Retrato del rapsoda Antonio Martín Ramos DE LA LARGA Y EXTENSA PRODUCCIÓN retratística de Cirilo Suárez, debemos siempre aislar los retratos privados y vocacionales de las personas de su entorno amistoso y cultural de los retratos oficiales, obligación profesional que condujo al artista a abordar el retroretrato a partir de documentos históricos y versiones antiguas con desigual fortuna. La época dorada del retrato de Suárez se puede fechar entre 1940 y 1955, cuando realiza alguno de sus más penetrantes estudios de personalidad y captación psicológica del personaje. Los dibujos en pequeño o medio formato de estos años nos recuerdan, en las líneas de su sobrio naturalismo, el legado de su padre, Francisco Suárez León, el principal pintor realista de Las Palmas a inicios del siglo XX. Suárez León ya había creado una amplia galería de tipos y personajes, obedeciendo a un desinteresado impulso estético. Este retrato, además de afianzar la mejor imagen de Cirilo Suárez, es doblemente significativo ya que conserva para la posteridad el semblante de Antonio Martín Ramos, el último rapsoda e intérprete lírico de una tradición dramática que no ha vuelto a florecer y que marcó los gustos de la poesía recitada en Las Palmas durante ciento cincuenta años. La carrera rapsódica de Antonio Martín Ramos se afirmó en los primeros años de la década de 1940 y continuó ininterrumpida hasta 1995. Martín recitó, entre muchos otros, a Rafael de León, Federico García Lorca, Rubén Darío y Ramón del Valle-Inclán, además de a poetas canarios que le rindieron homenaje en verso, como fueron Pino Ojeda o Cipriano Acosta. El pintor representa a Martín Ramos de busto, con un perfil de línea enfática que usa para distribuir la luz, concentrada en el lado izquierdo del rostro. La expresión del rapsoda es introspectiva, incluso melancólica, como vislumbrando una próxima recitación. La dedicatoria reza así: “Al compatriota Antonio Martín, exquisito y a veces sublime en el difícil arte del recitado”. Los versos en tus labios cobran alas y se expanden al inmenso azul, vuelan audaces vestidos de tul hacia el horizonte en sueños soñados. Vuelan y vuelan huyendo el contacto de todo aliento terrestre o carnal; vibran alegres si tus labios rien, si tu boca gime, llorando se van. Todo se ausenta siguiendo tus pasos y en tus ondas celestes vemos cruzar ensueños, amores, caricias de hadas que bordan de oro, plata y azahar la senda larga que acortan tus manos abiertas en éxtasis de amor espiritual PINO OJEDA Retrato del rapsoda Antonio Martín Ramos, 1942 CIRILO SUÁREZ Óleo sobre lienzo 44,5 x 32 cm Firmado en el ángulo inferior derecho y dedicado por el pintor