Poemas autógrafos: Círculo de Bellas Artes ESTA EXPOSICIÓN FUE FRUTO de un convenio puntual de colaboración firmado entre el Círculo de Bellas Artes de Madrid y la Casa-Museo Tomás Morales. Se expuso una colección de 105 manuscritos autógrafos de distintos poetas españoles. Según José María Parreño “escribir a mano va camino de convertirse en una ocupación por completa superflua. La poesía lleva ya mucho siéndolo. En estos tiempos pésimos, dicen, para la lírica, y propicios al procesador de textos, una Exposición de Poemas Autógrafos es una colección de esfuerzos inútiles, pero el manuscrito tiene virtudes que los hijos de Gutenberg ignoran. Forma de la forma, ilumina tal vez el contenido, y no por razones grafológicas, que existen sin duda. El manuscrito conserva el temblor y el pulso de su autor, es pues palabra acompañada de gesto. Si el lenguaje es, ya lo sabemos, un equívoco estructurado, la tipografía cristaliza el malentendido. Priva al mensaje de tonos y matices, sirve un texto grafismo como Malraux con los suyos, mucho menos conocidos, y tantos poetas que como por descuido dejan brotar un rostro de su rúbrica, están tratando de ablandar ese muro. De ofrecer un escrito poroso a las dudas y a las interpretaciones. No se trata, por supuesto, de competir con la imprenta, con su legibilidad y su monotonía. Da la impresión, sin embargo, de que para entender verdaderamente algo hubiera que matarlo, como si el estudio ahogara insectos clavados al papel, ya sin vuelo ni siseo que recuerde que tuvieron, noblemente, que ir y venir tanteando, escalando el silencio con patitas mojadas. Por el contrario, en estos manuscritos hay un rescoldo de calor de la creación y de la intimidad del poeta. La caligrafía tiene algo de sismógrafo educado para registrar terremotos muy personales. Estos poemas son, en definitiva, con respecto al texto impreso, como escuchar música en vivo es a escuchar una grabación. Escribe Walter Pater que la más perfecta de las artes es la música porque en ella se funden forma y contenido, y son indisociables. Deberíamos reflexionar hasta qué punto algunos de estos manuscritos no consiguen lo mismo. 110 Papel, colores, letra, se convierten en parte integrante del contenido del poema, no en su envoltura. Es más, la heterogeneidad de las obras, su originalidad, nos hace descubrir en ocasiones, por encima del texto, una completa poética de su autor, una propuesta estética más clarificadora que muchos análisis. Por esta razón hemos desistido de ofrecer, junto al poema, su transcripción impresa. Es cierto que hay poemas más o menos legibles y otros deliberadamente indescifrables, pero permitamos al paciente visitante que se enfrente con uno y con otros por sí mismo, y 111 se lleve, en algún caso —y no es el peor— el recuerdo de un puro paisaje caligráfico. Tal vez así vuelva a tener conciencia de esa magia diaria y olvidada que nos permite, con unos trazos húmedos, cifrar la realidad y combatirla, o ver a través de ellos lo imposible, hecho posible en la imaginación. Hay que aclarar finalmente que esta exposición no pretende ser una antología, ni siquiera caligráfica, de la poesía española. Si toda selección es arbitraria, ésta también ha sido azarosa. Cartas devueltas, promesas verbales de participar luego incumplidas y manuscritos que nunca llegaron a su destino. A pesar de todo, nuestro objetivo, que ofrece una muestra representativa cronológicamente y geográficamente, sí ha sido, creemos, cumplido. La invención de la imprenta será para los hombres de las inminentes culturas electrónicas tan elemental como para nosotros es la del alfabeto. Después de milenios en los que el progreso tecnológico ha tratado de reducir el mundo a la medida del hombre, ahora es él quien se ve obligado a estar a la altura de su tecnología. Y esto nos está provocando una cierta, intensa, específica “tristeza cultural”. Dice Juan Ramón Jiménez que “tristeza menos debilidad es igual a desesperación y tristeza más fuerza es igual a melancolía”. El esfuerzo que ha supuesto esta Exposición de Poemas Autógrafos podría darse por bien empleado si gracias a ella nos hubiéramos vuelto menos desesperados aún a riesgo de ser más melancólicos”. 112