Una esquina de Vegueta VEGUETA Y LAS RIBERAS DEL GUINIGUADA son sin duda el leitmotiv urbano más recurrente del siglo XIX y de las primeras décadas del XX en el grabado y la postal fotográfica de la ciudad de Las Palmas, Vegueta, sus calles, edificios, jardines y huertas, nutrieron la iconografía realista de la pintura canaria a finales del XIX, cautivando a artistas como Rafael de Avellaneda, el ya citado Francisco Suárez León y a otros, mucho menos expertos, como Amaranto Martínez de Escóbar, un paisajista urbano naif avant la lettre. Cirilo Suárez comienza a pintar Vegueta en la década de 1920, fascinado por las mujeres “tapadas” que cruzan sus calles silenciosas al caer la noche. Esta viñeta pintada en 1948 nos atrae por tratarse de un ángulo muy específico del antiguo barrio, la esquina formada por la intersección de dos calles, Herrería y La Pelota, iluminada por la tenue luz de una farola. El espíritu íntimo y nocturno de la escena evoca la sensación y la experiencia de la poesía. Restringida a una gama tonal de ocres terrosos, y con contornos difusos bajo la luz amarillenta, la imagen se aleja de la tentación preciosista que Suárez empleó en posteriores visiones de Vegueta. El cuadro está dedicado: “A Antonio Martín. Sensibilidad de poeta. Gran recitador”. Una esquina de Vegueta, 1948 CIRILO SUÁREZ Óleo sobre tabla 19,5 x 16 cm Firmado y dedicado en ángulo inferior izquierdo por el pintor