, tentación que también le rondaba. Durante la
década de 1940 Gómez Bosch emprendió la larga serie de Ayacata, una
sucesión de perspectivas y ángulos del rocoso valle. Ayacata aparecería en
su paisajismo hasta la década de 1970, aunque de modo esporádico. A mediados
de los años 40 Gómez Bosch también dirigió su mirada hacia Moya, pintando
el Barranco Oscuro de Corvo en 1944. En la segunda mitad de la década de 1950
y después hasta el final de su praxis profesional serán otros los iconos más
fijos de su paisajismo: el Roque Nublo, especialmente, Tejeda y La Culata. Este
lienzo acusa la lejana huella de Sorolla por la vibrante luminosidad del color
y por la claridad que lo baña. El pintor estructura el paisaje en una gran
diagonal determinante, que engloba roca y vegetación. El segundo plano está
coronado por un peñasco rocoso que se alza sobre las cañas. Éstas se agarran
al parco suelo y se inclinan en el sentido de la diagonal estructurante. En el
trasfondo surge la cima de un risco coronado por solitarios árboles. La
descripción plástica de las hojas de las cañas y de las rocas se basa en
veloces y espontáneos trazos de pincel y espátula. El color responde a una
aguda y certera observación naturalista, que permite fraccionar con gran
detalle los efectos de la luz. Estos datos apoyan la idea de que el cuadro fue
pintado al natural. El verde tierno de las cañas es el único contraste de las
ricas escalas cromáticas del amarillo y del rojo. La composición emana
también un fuerte sentido rítmico que la dinamiza visualmente. 1 Bordes
Benítez, Rosa María. El pintor Tomás Gómez Bosch. Ed. Fundación Mutua
Guanarteme, Las Palmas de Gran Canaria, 1989.